Mi mejor amigo
Mon milleur ami (2006) * Francia
Duración: 94 min.
Música: Xavier Demerliac
Fotografía: Jean-Marie Dreujou
Guion: Jérôme Tonnerre y Patrice Leconte (Argumento de Olivier Dazat)
Dirección: Patrice Leconte
Intérpretes: Daniel Auteuil (François), Dany Boon (Bruno), Julie Gayet (Catherine), Julie Durand (Louise), Jacques Mathou (padre de Bruno), Marie Pillet (madre de Bruno), Elisabeth Bourgine (Julia), Henri Garcin (Delamotte), Jacques Spiesser (Letellier).
François habla de negocios a través del móvil en una iglesia mientras espera para un funeral, durante el cual el sacerdote insiste una y otra vez que se han reunido todos los amigos del difunto para darle su último adiós, sin tener en cuenta que la iglesia está prácticamente vacía, no firmando de hecho nadie en el libro de firmas.
Finalizado el acto religioso, François le da el pésame a la viuda, asegurando lamentar la pérdida de su marido, al que dice consideraba un coleccionista extraordinario, esperando que ella le venda la cómoda de la que ya había hablado con él.
Va tras salir del funeral a una subasta de arte donde le espera Catherine, su socia en una galería de arte.
Bruno es un taxista que tiene muchos conocimientos culturales, aunque para sus amigos resulta demasiado pesado.
Durante la subasta empiezan a pujar por un jarrón griego antiguo, subiendo la cantidad a pagar, debido a su ambición por obtenerlo hasta los 200.000 Euros, algo que Catherine no puede entender, recordándole que son socios al 50%, aunque él dice que le interesa para él y actuó movido por un impulso.
Su rival durante la puja, un importante productor de televisión y coleccionista le interroga y le pregunta qué interés tenía en su jarrón, seguro de que para él no significa nada y para él era algo muy importante.
A la salida de la sala coge un taxi conducido por Bruno, que no puede evitar demostrarle sus conocimientos a cada calle por la que pasen, decidiendo François abandonar el taxi aprovechando un atasco, y antes de llegar a su destino para no tener que aguantarlo.
Va a un restaurante donde le esperan su novia, su socia y un grupo de gente entre la que a François le llama la atención una chica a la que no conocía y que le presentan como Marianne, a la que Catherine presenta como su novia, algo que sorprende a François, que no sabía que su socia era lesbiana, asegurándole esta que no se ha enterado antes porque no le interesa nadie.
François cuenta que en el funeral al que acudió esa mañana había solo siete personas, asegurándole uno de los comensales que cuando él muera no habrá ni siquiera 7 personas y que no irá nadie, pues a él solo le importan los objetos, y no tiene ni un verdadero amigo, solo tiene clientes.
Él alega que eso es incierto, por lo que le pregunta quién es su mejor amigo, si es que existe, estando dispuestos a apostar que no tiene ninguno.
Catherine le lanza un reto: deberá presentarles a su mejor amigo en 10 días, ya que asegura tenerlo, quedándose ella con el jarrón si no lo hace.
Preocupado por la apuesta, y una vez en su casa repasa su agenda sin hacerle prácticamente caso a su novia, tratando de determinar quién puede considerar su mejor amigo, decidiendo que quien más requisitos reúne es Bertrand, al que va a ver a su galería, el cual se extraña de verle, ya que no suelen hablar más de 30 segundos por teléfono, y el cual piensa que ha ido, como siempre, por algún asunto de negocios.
Le pregunta por su mujer, dándose cuenta de que ni siquiera recuerda su nombre, no sabiendo que está separado pese a que alguna vez comieron juntos, algo que le remarca Bertrand hicieron por negocios.
François le recuerda las vacaciones que pasaron juntos en Sicilia, corrigiéndole Bertrand e indicando que coincidieron en Sicilia, no fueron juntos de vacaciones, para finalmente responderle cuando le pregunta si le considera su amigo, que es solo un colega que además cuando puede le roba los clientes, asegurándole además que no encontrará entre el resto de los de su gremio a nadie que diga algo diferente de él.
François acude a una librería para compra un libro de "Cómo hacer amigos", empezando a preocuparse ya por su situación.
Tanto que ese día cuando ve en un restaurante a dos amigos riendo y hablando se dirige a ellos preguntándoles como hicieron para hacerse amigos, haciendo que estos se asusten pensando que es un loco y se marchen.
Acude también a una charla sobre la amistad, sentándose a su lado un hombre de aspecto extraño que le pregunta si está buscando amistad él está dispuesto, pues lo ha intentado todo pero sin lograrlo, aunque no encuentra comprensión en François, pues no le gusta su aspecto, cogiendo un taxi a la salida para huir de él.
Al día siguiente en el estudio muestra su preocupación por la tardanza en la entrega del jarrón, diciéndole Catherine que es debido a problemas de papeleos, entrando entonces Louise, la hija de François, que lamenta que quiera independizarse e irse a un apartamento para más adelante irse de Burdeos para estudiar en la Escuela del Louvre.
Cogen un taxi para ir al aeropuerto, coincidiendo que el taxista es nuevamente Bruno, que lo saluda contento porque la anterior vez que vieron François le corrigió un dato que él le dice comprobó y que tenía razón.
Vuelve a demostrar sus conocimientos y aunque François se muestra cortante, su hija deja que le hable y le muestre sus conocimientos, hasta que Louise estornuda y su padre le insiste en que vaya a un médico, comentando Bruno que tiene una clienta que conoce a un buen especialista en asma, momento en que Louise piensa que es una encerrona de su padre, ya que conocía al taxista y decide bajarse del taxi.
Bruno trata de mostrar sus grandes conocimientos acudiendo a un casting para un concurso de televisión, mostrándose demasiado nervioso, lo que le hace tardar en responder, aunque acierta finalmente y después de los titubeos, todas las preguntas, recordando los que hacen el taxi que ya ha ido varias veces y lo sabe todo, pero si se pone tan nervioso con ellos, en el plató podría ser un desastre.
François recibe finalmente el jarrón que teme perder en unos días.
Esa noche cena con sus padres que se extrañan de que no lo cogieran para el concurso, lamentando que siempre se ponga nervioso en esas circunstancias.
Tras la cena Bruno coge su taxi mientras sus padres salen a despedirle a la puerta, quedándose hasta verle entrar en la esquina siguiente en su casa.
Acude a una fiesta con Julia, su novia, aunque no parece sentirse a gusto en la misma, diciéndole Julia que entiende por qué no tiene amigos, pues no hace ningún esfuerzo.
Preocupado por la apuesta se mete en un servicio desde el que llama a SOS Amistad, preguntándole la persona que coge el teléfono cómo se imagina a su amigo ideal, a lo que él responde que lo único que necesita de él es tenerlo antes de fin de mes.
Ya en casa Julia le pregunta por qué no deja que le ayude preguntándose qué piensa de su relación al ver que sigue distraído y sin hacerle mucho caso buscando el listado de amigos que se había hecho y que no encuentra.
De pronto a la mañana siguiente ve que Bruno está fuera de la tienda y trata de esconderse de él, pensando que es demasiado pesado
Bruno se disculpa por lo de su hija y dice que le buscó porque encontró en su taxi una lista que pensó que sería de sus clientes, y que es en realidad la que hizo tratando de buscar a su mejor amigo.
Hace observaciones de que su tienda está vacía, para luego decir que a él también le gustan las "antiguallas" y que es también coleccionista, pues hizo la colección de los cromos de Panini.
Cuando finalmente se va a marchar, a François se le ocurre una idea y sale a buscarlo para invitarlo a almorzar, explicándole que está buscando amigos que le aprecien tanto como para ir a su entierro, y le pregunta cómo hace para saber relacionarse incluso con desconocidos, pues él no es simpático, por lo que le pide que le enseñe a serlo, estando dispuesto incluso a pagarle.
A partir de ese momento le acompaña y comienza a fijarse en su forma de actuar, viendo cómo se relaciona con sus clientes en el taxi, a los que anima con su buen humor.
Tras ello comienza él a tratar de ser simpático, por ejemplo al ir a comprar, aunque no le sale demasiado bien, diciéndole Bruno que le basta con estar atento y sonreír, y que no le faltarán ocasiones para ser simpático, aunque cuando lo intenta le parece que todos le miran mal y con recelo, incluso cuando en un bar invita a toda la barra, lo que ninguno acepta, señalándole Bruno que no basta con ser simpático sin más, sino que debe ser sonriente y sincero.
Lo sigue intentando y fracasando en sus intentos, tanto en el parque al acercarse a los que juegan a la petanca como cuando se acerca un pintor. Todos a los que se dirige acaban marchándose molestos, por lo que se da por vencido a la primera reconociendo que no hay nadie que le espere en ningún sitio, diciéndole Bruno que le esperará él.
Su socia se lamenta de que no hace lo suficiente por el negocio, lo que ha llevado a que las finanzas de la empresa comiencen a ir mal.
François se pasa la noche en su casa frente a su jarrón nuevo, sorprendiéndole allí su hija, a la que cuando le pregunta qué hace, le responde que está con su único amigo.
Pero al sacar un libro de una estantería caen antiguas fotos del colegio con las que baja al taxi, donde le espera Bruno, contento, pues le dice que ha encontrado al que fue su mejor amigo en 6º, Luc, cuyos datos ha buscado, pidiéndole a Bruno que lo lleve hasta su casa para darle una sorpresa.
Esperan cerca de la casa hasta que ve que sale con su mujer, aunque no se presenta, deja que se marchen, pues desea simular que se encuentran por casualidad, por lo que entra en un supermercado al que va la pareja, pidiéndole a Bruno que no le espere.
Una vez en el supermercado se hace el encontradizo con su antiguo compañero, el cual apenas le hace caso y le pide que le deje en paz, y, cuando él insiste recordándole su amistad, Luc le dice que siempre lo consideró un gilipollas. Que ya a los 11 años era un antipático y no le caía bien a nadie y le asegura que sigue siendo igual.
Se siente descolocado, viendo cómo sale Bruno a su rescate, ya que, afortunadamente no se marchó, recibiendo su apoyo.
Le señala que lo envidia porque enseguida se hace amigo de todo el mundo, asegurando Bruno que de todo el mundo es como decir de nadie.
Mientras descansa en un parque es abordado por el productor de cine contra el que pujó por el jarrón griego por el que le dice le dará lo que le pida, pues él no se merece ese objeto.
Preocupado por él, Bruno va a verlo, pues le dice que los domingos son difíciles y que mucha gente se suicida en domingo porque es cuando notan más la soledad, preguntándole François qué hace él para seguir vivo en domingo, yendo juntos a ver el fútbol.
Cuando finaliza el partido regresan en metro, donde François no se siente cómodo, viendo cómo los del equipo contrario, que es el que ganó los increpan, ante lo que empiezan a insultarlos, por lo que, como son más, deben salir corriendo para evitar que les peguen, lo que les parece muy divertido y ríen, invitándolo Bruno tras ello a cenar en casa de sus padres.
Cenará con ellos, contándole los padres que Bruno estuvo casado, pero que su mujer no pudo soportar su relación con sus padres y lo dejó.
Le cuenta también su padre, que pese a sus amplios conocimientos, Bruno suspendió el Bachillerato, debido a que la presión le puede y se pone muy nervioso.
Aprovechando que es anticuario, le muestran unos muebles antiguos de una tía, comprándole una mesa Art Decó por 10.000 Euros.
Bruno le ayuda a llevar la mesa a su casa, contándole François que está preocupado por su hija, pues tiene una especie de alergia y se niega a ir al médico, costándole comunicarse con ella como con el resto de la gente.
Le confiesa que la mesa que le compró a sus padres no vale nada, pero que pagó el dinero para complacerlos y obtener su aprecio.
Le muestra la pieza que adquirió en la puja, que le explica es del siglo V de antes de Cristo y le invita a quedarse a dormir esa noche allí para no tener que volver.
Llega entonces Julia, su novia, preocupada porque no responde a sus mensajes, aunque al oír que hay alguien en el baño decide marcharse diciéndole antes de hacerlo que está disponible y que si la llama responderá.
Cuando el lunes llega al trabajo le cuenta a Catherine que pasó el fin de semana con su mejor amigo, con el que fue al fútbol y estuvo en casa de sus padres, asegurándole su socia que no se conformará con un figurante, debiendo ser un amigo de verdad capaz de correr un gran riesgo por él.
Al día siguiente Louise, descubre a Bruno en la cocina, y habla con él, escuchándole François escondido, cómo ella le cuenta que estudia Arqueología.
Al ver lo que desayuna se da cuenta de que tiene nuez de pecana, diciéndole Bruno que es un producto muy alergénico, contándole ella que lo come desde pequeña, aventurando él que su problema de alergia puede ser por ese producto.
Más tarde François le pregunta a Bruno qué es para él un amigo, alguien capaz de cualquier cosa para ayudar a su amigo, preguntándole si estaría dispuesto a ayudarle en lo que sea, planteándole si le ayudaría robándole el jarrón hasta que cobre el seguro.
Para Bruno eso es más de lo que esperaba, aunque dispuesto a ayudarle compra las herramientas necesarias para simular el robo y realizar el encargo, descerrajando su puerta y entrando a robar por la noche.
Pero cuando finalmente coge el jarrón ve cómo se encienden las luces de la casa, viendo que hay en la casa un montón de gente, todos los que estaban cenando con François cuando Catherine le lanzó el reto, y a los que François les muestra lo que su "amigo" estaba dispuesto a hacer por él.
Bruno se siente engañado y decepcionado, al sentirse utilizado para ganar una apuesta, haciéndole ver Catherine que el hecho de haber aceptado la apuesta demostraba ya que carecía de amigos de verdad.
Por su parte, el enfadado Bruno, se siente tan decepcionado que decide romper el jarrón objeto de la apuesta antes de salir hacia el taxi, donde llora de rabia, acompañándole Louise que trata de consolarlo diciéndole que no es culpa suya, pues es un egoísta.
Las deudas contraídas por la galería hacen que el banco no quiera esta vez cubrirlas hasta que él cede su parte y deja que sea su socia la que dirija la galería.
Un día va a verlo su hija a un restaurante donde está solo para decirle que va a irse un año a Camboya a una excavación, diciéndole que no debe sufrir por ella, pues su alergia no era al polvo, sino que era alimentaria, y que se dio cuenta de ello gracias a su amigo, aunque luego le recuerda que no tiene amigos, lamentándolo por Bruno que sí se creyó que lo eran.
Los remordimientos le llevan a ir a verlo, aunque Bruno rechaza sus disculpas, por lo que decide ir a casa de sus padres que le dicen que llevan una semana sin saber nada de él por una decepción sufrida con su mejor amigo.
François cree que él es el responsable de ello, pero le aclaran que era un amigo de la infancia que lo traicionó yéndose con su mujer.
Lo llevan incluso a su casa, contándole que el sueño de Bruno es participar en un concurso de televisión, algo que nunca consiguió.
De pronto, un día al volver a su casa, François encuentra el jarrón que rompió Bruno intacto, y a Catherine en su casa, la cual le cuenta que encargó una copia del jarrón para limitar los riesgos con el banco, pues quería darle una lección, aunque Bruno no estaba al tanto y creía que era auténtico, como su amistad.
Le dice tras ello que ella ha sufrido por su indiferencia durante años, pues le habría gustado ser su amiga.
Recuperado el jarrón, decide cedérselo finalmente al productor de televisión contra el que pujó durante la subasta, al mismo precio que había pagado, pues asegura que, tal como él le dijo, no se lo merece, aunque a cambio de un favor.
Poco tiempo después y en una emisora de televisión los padres de Bruno le conminan a que salga del servicio y se tome un calmante, pues está demasiado nervioso y queda ya muy poco tiempo para que comience el concurso en que va a participar.
Le va a saludar el propio productor en persona diciéndole que está allí gracias a que falló otro concursante y decidieron llamarlo a él.
Cuando el presentador de "Quién quiere ser millonario" le pregunta qué haría si ganara un millón, responde que se compraría una casa en el fin del mundo, en una isla desierta.
Bruno consigue pasar las primeras fases del concurso, hasta llegar a los 48.000 Euros, sin graves problemas, llegando hasta la pregunta final sin haber gastado ninguno de los tres comodines.
Cuando llega esta, dice ignorar la respuesta, decidiendo utilizar el comodín del 50%, pidiendo tras ello el consejo del público, que está muy igualada, quedándole por tanto solo el comodín de la llamada, y, aunque piensa en retirarse asegurando no tener amigos que puedan ayudarle, la insistencia del presentador, al ver el productor que los audímetros están por las nubes ante lo que consideran el concursante ideal, hacen que finalmente decida llamar a François, aunque aclarando que no se trata de un amigo, sino de un conocido que podría saber la respuesta, que es de arte.
Llaman en efecto a François que estaba viendo el concurso y que asegura que no esperaba que le llamara, aprovechando la llamada para darle las gracias por lo que hizo por él y que es normal que esté decepcionado, aunque le asegura que ha sido su único amigo, pidiéndole que le diga que no está demasiado resentido, asegurando Bruno que no lo está.
Le da tras ello lo que él cree la respuesta correcta, que es sobre los Impresionistas y en concreto Manet, acertando y ganando el millón de Euros, tras lo que corre feliz a abrazar a sus padres.
Un año después…
Durante la celebración del cumpleaños de François con sus amigos, los que un año antes fueron testigos del reto, al pedir la cuenta le indican que lo pagó todo un hombre que está en una mesa cercana, que descubre es Bruno que también lo felicita.
Vuelven a hablar después de tanto tiempo, contándole Bruno que aunque ganó mucho, el dinero vuela cuando no estás acostumbrado a tenerlo, por lo que tuvo que volver a su taxi, que es considera es lo que mejor hace, habiéndole llevado él también un regalo.
En la mesa algunos no le conocen y preguntan de quién se trata, respondiéndoles Louise que es el mejor amigo de su padre.
Bruno le pregunta a su vez por su hija, contándole que ya regresó, preguntándole François si ha ido allí esa por pura casualidad, respondiendo él que sí.
Salen luego juntos hablando, contándole Bruno que después del programa fue a casa del productor y vio que tenía un jarrón igual al suyo pese a que le habían dicho que era una pieza única, asegurándole que no era así y que pagó un dineral por una baratija.
Se alejan charlando tras haber recuperado su amistad.