Pierrot, el loco
Pierrot le fou (1965) * Francia / Italia
Duración: 110 min.
Música: Antoine Duhamel
Fotografía: Raoul Coutard
Guion y Dirección: Jean-Luc Godard
Intérpretes: Jean-Paul Belmondo Ferdinand Griffon./ "Pierrot"), Anna Karina (Marianne Renoir), Graziella Galvani (Maria Griffon), Dirk Sanders (Fred), Jimmy Karoubi (Enano), Roger Dutoit (Gánster 1), Hans Meyer (Gánster 2), Samuel Fuller (Él mismo).
Ferdinand compra un libro sobre Velázquez, que lee luego en su bañera mientras sus hijos lo miran y lo escuchan sin entender nada.
Maria, su mujer, que es italiana, le apremia, pues sus amigos Frank y Paola están a punto de llegar para recogerlos, diciendo él que no tiene ganas de salir y prefiere quedarse con los niños, diciéndole su mujer que Frank llevará a su sobrina para que los cuide, por lo que no tiene excusa.
Ferdinand acaba de perder su trabajo y necesita otro, diciendo su mujer que se lo ofrecerán y tendrá que aceptarlo y dar las gracias.
Llegan poco después, en efecto, sus amigos con Marianne, la sobrina, y van con ellos a una fiesta a casa de los Expresso, los millonarios padres de su mujer, donde hay gente de lo más variopinta, como un americano que no habla francés y que les rebela que es Samuel Fuller, que es director de cine y va a hacer "Las flores del mal".
Ferdinand le pregunta, a través de una mujer que habla inglés qué es exactamente eso del cine, diciendo el director que las películas son como una batalla, amor, odio, acción, violencia y muerte, y todo en una palabra: emoción.
Una mujer habla constantemente como si estuviera haciendo anuncios y otra mujer que va desnuda y que aboga por renunciar a la ropa interior sexy, pues a plena luz pierde su encanto.
Paola le dice que habla demasiado y que escucharle cansa, decidiendo él marcharse, para lo que le pide a su amigo que le deje el coche, diciéndole que los espera en casa.
Pero antes de marcharse se dirige a una enorme tarta que rodea un nutrido grupo de invitados y empieza a lanzársela a estos.
Cuando llega a casa encuentra a la canguro dormida y se ofrece a llevarla, pues a esa hora ya no hay metro.
En el coche, ella le dice que es extraño verse de nuevo, recordando él que ya hace cuatro años, corrigiéndolo ella y diciéndole que harán cinco y medio en octubre.
Él le cuenta que se casó con una italiana adinerada, pero que no le interesa, y no se divorcia porque se ha vuelto perezoso.
Marianne le pregunta si aún es profesor de lengua en Saint Louis, diciendo él que no, que trabajaba en televisión, pero que lo dejó y ahora no tiene trabajo.
Le cuenta que dos años atrás un amigo la vio en Londres, y le pregunta si sigue con el americano, diciendo ella que esa historia se acabó hace tiempo.
Escuchan en la radio la noticia de la muerte de 115 personas en Vietnam, quejándose ella de que se hable solo de números, sin que se diga nada de ellos. Ni sus nombres, ni sus gustos, lo mismo que pasa con las fotos. En ellas, el fotografiado está inmóvil, pero en ese momento estaría pensando en alguien, y a ella le gustaría que la vida fuese más organizada, como en las novelas.
Ella lo llama Pierrot, como el payaso, diciendo él que sabe que se llama Ferdinand.
Marianne le dice que hará todo lo que él quiera, pues lo desea.
Se queda a dormir en casa de ella. Una casa minimalista, donde hay numerosas armas y un hombre muerto, no mostrándose él sorprendido.
Él le dice que puede ver, que, tal como le dijo, la amaría toda su vida.
Ella se pone a cantar. Señalando su canción que ellos, que pensaban que nunca se enamorarían ni se harían promesas de amor eterno, poco a poco empezaron a decir palabras de amor. Y que ellos, que pensaban que nunca podrían convivir sin aburrirse, ven que es un placer estar así. Que sus sentimientos los unieron y los sentimientos son más fuertes que las palabras.
Él le dice que sabrán si se han amado cuando estén muertos, dentro de 60 años, diciendo ella que sabe ya que le ama, pero que de él no está seguro, diciendo él que también la ama.
Ella le cuenta que esa mañana fue su mujer a preguntar por él, aunque él le asegura que no le importa.
Se esconden cuando llega Frank, que tenía las llaves del piso de ella, preguntándole él por qué las tenía, diciéndole ella que se lo contará todo, aunque, entretanto debe ocultarse para que no lo descubra.
Pero sale enseguida, como si fuera natural que estuviera allí, y mientras él lo entretiene, ella lo golpea con una botella en la cabeza.
Le cuenta tras ello que está en una organización política y entre otras cosas trafican con armas, y deben irse ya, llevándose al huir una de las armas.
Parten sin dinero hacia el sur de Francia, saliendo de París por una vía única.
Deben repostar, pero como no tienen dinero, le pide ella al empleado de la gasolinera que le mire el agua y el aceite, aprovechando, mientras lo hace, para golpearle con la tapa del capó, aunque hay varios empleados más, y tras pelearse con ellos deben escapar, mientras uno de ellos corre a llamar a la policía.
Marianne le dice que deben encontrar a su hermano, que es corresponsal en Tele Montecarlo, y además, trafica con mercancías de países africanos.
Se dirigen hacia Niza, preguntándole ella por el camino si ha matado a alguien, asegurándole que no le gustará nada hacerlo.
Paran en el arcén y se besan.
Al día siguiente llegaron a un pueblecito del centro de Francia.
Para entonces la policía ha difundido ya su descripción por la radio y les miran con desconfianza.
Para tratar de conseguir algo de dinero para la gasolina comienzan a contar historias.
Siguiendo su camino, se topan con una pareja muerta debido a un accidente, decidiendo aprovechar ese escenario para simular que también ellos sufrieron un accidente, esperando que así la policía les crea muertos, para lo que prenden fuego a su coche, aunque al hacerlo queman también el maletín cargado de dinero que había en él.
Deben continuar su camino a pie, debiendo incluso atravesar un río poco profundo en su huida.
Mientras se sientan para descansar, y él lee "La bande des Pieds Nickelés", ven que llega al taller de al lado una pareja en un Ford Galaxie, y piden que les engrasen el coche, aprovechando ellos para robarlo, junto con la chaqueta del dueño que se quedó en él, y de la que saca dinero para dárselo al chico que se lo revisó.
Se cambian de ropa con la de los desconocidos y tiran la suya antes de seguir camino.
En el periódico informan que interrogaron a su mujer y dijo que los había visto juntos desnudos en su cama, pensando que se volvió loco.
Él dice que siente el olor a muerte en el paisaje y en los árboles, en las mujeres y en los coches.
Ella dice que sin dinero no pueden ir a Italia, y por ello deben buscar a su hermano para que les dé dinero y además podrán divertirse.
Ella dice que no volverá a enamorarse, mientras coloca su cabeza en el hombro de él.
Cuando ella comenta que la gente está obligada a seguir por la carretera hasta que se acabe, él da un volantazo para demostrarle que no es cierto y acaba hundiendo el coche en el mar, comenzando a flotar como una barca.
Salen luego del mar cargados con las maletas y le dice que irán a la isla misteriosa.
Se instalan en efecto en una isla desierta, donde él escribe su diario, con un guacamayo sobre su hombro, mientras Marianne pesca con un palo a modo de lanza y él se fabrica un arco, empezando a vivir de la caza y de la pesca, se bañan en el mar y él lee.
Les visita también un pequeño zorro.
Él le pregunta si nunca le dejará, diciendo ella que nunca, seguro.
Le dice que ya no piensa en su hermano y en esa historia de las armas, pero parece triste, porque dice, él le habla con palabras, y ella le mira con sentimientos, diciendo él que con ella no se puede conversar, pues no tiene ideas, solo sentimientos.
Pero algún tiempo después ella está ya cansada de vivir de ese modo, de llevar siempre el mismo vestido, del mar, de las latas, de la arena… y quiere irse, diciéndole él que para irse necesitan dinero, por lo que le propone desvalijar a los turistas que llegan para visitar la isla en barco.
Vuelven a la idea de encontrar a Fred, el hermano de ella, y le propone irse a Miami.
Corren hacia el barco donde salen los turistas y dibujan para ellos para ganar algo de dinero, aunque no tienen éxito, por lo que propone él hacerles una obra teatral.
Representan con cerillas la guerra de Vietnam, disfrazándose ella de oriental y él de americano. El sobrino del tío Sam contra la sobrina del tío Ho.
Les dan algo de dinero, pero deben huir, pues ella le arrancó a uno todo su dinero.
Ella dice que quiere ir a una discoteca y que le da igual todo, pues solo quiere vivir, pero él no lo entiende.
Se observa la mano y dice que tiene muy corta la línea de la suerte, y comienzan a cantar. Ella de su línea de la suerte, y él de la línea de la cadera de ella.
Regresan de la isla en una barca, pero no paran de discutir, y cuando van a llegar a tierra, ella se fija en un enano y en una mujer que les buscan.
Ella le dice a Ferdinand que debería escribir la novela de una mujer que paseando por París se encuentra con la muerte y trata de huir hacia el sur para no verla de nuevo porque cree que su hora aún no ha llegado. Viaja a toda velocidad, y cuando llega al mar, choca contra un camión y muere cuando creía que la muerte ya había perdido su rastro.
Cuando llegan a puerto ella le mete prisa, pues, dice, tiene miedo, dirigiéndose a los dos tipos que parecían buscarla, yéndose con el enano, y mientras se aleja le dice, "Pierrot, sabes que te amo".
Va a esperarla a un bar, donde la chica que iba con el hombre bajito se pone a bailar tras poner un disco a todo volumen.
Ferdinand ve cómo un hombre se sienta en su mesa y le pregunta si se acuerda de él. Le recuerda que vivió un año antes en Fontainebleau, en su casa y le prestó 100.000 francos y además se acostó con su mujer.
El hombre le pregunta si se dirige al sur, y cuando le dice que sí, el hombre se marcha sin más.
La camarera le pregunta si es el señor Griffon, pues tiene una llamada, viendo que se trata de Marianne, que mientras no le veían llamó y le dice que tiene miedo, pues están completamente locos y le pide que vaya rápido, y que volverá a ser buena con él.
El hombre bajito habla con un intercomunicador enorme y saca varias armas mientras le dice a Marianne que le darán unas cuantas descargas eléctricas o la desnudarán y la meterán en una bañera llena de Napalm y le prenderá fuego, como en Vietnam.
Ferdinand corre a toda velocidad, viéndolo ella correr desde el balcón mientras el hombre pequeñito carga una pistola y le apunta a su cabeza.
Ferdinand sube hasta el piso, donde ve el vestido de la chica y al hombre bajito muerto, con las tijeras clavadas en su cuello.
Tras él, que le saca las tijeras y las limpia con el vestido de Marianne llega otro hombre que coge al enano y lo coloca en un sillón, cogiendo luego a Ferdinand, por orden de otro hombre, tratando de hacerle confesar y decir qué hicieron con el dinero del 404.
Lo meten en la bañera y llevan el vestido de ella para taparle la cabeza.
A punta de pistola le dicen que saben que es Ferdinand Griffon y que estaba con Marianne cuando ella apuñaló a su amigo Donovan, y que se marcharon con 50.000 dólares que les pertenecen.
Le cubren la cabeza con el vestido de ella y lo mojan como tortura, diciéndole que está seguro de que Marianne lo metió en eso y que quien les interesa es ella, y le preguntan dónde puede encontrarla a ella y al dinero, aunque se niega a hablar en un principio, aunque luego les dice que está en el bar Marquesa, yendo ellos a comprobarlo.
Camina por una vía, en la que se sienta mientras se escucha cómo se acerca el tren, saltando justo antes de que este llegue.
Tras ello Ferdinand llegó a Toulon. Allí se le veía deambular por las calles y por el puerto, viviendo en el Little Palace Hotel mientras buscaba a Marianne.
A veces dormía en los cines de sesión continua y seguía escribiendo su diario.
Entretanto conoció a la princesa Aisha Abadi, para la que trabajó en su barco. Ella le contó que era libanesa de adopción. Que se casó en 1960 con el Emir Abadi, por lo que es la reina del Líbano en el exilio y por eso está en Niza de incógnito, pues tienen su cabeza puesta a precio.
Estando allí escucha cómo le llaman Pierrot, viendo a Marianne, que observa que él no parece sorprendido de verla.
Dice que es feliz por haberlo encontrado, pues lo ha estado buscando.
Le cuenta que fue a buscarlo al bar La Marquesa, pero como no estaba, volvió a la casa y vio a los tipos que se iban y pensó que lo habían matado y anduvo sin rumbo fijo y un día, por casualidad, encontró a Fred en Toulon, en un bar.
Ella le dice que lo ama a su manera y le lleva una libreta, donde escribió un poema sobre él en que lo llama Pierrot el Loco.
Le recuerda que los buscan por asesinato, pero que su hermano Fred los espera.
Él se pregunta qué hace la policía, pues deberían llevar ya tiempo encerrados, diciendo ella que son listos y dejan que la gente se destruya a sí misma.
Lo lleva en un coche descapotable hasta el muelle.
Suben a un yate y comienzan a navegar, contándole que trabajó en las Galerías Lafayette como ascensorista.
Le pregunta a qué se dedica su hermano y qué hacía en Tel Aviv, contándole que hay una guerra en Yemen y él trabaja para los monárquicos frente a los de la Liga Árabe.
Ferdinand le pregunta si existe la compañía de danza, pues no entiende que Fred necesite una tapadera, ya que el tráfico de armas se hace ya casi de forma oficial.
Cuando bajan del barco, está Fred con un grupo de muchachos que bailan.
Le pregunta a Marianne si Ferdinand querrá hacerlo, diciendo ella que sí, pues hace todo lo que ella le dice.
Le explican su misión.
Los dos tipos que le golpearon y le metieron en la bañera para interrogarle y recuperar su maletín con el dinero, llevan ahora otro maletín lleno de dinero para comprar el yate en que llegaron ellos antes.
Le entregarán el dinero a Fred, pero entonces verán que el barco no es suyo, por lo que perseguirán a Fred, siendo su misión librarse de ellos.
Los tipos del maletín persiguen en efecto a Fred hasta el bosque, donde Marianne espera armada, siguiendo Ferdinand a los tipos del dinero, sobre los que cae una red que habían colocado sobre los árboles.
Mientras tratan de librarse de la red, Marianne los encañona y gracias a su mira telescópica acaba con ellos.
Ferdinand le dice que la ama y se besan antes de partir cada uno con su coche en diferentes direcciones.
A él le sigue Fred, que, de hecho, choca con él, que sale del coche y los encañona a él y a su acompañante, viendo que el viejo que supuestamente vendía el yate, está muerto en el coche.
Fred mata al conductor y entrega el maletín a Ferdinand, que va a reunirse con Marianne, que está jugando a los bolos.
Él dice que le vieron, por lo que Fred parecerá inocente, preguntando él por qué le traiciona.
Él le pide que le bese, aunque ella dice que no lo hará delante de todos.
Él le dice que desde Niza pueden coger un avión para Tahití.
Ella dice que si lo hacen Fred los encontrará y se vengará, por lo que debe ir ella sola a su encuentro con el dinero para que no desconfíe y le pide a él que vaya en media hora, diciendo él que en vez de esperar media hora irá cuando cuente hasta 137.
Marianne llega al barco donde está Fred, en realidad su amante, y se besan.
Él va hasta el puerto, para ver que el barco partió sin esperarle, viendo a Marianne saludarlo de pie sobre este.
Se sienta en el muelle a hablar con un tipo al que encontró cantando y que le cuenta la historia de una canción que para él significa todo y su historia con tres mujeres, para acabar contando que ya no la aguanta, pidiéndole el hombre que le diga que está loco.
Viendo un barco pesquero, el Saua, que parte en ese momento, salta al mismo, diciéndole el dueño que va a la isla.
Allí con una pistola se enfrenta a la pareja y se entabla un tiroteo en que acaba con Fred y con Marianne, a la que coge en brazos, poniéndose a llorar.
La lleva moribunda hasta la casa y llama a París, mientras ella se queja del dolor, y él dice que no debió hacerlo, pidiéndole ella perdón antes de morir.
En el taller, y mientras llama para tratar de hablar con su mujer, sin resultado, se pinta la cara de azul tras encontrar allí un bote de pintura.
Escribe luego en su diario, "La muerte"
Con la cara pintada y dos tiras de dinamita se acerca a la playa.
Se ata a la cabeza las dos tiras de dinamita y luego le prende fuego.
En un momento dado dice que en el fondo es idiota, mientras trata de apagar el fuego, pero es ya demasiado tarde y se produce una explosión.
Marianne dice que ha vuelto a encontrar la eternidad, diciendo él que es el mar, diciendo ella que con el sol.