Lo que arde
O que arde (2019) * España / Francia / Luxemburgo
Duración: 89 min.
Música: Xavier Font
Fotografía: Mauro Herce
Guion: Santiago Fillol, Oliver Laxe
Dirección: Oliver Laxe
Intérpretes: Amador Arias (Amador Coro), Benedicta Sánchez (Benedicta), Inazio Abrao (Inazio), Elena Mar Fernández (Elena).
Unas fuertes luces invaden la paz del bosque por la noche, y, de pronto, comienzan a caer, uno tras otro, decenas de árboles, escuchándose entonces el ruido de la máquina que los va derribando.
En prisión investigan el expediente de Amador Coro, un pirómano que dicen, quemó la montaña entera, extrañándoles que le dejen salir, aunque deben hacerlo porque cumplió dos tercios de condena, con derecho a condicional.
Regresa en el autobús a su pueblo, donde nadie le espera.
Comienza a andar hacia la casa de su madre, parando su furgoneta, al verlo, su vecino Inazio, que se ofrece a llevarlo, rechazando la invitación pese a que está lloviendo.
Llega a su casa donde su madre, Benedicta, también pese a la lluvia, está trabajando en el huerto y le dice que va a quedarse una temporada con ella.
La mujer le pregunta si tiene hambre y enciende el fogón de leña para prepararle la comida.
La mujer se tapa hasta la cabeza para dormir, mientras que Amador, que no puede hacerlo, está tumbado sobre la colcha.
Por la mañana, llevan juntos a sus vacas a pastar.
Observan cómo cerca, Inazio y otros hombres, comienzan a limpiar una vivienda abandonada, y les pregunta Benedicta, si creen que irán allí los turistas, asegurando ellos que con toda seguridad, tras lo que le pregunta a Inazio, si cree que Amador podría trabajar con ellos, preguntándole este si él querrá.
Benedicta le dice a su hijo que está contenta de que esté en casa.
Consiguen arrancar su antigua furgoneta para ir a un entierro, esperando él fuera, mientras su madre se une al duelo, viendo mientras la espera, cómo algunos vecinos bromean sobre él preguntándole si no va a entrar a confesarse o que si tiene fuego.
En el camino de vuelta, se topan con Inazio, que le pregunta a Amador cuándo irá por la casa, pues quieren tenerla arreglada para finales de verano, no contestando nada concreto, por lo que luego su madre le pregunta por qué está enfadado con su vecino, especulando en si es porque no lo fuera a visitar, diciendo él que no tenía ninguna obligación de visitarlo.
Benedicta sigue haciendo su vida habitual, muy relacionada con el bosque, donde incluso sabe dónde refugiarse de la lluvia.
Un día, una de las vacas se mete en el río y es incapaz de salir, poniéndose además muy nerviosa, teniendo él que tratar de moverla, tirándole de los cuernos o de la cola, sin éxito, por lo que debe recurrir a Elena, la veterinaria.
Le atan los cuernos con una soga y tira de ella con el coche, consiguiendo así sacarla, aunque debe llevársela en el remolque para vigilarla, pues está hinchada, y debe permanecer dos semanas sin salir hasta que comprueben que está bien.
Luego, en el coche ella le dice que no lo había visto antes, contándole él que estuvo fuera. Le pregunta si emigró y le dice que sí.
Ella le cuenta que su familia también emigró, pero ella quería vivir en el campo y por ello decidió estudiar veterinaria, diciéndole Amador que para vivir en el campo no necesitaba estudiar una carrera.
Continúan su camino escuchando Suzanne, de Leonard Cohen.
Se pregunta con su madre qué puede tener de bueno llenar el campo de turistas.
Observan luego que se están secando los robles, comentando él que se dice que fueron unos camiones que venían de fuera, infectados.
Observan sin embargo cómo los eucaliptos crecen mucho más deprisa y más alto, pero sus raíces ahogan el crecimiento de cualquier otro árbol, diciendo su madre que si hacen sufrir es porque sufren.
Observa también a las máquinas que cortan y preparan la madera.
Unos días más tarde, Elena les lleva la vaca de regreso, indicándoles el tratamiento a seguir, aunque rechaza la invitación a un café porque tiene prisa.
Además del cuidado de los animales, Amador se preocupa de que baje el agua hasta las casas, desatascando el depósito.
Un domingo, Amador se pone su mejor ropa e incluso estrena zapatos y baja con el coche al pueblo y toma una cerveza en el bar, observando a la veterinaria hablando con otros vecinos. Se acerca a él y le saluda, aunque ve una actitud reticente en ella, por lo que le dice que, ya le hablaron de él, restándole ella importancia, y diciéndole que lo que quería era preguntarle cómo está su vaca.
Más tarde, y mientras conduce de vuelta a su casa, Amador se cruza, sin inmutarse, con varios camiones de bomberos.
En los camiones, van recibiendo instrucciones, preocupándoles un grupo de casas a las que pueden afectar las llamas y adonde no puede llegar la guardia civil, por lo que, pese a que no es conveniente separar a la brigada, envían a dos de sus hombres.
El fuego se extiende con rapidez, y los dos brigadistas enviados a la aldea ayudan a evacuar a los animales y a los vecinos que ven amenazadas sus viviendas, aunque algunos se resisten a hacerlo.
Los bomberos luchan contra las llamas y con la falta de agua, adentrándose en el fuego, tratando de evitar que avance, sufriendo el desperfecto de algunas mangueras, por lo que deciden hacer un cortafuegos.
Los vecinos también tratan de colaborar, para evitar que llegue a sus casas, aunque los bomberos les piden a los civiles que se alejen.
La máquina va creando un cortafuegos y ellos prenden fuego a la vera de este para que cuando llegue el fuego no pueda seguir avanzando.
Pero de pronto cambia la dirección del viento y deben evacuar la zona para evitar ser alcanzados ellos por las llamas.
Las casas que habían estado acondicionando para el turismo rural y algunas de las casas del pueblo son alcanzadas y acaban destruidas por el fuego.
Aparece el sol entre la humareda, para mostrar el desastre.
Benedicta camina por el terreno calcinado, mientras los bomberos, agotados, y mientras descansan, a un caballo con graves heridas por las quemaduras y con los ojos quemados.
Amador, en el pueblo, camina entre los bomberos.
Un grupo de vecinos, con Inazio a la cabeza se dirigen a él, lanzándose este contra su vecino, al que golpea, preguntándole qué le hicieron para que les hiciera eso, debiendo retenerlos otros compañeros, y cesando la agresión cuando llega Benedicta.
Esta le ayuda a incorporarse y los vecinos, por respeto a ella lo dejan marcharse, mientras los retenes tratan de apagar los últimos rescoldos con ayuda de un helicóptero.