Tres anuncios en las afueras
Three Billboards Outside Ebbing, Missouri (2017) * Gran
Bretaña / USA
También conocida como:
-
"Tres anuncios por un crimen" (Hispanoamérica)
Duración: 112 min.
Música: Carter Burwell
Fotografía: Ben Davis
Guion y Dirección: Martin McDonagh
Intérpretes: Frances McDormand (Mildred Hayes), Sam Rockwell (Jason Dixon), Woody Harrelson (William Willoughby / "Bill"), Abbie Cornish (Anne Willoughby), Lucas Hedges (Robbie Hayes), Caleb Landry Jones (Red Welby), Željko Ivanek (Cedric Connolly), Peter Dinklage (James), Clarke Peters (Abercrombie), John Hawkes (Charlie), Samara Weaving (Penelope), Kathryn Newton (Angela).
Mildred Hayes conduce hacia su casa por el desvío de Sizemore y se fija en tres viejos carteles dañados por la falta de uso.
Acude a la agencia Ebbing, propietaria de las vallas y se interesa ante Red Welby, su titular, por el alquiler, recordándole este que ese desvío casi no se utiliza desde que hicieron la autovía, no habiéndose utilizado las vallas desde 1986, si bien Mildred le ofrece 5.000 dólares por el primer mes, señalando que las quiere alquilar por un año.
El agente Jason Dixon patrulla por Drinkwater Road cantando, cuando de pronto ve a un hombre que está pegando los nuevos carteles en las vallas, pudiendo ver que en una de ellas figura su jefe, pues pone: "¿Por qué, Jefe Willoughby?", viendo que en la siguiente ponen: "¿Y aún no hay detenciones?", discutiendo con Jerome, un chico negro que los está poniendo, antes de leer la primera.
Willoughby está en plena cena de Pascua con su familia cuando recibe la llamada de Dixon desde el primer cartel, donde figura: "Violada mientras moría".
Robbie, el hijo de Mildred ve los carteles cuando su madre lo lleva al instituto, aunque no dice nada, viendo Mildred, una vez en el pueblo, y camino de su negocio de cerámica a Willoughby con algunos agentes cruzando hacia la agencia de publicidad.
Una vez allí, Cedric, el sargento, le dice a Welby que poner esos anuncios puede tener repercusiones legales, aunque este no se deja amedrentar y le dice que no ha violado ninguna ley, contándole que alquilaron las vallas por todo el año y ya lo pagaron, y aunque le preguntan si fue Mildred, él se niega a contestar.
Dixon no entiende por qué no lo detienen, señalando Cedric que no hizo nada ilegal, preguntándole luego este a Willoughby por qué mantiene a Dixon después de haber torturado a un detenido, respondiéndole aquel que porque en el fondo es un buen hombre y no se pudieron demostrar con pruebas sólidas las torturas.
Pese a lo dicho, Dixon le pide a Welby que quite los carteles, aunque no se amedrenta y le dice que creía que solo les pegaba a los negros, y le pregunta si está ya borracho, debiendo llevárselo Willoughby para evitar que se meta en otro lío, diciendo Dixon que da igual, pues nadie pasa por esa carretera a no ser que se pierda o sea un tarado.
Pero en ese momento la televisión entrevista a Mildred frente a los carteles, explicando que su hija fue torturada y violada en esa carretera, pero la policía está demasiado ocupada torturando a negros como para ocuparse de un crimen real y el cadáver quemado de su hija está bajo tierra mientras la policía se dedica a comer donuts y a coger a niños que va por la calle en monopatín, haciendo responsable a Willoughby.
Este tras ver a sus caballos va a visitar a Mildred al que le dice nuevamente que él desea atrapar al culpable, pero el ADN no coincide con el de ningún otro delincuente y no hubo testigos, pidiéndole ella que obtengan muestras de sangre de todos los varones del pueblo mayores, recordándole el sheriff que hay derechos civiles.
Se queja de los carteles, aunque Mildred le dice que tal vez en el tiempo en que ha estado allí estén violando a otra chica, pero que ya ve cuáles son sus prioridades.
Willoughby le cuenta entonces que tiene cáncer y se está muriendo, diciendo ella que ya lo sabe, como el resto del pueblo, preguntando él si a pesar de ello puso los anuncios, señalando ella que no tendrían ningún efecto tras su muerte.
En el bar, totalmente borracho Dixon se dirige a Red, al que acusa de comunista y recuerda que en Cuba matan a los maricones para luego preguntarle si no cree que el sheriff se merece pasar los últimos días que le quedan de vida en paz, asegurando Red que ignoraba dicha enfermedad.
Llega también al bar Mildred a la que James, el enano le dice que la vio en televisión y estuvo muy bien, con lo que Dixon no está de acuerdo, diciéndole Mildred si no tendría que estar ya con su mamá, burlándose de él, antes de ponerse a jugar al billar.
Cuando regresa a casa encuentra al padre Montgomery hablando con Robbie, y que desea hablar con ella sobre los anuncios, pues, le asegura, todo el pueblo está con ella respecto a Angela, pero en contra de los anuncios, pues todos quieren a Willoughby.
Mildred le recuerda que cuando comenzaron a proliferar las bandas callejeras en Los Angeles aprobaron leyes por las que todos sus miembros eran culpables de los crímenes cometidos por sus bandas aunque ellos no supieran nada del asunto y que la iglesia es igual que una banda y que, aunque él estuviera en su casa tranquilamente, si uno de sus colegas violara a un monaguillo, sería tan culpable como él, pues no ha hecho nada para evitarlo, y como es culpable de violar a un niño, no tiene autoridad para dar lecciones, por lo que le pide que se marche de su casa.
El médico que lleva a Willoughby le dice que están de su parte, mostrándose el sheriff enfadado tras haber escuchado eso mismo de un montón de gente, y tras salir después de arrancarse la vía violentamente pide que le den el expediente del caso Hayes.
Dixon pregunta si el de Angela o el de Mildred, pues tienen dos denuncias contra esta, uno de una mujer bizca y otra de un dentista gordo.
Con las fotos del caso van junto a las vallas, donde la chica fue quemada, pidiéndole allí a Dixon que deje en paz a Welby.
Entretanto Mildred va a visitar al dentista que lo denunció, diciendo tener una pieza que se mueve, dictaminando el dentista que deben quitársela, debiendo ser ella quien pide que le anestesie, y cuando, mientras se dispone a sacársela, le recrimina lo de las vallas, momento en que ella coge el taladro del dentista y se lo clava en el dedo gordo.
Willoughby va a buscarla a su tienda para interrogarla, negando ella haber ido al dentista pese a tener la cara hinchada, y no poder casi hablar, llevándosela a comisaría donde Dixon le echa en cara decir esas patrañas en televisión, pidiéndole Willoughby a Mildred que no se meta con Dixon, pues si echara a todos los polis racistas se quedaría solo con tres que odian a los maricas.
Mildred declara que al dentista se le resbaló la mano y se perforó el dedo él solo, diciendo que es su palabra contra la suya, igual que en el caso de las violaciones.
El sheriff le dice que puede tenerla tanto tiempo en el juzgado que la tienda no funcione y no le quede dinero para pagar los anuncios, tras lo que le pregunta qué piensa Charlie, su exmarido que fue policía sobre los anuncios, recordando ella que Charlie es expolicía y exmaltratador, lo que asegura es equivalente, no entrando en su provocación cuando le pregunta si Charlie sigue con la becaria del zoo de 19 años.
Mientras hablan, Willoughby sufre un ataque de tos, lanzando sangre a la cara de Mildred que debe pedir ayuda, llevándoselo una ambulancia.
De vuelta a su casa con Robbie, este se lamenta de que si tiene algún momento de no pensar en la muerte de su hermana, violada mientras moría, los carteles que hizo poner se lo recuerdan y que después de esforzarse en no conocer los detalles de lo que le ocurrió porque no le aportaban más que sufrimiento, se lo digan con letras de 6 metros.
Ella le dice que le pasó el informe policial, aunque él le dice que prefirió no leerlo.
Mildred, en la habitación de su hija, recuerda sus últimos momentos.
Aquel día, Angela le preguntó si podía coger el coche, pero ella le dijo que no, que iría con Denise a tomar algo y además sabe que ha fumado marihuana, a lo que Angela le responde que no puede hablarles de moralidad cuando ella les llevaba de pequeños conduciendo borracha, respondiéndole que le ocurrió una vez y debido a las palizas que le propinaba su padre, diciendo su hija que de eso solo consta su palabra.
Robbie acaba insultando a su hermana por el trato a su madre, quejándose ella de que nunca se ponga de su parte.
La chica vuelve a preguntarle si le dejará el coche, diciéndole su madre, enfadada, que se vaya andando, no dándole siquiera dinero para un taxi por sus malos modales, diciéndole Angela que se irá andando y que espera que la violen por el camino, respondiéndole su madre que ella también lo espera.
Al día siguiente los ánimos están tensos en la casa y para relajarlos, Mildred le lanza los cereales a su hijo a la cabeza, llegando en ese momento Charlie, su padre, con su novia, y le pregunta por los anuncios, respondiéndole ella que después de 7 meses sin saber nada de la investigación sobre la muerte de su hija, no ha dejado de tener noticias desde que puso las vallas, aunque el marido cree que en lo que se están concentrando es en cómo fastidiarla a ella, a lo que Mildred le responde que cuanta más atención recibe un caso, más posibilidades hay de resolverlo.
Robbie le pregunta por qué no hace que Penelope baje del coche, diciendo Mildred al enterarse de que la chica está fuera que ya había notado cierto olor, ya que siempre afirma que la chica huele a mierda porque trabaja en el zoo, haciendo que indignado Charlie la coja por el cuello de forma violenta, tratando Robbie de impedirlo, y cortando el momento la propia Penelope que entra en la casa diciendo que quiere hacer pis.
Finalmente, Mildred le pide que se vaya con la chica del zoo si ya dijo lo que tenía que decir, saliendo entonces Penelope para decir que la echaron del zoo debido a recortes, pero que consiguió otro trabajo cuidando los caballos de paseo de los discapacitados.
Charlie le dice que ella aparenta ser una buena madre, pero una semana antes de morir Angela fue a preguntarle si podía ir a vivir con él porque no aguantaba el estar discutiendo a cada momento con ella y que si hubiera accedido estaría viva.
Dixon cena con su madre que le pregunta por Mildred y le sugiere que la ataque, atacando a sus amigos.
Al día siguiente, encuentra en la tienda una nota de Denise diciendo que la han detenido.
En comisaría le dicen que la detuvieron por tenencia de droga y que no van a fijar fianza, preguntando Mildred a Dixon si su actitud se debe a que su madre le ha aleccionado.
Entretanto Willoughby, que no quiso quedarse en el hospital, sale con su mujer y sus hijas al campo y pone a las niñas en una manta y les impone unas reglas. No salir de los límites de la manta y dedicarse a pescar con unas cañas de juguete unos peluches que llevaron, yendo entretanto él con su mujer al bosque.
Mildred coloca flores junto a las vallas y ve a una cierva, y por un momento se pregunta si no será la reencarnación de su hija, aunque ella no lo cree.
Red llama a Mildred y le dice que ha revisado el contrato y lo que le pagó es un depósito y debe pagar ya el siguiente mes, preguntándole ella si le presionó Willoughby, señalando él que no, pero que debe pensar que va a morir, interrumpiéndoles la secretaria de Red para decir que un mensajero dejó un sobre para este con los 5.000 dólares del pago del siguiente mes.
Esa noche, Willoughby acuesta a sus hijas, que preguntan si su madre está borracha, diciendo él que solo tiene migrañas y tras dejar a su mujer acostada en el sofá. recuperándose tras una vomitona por beber y recordar lo bien que hicieron el amor en el bosque, sale al establo, donde, tras colocarse una bolsa en la cabeza se da un tiro.
En una carta, le dice a Anne que es un acto de valentía. Sufrirá menos en ese disparo que en lo que le quedaba y no soportaría ver cómo la atormentaba su dolor, y así, sus últimos recuerdos con él serán una buena tarde a orillas del río haciendo el amor.
Cuando se entera, Dixon se desmaya y llora, aunque luego dice que sabe que lo mejor que puede hacer por él es ser un buen policía, por lo que cruza la calle, entra en el despacho de Red y tras romper la ventana del piso superior lo lanza por ella, golpeando a su secretaria, que protestaba y volviendo a golpear a Red al llegar a la calle mientras le dice que también puede golpear a los blancos, viendo cómo lo observa un hombre negro anonadado y al que le pregunta qué mira.
En la radio dan la noticia del suicidio de Willoughby y especulan sobre las causas de la muerte. Enfermedad, estrés o por los carteles de Mildred, la cual ve al llegar al instituto con Robbie cómo algún compañero lanza una lata de bebida contra su coche, ante lo que ella sale y pregunta a un chico quién la lanzó, y, como no le responde le da una patada en la espinilla, lo que repite con otra chica para vergüenza de su hijo.
Entretanto, el hombre negro que contempló la acción de Dixon entra en comisaría y se presenta como la persona que va a sustituir a Willoughby, algo que no se toman en serio, preguntándole el hombre, a Dixon, que tiene los pies sobre la mesa, qué le pasó en la mano, respondiendo que un accidente al lanzar a una persona por la ventana, diciéndole el superior, Abercrombie, que eso no es lo que les enseñan en la academia.
Pregunta tras ello cómo van las investigaciones en el caso de Angela Hayes, respondiéndole Dixon que qué coño le importa, ante lo que el nuevo sheriff le pide que le entregue el arma y la placa.
Mildred atiende su tienda cuando entra un tipo con pinta de matón que pregunta por el precio de una de sus figuras, que lanza y rompe, diciendo que lo hace tal vez porque es amigo de Willoughby o porque quizá fue quien se folló a su hija mientras moría, y, aunque luego lo niega, le dice que le habría gustado hacerlo, sonando entonces la campana de la entrada y evitando que le haga algo más.
La que llega es Anne, la mujer de Willoughby, que le entrega una carta que este dejó para ella, diciéndole que imagina que es el final perfecto para ella, preguntando Mildred si la está culpando de esa muerte, lo que niega, mostrándose desolada tras el suicidio del marido.
En la carta, Willoughby le dice que siente no haber podido resolver el asesinato de su hija, aunque espera que suceda. A veces, dice, por pura estupidez, alguien presume en un bar o en una celda del caso y este se resuelve de la forma más tonta.
Le dice también que lo de las vallas fue una gran idea, y que su venganza fue pagar el siguiente mes, y aunque su muerte nada tiene que ver con las vallas sabe que muchos lo pensarán y le pareció divertido que ella tuviera que defenderlas con él bajo tierra.
De regreso a casa en el coche, Mildred se entera por Robbie de lo que Dixon le hizo a Red, cuando de pronto observan los carteles ardiendo, corriendo Mildred con su extintor a tratar de apagarlos, pero el fuego es enorme y no lo consigue, ni siquiera con otro extintor que Robbie trae desde casa.
Pronto llegan ambulancias y bomberos y Abercrombie, con el que Mildred no habla pese a que este trata de hacerlo y le dice que no todos son el enemigo.
Mildred, rabiosa, se promete a sí misma que va a acabar con los hijos de puta.
Al día siguiente ve al equipo de televisión retransmitiendo un reportaje sobre la quema de las vallas y escucha a la reportera plantearse si eso pone fin a la historia de estas, asegurando ella que no pone fin a nada y que es solo el principio.
Dixon recibe una llamada de Cedric, que le dice que Anne le llevó una carta de Bill para él, y le pide que vaya cuando ya no haya nadie en comisaria aprovechando que tiene las llaves y aproveche para dejarlas ya allí.
En la carta, que lee en comisaría, Bill le dice que, aunque no lo crea, piensa que tiene madera para ser un buen policía, aunque tiene demasiada rabia.
Mientras él lee la carta Mildred se acerca a la comisaría, ahora cerrada y hace una llamada de teléfono para cerciorarse de que no queda nadie dentro, no escuchándola Dixon, porque tiene los cascos puestos.
Mildred lanza entonces varios cócteles molotov contra la comisaría, no dándose cuenta Dixon del fuego hasta que el último cóctel provoca una explosión,
Procura calmarse como le pidió Bill y tras guardarse el sumario del caso Hayes salta por la ventana, siendo atendido por James, que consigue apagar el fuego que le quemaba.
Mildred y James contemplan las labores de extinción desde enfrente, declarando James que él y Mildred venían juntos de su casa cuando vieron arder la comisaría.
Cuando se va el policía, James aprovecha para pedirle que cene con él la siguiente semana, lo que ella acepta, aunque le dice, no la follará.
Dixon, quemado y cubierto de vendas es llevado junto a Red, que trata de animarlo y calmarlo, viendo cómo llora.
Dixon le pide entonces perdón, no entendiendo Red por qué se lo pide, diciéndole que le pide perdón por haberlo tirado por la ventana, acercándole Red, pese a todo, un vaso de zumo con una pajita.
Jerome, que colocó los anuncios va a ver a Mildred y le dice que por si hay algún problema con los anuncios, la imprenta los entrega por duplicado, y él tiene allí el duplicado, por lo que poco después entre James, Robbie, Jerome y Denise, que por fin salió de la cárcel, colocan los carteles de nuevo.
Cuando sale del hospital Dixon va a un bar local para tomar una cerveza y se adormila.
En la mesa de al lado se sienta el hombre que amenazó a Mildred, junto con otro tipo, contando el primero que descontroló y se le fue la cabeza durante un rato mientras abusaba de una mujer, unos 10 meses atrás, asegurando que fue uno de los mejores polvos de su vida.
Dixon, que lo escuchó todo sale a fumar y se fija en la matrícula.
Pero el tipo que estaba contando la violación se fija en él al entrar y cuando ve que le mira le pregunta si le pasa algo con él. Entonces Dixon se sienta frente a él, junto a su amigo, y borracho, le pregunta si le gustan los trucos de magia, arañándole la cara, lo que le supone recibir una tremenda paliza, evitando Jerome que acaben con él al decirles que es un poli, tras lo que se marchan.
Mildred y James salen a cenar, viendo cómo entran al restaurante Charlie y Penelope.
Cuando James va al servicio Charles se acerca a ella, que le pregunta si la niña de las caquitas no tendría que estar ya en la cama, diciendo él que no, pues pensaba llevarla al circo, aunque ya no es necesario.
Ella le dice que está con James porque le hizo un favor, diciéndole Charles que no tiene que justificarse, tras lo que dice que solo quiere decirle que siente lo de las vallas, pero que iba muy borracho.
Mildred le dice tras ello a James que quiere marcharse y que ya quedarán, asegurándole James que no le apetece volver a quedar así, diciendo ella que la obligó a salir, recordándole él que solo la invitó y que sabe que no es un gran partido, solo un enano que vende coches y tiene problemas con la bebida, pero ella es la mujer que nunca sonríe y que no dice nada bueno de nadie y que por las noches se dedica a incendiar comisarías, por lo que se pregunta por qué no es él un buen partido y se marcha.
Mildred se acerca a la mesa de su marido y le pide que sea bueno con Penelope y les deja su botella de vino.
Jason llega a su casa herido por la paliza. Entra al baño y coge un tubo pequeño. Se saca de las uñas la piel del hombre al que agredió y apunta en el tubo la matrícula.
Va al día siguiente a ver a Mildred a la que le dice que, aunque no quiere darle falsas esperanzas tiene el ADN de un tipo que podría ser el asesino, contándole lo que escuchó y dice que, aunque le dieron una paliza de muerte, gracias a ella consiguió su ADN.
Abercrombie felicita a Dixon por su trabajo, pero, le dice, no es su hombre, pues no coincide su ADN con ningún delito y ni siquiera estaba en el país entonces.
Dixon le explica a Mildred que no encontraron al asesino, lo que ella escucha llorando, si bien, le dice que la ilusión de ese día es más de lo que ha tenido en mucho tiempo.
Dixon le dice entonces que sabe que no es su violador, pero es un violador y tiene su matrícula y sabe que vive en Idaho, diciéndole Mildred que justo al día siguiente tiene que ir a Idaho, proponiéndole él acompañarla.
Al día siguiente parten en efecto ambos hacia Idaho, con el rifle de él, contándole Mildred por el camino que fue ella la que incendió la comisaría, respondiéndole él quién podría haber sido si no.
Le pregunta tras ello si está seguro de matar a ese tío, asegurando él que no, diciendo que ella tampoco, pero que podrán decidirlo por el camino.