Te cuento la película

La dolce vita
La dolce vita

La dolce vita (1960) * Italia / Francia

Duración: 175 min.

Música: Nino Rota

Fotografía: Otello Martelli

Guion: Federico Fellini, Tullio Pinelli, Ennio Flaiano, Brunello Rondi

Dirección: Federico Fellini

Intérpretes: Marcello Mastroianni (Marcello Rubini), Anita Ekberg (Sylvia), Anouk Aimée (Maddalena), Yvonne Furneaux (Emma), Magali Noël (Fanny), Alain Cuny (Steiner), Nadia Gray (Nadia), Annibale Ninchi (Padre de Marcello), Walter Santesso (Paparazzo), Valeria Ciangottini (Paola), Riccardo Garrone (Riccardo), Ida Galli (Debutante), Audrey McDonald (Jane), Polidor (Payaso), Gloria Jones (Gloria), Alain Dijon (Frankie Stout), Enzo Cerusico (Fotógrafo), Nico (Nico).

Dos helicópteros sobrevuelan por encima de los restos de un acueducto romano portando uno de ellos una estatua de Cristo, atrayendo la atención de los niños que corren atraídos por esa curiosa imagen.

Poco después los helicópteros vuelan sobre una terraza donde un grupo de mujeres en bikini toma el sol, saludando a los del segundo helicóptero, un grupo de reporteros, que cubren el evento, entre los que se encuentran Marcello y su fotógrafo, Paparazzo, que les piden por medio de gestos sus números de teléfono, a lo que estas se niegan.

Finalmente los helicópteros llegan a la Plaza de San Pedro, destino de la estatua mientras suenan las campanas.


Una noche Marcello y sus compañeros cubren la noticia de la estancia de un príncipe extranjero en Roma, acudiendo a la cena que hace en un restaurante donde asiste a un espectáculo de tipo oriental, sobornando Marcello al camarero para que le diga los platos que toma el príncipe, haciendo entretanto, y pese a estar prohibido, Paparazzo una foto, tras lo que es expulsado por el que parece un indignado camarero, al que previamente le había dado una generosa propina.

Otro de los comensales llama al periodista y le dice que por su culpa una de las dos mujeres que están con él tuvo problemas con su marido debido a unas fotos suyas.

Aparece luego otra mujer que pregunta en el bar por un hombre que el camarero le dice que no ha visto ese día, ofreciéndose Marcello al verla a acompañarla, pues ella dice que desea marcharse, siendo acosados a la salida por otros periodistas que les fotografían, huyendo de ellos en el Cadillac descapotable de ella que se queja de la pesadez de Roma, diciéndole Marcello que su problema es que tiene demasiado dinero, diciendo ella que solo el amor la estimula.

Se detienen en la Piazza del Popolo donde unas prostitutas se fijan en su lujoso coche, invitándolas Maddalena a que suban para dar un paseo, pidiéndoles sus chulos que les saquen su dinero, aunque solo sube una de ellas, que les pide que la lleven a su casa de los suburbios, quejándose durante el camino de que no tuvo muy buena noche, preguntándole Maddalena a Marcello si se iría con una mujer como esa, diciendo él que no, reconociendo después que alguna vez sí va con fulanas.

Llegados a su barrio, Maddalena le pide que les invite a un café, viendo al entrar en su casa que se le ha inundado, teniendo algunas tablas para no pisarla.

Mientras la mujer prepara el café, Maddalena se acuesta en su cama y empieza a besar a Marcello, comprendiendo la prostituta que debe dejarles su cama.

Por la mañana, cuando salen se cruzan con su chulo, que va a cobrar el servicio, echándole en cara a la prostituta que no les pidiera nada, aunque antes de marcharse ellos le dan algo de dinero.

Cuando Marcello llega a su casa en su descapotable encuentra a su novia en el suelo, descubriendo un tubo de pastillas vacío, por lo que debe llevarla al hospital.

Allí se encuentra con otro compañero de profesión que le pregunta si tiene algo que ver con la suicida, pidiéndole Marcello que no diga nada.

El médico le advierte que debe avisar al juzgado, preguntándole Marcello a Emma por qué lo ha hecho.

Desde allí llama a Maddalena, que profundamente dormida no escucha su llamada.


Los periodistas, entre los que se encuentra Marcello se arremolinan en el aeropuerto a la espera de un avión, corriendo todos hacia las escalerillas cuando este aterriza, apareciendo entonces una despampanante mujer rubia, Sylvia Rank, una famosa estrella de Hollywood que posa encantada para los reporteros, llegando a salir del avión varias veces, atendiendo todas las peticiones de los periodistas en sus posados, excepto la de quitarse las gafas.

Un reportero televisivo informa de su llegada y de la del productor que la contrató para una superproducción de corte histórico, hablando Marcello con las azafatas para que le cuenten cosas de la actriz mientras todos los demás siguen a la estrella.

El reportaje continúa unos minutos después en la habitación del hotel de la actriz, llamando Marcello desde allí a Emma, que le pregunta si está solo en la habitación con ella, obligándole a jurar que no es así y pidiéndole ella que regrese, pues desea hacer el amor con él.

Y mientras están allí llega totalmente borracho, Robert, el novio de la actriz, que le pregunta por qué no fue a esperarla al aeropuerto, a lo que él contesta que tenía sueño, ante el enfado de ella.

Acompañan luego a la estrella hasta la cúpula de San Pedro, vestida como un sacerdote, subiendo hasta lo alto de la misma, adonde ya nadie más que Marcello la sigue, cansados todos no pudiendo subir sus 700 escalones, observando juntos desde allí la Plaza de San Pedro.

Por la noche la actriz y su novio acuden a las Termas de Caracalla, donde Marcello baila con ella, preguntándose qué va a hacer tras conocer a una mujer tan perfecta, esperando poder hablar a solas con ella.

Bailan hasta que llega otro actor americano amigo de ella, y que también está rodando en Roma y pide a la orquesta que toque algo más movido, observando todos cómo baila sensualmente con su amigo, bailando tras ello un rock and roll.

De vuelta a la mesa discute con Robert y decide marcharse, llevándole Marcello sus zapatos que tiró durante el baile, ofreciéndole tras ello su coche, aunque dos reporteros le siguen en una moto.

Ella asegura estar harta de los hombres, diciendo que no desea regresar al hotel, por lo que él la acompaña hasta las afueras de la ciudad donde le dice que no había conocido nunca a una mujer como ella y trata de besarla, aunque ella lo esquiva amablemente, debiendo marcharse cuando escuchan que se acercan unos perros.

Marcello hace varias llamadas tratando de conseguir algún lugar al que llevar a la estrella y que no sea un hotel, aunque sin éxito, pues Maddalena le cuenta que está con su padre.

Y mientras él habla por teléfono Sylvia recoge a un gatito y trata de darle leche, yendo Marcello a una lechería para ello, aunque cuando la consigue y regresa con ella observa que Sylvia ha descubierto la Fontana de Trevi y se baña en sus aguas, entrando tras ella y permaneciendo en ella hasta que de madrugada apagan la fuente.

Entretanto los fotógrafos fotografían a Robert, el novio, y antiguo protagonista de Tarzán, durmiendo borracho en su coche.

Cuando aparece Marcello se centran en Sylvia, que no parece recordar su enfado, y que le dice a Robert que ha descubierto una fuente maravillosa, recibiendo una bofetada de él ante los fotógrafos, tras lo cual el actor golpea a Marcello.


Un día Marcello ve, mientras espera para un trabajo, a su amigo Steiner que entra en una iglesia y lo sigue, poniéndose muy contento al verlo e invitándolo a que lo visite, alabando uno de sus últimos artículos y animándole a que se dedique a la literatura.

Lo invita luego a que suba con él hasta el lugar en que está el órgano, y hace que escuche cómo ejecuta la Tocata y fuga en re menor de Bach.


Marcelo acude con Emma y con Paparazzo, el fotógrafo a las afueras de Roma, hasta el llamado Prado del Milagro, con la intención de realizar un reportaje sobre una supuesta aparición de la Virgen a dos niños.

Encuentran el lugar lleno de gente y de periodistas, habiendo muchos enfermos en el lugar, mientras los niños están bajo la custodia de los gendarmes, tratando Paparazzo y el resto de sus compañeros de fotografiarlos, aunque solo consiguen ver a los padres y al abuelo, que parecen contentos ante tanta expectación, pese a que la iglesia es escéptica ante el supuesto milagro.

Mientras esperan la noche, la televisión despliega un gran dispositivo para grabar la peregrinación nocturna de gente con velas, llegando entonces noticias de que finalmente dejarán que vayan los niños, pues llegó la autorización de Roma.

Tratando de tener una mejor visión del lugar Marcello sube hasta una plataforma donde está un foco, tratando de escribir algunas notas mientras Emma lo requiere desde abajo, pidiendo que no la deje sola.

Ella cree que Marcello ha cambiado demasiado y que ha dejado de quererle, por lo que le pide a la Virgen que haga que la quiera como antes, prometiendo que si se casa con ella irá hasta allí en peregrinación cada día.

La llegada de los pequeños genera una gran expectación, debiendo los policías contener a las masas mientras los fotógrafos fotografían a los pequeños.

Comienza entonces a llover y para evitar problemas deben desconectar los grupos electrógenos que empiezan a explotar al contacto con el agua.

Y de pronto la niña mira hacia atrás y dice que ve a la Virgen, rompiendo la multitud la barrera policial para correr hasta el lugar donde ellos dicen que la ven, aunque van zigzagueando de uno a otro sitio como si la Virgen se moviera constantemente, diciendo la niña dice que la Virgen dice que si no construyen una iglesia no volverá, corriendo el padre a coger a su hija, pues teme que le dé una pulmonía por estar bajo el agua sin apenas protección.

La gente corre tras ello hacia el árbol de la aparición y cortan todas sus ramas esperando un milagro, buscando Marcello entre la multitud a Emma para marcharse, aunque ella es una de las que han ido a coger una de las ramas.

Y entre tanto alboroto acaba muriendo uno de los enfermos que estaban en el lugar, debiendo darles allí la extremaunción el sacerdote, mientras la multitud desaparece.


Marcello y Emma van a una reunión que tiene lugar en casa de Steiner, donde hay un numeroso grupo de intelectuales.

Allí escuchan cómo un hombre que ha viajado mucho dice que no hay mejor mujer que la oriental.

También hay en el grupo una poetisa, Iris, que le dice a Marcello que no debe eligir entre sus dos amores, la literatura y el periodismo, y que es mejor que sea libre para hacer ambas cosas.

Escuchan también una cinta con ruidos grabados de la naturaleza, como tormentas, el viento o los pájaros, siendo interrumpidos por los dos hijos del intelectual, que se levantaron de la cama tras escuchar los ruidos.

Marcello le dice a Steiner que le envidia y que él está desaprovechando su vida, aunque Steiner le dice que es mejor una vida anárquica que una vida organizada conforme a las normas sociales, ofreciéndose a presentarle a algún editor para que no tenga necesidad de seguir escribiendo sobre la vida social.

Steiner le dice que la paz le da miedo y que oculta el infierno, que es lo que verán sus hijos.


Marcello llama a Emma desde la terraza de un café que está junto al mar, quejándose al decirle que está harto de tener que llamarla desde todas partes y a cualquier hora, pues así no puede trabajar.

Tras colgarle vuelve a su máquina, donde trata de escribir con su máquina, pidiéndole a la camarera que baje la música, pues no le deja concentrarse.

Habla luego con ella, que le dice llamarse Paola y que es de la región de Umbria, de la que siente una gran nostalgia, coqueteando con ella antes de, arrepentido por su conversación anterior volver a llamar a Emma.


De vuelta a la ciudad, Paparazzo le dice que hay un hombre que dice que es su padre y que pregunta por él, encontrándolo en una terraza, encantado con el ambiente de Roma, contándole que ha viajado a la ciudad porque tenía que ir al ministerio para un asunto de licencias, llevándole una carta de su madre que le pide que vaya a verlos.

Marcello le cuenta que le va muy bien y que es recibido por autoridades, e incluso en el Vaticano.

Van tras ello a un club nocturno, el Chachachá, que su padre desea conocer, acudiendo a un espectáculo donde actúan unas mujeres vestidas de tigresas y ligeras de ropa que son domadas por un hombre vestido de payaso.

Allí trabaja Fanny, una amiga francesa de Marcello, que trabaja en un número de cabaret, y que le dice es un mentiroso, porque le prometió una foto que no publicó.

Invitan a la chica a su mesa y bromean, invitándola el padre de Marcello a bailar con él tras tomar champán.

Mientras ellos bailan, Marcello le cuenta a Paparazzo que cuando era pequeño su padre nunca estaba en casa y apenas lo veían, aunque le hace ilusión estar con él.

Pero a la hora de marcharse la chica los invita a ir con ella a su casa para comer espaguetis a la boloñesa, llevando Fanny al padre mientras Paparazzo y Marcello van con otras dos chicas en su coche, dando Paparazzo una gran vuelta, para dejar más tiempo al padre con Fanny, por lo que tardan en llegar, diciendo Marcello cuando lo hacen que él no se queda, aunque entonces sale Fanny y le dice que su padre se encuentra mal y la ha enviado a la farmacia a buscar unas gotas.

Cuando sube, Marcello encuentra a su padre en una silla y le dice que no le pasa nada, solo que bebió demasiado, estando preocupado porque su tren sale a las 5'30 y son ya las 4.

Marcello le pide que se quede un día más para poder estar juntos, pues no se ven nunca y para que termine de recuperarse, lo que el hombre no admite, cogiendo el taxi que había pedido antes de que llegase él, tras lo que se marcha, sin escuchar los ruegos de su hijo.


Un día, mientras están en una terraza, coincide con Nico, una modelo que le dice que va a una fiesta al castillo de su prometido, contándole que ya no posa para reportajes de moda desde un año antes.

Suben a uno de los coches que va hasta la fiesta en el que va uno de los hijos del dueño del castillo.

Cuando llegan al castillo en Viterbo ven que los invitados que están allí parecen aburridos, conociendo a otro de los hijos del dueño del castillo, que le presenta al resto de la familia, desde la abuela, que dicen que simula estar dormida porque no le gusta hablar, y a sus padres.

Allí coincide de nuevo con Maddalena, que lo vio hablar con Jane, que Maddalena le explica es una pintora americana que vive en Roma y que los mira como si fueran una colonia y a la que invitan para escuchar sus guarradas.

Maddalena le va hablando de los invitados, los Montalbán, los dueños, una mujer a la que llaman la Loba a la que le gusta amamantar niños, Leonor que intentó suicidarse o

Don Giulio, el hijo mayor de los dueños del castillo y su novia Nico, su amiguita sueca, con la que Marcello llegó a la fiesta.

Maddalena le dice que ella también está abandonada y lo lleva a un salón donde solo hay una silla y lo sienta allí mientras ella va varias estancias más allá, hablando allí junto a una pila desde el que puede hablar y escucharlo a pesar de la lejanía, atreviéndose gracias a esa distancia a preguntarle si se casaría con ella, pues está enamorada de él, aunque él le dice que se lo pregunta porque está borracha, aunque ella insiste en que está enamorada de él y quiere casarse y ser feliz.

Él dice que la quiere y que le gusta estar con ella, aunque Maddalena dice que no puede cambiar, pues es una puta y piensa que si se casan, pasado un mes la odiaría.

Marcello le dice que es una mujer extraordinaria y que con ella puede hablar de todo, aunque mientras hablan llega otro de los invitados que comienza a besarla y a abrazarla y Maddalena deja ya de contestar.

Tratando de encontrarla se topa con los invitados que avanzan con velas por el castillo, afirmando estar buscando fantasmas, uniéndose a ellos al no poder encontrar a Maddalena, yendo hasta un ala del castillo abandonada y casi en ruinas donde realizan una sesión de espiritismo simulando la médium estar poseída, aunque su sobrino dice que está borracha.

Y mientras están asistiendo al evento Jane lo toma de la mano y va con él a otra estancia, donde lo seduce.

Al amanecer abandonan el castillo y Jane le presenta a su hijo, cruzándose con la princesa madre, que sale con el sacerdote de la misa.


Marcelo y Emma avanzan por una carretera solitaria en su descapotable, recriminándole ella lo mal que la trata y lo que la hace sufrir, pues no quiere a nadie afirmando él estar harto después de haber estado cuatro horas escuchándolo.

Ella le dice que es muy desgraciada y él le dice que el desgraciado es él y que no la soporta ya, pidiéndole ella que le deje bajarse del coche, pidiéndole él que no lo haga, insistiendo ella en que no encontrará una mujer que lo ame como ella.

Finalmente ella se baja del coche, y él le pide que vuelva, siguiéndola con el coche, aunque ella se niega a subir mientras le dice qué será de su vida si lo deja, pues nadie lo querrá como ella.

Le pregunta de qué tiene miedo y él dice que de su egoísmo, pues no le gusta hablar solo de la cama y de comidas y que le da asco.

Es entonces él quien le dice que baje y ella se niega, por lo que le obliga a hacerlo abofeteándolo y asegurando que no quiere volver a verla, dejándola abandonada en la carretera.

Abandonada allí, y mientras llora pasea de un lado a otro hasta que se hace de día, momento en que regresa de nuevo Marcello, encontrándola en el mismo lugar, subiendo ella contenta al coche sin preguntar nada.


Marcello y Emma se encuentran acurrucados en su cama durmiendo cuando los despierta una llamada telefónica.

Corre inmediatamente hasta un edificio rodeado de policía y fotógrafos, entre los que se encuentra Paparazzo, que le pide que diga que es amigo suyo para que le dejen entrar en la casa donde los policías le informan de que su amigo, Steiner acabó con la vida de sus dos hijos y luego se suicidó.

Cuando entra en la casa ve a la policía judicial examinando el lugar y los cadáveres, preguntándole el comisario a cargo del asunto si conocía bien a Steiner, aunque él afirma no saber por qué lo hizo, no sabiendo tampoco si le preocupaba algo.

La policía sabe que la mujer está a punto de llegar en un autobús, ofreciéndose Marcello a acompañar al policía, a esperarla, ya que no conocen a la mujer, viendo cómo al salir a buscarla los siguen todos los reporteros gráficos.

Cuando finalmente llega el autobús, Marcello identifica a la mujer, que se ve asediada por los fotógrafos, pensando que la han confundido con una actriz.

Cuando el comisario se acerca y le informa que ha ocurrido una desgracia, empieza a ponerse nerviosa, pidiéndole el comisario que vaya a su coche para informarle tratando de esquivar a los reporteros.


Algún tiempo después varios coches llegan a una casa cercana al mar, abriendo la puerta de la villa con el propio coche, y rompiendo luego un cristal para entrar en la casa donde se disponen a realizar allí una fiesta para celebrar la anulación del matrimonio de Nadia, una de sus amigas.

En el nutrido grupo hay varios hombres vestidos de cabareteras.

Marcello cuenta que ya no se dedica ni a la literatura ni al periodismo, siendo agente de publicidad y quejándose de que el grupo es muy aburrido.

Una de las presentes propone desnudarse, aunque no les seduce, diciendo que debe hacerlo Nadia, que finalmente accede a hacerlo, realizando un striptease, acabando cubierta con una estola de visón, momento en que llega Riccardo, el dueño de la casa, que les dice que no quiere escándalos y que se queja de que le rompieran el cristal, advirtiéndoles que deberán irse en media hora.

La fiesta comienza a decaer por lo que le piden a Marcello que se invente algo, proponiendo que realicen una orgía, aunque están todos demasiado borrachos y Marcello acaba lanzándole el contenido de un vaso a una cantante y luego empieza a sacar plumas de un cojín y se las va pegando a una de las invitadas que se encuentra mal y que anda a cuatro patas, tras lo cual Riccardo les pide que se vayan, saliendo los asistentes a la fiesta en medio de una lluvia de plumas lanzadas por Marcello.

Mientras se dirigen a sus coches, ya de madrugada observan algo en la playa y se acercan a curiosear, viendo a un grupo de pescadores que sacan con su red una gigantesca mata raya.

Cansado, Marcello se sienta en la playa, escuchando cómo lo llama una chica un poco más lejos, la chica, Paola, a la que Marcello no reconoce, tratando la chica de recordarle mediante gestos, pues no la escucha, que es la chica del restaurante de la playa, aunque él no consigue entenderla y le dice adiós con la mano mientras se retira con su grupo de amigos.

Calificación: 3