Una mujer fantástica
Chile / España / Alemania / USA (2017) *
Duración: 104 min.
Música: Mathew Herbert
Fotografía: Benjamín Echazarreta
Guion: Sebastián Lelio y Gonzalo Maza
Dirección: Sebastián Lelio
Intérpretes: Daniela Vega (Marina Vidal), Francisco Reyes (Orlando Onetto Partier), Aline Küppenheim (Sonia Bunster), Luis Gnecco (Gabriel Onetto Partier), Antonia Zegers (Alessandra), Nicolás Saavedra (Bruno Onetto Bunster), Amparo Noguera (Detective Adriana Cortés), Sergio Hernández (Maestro de piano), Trinidad González (Wanda Vidal), Néstor Cantillana (Gastón).
Tras salir de Finlandia, su sauna, donde recibe un masaje, Orlando regresa a su fábrica textil y busca un sobre que no encuentra por ninguna parte.
Lo busca luego en su coche, también sin éxito, pidiendo en un hotel al que acude un sobre antes de bajar hasta la sala de fiestas, donde una orquesta ameniza la velada, fijándose la cantante en él mientras termina su actuación.
Con ella, Marina, acude luego a un restaurante chino donde había hecho una reserva, cantándole poco después una pareja de chinos en su idioma el cumpleaños feliz a su acompañante, que sopla las velas.
Le entrega tras ello el sobre que le dieron antes en el hotel, que contiene una carta donde le dice que vale por dos pasajes para las cataratas de Iguazú, adonde se irán en 10 días, señalándole que aunque tenía los pasajes ya comprados e imprimidos, no recuerda dónde dejó el sobre, aunque asegura que lo llevaba cuando fue a la sauna.
Van luego a bailar a una discoteca, mostrándose él muy apasionado, y continúan la velada en su casa, donde hacen el amor, descubriendo Marina al desnudarse que sus pechos son los de un hombre.
Pero esa misma noche, Orlando se despierta y le dice que se encuentra mal, por lo que ella decide llevarlo al hospital.
Mientras ella busca las llaves, él comienza a bajar solo las escaleras, pero al estar tan débil se cae, acabando herido por ello.
Salen tras ello en el coche hacia el hospital, donde ella llega pitando, saliendo con una camilla a recogerlo, contando que se levantó con dolores de cabeza, no tomando ninguna medicación, diciéndoles que tiene 57 años.
La expulsan de la consulta, entregándole poco después sus cosas personales.
Poco después el médico sale y le pregunta si es la pareja de Onetto, diciéndole ella que sí y que su nombre es Marina, preguntándole él si es un apodo y le pide que pase a su despacho para hablar en privado.
Cuando sale de allí debe ir al baño con una fuerte crisis de ansiedad.
Llama luego a Gabo, un hermano de Orlando para decirle que su hermano ha muerto debido a un aneurisma y necesitan que vaya alguien que se haga cargo, pues no dejan que lo haga ella, asegurando que él se encargará de todo, incluso de avisar a la familia.
Agobiada, se marcha corriendo del hospital, siendo interceptada por un coche policial, que la lleva de vuelta al hospital, donde se encuentra con un sargento acompañado del médico que atendió a Orlando, al que le dice que no era necesario que la trataran como a una delincuente.
El policía le pregunta su nombre, y cuando ella dice que se llama Marina Vidal, el policía le pide su cédula de identidad, diciendo ella que el asunto del nombre está en trámite, aunque el policía le dice que mientras no lo cambie ese es su nombre legal, aunque ella insiste en que su nombre es Marina Vidal, preguntándole el policía por qué salió corriendo, ante lo que ella pregunta si está retenida, diciéndole el policía que no.
Llega entonces Gabo, el hermano del fallecido, que la saluda, y le da las gracias por lo que hizo por su hermano, que le dice al policía que si necesitan saber algo pueden hablar con él, que será quien se haga cargo, pues Marina estaba con su hermano y eso puede ser delicado, ante lo que los policías la dejan marcharse, aunque tras pedirle su número de teléfono.
Al día siguiente acude al restaurante donde trabaja como camarera.
Recibe allí una llamada de Sonia, la exmujer de Orlando, que dice que Gabo le contó que está viviendo en el apartamento de aquel y le dice que necesita su autor, pidiéndole que se lo lleve a su oficina al día siguiente y le pide que hable con ella todo lo práctico.
Va a verla también la comisaria Adriana Cortés, que le indica es de la brigada de delitos sexuales y menores de la policía.
Parecen preocupados porque ella se marchara del hospital, diciéndole ella que no lo hizo, tras lo que le pregunta si Orlando le pagaba, señalando ella que eran pareja, aunque la comisaria le dice que podría ser su padre.
Le pregunta si tomaron drogas, y le dice que alcohol y si él le exigió alguna relación física exigente, señalando ella que nada fuera de lo normal, diciéndole la comisaria que el cuerpo del fallecido llegó con golpes y hematomas.
Marina le dice que ya le contó todo al médico.
Le dice que ella lleva muchos años en la cárcel y sabe lo que pasa con las personas como él y le pregunta si tuvo que defenderse de él, no respondiéndole más, pues le dice, tiene que regresar a su trabajo, pidiéndole la policía que la llame cuando salga del trabajo, pidiéndole que no salga de Santiago.
Volver a la casa sin él le hace sentir una fuerte crisis de ansiedad de nuevo, encontrando en el coche una llave con un número de referencia que no sabe a qué corresponde, sentándose una vez en el piso junto a Diabla, la perra.
Escucha un mensaje de la inspectora Cortés que le pide que vaya a verla al día siguiente sin excusas, pues de lo contrario hará que la vayan a buscar.
Para calmar su angustia hunde su cabeza en el armario donde está la ropa de él.
La despierta la entrada de alguien en la casa, Bruno, hijo de Orlando que le dice que creía que no había nadie.
Ella le cuenta que su padre se sintió mal de repente mientras dormían y cuando él le pregunta por sus moratones, le cuenta que se cayó en la escalera.
Bruno ve una maleta, contándole que es de ella, que se estaba instalando.
Bruno se pregunta qué harán con Diabla, la perra, señalando ella que Orlando se la regaló.
Le pregunta si se operó, diciéndole Marina que eso no se pregunta, diciéndole Bruno que no entiende lo que es.
El chico le pregunta cuándo dejará el apartamento, diciendo ella que le avisará en unas semanas cuando encuentre algo, diciendo él que lo en un día o la sacará a golpes, pidiéndole ella que se vaya de su casa, a lo que él, de forma agresiva y arrinconándola contra la pared le dice que esa no es su casa, tras lo que dice que su padre estaba loco, antes de irse, advirtiéndole que si se lleva algo se dará cuenta.
Al día siguiente, tal como prometió, va a llevarle el coche a Sonia, encontrándose con ella en el parking de su empresa.
Le dice que llevaba un año tratando de imaginarse su cara, y que en vivo es diferente y que no se imagina a Orlando con ella, recibiendo la llave del coche que revisa su interior.
Le pide tras ello que trate de dejar el apartamento lo antes posible.
Marina le dice que lamente cómo ocurrió todo, contándole Sonia que cuando se casó con Orlando tenía 38 años y tenían una vida normal, y cuando él le explicó lo que hizo, pensó que era pura perversión, pues cuando la ve no sabe lo que ve.
Antes de irse le dice que su hija de 7 años estará en el velatorio esa tarde y le dice que no quiere que vaya pese a que le dice sabe ser discreta y también tiene derecho a despedirlo, pidiéndole Sonia que no vaya al funeral ni a nada más, que ella ya vivió su parte y ahora ella se ocupará de los trámites, dejando vivir el duelo en familia, pues todos van a estar en shock y ella quiere proteger a sus seres queridos.
Va tras ello a ver a la comisaria, que le dice que tras el examen toxicológico vieron que había tomado alcohol y marihuana y quieren hacerle una exploración para ver que no tiene lesiones.
Ella se niega, diciéndole la comisaria que entonces pedirá al fiscal que abra investigaciones por la muerte, viéndose obligada a acceder a la exploración.
La llama Gabo para decirle que van a incinerar a Orlando y quiere ofrecerle algunas cenizas, aunque ella cree que es a cambio de que no aparezca y no acepta.
Va luego a ver a su profesor de canto, que le pregunta si ha ido a verle para mejorar su técnica o para esconderse del mundo, diciéndole que allí se va a cantar, pues él no es su psicólogo, aunque le pide un poco de amor, y tras abrazarlo comienza su clase de canto lírico.
Cuando llega a casa encuentra fuera su maleta y sus cosas, viendo que alguien ha estado allí y se ha instalado como si estuviera en su casa, y no está ya Diabla.
Llama a su hermana, que va a recogerla con su marido, y este le dice que deberían avisar a los carabineros por violación de la propiedad, aunque ella desea que no desea volver a ver a los carabineros, diciéndole su hermana que su casa está a su disposición.
De pronto se baja del coche y se acerca a la iglesia donde está celebrándose el funeral,
Causa sorpresa y todos la miran, parando Sonia la ceremonia para pedirle que se vaya, empezando su hija a llorar por su padre, ante lo que decide irse, diciéndole una de las asistentes que no tiene respeto por el dolor ajeno.
Solo Gabo sale para pedirle perdón y excusarse, diciendo que están todos muy alterados, diciéndole ella que es un derecho despedirse de la persona amada.
Mientras se marcha aparece Bruno con varios hombres más que la abordan desde su cochazo y empiezan a recriminarle que fuera a molestarles y le piden que vaya a destrozar familias a otro lado, tras lo que la cogen y la suben al coche, preguntándole ella a Bruno por su perro mientras los otros dos hombres le preguntan si se cortó el pene y comienzan a tocarle, diciéndole a Bruno que su padre le golpearía si supiera lo que está haciendo, enrollándole sus amigos luego celo por toda la cabeza para impedirle hablar, bajándola luego en un callejón.
Va tras ello a una discoteca donde baila y se besa con un hombre con el que va a un reservado y al que le hace una felación.
Allí le parece volver a ver a Orlando observándola y se ve luego a sí misma bailando vestida con lentejuelas.
Llega a casa de su hermana empapada por la lluvia, leyéndole esta, Wanda, al día siguiente la esquela de Ernesto, donde informan de la muerte de su esposo, padre, hermano, compañeros, señalando que el entierro se celebrará esa tarde en el cementerio de La Paz, recriminándole Gastón que se lo lea, pues cree que es masoquismo, aunque ella les dice que no irá, que ya pasó página.
Acude tras ello a un salón de belleza para arreglarse el pelo y las manos
En el restaurante atiende a un cliente que tiene una llave igual a la que encontró en el coche de Orlando, por lo que le pregunta a dónde corresponde, señalando el hombre que son del casillero de su sauna, el Finlandia.
Tras el trabajo se acerca a la sauna y se cuela en la zona de hombres, pese a que entró como mujer y va hasta la taquilla de Orlando, la 181, aunque no encuentra nada.
Sale corriendo y coge un taxi, discutiendo con otro hombre por él y va al cementerio.
Una vez en este suena un claxon tras ella, escuchando cómo la insultan y le dicen que el entierro ya acabó, y como está en medio Sonia, que va en el coche que le entregó ella y que conduce Bruno y en el que llevan a Gabo, le pide que se aparte.
Gabo le pide a su cuñada que la trate como una mujer, aunque ella dice que no lo es.
Pero esta vez no se marcha, se sube al techo del coche y lo patea mientras insiste en que le devuelvan a su perro, tirándoles luego las llaves de Orlando.
Va luego hasta el edificio de incineraciones y de pronto le parece verlo y lo sigue hasta una sala, donde él la espera y se besan apasionadamente, tras lo que lo sigue, llegando así a una sala, donde le dejan ver su cuerpo antes de incinerarlo, pudiendo despedirse.
Unos días después corre por las afueras ciudad con Diabla y contemplan la ciudad desde allí.
Luego en su casa, con un espejo entre sus piernas mira su cara.
Acude luego al teatro, debutando como cantante de canción lírica en el teatro con su profesor de canto al piano, un cuarteto de cuerda y un músico de viento.