Todos los nombres de Dios
España (2023) *
Género: Drama / Suspense
Duración: 105 min.
Música: Carlos Jean
Fotografía: Tommie Ferreras
Guion: Gemma Ventura
Dirección: Daniel Calparsoro
Intérpretes: Luis Tosar (Santiago Gómez / "Santi"), Inma Cuesta (Pilar Montero), Nourdin Batán (Hamza Chait), Roberto Enríquez (Gerardo Galván), Patricia Vico (Laura), Lucas Nabor (Raúl), Fernando Cayo (Ramón), Antonio Buíl (Capitán Vilches), Fátima-Zohra Mohamed (Farida), Intissar El Meskine (Selma), Joan Solé (Artificiero Tedax, Jesús), Abdelatif Hwidar (Hombre Árabe).
Santi recorre la ciudad con su taxi. Tras una noche de trabajo, para para desayunar en un bar, donde coincide con Ramón, también taxista y amigo, que le comenta que ya le dieron el resultado de los análisis y tiene alto el colesterol, aunque sigue comiendo cosas grasientas porque, asegura que de algo hay que morir, diciéndole su compañero que rápido si se puede, pidiéndole Ramón perdón.
Cuando sube de nuevo al taxi recibe una llamada de Laura, a la que le dice que va a coger al último cliente y luego la llama.
Lleva a una mujer a la terminal del aeropuerto y llama a Laura desde allí mismo.
Laura le dice que podrían ir a algún sitio a comer por hacer algo diferente, y justo cuando cuelga hay una tremenda explosión en la terminal.
En medio del caos y la confusión, y entre muertos y heridos, decide auxiliar a uno de estos, al que lleva hasta su taxi con intención de llevarlo a un hospital.
Cuando escucha la noticia, Laura se asusta y despierta a su hijo Raúl, pues su padre no le coge el teléfono, por lo que llaman a Ramón.
Entre tanto, Santi, con el taxi cubierto por cenizas, arranca con el herido, momento en que el muchacho saca un arma y le pide que lo saque de allí y no permite que coja el teléfono para contestar a su mujer.
Pese al caos generado, y a que llegan decenas de coches de la guardia civil, ambulancias, bomberos y policías, consiguen salir.
Desde un local siguen, a través de varias pantallas, todos los movimientos, varios árabes, comentando el que parece estar al mando, que falló uno de los detonadores y que no funciona el mando a distancia
Una joven árabe, Selma, se despierta por una llamada. Ve que Hamza, su hermano, el muchacho que subió al taxi, le dejó un mensaje diciéndole que cuando vea el mensaje, él ya no estará en esa vida porque va a entrare en el paraíso.
Ve tras ello, alarmada, las noticias. Le cuenta luego a su madre que Hamza ha muerto, y le muestra el mensaje y le dice que deben ir a la policía, aunque ella dice que no, pues ellas no hicieron nada y su hermano no es un asesino. Que le engañaron.
Santi ve que Hamza tiene su cuerpo rodeado con un chaleco lleno de explosivos, y le pregunta por el GPS, que dice tiene en la guantera.
Suena en ese momento el intercomunicador, escuchando a Ramón que pregunta a Santi si le oye, pues están buscándole por lo del atentado y están preocupados, pidiéndole Hamza que lo apague.
Ramón llega al aeropuerto con Laura y con Raúl, pero no les dejan pasar, aunque pueden ver que no está allí su taxi.
Creado un gabinete de crisis a cuyo mando está un general, se incorpora al mismo la comandante de la guardia civil Pilar Montero, que se estrena en el cargo con ese atentado, y que llega justo antes que Gerardo Galván, de la Agencia de Inteligencia.
Santi para en una gasolinera, advirtiéndole el terrorista que le estará apuntando.
Lo acompaña a la tienda, donde pide que coja alicates y un destornillador y algo de comida y agua, fijándose Santi en que hay una cámara.
Van luego al servicio donde Hamza, con los alicates, corta, con angustia, y con el temor de Santi, al verlo, uno de los cables, descansando al ver que no ocurrió nada.
Se quita tras ello el chaleco con explosivos.
El gabinete policial identifica, tras ver las imágenes de las cámaras, a los tres terroristas, observando que son muchachos de unos 20 años, aunque reparan en que solo hubo dos explosiones y se plantean qué ocurrió con el tercero, si le falló el explosivo o si se arrepintió y sigue vivo.
El terrorista regresa con Santi al taxi, guardando su chaleco en el maletero y obliga al taxista a desactivar su GPS.
Laura, su hijo y Ramón acuden al hospital, pero en el listado tampoco figura Santi.
En televisión ven las fotos de los tres terroristas, y la hermana de Hamza ve a este.
Los mandos policiales tienen información de estos y ven que crearon perfiles falsos en redes y piensan que el inductor pudo ser Kadar Abadi, ahora arrestado.
El taxista sale de la ciudad y le hace ir a un descampado y tira su chaleco de explosivos a un pantano, dejando entretanto a Santi con las manos atadas al volante.
Gerardo Galván es el encargado de interrogar a Abadi, que asegura no conocer a los terroristas.
La guardia civil detiene, al ir al piso donde vivían los terroristas a un joven magrebí que trataba de huir por las escaleras de emergencias.
Ramón y sus acompañantes van a la morgue, pero tampoco allí encuentran a Santi, por lo que pide a Laura que acceda a la aplicación del GPS de Santi, en la que pueden ver que este se desconectó una hora antes en la zona de Somosierra.
Santi pide a Hamza que le deje orinar y aprovecha el momento para coger una piedra e intentar golpearlo, aunque el joven es más fuerte e inician una pelea que les hace caer por un pequeño tramo de desnivel, apuntándolo al llegar abajo el joven con su pistola, aunque una vez en esa situación se derrumba angustiado.
Se sientan luego juntos y Santi le pregunta qué va a pasar, diciendo el muchacho que no lo sabe, y que haga lo que haga acabará mal, sugiriéndole Santi hablar con la policía, pues le protegerán, ya que es importante para ellos.
Le pregunta luego por qué no apretó el detonador, a lo que el chico le responde que porque es un cobarde.
Les dijeron que antes de morir verían el rostro del Alá, pero él solo veía el de su madre.
Dan la vuelta de regreso hacia Madrid.
Entre tanto, los terroristas al mando del grupo que organizó la matanza siguen el rastro del chaleco y ven que se detuvo, ordenando el hombre que está al mando, ir a por él.
Estudia también la ficha también de los policías al mando.
Ramón, Laura y Raúl llegan a la gasolinera donde se perdió la señal del GPS, pero la empleada dice que acaba de empezar su turno y no vio a nadie, aunque Laura y Raúl encuentran el GPS destrozado, por lo que Ramón les dice que deben llamar a la policía, aunque Laura no cree que lo busquen, pues es un adulto, y Raúl piensa que se fue y no quiere que nadie lo encuentre. Solo Ramón piensa que no desaparecería así.
Los policías piensan ya para entonces que cogió como rehén al taxista y ordenan que interroguen a los familiares de Hamza.
Van a casa de su madre, pero Selma les dice que no saben nada de él desde casi un año antes, aunque los policías saben que estuvo en Siria los últimos tres meses del año anterior, probablemente recibiendo entrenamiento militar.
Ellas dicen que notaron su cambio tras sus últimas vacaciones en Marruecos, cuando empezó a ir a la mezquita cada día cuando antes nunca iba y a ella le obligaba a llevar el hiyab, que nunca había llevado.
La madre les dice que quería ser un buen musulmán, pero lo engañaron.
Les cuentan que creen que sigue vivo y creen que puede ponerse en contacto con ellas, por lo que les piden que si lo hace les avisen para poder ayudarle.
El interrogatorio al compañero de piso de los terroristas inmolados no da resultados, pues el muchacho parecía ignorar sus intenciones.
Se debate en el gabinete de crisis si deben hacer público todo y pedir la colaboración ciudadana, aunque Pilar opina que no deben poner en peligro la vida del taxista y propone esperar al amanecer para que el terrorista siga confiado y cometa algún error.
Indica luego que desea hablar personalmente con la familia de Santi.
Este, después de una noche de trabajo, y ya muy cansado se ve obligado a dar un volantazo después de dar una pequeña cabezada.
Hamza recuerda su niñez, cuando su madre le dio una pulsera de cuentas y le dijo que cada uno de los 99 granos representaba uno de los nombres de Dios.
La segunda vez que Santi se queda dormido no logra reaccionar y acaba precipitándose por un pequeño desnivel y volcando.
Trata de ayudar al joven, pero ve que no está ya en el taxi, y observa que está unos metros más abajo sin sentido.
Se plantea huir, pero, finalmente baja para ayudarle, y le practica el boca a boca hasta conseguir que vuelva en sí.
El chico le pide que no le deje solo, pero carga con él hasta la carretera.
En su casa, Laura sigue con preocupación las noticias mientras Raúl ve los videos del último cumpleaños con su padre y luego, mientras llora, un vídeo de su hermana, enferma de cáncer.
Laura recibe la llamada de Pilar Montero.
Llevados hasta el lugar de seguimiento del operativo, Pilar les muestra las imágenes de Santi en la gasolinera y les informan que el terrorista se llevó a su marido como rehén, por lo que les pide que permanezcan allí hasta que le localicen, llevándolos a una sala para que esperen.
Los periodistas se arremolinan en la puerta de la familia de Hamza, los cuales reciben insultos de otros musulmanes más radicalizados.
En la carretera, Hamza pide a Santi que hable con su madre, aunque Santi lo anima y le dice que no hará falta, pues saldrá bien, aunque el chico le dice que no lo cree y le entrega la pulsera de cuentas para que se la dé a su madre.
Mientras esperan, Santi le cuenta que su hija mayor, Mónica, murió un año y medio antes de cáncer y que nadie merece vivir la muerte de un hijo.
Llega finalmente un coche y Santi corre a pararlo y pide ayuda, pero el conductor saca un arma y dispara a Hamza, tras lo que golpea y dejan sin sentido a Santi.
Despierta unas horas más tarde confuso y sin saber dónde está, aunque cuando recupera la consciencia del todo observa que tiene entorno a su cuerpo un montón de explosivos conectados a móviles.
Suena un móvil que lleva encima. Le habla el jefe del operativo terrorista, que le dice que ahora va a acabar él la tarea que Hamza no hizo.
Le explica que, cuando acabe la llamada, se activará la bomba que lleva puesta, que funciona con sensores de movimiento muy sensibles y que, para que no explote, debe andar, constantemente, pues si no lo hace, morirá.
Él pregunta por qué le hacen eso a él, que no hizo nada, a lo que le responde que el poder de una imagen vale más que 1.000 palabras y que su imagen va a dar la vuelta al mundo, tras lo que activa el detonador.
Montero recibe un mensaje con la foto del taxista con los explosivos.
Este, comienza a andar por el edificio del ayuntamiento y pide ayuda, aunque todos, al ver los explosivos salen corriendo, advirtiendo él que no puede parar de andar, aunque pide que llamen a emergencias y que desalojen el edificio.
Poco después llegan los antidisturbios junto con un artificiero y con la comandante y le entregan a Santi un intercomunicador para estar conectados.
Jesús, el artificiero, le dice que va a comprobar el tipo de explosivo que lleva, observando todo junto a él sin parar de caminar, mientras habla con Pilar Montero.
Él le pide que se pongan en contacto con su familia, aunque le indican que ya lo hicieron.
Le piden que les cuente cómo pasó, y les explica también que Hamza está muerto.
Les entrega el teléfono con el que habló don el terrorista, aunque ya nadie responde.
El artificiero informa que es TATP y que lleva tres candados en la zona de abertura en la espalda y un temporizador incorporado, y que solo podrían desactivarlo parados, por lo que sugiere trasladarlo a una zona despejada y allí que camine sobre una cinta.
Gerardo sugiere activar una explosión controlada, aunque Pilar no está de acuerdo.
Esta recibe de pronto una llamada del terrorista que le informa que, si en 5 minutos, no está Santiago en la Gran Vía para que lo vea el mundo entero, activarán el chaleco.
Pilar dice que la explosión no es una opción, aunque el resto de los miembros del gabinete no quieren que todo el mundo pueda ver a un civil cargado de explosivos por el centro de Madrid, pues puede estallar en cualquier momento y además sería un precedente peligroso el ceder a las exigencias de un terrorista.
Ella dice que los terroristas tienen imágenes de Santiago en los baños y, aunque quisieran ocultarlo, ellos la sacarían y les acusarían de su muerte y debe quedar claro que hicieron todo lo posible por salvarle la vida.
Santiago sale finalmente del edificio, y, escoltado por decenas de vehículos policiales hasta llegar hasta la Gran Vía.
Él indica a Pilar que necesita hablar con su mujer.
Les pregunta si están bien y les pide que estén tranquilos, pero Raúl ve entretanto en su móvil las imágenes de su padre cargado de explosivos caminando por la Gran Vía.
Los agentes tratan de pensar en un plan, pensando Pilar que lo mejor es engañar a los terroristas y llevarse a Santiago sin que se den cuenta, trucando las imágenes aprovechando el pequeño margen que les queda hasta que se haga día en Estados Unidos, ya que los terroristas quieren que se vean esas imágenes en directo en todo el mundo, aunque para ello deben suspender Internet durante varias horas.
Raúl se siente agobiado y pide que le dejen hablar con su padre, y aunque este le pide que no vea nada en Internet, Raúl le pide que no se rinda. Que sabe que se siente muy mal desde que murió Mónica y que él está igual, agotado, y que siente que ya nada es igual, pero que si muere él y su madre se mueren también.
Los técnicos deciden grabar un tramo vacío de la Gran Vía al que no llegó aún Santi y colocar sobre esa imagen una grabación previa de Santi y del convoy.
Pilar le informa que es su tercer día en el cargo, diciéndole él que ha entrado por la puerta grande.
El jefe de los terroristas llama a uno de sus subordinados pidiéndole que acelere el final, marcando el número uno.
En el centro de mando interceptan la llamada en Lavapiés y se preparan para actuar.
El terrorista que recibió la llamada saca un teléfono guardado en una caja y marca el número 1, haciendo que el teléfono que Santi lleva en el pecho suene, viendo este cómo se encendió un temporizador que marca 21 minutos.
Cuando los técnicos tienen todo listo, cortan Internet y Pilar pide a Santiago que gire a mano derecha, y, aunque él pide que le dejen solo, para que no muera nadie le llevan hasta un camión al que sube, sin parar, por la rampa, esperándole dentro una cinta en que podrá seguir caminando, pero sin moverse de sitio para que Jesús, el artificiero puedan actuar mientras van hacia un espacio de descampado vigilado.
Pero el terrorista que dirige las operaciones de estos analiza la imagen, parándola y observa que no tiene el temporizador en marcha.
El hombre al que llamó antes y que puso en marcha el temporizador ve cómo la gente sale corriendo y él mismo trata de huir mientras ve que llegan los policías, no pudiendo por ello escuchar la nueva llamada que le hace su superior.
Finalmente, el terrorista es atropellado durante la huida, perdiendo el teléfono desde el que ponen en marcha los temporizadores.
Lo encuentran dos niños, que se lo llevan.
Entretanto, el artificiero comienza, con una pequeña radial a quitar el primer candado mientras llegan al descampado y comienzan a quitar el segundo.
Laura y su hijo piden que los lleven junto a él, aunque les dicen que Santi no quiere que estén allí si estallan los explosivos.
Vuelven a hablar, y él les pide perdón por haber sido injusto, pero les dice que los ama con locura. Y Laura le pide que luche con todas sus fuerzas para conseguir salvarse.
Entretanto, los niños que encontraron el teléfono se muestran felices tras lograr encenderlo, aunque ven que en la agenda solo hay dos números, diciendo uno de los niños que llame al primero.
Lo hace, viendo decepcionado que no contesta nadie, pero los números que figuraban en el temporizador cambian.
Es luego el jefe de los terroristas el que llama luego a ese teléfono, que ve que no tiene el teléfono su hombre, sino unos niños.
Consiguen quitar el segundo candado.
Uno de los niños esconde el teléfono en su habitación.
Pero poco más tarde lo encuentra su madre, que le pregunta de dónde salió, diciendo él que lo encontró en la calle.
Es ahora la madre la que acciona el teléfono y marca el número dos y lo hace sonar, mientras en el camión terminan con el tercer candado y Jesús, el artificiero y Santi, salen corriendo dejando el chaleco atrás.
Accionada la bomba por la nueva llamada, ambos hombres salen volando por la onda expansiva, aunque vivos.
Pilar lo visita luego en la ambulancia y le informa que su familia está de camino y le dice que lo consiguió, llegando también Gerardo, que felicita a Pilar por su trabajo.
El jefe de los terroristas recoge algunas cosas antes de abandonar el local.
Poco después llegan Laura y Raúl al lugar donde atienden a Santiago y se funden en un abrazo y lloran juntos.
Ya en su casa, Santi se da una ducha y sale hacia la casa de la madre de Hamza y entrega a esta la pulsera de cuentas que le entregó Hamza sin decir nada.