Te cuento la película

El mundo en sus manos

The World in His Arms (1952) * USA

          También conocida como:
                    - "El mundo en sus brzos" (Hispanoamérica)

Duración: 104 min.

Música: Frank Skinner

Fotografía: Rusell Metty

Guion: Borden Chase (Novela: Rex Beach)

Dirección: Raoul Walsh

Intérpretes: Gregory Peck (Jonathan Clark), Ann Blyth (Condesa Marina Selanova), Anthony Quinn ("Portugés"), John McIntire (Deacon Greathouse), Carl Esmond (Príncipe Semyon), Sig Ruman (General Ivan Vorashilov), Andrea King (Mamie), Eugenie Leontovich (Anna Selanova), Bill Radovich (Ogeechuk), Rhys Williams (Eben Cleggett), Gregory Gaye (Coronel Paul Shushaldin).

"Según registros históricos los Estados Unidor compraron Alaska el 30 de marzo de 1867.

Esta fue la realización de un sueño que comenzó muchos años antes, cuando el capitán Jonathan Clark ancló el "Pilgrim" de Salem" junto a cientos de barcos abandonados en la Bahía de San Francisco"

San Francisco 1850

Clark, conocido como el Hombre de Boston, llega a puerto junto con su piloto, Deacon Greathouse, y su contramaestre, Ogeechuk, un esquimal que solo dice "boi", con los que se dirige a una taberna donde con sus dos colaboradores se enfrenta a los hombres que no le permiten la entrada al sótano, donde tienen atados a sus marineros.

Tras liberarlos va a ver a un hombre de negocios, Eben Cleggett, al que le ofrece un barco entero lleno de pieles de foca.

Aunque sabe que los rusos pusieron precio a su cabeza no les teme y le asegura que quiere comprar Alaska, para lo que necesitará 10 millones de dólares.

Con el dinero obtenido por su negocio decide hospedarse con sus hombres en el Hotel Occidental, el más elegante de la ciudad donde, por su aspecto no quieren hospedarles hasta que les ofrece 1.000 dólares diarios con la comida y bebidas aparte, pidiendo además que les reserven el salón de baile para la noche con varias barras y cena para 100 personas.

Llega entonces al hotel otro marinero, el "Portugués", al que dicen echaron de menos, diciendo él que se quedó sin tripulación y no pudo ir a cazar como ellos, pues también él se gana la vida robando focas a los rusos, aunque él dice que ya no caza focas, pues le contrataron para llevar a una condesa rusa hasta Sitka.

El hombre que le contrató, el coronel Paul Shushaldin, al que iba a ver le dice que tiene que estar todo listo para esa noche, aunque justo en ese momento entran los hombres de Clark en el hotel y, al verlos, el Portugués le dice que no podrán zarpar esa noche, pues carece de tripulación, reconociendo que fue él quien se la robó al Hombre de Boston, que se la ha vuelto a robar a él, insistiendo el hombre en que deben zarpar, pues el Príncipe Semyon está a punto de llegar y eso significaría un matrimonio obligado para la condesa con un hombre al que odia, dándole 48 horas para conseguir una tripulación.

Cuando le cuentan a la Condesa lo ocurrido, ella le dice que en ese caso deben hablar con el Hombre de Boston para que les lleve él, recordándole el coronel que es un pirata enemigo de Rusia que les roba sus focas, aunque ella le dice que es su única esperanza para poder llegar a Alaska, aunque él le dice que si el gobernador, su tío, decide obedecer al Zar, en vez de a ella, tampoco allí estarán seguros, aunque ella cree que su tío la escuchará, por lo que insiste en que hable con el Hombre de Boston.

Pero este, en ese momento está preocupado solo por su fiesta, a la que ha invitado al alcalde y al gobernador y está encargando trajes nuevos para él y para todos sus hombres y no quiere escuchar su oferta de alquiler recién llegado de Alaska, y menos cuando le dice que representa a la Condesa Marina Selanova.

Él le presenta entonces a un ruso al que cortaron su mano derecha por no cubrir el cupo de cazas, y le dice que encontrará a muchos así y no siente simpatía alguna por los rusos, y aún menos por sus nobles, rechazando los 25.000 dólares en oro ofertados, viendo que entre sus acompañantes hay una foca, Luisa que disfruta de su bañera.

Llegan para la fiesta todas las mujeres de la ciudad, que, al escuchar al coronel ofreciéndole 75.000 dólares lo acosan, diciéndole él a la condesa que el Hombre de Boston solo piensa en vino y en mujeres.

Cleggett le presenta durante la fiesta a la vieja mujer de un banquero, a la que invita a bailar esperando conseguir el crédito para comprar Alaska.

Elegantemente vestida, la condesa decide bajar ella misma para hablar con el Hombre de Boston, viendo cómo llegan más mujeres a la fiesta, que llevan su propia orquesta, no tan elegante, pero más divertida y las chicas comienzan a bailar, haciéndolo también la condesa, que trata de contactar así con Clark, aunque siempre la interceptan antes.

Finalmente consigue llamar su atención y él la invita a beber.

Mientras lo hacen, llega el Portugués, que, enterado de la fiesta se presenta con sus hombres, a los que Clark invita a una copa, aunque advirtiéndole de que no digan tacos ni roben nada.

El Portugués se fija, mientras habla con él en la Condesa, aunque Clark dice que esa es suya, recordando el Portugués que ya le quitó cinco mujeres y esta vez le toca a él, y saca su cuchillo, cogiendo Clark otro, que tiran al suelo, haciendo un pulso entre los dos cuchillos mientras Greathouse recoge apuestas, ganando de nuevo Clark por sexta vez, aunque antes coge a la condesa en sus brazos y la besa.

De pronto, la mayoría de los invitados ven que les robaron sus relojes y Clark golpea al Portugués y pide a sus hombres que expulsen a los hombres de este, saliendo él entretanto con la condesa a la terraza, diciéndole la muchacha que es la dama de compañía de la condesa y que es poca cosa lo que ha ganado.

La sube tras ello a un carro pese a sus objeciones, preguntándole a dónde quiere ir, diciendo ella que quiere conocer San Francisco, y cuando él intenta besarla, ella le dice que va demasiado rápido y que en su tierra se suele preguntar el nombre a la dama antes de intentar besarla, presentándose como Marina.

En su paseo dan con el montaje de un patíbulo, viendo que el hombre al que van a ahorcar es un funcionario de hacienda al que descubrieron sus desfalcos y Marina, horrorizada, le pide que haga algo, tirando él un montón de dinero haciendo que todos se lancen a recogerlo, pudiendo así escapar.

La lleva a un restaurante ruso, hablando ella en ese idioma con el propietario, extrañándole que la lleve allí, pues pensaba que odiaba a los rusos, diciendo él que ellos son ahora norteamericanos.

Le pide una canción a un violinista y él nota su melancolía, cantando ella. Le dice que es una canción de amor.

Él le quita con su pañuelo algo de su maquillaje, diciéndole ella que se pintó porque creía que a él le gustaban las mujeres muy maquilladas, preguntando él por qué intenta gustarle, confesándole que la condesa debe ir a Sitka y él tiene un barco, preguntando él qué va a ofrecerle, y le dice que la devolverá al hotel, recordándole ella que le prometió enseñarle San Francisco.

Pese a todo se queda con ella y la lleva tras la cena a conocer el barrio chino y el resto de la ciudad, quedándose fascinada frente a la bahía tras recorrer tantos ambientes, pues, dice, ha conocido muchos lugares como Londres, Roma, Viena o San Petersburgo, y le gusta esa ciudad que es nueva y espera que no cambie.

Tras ello Clark le suelta el pelo y la besa.

Llega como si estuviera en otro mundo al hotel, no pudiendo ni escuchar al coronel y a su dama de compañía cuando le piden una explicación.

El encargado del hotel le hace un resumen de los daños ocurridos durante la fiesta, que ascienden a 15.000 dólares hasta ese momento, aunque Clark tampoco lo escucha.

Ogeechuk, todavía con el traje que le hicieron para la fiesta del día anterior, para el que eligió la tela de las cortinas, lleva a la mañana siguiente un ramo de flores con una nota y un collar de perlas, pidiéndole Jonathan que baje a la recepción a las 8.

Esa noche la lleva hasta la Peregrina de Salem, contándole que cuando deje de trabajar se retirará con ella a Salem, un pueblecito de Massachussets, no entendiendo ella por qué le llaman entonces el hombre de Boston, diciendo él que ese nombre se lo pusieron los rusos porque procede de Nueva Inglaterra.

Le dice que le dejará llevar el timón cada tarde mientras él duerme la siesta cuando la lleve a Sitka, pidiendo ella ahora que no la lleve, pues el gobernador general hará que le ahorquen, diciendo él que no, si le dice cómo evitar que le ahorquen a él, pues sabe que tiene dificultades porque la compañía de pieles de Alaska va a quebrar porque tratan a los nativos de las aleutianas como esclavos y les obligan a matar a todas las focas que puedan y matan a todo lo que tenga piel y las manadas están desapareciendo, y por ello ha decidido comprar Alaska y las islas a las que van a criar las focas, haciendo que solo se mate al número de estas necesario.

Que se casarán y, tras comprar Alaska vivirán en el palacio del gobernador de Sitka.

Llega feliz a su habitación a las 4'30 de la madrugada y dice que es un día maravilloso, el de su boda, diciéndole sus ayudantes que es una locura, diciendo ella que es maravilloso, pues pasarán a ser americanos y podrán ser felices y a no tener miedo, aunque el Coronel le dice que cuando conozca su rango querrá matarla, no casarse.

Llega justo en ese momento y a una hora tan tardía, el Príncipe imperial Semyon, que le pregunta al verla sin habla si no tiene nada que decir a la persona que dejó plantada en la iglesia en San Petersburgo, diciéndole ella que su huida fue una respuesta clara.

El príncipe le dice que el Zar le ordenó ir a buscarla, pero que, aunque no se lo hubiera pedido la habría buscado por cualquier parte del mundo y que debe llevarla a Rusia, aunque deteniéndose previamente en Sitka para tratar de un asunto de negocios con su tío Iván, a bordo de su cañonero, movido a vapor y le anuncia que va a celebrarse su boda.

Al día siguiente Clark lo organiza todo para la boda. La tarta, el reverendo, el anillo y la orquesta del restaurante, yendo también todas las muchachas de la ciudad.

Aparece de nuevo el Portugués, al enterarse de que se va a celebrar otra fiesta y le pregunta con quién se va a casar, diciendo él que con Marina, la muchacha rusa que la ganó al pulso, diciéndole el gerente que Marina es la Condesa Selanova, sobrina del gobernador general de la América rusa, y que ya se marcharon al amanecer, contándole el Portugués que él vio partir el barco.

Incrédulo sube hasta la habitación para comprobar que, en efecto, se marchó ya.

Decepcionado y engañado, bebe luego a solas en el restaurante mientras tocan la canción que ella eligió el día anterior, siguiendo luego con la bebida en su barco.

Vuelve al hotel y pide de nuevo bebida para todos, pero allí le dicen que su crédito se agotó y deben abandonar sus habitaciones, negándose Cleggett a seguir avalándole, y deben más de 10.000 dólares, pidiendo él a Greathouse que venda la goleta para pagar, diciendo el Portugués que se lo comprará él por esos 10.000 dólares y que se llevará a toda la tripulación y se harán ricos cazando focas.

Clark lo rechaza y lo reta a una carrera. Le dice que el primero que llegue a las Privilof se quedará con los dos barcos, lo que el Portugués acepta, pues su goleta, la Santa Isabel puede partir ese mismo día, y ellos no podrán hacerlo hasta dentro de una semana, diciendo Clark que lo harán en dos días.

Aparece entonces Cleggett, con el dinero para comprar Alaska, y, aunque él le pide que se lo guarde, pues no está ya interesado, Greathouse lo recoge.

Finalmente, la Pilgrim sale en dos días, como indicó Clark, gracias a sus marineros y llevan una buena marcha, siéndoles el viento favorable, pese a lo cual, y tras 6 semanas navegando no avistan al Portugués, que en 4 días llegará a las Privilof.

Pero, para poder ir más deprisa, Clark ordena que icen las velas pese a la tormenta, asegurando que resistirá, aunque sus hombres temen que se rompa el mástil.

Finalmente avistan al Portugués, que navega a media vela, como hacían ellos antes de que despertara Clark, y, al ver que les van a dar alcance, pide que icen también las velas, contraatacando Clark bajando otra más pese a que Greathouse le dice que romperán los mástiles, decidiendo el Portugués hacer lo mismo, pese a lo cual la Pilgrim es más rápida y se echan encima de la Santa Isabel, asustando a sus hombres.

Se pone a la par de ellos y le dice que le esperará en las Privilof y que ha perdido la apuesta, diciéndole el Portugués que a lo mejor pierde la apuesta, pero que a él no le ha dejado plantado una chica rusa y le recuerda que él la besó, y que ella no ha querido casarse con el Hombre de Boston y que cuando la vea volverá a besarla.

Enfadado, Clark decide abordarlos y hundirlos, debiendo Greathouse golpearlo para evitarlo, viendo cómo a la Santa Isabel se le rompe el mástil.

Sitka

La condesa prepara su huida en un barco, pero la retiene Shushaldin, con órdenes de llevarla ante su tío, el gobernador general que le dice que la compañía de pieles está al borde de la quiebra por culpa del Hombre de Boston, pidiéndole el tío que le diga a Semyon que se casará con él.

Llega este y le dice a Iván que han perdido 5 millones de rublos el último año, el doble de lo que le costó la cabeza al anterior gobernador.

Les dice también que tienen noticias de que el Hombre de Boston llegó a las Privilof, diciéndole el gobernador que no tiene un barco capaz de alcanzar su goleta, diciéndole el príncipe que se ha olvidado de su cañonero, y que se lo llevará para que lo cuelgue.

La Pilgrim se acerca a las islas y ven a miles de focas bañándose, y comienzan de inmediato la caza, ordenando Clark que dejen a las hembras, explicando Greathouse al joven hijo de Cleggett que, aunque hay miles de focas, antes había muchas más y en breve dejará de haberlas por culpa de la ambición de los rusos que matan indiscriminadamente a machos y a hembras, mientras que ellos hacen lo mismo que la naturaleza, pues hay demasiados machos y los más jóvenes acaban muriendo sin poder aparearse y se pelean con los adultos, pero los más jóvenes mueren, y ellos solo cogen a los machos jóvenes, que, de todos modos morirían.

Pero mientras cargan las pieles observan una columna de humo, indicando Greathouse que puede ser el cañonero que vieron en San Francisco, aunque Clark no lo cree, pese a lo cual Greathouse decide volver a bordo.

Ven también que llega en ese momento la Santa Isabel, invitando Clark a beber al Portugués, aunque rechaza los papeles de su barco y le advierte que se tendrá que marchar pronto, pues hay un cañonero ruso cerca, por lo que no le dará tiempo a cazar focas, golpeándolo el portugués diciendo que le robará las pieles, aunque Clark se levanta y le lanza botellas a él, mientras en cubierta se pelean también sus hombres.

En medio de la pelea, no escuchan cómo se acerca el cañonero, desde el que ven que están todos en la Peregrina, por lo que acabarán con dos de sus enemigos de una vez, aunque no quiere que les disparen, ordena abordar la Peregrina y que vuelen la otra goleta, pues, indica, que quiere a Clark con vida.

Ajenos a lo que se avecina, en el barco continúan peleando, viéndose sorprendidos por la explosión de Santa Isabel y por los rusos que los abordan.

Tras detener a todos los marineros de ambos barcos, regresa con ellos encadenados a Sitka, pudiendo ver Marina al hombre que ama, y grita su nombre, aunque él la ignora.

Mientras preparan el cadalso para el ahorcamiento, Marina consigue, a través de Shushaldin, llegar a la mazmorra donde está Jonathan, que no está dispuesto a escucharla, pese a lo cual ella le explica que no lo abandonó, sino que la raptaron el príncipe y sus hombres.

Él la llama Condesa y le pregunta si le resultó divertido que un simple marino americano le pidiera matrimonio, y para demostrarle que su amor era cierto vuelve a besarlo, comprendiendo él que lo ama de verdad, y cuando ella le dice que quiere casarse con él, Clark le pregunta si antes o después de que lo ahorquen.

Greathouse muestra entonces que lleva el papel del depósito de los 10 millones, pensando que eso será su salvación.

El gobernador interrumpe la cena del príncipe para informarle de que hay un sindicato de banqueros americanos interesados en comprar toda la América rusa, lo cual solucionaría todos los problemas, aunque el príncipe lo rechaza y le dice a Marina que cuando estén casados tratará de olvidar su pasado.

Pide de hecho que le lleven a Clark al saber que fue él quien hizo la oferta y le dice que los americanos son mestizos sin educación y pide que le den 50 golpes con un látigo para que aprenda.

Lo atan allí mismo y comienzan a darle los latigazos, interponiéndose la condesa para pedir que no le peguen más, que él no va a pedir clemencia, pero ella sí, indicando el príncipe que, entonces le ahorrará los latigazos y pedirá que lo ahorquen ya, aunque ella dice que no lo hará si quiere casarse con ella y heredar la fortuna de los Selanova.

Al ver que ella va a aceptar su boda con él, lo que le supondrá acceder a la fortuna de su familia, le dice que dejará que su tío conserve su puesto como gobernador general de Alaska y su cabeza.

Pero ella exige además que ponga en libertad a Clark y a su tripulación y que permita que salgan de Sitka, y, aunque Clark le pide que no lo haga, ella no quiere verle morir.

El príncipe ordena que se marchen, e indica que al día siguiente celebrarán una boda en vez de una ejecución.

La goleta parte en efecto, brindando los marineros por la condesa que les salvó la vida, aunque mientras están brindando se dan cuenta de que el barco vira, diciéndoles Clark que vuelven a Sitka, pues están invitados a una boda, y, aunque el Portugués no lo entiende en principio, luego dice que si los tienen que colgar, que los cuelguen a todos.

En las calles de Sitka todo es fiesta y la gente baila, no percatándose nadie de la llegada en la oscuridad de los marineros de regreso al puerto, corriendo hacia la iglesia para llegar antes que la comitiva nupcial.

Iván baja con la novia, engalanada para la ocasión, esperándole todos los dignatarios.

A la ceremonia acude un gran número de religiosos ortodoxos, percatándose la ayudante de la condesa del olor a pescado que desprende uno de ellos, lo que le lleva a descubrir que se trata de Ogeechuk, por lo que se siente feliz.

En ese momento se rompe una vidriera por la que Clark irrumpe en la ceremonia y se dirige al príncipe, al que pilla desprevenido y lo golpea, tras, lo que quitándose las túnicas, sus marineros comienzan a deshacerse de los soldados rusos, cogiendo Clark a Marina en brazos y llevándosela mientras llegan más soldados rusos para impedir la huida, aunque la condesa les indica por dónde pueden huir, consiguiendo salir y subir en una carroza hacia el puerto, perseguidos por el príncipe y sus hombres.

Pide a Greathouse que lleve a la Condesa a la Peregrina, subiendo él al cañonero ruso.

Cuando llegan a puerto los rusos, Semyon ordena que disparen los cañones del cañonero contra la goleta, ignorando que en la bodega del cañonero está Clark, que provoca un incendio en el polvorín del barco, aunque cuando va a salir se topa con el príncipe, al que debe enfrentarse, pese a que el príncipe tiene un sable y él solo un cuchillo, pese a lo cual acaba con el príncipe justo a tiempo para poder saltar del barco antes de que estalle sin poder disparar sus cañones.

El Portugués, pese a haber perdido todo parece contento y Greathouse le dice que Clark le dará algo de lo que saquen y podrá darle además una parte del negocio de Alaska, tratando el Portugués de ir a cerrar el trato de inmediato con Clark, aunque Greathouse le indica que no debe interrumpirle, pues en ese momento Alaska no le interesa, ya que tiene el mundo en sus manos, observando cómo con sus manos coge las de Marina y manejan juntos el timón.

Calificación: 4