Mi calle
España (1960) *
Duración: 91 Min.
Música: Manuel Parada
Fotografía: José F. Aguayo
Guion y Dirección: Edgar Neville
Intérpretes: Roberto Camardiel (Marcelino), Pedro Porcel (Rufino Meléndez), George Rigaud (Marqués de Abantos), Rafael Alonso (Pablo López) Conchita Montes (Julia), Susana Campos (Petra), Ana María Custodio, Antonio Casal (Lesmes), Adolfo Marsillach (Gonzalo), Katia Loritz (Carmela), Lina Canalejas (Milagros), Mariano Azaña (Trigo), Gracita Morales (Purita), María Isbert (Reme), Agustín González (Fabricio).
1906. En una calle del viejo Madrid conviven desde unos marqueses hasta unos raterillos, pasando por todas las clases sociales representativas de Madrid.
Los marqueses, para distinguirse del vulgo, visten a su nieto con traje escocés, provocando la hilaridad de los raterillos que se burlan de él constantemente, pese a lo cual este, que no les guarda rencor les presta dinero para que puedan sacar a Reverte, su perro, de la perrera.
Cada día acude a peinar a la marquesa, Julia, que le lleva todos los chismes del barrio, incluido el hecho de que Petrita, su doncella, está enamorada de Lesmes, el organillero.
El 31 de mayo será una fecha muy importante para el barrio, pues los marqueses acuden como invitados a la boda de Alfonso XIII.
Y ese mismo día se casa también Lesmes, para desesperación de Petra, que no le había contado que estaba embarazada y que intenta suicidarse lanzándose por la ventana. No morirá pero quedará paralítica.
También ese día nace después de una larga espera Fabricio, el hijo de Marcelino, un fabricante de acordeones que se hará cargo de Petra.
Antes de acudir al banquete real, Gonzalito, el nieto de los marqueses se hace una foto junto al recién nacido, sin saber que este será, años más tarde, su asesino.
Y mientras se hace la foto se oye una explosión que pronto sabrán que es debida al intento de asesinato de los reyes, y que acaba con la vida de los padres de Gonzalito.
Años después la calle será adoquinada, aunque conservando su sempiterno socavón. Y los marqueses contratarán a una nueva doncella, Milagritos, de la que está enamorado Dieguito, un pintor que no tiene el apoyo de su familia, que no considera que pintar mujeres desnudas sea un trabajo.
Pero Milagritos sueña con la fama. Canta muy bien y su deseo es convertirse en cantante de cuplés. Y tras caer en los brazos de Gonzalo, conseguirá su deseo, mientras que su pretendiente muere mientras la espera, en el incendio del Novedades.
La vida avanza. Se impone el automóvil y el marqués debe deshacerse de sus caballos, siendo su nuevo chófer Lesmes, por el que pese a todo Purita, que se dedica a vender lotería en la calle, aun suspira.
Con la llegada de la República llegan los tiempos del vendedor de paraguas y de un nuevo vecino Peluquistain, que es nombrado ministro.
Con las revueltas en las calles llegará la muerte de Gonzalo, abatido por Fabricio, que siempre envidió su forma de vida, su fortuna y su atractivo con las mujeres.
Después llegará la guerra y el hambre, aunque no para Peluquistain, ni para Purita, que no llegó a conseguir novio, pero que durante la guerra se refugió en casa de unas mujeres de mala reputación que a partir de ese momento pasarán a contar con la simpatía de la calle.
Otra de las vecinas, que soñaba con llegar a ser tiple y que se pasó su juventud estudiando música, aceptará finalmente las proposiciones de Pablo, el carnicero y se casará con él tras comprobar que sus sueños no llegarán a realizarse.
Petra abrirá un despacho de lotería en la antigua tienda de Marcelino, mientras ve cómo Lesmes, ciego debido a la metralla de una bomba, vuelve a ser organillero.
La alegría llegará al barrio cuando toca la lotería a todos los vecinos, que ven ilusionados la llegada del autobús a su calle que, pese a estar ya asfaltada conserva su viejo socavón.