Masacre (Ven y mira)
Idi i smotri (1985) * URSS
También conocida como:
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"Venga y vea" (Argentina / Colombia)
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"Ven y mira" (México / Ecuador / Uruguay)
Duración: 142 Min.
Música: Oleg Yanchenko
Fotografía: Aleksei Rodionov
Guion: Elem Klimov, Ales Adamovich
Dirección: Elem Klimov
Intérpretes: Aleksei Kravchenko (Florian Gaishun / "Flyora"), Olga Mironova (Glafira / "Glasha"), Liubomiras Laucevičius (Kosach), Vladas Bagdonas (Rubezh), Tatyana Shestakova (Madre de Flyora), Yevgeny Tilicheyev (Gezhe), Viktors Lorents (Walter Stein), Jüri Lumiste (Oficial alemán).
Dos niños cavan en un campo en el que quedan restos de una batalla, tratando de encontrar armas, sin hacer caso de un hombre que les grita que no caven y que espera que una mina los vuele, aunque los niños se burlan de él.
Bielorrusia 1943
Entre cascos, teléfonos de campaña y otros restos, Flyora consigue su fusil, ya que el otro había encontrado otro para él, antes, escondiéndose al escuchar el motor de un avión de reconocimiento alemán que vuela por encima.
El muchacho desea el rifle para poder unirse a los partisanos que luchan contra los alemanes sin hacer caso de su madre, que le suplica que no se vaya, pues le necesitan ella y sus dos hermanas gemelas pequeñas, pues ya se fue su padre a luchar, aunque Flyora dice que van todos sus amigos, entregándole la madre un hacha, diciéndole que las mate antes a ellas y le dice que no irá a ninguna parte, cerrándole la puerta.
Pero entonces llegan los reclutadores para llevárselo, teniendo preparadas ya él su maleta y su fusil, asegurando sus reclutadores que le cuidarán, aunque esperan a que la gente del pueblo despierte para sacar a sus vacas y que puedan verlos.
Cuando llegan al bosque donde montaron el campamento, él llega vestido con una chaqueta que le queda grande, pero con su fusil, haciéndole posar para una foto grupal en que sale también una vaca en cuyo lomo escribieron que la comerán antes de que se la queden los alemanes.
Esa misma noche le ponen a hacer guardia, y ve que se acerca alguien, por lo que le pide el santo y seña.
Poco después Kosach, el comandante al frente de los partisanos le pregunta por qué no disparó, diciendo él que le reconoció, señalando el comandante que debe disparar si alguien no da el santo y seña y, por no haberlo hecho le castigarán con trabajos extras, pese a ser un novato.
Pero poco después vuelve a dejar pasar a una muchacha que tampoco le responde.
Al día siguiente tiene que cumplir su castigo, siendo puesto a limpiar las gigantescas ollas de la comida, escondiéndose para que no le vea realizando tan vergonzosa tarea una joven elegantemente vestida, aunque esta le lanza flores por encima.
Dispuestos a partir a la lucha, los jefes arengan a los partisanos, a los que dicen que su misión es la defensa del territorio que les han asignado, contra Hitler, que quiere arrebatárselo y exterminarlos.
Kosach les asegura luego que no se rendirán.
Uno de los hombres se queja de que sus botas están rotas, diciendo el comandante que se las cambie al novato, que se quedará en el campamento base.
Rabioso, al haber sido apartado de la lucha, el muchacho sale hacia el bosque, avanzando por una zona pantanosa por la que es difícil avanzar, por lo que llora, por la rabia y la decepción.
Escucha entonces el llanto de la muchacha que vio en el campamento y sale del agua llorando él también, simulando hacerlo en una bota, que se quitó, y que luego vacía, estando llena de agua, que él simula son lágrimas, haciéndola reír.
La chica, que primero dice llamarse Rosa, le cuenta que la llevaban a Alemania y que Kosach la rescató, diciéndole luego en realidad se llama Glasha y le dice que Kosach se compadeció de él porque es un niño y por eso lo dejó allí.
Mientras discuten y bromean, ven un avión alemán, observando que va dejando allí a algunos paracaidistas.
Escuchan luego el silbido de los obuses, por loque deben salir corriendo, mientras las bombas acaban con el campamento base.
El ruido de las bombas cayendo tan cerca hace que comiencen a pitarle los oídos y que no escuche nada.
No oye por ello a Glasha, que tira de él para conseguir huir y que no acabe con ellos uno de los paracaidistas que les comienza a disparar desde el árbol en que quedó enganchado.
Ven luego cómo avanza al enemigo, mientras permanecen ocultos.
Se refugian luego en una rama que construyen con ramas para protegerse y descansar.
Al día siguiente juegan, como niños que son, moviendo las hojas de los árboles para hacer que caiga el agua de la lluvia sobre ellos y luego la chica baila para él como si fuera la actriz de una película americana.
Flyora decide ayudar a Glasha llevándola hasta su pueblo, donde, le dice podrá obtener refugio, aunque cuando llegan a su casa no hay nadie, observando que la comida sigue en el fuego, todavía encendido.
Comen la última comida que hizo la madre, aunque de pronto la chica rompe a llorar al fijarse en varias muñecas tiradas en el suelo y que simulan haber matado.
Él, temiendo algo malo se asoma al pozo, aunque no ve nada, y de pronto le dice a Glasha que ya sabe dónde están, por lo que sale corriendo a toda prisa, siguiéndolo Glasha, que, de pronto se gira y puede observar, tras una valla a toda la gente del pueblo amontonada tras haber sido asesinada.
Pero él no lo ve y sigue corriendo y le dice que fueron a refugiarse en una isla, adentrándose en un terreno cenagoso en el que les es muy difícil avanzar, pues el barro les llega incluso hasta el cuello, para llegar a la isla.
Cuando finalmente consiguen llegar, Glasha le grita que no están allí, sino en el pueblo, donde están todos muertos, aunque él no quiere creerla y grita que están allí y la lanza con rabia al agua, aunque luego se tira para rescatarla.
El muchacho rompe a llorar desesperado caminando entre centenares de personas que lograron refugiarse allí, confirmándole otros vecinos que su madre y sus hermanas fueron asesinadas.
Ve también que, en el centro de un corrillo de personas se encuentra el hombre que les regañaba por buscar armas, totalmente quemado que le dice que los mataron a todos. Que a él lo rociaron con gasolina y le prendieron fuego, y corrió tras ello y los alcanzó y les suplicó que le mataran, pero se rieron de él.
Horrorizado se aleja del hombre, y cae llorando delante de las mujeres de su pueblo que tratan de consolarle, metiendo él la cabeza bajo el agua tratando de suicidarse, aunque le sacan los demás.
La muchacha trata de que coma algo y luego lo despioja, sin que el chico reaccione.
Otro grupo de refugiados se entretienen con un muñeco creado con una calavera y una gabardina alemana y lo personalizan como si fuera Hitler, contra el que lanzan luego sus insultos y escupitajos.
Flyora, al que tratan de consolar, y que insiste en que fue culpa suya, se une a Rubezh y a otros dos hombres que desean salir a buscar comida, llevándose con ellos al muñeco de Hitler
Tratan de asaltar un almacén, pero está custodiado por los alemanes y deben huir.
Poco después caen sobre ellos pasquines lanzados por un avión en la que se pide la muerte para los judíos bolcheviques, animando a aplastarles la cara con un ladrillo.
Se plantean volver al almacén, aunque tienen miedo, siendo el chico el que les dice que deben hacerlo, pues su gente está muriéndose de hambre.
Pero como uno de ellos, que fue herido, va más despacio, otro de los compañeros va para ayudarle, saltando los dos por los aires tras pisar una mina.
Solos Rubezh y Flyora, siguen su camino y escuchan que cae algo del cielo, por lo que se lanzan a tierra, aunque se trata solo de una botella de licor vacía.
Dispuestos a conseguir comida, se acercan a una población, Bagushovka, donde sorprenden a un hombre que salió a hacer sus necesidades, y les cuenta que los alemanes llegaron dos días antes, formando parte él de una brigada defensiva.
Le exigen con sus armas que les entregue una vaca., haciéndole ir con ellos hasta que salen de la población por seguridad, haciéndole regresar tras ello.
Felices tras conseguir la vaca, la ordeñan y toman su leche, aunque, mientras lo hacen, ven una bengala que se alza hacia el cielo y comienza un intenso tiroteo, debiendo tumbarse, aunque cuando cesa ve que Rubezh fue alcanzado y murió.
A gatas, él consigue alcanzar la cuerda con que ataban a la vaca y tira de ella, pero entonces vuelven los tiroteos, que esta vez alcanzan al animal, que muere.
Oculto tras el animal ve otra bengala y luego llora de desesperación hasta dormirse
Cuando despierta, de madrugada, hay una gran niebla. Tira de la vaca, pero es imposible moverla.
Busca por los alrededores, viendo en un campo cercano con un caballo atado a un carro
cargado de heno y decide llevárselo para cargar a la vaca, aunque aparece el dueño, que le dice que no puede llevarse su caballo, indicando él que hay mucha gente que se muere de hambre y que estuvieron combatiendo, por lo que, lo amenaza con su arma
Pero ven entonces que se acercan las tropas alemanas y el hombre, pese a haber sido amenazado, le pide que esconda el arma, el cinturón y la guerrera y le dice que se haga pasar por un muchacho fallecido recientemente en Perekhody, el pueblo.
Los vehículos de las tropas alemanas van acercándose al pueblo, viendo una moto con sidecar en que llevan tumbado a un hombre al que ametrallaron, y que lleva un cartel en el que dice que esa mañana insultó a un soldado alemán.
Ellos llegan corriendo al pueblo y el hombre le dice que se haga pasar por su nieto.
Los alemanes registran casa por casa, habiendo reunido en una de ellas buena parte de la población, ofreciéndoles comida a los alemanes.
Un altavoz pide a los habitantes que cojan a sus hijos y los documentos y se dirijan a la plaza y que cojan comida para dos días.
Flyora trata de prevenirlos, mientras los ve avanzar hacia la plaza, y les pregunta dónde van, advirtiéndoles que van a matarlos, aunque nadie le escucha.
Ve que incluso un vecino lleva un cuadro de Hitler, al que llama el "liberador", y algunos se lo toman como una fiesta y van tocando.
Los alemanes les dicen que Alemania es un país civilizado y que deben llevar un cepillo de dientes, pasta de dientes, betún, jabón y una toalla para cada uno, aunque les prohíben llevar frutas y verduras para evitar contagios.
Los alemanes se llevan los animales y advierten que los que no obedezcan tendrán el mismo trato que el hombre que exhiben sobre el sidecar.
Empujan luego a todos hacia la iglesia, donde les encierran.
Dentro, la gente se mueve desesperada, diciéndoles los alemanes que, quien quiera salir deje a los niños, aunque nadie lo hace y los llaman bestias.
Finalmente lo hace el aterrado. Flyora, que observa a todo un ejército frente a ellos.
Sale también una mujer con su niño, pero al pequeño lo tiran adentro, y a ella la arrastran por los pelos hasta un camión donde será violada, riendo todos al ver el trato.
Se divierten también paseando al muerto del sidecar antes de comenzar a lanzar granadas por las ventanas, comenzando pronto a arder el granero mientras los soldados aplauden y dentro se escuchan los gritos desesperados de la gente.
Luego comienzan a disparar contra el granero para asegurarse de que nadie salga y con lanzallamas hacen que arda más deprisa, lanzando algunas bombas más.
Hacen luego lo mismo con el resto de las casas del pueblo.
En medio de todo ese horror agarran a Flyora y un oficial le apunta a la cabeza con su arma, mientras, rodeado por otros soldados, hace que les saquen una foto.
Luego le dejan allí, de rodillas, mientras ellos se retiran en medio de la inmensa humareda creada, cayendo el muchacho al suelo sin sentido.
Los alemanes parten cargados con los animales requisados.
Un motorista que regresó pasa junto a él y le da una patada, viendo que el muchacho no se mueve.
Algunos soldados sacan a una anciana en su cama y le dicen que a ella la dejarán para la reproducción y le desean que tenga muchos hijos, dejándola en la calle.
Flyora se interna en el bosque, donde encuentra a una mujer agonizante junto al motorista alemán con el que iba y que ya murió, viendo un reguero de soldados alemanes muertos tras su tropiezo con los partisanos.
Regresa a la tierra donde enterró su fusil vuelve para rescatarlo, y con unas vendas que le cogió al motorista muerto repara la culata, mientras lo observa el comandante.
Ve también a la chica a la que violaron decenas de soldados alemanes, con la cara y las piernas cubiertas de la sangre que sale de su vagina.
Ve que el comandante y sus colaboradores capturaron al grupo de oficiales al mando.
El comandante dice que es anciano y está enfermo y que no hizo daño a nadie y quiere retirarse a cuidar de sus nietos y dice que están en guerra y no hay culpables.
Pero otro de los oficiales, más joven lo llama cagado por arrastrarse así
Pero Flyora indica que es él quien dijo que dejaran a los niños y podrían salir, diciendo el joven oficial que, en efecto él dio las órdenes respecto de los niños porque los niños son el enemigo del futuro y les dice que no todas las razas tienen derecho a existir y que, de hecho, ellos no tienen ese derecho, pues las razas inferiores extienden la infección del comunismo.
Un colaborador de los alemanes que actúa como traductor trata de salvarse también, diciendo que ellos actuaron obligados y pide que maten en efecto a los alemanes, pues son asesinos, aunque Kosach le dice que pagará como los alemanes.
Flyora lleva un bidón de gasolina y hace que rocíen a los alemanes para acabar con ellos como ellos hicieron con los hombres de la población antes, pero una de las mujeres comienza a disparar contra ellos y es seguida por varios partisanos más, que acaban con ellos de una forma menos sádica.
Tras ello los partisanos parten hacia su siguiente objetivo, con Flyora, ya vestido de militar de nuevo, tras recuperar su ropa y su fusil, con ellos.
Ve entonces el cuadro de Hitler en que ponía que era el liberador y comienza a dispararle mientras pasan por su cabeza todas las imágenes del dictador, que van retrocediendo en el tiempo, viendo el momento en que el nazismo no era tan influyente, hasta llegar al nacimiento de Hitler, aunque con esa imagen del bebé en su cabeza ya no dispara más.
¿Habría que arrancar la mala hierba antes de que esta lo contamine todo? Él piensa que un niño no es responsable de nada y por ello no vuelve a disparar.
628 aldeas bielorrusas fueron quemadas junto con todos sus habitantes.
Flyora, que ya no es el mismo, corre ahora para unirse al grupo de partisanos que avanzan, viendo a otro joven, que como él unos días antes es todavía un idealista y que, seguramente, e igual que él, en poco tiempo será un viejo. Caminando juntos con el resto de partisanos para liberar su país.