La Condesa descalza
The Barefoot Contessa (1954) * USA
Duración: 128 Min.
Música: Mario Nascimbene
Fotografía: Jack Cardiff
Guion y Dirección: Joseph Leo Mankievicz
Intérpretes: Humphrey Bogart (Harry Dawes), Ava Gardner (Maria Vargas), Edmond O'Brien (Oscar Muldoon), Marius Goring (Alberto Bravano), Valentina Cortese (Eleanora Torlato-Favrini), Rossano Brazzi (Conde Vincenzo Torlato-Favrini), Elizabeth Sellars (Jerry), Warren Stevens (Kirk Edwards), Franco Interlenghi (Pedro Vargas), Mari Aldon (Myrna).
El guionista y director de cine Harry Dawes recuerda durante el funeral de la condesa Torlato Favrini cómo la conoció en un tablao de Madrid cuando era solo una bailarina llamada María Vargas.
Iba acompañando entonces a Kirk Edwards un millonario convertido en productor que se encapricha de ella empeñado en descubrir una nueva cara.
Pero María no desea que nadie la maneje, por lo que Edwards debe recurrir a Dawes para que la convenza de aceptar una entrevista con él, amenazándole si no lo consigue con rescindir su contrato, quedándose con su Guion, aprovechando la fama de bebedor que tuvo en el pasado.
Y Dawes la convence para que hable con Edwards, pues ella conoce su nombre como director y lo admira, aunque cuando el asistente de Edwards, Oscar Muldoon insiste en hablarle de dinero ella desaparece, debiendo actuar de nuevo Dawes para que acceda a viajar con ellos a Roma para una prueba de fotogenia. Debe acudir para ello a su casa y discutir con la madrastra de la muchacha que no desea dejarla marchar, ante lo que ella reacciona nuevamente haciendo lo contrario a lo que le mandan, yéndose a Roma pese a que el propio Dawes le aconseja que no lo haga.
La prueba resultará impactante y Dawes invita a la proyección de la misma a algunos críticos y productores de Francia, Inglaterra y Estados Unidos, para evitar que Edwards, llevado por su soberbia castigue el desacato de María destruyendo esa prueba de la que ya tienen noticia en todo el mundo.
Finalmente rodará con el nombre de María Damata una película que será un gran éxito.
Pero entonces llega la noticia de que el padre de María mató a su madrastra y va a ser juzgado, y en contra de todos los asesores, María viaja a España para acudir a un juicio que atrae a muchísimo público y a la prensa, y en el que ella hace una ardiente defensa de su padre, al que la madrastra maltrataba, consiguiendo su absolución.
Sus dos siguientes películas supondrán un éxito aun mayor, aunque Edwards sigue mostrándose como un tirano, por lo que, tras conocer a Alberto Bravano, un multimillonario sudamericano, acabará yéndose con él, haciendo lo propio Muldoon, también harto de Edwards, sin hacer caso a las amenazas de este.
Pero María será solo un bello trofeo para Bravano, que nada consigue de ella, hasta que un día, en un casino de la Riviera, harto de ella la acusa de causarle mala suerte, diciéndole que a partir de ese día lo obedecerá.
Indignado por el trato al que la somete ante todo el mundo aparece un hombre que abofetea a Bravano, llevándose con él a María.
El hombre que la aleja de tal humillación es Vincenzo Torlato Favrini, un conde que ya había visto a María esa misma tarde cuando, al ir a coger agua para su coche se acercó a un campamento gitano, donde la vio bailar feliz, pareciendo sentirse allí en su mundo.
Enamorada por vez primera en su vida, María se casa con el conde, siendo Dawes el padrino, al que de nuevo visitará varias semanas después, ya que sigue en Roma ultimando un Guion, contándole que la noche de bodas no fue como esperaba, pues cuando Vincenzo apareció en su habitación lo hizo para confesarle que su cuerpo fue destrozado por una explosión durante la guerra, por lo que, aunque la ama no puede consumar su amor.
Aunque sigue enamorada, María se quedó embarazada de otro hombre, y tiene intención de contárselo todo a Vincenzo esperando que la comprenda y acepte el hijo como propio, pudiendo continuar así la saga de los Torlato Favrini.
No tendrá ocasión de hacerlo. Desde su ventana Dawes observa cómo la sigue un coche y él sale tras ellos, oyendo al llegar a su destino un disparo. Tras el mismo aparece Vincenzo con ella en brazos, contándole que acabó con ella y con su amante.
Al día siguiente celebran el entierro al que acude su esposo escoltado por los carabineros, acudiendo también Bravano por consejo de Muldoon, pudiendo todos admirar presidiendo su tumba la estatua que Vincenzo encargó de ella, en la que aparece, como a ella le gustaba, descalza y con los pies en el suelo.