Te cuento la película

Solo se vive una vez

You Only Live Once (1937) * USA

Género: Drama / Cine negro

Duración: 86 min.

Música:Alfred Newman

Fotografía: Leon Shamroy

Guion: Gene Towne, C. Graham Baker

Dirección: Fritz Lang

Intérpretes: Sylvia Sidney (Joan Graham / "Jo"), Henry Fonda (Eddie Taylor), Barton MacLane (Stephen Whitney), Jean Dixon (Bonnie Graham), William Gargan (Padre Dolan), Warren Hymer (Muggsy), Charles Sale (Ethan), Margaret Hamilton (Hester), Guinn Williams (Rogers), Jerome Cowan (Dr. Hill).

Un vendedor ambulante se queja a Joan, la recepcionista de la oficina del Defensor del pueblo, Stephen Whitney, de un policía que cada día le roba una manzana.

Joan parece distraída, y poco interesada en esa historia.

En el despacho de su jefe, ve que este habla con el fiscal sobre un caso, observando el segundo la cara de preocupación de Stephen, al que pregunta si Joan sigue enamorada de Taylor a lo que responde afirmativamente y se pregunta qué verán en ella.

Joan da luego las gracias a Stephen por haber sido tan bueno con ella, y que espera que encontrará su puesto cuando vuelva en dos semanas.

Joan prepara su maleta mientras su hermana Bonnie le dice que está arruinando su vida. Que le desea felicidad aunque le asegura que no tiene ninguna posibilidad.

En prisión, y en presencia de Stephen, el alcaide dice a Eddie Taylor que tiene una inteligencia superior a la mayoría de los criminales y que, si la usa bien, podrá rehabilitarse. De lo contrario volverá allí, aunque él asegura que no lo hará, recordándole el alcaide que ya ha pasado por allí tres veces, por el robo de un coche para un atraco, otra por un atraco y otra por conducir el coche en que huía una banda de atracadores, y si hay una cuarta condena, lo sería a muerte.

En esta ocasión, fue fundamental la mediación del señor Whitney, que le consiguió un trabajo para él en una compañía de camiones.

En el patio, otro preso le pregunta cómo se verán cuando salgan, a lo que él le dice que no se verán, aunque el otro preso le dice que sigue siendo uno de ellos.

Va a despedirse de él también el padre Dolan, que no lo ve muy contento, y Eddie le dice que la primera vez que salió lo estaba y luego tuvo que volver.

Sí muestra esa felicidad al ver a Joan esperándolo.

Dolan le dice a Stephen que no lamentará su buena acción, pese a que piensa que comete un error, a lo que Dolan le responde que es natural que piense eso sintiendo lo que siente por ella, y él se pregunta qué siente ella por Eddie, si amor o lástima.

Tras casarse, van a pasar su luna de miel en un bonito hotel, el Valley Tavern. Allí el dueño asegura haber visto en alguna de sus revistas de detectives la cara de Eddie.

Él le cuenta, mientras contemplan el pequeño estanque del hotel, que si una rana muere, lo hace su pareja, diciendo ella que quizá ven en ellas algo que los demás no saben ver.

Él se pregunta qué vio en él, pues le advirtió que era un rufián cuando se conocieron en un baile, aunque ella no le creyó.

Pero cuando fue a la oficina de Stephen para que lo defendiera, al verlo, ella le dio un bofetón.

Ella recuerda haber llorado tres días y res noches, y que fue a la cárcel a decirle que le odiaba, pero acabó diciéndole que le amaba.

La sube en brazos a la habitación.

Pero el dueño del hotel encuentra lo que buscaba. Ve que es un convicto, por lo que sube con su mujer a la habitación y la mujer le dice que los convictos no son bienvenidos, por lo que le piden que se marchen.

Él asegura que temía que ocurriese algo así, pero Joan le recuerda que le pidió que no dejara que le afectaran esas cosas y que no deben importarle los demás y ríe al pensar que estuvo 3 años buscando ese sitio tan idílico.

Va a ver al señor Williams, de Ajax Express, que es quien le ofreció el trabajo.

Eddie la lleva a ver una casita que está en malas condiciones, pero que es la que pueden pagar con su sueldo de camionero y dice que es un sitio ideal para los niños.

En el autobús, donde él la deja tras despedirse hasta el sábado, Joan va haciendo cálculos de los gastos que les esperan.

Él vuelve al camión y para en una gasolinera desde donde llama a su jefe, que le dice que lleva 1'30 de retraso, por lo que está despedido.

Debe regresar a una habitación con uno de sus ex compañeros de prisión y recibe la llamada de Joan desde la nueva casa.

Le cuenta que el casero le dijo que podía entrar si le pagaban el resto de lo que debían a final de semana, cuando vaya él.

La alegría por hablar con ella se diluye ante lo incierto de la espera y, mientras mira la fotografía de Joan levanta la almohada, bajo la que esconde una pistola.

Va a ver a su jefe para disculparse y pedirle que vuelva a contratarle, aunque no le hace caso alguno pese a que le expresa lo mucho que significa ese trabajo para él, pues en ningún otro sitio quieren cogerle. Solo en su antigua banda.

Ni siquiera quiere darle una recomendación.

Ante sus malos modos, acaba golpeándolo mientras señala que deseaba reformarse.

Una noche de lluvia un hombre vigila desde un coche el Fifth National Bank, y ve el gran despliegue de guardias que salen a recibir al camión blindado del dinero.

El hombre se coloca una máscara de gas y deja un sombrero en una caja de granadas.

Luego sale y lanza varias granadas que hacen que los que esperaban caigan.

Sube luego al camión blindado y se marcha con él y con el dinero y huye por una carretera que cortada por obras, en la que se escucha el estruendo del furgón al caer.

Eddie llega a su nueva casa, bajo la lluvia y llama por la ventana a Joan, y entra por esta, mientras pregunta a Joan, extrañada por lo ocurrido, si ha ido por allí la policía y ve que lleva una pistola, haciendo que ella se asuste y le pregunte qué pasa.

Él le dice que todo se ha estropeado de nuevo y le entrega el periódico, donde hablan de 6 muertos en el atraco a un banco, y que solo tienen la pista de un sombrero y ofrecen 1 millón a quien dé una pista y le cuenta que el sombrero es suyo y lleva sus iniciales, pues se lo robaron en la taberna de Tony y planearon dar el golpe y cargárselo a él.

Ella dice que le cree, y él dice que se arriesgó a ir hasta allí solo para escucharle decir eso, pero que ahora debe irse, pues no quiere que le maten por algo que no ha hecho.

Pero ella le dice que si huye no podrá demostrar su inocencia y que debe entregarse.

Él asegura que nadie le creerá cuando diga que estaba buscando trabajo mientras se produjo el asalto y le supondrá la silla eléctrica.

Joan le dice que no debe escapar, pues es inocente, aunque él asegura que el jurado no se lo creerá, insistiendo ella en que si escapa no podrá demostrar su inocencia.

Él decide hacerle caso, aunque cree que se equivoca y está jugando con su vida.

Justo en ese momento llega la policía, y él tiene el instinto de sacar su arma para defenderse, impidiéndoselo ella, que pide que no lo maten, pues se va a entregar.

La prensa prepara tres portadas. En una indican que Taylor fue exculpado de la masacre, en otra que el jurado está en un punto muerto, y en otra que le declararon culpable y que le espera la silla eléctrica.

Tras una llamada, el director del periódico indica que es esta la que deben publicar.

Joan, que espera fuera, pide a un frío y hierático Eddie, cuando sale del juzgado, que la perdone, aunque él no le responde.

En su celda, grita asegurando que no lo matarán por algo que no ha hecho.

Desde su despacho, Whitney sigue realizando llamadas, no comprendiendo que se declare culpable a un hombre solo por sus antecedentes, y Bonnie le pide que deje de luchar, y que será mejor que ocurra pronto para que Joan recupere la sensatez ahora que va a ser madre.

Pero Stephen le responde que si Eddie muere, Joan morirá también.

Joan va a ver a Eddie a prisión, aunque Eddie le dice al padre Dolan que no la verá pese a que este le dice que ella está luchando por él constantemente.

Pero finalmente accede a verla, y hablan con un cristal de por medio.

Ella le dice que de no verla, habría muerto, aunque él no le dice nada. Ella llora y le dice que por más que le odie, ella se odia más.

Él le pide que entonces haga algo por él, que le lleve un arma, pues en dos días le dejarán verlo por última vez, aunque ella le dice que no puede hacerlo, pues mataría a alguien, preguntando él qué cree que van a hacer con él, tras lo que se marcha enfadado, mientras ella llora desconsolada.

Paseando por la calle escucha que el gobernador denegó el indulto y será ejecutado.

Pasa en ese momento frente a una tienda donde ven que venden armas y entra.

Va a verlo dos días más tarde, tal como acordaron, pero cuando pasa hacia las celdas con el sacerdote, salta la alarma del detector de metales.

Dolan dice que fue él, que olvidó dejar su navaja en el cuarto.

Lleva luego a Joan a la capilla y le pide que le entregue el arma.

Ella le dice que no puede decepcionarlo otra vez.

Le pregunta luego si él estará con Eddie hasta el final, y le pide que le diga que no ha olvidado las ranas.

Eddie, en su celda, mientras espera la ejecución dice que querría ver a su esposa, y pide a su vigilante que le diga que la quiere y que se ha comportado como un idiota.

El preso que le lleva la última comida, debe convencerle de que coma, pues no quiere nada, diciéndole que esa noche habrá niebla y que tome el café, haciéndole una señal.

Bajo la taza del café encuentra una nota donde le dicen que hay un arma en el colchón de la celda de aislamiento.

Con sus manos, Eddie dobla la taza de lata y se hace un corte, por lo que deben llevarlo a enfermería y ordenan que preparen una trasfusión.

El alcaide llama al doctor para preguntar si tendrán que posponer la ejecución, diciendo el doctor que está débil, pero que se habrá recuperado para esta, y que hasta ese momento le mantendrá en observación.

Pero se levanta y comienza a tirar cosas, consiguiendo así que lo envíen a la celda de aislamiento.

Joan, en casa, parada frente al reloj, casi no respira y dice a Bonnie que ya es tarde para que el gobernador le conceda el indulto.

En la celda, Eddie descose el colchón y coge el arma escondida, y, cuando llega el doctor para examinarlo, él apunta con su arma, al doctor, al enfermero y al guardia.

Pide luego al doctor que salga caminando delante de él, y advierte al enfermero y al guardia antes de encerrarlos que, si hacen algo, le disparará.

El padre Dolan habla con el alcaide y con la mujer de este, que no entiende su defensa, y mientras hablan suena la alarma.

El alcaide da orden a los guardias por teléfono de que disparen a matar.

Explica que Taylor escapó y lleva al doctor Hill como escudo, ocultos en la niebla.

El alcaide habla por megafonía y ordena que disparen a matar, pero que salven al Dr. Hill si es posible.

Taylor grita que irá a la puerta de mercancías y, si no la abren, volará la cabeza al doctor, que pide que le abran para que no lo mate.

Llega un teletipo para el alcaide Wheeler, pues los agentes federales recuperaron el furgón desaparecido con el dinero.

En efecto, una grúa saca el coche del agua, e identifican al conductor como Monk Mendall, antiguo compañero de celda de Taylor, por lo que piden que suspendan la ejecución de Taylor, habiendo un perdón oficial.

El alcaide comunica a Eddie su perdón, pero este no le cree y dice que contará hasta 20, ante lo que el alcaide pide que abran, aunque el padre Dolan dice que no puede dejarle marchar con un arma en la mano, pues parará al primer coche que pase y matará al conductor o a cualquiera que se cruce en su camino, por lo que le pide que le deje hablar con él.

El sacerdote lo intentará. Se acerca y le pide que lea el teletipo, pero cuando se acerca a él, Eddie le dispara.

Finalmente, el sacerdote pide que abran la puerta, asegurando que no está herido, aunque miente.

Mientras sale con el Doctor Hill, el sacerdote cae al suelo, muerto.

Joan sigue frente al reloj, acompañada por Stephen, y llora, tras lo que va a la cocina y echa en un vaso el contenido de una papeleta.

Taylor acude a un bar donde todos hablan sobre el perdón, y no entienden por qué no creyó al cura. Escucha también a un periodista que habla por teléfono e indicó que no sabe cómo estará ese hombre al saber que era libre y mató al cura por nada.

Joan va a tomar el contenido del vaso, cuando llega una llamada y escucha a Bonnie decir que es Eddie quien llama.

Este le dice que está fuera y ella llora de alegría.

Eddie le pide que anote el número de un vagón en una vía muerta, y, aunque Bonnie trata de convencerla de que no vaya para no arruinar su vida.

También Stephen, que asegura que le cogerán al día siguiente, diciendo ella que en ese caso le cogerán con él.

Stephen le deja su coche y le da algo de dinero para ayudarla.

Ella llega a la estación entre la niebla y busca el vagón, donde encuentra a Eddie muy débil, pues lo hirieron cuando salió.

Le cuenta que mató al padre Dolan cuando intentaba decirle que le habían perdonado, y él no lo creyó, y ahora es un asesino.

Le dice que quiere besarla una vez antes de que le cojan.

Ella trata de ayudarlo a incorporarse, y le dice que deben huir, que no dejará que vuelvan a cogerlo, haya hecho lo que haya hecho y lo lleva en el coche de su jefe, mientras Eddie duerme, muy débil.

Al pasar frente a una tienda para y, tras romper el cristal roba cosas para curarlo.

Tras interrogar a Bonnie, la policía hace lo mismo con Whitney, que recuerda que lo tuvieron durante 5 meses esperando la muerte y esperan que en un momento cambie de forma de pensar, y asegura que volvería a defenderlo y se pregunta cómo se sentirá ahora, al saber que le habían perdonado y ha matado a Dolan.

Paran en un descampado para curarlo y Eddie dice que todavía ve la cara del sacerdote y pide a Joan que vuelva con Bonnie y olvide que lo ha conocido, aunque ella dice que no volverá a entregarle y que lo ocurrido no fue culpa de él, sino de ella y que es ella la que mató al sacerdote, por lo que continuarán juntos, pues tienen una vida que vivir.

Pero él dice que le atraparán, diciendo ella que si es así, la cogerán a ella también, pero que antes tendrán que encontrarlos.

Aparecen carteles en que ofrecen 5.000 dólares de recompensa por los Taylor.

Para poder llenar el tanque del coche atracan una gasolinera a punta de pistola.

Cuando se van tras repostar y cambiar las ruedas, el encargado de esta llama a la policía y cuenta que van en un sedán verde, y mientras habla con ellos su compañero le dice que diga también que se llevaron el dinero de la caja para poder repartírselo entre ellos.

Stephen le cuenta a Bonnie que los tenían acorralados, pero lograron escapar.

Ella se pregunta si habrá nacido ya el niño, mientras que Stephen lamenta que ahora la acusarán de todos los delitos del país.

Antes de entrar en una ciudad, él rompe un cristal para que no vean que estaban agujereados por las balas.

El tiempo pasa y ofrecen ya 10.000 dólares por ellos.

Algunos dicen que deben ya ser millonarios por todo lo que se cuenta de ellos, pero la realidad es que están pasando frío y soportando la fuerte lluvia en el coche sin cristal,

Eddie le dice que deberían ir a un hospital y que es un error lo que están haciendo, pero ella dice que le matarán si no evitan las ciudades, pero él dice que ella tiene ahora un motivo por el que vivir, pero ella le dice que los dos, y si le matan a él, lo perderá todo.

Eddie escribe a Stephen. Le dice que podrán encontrarse con él y con Bonnie en el Star Auto Court, en la autopista 47, adonde deberían llegar antes del sábado, y que espera que lo tenga todo preparado.

Escucha el llanto del bebé tras terminar la carta y lleva a Joan unas flores silvestres.

Bonnie y Stephen los esperan impacientes, temiendo que la policía interceptara la carta, pues tardan demasiado.

Pero finalmente llega Joan con el bebé.

Le entrega a su hermana un biberón y le cuenta que todavía no tiene nombre.

Le dice a Bonnie que lo querrá mucho, y le da una carta donde escribió todo y pide que le cuide, no entendiendo esta que se vaya a ir sin su hijo.

Bonnie le dice que Stephen ha arriesgado su carrera para que ella salga del país en barco, y que el niño podrá estar con ella.

Stephen le recuerda que la condenarán a 10 años de cárcel si la encuentran con Eddie, pero que él limpiará su nombre si viaja a la Habana, aunque ella asegura que no puede dejar a Eddie y les pide que no se preocupen, pues cruzarán la frontera antes de que amanezca.

Cuando sale se para a coger unos cigarrillos, escuchándola un hombre que la reconoce de su foto en la prensa, por lo que decide llamar a la policía.

Eddie y Joan van juntos en el coche y comentan que el último cartel indicaba que les quedaban 6 millas para la frontera, aunque entonces reparan en una luz entre los árboles, que él dice es una estrella.

Él le cuenta que los vio desde fuera cuando estaba con su hermana y con Stephen y pensó en lo bien que estaban ella y el niño en la casa, y recuerda que una vez vivieron en una casa, pero solo unos minutos, y Joan le dice que su hogar será cualquier sitio donde estén.

Él dice que hay algo que no le ha dicho nunca, y le da las gracias por amarle.

Ella le dice que compró unos cigarrillos, y se dispone a encenderle uno.

Sonríen, cuando, de pronto, aparece un policía frente a ellos.

Consiguen esquivarlo, pero los ametrallan desde detrás y acaban alcanzándolos.

El coche acaba desviándose y caen por un pequeño desnivel, no pudiendo salir de allí, por lo que salen del coche y continúan a pie.

Él la coge en brazos, pues ella, herida, no puede seguir mientras los policías siguen su rastro.

Ella, que está ya muy mal, sonríe y asegura que volvería a hacerlo encantada antes de morir, alcanzando una bala en ese momento a Eddie, que la besa, mientras escucha la voz de Dolan que le dice que es libre y la puerta está abierta.

Calificación: 4