Testament
Testament (2023) * Canadá
Género: Comedia
Duración: 115 min.
Fotografía:Claudine Sauvé
Guion y Dirección: Denys Arcand
Intérpretes: Rémy Girard (Jean-Michel Bouchard), Sophie Lorrain (Suzanne Francoeur), Marie-Mai Bouchard (Flavie), Guylaine Tremblay (Nancy Fournelle), Caroline Néron (Ministra de Sanidad), Alexandra McDonald (Kathy Ford), Katia Gorshkova (Vera Ivanovic), Charlotte Aubin (Rosalie Lecavalier), Edgar Bori (Raymond), Alex Rice (Kanien Montour).
Suzanne, directora de la Residencia de la Tercera Edad "Olivine Parizeau-Duplessis" habla con una pareja árabe. Cuando se marchan le cuenta a uno de los residentes, Jean-Michele Bouchard que ahora las residencias tendrán que alojar un 15% de minorías racializadas.
Jean-Michele reflexiona mientras pasea. Le encanta pasear por los cementerios, sitios tranquilos donde puede pensar en todos los muertos a los que pronto se unirá y asegura que morirá en un estado de indiferencia general, pues no se casó ni tiene hijos ni nadie que le llore, habiendo organizado ya todo para que recojan su cuerpo rápidamente y depositen sus cenizas en algún cubo de compostaje.
Está llegando al final de una vida tranquila después de haber trabajado en el Archivo Nacional, al que sigue yendo dos veces por semana.
Nunca tuvo grandes ambiciones, aunque escribió varios libros que, dice, ya olvidados.
Una vida tranquila en una ciudad pacífica de un país aburrido e insignificante.
Acude a la edición número 47 del certamen de premios literarios de Quebec, donde le concedieron un premio, aunque nadie conoce su aspecto y no lo encuentran. Su premio es de homenaje a los mayores por el conjunto de su obra.
Piensa en esa extraña sensación que siente al darse cuenta de que su vida se ha acabado. Pues hubo momentos en que le interesaron la política, la economía, la cultura o el deporte, pero ahora Putin invade Ucrania y siente tristeza, pero siente que no puede hacer nada y ya no le interesa lo que a sus contemporáneos y solo espera descansar.
Le indican que quizá no sea buena idea que él participe en el debate televisado, pues va a tratar de la intersexualización de las identidades y la menstruación del pensamiento, aunque él les dice que solo quería decir que las obras por las que, supuestamente le premiaron, no eran suyas, sino de Michel-Marc Bouchard.
A menudo, se despierta por las noches y se da cuenta del poco tiempo que le queda por vivir y se toma un ansiolítico para calmar su corazón.
Como cada mañana, ve llegar a Rodger, otro de los residentes, en su bicicleta, tras haber pedaleado y que le anima a que haga ejercicio, aunque ese día, de pronto, Roger sufre un ataque mientras habla con él y cae al suelo.
Nancy, la mujer de Rodger llora desconsolada, pues nunca fumó ni bebió alcohol, se hicieron veganos y hacían ejercicio todos los días de su vida e incluso dejaron de tomar leche y se pregunta cómo ha podido morir alguien en tan buena forma que dormía 10 horas cada noche y seguía siendo activo sexualmente y hacía meditación y relajación y tomaba miel y cúrcuma.
Bouchard señala que los archivistas acaban sabiéndolo todo, y las conspiraciones siempre se descubren, pues dejan huellas de todo tipo.
Fuera de la residencia, un grupo de manifestantes clama pidiendo respeto por los habitantes originarios del país y señalan que en la residencia hay un mural en que los nativos indios van desnudos a hablar con el descubridor de Canadá, Cartier, y se representa a las mujeres nativas relegadas a hacer la comida y a mostrar sus pechos, pese a que la cultura iroquesa era la única en el mundo donde las mujeres eran iguales a los hombres políticamente y aseguran que no se marcharán hasta que hagan algo al respecto en contra del mural.
Bouchard asegura que nunca ha creído en nada lo suficiente como para querer manifestarse y sus padres tampoco lo hicieron nunca, porque entonces tenían mayor tolerancia a la miseria.
Recibe la visita de Flavie, una mujer joven, y se tumba sobre su regazo y, mientras ella masajea su cabeza, le pregunta por lo que averiguó de un senador.
Tras recuperar los datos de su ordenador personal comprobó que no era un espía ruso.
Que, cuando lo nombraron senador, le asignaron una secretaria franco-ontariana que se enamoró perdidamente de él, que le dijo que no podía divorciarse para no empañar la reputación de su partido, pero que cuando se jubilara sería todo suyo y comenzarían con un crucero por todo el mundo, de un año.
Pero el día de su jubilación, ni siquiera se despidió de ella y regresó con su esposa.
La secretaria tuvo un cáncer de ovarios y murió en un año, mientras que el senador vivió plácidamente hasta su muerte, y su esposa heredó toda su fortuna.
Antes de despedirse de Flavie le hace un pago.
Suzanne, la directora que la vio entrar observa cuando sale y va a hablar con Bouchard.
Lo hace sobre otra de las residentes, Stefanie, que dice, ya no quiere que la llamen por ese nombre porque no desea definir su género y deben llamarla Stef, neutro y tendrá que instalar un cuarto de baño intersexual sin aumento de presupuesto.
Él le dice que no entiende esos cambios mientras toman una copa de vino.
Al día siguiente regresan los manifestantes, por lo que llama al ministerio, pero el secretario de la ministra le dice que esta y la viceministra no se encuentran allí y no las molestará por una quincena de personas que se manifiestan frente a una residencia, pero que hará algo antes de que la cosa se le vaya de las manos y vaya la prensa.
Jean-Michel viaja a Kahnawake y habla con su amigo Raymond, que es historiador con el que hablan de los mohicanos, que dominaban el este de América y le presenta a su compañera, Kanien Montour, que es nativa.
Él recuerda que solía ir allí 4 o 5 veces al año cuando era adolescente porque iba a un colegio jesuita de Montreal y jugaban al lacrosse y viajaban a menudo.
Le muestran el mural de la residencia, diciendo ella que esos antepasados vivían en la edad de piedra y los franceses tenían armas y es la imagen de un genocidio anunciado, aunque nunca lo vieron de esa manera.
Hablan luego con los manifestantes y les preguntan qué tienen en contra de ese mural, diciendo ellos que es un insulto contra las primeras naciones, aunque cuando Kanien les pregunta en su idioma nativo a qué clan pertenecen, pues ella pertenece al de la Tortuga, no la entienden, concluyendo que ninguno de ellos es nativo. Son solo ciudadanos preocupados.
Ve unos días más tarde cómo están desmontando la biblioteca del centro, explicándole la directora que están transformándola en una sala de videojuegos, porque el ministerio de sanidad les ha dicho que los videojuegos son mejor que la lectura para estimular la actividad cerebral de las personas mayores y aunque intentó donar los libros, nadie los quiere, por lo que van a destruirlos para reciclarlos en papel de embalar.
Nancy Fournelle comienza a beber al no poder superar la muerte de su marido.
Ella y Jean-Michele se topan con Stef, que le da el pésame a ella, aunque no sabe cómo darle las gracias sin adjetivos de género, ocurriéndosele a Jean-Michele, el de amable.
Llega finalmente la prensa atraída por los manifestantes que hablan de racismo, por lo que acaba debatiéndose el asunto en el parlamento.
La ministra de Sanidad dice que están actuando ya en ese sentido.
Entre tanto, los ancianos comienzan a jugar a videojuegos, pero no saben ni utilizar los ordenadores ni lo que es un ratón o se enganchan a ellos.
La directora ve que llega de nuevo Flavie y Suzanne sube con ella en el ascensor, viendo que ve que se dirige al apartamento de Jean-Michele y se acerca luego a la puerta de este para tratar de escuchar, aunque la sorprende Nancy y debe marcharse.
Cuando ve salir más tarde a Flavie se dirige a ella y le pregunta si es familiar de Bouchard, pues tienen reglas y una mujer joven que visita a un anciano cada semana levanta sospechas, aunque Flavie le dice que se vaya a la mierda.
Va a ver tras ello a Bouchard para interrogarlo sobre esa joven.
Él le pregunta si no se les permite tener invitados y le pregunta si es controladora o solo celosa, aunque se ofrece a decirle por qué la visita y la obliga a escucharlo.
La hace sentarse y se coloca sobre sus rodillas, como hace con Flavie y le pide que coloque su mano sobre su hombro y le pide que le pregunte cómo ha ido la última semana, para contarle que se aburre y que ahora lee las necrológicas y cada dos o tres semanas ve el nombre de alguna persona que conocía.
Unos años atrás quedó para tomar un café con una mujer de la que había sido amante y que estaba muriéndose por culpa del cáncer. La había conocido hermosa y sana y ahora estaba demacrada y era la primera vez que moría una mujer con la que había hecho el amor y envejeció mucho después de aquello.
Ahora, con la mayoría de sus amigos muertos, ya no tiene con quien hablar, pues de los 60 que estudiaron juntos, en la última reunión quedaban 19, y dos de ellos con Alzheimer.
Los profesores a los que admiraba, o su hermano, al que adoraba también, murieron ya, y echa de menos a sus muertos.
Le dice que imagina que ella, que aún es joven, no se aburre, aunque ella le dice que se aburre mañana, tarde y noche.
Él le pregunta a quién echa de menos, diciendo que a su hija de 32, que se fue 14 años antes y no sabe dónde está y recuerda que siempre discutían.
Cuando su padre estaba cerca, mantenía la paz, pero tuvo un accidente de coche y tras ello su hija se fue y no ha vuelto a saber de ella.
Le pregunta cómo se llama, diciendo que Rosalie, aunque no sabe si Lecavalier o Francoeur.
Terminada la charla, él le da dinero y él dice que es parte del trato, diciendo ella que es triste, aunque él dice que la mayoría de los hombres están acostumbrados a pagar por algo de afecto a menos que alguien los quiera, lo que no es muy frecuente y le dice luego que siempre terminan con un abrazo y lo hacen.
Pide a Vera, una joven que trabaja en el Archivo que le ayude a localizar a Rosalie.
La ministra llama a Suzanne. Le dice que le preocupa la situación de su centro y no quieren un conflicto con los autóctonos, y, aunque ella le dice que los manifestantes no son autóctonos, ella dice que los medios no rectificarán y lo que importan son las apariencias, por lo que le pide que resuelva el problema.
Por ello Suzanne decide llamar a unos pintores para que cubran el mural.
Vera le da la información sobre Rosalie. Le cuenta que es enfermera y ha viajado a misiones en todo el mundo con la asociación de Enfermeras sin Fronteras y se casó dos años atrás en Montreal con Danny Simard, trabajador social con el que tuvo un hijo 8 meses atrás y le da además su dirección.
Vera le dice que en cuanto tienes un móvil estás renunciando a la privacidad.
Vuelve a ver a Flavie y le cuenta que cuanto más viejo se hace más desconectado se siente, como si ya nada le preocupara, aunque ella le dice que es una cuestión más de temperamento que de edad, pues ella misma hace años que no lee un periódico y le aburren las revistas la radio y la televisión y siempre está sola.
Él le dice que como él, aunque ella le dice que él no lo estará por mucho tiempo, pues Suzanne está loca por él como comprendió al ver su reacción en la anterior visita.
Con esa información, Jean-Michele invita a Suzanne a cenar.
Ella le cuenta que estaba muy enamorada de su marido, aunque él afirma que nunca lo estuvo pese a que tuvo aventuras, algunas de varios años e incluso una de esas mujeres tuvo que abortar por su culpa, lo que le atormentó siempre, pero, a pesar de ello, nunca conoció a su alma gemela, o, si lo hizo, no supo reconocerla ni conservarla y nunca quiso tener hijos, y en los tiempos en que no estaba con nadie iba con prostitutas.
Jean-Michele va a casa de Rosalie a la dirección que le dieron, aunque su marido le dice que está en Nunavik ayudando con la campaña de vacunación.
Jean-Michele le cuenta que es amigo de su madre y le pide su teléfono para poder contactar con ella, diciendo el marido que apenas habla de su madre.
Cuando los pintores terminan de cubrir el mural, Suzanne se lo muestra a los manifestantes, que lo celebran contentos, diciendo entonces la chica que lidera la protesta que van a estrenar una obra, "El alma buena de Szechwan", de Bertolt Brecht, sobre una mujer china, pese a que el escritor es alemán, y han elegido a caucásicos para interpretar a los chinos, por lo que su siguiente objetivo es impedir que la obra se estrene y convoca a todos en la puerta del teatro.
Frente a la pared pintada, Suzanne dice que tiene un mal presentimiento y piensa que va a acabar mal, diciéndole Jean-Michele que puede contar con él.
Rosalie recibe una llamada de Bouchard, aunque apenas le oye por la mala cobertura y se acaba cortando la llamada.
Se ve con Jean-Michele en el aeródromo.
Le dice que su madre es insoportable, pese a lo cual él le sugiere que la visite con el bebé, aunque ella está segura de que lo hace lo hace criticará todo.
Él le dice que hay un vacío en el corazón de su madre, pero ella le replica que cuando vivía con ella se sentía ahogada porque nunca era lo suficientemente perfecta.
Jean-Michel le dice que de vez en cuando hay que hacer actos gratuitos de bondad porque son los que hacen la vida soportable.
Un día llegan dos hombres que, al ver el mural cubierto, se indignan y van a hablar con la directora indicando que son el subsecretario de Cultura y el Director de Bellas Artes y que el mural que han cubierto era un D'Aubigny, el mayor muralista del siglo XIX y la pintura estaba calificado como patrimonio.
Cuando ella dice que hería la sensibilidad de los autóctonos ellos le replican que entonces habría que destruir la mayor parte de la cultura. Cuadros y libros patrimonio de la humanidad.
Ella dice que obedecía órdenes de su ministerio, diciendo ellos que igual que los nazis, calificando a la ministra de analfabeta.
Vuelven las manifestaciones, ahora pidiendo que se respete el patrimonio, y de nuevo es llevado el asunto al parlamento, donde la misma diputada que antes habló en contra de la represión de los indígenas, habla ahora en contra de la destrucción de las obras de arte.
Y ello provoca una nueva llamada de la ministra que habla a Suzanne de la discreción, y lamenta que ella y su establecimiento salgan cada noche en televisión por destrozar una obra de arte y ahora tienen a la UNESCO encima.
Ella recuerda que fue ella quien se lo pidió, diciendo la ministra que le pidió que resolviera un problema, no que creara un escándalo internacional.
La ministra le dice que ha examinado su expediente y su calificación académica es mínima, diciendo ella que su familia era pobre y tuvo que trabajar desde muy joven., fregando, o como camillera e iba a la escuela nocturna aceptando los trabajos que nadie quería.
La ministra le dice que hay conocimientos teóricos que solo pueden adquirirse mediante la educación superior.
La ministra habla en el parlamento y habla de su compromiso con el arte quebequés y que abordaron el problema y que los responsables ya han sido sancionados.
Jean-Michele escucha la noticia televisión y va a ver a Suzanne que le cuenta que la envían a Quebec, a Planificación de Organigramas Sectoriales y no quiere exiliarse, por lo que le sugiere dimitir, pues allí la destruirán, pero le dice que no tiene cualificación.
Él le pide entonces que vaya a vivir con él. Que hacía tiempo que quería pedírselo y que es la primera mujer a quien se lo propone
Ella le dice que apenas se conocen, diciendo él que no hay problema, pues él es ya demasiado viejo para ser peligroso y ya sabe lo que le espera y podría controlarlo y entre dos sería más fácil soportar la estupidez del mundo.
Anuncian la llegada de una joven con un bebé, y, aunque ella dice que no es el momento, Jean-Michele pide que la dejen pasar, viendo que entran su hija y su nieto.
Jean-Michele lo coge y dice que es la primera vez que tiene un bebé en brazos, y se lo pasa a Suzanne, y pregunta a Rosalie si le importaría dejárselo esa tarde.
Jean-Michele y Suzanne pasean a Mathieu por el parque en su cochecito.
Él reflexiona. Dice que la vida es imprevisible hasta el final. Que hasta unos meses antes estaba preparado para morir y la vida no tenía mucho interés para é y ahora siente el deseo de vivir el mayor tiempo posible, emocionado como un adolescente, y gracias a ese niño tiene que empezar a preocuparse por el cambio climático.
Entre tanto, un grupo de restauradores comienzan a quitar las tres capas de pintura que cubrían el mural para restaurarlo.