Buenos días
Ohayo (1959) * Japón
Duración: 94 Min.
Música: Toshiro Mayuzumi
Fotografía: Yuharu Atsuta
Guion: Yasujiro Ozu, Kogo Noda
Dirección: Yasujiro Ozu
Intérpretes: Keiji Sada (Heiichirô Fukui), Yoshiko Kuga (Setsuko Arita), Chishû Ryû (Keitarô Hayashi), Kuniko Miyake (Tamiko Hayashi), Haruko Sugimura (Kikue Haraguchi), Kôji Shidara (Minoru Hayashi), Masahiko Shimazu (Isamu Hayashi), Kyôko Izumi (Midori Maruyama), Toyo Takahashi (Shige Ôkubo), Sadako Sawamura (Kayoko Fukui), Eijirô Tôno (Tomizawa), Teruko Nagaoka (Toyoko Tomizawa), Eiko Miyoshi (Mitsue Haraguchi), Haruo Tanaka (Haraguchi), Akira Ôizumi (Akira Maruyama).
Suburbios de Tokio. Años 50.
Un grupo de niños regresa a casa del colegio, entreteniéndose en el camino con un juego consistente en que, cada vez que le dan en la frente a uno de ellos, suelta una ventosidad, haciéndolo todos menos el hijo de los Haraguchi, que en vez de un pedo acaba haciéndose caca.
La señora Okuba recibe la visita de la señora Tomizawa, preocupada porque a pesar de haber pagado las cuotas de la asociación de mujeres del barrio la presidenta asegura que no las ha recibido, dejando caer la señora Tomizawa que le han llegado comentarios de que la vicepresidenta, la señora Haraguchi, a la que le entregaron el dinero, se ha comprado una lavadora eléctrica.
Hablan tras ello de otros vecinos que tienen en su casa una televisión, lamentando la señora Okubo que a su hijo le gusta tanto verla que se pasa la tarde en su casa, lo que no le agrada, pues esos vecinos son muy raros, ya que ella y su marido van siempre, incluso durante el día, con pijama en su casa, explicándoselo todo debido a que ella en el pasado trabajó en el cabaret.
Desde allí la señora Tomizawa acude a casa de otra vecina, la señora Hayashi para contarle el mismo chisme, haciendo que esta se preocupe, pues ella se encargó de llevar tanto su cuota como la de la señora Okuba a la vicepresidenta.
Los hijos de la señora Hayashi, Minoru e Isamu acuden, como otros niños del barrio a dar clase de inglés a casa de Heichiiro Fukui, que se gana de ese modo la vida desde que cerró su empresa, trabajando también como traductor para el jefe de Setsuko, tía de Isamu y Minoru y que vive con ellos.
Pero los muchachos algunos días en vez de ir a inglés se cuelan en casa de sus vecinos para ver en la televisión los combates de sumo.
Preocupada Tamiko Hayashi visita a la señora Okubo para asegurarle que ella entregó el dinero, aunque esta le dice que en ningún momento ha desconfiado de ella
Los rumores llegan a la propia Kikue Haraguchi, que acude a ver a Tamiko para asegurarle que ella no se ha quedado con las cuotas, pues aunque se compraron una lavadora lo hicieron a plazos, y que, aunque pueda ser algo antipática, no es una ladrona, asegurándole que va a dimitir de su cargo, pues no soporta las habladurías asegurándole que ella nunca llegó a recibir el dinero, diciéndole Tamiko que ella fue a su casa a entregarlo y que se lo dio a su madre.
Kikue interroga entonces a su madre que le dice que en efecto recibió el dinero pero que se le había olvidado dárselo, indignándose su hija por haberse visto humillada por su culpa, asegurándole que debería llevarla al monte Narayama, al que van a morir los ancianos, debiendo acudir tras ello a disculparse con la señora Hayashi.
En el bar el señor Hayashi se encuentra con el señor Tomizawa, que lamenta que después de 30 años trabajando para su empresa su pensión apenas le da para vivir, por lo que bebe demasiado.
Cuando poco después llega a su casa, Hayashi se encuentra con que Isami y Minoru se quejan por no tener televisión, hasta acabar discutiendo, pues el padre le dice que hablan y se quejan demasiado y es descarado, respondiéndole Minoru que también los mayores hablan demasiado y sin ningún sentido, pues se pasan el día diciéndose cosas buenos días, buenas tardes, hola, o hablando del tiempo.
Su padre le pide que se calle, pues está cansado de sus impertinencias, decidiendo él callarse durante varios días, secundado por Isamu.
Dado que llevan su pacto a rajatabla, Kikue Haraguchi piensa que su madre le guarda rencor por lo de las cuotas y les ha pedido que no la saluden ni esperen a su hijo Kozo.
Molesta por lo sucedido, Kikue va a hablar con la señora Okubo, que temerosa de que Tamiko sea tan rencorosa como dice la señora Haraguchi, y que solo piense en el dinero decide acudir de inmediato a su casa para devolverle una cerveza que le prestó y le devuelve el dinero de un día que le pagó el autobús.
Se lo cuenta también a la señora Tomizawa, que parece dudar que sea tan rencorosa, pues siempre fue muy amable con ella, aunque decide hacerle caso.
En el colegio los hermanos Hayashi continúan su pacto de silencio por lo que no contestan a los profesores.
Y como no hablan no les explican a sus padres que deben llevar a clase el dinero para la comida.
Tampoco hablan en clase de inglés, pese a que el profesor les interroga, comprobando que siguen tomando polvo de piedra pómez para poder tirarse los pedos cuando les tocan la frente, diciéndoles que si siguen haciéndolo acabarán muriendo.
Mientras están en clase acude a verlo la vecina que tiene la televisión para preguntarle si tienen otro apartamento, pues está harta de los vecinos.
Poco después llega Setsuko, la tía de los muchachos para encargarle unas traducciones, y él le pregunta la razón por la que los niños están callados, explicándole ella que porque les regañaron por hablar demasiado y por decir que los mayores también hablan demasiado casi sin sentido, admitiendo Heichiro que tienen razón, pero que el mundo sería menos humano si no lo hicieran, y que cuando crezcan ellos también lo entenderán, pues la amabilidad es algo necesario.
En el bar el padre de los niños se toma una copa y habla del asunto de la televisión, diciendo que no quiere comprar la televisión, porque alguien dijo que la televisión acabará produciendo 100 millones de idiotas.
En ese momento el señor Tomizawa, totalmente borracho se cuela en casa de los Hayashi por error antes de lograr a la suya, que es la de al lado.
Finalmente los vecinos que tenían la televisión se mudan comentando la señora Hayashi que a ella también le gustaría mudarse, pues los vecinos son un incordio.
Le pregunta tras ello a su marido si los ratones comen piedra pómez, pues cada vez está más pequeña, por lo que piensa en la posibilidad de frotarla con veneno, aunque por su parte los niños deciden dejar de tomarla por lo que les contó el profesor de inglés.
Extrañado por la actitud de los niños, el profesor de Minoru acude a su casa y habla con sus padres, que le cuentan la razón de su actitud, disculpándose por ello y asegurándole que al día siguiente le llevarán el dinero de la comida.
Poco después los visita el señor Tomizawa para disculparse por lo ocurrido la noche anterior y para contarles que ha conseguido un trabajo como vendedor en una empresa de electrodomésticos, pidiéndoles que le compren algo, diciendo el señor Hayashi que le comprarán algo para desearle suerte.
Para no tener que pedirla, los niños cogen a escondidas arroz y te de su casa y salen al campo a comerlo siendo vistos mientras lo hacen por un agente, lo cual les asusta, por lo que deciden marcharse sin recoger la comida.
Su tía Setsuko sale a buscarlos, yendo a casa de su profesor de inglés, que está con su hermana Kayoko, la cual trata de animarlo a que se declare a Setsuko, pues ha notado que le gusta y que le es más fácil hablar del tiempo y del trabajo que decir las cosas importantes de la vida, como en su caso para declarar su amor, tras lo cual lo anima a que salga a buscar a los niños.
En su casa los padres comienzan a preocuparse seriamente, y más cuando aparece Setsuko con la holla y la tetera que le entregó la policía.
Y cuando su padre va a salir ya para buscarlos llega Heiichirô, el profesor de ingles con ellos, que los encontró viendo la tele frente a la estación.
Cuando entran no reciben ninguna regañina, viendo que hay en casa una televisión en una caja, por lo que se ponen muy contentos, contándoles su madre que se la compró su padre al señor Tomizawa, prometiendo ellos que estudiarán mucho.
Como los niños están felices vuelven a saludar a las vecinas, que se preguntan qué habrá pasado, defendiendo la señora Tomizawa a los Hayashi,, ante lo que las otras vecinas, la señora Okobu y la señora Haraguchi se preguntan por qué los defenderá, pensando que los Hayashi debieron comprar un horno y ella pretende que se lo presten.
Los niños vuelven con Kozo al colegio y prueban para ver si le sale el pedo al tocarle la frente, volviendo el niño a hacerse sus necesidades encima ante el enfado de su madre que no le da otros pantalones por lo que no puede ir al cole.
En la estación el profesor Heiichiro se encuentra con Setsuko y de nuevo hablan del tiempo, esas palabras que a los niños les parecen superfluas y que esconden mucho más.