12 hombres sin piedad
12 Angry Men (1956) USA
También conocida como:
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"12 hombres en pugna" (Hispanoamérica)
Duración: 95 min.
Música: Kenyon Hopkins
Fotografía: Boris Kaufman
Guion: Reginald Rose (Sobre su obra)
Dirección: Sidney Lumet
Intérpretes: Henry Fonda (Jurado Nº. 8), Lee J. Cobb (Jurado Nº. 3), Ed Begley (Jurado Nº. 10), E.G. Marshall (Jurado Nº. 4), Jack Warden (Jurado Nº. 7), Martin Balsam (Jurado Nº. 1), John Fiedler (Jurado Nº. 2), Jack Klugman (Jurado Nº. 5), Edward Binns (Jurado Nº. 6), Joseph Sweeney (Jurado Nº. 9), George Voskovec (Jurado Nº. 11), Robert Webber (Jurado Nº. 12).
Tras seis días de proceso en que se juzga a un joven por homicidio en primer grado, el juez señala a los miembros del jurado que ha llegado el momento de las deliberaciones, haciéndoles ver que un hombre murió y está en juego la vida de otro hombre, pidiéndoles que si albergan algún tipo de duda razonable deberán declarar la inocencia, ya que si el veredicto es de culpabilidad conllevará necesariamente su condena a muerte, debiendo ser en todo caso ser alcanzado el veredicto por unanimidad.
El jurado se retira a deliberar, comprobando de inmediato que en la sala donde se encuentran no funciona el ventilador, por lo que abren las ventanas al ser el calor insoportable, comentando uno de ellos que prevén que será el día más caluroso del año.
Cuando entran ven que son encerrados desde fuera con llave.
El Jurado Nº. 3 le dice al número 2 que le enferma escuchara a los abogados y su verborrea, sobre todo en un caso tan claro como ese y que cree que si les diesen una buena paliza antes de que empezaran a delinquir se solucionarían muchos problemas.
El Jurado Nº. 7 está impaciente, pues tiene entradas para el partido de esa noche de los Yankees contra Cleveland.
El Jurado Nº. 11 asegura que el fiscal rebatió cada punto y fue un tipo listo, aunque otro le dice que es difícil pensar que un chico matara a su padre por las buenas.
Una vez sentados, el Jurado Nº. 1, que será quien presida la reunión propone hacer una primera votación preliminar, recordándoles que deben alcanzar el veredicto por unanimidad, haciendo la votación a mano alzada, resultando que 11 personas votan culpable y 1 inocente, comentando el Nº. 10 que siempre hay alguno.
Este, el Jurado Nº. 8 dice que deben hablar, pues cree que levantar la mano y enviar a un chico a la silla eléctrica es muy fácil y cree que pueden dedicarle algo de tiempo, no porque esté seguro de que no es culpable, pues le dice que es solo un muchacho de solo 18 años que solo ha recibido patadas, pues vivió en un orfanato tras la muerte de su madre cuando tenía solo 9 años, estando además su padre estaba encarcelado por falsificar dinero.
Señala que el muchacho es arisco y rebelde porque solo ha visto desgracias y ha sido desdichado y le deben unas pocas palabras.
Pero el Jurado Nº. 10 asegura que no le deben nada, pues tuvo un juicio justo y ese tipo de chicos son todos unos embusteros, y no se puede creer ni una sola palabra de lo que dicen, diciéndole el Nº. 9, que es el más anciano, que él no tiene el monopolio de la verdad, diciéndole otro que parece un predicador.
El Jurado Nº. 12 propone que cada uno de los restantes miembros expongan sus razones y traten de convencer al disidente.
El primero en hablar, el Jurado Nº. 2 asegura que siempre pensó que era culpable y que nadie demostró lo contrario, señalando el Nº. 8 que nadie debe demostrarlo, que deben hacerlo las pruebas.
Habla luego el Jurado Nº. 3, que dijo que era dueño de una empresa de mensajería, el cual le dice que él va hablar de los hechos, recordando que el viejo que vivía debajo escuchó los ruidos de la pelea y oyó cómo el chico le gritaba que iba a matarle, tras lo que escuchó el ruido del cuerpo al caer, viéndole luego cuando bajaba por la escalera.
Señala luego el Nº. 4 que el chico dijo que estaba en el cine, pero cuando le interrogó la policía ni siquiera recordaba el título de la película.
Tercia el Nº. 10, aunque no es su turno para decir que la mujer que vivía en frente vio cometer el crimen, diciéndole el Nº. 8 que lo hizo a través de las ventanillas de un tren en marcha, preguntándole por qué cree a la mujer si no cree al muchacho, si son de la misma calaña según él.
El Nº. 5 decide renunciar a hablar.
El Nº. 6 reconoce que nada más empezar el proceso se convenció. Dice que debe haber un móvil. Que los testigos indican que padre e hijo siempre estaban peleándose y ese día oyeron una discusión y su padre le pegó-
El Nº. 8 indica que el padre pegó al chico un par de veces esa tarde y por ello se fue enfadado, pero no cree que un par de bofetadas fuera un móvil para alguien acostumbrado a recibir palizas.
El Nº. 7 indica que el muchacho ha llevado una vida criminal, pues golpeo a su profesora cuando era un niño, robó un coche, fue detenido por atraco y por pelear con navaja.
Frente a ello, el Nº. 8 indica que el padre le pegaba sistemáticamente con el puño cerrado desde los 15 años.
El Jurado Nº. 3 señala que él tiene un hijo de 22 años. Recuerda que este, cuando tenía 9 años huyó de una pelea provocando que él se sintiera avergonzado, por lo que decidió hacer de él un hombre, y lo consiguió, pues con 15 años se pelearon y le dio en la mandíbula, haciendo ahora dos años que no le ve a pesar de haberse desvivido por él.
El Jurado Nº. 7 señala que hay estudios sobre los muchachos que crecen en los suburbios, lugares que son un caldo de cultivo para los delincuentes, recalcando el Nª. 10 que quienes crecen en ellos son basura, indicando entonces el Jurado Nº. 5 que él se crió en un suburbio y es una persona normal.
El Nº. 8 indica que él sabe lo mismo que los demás y le sorprende que todos parezcan tan seguros y que le hubiera gustado hacer muchas preguntas, pensando que el defensor del muchacho no llevó bien su interrogatorio y pasó por alto algunos detalles y que poniéndose en lugar del chico hubiera cambiado de abogado, señalando que hay dos testigos que son las bases de la acusación y pudieron equivocarse y muchas pruebas circunstanciales.
Deciden hablar sobre la navaja con la que asesinaron al padre y que el muchacho compró la misma tarde del crimen.
Solicitan que les dejen examinar la navaja.
Relatan la secuencia de hechos, señalando que tras ser golpeado por el padre y salir fue a comprar una navaja automática, una navaja muy peculiar con el mango tallado, reconociendo el tendero que fue la misma del crimen.
El chico estuvo tras ello hablando con sus amigos frente a una taberna cerca de una hora, y también ellos vieron la navaja, y confirmaron que era la misma del crimen, tras lo que fue al cine, señalando que perdió la navaja.
El muchacho llegó a su casa alrededor de las 10 en punto, y afirmó que fue a una película alrededor de las 11:30, volviendo a casa a las 3:10 de la mañana encontrando a su padre muerto, siendo inmediatamente detenido, afirmando que la navaja se le cayó por un agujero del bolsillo camino del cine.
Frente a ello creen que el chico volvió a pelearse con el padre y le clavó la navaja, tras lo que huyó, limpiando antes las huellas dactilares, pese a lo cual es una navaja tan peculiar que nadie duda de que fuera la misma que el chico compró.
Pero entonces el Nº. 8 los sorprende a todos sacando de su bolsillo una que es exactamente igual que dice compró en una tienda de empeños cerca de la casa del chico, la noche anterior, por lo que cree que es posible que alguien apuñalara al padre del muchacho con una navaja igual, algo que le señalan es posible, pero poco probable.
El Nº. 10 le dice que ha tratado de descolocarlos, pero que no lo conseguirá, quejándose el Nº. 7 de que si siguen así acabará perdiéndose el partido.
El Nº. 8 propone entonces volver a votar, esta vez por escrito y en secreto, asegurando que él se abstendrá si todos vuelven a votar culpable y él no se opondrá a la decisión.
Tras la votación comprueban que todos volvieron a votar culpable menos uno.
Al escuchar el resultado varios miembros del jurado comienzan a quejarse, pidiendo incluso que el que cambió su voto dé la cara, señalando uno de ellos que acordaron que el voto fuera secreto, aunque enseguida el Nº. 3 se dirige al Nº. 5 acusándolo de haberse dejado convencer por el pico de oro del Jurado número 8, haciendo que el acusado se enfade por el tono usado contra él.
Le pregunta qué le hizo cambiar el voto, indicando el anciano, el Jurado Nº. 9 que fue él quien lo hizo, recordándoles que el Jurado Nº. 8 no dijo que el muchacho fuera inocente, sino que tenía dudas, y ante la presión del resto, pidió apoyó, decidiendo él darle el suyo para poder escuchar más.
Deben hacer un receso porque uno de ellos entra en el baño.
Durante este el Jurado Nº. 12, que es publicista le comenta a su compañero, el Nº. 11, que es relojero, que en su profesión siempre pasa igual, que llega uno que dice que tiene una gran idea, pero que no es más que una estupidez.
El Nº. 3 se excusa con el 5 por haberse alterado celebrando que no fuera cierto que se dejara embaucar, aunque este no parece querer escucharle.
El Nº. 8 va a refrescarse al baño, donde estaba ya el Nº. 7, que le pregunta si es vendedor, contestándole que es arquitecto, diciéndole el Nº. 7 que su táctica es la del reclamo del vendedor, algo que él sabe muy bien porque es vendedor de mermelada, preguntándole qué saca él de eso y le dice que todos los bondadosos dan la lata, asegurando que el chico es culpable y que les está haciendo perder el tiempo, asegurando también el Nº. 6 que entra también asegura que el chico es culpable y lo están alargando para nada, a lo que el Nº. 8 dice que se ponga en el lugar del chico, aunque el otro le dice que suponga lo contrario, que al chico le declaran inocente y sí mató al padre.
Reanudan las deliberaciones, observando el Nº. 8 mientras trata de argumentar que hay dos miembros del jurado jugando, ante lo que se indigna y les quita los papeles y les regaña diciéndoles que no se trata de ningún juego y es un asunto serio.
Enlaza tras ello los dos testimonios que hubo, dudando que el viejo oyera tan claramente a través del techo las palabras del chico a pesar de tener ambos las ventanas abiertas, pues la mujer de enfrente declaró que vio el asesinato a través de los cristales de los dos últimos vagones del tren, lo que le lleva a concluir que con un ruido tan ensordecedor como el que hace el tren es imposible que el anciano escuchase tan claramente todo.
Su testimonio genera dudas en varios miembros del jurado, aunque el Nº. 3 insiste en que cree al testigo y no entiende qué podía ganar mintiendo, a lo que el otro anciano, el Nº 9, indica que protagonismo.
El Nº. 3 le contesta mal, por lo que el Nº. 6 le pide le pide que tenga más respeto al anciano, asegurando que si vuelve a ser grosero con él le partirá la cara.
Tras ello el anciano expone su tesis, asegurando que se fijó en que el testigo llevaba la chaqueta descosida por el hombro y la tenía raída, fijándose en que arrastraba la pierna izquierda aunque trataba de disimular, por lo que cree que el viejo es un hombre asustado e insignificante que no fue nada en la vida y que vio cómo de pronto alguien le escuchaba y tenía en cuenta sus palabras, no pensando que mintiera, porque se convenció a sí mismo de que dijo la verdad.
El Nº. 8 dice que mucha gente dice la expresión "voy a matarte", aunque no cree que el chico gritara que iba a matarle si lo fuera a hacer de verdad.
Tras esto el Nº. 5 dice que desea cambiar su voto a inocente.
El Nº. 7 vuelve a ver que se alarga la reunión y asegura que ni siquiera el abogado del muchacho creía en su inocencia, indicando el Nº. 8 que el problema es que lo defendió un abogado de oficio que tuvo que defenderlo a su pesar y sin fe en su cliente.
Habla tras ello el Jurado Nº. 11, que dice tomó algunas notas, recordando que los agentes detuvieron al chico en el rellano de la escalera a las 3 de la madrugada y señala que es difícil pensar que volviera al lugar del crimen si fue de verdad el autor, señalando los demás que lo hizo para recuperar su navaja.
Pero se pregunta entonces por qué dejó una navaja tan fácil de identificar, a lo que le responden que se fue presa del pánico, señalando el relojero si hubiera tenido tanto pánico, no se habría asegurado de no dejar huellas dactilares, pues además la vecina que vio el crimen gritó al verlo, y el asesino debió escuchar el grito, por lo que era consciente de que lo habían visto, no teniendo por tanto sentido que regresara.
El Jurado Nº. 8 solicita otra votación, sumándose a los tres que votaron inocente antes el Jurado Nº. 11.
Pasan tras ello a revisar el testimonio del anciano, recordando que este dijo que tras oír la caída del cuerpo de su vecino fue corriendo hasta la puerta y vio bajar a su hijo.
El Nº. 8 solicita un plano del piso del muerto, que es igual que el de su vecino de abajo, comprobando que el asesinato se efectuó en la habitación que está al fondo de la casa, preguntándose el Jurado Nº. 8 cómo pudo un anciano que arrastra una pierna debido a un infarto cruzar su casa y llegar hasta la puerta en 15 segundos, lo que él dijo con convicción que tardó, señalando el Nº. 3 que el anciano pudo equivocarse, pues un anciano no puede decir nada con convicción, quedándose él mismo parado al decir esto, y al observar que él mismo se contradijo.
Reconstruye tras ello el paseo desde la cama, que son 4 metros hasta el pasillo y luego 12 metros de este, además del tiempo para abrir la puerta, que tenía puesta la cadena.
Hacen las mediciones e imita el paso del viejo hasta la puerta, lo que le lleva 41 segundos, por lo que cree que el viejo mezcló en su historia la pelea que tuvieron padre e hijo dos horas antes y luego escuchó caer el cuerpo del anciano y a la vecina gritando.
A todos les parece convincente excepto al Nº. 3, que señala que a él no lo va a convencer, y que van a dejar escapar a un inocente, preguntándole el Nº. 8 que si es él el verdugo para decir que le van a dejar escapar, diciéndole que le quiere ver morir al chico como si fuese algo personal, diciéndole que es un sádico, ante lo que el Nº. 3 se indigna y trata de golpearlo, debiendo ser retenido por varios miembros del jurado mientras grita que le matará, preguntándole el Nº. 8 si dice en serio que lo matará.
Tercia el relojero, el Jurado Nº. 11, diciendo que siempre pensó que la institución del jurado era un mérito de la democracia, ya que como sus miembros no tienen nada que ganar o perder pueden decidir libremente, siendo ese su principal mérito y pide que no lo conviertan en algo personal.
El Jurado Nº. 6 pide que se haga una nueva votación, uniéndose a la votación de inocente tanto este como el Nº. 2, estando en ese momento empatados.
El Jurado Nº 10, que no para de protestar no puede creer lo que oye, señalándole el anciano que se trata de examinar los hechos, a lo que el Nº. 10 le responde que los hechos se pueden tergiversar, diciéndole el anciano que eso es lo que trata de demostrar el Jurado Nº.8.
Llega tras el enorme calor una fortísima tormenta, por lo que deben cerrar las ventanas.
En un aparte, el Nº. 1 le cuenta al Nº. 8 que es entrenador y que la tormenta le recuerda un partido en que iban remontando y de pronto comenzó a diluviar.
Deben encender la luz y el Nº. 7 vuelve a intentar encender el ventilador que ahora sí funciona, concluyendo que va solo cuando está la luz encendida.
El Jurado Nº. 10 propone entonces hablar con el juez y declarar nulo al jurado, aunque le dicen que no llevan suficiente tiempo para deliberar como para ello.
Reanudan la sesión proponiendo el Nº. 8 hablar del tema de la película, ya que cuando fue detenido, el muchacho no recordó qué película había visto, sugiriendo él que bajo la presión de haber visto muerto a su padre pudo olvidársele, aunque luego en el juicio sí recordó el título e incluso los actores, señalando el Nº. 4 que él se habría acordado a pesar de todo y que tras varios meses, y que la recordara a posteriori no es importante, pues podría haber averiguado qué película ponían aquel día.
Le pregunta entonces al Jurado Nº. qué hizo él las noches anteriores, recordando que el lunes anterior fue al cine a ver un programa doble, acordándose muy bien de la película que vio, pero no recordando el nombre exacto de la segunda película ni de los actores pese a que no estaba sometido a presión.
El Jurado Nº. 2 pide de nuevo la navaja y señala que esta fue clavada hacia abajo pese a que el muchacho era más bajo, lo cual según el Nº. 3 no es muy importante y podría hacerse, simulando cómo habría ocurrido ocupando el propio Nº. 8 el lugar de víctima.
Habla entonces el Nº. 5, que recuerda que en su barrio casi todos llevaban navaja y sabe cómo se pelea con navajas y que los que llevan navajas automáticas la clavan hacia arriba y que el chico es hábil con la navaja y la habría utilizado con toda seguridad hacia arriba.
Y de pronto uno de los más obstinados a favor de la culpabilidad, el Nº. 7 dice que ya está harto y que para desempatar cambia su voto a inocente, algo que no comprende nadie, y especialmente el Nº. 3, preguntándole el Jurado Nº. 11 qué tipo de hombre es, que decide así sin ton ni son, jugando con la vida de un ser humano según sus caprichos, por ir al fútbol o por estar harto.
El Nº. 8 propone una nueva votación, votando inocente 9 personas, al sumarse el publicista, y también el número 1 a los que votan inocente.
Salta entonces el Jurado Nº. 10 que asegura que es culpable, pues las personas como él son unos borrachos que no necesitan un motivo para matar, pues son violentos por naturaleza y una vida humana no significa nada para ellos, pues la mayoría no tienen sentimientos.
Pero cuanto más grita menos le escuchan, y según va soltando sus prejuicios los demás se van levantando y dándole la espalda, no haciéndole ya caso mientras él insiste en que todos los de su calaña son un peligro.
Los prejuicios personales ofuscan la verdad dice el Jurado Nº. 8 e indica que puede ser que liberen a un culpable, pero tienen una duda razonable, algo muy valioso.
Pero pese a todo el Jurado Nº. 4 cree que racionalmente sigue creyendo que el chico dado el testimonio de la mujer que vio el asesinato desde la ventana de enfrente.
Al escucharlo el Nº. 12 cambia su voto a culpable de nuevo.
Entonces el anciano le pregunta al Jurado Nº. 4 por qué se frota la nariz, señalando este que por una molestia a causa de las gafas.
El anciano señala entonces que la vecina llevaba esas mismas marcas y se frotaba la nariz todo el tiempo, indicando que la mujer tenía unos 45 años y trataba de simular que tenía menos yendo al tribunal muy maquillada, y sin las gafas.
Recuerda que la mujer estaba aquella noche en su cama desde la que podía ver la casa de enfrente, deduciendo que, ya que estaba tratando de dormir no llevaría puestas las gafas, por lo que vio el asesinato que se produjo a 20 metros, por la noche y sin gafas, por lo que él cree que era muy difícil que identificara al muchacho, preguntándole el Nº. 8 al Nº. 3 si no cree que se ha podido equivocar, diciendo este que no.
Ante esto el Nº. 12 vuelve a cambiar de opinión, uniéndose, junto con el Nº. 4 al grupo de los que creen que el muchacho es inocente.
Pero el Nº. 3 insiste y dice que no le importa estar solo, pues está en su derecho, lo que antes no admitía cuando la situación era la contraria.
Le piden que exponga sus argumentos para convencerlos, diciendo este que todo está en los hechos que tiene en los papeles, el testimonio del anciano, el cuchillo, que no recordara la película, apostando 5.000 dólares a que recordaría todas las películas que ha visto, no creyendo lo que hablaron de las gafas y la mujer.
Al sacar los papeles que tira en la mesa saca junto a estos la foto de su hijo mientras les dice que son unos sensibleros y que no le intimidarán, pues tiene derecho a expresar su opinión, tras lo que, ante la foto de su hijo señala que maldice a todos los hijos desagradecidos por los que los padres dan la vida, rompiendo la foto de su hijo mientras solloza hasta decidir votar también como no culpable.
Tras escribir el veredicto los miembros del jurado se van marchando, acercándose el Nº. 8 al abatido Nº. 3 al que ayuda a ponerse la chaqueta.
Una vez en la calle el anciano se dirige al arquitecto y le pregunta cómo se llama, señalando este que Davis, diciéndole el anciano que él McCardle, dándole la mano para despedirse de él.