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La regla del juego
La regla del juego

La règle du jeu (1939) * Francia

Duración: 113 min.

Música: Roger Désormières, Wolfgang Amadeus Mozart, Pierre-Alexandre Monsigny

Fotografía: Jean Bachelet

Guion: Carl Koch y Jean Renoir

Dirección: Jean Renoir

Intérpretes: Marcel Dalio (Marqués Robert de La Cheyniest), Nora Gregor (Christine de La Cheyniest), Jean Renoir (Octave), Roland Toutain (André Jurieux), Mila Parély (Geneviève de Marras), Paulette Dubost (Lisette), Anne Mayen (Jackie), Gaston Modot (Édouard Schumacher), Julien Carette (Marceau), Pierre Nay (Saint-Aubin)

A las puertas de la guerra de 1939 una reportera de Radio Cité llega al aeródromo de Bourget a las 10 de la noche para tratar de entrevistar, entre una enorme multitud que ha acudido a recibirlo, al aviador André Jurieux que ha realizado la hazaña de cruzar el Atlántico en tan solo 23 horas.

La multitud invade la pista cuando el avión toma tierra y atraviesan la barrera de seguridad, sobrepasando a los gendarmes, lo que ella consigue también.

En medio de la confusión, André ve a su amigo Octave y lo abraza contento, preguntándole donde está ella, debiendo decirle que no fue, anta lo que monta en cólera, pues, le dice, hizo la prueba por ella.

Indignado dice al micrófono de la radio lo contrario que esperaban oír, que está más triste que nunca y que se siente muy mal, pues se embarcó en esa aventura por una mujer y no ha ido a recibirlo, diciendo que es una mujer desleal.

Ella escucha sus declaraciones mientras su doncella, Lisette le la ayuda a vestirse.

Mientras el mecánico de André da explicaciones sobre la hazaña, contando que sustituyeron al copiloto por un tanque adicional de gasolina, los amigos le dicen a André que es un héroe, pero se comporta como un niño y se merece que Christine le mande a paseo.

Christine le pregunta a su doncella si es feliz con su matrimonio, diciendo ella que su marido está en Colinière y ella en París, por lo que no la molesta, debiendo reconocer que tiene otros pretendientes, pues le consta que es así con Octave, preguntándole Christine si sus pretendientes la besan, diciendo ella que solo si a ella le apetece.

Tras terminar de vestirse va a buscar a Robert, su marido, que también está escuchando en la radio a André, diciéndole a su mujer que André iba a realizar una gran hazaña y entiende que no pudiera negarle esa muestra de amistad amorosa, la limosna que él pedía y que André tomó por amor.

Ella ríe y le dice que es muy feliz, y luego indica que la mentira es una prenda que pesa mucho y cuesta mucho llevar.

Antes de marcharse le muestra una nueva muñeca autómata, la última adquisición para su colección, pidiéndole que le espere fuera mientras hace una llamada.

Llama a Geneviève, su amante y le dice que tienen que verse, quedando para el día siguiente a las 11.

En casa de Geneviève, tres hombres juegan a las cartas, comentando uno de ellos que le da pena Christine porque le debió costar dejar el aristocrático ambiente austriaco, para vivir en París, donde su padre trabajaba como director de orquesta, con gente que no hablaba su idioma, preguntando otro por qué se casó.

Cuando ve al día siguiente a Geneviève, le dice que la quiere dejar, pues le ha llegado el momento de asentar la cabeza con una familia tradicional, preguntando ella si es por lo que escuchó a Jurieux, advirtiéndole que, aunque se separen nada cambiará en su relación con Christine, diciendo él que cambiará todo, diciendo ella que una parisina lo entendería, pero ella no, y cree que cuando se entere de lo suyo, no le reprochará tanto su relación sino que le mintiera desde que se casaron

Geneviève le dice que si la deja, la hará muy infeliz y no quiere serlo, aunque cree que es todo una broma para comprobar su debilidad.

Jurieux viaja con Octave en el coche, tan desesperado, que acaban chocando, diciéndole Octave que está ya harto, pues desde su regreso no ha parado de hablar y le dice que si quiere matarse por lo de Christine lo haga cuando esté solo.

Le dice luego que él quiere a Christine como a una hermana, pues pasó su juventud con ella, y que su padre era un hombre extraordinario además del mejor director de orquesta.

Recuerda que cuando él quiso estudiar música y fue a Salzburgo, lo acogió como a un hijo y nunca pudo expresarle su gratitud, y ahora que está muerto se ocupa de su hija, pues es extranjera y la gente que la rodea no habla su idioma.

André le dice que si quiere que Christine sea feliz, deje que vaya con él, que la quiere, pues su La Cheyniest no la quiere y la engaña.

Octave le dice que La Cheyniest es snob, pero es sensato, mientras que él está en las nubes y hace tonterías, como lo de la radio al llegar, insistiendo André en que lo hizo por ella , pues la ama, y si no vuelve a verla, morirá, diciéndole Octave que se encargará de que vuelva a verla.

Tras ello, Octave va a ver a Christine, feliz de verlo, pues lo creía en París.

Robert le cuenta a Lisette que ha recibido una carta de su marido Schumacher para decirle que echa de menos a su mujer en su trabajo como guardabosques, aunque ella asegura que no dejará a su señora.

Cuando se quedan solos, Octave le cuenta a Christine que André quiso matarse, diciendo ella que lo dice, pero no lo hace, contándole Octave que él fue testigo.

Octave le dice que ella abraza a la gente como si fuera una adolescente, y que con él no hay problema, porque la conoce, pero con los demás puede ser equívoco, preguntando ella si en París no se puede ser amable con un hombre sin que este lo malinterprete, diciéndole Octave que no, diciendo ella que entonces es culpa suya.

Él le pide que invite a André a La Colinière, a lo que ella se niega, diciendo Octave que entonces él tampoco irá, abrazándola ella y diciéndole que lo invitará, pues no quiere ser la mujer que genere la desgracia del ídolo, pues si se estrella en un avión dirán que es culpa suya y la tacharán de vampiresa y de obstáculo para el progreso.

Ve luego a Rober hablando por teléfono y este le dice que está en una situación horrible, preguntando Octave si por Geneviève, viendo que está al tanto, diciéndole Octave, que como todo el mundo, ofreciéndose a ayudarle para dejarla, pues ella quiere casarse y la casará, pidiéndole que a cambio invite a André, diciendo él que sabe lo que pasó entre este y su mujer, pese a lo cual accede a invitarlo, pues, dice, confía en Christine, sugiriendo Octave liar a Geneviève con André.

Luego bromea con Lisette, a la que persigue jugueteando mientras pone música.

Viajan todos hasta la Colinière, donde Édouard Schumacher recibe a Robert, el marqués, insistiéndole en que se siente mal de tener a su mujer alejada de él.

Schumacher y sus ayudantes salen a recorrer los terrenos del marqués tratando de acabar con los conejos que perjudican los sembrados, topándose con un mendigo, Marceau, que les pone trampas a estos para comerlos.

Indignado lleva al cazador furtivo ante el marqués, aunque a este le parece estupendo que ponga trampas para los conejos y pide que le suelten, explicándole Marceau que realiza la caza furtiva, porque su negocio está en crisis, preguntándole el marqués si le gustaría hacerlo por cuenta suya en vez de por afición.

Marceau, que le cae bien a Robert, acepta el trabajo, aunque preferiría trabajar en el castillo, pues fuera no manda el marqués, sino Schumacher y además, le dice, siempre soñó con ser criado, por el uniforme, pues tener un traje es su sueño.

Van llegando los invitados a la finca de los marqueses, entre ellos Geneviève, que llega justo bajo una intensa lluvia.

Entretanto, Christine da en la cocina instrucciones sobre cada uno de sus invitados, pues una de ellas solo toma sal marina, los hay que prefieren café en vez de té, etc.

Llega André Jurieux también en medio de la lluvia, con Octave, saliendo el marqués a recibirlos, viéndose el héroe nacional, de inmediato, rodeado por todos los invitados, que le admiran, pidiéndole algunos de ellos autógrafos, y besándolo las mujeres, decidiendo Christine pedir también sus besos, diciéndoles a todos que les va a contar un secreto acerca de su relación con André.

Cuenta que este le debe una parte del éxito de su hazaña, pues durante los preparativos André iba a verla a menudo y pasaron horas muy agradables juntos y se siente orgullosa de haber sido su amiga y de haber sabido escucharle, proponiendo tras ello el marqués celebrar una fiesta en su honor con teatro y disfraces después de las batidas.

Todos hablan del aviador, proponiendo una de las asistentes a la sobrina de Christine que lo conquiste pese a que ella asegura que para él ni existe.

En la cocina los criados hablan de los señores. Algunos de ellos estuvieron sirviendo a otros nobles, comentando algunos que aunque la señora tenga amantes, debe guardar el decoro.

Comentan que el marqués es judío, aunque el cocinero asegura que se nota que es un hombre de mundo y entiende de comida.

Llega, mientras comen, Marceau, que debe hablar con el encargado de la servidumbre.

Le invitan a sentarse con ellos, cediéndole Lisette un sitio a su lado, y aunque al enterarse que es la mujer de Schumacher hace un amago de irse, luego tontean.

Cuando se retiran a sus habitaciones, Robert agradece a Christine lo bien que actuó y que no lo dejara en ridículo, pues todos los miraban con.

También Octave se retira a su habitación, que comparte con André y le dice que todo fue bien, aunque el aviador dice que quiere marcharse, aunque Octave le dice que con lo que le costó llevarlo debe quedarse.

Al día siguiente se reparten a todos los invitados los puestos de caza, reservándole al general, uno de ellos, un buen puesto donde hay muchos faisanes.

Avanzan los ojeadores haciendo ruido para hacer salir a los animales en dirección a los cazadores, que empiezan a abatirlos en buen número.

Acabada la caza, Geneviève se lleva tras la caza, a Robert, para hablar con él.

Por su parte, Jackie, la sobrina de Christine, apenas pudo disparar, aunque André le dice que es la mujer más deliciosamente torpe que conoce y le da un beso, diciendo ella que ojalá lo fuera más para que le diera más besos, y él vuelve a besarla aunque le dice que no está enamorado de ella, diciéndole Jackie que lo sabe, pero también sabe que pierde el tiempo con su tía.

Apartados de los demás, Robert y Geneviève hablan, diciéndole él que si le cuenta todo a Christine no ganará nada, diciendo ella que la heriría, que a ella le aburre sufrir sola y quiere ver la cara de él cuando Christine lo abandone.

Le pregunta si de verdad quiere a su mujer y si ya no la quiere a ella, debiendo decirle él que le tiene mucho afecto, pero que no la quiere, concluyendo ella que le aburre, por lo que, dice, se rinde, pues se puede combatir el odio, pero no el aburrimiento, por lo que concluye que se marchará, aunque le pide que la despida con cariño y que la haga sentir como tres años antes, cuando Christine no existía.

Entretanto, Christine, acompañada por varios de los invitados observa con un binóculo, primero a una ardilla, luego a una gallina de agua, aunque de pronto se gira y puede ver a su marido, abrazando a Geneviève, tal como esta le pidió.

Esa noche, Christine va a la habitación de Geneviève, que está haciendo la maleta y le dice que se marcha, pues tiene asuntos que resolver en París, Preguntándole Christine si es una esposa fastidiosa, respondiendo la invitada que no sabe cómo podría fastidiarle, diciéndole Christine si es que ha tratado de entorpecer sus relaciones con su marido, preguntando Geneviève si lo sabe, a lo que le responde que como todos.

Le dice que Robert es amable y sensible, pero es como un niño, incapaz de ocultar nada, pues se sonroja y le confiesa que lo que no soporta de él es su manía de fumar en la cama, diciendo Geneviève que en efecto, pues deja ceniza por todas partes y quema las sábanas.

Tras ello Christine la anima a quedarse, pues cuanto más se ocupe ella de su marido, menos lo hará él de ella y en ese momento le conviene.

Tras ello, Christine, la invita a ir con ella a disfrazarse, diciéndole que ella irá de tirolesa.

Como todos buscan sus botas, que se llevó Marceau para limpiarlas, Lisette va a buscarlas, intentando Marceau, al verla, de abrazarla, aunque ella le da un manotazo.

Empiezan a juguetear entre ellos, correteando, hasta caer juntos, besándola él en el cuello, sin que ella ponga oposición alguna, momento en que llega Schumacher, que coge al nuevo criado por el cuello, pidiéndole Lisette que le deje, amenazando con hacer que lo despidan, llegando además Cornielle, encargado de la servidumbre, que va a recoger las botas, obligando a Édouard a marcharse, aunque amenaza con matar a Marceau si lo vuelve a ver con su mujer.

Por la noche realizan una función de teatro en que participan algunos de los presentes para los demás, haciendo Octave de oso.

Deben repetir ante el éxito, aunque Christine se marcha con Saint-Aubin, otro de los invitados, ante el enfado de André.

Durante el siguiente número, que hacen a oscuras, Lisette y Marceau se besan, tratando de esquivar al celoso marido, que los vigila.

Tanto Octave, que no logra quitarse el disfraz, como André y Robert buscan a Christine.

Schumacher entretanto trata de encontrar a Marceau, pero sin soltar a su mujer.

Geneviève le dice a Robert que si Christine lo quisiera no se exhibiría de ese modo con otro, y lo anima a marcharse con ella, aunque él dice que es su casa y no se va a ir.

Robert se topa con Marceau y comentan ambos los líos que tienen por culpa de las mujeres, asegurando el marqués que le gustaría ser árabe, pues no tendría que renunciar a su mujer ni hacerla sufrir, sin dejar de estar con las demás del harén.

Marceau dice que él las hace divertirse y así se las gana, recomendándole al marqués que haga lo mismo, aunque este dice que para eso hace falta talento.

Ayuda luego a Marceau a esquivar a Schumacher, aprovechando Lisette la confusión para irse con su pretendiente también.

Finalmente André encuentra a Christine con Saint-Aubin en una estancia, aunque ambos le preguntan con qué derecho, entrando también Jackie.

André le pide a Christine una explicación que ella se niega a darle, abofeteando él a Saint-Aubin, que dice que por la mañana le enviará a sus testigos, aunque él dice que estará durmiendo y si van los echará, no importándole que lo llame cobarde.

André le da tras ello una patada, interviniendo Jackie para frenar a Saint-Aubin y Geneviève a André, que pese a todo pelean entre ellos, consiguiendo André derribar a Saint-Aubin, tras lo que se va con Christine, perdiendo Jackie el conocimiento.

André le pregunta a ella por qué no fue al aeródromo, diciendo ella que le quiere, pero que siempre se negó a admitirlo, sintiéndose él feliz al escucharla, pues, asegura, estaba a punto de perder las esperanzas y le pregunta qué harán, diciéndole ella que se irán de allí en ese mismo momento, asegurando él que la hará feliz.

Él dice que irá a decírselo a Robert, preguntando ella por qué, diciendo él que es lo correcto, pues no puede raptar a la mujer de su anfitrión, pues lo llamó amigo y le dio la mano, diciendo ella que si se quieren eso no importa, asegurando él que hay reglas.

Entretanto, en el salón continúan las actuaciones, saliendo tras la última el marqués para presentarles su última adquisición como coleccionista, una enorme máquina con muñecos articulados que tocan.

Schumacher baja a la cocina, donde está su mujer, escondiéndose Marceau, que escucha cómo le dice a su mujer que al día siguiente se irá del castillo y ella se irá con él a Alsacia, donde a los furtivos como Marceau les dan un tiro.

Este aprovecha el momento de la conversación para tratar de escabullirse, aunque tira una bandeja, por lo que es descubierto y Édouard sale corriendo tras él.

Corren por la casa y el marqués trata de detener a Schumacher, que no atiende ni las órdenes de este ni a su mujer que trata de retenerlo.

Entretanto, Christine le dice a André que se irá con él en ese momento, o nunca, aunque él dice que se irán con la cabeza alta.

Marceau, huyendo, entra en la habitación, donde estaban, pudiendo verlos así Robert, que le dice a André que ha logrado lo que quería, robarle a su mujer, pidiéndole André que le deje explicarse, aunque en vez de ello, Robert le da un puñetazo, comenzando una pelea, que tratan de detener Octave y Geneviève que llegan también.

Octave sale con Christine, reconociendo ella que le dijo a André que le quería, preguntándole Octave si es cierto, diciendo ella que ya no lo sabe, que le habló de las reglas y quiere que vaya con él un mes a casa de su madre mientras lo arregla todo con La Cheyniest, aunque ella solo esperaba que la abrazara y que la llevara con él.

Octave le dice que olvida que es un héroe.

Entretanto, y mientras los dos hombres se pelean, Schumacher trata también de darle su merecido a Marceau, entrando en el cuarto donde se pelean André y Robert, con un arma en la mano, consiguiendo al disparar que cese la pelea.

Geneviève aprovecha para decirle a Robert que tienen que hablar de ellos y le pregunta cuándo se van, viendo a Robert enfurecido, que la rechaza y le dice que en ese momento tiene otras preocupaciones.

Octave, por su parte consuela a Christine, y la hace reír recordando momentos de su juventud, imitando al padre de ella en un momento que recuerda con gracia, aunque luego cambia de actitud y se muestra melancólico al ver que no consiguió cumplir sus sueños de dirigir orquestas, como el padre de ella.

En el salón, los invitados bailan, cuando irrumpen Marceau y Schumacher, que lo persigue con su arma, que dispara mientras Lisette trata de evitarlo, sufriendo Geneviève un ataque de histeria, debiendo llevársela entre André y Peter a su cuarto.

André debe llevar luego a Jackie, muy afectada también, a la suya.

En el salón los invitados empiezan a temer que dispare Schumacher, cuando uno de los criados consigue sorprenderlo y se lo llevan, habiéndose escondido Marceau tras una mujer muy gorda, que evitó que lo viera su agresor.

Olvidada su trifulca, André y Robert deciden salir para fumar un cigarrillo, mientras los invitados comienzan a retirarse a sus habitaciones, pensando algunos que lo de los criados era un número más.

Llevan a Schumacher ante Robert, que le reprocha que pusiera en peligro a sus invitados y le dice que tiene que despedirle tras lo ocurrido y no quiere oír hablar más de él, aunque Lisette le dice que si la señora la acepta, ella se quedará con ella.

Le dice luego a Marceau que también le tiene que despedir a él, pues no puede despedir a Schumacher y dejarle a él allí con su mujer.

A André le dice que le concede los 5 minutos que le pidió, excusándose Robert por su comportamiento, explicándole André que quiere a Christine, diciendo Robert que él también, y que la quiere tanto que por eso piensa que es mejor que se vaya con él para que sea feliz y se alegra de que sea con alguien de su medio, aunque le preocupa su modo de vida, pues es joven y famoso, pero podría tener un accidente y su dinero.

Octave le dice entretanto a Christine que debe hablarle de André, pues en el aire es maravilloso, pero en tierra es débil, pobre y vulnerable como un niño.

Llega Lisette, que le pregunta si está enfadada con ella, diciéndole que no, pues no es culpa suya que los hombres estén locos y le dice que puede quedarse y le pregunta si sabe que Geneviève es la amante de su marido, diciéndole Lisette que lo sabía, que empezaron antes de conocerla a ella, un verano en el mar, concluyendo Christine que todos lo sabían y nadie le dijo nada, diciéndole Lisette que para que no sufriera.

Ella se queja de haber vivido tres años en la mentira, y desde que los vio en el bosque y se enteró de golpe ese sentimiento no la abandona.

Octave le dice que es el signo de los tiempos, pues todo el mundo miente.

Empieza a pasear con Octave, dejándole Lisette su abrigo a ella para que no se resfríe.

Cuando Marceau sale con su maleta, sorprende a Schumacher llorando y se para con él, diciéndolo que los dos están mal y ninguno de los dos volvió a ver a Lisette, que prefirió quedarse con la señora, diciéndole Marceau que no está casada con él, sino con la señora y comparten un cigarrillo.

Le cuenta luego que él regresará a su chabola y a la caza furtiva, ahora que a él ya no le incumbe, o incluso sacará una licencia de marchante en caza. Por su parte, Schumacher dice que se irá de la región por su mujer, pues la quiere recuperar.

Christine le pregunta a Octave qué le pasa, diciendo él que no es muy agradable contemplar de nuevo que es un fracasado y un parásito, pues sin la ayuda de sus amigos moriría de hambre, recordando que de joven también tenía sueños de llegar a ser alguien en contacto con el público.

Mientras pasean las ven los dos despedidos, que confunden a Christine con Lisette por el abrigo.

Entran al invernadero, pues ella tiene frío y no desea regresar al castillo.

Los dos hombres los siguen y los ven allí hablando. Él le dice que cuando piensa en su padre es injusta con los demás hombres.

Ella trata de consolarle diciéndole que no es un fracasado, que solo necesita que alguien se ocupe de él y que lo hará ella, diciendo él que es ya tarde, pues no es ya joven.

Ella le confiesa entonces que es a él a quien quiere, y le pregunta si él la quiere a ella, reconociendo él que así es, pidiéndole ella que le bese.

Él la besa en la mejilla, pero ella le pide que lo haga en la boca, como un enamorado.

Al verlos así, Schumacher dice que los matará a los dos, diciéndole Marceau que a ella no, aunque él asegura que lo hará, decidiendo ir a por su fusil, pues su pistola se quedó sin balas antes.

Salen entretanto los enamorados del invernadero, comentando Octave que el tren sale de Lamotte- Butrón a las, 3, yendo Octave a buscar sus abrigos, pidiéndole a Lisette que busque el de Christine, mientras él coge el suyo.

Lisette regresa con el abrigo, pero le dice que comete un error, pues para divertirse no importa, pero vivir los dos juntos sí y deben estar los jóvenes con los jóvenes y los viejos con los viejos y además no tiene dinero y esa mujer necesita muchas cosas y no será feliz con él, aunque él parece no escucharla.

Le pregunta luego si la llevarán con ellos, diciendo él que sí, que se reunirá con ellos.

Aparece entonces André que le pregunta por Christine, diciendo él que lo está esperando en el invernadero y le entrega su abrigo para que se lo dé, entregándole el suyo a él para que no pase frío.

André lo besa agradecido mientras sale corriendo hacia el invernadero.

Llega entonces Robert, que le pregunta a Octave si él también la ama, reconociendo este que sí, mientras Lisette no puede dejar de llorar.

Schumacher llega con su arma, y al verla sola dice que va a hablar con ella, aunque entonces ven llegar a André, y al verle con el abrigo de Octave le confunden con este y le dispara y acaba con él.

Sale entonces Christine, que al verlo, se desmaya en los brazos de Schumacher, que ve que no es Lisette sino la señora.

Baja Jackie asustada, diciendo que escuchó un disparo en el parque.

Llega entonces Maurice y Jackie le pregunta si era André, diciendo él que sí.

Corren todos a verlo. Maurice le dice a Octave que no sufrió para tratar de consolarle.

Octave le pregunta a Lisette por qué no le dejó ir a él, y se pregunta qué va a ser ahora de él.

Le pide luego que le dé un beso de su parte y le diga que se fue, y se despide también de ella.

Octave se aleja con Maurice. Le dice que se irá a París y tratará de arreglárselas, tras lo que se despiden, diciéndole Octave que no cree que se vuelvan a ver.

Cuando vuelven del invernadero todos los invitados están fuera de la casa, tratando Lisette y Christine de calmar a Jackie para que los demás no la vean en ese estado, explicándole Robert a sus invitados que fue todo un accidente. Que Schumacher pensó que se trataba de un furtivo y le disparó y que partirán todos al día siguiente, lamentando la muerte de su amigo.

Saint-Aubin comenta que han dado un nuevo significado a la palabra "accidente", haciendo ver lo oportuno que fue este respecto de su rival amoroso.

Se retiran luego tras ello, todos a sus camas.

Calificación: 4