Sospecha
Suspicion (1941) * USA
También conocida como:
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"La sospecha" (Argentina y México)
Duración: 99 min.
Música: Franz Waxman
Fotografía: Harry Stradling Sr.
Guion: Samson Raphaelson, Joan Harrison, Alma Reville (Novela de Anthony Berkeley)
Dirección: Alfred Hitchcock
Intérpretes: Cary Grant (Johnnie Aysgarth), Joan Fontaine (Lina McLaidlaw Aysgarth), Cedric Hardwicke (General McLaidlaw), Nigel Bruce (Gordon Cochrane Thwaite / "Beaky"), May Whitty (Martha McLaidlaw), Isabel Jeans (Señora Newsham), Heather Angel (Ethel), Auriol Lee (Isobel Sedbusk), Reginald Sheffield (Reggie Wetherby), Leo G. Carroll (Capitán George Melbeck).
Suena el silbato del tren, y, en la oscuridad, un hombre, Johnnie Aysgarth se disculpa, tras haber golpeado al entrar a la mujer que iba en el compartimento debido a que no la vio porque justamente en ese momento entraban en un túnel.
Le dice que pensaba que estaba vacío y que se cambió porque en su compartimento había un hombre fumando un cigarrillo enorme.
Ya con luz, observa que la mujer, vestida como una puritana, lee un tratado sobre psicología infantil.
Al igual que él la mujer va de Waterloo a Hazledene, advirtiéndole a él el revisor que se equivocó de compartimento, y además el suyo es de tercera clase, por lo que le pide que pague la diferencia, pidiéndole a la mujer lo que le faltaba, para poder pagar.
Ella ve en el periódico, en las páginas de sociedad, una foto del hombre que va frente a ella, Mr. John (Johnnie) Aysgarth, que aparece junto a Helen Newham, en Merchester.
Ya en su destino, al día siguiente, y elegantemente vestido con traje de montar, le hacen posar junto a la señorita Fitzpatrick, saludándolo varias jóvenes más mientras posa, aunque de pronto se tuerce su sonrisa al ver un caballo a punto de desbocarse, pero al que su amazona logra dominar, reconociendo a la mujer que iba en el tren, por lo que pregunta cómo se llama a su acompañante, que le dice que no es una mujer para él, aunque asegura estar harto de las que son para él, negándose a presentársela, pues dice, es una chica muy distinguida, por lo que concluye que tendrá que presentarse él.
Lina McLaidlaw, la mujer está leyendo en su casa, cuando recibe la visita de las hermanas Bartham que acuden con su madre y que le dicen que van a presentarle al señor Aysgarth, que insistió en conocerla.
Este le pregunta si quiere acompañarlos a la iglesia, decidiendo ella hacerlo, descubriendo él, mientras se prepara en el libro que leía, la foto del periódico con él.
Lina le dice a su madre que irá a la iglesia con las Barham, diciéndole su madre que creía que no le gustaban, diciendo ella que las detesta, no entendiendo su madre nada.
Pero cuando llegan a la iglesia, Johnnie la retiene mientras las Bartham entran, y le dice que no pensará ir a la iglesia, diciendo ella que sí, proponiéndole él dar un paseo en vez de entrar, y, aunque parece reacia, él lanza una moneda para decidir.
En la colina, ella se enfrenta a él, que no entiende su actitud y le pregunta si creía que iba a matarla, aunque luego comprende que ella creía que iba a besarla, diciéndole él que solo iba a arreglarle un poco el pelo porque no le gusta cómo lo lleva.
Trata, ahora sí, de besarla, aunque ella lo esquiva, y regresa hacia su casa, diciéndole él antes de que entre que volverá a buscarla a las 3, aunque ella le dice que no puede salir por la tarde.
Pero antes de entrar escucha a sus padres hablando de ella y diciendo que, aunque no se casará nunca, tendrá dinero para vivir confortablemente toda su vida, diciendo su madre que es muy arisca, a lo que su padre le responde que las solteronas forman una institución respetable y ella es inteligente y tiene un carácter fuerte.
Ella se gira y ve de pronto a Johnnie a su lado. Se gira y lo besa antes de entrar.
Se sorprenden sus padres que no fue a la iglesia, sino a pasear con John Aysgarth, del que su padre dice que es un salvaje y que lo siente por Tom, su padre.
Ella pregunta por qué es un salvaje, contándole que le expulsaron de un club por hacer trampas a las cartas, aunque ella le dice que no cree que Lord Middleham le dejara vivir en su casa si le echaron de un club, diciendo el padre que quizá entonces fue por una mujer, pese a lo cual les dice que volverá a verlo por la tarde.
Pero poco después recibe una llamada de él, que le dice que no podrá ir esa tarde, pero que irá en otra ocasión.
Por la tarde sigue viendo notas de sociedad y lo llama, aunque no logra dar con él ni recibe ninguna carta.
Unos días más tarde los McLaidlaw, el general y su esposa, reciben una invitación del comité de caza para acudir al baile de Beauchamp Hunt, y, llegado el día de la fiesta, cuando su madre va a buscar a Lina, ve que no se ha arreglado, alegando que tiene un fuerte dolor de cabeza y no podrá asistir al baile.
Llega entonces un telegrama que ve que es de Aysgarth, en que le dice que la verá esa noche en el baile, pidiéndole que no se olvide llevar su occipital mapilar.
La madre, que le buscaba una aspirina, ve cómo de pronto dice que se le pasó el dolor de cabeza y busca su mejor vestido.
Cuando llegan no ve a Johnnie, por lo que se muestra inquieta mientras baila con otros.
Un sirviente pregunta entonces por el general, pues fuera hay un caballero sin invitación que pregunta por él, diciendo el general al ver a Aysgarth que no recuerda haberle invitado, diciendo él que estaba seguro de que sí, pues de lo contrario no hubiera viajado expresamente desde Londres, y, mientras el general piensa qué hacer, lo ve Lina, que se dirige a él, al igual que varias solteras más, diciendo él mientras arrebata a Lina a su pareja de baile, que cree que ese es su baile.
Ambos sonríen mientras bailan, llamándola él, como el primer día, "carita de mono", llevándola hasta la puerta de salida.
La lleva hasta su coche, subiendo a él deprisa, y marchándose juntos.
Él le pregunta si la besaron alguna vez en un coche, asegurando ella que nuca, y le pregunta si le gustaría que lo hiciera tras parar, diciendo ella que sí, tras lo que se besan.
Él afirma que ella es la primera mujer que conoce que dice sí cuando quiere decir sí, reconociendo que hubo muchas. Que una noche que no podía dormir se puso a contarlas y pasó de 73 asegurándole que con ella es con la única con la que es sincero porque piensa que serlo es la única forma de conseguir algo.
Ella le confiesa que le quiere y él dice que cree que se está enamorando de ella y le asusta la idea, y por ello se alejó una semana, pues la temía.
Ella le propone ir a tomar algo a su casa, invitándolo a una copa, asegurando ella que por primera vez en su vida sabe lo que quiere, y vuelven a besarse.
Él se fija en un gran cuadro del padre y dice que sabe que no le es simpático, asegurando él, hablando como si fuera el general, que no exagera y que todo es cierto, aunque ella le dice al cuadro, que le quiere.
Él le pide a su hija en matrimonio al cuadro y vuelven a besarse y bailan felices.
Lina prepara una maleta a escondidas de sus padres, a los que miente diciendo que sale para ir a correos, y los mira antes de marcharse con cierta pena.
Poco después, ella y Johnnie acuden al registrador, donde se casan en secreto, mientras fuera no para de llover.
Viajan a Nápoles, Capri, Montecarlo, Venecia, Niza y París, antes de regresar a Inglaterra, yendo una vez allí a une elegante casa que encargó al señor Bailey que le alquilara mientras estaban de viaje y se la decoró.
Ella le pregunta si se lo puede permitir.
Justo en ese momento él recibe un telegrama, contándole a Lina que es de un amigo que le prestó 1.000 libras y quiere que se las devuelva,
Él le dice que se las pidió para la luna de miel, asegurando que no tenía ni un chelín, preguntándole ella si está arruinado, a lo que le responde que siempre lo estuvo.
Ella no entiende cómo pudo alquilar entonces esa casa, diciendo él que pensaba que ella no querría vivir en una choza, cuando va a heredar un montón de dinero.
Ella se queda desconcertada al ver que él estaba pensando en su herencia, diciendo él que es mejor disfrutar del dinero en los mejores años de su vida, y no esperar.
Ella le dice que es como un niño. No cree que se casara con ella por su dinero, pues habría podido conseguir a otra mejor, pues con su renta nunca podrá pagar todo eso.
Él pregunta por su padre, recordando ella la frialdad con que les recibieron en la estación, y le dice que está segura de que a él no le gustaría vivir a costa de su mujer, asegurando él que no.
Él dice que si las cosas empeoraran y no hubiera otra solución tendría que - ella piensa que dirá que trabajar - pedirlo prestado, pues aún no recurrió a Middleham, que les solucionaría un par de meses, diciéndole ella que cree que debe estar loco y que ya no habrá más préstamos, que tendrá que ponerse a trabajar.
Él le pregunta si conoce las estadísticas del desempleo.
La llama su madre para decirle que les van a enviar un regalo de bodas, pues su padre la vio muy feliz, y no entienden que a Johnnie le divierta algo que debería avergonzarle, diciéndole Lina a su padre que Johnnie tiene varias ideas sobre el tipo de trabajo que le gustaría hacer.
Pero cuando llega el recadero, Johnnie no puede disimular su desilusión al ver que se trata tan solo de dos sillas, aunque Lina le dice que son dignas de un museo y llama emocionada a su padre por el detalle haciendo que Johnnie se ponga también para darle las gracias, aunque no con el entusiasmo de Lina.
El general aprovecha la llamada para preguntarle por el empleo, diciendo él que tiene varias ofertas, preguntándole su suegro cuáles, contándole que tiene una de su primo, el capitán Melbeck para administrar sus fincas.
Cuando cuelgan Lina le dice que sabe que se lo ha inventado, aunque él le muestra una carta de su primo George pidiéndoselo, en efecto, preguntándole Lina por qué no se lo dijo antes, confesando él que no pensaba que tendría que utilizarla.
Algún tiempo después, al llegar a su casa, Lina se encuentra con un hombre que se presenta como "Beaky Thwaite", y le dice que Johnnie le habló de ella cuando se encontraron en las carreras de Newbury la semana anterior, algo que sorprende a la ignorante Lina, pues le dice, Johnnie tiene ahora un empleo y no puede ir a las carreras y además dejó de apostar, diciéndole Beaky que no es así, pero que debe perdonarle, pues Johnnie es un gran tipo y debe comprenderlo, pues si no lo hiciera no sería él.
Invita a Beaky a sentarse, percatándose en ese momento de que no están las sillas que les regaló su padre, preguntando el amigo de Johnnie si eran de mucho valor, diciendo ella que eran piezas de museo, riendo Beaky asegurando que Johnnie nunca cambiará diciendo que apostaría a que las vendió para pagar las deudas de las carreras, pues perdió una buena cantidad en Newbury,
Pero ella no puede creérselo y asegura que no lo haría sin consultarla, pidiéndole Beaky que diga algo sobre las sillas y verá cómo él se inventa la historia más verosímil que jamás haya escuchado.
Es el propio Beaky quien le pregunta por las sillas, diciendo él que un americano amigo de Melbeck le ofreció 100 libras por cada una, estando él convencido de que ella hubiera aceptado también, algo que, ella asegura, no hubiera hecho nunca, sugiriéndole Beaky a Lina que llame a Melbeck, pues está convencido de que le dirá que no conoce al americano, diciéndole ella que no le agradan esas bromas.
Beaky dice que pasará allí el fin de semana.
Paseando por el pueblo, Lina ve a la salida de la librería a Isobel Sedbusk, una ilustre escritora local de novelas de misterio, que va a presentar su nueva obra.
Luego, mientras pasean, ve en un escaparate las dos sillas, lo que la deja sorprendida.
Le dice luego a Beaky que fue injusta con él, pero llega entonces Johnnie, loco de contento y cargado de cajas de regalos.
Le regala a ella un collar que vio en un escaparate y le gustó, un abrigo de pieles, varios sombreros y un perro. Un bastón para Beaky y regalos también para Ethel la sirvienta.
Les cuenta que se celebraba la Copa Goodwood y ganó 2.000 libras, pues pagaban 10 a 1 y había apostado 200 Libras.
Le dice a Lina que sabe que no aprueba que apueste, pero todo es para ella.
Ella le pregunta de dónde sacó las 200 Libras, diciéndole él que ya sabe que no hay ningún americano, y que vendió las sillas.
Que debía algún dinero a los corredores de apuestas y se hizo con las 200 Libras para pagarles, pero entonces recibió un chivatazo y las apostó de nuevo.
Trata de que sonría, haciendo cosquillas o imitando Beaky a un pato, sin resultados, hasta que él saca un recibo, indicándole que en una hora les llegarán las sillas.
Ella llora y sonríe a la vez mientras lo abraza.
Brindan los tres diciendo él que lo hace por esa apuesta que es la última de Johnnie Aysgarth, aunque tras brindar, Beaky, al que ya había advertido Johnnie que no debía beber coñac, está a punto de morir de un ataque, asegurando Johnnie que no pueden hacer nada por él, pues muere o se le pasa espontáneamente y le advierte que cualquier día el coñac lo matará.
En el pueblo, Lina se encuentra con la señorita Newsham, que observa que Lina va cargada de novelas de detectives para Johnnie, preguntándole la mujer si ya abandonó todos sus vicios, como apostar en las carreras, diciéndole Lina que ya no tiene tiempo para eso, pues está muy ocupado con su trabajo, diciéndole Newsham que debió tomarse un descanso el martes, pues lo vio en las carreras de Merchester.
Decide ir a ver a Johnnie a las oficinas de Melbeck, aunque cuando pregunta por el señor Aysgarth, le dicen que no está, pasando a hablar con el propio Melbeck, al que le dice que está muy preocupada, y por eso quiere preguntarle como primo y como jefe de su marido, diciéndole el capitán que ya le dijo a Johnnie que no le denunciaría, viendo Melbeck que no sabe nada.
Le pregunta qué le contó a ella cuando lo despidió 6 semanas atrás cuando, tras una inesperada revisión de cuentas descubrieron un déficit de 2.000 Libras, pero que no lo denunciará y le dará una oportunidad para que devuelva el dinero.
De regreso, Lina empieza a preparar una maleta con sus cosas, escribiéndole una carta a Johnnie, diciendo que le deja y que no volverán a verse, estando convencida de que encontrará el modo de justificarse y de explicárselo a los demás, aunque luego lo rompe.
Llega en ese momento Johnnie muy serio, y al ver la actitud de ella le pregunta si se ha enterado, y cuando le dice que sí, él le dice que lo siente, entregándole un telegrama del médico en que les cuenta cómo ocurrió, viendo entonces de que lo que su marido habla es de la muerte de su padre esa mañana de un ataque al corazón.
Ella rompe a llorar mientras Johnnie la consuela.
Poco tiempo después acuden a la lectura del testamento, viendo que el general le deja todo a su esposa, excepto algunas cantidades que pasa a su hermana, sobrinos y otros familiares, ordenando que pasen 500 Libras anuales a su hija Lina, y su retrato.
Johnnie se siente confuso al ver que la muerte del general no reporta a su hija más que su cuadro heredado, ante el que brinda, diciendo al muerto que él gana.
De regreso, en el coche, él le pregunta si alguna vez lamentó casarse con él, pues está convencido de que su padre le hubiera dejado algo más que su retrato si no se hubiese casado con él.
Le pregunta ella si él se arrepiente de algo, diciendo él que de lo único que no se arrepiente es de haberse casado con ella.
Ella asegura que no podría dejar de quererle aunque quisiera, preguntándole él si lo deseó alguna vez, diciendo ella que una, cuando se enteró de que perdió su empleo.
Johnnie le pregunta desde cuándo lo sabe, diciendo ella que desde el viernes, aunque miente y le dice que Melbeck no le contó el por qué, asegurando él que no se entendían.
Para su coche para observar el mar y le dice, mientras observa los magníficos acantilados, que la única manera de hacer dinero es pensar a lo grande, y que, si tuviera 20.000 Libras, haría allí una urbanización.
Le presenta luego a Beaky el plano del terreno y le cuentan a ella que están pensando en hacer una urbanización cerca del mar, para lo que se asociarán.
Ella les dice que necesitan que alguien lo financie, diciendo Beaky que lo hará él. Que pedirá un crédito sobre algunos valores que tiene en París y emitirán acciones.
Johnnie dice que la compañía debe ir a su hombre.
Reciben una llamada del capitán Melbeck al que le explica que tiene un negocio entre manos que le permitirá devolverle el dinero en un par de semanas.
Beaky parece decidido y entusiasmado, diciéndole Lina que quizá llegó la hora de que deje de ser un chiquillo, pues no le hace ningún bien a Johnnie, aunque él le dice que cree que será un gran negocio, que Johnnie será el presidente y tendrá un sueldo.
Johnnie la escucha hablar con su amigo y le pregunta con malos modos qué derecho tiene a meterse en sus asuntos, diciendo ella que no tienen experiencia en negocios y no quiere que Beaky lo pierda todo si salen las cosas mal y que él sea el responsable, a lo que le responde que seguirá adelante y no quiere que nadie se interponga.
Pero al día siguiente él le explica a Lina que abandonó la idea de la urbanización.
Ella le pregunta si no está enfadado por la bronca del día anterior, pues ella no pudo dormir, pues nunca antes él le había hablado así, asegurando él que no lo está.
Juegan al Scrabble mientras le explican el abandono del proyecto, diciendo Johnnie que no quiere sentirse responsable y le demostrará que no es buena idea, por lo que lo acompañará al día siguiente a ver el terreno para demostrárselo.
Entretanto Lina intenta crear una palabra y pone Mudder, diciéndole Beaky que cambie la primera d por una r, escribiendo Murder (asesinato) y, le indica, si añade una e y una r sería murderer (asesino), mirando ella sospechosamente a su marido mientras muestra la foto del terreno e indica a Beaky que irán a verlo a las 7, y se imagina a Johnnie empujando a su amigo por el acantilado, y, de pronto, pierde el conocimiento.
Cuando despierta a la mañana siguiente ya no está Johnnie en la cama, y le cuenta Ethel que salieron dos horas antes, y, temiendo que pueda hacer daño a Beaky coge su coche y se dirige hacia los acantilados también, aunque no los ve.
Regresa más tranquila a su casa, donde entra con cierta angustia hasta que escucha silbar a Johnnie, lo que la tranquiliza, viendo que están allí juntos los dos amigos y abraza a Johnnie, tras comprobar que sus sospechas eran infundadas.
Pero entonces Beaky le dice que estuvo a punto de perder la vida, pues en lo alto del acantilado estaba dando la vuelta al coche y, como la piedra es caliza, estuvo a punto de irse por el precipicio, preguntándole Lina si iba Johnnie en el coche, diciéndole Beaky que no, pero que, cuando estaba a punto de precipitarse, Johnnie dio un salto y puso el freno de mano y así lo salvó.
Beaky debe partir hacia París, donde tiene los negocios y pide a Johnnie que le acompañe, aunque este dice que le acompañará solo hasta Londres y se tomará una noche libre, pues en Londres tendrá más posibilidades de encontrar trabajo.
Llega a su casa el Inspector Hodgson con otro policía, Benson, de la policía del condado preguntando por Johnnie y que pide hablar con ella al ver que no está él.
Le preguntan si conoce al señor Thwaite, diciendo ella que es un buen amigo de su marido, mostrándole el inspector el periódico de la tarde, donde dan la noticia de la misteriosa muerte de un ciudadano inglés en París, Gordon Cochran Thwaite, Beaky.
El inspector le dice que están investigando para la policía francesa, pues encontraron unos papeles en que indicaban que había creado una sociedad con su marido.
Le dicen que el hombre había estado bebiendo en un local en compañía de otro inglés y Thwaite pidió una botella de coñac, y su compañero pidió que lo sirvieran en copas grandes, tratándose, al parecer, de una apuesta entre los dos hombres.
Thwaite se la bebió de un trago, señalando que el otro hombre no estaba presente cuando ocurrió la tragedia, pues se fue unos minutos antes, y, aunque no lograron identificarlo, el camarero dijo que tenía un nombre parecido a Awlbeam o Holebeam, por lo que le preguntan si conoce a alguien con ese hombre,
Ella les informa de que Thwaite fue a París para disolver la sociedad, ya que habían acordado no seguir con los planes de esta, pero murió antes de poder hacerlo.
Lina se queda consternada.
Mirando el cuadro de su padre, como si este la estuviera mirando inquisitivamente, ella le asegura que él no fue a París.
Llama al Hogarth Club y pregunta por su marido, pero en recepción le dicen que salió de allí el día anterior por la mañana.
Llega Johnnie en ese momento llega, y al verla tan triste le pregunta si leyó ya lo de Beaky, asegurando que era la persona que más apreciaba después de ella, diciendo que él conoce toda la historia, pues venía en la última edición, diciéndole ella que los policías querían que les ayudara a identificar al inglés.
Ella le pregunta por la disolución de la sociedad, pidiendo él que deje el asunto en sus manos.
Llama luego a la comisaría para informar que ya está en casa y cuenta que despidió a su amigo en el aeropuerto de Croyden, y él se quedó en Londres, en su club.
Le escucha mentir, y repara en uno de los libros de Isobel, y va a hablar con ella sobre su último libro.
En él, un hombre atrae a otro para que cruce un puente sabiendo que este estaba en mal estado y que el hombre no sabía nadar, preguntando Lina si a eso se le puede llamar asesinato, diciéndole ella que moralmente lo es, aunque no lo matara él.
Isobel le pregunta qué opina Johnnie, pues el asunto del brandy es equivalente al del puente de su novela, recordando que lo del brandy no es nuevo, pues ocurrió incluso en la vida real, pues Richard Palmer acabó así con una de sus víctimas, y, aunque mató a 12 personas más, luego se cansó del brandy y se pasó al veneno.
Isobel empieza a buscar el libro con el juicio a Palmer que no encuentra, recordando que está en su casa, pues se lo prestó a Johnnie un par de semanas antes.
Cuando llega a casa lo busca, viendo que está en el cajón del escritorio de Johnnie.
Encuentra dentro un sobre con una carta en que informa a Melbeck de que no pudo llevarse a cabo su proyecto y le pide que espere un par de semanas más hasta que encuentre otra forma de conseguir el dinero.
Recibe entonces una llamada de la compañía de seguros, que pregunta por su marido, informándole que le contestaron a su consulta con una carta que recibirá al día siguiente.
Llega, en efecto, el cartero al día siguiente y ella le entrega a Johnnie las tres cartas que recibió, observando ella por el espejo que se guarda una de ellas en la chaqueta, por lo que luego, cuando él se va a la ducha, ella aprovecha para buscar la carta que ocultó.
Ve que en ella la aseguradora le indica que, bajo las condiciones de la póliza, no pueden concederle el préstamo, pues según se estipula en esta, el pago solo puede hacerse en caso de defunción de su esposa.
Cuando sale del baño, Johnnie encuentra a Lina temblando y la abraza.
Le pregunta qué harán esa noche, diciéndole que les invitó a cenar Isobel, yendo también el hermano de esta.
Durante la cena hablan sobre las técnicas de sus libros, diciendo Johnnie que encuentra sus historias demasiado rebuscadas, pues si quieres matar a alguien debes hacerlo sin tantos rodeos, diciendo que utilizaría el método más simple, como por ejemplo arsénico, de modo que nadie sospeche.
Comentan que hay por el mundo miles de asesinos que no fueron descubiertos, y dice que es posible que exista ya algún veneno que no deja huella, y le pregunta al hermano de Isobel, diciendo la esposa de este que Isobel es capaz, de, viendo el rostro de una persona determinar si es capaz de cometer un crimen, asegurando que ninguno de ellos sería capaz.
Cuando ve, al regresar a su casa que Johnnie cierra la puerta con llave, le pide que no lo haga, por Ethel, recordando él que es su día libre y que Cook está de vacaciones.
Debe tomar su mano, y casi arrastrarla hacia el piso de arriba, notando que está temblando otra vez, por lo que le pide que se meta en la cama y se arrope.
Lina le dice que esa noche está algo nerviosa y que le gustaría dormir sola, preguntándole si le importaría, afirmando él que le importa, marchándose enfadado.
Cae enferma y al día siguiente, al despertar ve que están a su lado Johnnie e Isobel, dándose cuenta de que durmió todo el día, contándole que Bertram le dio una pastilla para dormir, pues parecía estar muy nerviosa.
Isobel le cuenta que si sigue mucho tiempo con Johnnie acabará con su carrera, pues le está arrancando todos sus secretos, sospechando que puede estar escribiendo él mismo una novela policiaca, y que, de hecho, consiguió sacarle el secreto del veneno que no deja huella, una sustancia de uso diario en todas partes y al alcance de todo el mundo y que, al instante de haberlo tomado surte efecto y no deja huella.
Ella pregunta si produce una muerte muy dolorosa, diciéndole que en realidad es muy agradable.
Y esa noche aparece Johnnie en la habitación con un vaso de leche para ella, que lo mira con sospecha cuando se lo deja en la mesilla.
Ella mira el vaso de leche, pero no se lo toma.
Al día siguiente prepara la maleta y le dice Johnnie que irá a pasar unos días en casa de su madre, alegando no encontrarse muy bien y que su madre la telefoneó y se siente muy sola y aceptó su invitación para pasar unos días con ella.
Él le dice que la acompaña y la llevará en el coche, pese a decir ella que no es necesario.
Conduce a toda velocidad, sin reparar en la cara de angustia de ella, que aumenta cuando, mientas circulan junto a los acantilados, toma él un atajo.
Ella presiente que quiere acabar con ella. Se abre su puerta, él alarga el brazo y ella se lo sujeta, pensando que quiere empujarla.
Finalmente, para el coche y ella se baja asustada, preguntándole él qué le pasa. Corre tras ella y la sujeta y le echa en cara su actitud.
Le dice que le echó de la habitación, que se va a casa de su madre y ahora lo rechaza como si le odiara, preguntándole cuánto cree que un hombre puede aguantar y que casi se matan los dos cuando trataba de huir y él trataba de sujetarla para que no cayera, aunque, le dice, no tendrá que soportarle por más tiempo, pues no volverá a molestarle.
Ella le pregunta entonces si le preguntó a Isobel del veneno porque quería suicidarse, diciendo él que lo pensó, pero que luego entendió que era una cobardía y que lo que va a hacerlo es volver para afrontarlo todo, la cárcel o lo que sea, ya que no puede devolver el dinero de Melbeck.
Que intentó reunir el dinero cuando se fue con Beaky, preguntando ella si a París, diciendo él, que a Liverpool, pues trató de conseguirlo prestado sobre su seguro, pero no lo consiguió.
Al escuchar que estuvo en Liverpool, concluye que no estaba en París cuando murió Beaky, asegurando él, que de haber estado allí no habría permitido que le dieran brandy.
Ella le dice que ha sido una egoísta, que no ha pensado suficientemente en él, y que, si hubiera estado con él habría confiado en ella, pero estaba demasiado avergonzado y le dice que todo será distinto, diciendo él que la gente no cambia de la noche a la mañana y que él no es bueno.
Ella le dice entonces que deben regresar a casa y afrontarlo juntos, aunque él le dice que no saldrá bien y que la llevará a casa de su madre, aunque ella insiste en que saldrá bien, diciendo Johnnie que no es asunto suyo, diciendo ella que sí lo es, rogándole volver juntos a casa, y, aunque sigue negándose, finalmente ella lo convence y da la vuelta y regresan.