¡Qué verde era mi valle!
How Green Was My Valley (1941) * USA
Duración: 118 min.
Música: Alfred Newman
Fotografía: Arthur C. Miller
Guion: Philip Dunne (Novela: Richard Llewellyn)
Dirección: John Ford
Intérpretes: Walter Pidgeon (Mr. Gruffydd), Maureen O'Hara (Angharad Morgan), Donald Crisp (Gwilym Morgan), Roddy McDowall (Huw Morgan), Sara Allgood (Beth Morgan), Anna Lee (Bronwyn), Patric Knowles (Ivor Morgan), John Loder (Ianto Morgan), Barry Fitzgerald (Cyfartha), Rhys Williams (Dai Bando), Morton Lowry (Mr. Jonas), Arthur Shields (Mr. Parry), Frederick Worlock (Dr. Richards), Richard Fraser (Davy Morgan), Evan S. Evans (Gwilym Morgan Jr.), James Monks (Owen Morgan).
Un hombre, Huw Morgan, empaqueta sus cosas. Lo hace, como él mismo indica, en el mantón que su madre llevaba al mercado, porque se va de su valle al que asegura no regresará, dejando atrás 50 años de recuerdos.
Indica lo extraño que es que la mente olvide las cosas recientes y mantenga claros y brillantes los recuerdos de muchos años atrás.
Dice no poder creer que sus amigos desaparecieran, pues aún le parece escuchar sus voces, y en su cabeza siguen vivos.
Al cerrar sus ojos deja de ver el valle como es ahora, y lo recuerda como era cuando era niño, verde y rebosante de vida, asegurando que no había en todo Gales uno más hermoso.
Recuerda que todo lo que aprendió se lo enseñó su padre, y nada era malo o sin valor.
Entonces la escoria - los residuos de las minas de carbón - apenas había comenzado a cubrir la ladera de la montaña y todavía no ennegrecía la belleza de su pueblo
Recuerda también a su hermana Angharad.
Tanto su padre, Gwilym Morgan, como sus hermanos, Ianto, Davy, Owen, Ivor y Gwilym hijo, eran mineros y estaban orgullosos de ello.
Tras cobrar, los mineros bajaban hacia el pueblo cantando y los Morgan, uno a uno, dejan su paga en el delantal de la madre, Beth, yendo tras ello al patio trasero para tratar de quitarse unas manchas, que nunca salían del todo.
Huw los envidiaba. Siempre había un pedazo de ternera o de cordero y no hablaban mientras comían. Asegura que nunca encontré a nadie cuya conversación fuera mejor que una buena comida.
Tras la cena ponían la caja sobre la mesa para repartir el dinero que se podían gastar, no existía allí ningún banco y lo guardaban en la caja sobre la repisa de la chimenea.
Su padre decía que el dinero había sido hecho para gastarlo.
También él recibía una propina con la que iba a la tienda de la señora Tossall donde compraba unos tofes que duraban horas.
La aparición de Bronwyn, la prometida de Ivor, que venía del valle de al lado, hace que se enamore de inmediato de ella pese a su diferencia de edad, presentándola como su nueva hermana.
Poco después sería la boda, oficiada por el pastor Gruffydd que provenía de la universidad de Cardiff, al que era la primera vez que veía, y el cual se fijó en Angharad de inmediato a la que a la salida le tiró con fuerza el arroz.
La casa se llena luego de invitados que brindan, beben y cantan. También lo hace el pastor, que armoniza su voz con la de Angharad.
Pero un día les anuncian que a partir del 3 de agosto la paga se reducirá a 1 chelín y 2 peniques por turno.
Su padre, junto con varios compañeros fue a hablar del asunto con el señor Evans, el propietario, pero cuando regresa dice que no consiguen vender el carbón al precio de antes, pero que solo son unos chelines menos y podrán seguir viviendo bien.
Pero Ianto le dice que no le han dicho la verdad. Que ya lo esperaban desde varias semanas antes, cuando cerraron la fundición en Dowlais y les redujeron la paga porque los obreros de Dowlais perdieron su trabajo y están dispuestos a trabajar a cualquier precio, y piensan que es solo el principio y volverán a reducirlo.
Pero el padre les dice que no cree que los dueños sean unos salvajes y que pagará los salarios que merecen, algo que sus hijos no creen, y piensan que solo podrán conseguir mantenerlo si crean un sindicato, algo en lo que el padre no cree, pues piensa que son ideas socialistas.
No cambia solo el sueldo, también las condiciones laborales. Ponen a trabajar al padre fuera, bajo la lluvia controlando la carga.
Esa noche Davy rompe el silencio en la cena para decir que no puede ver a su padre trabajando bajo la lluvia, para castigarle y humillarle, y si sigue así acabará muriendo de frío cuando empiece a nevar, diciendo Ianto indica que deben unirse todos e ir a la huelga, aunque su padre dice que no quiere que le tomen como excusa para una huelga.
Owen apoya a sus hermanos y dice que no puede callarse contra la injusticia, diciéndole su padre que en su casa debe hacerlo, asegurando que no lo hará en ningún sitio, tras lo que decide marcharse, diciendo Gwilym que se irá con él, secundándolos también los demás hermanos, que le dicen que no discuten su autoridad, pero que, si los buenos modales les impiden decir la verdad, prescindirán de ellos.
Todos los hermanos se marchan, excepto Huw, no permitiendo la madre que Angharad se vaya con ellos cuando dice que irá a cuidarlos.
Finalmente se declara la huelga y, durante 22 semanas, los hombres permanecieron así, hasta que llegó el invierno, flotando el temor en el aire- Empeoró el humor de los hombres, y todo el que no era su amigo, se convertía en su enemigo, y por ello miraban mal a Gwilym, pues sabían que se había opuesto a la huelga.
Una piedra impacta contra una de sus ventanas, decidiendo Beth pedir a Huw que la acompañe esa noche a la colina, pues sabe que allí habrá una asamblea esa noche.
Allí, Beth se pone frente a los hombres en medio de una ventisca de nieve y les dice que son un hatajo de cobardes, pues su marido nunca hubiera hecho nada que les perjudicara por lo que no entiende que luego se puedan sentar junto a él en la iglesia.
Les dice que no está de parte de los dueños, que eso es una infamia y asegura que si sufre algún daño dará con el culpable y lo matará con sus propias manos.
Tras ello, y mientras se marchan, Beth se resbala y cae por un terraplén hasta un pequeño estanque helado, gritando Huw llamando a Ianto para pedir socorro, pues no puede sacarla él solo.
Bajan todos los hermanos y los rescatan.
Al día siguiente, el Dr. Richards los visita y asegura que es un milagro que Huw sobreviviese y que no sabe cuánto tardará en recuperarse, pues las piernas se le congelaron, y puede tardar un año o dos, y no sabe si podrá volver a caminar.
Con Huw y su madre convalecientes, Ivor y Gwilym serán quienes cuiden de ellos, yendo a verlo el pastor, que le dice que si quiere volver a caminar debe tener fe y le asegura que lo hará, digan lo que digan los médicos.
Allí tumbado, podrá leer "La isla del tesoro" a la que seguirán otros, recordando que todos los libros que leyó entonces se quedaron para siempre en su memoria.
Su madre, que estaba también en cama en el piso de arriba, se comunicaba con él dando golpes en el suelo con un palo, que él respondía con golpes en el techo.
Desde su cama, Huw ve llegar la primavera, y para entonces Beth consigue levantarse y comenzar a caminar, notándola él más mayor por su pelo blanco.
Escuchan cánticos fuera. Un coro, comandado por Ivor se acerca para recibir la recuperación de Beth, a la que también le llevan flores, lo que la emociona, aunque su alegría es mayor al ver que además regresan sus hijos a casa.
Su marido, también emocionado, los invita a beber.
Entre los asistentes está el señor Parry, un viejo pastor, que le dice a Ianto que no le ha visto por la iglesia, diciendo él que ha estado trabajando con el sindicato y no diciendo tonterías y con los brazos cruzados.
Gruffydd el otro sacerdote le pregunta por qué cree que en la iglesia dicen tonterías, diciendo Ianto que porque dicen que son los pastores del rebaño y permiten que las ovejas vivan en la miseria y en la pobreza y si levantan la voz tratan de tranquilizarlos diciendo que su sufrimiento es la voluntad de Dios.
El pastor les dice que él cree que deben formar su sindicato y que lo necesitan, pues solos son débiles, y unidos, fuertes, aunque a la fuerza se une la responsabilidad, pues no pueden vencer la injusticia con más injusticia.
Parry le dice que su misión es espiritual, diciendo Gruffydd que su misión es combatir todo lo que se interponga entre el hombre y el espíritu de Dios, asegurándole Parry que los obispos se enterarán de que ha predicado el socialismo.
Gwilym trata de poner paz, pues dice, Parry es su invitado y pide a su esposa que le dé una jarra, asegurando Beth que lo que le dará es un sartenazo.
Cuando se van todos, Angharad le dice a Gruffydd que debe darle las gracias por haberlos convertido de nuevo en una familia.
Al tratar de ayudarla luego en la cocina se mancha las manos de ceniza, y al cogérselas para mirarlas se da cuenta de que están encallecidas y le pregunta si ha trabajado alguna vez en las minas, contándole que lo hizo durante 10 años, mientras estudiaba.
Ella va a lavarle las manos, diciendo que, aunque él sea el rey en su iglesia, ella es la reina en su cocina, diciéndole él que ella será reina donde vaya, aunque se arrepiente luego de haber sido tan directo y le dice que no tiene derecho a hablarle así, aunque ella le asegura antes de que se marche que si es ella quien tiene que darle ese derecho, lo tiene.
La huelga llegó finalmente a su fin gracias a su padre y al señor Gruffydd, pero ahora eran demasiados para los puestos que había, y algunos descubrieron que nunca volverían a trabajar en su propio valle, y, comentan que todo el sur de Gales está igual, y en Cardiff los mineros hacen cola para obtener pan del gobierno.
Owen le dice a su padre que no pueden llegar a eso. Que él y Gwilym tomarán su parte del dinero y se irán a América, ofreciéndoles Ianto y los demás hermanos su parte, insistiendo ellos en que solo quieren lo suyo.
El padre les pide que no digan nada nada a su madre, pero los escuchó y los abraza, señalando que ese es el principio, que luego se irán todos, aunque Huw le asegura que él nunca la dejará.
Un día se forma un gran revuelo a la puerta de los Morgan cuando llega el cartero con una carta del castillo de Windsor para Ivor, que ve que se trata de una invitación para ir junto con su coro a cantar ante la Reina.
Gwilym, feliz, decide invitar a cerveza a todo el mundo y les dice a sus hijos que tendrán una despedida digna de un Morgan.
Esa noche reza ante sus vecinos del valle, por la reina y luego el coro ensaya el "God Save the Queen", que Huw escucha desde la ventana de su cama, mientras Owen y Gwilym abandonan la casa.
Un día, Gruffydd va a buscar a Huw y le lleva a caballito hasta el campo para recoger narcisos para su madre, y le hace observar desde lo alta el valle Rhondda.
Luego, el pastor deja a Huw solo y asustado, aunque Gruffydd le asegura que si lo intenta podrá andar, viendo, que, aunque aterrorizado y temeroso, en efecto puede dar algunos pasos antes de lanzarse en sus brazos.
El sacerdote le dice que debe fortalecer su espíritu orando y entendiendo lo que dice, y que su primera misión para sus piernas será que le lleven hasta la iglesia.
Consigue que regrese andando, aunque con dificultad y el domingo, va, en efecto a misa, donde, tras los cánticos, en la que Gruffydd da paso a los diáconos.
Parry, que está al frente de estos, llama a una mujer, Meillyn Lewis a la que dice que sus pecados fueron descubiertos y deberá pagar como todas las de su calaña, pues trajo a un hijo al mundo en contra de los mandamientos y por ello será lanzada a las tinieblas exteriores hasta que aprenda la lección.
Indignada, Angharad se levanta y les dice que ya basta, y que la deje en paz, pues son unos hipócritas y sale con ella mientras echa en cara a Gruffydd que no hiciera nada mientras se ensañaban con ella, y asegura que esa no es la palabra de Dios, pues Jesús dijo, "Vete y no peques más", asegurando que Meillyn no es peor que ella, que a veces se ama tanto a un hombre que perderle un momento de vista es una tortura.
Un día, mientras sus hermanos ayudan con sus ejercicios para las piernas a Huw y el señor Morgan remoja sus pies en agua caliente, llega a su casa el señor Evans, el dueño de la mina, que le indica a Morgan que desea que le dé permiso a su hijo Iestyn para que hable con él y visite a su hija.
Poco después es el propio Iestyn quien habla con él para pedirle permiso para hablar con su hija, aunque esta mira desde su ventana a Gruffydd.
Esa noche, cuando Gruffydd regresa a su casa y enciende la lámpara, descubre que está Angharad, a la que le dice que no debería estar allí, preguntando ella si ocurrió algo, pues necesita saberlo. No entiende su actitud con ella y le pregunta si es que hizo algo malo, diciendo él que no es ella, que su madre habló con él al salir de la iglesia y vio que estaba muy contenta porque nunca le faltaría de nada si se casaba con Iestyn Evans, aunque ella le asegura que no quiere a Iestyn, sino a él.
Él dice que ha pasado noches pensando también en ello. Que siempre pensó que su trabajo requería dedicación exclusiva, y no puede compartirlo con otra persona porque no puede permitir que sea pobre toda su vida y depender de la caridad ajena para poder comer decentemente y dejar que sus hijos vistan la ropa que otros desechen.
Que él lo soporta por su trabajo, pero se volvería loco si viera que su cabello se vuelve blanco 20 años antes de tiempo, y le dice que tiene un deber respecto a ella y le pide que le deje cumplirlo, aunque en respuesta, ella lo besa antes de marcharse atribulada.
Finalmente se casa con el joven Evans, y cuando sale con Iestyn hacia el carruaje, Morgan pide a Dai Bando que canten por su hija, que elegantemente vestida de novia, se aleja con su esposo en su calesa, mientras Gruffydd los observa desde lejos.
Para que el pequeño Huw pueda ir a la escuela, recibe la ayuda de Gruffydd.
Huw recuerda su primer día de colegio. Para ir hasta allí, tuvo que atravesar la colina hasta el valle vecino, siendo el primero de su familia que lo hacía.
Ve cómo todos le observan al entrar, y además el señor Jonas, el profesor, observa que va sucio y que lleva las botas llenas de barro y se burla y amenaza con una vara tratando de mostrarle modales, pidiéndole que le llame señor.
Luego, y durante el recreo, algunos chicos se meten con él, llamándole carbonero y Mervyn Phillips le rompe su estuche y le tira todo, decidiendo él enfrentarse a él, aunque, por ser mayor, acaba venciéndole.
Regresa a su casa triste y magullado tras esa experiencia, aunque cuenta que se cayó en la montaña, y cuando sus hermanos le preguntan si ganó la pelea, les dice que no.
Su padre pide que vayan a buscar a Dai Bando y le pregunta a Huw si está dispuesto a regresar al día siguiente al colegio, a lo que le responde que sí, diciéndole su padre que le dará un penique por cada marca en la cara y 6 si le sangra la nariz. Un chelín por un ojo morado y dos por la nariz rota, aunque su madre le dice que si vuelve a pelearse no le hablará, pues acabarán con él, aunque su padre asegura que en un tiempo será él quien vapulee a los demás.
Llega Dai Bando, dispuesto a enseñarle a pelear.
Pronto las lecciones dan su fruto y aprende a esquivar al matón y a golpearlo él, aunque los sorprende el profesor, que pide a Mervyn que lo golpee, a lo que este se niega, haciéndolo el propio Jonas sádicamente, hasta hacerle perder el sentido.
Cuando esa tarde regresa a su casa y ven su estado, sus hermanos se muestran dispuestos a ir a ver al señor Jonas, aunque él les dice que no deben hacerlo, pues fue él quien rompió el reglamento al pelear, pues le había avisado de lo que sucedería, pidiendo que lo dejen.
No van, pero sí lo hace Dai Bando con Cyfartha, que irrumpen en la clase y le hacen ver a Jonas su indignación de que usara su vara contra un niño tres veces más pequeño que él, diciéndole Dai Bando que le va a mostrar las reglas del boxeo, tras lo que golpea al profesor en la cara, tumbándolo, y le enseña luego cómo dar un buen derechazo, mientras los alumnos miran divertidos al ver cómo el profesor acaba sin conocimiento, señalando antes de marcharse que no tiene aptitudes para aprender a boxear.
Un día suena la sirena de la mina, corriendo todos los habitantes hacia ella.
Pronto llega la noticia de que quien cayó fue Ivor, bajo una vagoneta en la galería inferior, saliendo en la jaula que sube, llevándolo su padre en brazos junto a su hermano.
El señor Morgan, junto con sus hijos y el señor Gruffydd bajan con él al pueblo, cayendo Bronwyn sin sentido, rota por el dolor.
Poco tiempo después esta tiene un hijo.
Después de unos meses, ven felices que su hijo tiene muy buenas notas, aunque su madre siente cierto desprecio por las tonterías que dice, le enseñan.
Pero su padre está muy orgulloso y le indica que irá a Cardiff al colegio y luego a la universidad para ser abogado o médico.
Bron le cuenta a Beth que se siente muy sola, y que sigue preparando cada noche sus botas, diciéndole Beth a su marido que le gustaría que se fuera a vivir allí, aunque él dice que no debe haber más que un ama de casa.
Cuando el padre le pregunta a Huw qué va a hacer, él dice que quiere bajar a la mina con él, diciéndole su padre que ese no es un lugar para él, pues antes pagaban bien, pero ahora es una pena enterrar lo que sabe en una mina, aunque él le dice que lo prefiere, diciéndole su padre que entonces lo hará, aunque, tras escucharlo, decide salir a emborracharse.
Huw, por su parte va a ver a Bron y le dice que si le deja vivir allí con ella, le dará su jornal y ella podrá seguir preparando la ropa, pero ahora para él, aceptándolo ella cuando le dice que se lo pidió su madre.
Se une en efecto a los mineros y comienza a trabajar como ayudante empujando vagonetas o ayudando a sujetar el pico.
Se siente feliz cuando cobra sus escasos 7,2 peniques, pero esa felicidad se ve truncada porque a continuación despiden a sus dos hermanos, Ianto y Davy, pese a ser los mejores trabajadores de la mina, pues estaban demasiado bien pagados para competir con otros más desesperados.
Poco después, también ellos hacen sus maletas y se marchan.
Huw muestra en un atlas a su madre dónde están sus hijos. Owen y Gwilym en América, Angharad en Ciudad del cabo, Ianto en Canadá y Davy en Nueva Zelanda.
Un día regresó Angharad desde Ciudad del Cabo sin su marido y se alojó en la casa grande de los Evans, ahora su hogar, en lo alto de la colina.
Huw fue a visitarla y la encontró con mala cara y aspecto enfermizo.
Él le habla de todos los conocidos y le dice que el señor Gruffydd está muy cambiado y ya no parece el mismo, diciendo que está enfermo por dentro, como ella, que le pide que se marche a casa, aunque luego cambia de opinión y le pide perdón y pide que les lleven el té que, dice, servirá ella misma, pese a que la señora Nicholas, insiste en que lo hizo durante 37 años.
Cuando se quedan solos, Angharad rompe a llorar y le dice a su hermano que intentó decírselo a su madre, pero no pudo.
Entretanto, en la cocina, la señora Nicholas comenta ante todas sus amigas del pueblo, que cree que Angharad va a divorciarse pues está allí sin su marido, porque, asegura, está enamorada del pastor.
Las mujeres aseguran que no dirán una palabra, pero en la mina todos se burlan de Huw que los llama embusteros y se pelea con ellos, viendo luego, de regreso a su casa cómo las mujeres ríen a su paso mientras comentan el asunto.
Indica que, igual que la escoria se extendió por el valle, una oscuridad se extendió por las mentes de su gente, y por primera vez la puerta de su casa permaneció cerrada durante todo el día.
Sus padres notan que se peleó por culpa de los rumores, asegurando su padre que si hacen lo que pretenden no volverá a entrar en la iglesia mientras viva.
La madre le cuenta luego a Huw que esa noche, después del servicio se reúnen los diáconos para hablar de Angharad, aunque él le dice que no ha hecho nada, diciendo su madre que eso es suficiente para gente con una mente sucia.
Le dice que no irán ninguno, pero el deshonor será el mismo, diciendo Huw que irá él.
Gruffydd sube al púlpito para decirles que es la última vez que hablará en esa iglesia, asegurando que se irá de ese valle con pena por los que le ayudaron y le permitieron que les ayudara, pero no por todos los demás, pues de entre ellos ni uno solo fue a hablar con él para acusarle de obrar mal y los llama cobardes e hipócritas, aunque dice, la culpa es suya tanto como de ellos, pues las lenguas ociosas, dice, mirando a la señora Nicholas, y la mezquindad que han demostrado, es su fracaso por no haber conseguido llegarles al corazón.
Le dice a Huw que cuando era un muchacho como él pensaba que conquistaría el mundo con la verdad, pero solo unos pocos lo escucharon y lo comprendieron, y les pregunta por qué van a la iglesia, pues sus corazones están demasiado secos y solo van por miedo al castigo divino, olvidando el amor de Cristo, no habiendo entendido su sacrificio, e indica que si hacen esa reunión en la casa de Dios y en su nombre, blasfeman contra él, tras lo que se marcha.
Huw sale tras él, sin hacer caso a Parry, que le pide que se quede.
Encuentra a Gruffydd escribiendo una nota de despedida para Angharad.
El pastor le entrega el reloj que le dio su padre cuando se hizo sacerdote, y dice que así cada uno estará en el corazón del otro.
Huw le pregunta si no va a ir a ver a Angharad antes de marcharse, pues ella lo desea, diciendo él que no podría, pues si fuera a verla no tendría fuerzas para dejarla.
Le dice al muchacho que le echará de menos.
Vuelve a sonar entonces la sirena y todos salen alarmados, pues hubo un derrumbamiento, viendo tras ello todos, una explosión.
Beth va a ver a Bron, y se abrazan con temor.
Sale también Angharad al escuchar la sirena y corre hacia la mina.
Gruffydd va con Huw y pide que dejen pasar a todos los que tengan parientes trabajando.
Le explican que fue en la galería inferior.
Cuando sube el ascensor salen varios hombres mal, pero vivos.
En la siguiente jaula ven la gorra del señor Morgan
Angharad se une a su madre y a Bron, temiendo por su padre.
Gruffydd y Angharad vuelven a verse después de tanto tiempo.
Gruffydd pregunta quién irá a buscar a Morgan y a los demás, diciendo Dai Bando que irá él, pues es como un hermano, pese a estar prácticamente ciego, pidiendo a Cyfartha que le acompañe, aunque este no se atreve.
Varios mineros más se les unen, bajando también Huw, y finalmente, el propio Gruffydd, al que se acerca Angharad y le pide que vuelva.
Se adentran en el pozo derruido e inundado y, hundidos hasta la cintura lo buscan, gritando Huw esperando su respuesta y el eco de su voz resuena por toda la galería.
Huw se arrastra por un estrecho pasillo hasta llegar junto a su padre, vivo, pero atrapado bajo algunas vigas, abrazándose a él, que lo acaricia y le dice que es un buen hijo antes de morir.
Fuera, Beth duce que su marido fue a verla poco antes y le dijo que Ivor estaba con él. Que le habló dulcemente describiéndole la gloria que había visto.
Cuando sube la plataforma, Huw sujeta la cabeza de su padre en sus piernas.
Huw asegura que los hombres como su padre no mueren, que siguen tan reales en su memoria como lo fueron en vida y recuerda qué verde era entonces su valle.
Y vienen a su mente todos recuerdos felices del pasado.