
Una madre de Tokio
Konnichiha, kâsan (2023) * Japón
Género: Comedia dramática
Duración: 106 min.
Música:Akira Senju
Fotografía: Masashi Chikamori
Guion: Yuzo Asahara, Yôji Yamada (Obra: Ai Nagai)
Dirección: Yôji Yamada
Intérpretes: Yô Ôizumi (Akio Kanzaki), Sayuri Yoshinaga (Fukue Kanzaki), Mei Nagano (Mai), You (Kotoko Andersson), Moe Edamoto (Momoe Banba), Rosa Katô (Hara), Kankurô Kudô (Tomiyuki Kibe), Akira Tenao (Naofumi Ogyu).
Akio Kanzaki, jefe de Recursos Humanos de una gran empresa recibe la visita de su amigo Kibe, director de ventas y marketing que le cuenta que le encargaron organizar una reunión de antiguos alumnos, por lo que quedan esa noche para hablar sobre ello.
Durante la cena, en la que los acompaña Hara, una compañera de la oficina, Kibe le comenta que ha pensado que, como están ya cerca de los 50, mejor que ir a una discoteca sería hacer un crucero por el río Sumida y pregunta a Akio si conoce a algún patrón de barco, ya que vivía cerca del río, a lo que le responde que no, pero que preguntará a su madre.
Al hablar de su madre, Kibe recuerda que era una mujer muy guapa y la llamaban Miss Sumida, y que su hija Mai también lo es, aunque Akio dice que es algo insolente.
Hara se despide, aunque antes cuenta a su jefe mientras Kibe va al baño, que este la invitó a tomar un té unos días antes y le preguntó si sabía algo del plan de reestructuración de la empresa y de que iban a pedir la jubilación voluntaria a algunos trabajadores y que le respondió que había oído algún rumor, pero que no tenía confirmación.
Akio visita a Fukue, su madre, que se pone muy contenta de verlo.
Le pregunta por Tomomi, y le cuenta que trabaja en la empresa de una amiga y Fukue le cuenta que la vio en televisión donde se presentó como profesional de la limpieza.
Él la invita a cenar, pero ella le dice que no puede porque tiene una reunión con miembros del Club de las Amapolas, un grupo de voluntarias que ayudan a las personas sin hogar y que tienen en su casa su cuartel general y ella es la secretaria, y esa noche les toca salir de patrulla.
Llegan en efecto dos mujeres, Momoe, una mujer del barrio con la que Akio iba al colegio de niño, y Kokoto, una mujer que está casada con un sueco que es un músico en paro.
Llega también el pastor de la iglesia de Mukojima, el reverendo Ogyu que les ayuda.
Él va a tomar algo mientras están reunidos y se acerca hasta el río y ve a la gente que se divierte en el crucero.
Como no le apetecía cenar solo se fue al cine y llegó a casa con hambre, por lo que pidió que le enviaran fideos que toma él solo.
Recibe una llamada de Tomomi que le pregunta si está Mai con él, pues desapareció tres días antes y no le coge el teléfono, y él le pide que la mande a vivir con él.
Reflexiona y reconoce que miente a todos. A su mujer, a su amigo y a su hija.
Cuando llega a la oficina, Hara le dice que Kibe lo está esperando.
Lo encuentra enfadado, pues el jefe Nomura habló con él y le pidió que se jubilara voluntariamente, por lo que pregunta a Akio si él, como director de recursos humanos sabía que estaba en esa lista de despidos camuflados, y no se lo dijo.
Akio le dice que era confidencial y no puede hablarlo ni siquiera con sus amigos, y Kibe le recuerda que eran amigos antes de empezar a trabajar allí y le dice que no irá a cenar con un traidor como él y que tampoco piensa abandonar la empresa.
Mai va a casa de su abuela y se asusta al ver las luces encendidas, aunque enseguida ve que está allí su padre un poco borracho.
Mai le reprocha que no avisara de que iba a ir, y él le dice que también ella podría haber llamado, pues su madre está muy preocupada y él también, y le dice que si no quiere vivir con su madre puede irse a vivir con él.
Le dice que para su madre, el objetivo de su vida es que saque buenas notas, porque así encontrará un buen trabajo, como su padre, o que, si no lo consigue al menos que se busque un hombre que sí lo lograse y que pueda mantenerla y a ella la universidad le aburre, y pregunta a su padre si él también lo piensa, aunque él dice que no.
Cuando Mai sube a la habitación, la madre le dice a Akio que su hija le contó que Tomomi y él llevan medio año separados y él le dice que no se lo contó porque eso no habría cambiado nada.
Pero su madre le dice que a Mai le ha afectado mucho, aunque él no quiere hablar.
Su madre le dice que si quiere puede quedarse a dormir ya que al día siguiente no trabaja.
Llegan de nuevo Momoe y Kotoko y tras ellas Kibe, al que la madre recuerda.
Este les dice que vio que fue a buscarlo y vio que no estaba en su piso y llamó a su ex mujer, Tomomi.
Momoe y Kotoko se sorprenden al escuchar que está separado.
Kibe y Akio suben al piso de arriba para hablar.
Entretanto, Momoe cuenta que la familia de Kotoko tenía mucho dinero y de niña la llevaban a clase en un Cadillac, aunque ella dice que no le gustaba que lo hicieran y por eso se rebeló juntándose con Hippies y se casó con el más pobre, aunque luego se divorció y se casó con el sueco.
Arriba, los amigos se pelean y Mai trata de separarlos.
Cuando baja, Kibe le cuenta a Fukue que su hijo es un traidor que echó a perder tantos años de amistad y que está intentando que la gente dimita y pida la jubilación voluntaria, y asegura que la lista la hizo él, aunque Akio lo niega y dice que, al contrario, él quería que obtuviera una buena indemnización y que el golpe no fuera tan fuerte.
Su madre le dice que a lo mejor puede hacer todavía algo, aunque él dice que lo suyo es una empresa y no una ONG y no tiene nada que ver con la tontería que hacen ellas.
Kib le asegura que no aceptará la jubilación voluntaria, aunque su amigo le recuerda que si no acepta el trato no le permitirán hacer ningún trabajo en la empresa y le enviarán a algún sitio donde estará aislado y sin hablar con nadie.
Kibe le dice que luchará hasta el final y se marcha tras llamarlo traidor.
Al salir corriendo se lleva un zapato de Akio y otro suyo, yendo Mai a buscarlo para que pueda cambiarlo.
Kibe le cuenta que su padre era profesor de matemáticas y muy educado, y no como él que se presentó en casa de su abuela y acabó gritando y le pide que pida disculpas.
Akio reconoce que había visto la lista, pero que no podía decírselo a nadie.
Momoe le dice que a veces les pasa lo mismo a ellos en su fábrica de galletas y deben despedir a los inútiles y él le agradece el consuelo y alaba las galletas de su marido y lamenta no haber tenido él un trabajo así, que reparte alegría y no te deprime y donde nadie traiciona a nadie, tras lo que rompe a llorar.
Momoe dice que no debe ser fácil estar en situación de tener que despedir a la gente, aunque la madre dice que es peor estar en el lado contrario y ser el despedido.
Las mujeres del Club de las Amapolas llevan comida a los menesterosos que viven en las calles tras ello.
Akio pregunta a su hija si va a quedarse allí mucho tiempo y ella le dice que su vida allí es más relajada, aunque su padre le dice que la abuela vive prácticamente de su pensión y deberían compartir gastos, aunque Mai le cuenta que dijo que buscaría un trabajo, pero la abuela solo quiere que la ayude con la casa.
Él le dice que debería volver a la facultad y le entrega un fajo de billetes.
Fukue hace la ronda con el pastor, y ven que algunos mendigos son orgullosos para pedir ayuda a los servicios sociales y prefieren vivir en la calle.
Akio se preocupa de que su madre regrese tan tarde, aunque Mai le dice que para ella es como una cita con el reverendo Ogyu.
Akio se enfada al escucharla, pero Mai le dice que aunque sea mayor, la abuela es una mujer y puede gustarle alguien, lo que para Akio es algo inaceptable, aunque Mai le dice que el amor es algo muy hermoso y no entiende el enfado de su padre.
Kibe, en efecto, se negó a aceptar la jubilación anticipada voluntaria y siguió yendo a la oficina, por lo que la empresa dejó de darle trabajo.
Akio por su parte no quería verlo y hacía lo posible por evitarlo, pero un día, Hara le contó que Kibe se había puesto violento y agredió al director general.
Corre hasta la sala de conferencias, donde ocurrió todo y ve que el director general lleva un brazo vendado, y va a ver a Kibe.
Este dice que querían excluirle de un proyecto que siempre estuvo a su cargo como director de márketing y que se reunieron sin él y exigió que le dejaran participar, pero entonces Onodera, el director, intentó echarlo al pasillo y él, al salir, cerró la puerta de golpe y le pilló la mano accidentalmente, pero no era necesario llamar a una ambulancia, pues no fue para tanto.
Lo recibe luego en su casa, donde vuelve a recibir comida por encargo.
Le dice a Kibe que podrían despedirlo por indisciplina grave, aunque por suerte la lesión no fue grave y él intentará ayudarle, aunque Kibe le pide que no se lo cuente a su mujer ni a su hijo.
Fukue acude a la iglesia donde el pastor celebra los oficios religiosos y le ayuda con la reparación de un banco de la iglesia y recuerda que conoció una iglesia muy pobre en un pueblecito apartado y le conmovió tanto que piensa que quizá fuera esa experiencia la que le llevó a la religión.
Cuando salen ven a un mendigo, el señor Ino, uno de los pobres a los que auxilian, que va cargado de bolsas con latas en su bicicleta y que, de pronto sufre un ataque y cae.
Ellos le proponen llamar a una ambulancia, a lo que el hombre se niega, pues no desea ir a un hospital y solo les pide agua y cuando le habla a Fukue de su marido ella le aclara que no lo es, e Ino le dice que, aunque sea pastor, también es un hombre.
Cuando se entera de lo que Ino dijo, el pastor se muestra muy enfadado por pensar mal de Fukue.
Al llegar a casa ven que está Akio, que dice fue a echarse una siesta y encontró su viejo radiocasete
Su madre le pregunta por su amigo y él le cuenta que es probable que lo despidan por indisciplina grave y ella le pide que lo ayude y él le dice que hace lo que puede y casi ni duerme, pues tiene responsabilidades.
Su madre le dice que lo que ellos hacen por los sintecho no es tan sencillo como él cree, pues las preocupaciones de la gente sin hogar ni comida no son simples.
Pero él dice que no tienen las preocupaciones suyas y la presión de trabajar en una empresa, lo que es insoportable.
Su madre lo anima a quedarse allí y cenar juntos esa noche con Mai.
Antes sale a beber después de ir a tomar un baño.
Mai habla con su abuela del abuelo, al que recuerda muy serio.
Fukue le cuenta que al principio los padres de ella no lo aceptaban.
Él había perdido a sus padres en el bombardeo de Tokio y fue a un orfanato y no pudo estudiar más allá del instituto y los padres de ella preferían a alguien con mejor posición, pero ella aceptó su proposición y se casó con él aunque fuera solo un fabricante de calcetines tabis.
Mai le pregunta si está enamorada del pastor, a lo que le responde que nunca conoció a nadie como él y le está enseñando muchas cosas que desconocía sobre las personas y sobre el mundo y se siente en el cielo cuando está con él.
Mai le pregunta si le ha dicho que le ama y le dice que no lo hará, que prefiere esperar a que lo haga él.
Akio regresa de la casa de baños bebido y cuenta que se encontró allí con el pastor.
Mai le pide que no haga comentarios raros sobre el pastor, pues su madre está enamorada, aunque él trata de rectificarla y le dice que quiere decir que le cae bien, aunque Mai le dice que es amor y que tiene tanto derecho a casarse como cualquier otra mujer.
Mientras toma una cerveza frente al río se le acerca Ino, que le pide la lata.
Él le cuenta que es su día libre y tiene problemas, tanto de trabajo como de mujeres, y pregunta al hombre si él tuvo problemas con las mujeres, a lo que le responde que estar solo es doloroso.
Mai ayuda a su abuela y al reverendo repartiendo ropa y comidas.
Fukue le hace unas pantuflas al pastor.
Cuando llega Akio, su madre le cuenta que Mai se fue con Kimura a visitar el Sky Tree.
Le cuenta luego que el pastor fue profesor universitario y él explica que estaba especializado en literatura francesa, pero que se cansó de andarse con pies de plomo con todos y no le gustaba en lo que se estaba convirtiendo y abandonó
Akio les cuenta que a él tampoco le gusta en lo que se ha convertido, pues en la empresa cada vez contratan a más gente eventual para despedirlos cuando deseen, y dice que podría dejarlo y convertirse en pastor, aunque su madre le dice que no está preparado para hacer ese trabajo.
El pastor le dice a Fukue que su hijo es todavía joven y tiene tiempo para cambiar. Que debe despreocuparse y disfrutar más de la vida.
Fukue le cuenta luego a Akio que también estuvo allí Tomomi el sábado anterior.
Que ella le enseñó fotos de él antiguas y le hicieron gracia una en que aparecía llorando, pues nunca le vio hacerlo, y otra de su tiempo como universitario, y rieron, pero no hablaron de él.
Ella le preguntó antes de irse si había alguna posibilidad de que se reconciliasen y le pidió perdón. Se emocionó y lloró y se marchó a toda prisa y entonces comprendió que ya había encontrado a otra persona a quien amar.
Cuando ve que Akio se marcha enfadado, ella lamenta habérselo contado.
Akio vuelve a encontrarse con Ino, ahora borracho que habla del bombardeo de Tokio.
Llega un policía que cuenta a Akio que el hombre tiene un trauma, pues su padre lo lanzó al río cuando las calles ardían y así le salvó la vida.
Un día, Momoe y Kotoko llegan para llevar artículos donados por una farmacia y Mai les cuenta que la abuela fue con el pastor a un recital de piano, y Momoe muestra que tampoco a ella le parece bien que las personas mayores se enamoren.
La pareja acudió, en efecto, muy elegantes al recital, ella vestida con un kimono.
Fueron luego, a la salida a tomar algo y ella comenta que le encantaría subir al barco panorámico y él hace que pueda cumplir su sueño de toda la vida.
De regreso le dice que le preparará un té, aunque el hombre se queda en la puerta y le dice que quería decirle algo desde hace tiempo.
Ella espera expectante, y él le cuenta que va a dejar la iglesia en breve.
Le cuenta que es de un pueblo de Hokkaido y en su pequeño pueblo el pastor está muy enfermo y sus superiores le pidieron que ocupara su puesto.
Le dice que hace un tiempo que lo sabe, pero no encontraba el momento de contárselo.
Recuerda que de joven abandonó el pueblo sin mirar atrás, pero ahora no puede permitir que aquella iglesia desaparezca y lleva mucho tiempo pensándolo.
Ella, llorosa, le dice que hasta ese momento había sido uno de los mejores días de su vida, y, mientras va a por el té, él se marcha.
Cuando regresa Mai, encuentra a su abuela abatida y le pregunta si se encuentra mal.
Mai le cuenta que ha quedado para cenar con Kimura y la abuela le dice que lo haga, que no la necesita.
Akio recuerda que aquella noche Mai lo llamó muerta de pena y le contó que su madre tenía el corazón roto.
Por un lado se sintió aliviado, y le alegró que Mai se preocupase por su abuela.
Akio es convocado por uno de sus jefes, el señor Kubota para hablar de Kibe, pues el departamento de Asuntos Internos le comentó lo ocurrido y además Kibe solicitó un importante aumento de su indemnización y se la denegaron, y, aunque se trata de un despido disciplinario sin derecho a indemnización, le preguntan qué opina.
Él dice que no cree que lo ocurrido pueda calificarse como falta disciplinaria grave, pues no hubo mala intención y fue un accidente, por lo que, dada la contribución que Kibe hizo al departamento de ventas, cree que el despido es injusto y que por ello lo revocó. Kubota le dice que él no puede revocar la decisión de la junta directiva, aunque Akio le dice que asumió esa decisión como jefe de recursos humanos, y asegura estar dispuesto a aceptar cualquier castigo por ello.
Le dicen que deberá renunciar a su puesto, a lo que él dice que ya estaba cansado y que probablemente no esté hecho para trabajar en esa empresa, tras lo que se despide.
Le sorprendió haber sido capaz de decir esas palabras, pero al salir vio el cielo más azul que nunca.
Come con Kibe y con Hara y el primero le dice que siente lo ocurrido y que vuelve a estar en deuda con él, y le cuenta a Hara que en la universidad escribió por él una carta de amor para una chica que es ahora su esposa y que ahora ha conseguido que le den trabajo en una empresa filial, y Akio, que era inocente, acabó sin trabajo.
Recuerda que entonces le ayudó con la carta pese a que también él estaba enamorado de aquella chica y escribió la carta por él y se quedó con el corazón roto.
Kibe dice que es un buen amigo y llora emocionado.
Akio le dice a Hara que ahora, sin él le irá mejor, pues le causó muchos problemas, a lo que ella le responde que se siente aliviada, pues le notaba muy agobiado y ahora le ve más tranquilo y le gusta más.
Ogyu se despide de sus feligreses y se hacen fotos con él.
Ya en el coche que debe llevarlo al aeropuerto, parece querer decirle algo a Fukue, que le pregunta si desea que se vaya con él a Hokkaido, aunque al ver la cara de él le dice que era broma.
Ogyu le dice a Momoe, que es quien lo lleva en el coche, que le sorprendió la broma de Fukue, aunque ella, llorando, le asegura que no es una broma, pues está enamorada realmente de él desde hace tiempo.
Se cruzan con Ino, cargado con sus latas y lo despide desde la distancia.
Cuando Akio va a casa de su madre ve que está bebiendo sake.
Le dice que lo llamó Mai y le dijo que estaba triste y que fuera a animarla.
Le pregunta si estaba tan enamorada de Ogyu, y ella dice que solo quería que estuviese cerca de ella durante algunos años.
La mujer se emborracha y su hijo le pide que le cuente sus problemas, y reconoce que le asusta pensar que la muerte se acerca y no acepta bien el tener que convertirse en una persona dependiente.
Él le cuenta luego sus desgracias. Le cuenta que justo ese día firmó el formulario de divorcio y que dejó el trabajo por ayudar a un amigo, por lo que, le dice, han empatado a desgracias, aunque la madre le dice que eso es una tontería, pues las suyas se acaban de duplicar al conocer las de él.
Dice que renunció para salvar a Kibe y se siente bien, pues no tendrá que despedir a nadie más y su madre le dice que lo ve extrañamente alegre mientras que últimamente le veía siempre triste.
Le cuenta que ha decidido vender el piso y liquidar el préstamo e irse a vivir con ella, lo que ve que la alegra mucho y le dice que les irá bien hacerse compañía, y brindan.
Caen en la cuenta de que es 29 de julio, día del cumpleaños de Akio y se escuchan los fuegos artificiales, que ven juntos a lo lejos.
Fukue recuerda que pensó que el mundo entero estaba de celebración, pues nació en medio de fuegos artificiales.
Mai llama a su padre para que lleve a la abuela a ver los fuegos, pues ella está con Kimura.
Akio recuerda que, aunque su carrera profesional y su matrimonio fracasaran, fue a vivir con su desconsolada madre y no le fue tan mal.