Ascensor para el cadalso
Ascenseur pour l'echafaud (1957) * Francia
Duración: 92 min.
Música: Miles Davis
Fotografía: Henry Decaë
Guion: Louis Malle, Roger Nimier (Novela: Noël Calef)
Dirección: Louis Malle
Intérpretes: Jeanne Moreau (Florence Carala), Maurice Ronet (Julien Tavernier), Georges Poujouly (Louis), Yori Bertin (Véronique / "Vero"), Lino Ventura (Comisario Cherrier), Iván Petrovich (Horst Bencker), Jean Wall (Simon Carala), Elga Andersen (Frieda Bencker), Félix Marten (Christian Subervie), Gérard Darrieu (Maurice), Micheline Bona (Geneviève).
Florence habla desde una cabina con Julien, que está en su oficina, mostrándole su desesperación, pues, le asegura, no puede más, pues le ama, tras lo que le indica que le espera en media hora en la terraza del Royal Camée, una cafetería, y cuando él la recoja con su coche, serán libres.
Tras colgar, Julien le pide a Geneviève, la secretaria que se quede un poco más pese a que es sábado, pues aún tiene trabajo, solicitándole que no le moleste nadie.
Una vez en su despacho se coloca unos guantes, coge una pistola de su cajón y, con una cuerda con un gancho escala hasta el piso superior, donde se cuela por una ventana.
Llama una vez allí al timbre del despacho del director de la compañía, el señor Simon Carala, el cual se queja por su tardanza, algo que, le dice, no tenía importancia cuando luchaba en Indochina, pero sí ahora, pues trabaja en un negocio serio y le están esperando en Ginebra.
Tavernier le entrega el documento que esperaba Carala, que proviene de seguridad nacional, tratándose del proyecto de un oleoducto.
Se da cuenta de que el documento no está completo y le reclama a Tavernier el resto, viendo entonces cómo este le está apuntando con su arma, ante lo que Carala le pregunta si lo que desea es dinero, asegurándole que no le asusta, pues está acostumbrado a que le odien y no cree a Tavernier tan valiente fuera de la guerra.
Tavernier le dice que se burla de las guerras, pero vive de ellas, y le pregunta cuántos millones ganó con Indochina y ahora con Argelia.
De pronto, Carala se da cuenta de que el revólver con el que le está apuntando es el suyo y le pregunta quién se lo dio, recibiendo entonces un disparo del mismo que la secretaria no escucha, al estar utilizando el sacapuntas automático.
Tavernier coloca tras ello el revólver en la mano de Carala para simular un suicidio.
Al recuperar su documento observa en la ventana un gato negro que cruza frente a él antes de salir del despacho haciendo con su navaja que las puertas parezcan cerradas por dentro.
Preocupados por la tardanza de Tavernier, el conserje y la secretaria, esta llama a su despacho pese a que le pidió que no le molestaran.
Julien está en ese momento iniciando su descenso por la cuerda, llegando a tiempo para contestar y para salir con la secretaria y con el conserje, comentando Geneviève que el señor Carala se va siempre sin avisar y él mismo se busca el taxi, no sabiéndose nunca tampoco cuándo volverá, recordando que la última vez fue a comprar petroleros a Nápoles y tardó en regresar, y sabe que ese día tenía billete para el tren de Ginebra.
Julien sube a su coche, aparcado frente a una floristería cercana, saludándolo amablemente la empleada de la tienda, Véronique, que le comenta a Louis, su novio, que el Sr. Tavernier siempre aparca mal sin importarle las multas.
Le cuenta también que estuvo en la guerra de Indochina, África y en la Legión y ahora hace negocios y desde hace unos meses compra muchas flores.
Tras quitar la capota del coche mira hacia la oficina y se da cuenta de que se le olvidó quitar la cuerda por la que escaló, por lo que corre de vuelta al edificio.
Pero mientras sube en el ascensor, el conserje quita la luz y el ascensor se queda parado entre dos pisos sin que Tavernier pueda hacer nada, ya que tras apagar se marcha y cierra las puertas de la empresa.
Julien recuerda que Florence le espera y encima dejó el motor en marcha.
Louis comienza a rondar el coche, sin hacer caso a Véronique, que, terminada su jornada, sale en ese momento de la floristería y le pide que no haga tonterías.
Pero Louis finalmente arranca el coche, acabando Véronique por subir con él.
En el Royal Camée, donde Florence está esperando, ve cómo el coche acerca, pero en vez de parar continúa, observando que como copiloto va Véronique, lo que lleva a Florence a pensar que Julien la abandonado por otra mujer mucho más joven.
No escucha por ello apenas al hombre que le vendió su Dauphine, su coche, cuando le pregunta si está contenta con él.
Ella solo piensa en Julien y se pregunta por qué le ha traicionado con la florista, una mujer que ella piensa es demasiado mediocre.
Piensa tras ello que Julien ha sido cobarde y no se ha atrevido a disparar y a ser feliz, mientras el vendedor se despide de ella, llamándola Madame Carala.
Vero está contenta, aunque asustada y por ello le dice a Louis que luego dejarán el coche donde lo cogieron, pensando que le van a estropear el fin de semana a Tavernier.
Descubren en el coche una minicámara, el informe de los petróleos, y, en la guantera, una pistola, poniéndose Louis los guantes y el impermeable de Tavernier y llegan a pensar que puede ser un agente secreto.
En el ascensor, Tavernier trata de encontrar un modo de salir, iluminándose con el mechero y empieza a desatornillar con la navaja algunos paneles y consigue llegar a la puerta del piso superior, pero el hueco es tan pequeño que no cabe.
Florence llama a su casa, donde le dicen que su marido no llamó, señalando ella que cenará fuera, acercándose a la puerta de las oficinas de su marido que están cerradas, por lo que pregunta por Julien en una gasolinera cercana, donde le dicen que no lo vieron desde el mediodía, cuando llenó el depósito, por lo que pregunta de nuevo por él en un bar cercano donde tampoco le han visto.
Comienza a deambular por la ciudad sin rumbo y perdida tratando de localizarlo.
Mientras tanto, Louis recorre tres veces la autopista, pues le gusta conducir, pese al hartazgo de Véronique, y al observar cómo les adelanta un Mercedes a toda velocidad trata de ponerse a su altura como si de una carrera se tratara, obcecándose de tal modo en la persecución que cuando el coche sale de la autopista le sigue hasta un motel, donde el coche se para, no pudiendo frenar a tiempo y chocando contra él.
Pero lejos de enfadarse, el propietario del Mercedes, un alemán, le dice que deben celebrar el primer accidente del coche, realmente un rasguño, presentándose como Horst Bencker, de Múnich, dando Louis por su parte el nombre de Tavernier, y como Bencker los cree una pareja en viaje de novios, los invita a champán, animando ero a Louis a pasar allí la noche, algo que a Louis no le apetece, pues arrolló la semana anterior una moto y teme que le estén buscando.
Accede finalmente, aunque le pide a Véronique que sea ella quien haga el papeleo en recepción inscribiéndose como matrimonio Tavernier para evitar que le vean la cara.
Bencker los invita a cenar, pues dice ha demostrado ser un buen conductor, brindando todos con champán menos Louis, que no bebe y que se arroga el papel de Tavernier de tal modo que cuenta su experiencia como soldado en Indochina.
Mientras hablan de la guerra, Véronique le muestra la cámara de Tavernier a la esposa de Bencker, Frieda, que le dice tiene una igual y que sus fotos se revelan con las de las grandes, en cualquier lugar, aunque observa, aún quedan tres, por lo que decide aprovecharlas haciéndoles una foto a Horst y a Louis, que al verla le quita la cámara.
Salen a tomar el aire, sentándole mal a Louis el puro que le da el alemán, lo que hace que este se ría de él, diciéndole que sabe que ni se llama Tavernier ni es soldado.
Comienza entonces a llover y entran al motel.
Entretanto, Julien, ya sin otro objetivo se dedica a fumar hasta que descubre bajo la alfombrilla, una trampilla por la que comienza a descender agarrado al cable.
Florence deambula bajo la lluvia buscando alguna pista de Julien mientras piensa que no debió enamorarse de Julien ni acariciarlo, aunque, concluye, ya no le importa si no mató a Simon, aunque espera que vuelva a su lado.
En ese momento llega el vigilante nocturno a hacer su ronda y enciende un momento la luz para buscar unas llaves que se le habían caído, lo que hace que el ascensor comience a bajar con Julien colgado del mismo hasta que corta de nuevo la electricidad haciendo que se pare de nuevo, decidiendo subir de nuevo a la plataforma.
Un amigo de Julien, Christian Subervie, algo borracho se acerca a Florence en un bar y le recuerda que conoció en Argelia a Julien y se queja de que ya no ve a los amigos.
Louis y Véronique duermen en el motel, aunque él se despierta a medianoche y le dice que deben irse sin pagar aprovechando la tormenta, por lo que se visten y salen con cuidado, aunque él le dice que no deben coger el coche, dirigiéndose al Mercedes de Bencker para no dejar pistas, aunque no es capaz de encontrar el modo de cambiar de marcha, pues desconoce el funcionamiento de la caja de cambios, siendo sorprendido entonces por Bencker, que sale con un arma y le pide que suba las manos, haciendo que Louis se asuste y saque también el arma de Julien del bolsillo de la gabardina, disparando contra Bencker y contra su mujer.
Huyen luego en el Mercedes a toda velocidad, abandonando el coche una vez en la ciudad junto con la gabardina y los guantes, yendo desde allí andando a casa de Véronique.
Allí Louis le dice que está perdido, aunque ella cree que a lo mejor no murieron, aunque luego indica que si los detienen los separarán,
Louis piensa que le cortarán la cabeza y como no tienen dinero no pueden huir a Sudamérica.
Por su parte, Véronique piensa en los titulares y que saldrán como amantes de una tragedia, aunque él le recuerda que ello no hizo nada, pese a lo cual decide que deben morir juntos, buscando unas pastillas que toman ambos antes de acostarse juntos.
Florence, tras buscarlo toda la noche, y con los pies helados es detenida en una redada en un bar, junto con Christian, aunque una vez en comisaría, y al ver que es la esposa de Simone Carala le piden que les excuse, no comprendiendo que estuviera en la Madeleine a las 5 de la mañana sin documentación, diciendo ella que iba a misa con Christian, dejando que llame a su casa para avisar a su chófer.
Ella se plantea entonces que Julien puede estar en otra comisaría, ya que, según Christian, a veces se emborrachaba como él.
Uno de los policías, el comisario Cherrier se disculpa, explicándole ella que su marido está en Suiza, diciendo el comisario que su paso por allí no quedará registrado, recordándole ella que su marido suele comer con el Ministro del Interior.
Cherrier le pregunta por un colaborador de su marido, Tavernier, al que ella reconoce haber visto alguna vez, aunque apenas le conoce, aunque, dice, lo vio por última vez esa tarde antes de las 7 en el Bulevar Haussmann con una joven.
El comisario le dice que ha colaborado sin querer con la justicia, pues buscan a Tavernier por un asesinato ocurrido a las 4 de la madrugada, contándole que mató a dos alemanes y encontraron su impermeable y su revólver, y, en efecto, le acompañaba una joven, por lo que su testimonio es importante.
El chófer de los Carala recoge a Florence y a Subervie, al que llevan a su casa.
Entretanto en el motel la policía examina el lugar del crimen, interrogando a los testigos, que no se ponen de acuerdo, pues, dicen, todo era muy confuso por la tormenta, no pudiendo reconocer a Tavernier por las fotos, aunque alguno sí lo hace.
El recepcionista dice que no llegó a entrar en recepción, pero sí podría reconocerla a ella.
El sustituto del fiscal, encargado de la investigación recibe a los periodistas y de forma rimbombante señala que ya se identificó al asesino que será capturado, asegura, esa noche a más tardar, dándoles el nombre de Tavernier.
Llega entonces Cherrier para hacerse cargo del asunto.
Entretanto, la policía obliga al conserje a abrirles la oficina pese a ser domingo, diciendo este que, aunque sean policías al señor Carala no le gusta que investiguen sus cosas.
Da la luz y suben en un ascensor mientras Julien baja por el otro, para salir de las oficinas, ya sin impedimentos, aunque ve que no está ya su coche, que, piensa, se debió llevar la policía.
Mientras los policías investigan su despacho, el conserje va hasta el del señor Carala, que ve cerrado por dentro, por lo que mira por la cerradura, viendo a Carala muerto sobre su mesa.
Julien, ya libre, camina hacia el Royal Camée donde todos le observan mientras llama a casa de Carala y pregunta por la señora, que le dicen duerme, señalando él que llamará más tarde.
Pide tras ello un desayuno, mientras los camareros deciden llamar a la policía.
En la terraza ve que una niña le observa y dice que es el mismo señor del periódico, optando su padre por llevársela, cogiendo él su periódico y viendo su foto en la portada, donde informan del asesinato de los alemanes y so foto, mientras escucha las sirenas de la policía, que acto seguido lo detiene.
En comisaría es interrogado. Le dicen que el portero y la telefonista declararon que dejó la oficina a las 7'30 y un testigo le vio en su coche, algo que él niega, aunque le muestran su gabardina y el revólver, que reconoce como suyos.
Le preguntan por su misión en la empresa de Carala, explicando que se entrevistaba con personalidades.
Le preguntan también si conoce el motel Trappes, asegurando no haber estado nunca allí, pese a que le dicen, le reconocieron, asegurando que es imposible, pues estuvo caminando borracho por París.
Cuando dicen que la señora Carala le reconoció, aunque apenas se conocían, él dice que es imposible que lo viera, pues estaba en otro lugar, no pudiendo explicar dónde pasó la noche del sábado al domingo, aunque finalmente reconoce que la pasó en un ascensor, aunque dicen, eso no sirve de coartada, pues nadie puede atestiguarlo.
Le hablan también de la muerte de Carala, pero está agotado y pide que le dejen dormir.
Florence habla con uno de los asesores de su marido que no ve coherente lo hecho por este pues era muy dinámico, asegurándole que defenderán los intereses de la empresa, comentando tras ello el asunto del motel, y lo raro que es Tavernier, del que dice, espera detengan pronto a su cómplice.
Ella lee en la prensa el asunto y se dice que le salvará.
Recordando que vio a Véronique en el coche de Julien, acude a la floristería, donde le dicen que esta ha librado, tras lo que le cuenta que vive en un cuartucho del distrito 15, al que Florence acude, encontrando su puerta abierta y a Véronique en la cama mal.
Ve las pastillas y trata de despertarla, viendo que sale del baño, y por eso estaba la puerta abierta, Louis, diciéndoles Florence que no tomaron las suficientes pastillas.
Ella adivina que ellos robaron el coche y mataron a los alemanes y le dice que los necesita vivos como prueba de que lo que dice el periódico es falso.
Se va luego encerrándolos y pidiendo que no hagan más tonterías.
Louis lee el periódico y ve que no han sacado su foto, sino la de Tavernier, pensando entonces que están salvados, aunque ella debe esconderse pues la vieron en el motel.
Véronique recuerda entonces las fotos que se hicieron con los alemanes en el motel, y que dejó revelando, decidiendo Louis ir a buscarlas, pues es la única pista.
Logra salir sin problemas, pues tienen otra llave, viéndolo Florence desde la cabina desde que llamaba a la policía para tratar de explicarles todo.
Decide perseguir la moto de Louis hasta el motel, viendo cómo una vez en este se dirige al servicio de revelado de fotografía.
Ve que el fotógrafo las reveló ya, pero que no está solo. El comisario Cherrier y otro policía están allí y lo detienen.
Cuando llega Florence, le muestran las fotos de los asesinos con los alemanes, pero también el resto del carrete, donde aparecen ella y Julien abrazándose y besándose.
Saben ya que Julien no mató a los alemanes, pero le acusa del asesinato de su marido y a ella de ser su cómplice, pudiendo Florence ver las fotos que muestran su amor.
Cherrier le dice que puede dar las gracias, pues por el asesinato de los alemanes habrían sido condenados a muerte, pero por el asesinato de su marido serán solo 10 años y solo cumplirá 5, aunque con ella el jurado no será tan indulgente.
Ella piensa que en 10 o 20 años será ya demasiado vieja, pero que en la foto están juntos y nada podrá separarlos.