Un amor
España (2023) *
Duración: 128 min.
Fotografía: Bet Rourich
Guion: Isabel Coixet, Laura Ferrero (Novela: Sara Mesa)
Dirección: Isabel Coixet
Intérpretes: TLaia Costa (Nat), Hovik Keuchkerian (Andreas), Hugo Silva (Píter), Luis Bermejo (Casero), Ingrid García Jonsson (Lara), Francesco Carril (Carlos).
Una periodista entrevista a una mujer víctima del terrorismo de un país africano.
La mujer que sirve de intérpretes llega a una población desde la que puede observar unos imponentes riscos.
Visita luego en ese pequeño pueblo una casa vieja y deshabitada, observando, al abrir el grifo, que sale el agua marrón.
Por la noche, cuando se acuesta, escucha fuertes ladridos de perros que le impiden concentrarse.
Comienza a limpiar la casa y recibe al dueño de la misma, al que le indica todos los desperfectos que ha detectado, recordándole el casero que ya le advirtió del estado de la casa y que ella la vio y decidió quedársela en esas condiciones y además le bajó el precio dos veces, aunque finalmente accede a realizar varias reparaciones, quitando importancia a los ladridos de los perros de la perrera, diciéndole que él está ya tan acostumbrado que ni los oye.
Le regala tras ello un perro que ella se queda pese a observar que tiene heridas en la cabeza, diciéndole el hombre que la metió donde no debía.
Ella trata de adiestrarlo, aunque ve que apenas le hace caso.
Enseguida ve cómo se interesan por ella, pues en la tienda del pueblo Sofía, la empleada trata de conocer su situación, aventurando que, si no va con pareja, es que se ha divorciado y quiere empezar de nuevo.
Conoce también a Piter, que le indica que debe tener cuidado con el perro, pues no cree que el dueño lo haya vacunado, pues no cuida de sus animales y luego le ayuda a cargar la leña y le muestra su trabajo como vidriero, realizando ventanales ornamentales.
Le cuenta, también, mientras toman una copa, que va a intentar crear un huerto, aunque él le advierte que allí no brotará nada.
Le insiste en que devuelva al perro, aunque ella dice que le da pena.
De hecho, lo lleva ella a la veterinaria, que al examinarlo le dice que es hermafrodita, pues tiene genitales y vagina. Y lo vacuna y le pone el chip.
Un día se despierta al escuchar la puerta de la casa, asustada, viendo que entró el casero sin llamar aprovechando que tiene llaves.
Le lleva las facturas de los suministros de la luz, observando ella que son facturas trimestrales, y ella solo lleva un mes, aunque viendo la actitud violenta del casero accede a pagarle para no discutir más.
Se queja de que un grifo pierde agua, pero él le dice que le advirtió que la casa estaba fatal y a pesar de todo decidió alquilarla, por lo que debe aceptarla.
Piter le lleva verduras que dice, le dio el "Alemán", y le propone comer juntos al día siguiente y mostrarle su taller.
Lo visita, en efecto, hablándole él de Neruda, que le dice es su autor favorito y del que tiene frases guardadas para uno de sus trabajos.
Le pregunta por qué se fue a vivir allí, contándole ella que era traductora simultánea, pues habla varios idiomas, entre ellos algunos dialectos africanos, pero que lo dejó antes de ir y ahora traduce textos, lo que le permite teletrabajar.
Piter le habla de otros vecinos, y le dice que son una pareja muy maja y que hacen grandes fiestas.
Coincide unos días después con el vecino, Carlos, que le cuenta que van solo los fines de semana, y tienen mujer y niñas y la invita a una barbacoa al día siguiente.
Se da cuenta, cuando llega a la fiesta que es el cumpleaños de sus hijas y no llevó nada.
Coincide allí con Piter y conoce a otros amigos de la pareja, presentándose a ella la anfitriona, Lara, la mujer de Carlos.
Piter le cuenta luego que le ha caído muy bien a Carlos, teniendo ella la impresión de que a Lara, sin embargo, le cayó mal.
Sorprendida por la tormenta, llega con su perro corriendo a casa, observando que hay una gotera tremenda, cayéndosele al día siguiente un trozo de techo, aunque el casero no le da importancia, pues asegura que no va a haber tormentas así cada día y le dice que es una inquilina que no para de quejarse pese a la mierda que le pagan, y que, si no le gusta su casa de campo, debería marcharse, pues ya le advirtió que no se trataba de una casita rural con encanto.
Llama a la puerta un hombre que lleva una caja con verduras.
El hombre observa que tiene goteras y le dice que seguro que hay muchas tejas rotas, y le advierte que se le inundará todo cada vez que llueva, por lo que deberá reparar el tejado, aunque ella le dice que no se lo puede permitir.
Él se ofrece a hacerle un presupuesto aproximado.
Le dice que las verduras son la voluntad, y le indica que para la próxima vez la voluntad serán 15 euros.
Ella le dice que sabe que él es Andreas y él sabe que ella es Nat, diciendo ella que es la ventaja de esos sitios pequeños, diciendo él que no lo ve como una ventaja.
Mientras trabaja, vuelven a llamar, viendo que se trata de nuevo Andreas.
Este le dice que no quiere que se enfade y le explica que lleva mucho tiempo solo y sin una mujer y no tiene ganas de ponerse a conquistar a nadie, por lo que ha pensado en hablarle sin rodeos.
Le dice que las goteras irán a más, por lo que él le propone arreglarle el tejado a cambio de que le deje entrar en ella un rato, y le asegura que sabe que no es una prostituta ni quiere que crea que la toma por tal.
Ella se niega a la propuesta y Andreas se marcha sin más.
Pero las goteras, en efecto, y tal como él le advirtió, van a más.
Conoce a otros vecinos, Joaquín y Roberta, que le invitan a pasar.
Joaquín le cuenta que Roberta tiene demencia y por eso le da miedo dejarla sola, habiendo puesto de hecho una valla para evitarlo, pidiéndole que se queda con ella un rato mientras él va a entregar unos huevos que vendió, y le regala a ella media docena.
Como las lluvias siguen, finalmente se decide a ir a ver a Andreas, que le pregunta si las lluvias la hicieron cambiar de opinión, no diciendo nada, pero permaneciendo frente a él, que le dice que se duchará, pasando tras ello a su habitación.
Mientras se acuesta con él, Nat tiene la impresión de estar viéndolo todo desde fuera, como si estuviera sentada, y cuando termina, se le escapa una lágrima.
Antes de marcharse él le dice que al día siguiente se pasará para arreglar las goteras.
En efecto, lo hace, mientras ella trata de concentrarse para trabajar, aunque con los golpes le resulta difícil, y además se escuchan fuera los perros.
Terminado el trabajo, Andreas se marcha sin más.
Piter le dice que vio al alemán trabajando en su casa y le dice que es un chapucero, y que podría haberlo hecho él si se lo hubiera pedido.
Al día siguiente Andreas le pregunta cómo fue la noche con las goteras y le dice que si hay algún cambio le avisa.
Se encuentra con Joaquín y con Roberta, que le dice a su marido que ella da fruta al alemán y él pone los ladrillos.
Vuelve a ver a Andreas a su casa. Sin decir nada se coloca junto a él y toma sus manos y hace que la acaricie y luego se desabrocha el pantalón y hace que la bese. Se sienta luego sobre él y vuelven a hacer el amor, y ella en esta ocasión también disfruta.
Ve a Lara y a Carlos jugando con sus hijas desde su casa.
Recibe una llamada y regresa a casa de Andreas, donde vuelven a hacer el amor e incluso se queda en esta ocasión a comer con él y le dice que es como una de las montañas que hay afuera.
Se encuentra con Piter, que le dice que es difícil verla últimamente, diciéndole ella que tiene una entrega y está muy ocupada.
Pero él, insiste y le propone ir a tomar una copa y que le cuente los detalles, porque lo importante de ella y el alemán ya lo sabe, porque allí se sabe todo.
Vuelve a ver a Andreas y le pregunta si le gustaba desde el principio, diciéndole que no se había fijado en ella apenas, y le pregunta si fue ella como podría haber sido otra y si cree que eso habría pasado si no hubiese ido ella a buscarle después de la primera vez, asegurando él que no hubiera pasado.
Van juntos a la montaña.
Visita de cuando en cuando a Joaquín y Roberta, y se ofrece a ayudar con la mujer aunque le paguen poco.
Un día, paseando con el perro, ve, al llegar a la gasolinera a Andreas repostando, y observa que lleva a Sofía, la dependienta de la tienda.
El casero ve que arregló las goteras cuando va a cobrar y le recrimina que tenga atado al perro, pues dice que así lo está volviendo loco.
En su siguiente encuentro con Andreas hace que este la masturbe utilizando la clara de huevo como lubricante.
Le cuenta que ha empezado a alternar el trabajo con el cuidado de Roberta y le dice también que lo vio con Sofía en el coche, diciéndole él que la acerca al pueblo, pues ella no tiene coche.
Paseando, Roberta, esta le hace ver que va siempre ella a casa del alemán, y él no va a la suya, diciendo que se lo oyó a Joaquín, que se cree que no se entera cuando habla.
Un día Andreas le dice que va a dejar de cultivar verduras, pues va a empezar a trabajar con un topógrafo.
Andreas tiene una gata, contándole un día que era de su mujer, sorprendiéndose ella, que ignoraba que estaba casado, diciendo él que fue antes de ir allí. Que le sacaba a ella más de 20 años y quería cosas que él no podía darle como casas, viajes o hijos. Cosas que a él le dan igual, así que ella se hartó y se fue.
Se encuentra con Lara y Carlos, contándole ella que está de nuevo embarazada, e invitándola a ir a su casa, aunque le advierte que la invitación es solo para ella y que no les gustaría que fuera el alemán a su casa.
Le cuenta a Andreas que ella trabajaba como traductora y que de su trabajo dependía que dieran asilo a algunas personas y empezó a tener pesadillas y lo dejó y se fue allí, viendo cómo él se enfada. Le dice que los refugiados sufren mucho, pero siguen, y ella solo traduce y lo deja, mientras que hay gente que sufre de verdad.
Le cuenta que su madre era armenia y tuvo que huir, y, aunque era muy inteligente, se pasó la vida limpiando mierda y jamás se quejó de nada.
Va a cenar con sus vecinos y con Piter, viendo cómo ellos presumen de su piscina, aunque Nat les dice que es poco sostenible y le parece poco responsable.
Durante el resto de la cena se muestra nerviosa y juega con el pan, pareciendo ausente.
Al día siguiente va al pueblo pasa por delante de la casa de Andreas, pero no entra. De hecho, vigila su casa desde su coche hasta la noche, pero tampoco se atreve a entrar y recuerda que le preguntó en qué piensa cuando está con ella, asegurando él que no piensa en nada.
Pasa horas frente a si casa hasta que lo ve llegar.
Piter la invita a cenar y le cuenta que ya no ata por las noches a Sieso, pues duerme con ella.
Le pregunta si sabía que el alemán estuvo casado, diciendo él que es medio autista y no cuenta nada.
Él le dice que no parece que ella esté bien, aunque ella le dice que lo está, diciéndole él que le parece una mujer de 10 y la invita a pasar la noche con él, diciendo ella que otro día, diciendo él que a lo mejor otro día no quiere él, decidiendo ella marcharse.
Vuelve a ver a Andreas, que le cuenta que la gata parió esa mañana, pero que ahogó a las crías en un barreño, asegurando que era lo mejor para ellas.
Ella dice que es la persona más insensible que ha conocido en su vida, diciéndole él que quiere romper con eso que tienen.
Le dice que ha visto que le espía y ronda su casa y le dice que se acabó y le pide que se vaya.
A pesar de todo ella vuelve a llamarlo, pero él no se lo coge, y cuando tras mucha insistencia él contesta, le pide que le deje ir a su casa para explicárselo, aunque él le dice que no se van a ver más, que ya está todo hablado y le cuelga.
Otro día va a visitarla Lara porque le dijeron que estaba enferma y le lleva unas infusiones.
Nat aprovecha para preguntarle qué le pasa con Andreas, pues le prohibió llevarlo a su casa, contándole Lara que ellos también tuvieron goteras y que Andreas se las arregló, y le hizo un buen trabajo.
Un día, paseando, ve al regresar que hay una ambulancia, contándole Piter que su perro reventó la cara a la niña, viéndole muy enfadado.
La visita esa noche de nuevo y le dice que al final no fue tan grave, pues las cicatrices no eran profundas, pero le aconseja que salga y pregunte por la niña.
Ella dice que no es su culpa, pero él dice que debe encontrar al perro y entregarlo, pues podría hacerle a cualquier persona lo que hizo a la niña, aunque Nat se defiende le dice que la culpa es de los padres por haber dejado a la niña sola, diciéndole Piter que eso es mejor que no se lo diga a nadie.
Oye que rascan la puerta, viendo que es Sieso, que regresó a casa, llamando ella a Piter para pedirle ayuda para llevar a su perro a un refugio de animales, pidiéndole que la lleve en su coche.
Pero quien llama a su puerta es la guardia civil, que llega con la veterinaria y le dice que deben llevarse al perro, aunque ella se niega a entregarlo, pese a que le dicen que no va a sufrir, viendo cómo, pese a su oposición se lo acaban llevando.
Cuando al día siguiente va a cuidar a Roberta, Joaquín le pide que no regrese hasta que pase todo el asunto para no causarles ningún problema con el resto del pueblo, asegurándole que no es nada personal y que, de hecho, le gustaría que vuelva cuando pase todo.
Llega el invierno.
En su siguiente visita su casero le dice que si el perro le salió rana fue por su culpa porque no supo educarlo bien y le pregunta qué va a hacer ahora que ya no se tira a nadie, y le dice que seguro que hay otro, pues siempre hay uno para ella.
El hombre trata de abusar de ella, que se defiende mordiéndole muy fuerte la oreja, por lo que sale gritando "Esto es lo que hay" y "esto es así".
Finalmente decide marcharse del pueblo.
Para el coche en casa de Piter, aunque sin salir de él, preguntándole él si fue a despedirse, diciéndole ella que solo quería decirle que sus vidrieras son horribles y son la cosa más fea que ha visto nunca, tras lo que sigue su camino.
Se detiene en la montaña y baila al ritmo de la canción que escuchó con Andreas cuando fue con él al mismo lugar, dejándose llevar hasta acabar agotada tumbándose.
Ve que se dirige a ella Sieso, al que abraza antes de subir al coche y seguir.