Todos nos llamamos Alí
Angst essen Seele auf (1974) Alemania
También conocida como:
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"La angustia corroe el alma" (Argentina)
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"El miedo corroe el alma" (Uruguay)
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"Todos los demás se llaman Alí" (México)
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"Miedo devorar alma" (Panamá)
Género: Drama
Duración: 93 Min.
Música: Peer Raben
Fotografía: Jürgen Jürges
Guion y Dirección: Rainer Werner Fassbinder
Intérpretes: Brigitte Mira (Emmi Kurowski), El Hedi ben Salem (El Hedi ben Salem M'Barek Mohammed Mustafa / "Ali"), Barbara Valentin (Barbara), Irm Hermann (Krista), Rainer Werner Fassbinder (Eugen), Karl Scheydt (Albert Kurowski), Marquard Bohm (Gruber), Walter Sedlmayr (Angermayer).
Emmi, una mujer en la sesentena entra en un bar donde observa cómo la miran todos, pues es la única clienta que no es árabe.
Le explica a la camarera que fuera llovía mucho y por eso entró en el bar, y le cuenta que cada noche pasa por la puerta y le atrae la música y se preguntaba en qué idioma cantaban, respondiéndole la camarera que en árabe, porque aunque en la máquina de discos tienen música alemana, ellos prefieren la árabe.
Otra mujer que está con los árabes se plantea que debe estar un poco loca que debe ir allí porque no tiene a nadie con quien hablar y le dice a uno de los árabes que vaya con ella, lo que este declina.
Pero pone luego una canción en la máquina de discos y le indica al joven antes rechazó irse con ella, que pida a la vieja que baile con él, aceptando este el reto.
Se dirige con su torpe alemán a la mujer y le pide que baile con él, pues parece triste y no es bueno estar solo, aceptando ella pese a que, dice, hace más de 20 años que no baila y a lo mejor no sabe, diciéndole él que lo harán despacio.
Salen a la pista y la chica pide que bajen la luz con intención de reírse.
Pero la pareja baila sin inmutarse y la mujer le pregunta a él de dónde son, diciendo él que de Tismit, una pequeña ciudad de Marruecos. Un lugar bonito, pero sin trabajo y lleva trabajando allí dos años.
Ella le dice que también trabaja mucho.
Le pregunta si está casada, diciendo ella que su marido murió hace mucho tiempo.
Él le cuenta que trabaja en una fábrica de coches y que por la tarde va allí porque le gusta la música y se encuentra con sus colegas árabes, que no tienen otro sitio, porque alemanes y árabes no se juntan, preguntando ella por qué, diciendo él que son diferentes, porque en el trabajo el alemán es el señor y el árabe el perro, pero no lo piensa demasiado, pues si piensas mucho, lloras mucho.
Terminada la canción, él se sienta en la mesa con ella y le paga la Coca-Cola, pese a las objeciones de ella, diciéndole él que ella fue amable con Ali y él le paga la bebida.
Le pregunta si se llama Alí, diciendo él que en realidad no se llama así, pero todos le llaman así, porque en realidad se llama El Hedi ben Salem M'Barek Mohammed Mustafa, pero como es muy largo, le llaman Alí y le cuenta que en su ciudad todos tienen nombres muy largos.
Cuando ella finalmente dice que tiene que irse y él le dice que no puede dejar que se vaya sola y que la acompañará, diciéndole ella que puede quedarse para no resfriarse, pues llueve mucho.
Pero la acompaña y le pregunta en qué trabaja, diciendo ella que no le gusta contarlo porque todos la miran raro, pero a él le confiesa que es trabajadora de la limpieza en un edificio de ocho plantas, limpiando ella dos de ellas, una por la mañana y otra por la tarde, y entre medias limpia casas porque hay poca gente que quiera limpiar y que incluso un cliente va a buscarla con un Mercedes con chófer.
Le aconseja luego a él que se ponga ropa clara, pues estaría mejor que tan oscuro.
Le cuenta que pasa mucho tiempo sola y que es bonito hablar con alguien, pues sus tres hijos, dos hijos y una hija están casados y viven su propia vida y se ven solo algunos festivos, contándole él que en Marruecos las familias siempre están juntas y nunca dejan sola a su madre.
Lo invita a un café, pues sigue lloviendo mucho, y le dice que tiene también Coñac, y no es divertido beber sola.
Mientras sube sale una vecina para devolverle los tres marcos que puso por ella y le cuenta luego a otra vecina que "la Kurowski" ha subido con un hombre casi negro y extranjero, comentando la vecina que tampoco Emmi es alemana, por su apellido, y se preguntan qué querrá con él, diciéndole la vecina que quizá comprar una alfombra.
Toman el café y el coñac y le cuenta que su marido era polaco. Que se fue a trabajar durante la guerra y se quedó a vivir allí, aunque los padres de ella no lo miraban con buenos ojos porque era extranjero.
Le dice que su padre era partidario de Hitler. Que en realidad todos lo eran entonces.
Su marido dice, bebía demasiado y padecía del hígado, aunque siempre estaba alegre.
Pero murió en 1955.
Él le cuenta que está soltero y que sus padres murieron, pero tiene cinco hermanas mayores que él que viven en Marruecos, Argelia y Túnez, pues su padre viajaba mucho con los camellos y también bebía mucho.
Alí le dice que debe marcharse, pues en 10 minutos pasa el último tranvía y vive lejos en una casa donde comparte habitación con 5 colegas.
Ella le dice que eso es inhumano, diciendo él que en Alemania los árabes no son personas, y más tras la catástrofe de Múnich.
Ella decide prepararle una cama para que duerma allí esa noche y le dice que desayunarán juntos, pues los dos comienzan a trabajar a las 6'30.
Le prepara en efecto una habitación, e, incluso le da un cepillo de dientes y un pijama de su marido.
Antes de dormirse, Alí fuma un cigarrillo y va luego a la habitación de Emmi, a la que le dice que no puede dormir y que quiere hablar con ella.
Se sienta a los pies de su cama y le cuenta que está siempre solo, pues trabaja mucho y bebe mucho, y que, quizá los alemanes tengan razón y los árabes no son personas, regañándole ella por decir eso. Que pensar entristece y no debe pensar tanto.
Mientras ella le habla, él acaricia su brazo, mientras ella misma se plantea qué queda después de tantos años, pues todo se acaba.
Acaban durmiendo juntos, aunque al despertarse ella sale del cuarto. Pero le abraza luego en el baño.
Mientras desayunan, ella le dice que cocina muy bien y que debe ir un día a comer.
Ella luego le indica que es ya vieja, diciéndole él que no es vieja, que está muy bien y tiene un gran corazón, haciendo que ella llore porque, dice, es feliz, pero tiene miedo, diciéndole él que no tenga miedo, pues el miedo come el alma.
Bajan juntos para ir a trabajar, ella en el metro, y él en el tranvía, por lo que se despiden dándose la mano, mientras la vecina cotilla los ve desde su ventana.
Ella habla a sus compañeros, hipotéticamente, de un árabe que se acerca a una mujer en el metro, diciéndole ellas que los árabes son como cerdos que no respetan nada. Ni siquiera la edad y aseguran que viven todos juntos porque son avaros y además son sucios y solo piensan en mujeres.
Ella dice que trabajan, pero sus compañeras le dicen que no trabajan, y que viven allí a su costa y son violadores y que las que se casan con inmigrantes son mujeres sin escrúpulos, diciendo incluso una, que le daría vergüenza, diciendo otra que son solo unas furcias, apuntando la tercera que en su barrio hay una casada con un turco y nadie le dirige la palabra, diciendo ella que quizá le basta hablar con él, diciendo ellas que ni siquiera saben hablar alemán, pues solo quieren acostarse con una mujer.
Krista, la hija de Emmi está casada con Eugen, que le pide que le traiga una cerveza, y cuando ella le dice que puede ir él, le asegura que si se levanta le pegará.
Le cuenta luego que el viernes trabaja, indicando ella que por fin y lo llama luego vago, pues ni siquiera se levanta cuando suena el timbre.
Cuando abre ve que se trata de su madre, a la que le cuenta que Eugen está de baja hasta el viernes.
Puede ver, mientras Krista, su hija, le prepara un café, cómo él se muestra grosero con su hija, que le pide que se comporte con su madre, pero en vez de ello la llama guarra y le pide que se arregle.
Emmi pregunta si hay inmigrantes allí, diciéndole Krista que no debe ni mencionárselos, pues Eugen se pone furioso, diciendo él que son unos cerdos, contándole su hija que se pone así porque su jefe es turco y no lo soporta.
Él le pide que le lleve el tabaco, a lo que ella se niega, levantándose Emmi para llevárselo, ante lo que Krista le dice que ya va ella.
Emmi les cuenta que se ha enamorado de un marroquí 20 años más joven que ella o más, ante lo que los dos se ríen pese a que asegura que es verdad.
Cuando se marcha Eugen le dice a Krista que a su madre le falta un tornillo, riendo ella.
Emmi regresa al bar donde estuvo el día anterior, pero ve que no está Alí.
La camarera le dice que es raro que entre, pues no llueve, y le dice luego que el bar es suyo, no entendiendo Emmi por qué se lo dice.
Cada vez que escucha pasos fuera, Emmi se gira, pero no llega Alí, y, al ver la actitud hostil de la dueña del bar decide marcharse.
Pero cuando llega a su casa ve que está fuera, esperándola, Alí y corre contenta hacia él, aunque se para antes de llegar y se reprime y le da la mano, subiendo juntos a casa.
Cenan y él le dice que lleva dinero, diciendo ella que no hace falta, diciendo él que siempre paga ella todo y él también come y bebe, diciéndole ella que le gusta hacerlo y gana suficiente y que el dinero rompe las amistades, aunque él insiste, decidiendo ella cogerlo y guardarlo en un cajón, diciéndole que lo dejará allí para que lo coja cuando lo necesite, insistiendo en que no quiere su dinero.
Llaman a la puerta, y, cuando abre ve que se trata del hijo del casero que advierte a Emmi que en su contrato se prohíbe subarrendar y que, por tanto, su inquilino, debe salir del miso al día siguiente, diciendo ella que Alí no es su inquilino, que van a casarse.
Cuando se va Gruber, ella le dice lo que le contó, diciendo Alí que es una buena idea lo de casarse y brinda con ella y que irán a contárselo a sus colegas árabes.
Van al bar para ello y brindan por ellos mientras la chica a la que él rechazó el día anterior dice que es una vieja furcia, diciendo la dueña del bar que lo dice por envidia.
Emmi se levanta para poner en la máquina de discos la que dice es su canción y saca a Alí a bailar con ella de nuevo, haciéndolo muy acaramelados, mientras la otra chica dice que no va a salir bien porque no es natural.
Pero se casan en efecto, recordando ella su nuevo nombre, Emmanuela ben Salem M'Barek Mohammed Mustafa.
Salen solos del juzgado, llamando ella desde una cabina a Krista, que le dice que quiere invitarlos a ella, a Bruno y a Albert el sábado para contarles algo.
Van luego a comer para celebrarlo a la Osteria Italiana, donde, le cuenta, comía siempre Hitler desde 1929 a 1933 y siempre había querido ir allí.
Le dice que comerán las sopas y los postres más caros, segura de que estarán buenos, pidiendo caviar, crema de bogavante y solomillo.
El sábado acuden sus hijos a su casa y le preguntan por qué los ha reunido, preguntándose Eugen si está enferma, diciéndoles ella entonces que se ha casado, dejándolos boquiabiertos, entrando entonces a Alí, del que dice su nombre completo, aunque luego dice que lo llama Alí, quedándose todos callados y sin reaccionar hasta que, de pronto, Bruno se levanta y comienza a dar patadas al televisor hasta romperlo, marchándose tras ello, mientras que Albert le dice que no debió hacerlo, pues es una deshonra, y le dice que puede olvidarse de que tiene hijos, tras lo que se marcha diciéndole que no quiere tener nada que ver con una furcia.
Krista le dice a su marido que se van también, pues no quiere permanecer más tiempo en esa pocilga.
Ella se sienta triste y llora, abrumada, tratando de consolarla Alí.
Cuando él va a comprar, el tendero finge no entenderle diciendo que aprenda primero alemán y que luego vaya a comprar, pese a que le había entendido.
Emmi decide bajar, muy enfadada, pues lleva comprando en esa tienda 20 años, pues ha comprendido que no quieren venderle a él por ser árabe.
Alí le pide que lo deje, pues pelearse no es bueno, pero ella baja y le pregunta por qué no quiere atender a su marido, diciendo él que porque no sabe pedir lo que quiere, asegurando ella que lo ha entendido pero no quiere atenderlo porque es extranjero, aunque él le asegura que no tiene nada contra los extranjeros, diciéndole ella que le entiende perfectamente porque habla mejor que él, ofendiéndose el tendero, que le dice que no le permite que diga que el negro habla mejor que él y le dice que tampoco la atenderá a ella y le pide que abandone la tienda, lo que ella hace indignada.
Cuando regresa ve a varias vecinas reunidas en la escalera, y le dicen que quieren hablar con ella sobre la limpieza del portal, pues han hablado todos los inquilinos de la mierda que hay últimamente en el portal, y acordaron que limpie ella la escalera dos veces al mes, pues, dicen, donde vive uno así, se acumula la mierda, diciéndoles ella que barran delante de sus puertas y dejen la suya tranquila, pues ella no se mete en sus asuntos, llamando a su vecina envidiosa.
Un día al llegar del trabajo le entrega el sobre con su sueldo, viendo ella que ganó más, diciendo él que hizo horas extras, confesando ella que había pensado que se iba a beber con sus amigos, diciendo Alí que él no va a beber sin ella.
Recibe la visita de Paula, una compañera, que le cuenta que murió su hermana y que ha ido para preguntarle si puede sustituirla, pues la enterrarán el lunes.
Ella le presenta a Alí, y le cuenta que es su marido, con el que se casó tres meses antes.
Pero Paula no le da la mano y además dice que debe marcharse y le dice que le pedirá a otra compañera lo del lunes.
Alí asegura que esa mujer lleva la muerte en los ojos y que es mala.
Él le pide que vaya con él a tomar café con sus amigos, pues los alemanes no son buenos, aunque ella le dice que no le apetece ir a ningún sitio, aunque le anima a él a que lleve a sus amigos a casa, lo que a él le parece buena idea.
Cuando llega al bar, al que no llegaron aún sus compatriotas, Barbara, la dueña, le pregunta cómo está, diciendo él que bien, pidiéndole ella que vuelva a visitarla en su casa y le hará cuscús, si no tiene miedo a su mujer, asegurando él que no lo tiene.
Cuando llegan la otra chica y el primer amigo les invita a la fiesta, aunque la chica asegura que no irá a casa de esa vieja furcia, haciendo que él se enfade, llevándose a sus amigos.
Las vecinas avisan a la policía diciendo que no pueden dormir debido al ruido, pues hay cuatro extranjeros en el piso y son árabes y ya saben cómo son, pues ponen bombas, decidiendo los policías echar un vistazo.
En el piso, beben y juegan a los dados y escuchan música, limitándose los policías a advertirle que a sus vecinos les molesta la música, por lo que le piden que la ponga más baja, sin hacer ninguna otra diligencia, lo que ellos hacen.
Al día siguiente, en el trabajo, Emmi va, como cada día, a comer con sus compañeras, que se ponen juntas y la ignoran cuando les pide el cuchillo. Ni siquiera la miran, y, de hecho, acaban alejándose de ella.
Las vecinas hablan también con Gruber, el hijo del dueño, y le preguntan si no se puede hacer nada contra eso, diciendo él que parecen muy felices, indicando una de ellas que no importa la felicidad, sino la decencia, aunque él les dice que no ve nada indecente.
Van a una terraza en un bar donde ven cómo todos los camareros se quedan mirándolos a ellos, que están cogidos de las manos, pues no hay más clientes, diciendo ella que solo les tienen envidia, aunque luego comienza a llorar, contándole que por un lado es muy feliz y por otro, no lo soporta más el odio de todos y le dice que a veces le gustaría que estuvieran solos en el mundo, y, aunque suele simular que no le importa, le destroza, pues nadie le mira a la cara y ponen todos cara de cerdos, llorando desconsolada.
Le propone tras ello viajar hasta algún lugar donde no conozcan a nadie y donde nadie les mire y cuando regresen, todo será diferente.
Unos días más tarde, el tendero observa cómo llegan Emmi y su marido de su viaje, diciéndole su mujer que a ella siempre le cayó bien la mujer y le pide a su marido que la próxima vez que pase por allí salga y le dé los buenos días, pues siempre les hizo buenas compras y cada vez tienen menos clientes por culpa de los supermercados.
Mientras suben con las maletas, salen dos de las vecinas y la saludan amablemente, contándole una de ellas que destinaron a su hijo a Noruega y le pide que le deja meter algunas de sus cosas en su trastero, diciendo ella que se lo dejará y hará que su marido la ayude a bajarlas.
Comentan luego que Emmi es muy amable y que siempre lo fue.
Cuando más tarde baja a hacer la compra, el tendero se hace el encontradizo y le pregunta cómo le fueron las vacaciones y si le hizo buen tiempo, contándole ella que fueron a Steinsee, invitándola él a entrar para que les cuente cómo les fue.
Cuando sube luego a casa, ve que está su hijo Bruno hablando con la vecina cotilla y que, al verla, baja para ayudarle con la compra.
Una vez arriba le pregunta si recibió el cheque que le envió por el televisor y se disculpa por su reacción, diciendo que le sorprendió la noticia, pero que todo se arreglará y que habló también con Krista, y que Albert es el único que no lo ha superado, aunque asegura que lo hará.
Le cuenta luego que en realidad ha ido porque desea pedirle un favor, pues Hildegard, su esposa, aceptó un trabajo de media jornada y estuvieron buscando una guardería, pero no la encontraron y le pide que se encargue de su hija Beate unas horas.
Llega en ese momento Alí, y esta vez lo saluda y le tiende la mano.
Ella le dice que siempre estuvo allí para ellos, diciéndole Bruno que quizá se acerquen a comer el domingo con Hildegard.
Alí le pregunta a Emmi si puede hacerle cuscús, diciendo ella que no sabe hacerlo y debe acostumbrarse a las comidas alemanas, pues a ella no le gusta el cuscús.
Él decide salir entonces y le dice que se va con sus amigos para comer cuscús, preguntando ella si no la lleva, diciendo él que quiere estar solo.
Va hasta la cervecería, que ve que ese día está cerrada por descanso, decidiendo ir a casa de Barbara, que vive al lado.
Duda antes de llamar, aunque finalmente lo hace y, cuando le abre le dice que quiere cuscús, viendo ella cómo él se dirige hasta su cama y empieza a desnudarse, abrazándolo ella mientras ayuda a desnudarlo.
Llega a casa tarde y muy borracho, golpeando la puerta y gritando el nombre de Emmi, aunque se cae en el descansillo, cerrando ella y dejándolo allí.
Al día siguiente ambos se muestran callados y distantes.
Cuando regresa al trabajo, sus compañeras parecen contentas de su vuelta y le presentan a una nueva compañera yugoslava, y le cuentan que despidieron a su otra compañera, Frieda por robar.
Recuperada su amistad, se alejan, ahora con ella integrada en el grupo, de la chica nueva, a la que le pagan 50 céntimos menos que a ella cada hora.
Piensan cómo conseguir que les suban a ellas el sueldo, invitándolas Emmi a tomar un café, aunque excluyendo a Yolanda por ser de otro grupo salarial.
Van, en efecto, esa tarde a su casa y les presenta a Alí, y le dicen que es muy guapo, musculoso y limpio, pese a la fama de que no se lavan, e incluso les muestra lo fuerte que es haciendo que toquen sus músculos, comentando ellas lo suave que tiene la piel, y les dice más tarde que es extranjero y a veces tiene sus cosas.
Ve, cuando va a preparar el café cómo él se marcha nuevamente para ver de nuevo a Barbara, que le dice que tiene que irse a trabajar, pero, le indica, le queda cuscús, y le pregunta si estará allí cuando vuelva.
Emmi sale corriendo cuando escucha ruido en la escalera pensando que se trata de Alí, pero ve que es el casero.
Alí, de hecho, se queda dormido en la cama de Barbara, despertándose cuando llega ella, que le pide que se quede, pues no le gusta dormir sola, acostándose con ella.
Emmi acude al taller donde trabaja Alí y le pregunta dónde estaba, pues, le dice, estaba preocupada y que le necesita, y le pide que vuelva.
Él no dice nada, preguntándole uno de sus compañeros alemanes si es su abuela de Marruecos, riendo todos, incluido él, que no dice nada, marchándose finalmente ella.
Alí juega en el bar a las cartas, perdiendo mucho dinero, por lo que pide a uno de sus amigos que vaya a pedirle a Emmi 100 marcos para seguir jugando.
La propia Barbara le regaña y le dice que va a perder todo el sueldo de la semana, diciendo él que le da igual todo.
En el baño se golpea a sí mismo, dándose un montón de bofetadas.
Su amigo regresa con el dinero y sigue jugando, pero poco después entra la propia Emmi, que pide una Coca-Cola y que le pongan la canción de Gitano negro.
Cuando comienza a sonar, Alí se acerca a la mesa de ella y le pregunta si quiere bailar con él, volviendo a hacerlo como el día que se conocieron.
Mientras lo hacen, él le confiesa que estuvo en la cama con otra mujer, diciéndole ella que no le importa.
Él le dice que, aunque no quiere, siempre está nervioso.
Ella le dice que es un hombre libre y puede hacer lo que desee, pues sabe qué edad tiene y se mira en el espejo, por lo que no puede prohibirle nada, pero que si están juntos deben ser buenos el uno con el otro, pues de lo contrario la vida no vale nada.
Él le dice que no quiere a otra mujer, que la quiere a ella, que le responde que ella también le quiere a él y que juntos serán fuertes.
Pero justo en ese momento él siente un fuerte dolor y cae al suelo sin que ella pueda sujetarlo, gritando de dolor mientras Emmi pide que llamen a una ambulancia.
Alí ingresa en el hospital, explicándole el médico a Emmi que tiene una úlcera gástrica y se le ha abierto, probablemente por el estrés, pues les pasa a muchos extranjeros y no tiene remedio, no les dejan hacer ningún tratamiento, solo operar, y que se curará, pero que en 6 meses estará allí de nuevo, asegurando Emmi que no será así.
Se queda a su lado tomando su mano.