Las herederas
Paraguay / Alemania / Francia / Noruega / Brasil / Urugay / Italia (2018)
Duración: 97 min.
Música: Varios
Fotografía: Luis Armando Arteaga
Guion y Dirección: Marcelo Martinessi
Intérpretes: Ana Brun (Chela), Margarita Irún (Chiquita), Ana Ivanova (Angy), María Martins (Pituca), Alicia Guerra (Carmela), Nilda González (Pati), Inés Guerrico (Rita), Regina Duarte (Odilla), Chilí Yegros (Pitita).
Chela observa, escondida tras una puerta a una mujer que recorre su casa examinando todo su ajuar, cuchillos, copas de cristal de roca, relojes o sillas, todas reflejos de un pasado esplendoroso, y que ahora deben vender por carecer de dinero.
Se lo muestra todo Chiquita, la otra habitante de la casa.
Al día siguiente Chiquita le lleva el desayuno y sus pastillas a Chela, a la que le indica que debe arreglarse para ir a la fiesta del 50 cumpleaños de Carmela.
Chela dice que no le apetece salir, recordándole Chiquita que cuando ella cumplió 50 años, Carmela las ayudó a montar la fiesta, y, además, le dice, le conviene salir, pues se lo pasará muy bien, pues habrá karaoke e irán otras amigas.
Como ve que sigue sin inmutarse le dice que irá ella sola, aunque finalmente van las dos, aunque Chela parece ausente y no quiere ni salir a cantar.
Tras la fiesta debe conducir Chela, ya que Chiquita bebió demasiado, diciéndole a Chiquita que vio cómo algunas de las asistentes la miraban con lástima, por lo que cree que lo sabían todo, diciéndole Chiquita que solo Carmela lo sabe, pues las está ayudando, pensando Chela que entonces Carmela lo contó.
Le pregunta si Mirta también lo sabe, pues le oyó hablar con ella de que iban a vender el coche, diciendo ella que solo le dijo que querían cambiarlo.
Chiquita la besa en el cuello, pero ella se muestra esquiva, pues dice, huele demasiado a tabaco y alcohol.
Al día siguiente le lee a su abogada una comunicación del juzgado en que le reclaman a Chiquita (Martina María Núñez) por estafa, cuando ella indica se trata de una deuda y el juez decretó prisión preventiva, debiendo personarse el jueves próximo.
Ante su próxima entrada en prisión, Chiquita decide contratar a una chica, Pati, a la que le explica cómo toma las cosas, diciéndole que a veces Chela se siente mal, debiendo entonces ponerle música o hablarle o ponerle la tele y le muestra sus pastillas.
Chela se dedica a pintar en sus ratos libres.
Reciben tras ello la visita de Carmela, que les lleva un sobre con dinero de las más amigas, la Gordi, Nora o Julia, pues dicen, ellas las ayudaron mucho y quieren agradecérselo así, aunque Chela lo rechaza, pues, dice que no le gusta vivir de caridad.
Pregunta para qué vendieron las pinturas del abuelo y la plata y sus lámparas, e incluso tienen a la venta el coche que le regaló su coche.
Chela rechaza el dinero y dice que deben arreglarse solas, aunque Chiquita se enfada, llamándola Chela mentirosa y preguntándole qué vendieron de su familia.
Esa noche Chiquita, enfadada, no va a la cama con ella y se queda en el sofá, yendo a buscarla Chela, a la que le recuerda que también vendieron un cuadro de su abuela.
Le dice que a la prima de Carmela le ocurrió lo mismo. Que por una deuda firmó documentos y acabó acusada de estafa y la encarcelaron.
Con todo arreglado para su subsistencia, Chiquita acude para ingresar en prisión, explicándole la funcionaria de prisiones que los días de visita son los miércoles y los fines de semana.
Debe volver a conducir ante la ausencia de Chiquita, a la que echa de menos en su casa, por lo que le pide a Pati que duerma en el sofá.
Luego, irá a visitar a Chiquita a la cárcel, hablándole aquella de algunas de sus compañeras, como una mujer que acabó con su marido y cuyo caso salió en la prensa, u otra a la que llaman Clint Eastwood.
Chela le cuenta que Gladys, la prima de Carmela estuvo tres meses en la cárcel y luego volvieron a encerrarla.
Le explica, ya en casa a su cuidadora cómo quiere que le sirva el desayuno, pese a las explicaciones que ya le dio Chiquita, y que toma mientras pinta.
Llama a la puerta, diciéndole Pati que se trata de su vecina Pituca que desea que la lleve en su coche a alguna parte.
Chela accede a llevarla a casa de una amiga, quejándose Pituca de que su nueva empleada es menos espabilada que la que tuvieron antes, a la vez que se queja de que la suya desde que tiene celular tampoco limpia bien ya.
Pituca le pregunta por Chiquita, contándole ella que se fue a Punta del Este de vacaciones por un mes.
Cuando llega a casa de su amiga, Pituca pide que la vaya a recoger de vuelta a las 7 e insiste en pagarle por su servicio, algo que Chela rechaza, insistiendo Pituca, metiéndole el dinero en el bolsillo, pues, dice, debe pagarle la gasolina.
Chela, en vez de marcharse prefiere esperarla mientras su vecina juega a las cartas con un grupo de amigas, y cuando acaban su partida se lleva de regreso no solo a Pituca, sino a otras dos de sus amigas, a las que Pituca les pide dinero para Chela como si fuera un taxi.
Luego Pati le da masajes por la noche en los pies, algo que realiza muy bien, porque se lo enseñaron en la parroquia.
Le cuenta sus viajes a Chiquita en su siguiente visita, diciéndole Chiquita que no debería hacerlo, pues no tiene permiso de conducir y si tienen un accidente sería un gran problema.
Pero a pesar de todo, Chela sigue con su labor de taxista, y un día le pregunta la hija de la dueña de la casa a la que va Pituca a jugar a las cartas, Angy si puede llevarla durante ese rato a un sitio.
Va hasta otro barrio saliendo de la casa de César, con el que la ve discutir, negándose a quedarse con él, y llevándose varias bolsas con cosas, comentando luego que no entiende cómo pudo aguantar dos años con un tipo así.
Le pregunta también si el coche es suyo y si se dedica a eso, diciéndole que ahora sí, preguntándole Angy cuánto le cobraría por llevarla una vez a la semana a Itaguá, aunque Chela le dice que no conduce por carretera porque nunca condujo por carretera.
Angy le dice que tiene que llevar cada semana a su madre para su tratamiento y le dice que si sabe de alguien la llame.
Siguen recontando con Pati su ajuar para venderlo y ella se plantea hacer la ruta para ver si sabe ir a Itaguá y practicar.
Chiquita comenta que la abogada le dijo que a lo mejor en dos semanas tienen buenas noticias, aunque Chela se marcha antes de la visita para poder realizar su trabajo, para lo que antes quita el cartel de venta del coche.
Reciben nuevos visitantes para ver el ajuar, siendo Pati quien se las enseña, observando Chela, como hacía antes, desde la cocina, aunque poco a poco va perdiendo el orgullo y sale para informar del valor real de sus muebles.
Entretanto sigue su tarea como taxista de las ancianas, a las que se une otra más.
Y por la noche llama a Angy para ofrecerse a llevarlas a ella y a su madre.
Mientras atienden a la madre, Chela y Angy esperan fuera, contándole Angy cosas suyas, hablándole de Eric, su nuevo novio y la anima a probar un cigarrillo, pues, Chela, nunca fumó y debe explicarle cómo debe hacerlo.
Esa noche, antes de acostarse, Chela se masturba.
Consiguen vender el comedor, que pusieron a la venta en 6.500 dólares.
Otro día, mientras espera a que las ancianas terminen sus partidas, se la lleva Angy a tomar un refresco con sus amigas Vero y Cata, a las que les cuenta que trabaja como taxista y cobra muy barato, diciendo una de ellas que entonces se lo dirá a su tía, proponiendo la otra decírselo a su amiga Ilse para que trabaje también de chófer, pues todos los negocios que emprendió antes le fueron mal.
Al vender el suyo, deben comprar un nuevo comedor más barato y pequeño.
En otro de sus viajes a Itaguá, Angy le cuenta que pinta y que le gusta pintar las vacas, pero que ahora hace tiempo que no lo hace, y escribe poesía.
Angy le cuenta que la llamaban Chiqui, recordando Chela que su padre la llamaba a ella "Pupé", llamándola Angy así desde ese momento.
Aparece entonces, y mientras esperan, César y Angy se va con él, quedándose Chela a esperar a su madre.
Esa nueva vida descubierta hace que incluso la propia Pati la note rara, aunque ella asegura que no le pasa nada.
Unos días más tarde se llevan también el piano.
Enferma el marido de Pitita, una de las ancianas y otra comenta que cada vez que muere el marido de una de ellas recuerda a su marido y lo felices que fueron, aunque luego Pituca, cuando se quedan solas le cuenta que en realidad nunca estaba su marido en casa y que aguantó todo por dinero, pues el hombre estaba siempre en su casa de campo y se decía que incluso tenía dos hijos allí.
Chiquita le cuenta que Carmela le dijo que nunca la encuentra en casa y que no le devuelve las llamadas, pues la llamó para contarle que ya habló con el juez y se están arreglando las cosas.
Mientras Chiquita se ducha ve cómo otra interna le pide que la deje entrar en su celda, pues se la van a llevar de allí y ella la quiere.
Unos días más tarde lleva en su coche a las ancianas al velatorio del marido de Pitita.
Mientras su madre y el resto de las ancianas permanecen en el velatorio, Angy le propone que la lleve a su casa aprovechando que están en su barrio.
Una vez en su casa, le cuenta que nació en ella, que está ya medio vacía.
Mientras toman una copa, Angy le habla de Rafa, su primer amor.
Tenía él entonces 18 años, y ella de 14. Recuerda que pescaban juntos y hacían el amor en su barca, hasta que, pasado el verano, él desapareció.
Supo entonces que tenía novia. Una mujer alta y rubia.
Fue un día al río y vio que estaba con ella, siendo la novia de Rafa la que le llamó y se acostaron juntos los tres, aprendiendo con ellos todo lo que sabe de su cuerpo.
Pero el tiempo pasó y ahora él está gordo, con traje y con hijos.
Chela se siente perturbada y va al baño, observando luego, tras la puerta a Angy, viendo que esta se quita los zapatos y se tumba en su cama, lo que la pone muy nerviosa, por lo que regresa al baño al ver que Angy la vio.
Esta se acerca a la puerta y le pregunta si era eso lo que quería.
Pero no se atreve a salir, y cuando lo hace, ve que ya no está allí, y conduce de regreso, sin poder encontrarla, para acabar la noche yendo hasta un puesto callejero, donde cena.
Al día siguiente va a la cárcel, pero le dicen que no es día de visita, que fue el día anterior.
De nuevo en su casa, llama a Angy y le deja un mensaje, diciéndole que necesita hablar con ella.
Al día siguiente llaman al timbre, esperando ella ya arreglada, aunque se lleva una sorpresa, pues no es Angy, como esperaba, sino Chiquita, a la que abraza, pero que la nota rara, aunque lo achaca a la emoción.
Carmela le pregunta si Chiquita le contó ya lo del coche.
Va con ella a mostrárselo a un comprador al que deberán entregárselo en unos días.
Perturbada, esa noche no consigue conciliar el sueño. Se levanta por ello, y sube hasta la azotea, mientras Chiquita duerme, subiendo tras ella Pati, que la escuchó, preocupada, preguntándole que le ocurre y la abraza mientras ella llora.
Al día siguiente Chiquita no encuentra ni a Chela ni las llaves del coche, diciéndole Pati que no sabe dónde está, viendo luego que el coche no está allí, quedándose sola en la puerta mirando hacia fuera.