Raquel, Raquel
Rachel, Rachel (1968) * USA
Duración: 101 minutos
Música: Jerome Moross, Erik Satie, Robert Schumann
Fotografía: Gayne Rescher
Guion: Stewart Stern (N.: Margaret Laurence)
Dirección: Paul Newman
Intérpretes: Joanne Woodward (Rachel Cameron), James Olson (Nick Kazlik), Kate Harrington (May Cameron), Estelle Parsons (Calla Mackie), Donald Moffat (Niall Cameron), Terry Kiser (Predicador), Frank Corsaro (Hector Jonas), Bernard Barrow (Leighton Siddley), Geraldine Fitzgerald (Rev. Wood).
Rachel Cameron, una profesora a punto de cumplir los treinta y cinco, despierta cada mañana pensando que padece alguna tremenda enfermedad o que se le cae algo encima y la mata.
Rachel vivió desde muy pequeña en contacto con la muerte, ya que su padre era propietario de una funeraria, y la muerte de este 14 años antes la obligó a interrumpir sus estudios universitarios y volver a su aburrido pueblo, para cuidar de su madre, con la que seguirá viviendo encima de la funeraria, ya que el nuevo propietario les cedió la casa en agradecimiento por lo barata que se la vendieron.
Ahora Rachel vive casi por y para su madre a la que cuida y que la trata como si aun fuera una niña pese a que Rachel cree que ya está en la mitad de su vida.
Un día coincide con Nick Kazlik, un antiguo conocido que ha ido al pueblo a visitar a sus padres y al que conoció cuando eran unos niños, recordando que su padre amortajó a su hermano gemelo que murió en un accidente.
Su amiga Calla, soltera como ella y con la que trabaja, la obliga a salir para divertirse, acudiendo un día a una sesión de un "gurú" del amor, sintiéndose tan poseída por el espíritu reinante que acaba por perder la consciencia.
Tras la experiencia se siente muy confusa y avergonzada. Calla tratará de calmarla y consolarla hasta acabar besándola, dejándola sorprendida por su reacción.
Dejará de vera durante un tiempo tras la experiencia optando por aceptar una nueva invitación que Nick le hace para ir al cine.
Tras ello van a tomar unas cervezas y luego él la invita a ir al campo, donde acabarán haciendo el amor pese a los prejuicios de ella.
Y tras ese encuentro le seguirán otros, pasando juntos en la casa de los padres de él, ausentes, un largo y divertido fin de semana, si bien, cuando ella le confiesa sentirse enamorada, él le dice que tiene una esposa.
Pero para entonces ya es tarde. Está embarazada y se siente confusa. Y más cuando se entera de que Nick le mintió, pues sabe que no tiene familia.
Le preocupa tener el hijo sola y le preocupa lo que pueda sentir su madre, por lo que habla con Héctor, el nuevo propietaria de la funeraria, que piensa en la posibilidad de deshacerse de él, aunque finalmente, y cuando decide tenerlo se entera de que realmente no está embarazada y de que solo tiene un quiste.
Pero todo lo ocurrido le lleva a reflexionar sobre el rumbo de su vida y decide empezar de nuevo cortando con su pasado, para lo que acepta un nuevo puesto de trabajo en Oregon, aun a costa de dejar a su madre si ella opta por no cambiarse.