Una familia tronada
Flodder (1986) * Holanda
También conocida como:
- "Los Flodder" (Argentina)
Duración: 111 min.
Música: Dick Mass
Fotografía: Marc Felperlaan
Guion y Dirección: Dick Maas
Intérpretes: Nelly Frijda (Señora Flodder), Huub Stapel (Johnnie Flodder), René van 't Hof (Kees Flodder hijo), Tatjana Simi? (Kees Flodder hija), Lou Landré (Jacques van Kooten), Apollonia van Ravenstein (Yolanda Kruisman), Horace Cohen (Henkie Flodder), Nani Lehnhausen (Toet Flodder), Jan Willem Hees (Abuelo), Herbert Flack (Coronel Wim Kruisman), Bert André (Ed Neuteboom) Lettie Oosthoek (Tilly Neuteboom).
Sjakie, asistente social del ayuntamiento aboga por dar una oportunidad de integrarse en la sociedad a la familia Flodder, para lo que propone que se les saque de la insalubre casa en la que viven, dentro de un barrio miserable y se les reubique en una vivienda decente.
Frente a su laudatorio informe está el expediente de la familia que los muestra como unos indeseables que viven al margen de la ley y de cualquier norma moral.
Los Flodder son una mujer alcohólica siempre con un puro en la boca que se dedica a destilar licor clandestinamente y sus cinco hijos, cada uno de un padre diferente, además de un abuelo septuagenario obsesionado con sus trenecitos y siempre vestido de jefe de estación, teniendo además un perro casi sin pelo y totalmente descuidado.
Sjakie confía en que un cambio de entorno ayude a la familia a modificar sus comportamientos, y aunque en el ayuntamiento consideran que no conviene instalarlos en las zonas residenciales son incapaces de encontrar un barrio que admita a la familia, a la que deben acomodar en un chalet del barrio más exclusivo de la ciudad con todo tipo de adelantos, dado que es el único lugar sin asociaciones vecinales.
Así pues la familia carga con sus escasos enseres en un camión hasta su nueva vivienda siendo antes entrevistados por dos periodistas enviados por el ayuntamiento que trata así de conseguir apoyo popular, aunque los Flodder para dejarse fotografiar les exigen 100 florines.
Cambian así el suburbio lleno de borrachos, drogadictos y prostitución por el barrio residencial, donde enseguida observan la gente elegante con sus exclusivos coches, dispuestos para jugar al golf o celebrando fiestas, y donde ellos desentonan.
Su vecina siente gran curiosidad por los nuevos inquilinos, confiando en que no sean médicos, pues tienen ya cuatro en el barrio, llevándose un gran susto cuando ve aparecer la caravana de los Flodder, preguntándole la impresentable mamá Flodder a Sjakie si sus vecinos son gente decente, peleándose los dos hermanos medianos por la habitación elegida mientras Johnnie y Kees, su hermana descubren la piscina.
Y el vecino no se sentirá tan a disgusto como su mujer, dedicándose a observar a Kees mientras se baña en la piscina, para disgusto de su mujer.
La hija menor de los Flodder explora junto con su abuelo el barrio, tratando de encontrar la estación del tren cuando les sale al paso un grupo de chicos de su edad que tratan de burlarse de ella y del viejo, quitándole la gorra, ante lo que la chica saca su navaja, y, tras recuperar la gorra le pincha la rueda de la bicicleta a uno de ellos, saliendo los muchachos tras ello corriendo, aunque entretanto pierde de vista al abuelo, cuya silla de ruedas comienza a rodar por una cuesta abajo hasta acabar en el estanque.
También los tres chicos mayores salen a pasear con su destartalado coche por la urbanización observando a las chicas que van a jugar al tenis, deteniéndolos la policía que no puede dar crédito a que vivan allí, debiendo soltarlos tras comprobar que así es, aunque amenazándolos con encerrarlos en la cárcel a la mínima oportunidad.
Pronto comienzan a ser conocidos en el barrio, decidiendo uno de los vecinos, el coronel Kruisman, dado que carecen de asociación de vecinos, hablar con el presidente del club de tenis para que reúna a los socios y tratar el asunto, observando él con sus prismáticos a la familia, viendo cómo la madre recoge comida de la basura, o los pequeños juegan sin ninguna consideración con el abuelo hasta tirarlo, siendo entonces descubierto por el perro de los Flodder que lo ataca.
Por la noche la madre se despierta debiendo echar a uno de sus hijos medianos de la cama de su hermana con la que estaba haciendo el amor.
Kees, que tiene el mismo nombre que su hermana va al club de tenis donde se pasa la tarde viendo jugar a las chicas, a las que él se imagina desnudas, hasta que llega un grupo de chicos que lo descubren y le dan una paliza tras decirle que no quieren que un piojoso como él moleste a sus chicas.
Se lo encuentran así Johnnie y su hermana que regresan de comprar un helado, decidiendo dar una lección a los pijos que lo atacaron a los que persiguen con su coche hasta echarlos de la carretera cayendo en la piscina de unos vecinos.
Una noche Johnnie y sus hermanos regresan a su antiguo barrio para divertirse, encontrando a todos sus amigos con una gran curiosidad por conocer su nueva casa, por lo que deciden invitarlos a la misma celebrando para ello una gran fiesta.
El escándalo de la misma impide a su vecina dormir, pero su marido sale al jardín para verlos mejor ya que parte de los invitados se están bañando desnudos.
Al día siguiente acude a visitarlos Sjakie para entregarles la cédula de habitabilidad, subiendo a recibirlo la madre que estaba en el sótano destilando licor.
De vuelta de la compra - sobre todo de cerveza - Johnnie y Kees están a punto de chocar con un coche deportivo conducido por Yolanda, la mujer de Kruisman, que pese al accidente acaba entregándole su tarjeta a Johnnie, por el que se siente atraída.
Entretanto Sjakie informa a la señora Flodder que debe enviar a sus hijos al colegio tal como habían acordado, a lo que ella se resiste, pues dice que allí solo les enseñan barbaridades.
Mientras Sjakie se despide de la familia llegan Johnnie y Kees, pudiendo ver cómo los muchachos del club de tenis lanzan un cóctel molotov contra el coche familiar, sufriendo él quemaduras en sus pies, pese a lo cual realiza un informe favorable de cara al ayuntamiento, advirtiéndole el concejal encargado del asunto que el experimento llevado a cabo con la familia Flodder es seguido con gran interés por el gobierno de la nación, pidiéndole que se esmere para hacer que todo salga bien.
Mientras Kruisman, aun cojeando por las heridas causadas por el perro de los Flodder acude al club de tenis a exigir a su presidente que tome cartas en el asunto, Johnnie acude a su casa, mostrándole Yolanda la sala de batallitas de su marido, donde acaban haciendo el amor al ritmo de una marcha militar.
Mientras tanto, dispuestos a solucionar el problema de haberse quedado sin coche acude Kees a casa de su vecino, al que seduce, haciendo el amor con él en su garaje sin que el vecino se percate de que el hermano de la muchacha los está fotografiando.
La señora Flloder acude a la elegante furgoneta-supermercado que suministra la comida en el barrio pretendiendo colarse al resto de clientas, por lo que acaba peleándose con ellas haciendo además que el conductor pierda el conocimiento, comenzando a correr la furgoneta sin control a través de la urbanización provocando varios accidentes hasta colarse en el carril contrario de la autopista.
Cuando el conductor recupera la conciencia rectifica, aunque es ya demasiado tarde y acaba empotrado contra un camión que se ve obligado a abandonar la carretera hasta acabar volcando en un asentamiento de chabolas.
Johnnie y Kees acuden al concesionario de su vecino donde ven un coche que les gusta, y que dicen que desean quedarse, proponiéndoles él que lo mejoren con algunos extras, que lo harán mucho más caro, estando ellos de acuerdo, y cuando les pregunta si van a pagarlo con VISA o Mastercard, ellos le dicen que con Polaroid, mostrándole una foto suya haciendo el amor con su hermana.
Otro día la hija pequeña pasea al abuelo como en otras ocasiones, y ante la insistencia de él en seguir buscando la estación ella decide abandonarlo en la calle, ya cansada de pasearlo.
El abuelo continúa solo a partir de ese punto, consiguiendo llegar finalmente hasta las vías del tren, en las que se mete, quedando una de las ruedas de la silla enganchada a las vías sin ser capaz de sacarlas, por lo que poco después es arrollado por un tren.
Poco después acuden los policías a la casa de los Flodder con los restos de la silla, ante lo que la señora Flodder comenta: "un plato menos".
Johnnie continúa su aventura amorosa con Yolanda, a la que le cuenta cómo siente lo ocurrido al abuelo, pese a que ni siquiera tienen claro que fuera de la familia, pues se ligó a una tía suya y desde entonces se quedó a vivir con ellos.
Johnnie le comenta que en el fondo es un tío muy sensible tras hacer el amor con ella en el coche y mientras contemplan la puesta de sol, cayendo entonces sobre el parabrisas la cagada de una de las gaviotas que sobrevuelan el vertedero frente al que se encuentran.
Tras su aventura Yolanda regresa a su casa donde la espera su marido, que, tras acusarla de tener un amante la golpea, por lo que, indignada ella hace su maleta y se marcha.
Johnnie hace entretanto el reparto de las botellas del alcohol destilado por su madre.
Henkie, el más pequeño de los hermanos se cuela en una casa de la urbanización para robar, pero cuando ve que tienen un piano no puede reprimirse y comienza a tocar una pieza, lo que hace que lo descubra el dueño de la casa, que le asegura que tiene talento antes de ver cómo se marcha corriendo tras ser descubierto.
Ed Neuteboom, el vecino chantajeado se pasa también al bando enemigo, urgiendo al presidente del club de tenis para que tome una decisión contra la familia Flodder.
Entretanto, cuando la señora Flodder se dispone a deshacerse del tren del abuelo se le cae uno de los vagones, observando que en el mismo había dos fajos de billetes, comprobando que en cada uno de los demás vagones ocurría lo mismo, teniendo acumulados un total de 825.000 florines.
Las protestas vecinales llegan a oídos de los representantes municipales, por lo que en el ayuntamiento presionan a Sjakie para que reconduzca la situación.
Y mientras los vecinos se preparan para una reunión en la que decidirán las medidas a tomar contra la familia, Johnnie le cuenta a su madre que Yolanda y él se van a enrollar oficialmente y que esa misma noche harán una fiesta a la que invitarán a todos los vecinos para olvidar los malos rollos, decidiendo salir a invitarlos personalmente, aunque al llegar a la primera casa la asistenta les informa de que todos los vecinos se encuentran reunidos en el club de tenis, por lo que deciden ir hasta allí.
En la asamblea, el señor Neuteboom expone ante los demás vecinos que no puede soportar más la situación, ya que no les dejan dormir, se comportan de forma obscena, revuelven las basuras y atacaron a su mujer y a otras vecinas.
La reunión se ve interrumpida por la llegada de Johnnie con Yolanda, que anuncian, como habían previsto ante todos su compromiso, invitándolos a la fiesta de esa noche.
Sjakie, que había acudido a la reunión aprovecha la coyuntura para decir que se trata de un gesto de reconciliación y de buena voluntad, que deben aceptar, pues de lo contrario peligra la subvención del ayuntamiento al club de tenis.
Tratando de demostrar su buena voluntad los vecinos acaban acudiendo a la fiesta donde todos beben demasiado, haciendo una de las chicas un striptease mientras uno de los chicos del club de tenis se acuesta con Kees, a la puerta de cuya habitación hacen cola algunos hombres más a los que Henkie les va cobrando.
Johnnie, por su parte, en un gesto de buena voluntad y dispuesto a empezar de cero, le devuelve a su vecino las llaves del coche.
El escándalo existente en la residencia de los Flodder llama la atención de la policía, que se dispone a intervenir cuando reciben el aviso de que hay un tanque en su zona.
Cuando acuden a comprobar lo que sucede, ven que, en efecto un tanque avanza por las calles de la urbanización sin hacer el más mínimo caso de ellos cuando le piden que se detenga y que se identifique, aplastando de hecho el coche patrulla.
A bordo del tanque, que continúa su camino hacia la casa de los Flodder va un alocado Kruisman, dispuesto a vengarse de todas las afrentas infligidas por esa familia.
Ajenos a él, en casa de los Flodder Kees se besa y toquetea con una de las pijas del club de tenis, y Tilly Neuteboom trata de encontrar a su perrita sin saber que esta fue devorada por el perro de los Flodder, topándose durante su búsqueda con las fotos de su marido acostándose con Kees.
Llega también durante la fiesta el teniente de alcalde para comunicar a los Flodder que les han encontrado una nueva casa más acorde a sus características, contándole entonces la señora Flodder que no la necesitan, pues como les gusta la casa en que viven la compró con el dinero del abuelo.
Llega entonces Kruisman, completamente borracho, a bordo de su tanque, que comienza a disparar contra la casa hasta que Johnnie sube al mismo y lo detiene.
Con la casa destrozada mamá Flodder dice: "la movida no ha estao mal, pero esta vez nos hemos pasao".
Al haberse quedado sin vivienda deben mudarse de nuevo, siendo otra vez entrevistados pos los periodistas que documentaron su anterior mudanza.
Sjakie, que fue el peor parado del ataque de Kruisman, convalece en el hospital totalmente escayolado cuando recibe una postal de los Flodder, que le informan de lo contentos que están disfrutando de su casa del sur de Francia, haciendo que Sjakie se retuerza lleno de rabia e impotencia.