Te cuento la película

La madre

Mat (1926) URSS

Género: Drama

Duración: 88 min.

Música:David Blok, Tikhon Khrennikov

Fotografía: Anatoli Golovnya

Guion: Nathan Zarkhi (Novela: Máximo Gorki)

Dirección: Vsevolod Pudovkin

Intérpretes: Vera Baranovskaya (Pelagia Nílovna Vlasova), Nikolái Batálov (Pavel Vlasov), Aleksandr Chistyakov (Mikhail Vlasov), Anna Zemtsova (Anna), Ivan Koval-Samborsky (Nikolái Vesovshchilov), Vsévolod Pudovkin (Policía), V. Savitsky (Isaika Gorbov).

Un borracho, Mikhail Vlasov, es expulsado del bar.

Cuando llega a su casa encuentra a su mujer lavando y tendiendo, mientras que su hijo Pavel duerme.

Mikhail intenta de arrancar el reloj y su mujer trata de impedírselo, aunque este finalmente se cae y se rompe.

Luego, el borracho, golpea a la mujer y el hijo, que se despierta por el ruido, sale a defenderla y con un martillo en la mano le dice que no se atreva a tocar a su madre.

Después del trabajo, los hombres van al bar, donde es amenizada su estancia por un grupo de tres acordeonistas.

Entre los allí reunidos, están los nacionalistas negros, que comentan que si trabajan adecuadamente, conseguirán una paga extra. Para ello deben atacar a los que desean ir a la huelga al día siguiente.

Mikhail salió de la casa con una plancha en el bolsillo y se la ofrece al dueño del bar a cambio de un trago, aunque el hombre le dice que no necesita una plancha, ante lo que Mikhail comienza a levantar la voz y amenaza con la plancha al dueño del bar.

Los nacionalistas indican que podrían necesitarlo, y lo invitan a beber y consiguen que el ambiente del local se relaja y le van hablando al oído para decirle lo que quieren.

Anna, una revolucionaria llega a casa de Pavel. Como vigilan sus casas todo el tiempo, los camaradas desearían que lo escondiera él, y le entrega un paquete.

Pavel lo esconde en el suelo, bajo un tablón, sin darse cuenta de que su madre, que parecía dormir lo ve, aunque simula seguir dormida.

Al día siguiente se reúne con los miembros del grupo revolucionario y tratan de organizar la huelga, señalando que deben acudir a la fábrica lo suficientemente temprano como para asegurarse de que todos se detengan a las 9 en punto.

Los trabajadores son llamados a levantarse para iniciar su jornada laboral en la fábrica.

Los nacionalistas negros se preparan para tratar de reventar la huelga llevando todo tipo de armas. Puños de hierro, barras y pistolas, y llevan con ellos al gigantón Mikhail Vlasov, que lleva una bola de hierro.

Desde la ventana de la fábrica, los jefes ven llegar a la gente y sonríen pensando en lo que les espera a los huelguistas.

Cuando llegan los huelguistas les cierran las puertas y se dirigen a ellos los matones.

Uno de los matones coge a Pavel y le tiran todas las octavillas que llevaba escondidas, y de pronto, padre e hijo, se descubren en bandos enfrentados.

Cuando los jefes animan a los matones a matar a los instigadores de la huelga, algunos de los compañeros de la fábrica deciden salir en defensa de sus compañeros, pero entonces otros matones dentro, los amenazan con pistolas.

Pese a estar acorralados, algunos de los huelguistas consiguen escapar, aunque son perseguidos por Mikhail, que alcanza a su propio hijo al que pregunta si es uno de ellos, aunque pese a todo logra huir junto con otro compañero.

Los dos se encierran en el bar y Pavel sale por la puerta trasera, pero su compañero tropieza y es retenido por el dueño del bar.

Cuando llegan los matones, el muchacho trata de defenderse sacando una pistola.

Subido en una mesa, los matones empiezan a lanzarle botellas y sillas y finalmente uno de ellos lo retiene cogiéndolo por un pie, aunque al tirar de este hace que pierda el equilibrio y dispara accidentalmente, yendo su bala al cuello de Mikhail.

El piquete de matones acaba con el huelguista, pero no pueden hacer nada por Mikhail

Pavel que consiguió huir, explica a sus compañeros la emboscada que les prepararon.

Entre tanto, y mientras reza en su casa, la madre ve que se mueve la tabla donde su hijo ocultó el paquete que le llevaron y que ella saca, y observa que se trata de octavillas y de pistolas, que debe ocultar a toda prisa, pues llegan varios hombres con el cadáver de su marido.

En la fábrica entra el ejército zarista para tratar de restablecer el orden.

Mientras tanto, en casa de los Vlasov velan a Mikhail. Durante el mismo, una mujer advierte a Pelagia que debe vigilar a su hijo, pues es el responsable de todo eso que arruina a los demás y a sí mismo.

A Pavel le piden que rescate sus armas, pues es peligroso que las tenga en su casa.

Llega a casa cuando se fue ya la gente y descubre a su padre muerto.

Pregunta a su madre quién lo mató, a lo que le contesta que los huelguistas, sus amigos.

Cuando trata de recuperar las armas, su madre trata de retenerlo y le pide que no lo haga, pues lo matarán también a él.

Llega entonces un amigo para avisarle de que las tropas se dirigen hacia allí.

Llegan en efecto, en ese momento un oficial y varios soldados

Cuando el oficial pregunta por Pavel Vlasov, su amigo dice que es él, aunque él no permite que se ofrezca en su lugar y dice que es él.

Le pregunta tras ello por los panfletos y las armas y le pide que no trate de ocultar nada, pues sería peor para él. Le asegura que si confiesa no le pasará nada, a lo que Pavel responde que no tiene nada que confesar.

El oficial pide a los soldados que busquen por la casa, aunque, como no encuentran nada, el coronel ordena el arresto de Vlasov.

Su madre, destrozada, pregunta por qué ordena eso, y el hombre le dice que por no confesar, tras lo que lo atan.

Pelagia, angustiada, pregunta al oficial qué harían si confesara, a lo que le responde que en ese caso todo quedaría resuelto, ante lo que ella asegura que él lo dirá todo y pide a Pavel que confiese, lo que este rechaza.

Decide entonces levantar el tablón del suelo bajo el que ocultaron las armas y los panfletos, y se las entrega al oficial, esperando que libere a su hijo, aunque enseguida se da cuenta de que se ha equivocado, pues, pese a su acto, ordenan su arresto.

Día del juicio

Lo llevan a la corte, y pese a la dureza de su situación, Pavel sonríe, pues puede volver a ver el sol.

Su madre es la primera en llegar, antes que el resto del público.

Un hombre explica que el abogado defensor venia de San Petersburgo, pero se retrasó y tuvieron que sustituirlo por otro.

El fiscal asegura que la gente como Vlasov debe ser exterminada

Por su parte, el defensor afirma que el joven escondió las armas por hacer un favor, aunque el presidente del tribunal le pide que no malgaste su elocuencia, pues no hay jurado, ya que es un tribunal militar y, de hecho ni siquiera los miembros del tribunal están escuchando, y cada uno de ellos está distraído con otra cosa y se retiran al poco tiempo a deliberar.

El veredicto

Cuando salen, anuncian que el acusado es condenado a la pena de trabajos forzados en Siberia.

La madre grita preguntando si eso es justicia.

A la salida, la madre se lanza hacia los guardias mientras pide a su hijo que la perdone, debiendo retenerla la policía.

Algún tiempo después, Pelagia entrega panfletos que escondió bajo el tablón del suelo de su casa a los compañeros de su hijo, que tratan de consolarla.

Pavel recibe en prisión la visita de su madre, que va vestida con andrajos, y consigue entregar a su hijo un papel que llevaba oculto y que le explica que es de sus camaradas.

Él da las gracias y le sonríe.

Fuera el hielo comienza a derretirse por la llegada de la primavera.

En la nota, le dicen que todo está preparado para su fuga y que al día siguiente será libre.

Tras leer la nota, lanza su taza y empieza a dar golpes, ante lo que el guardia piensa que se ha vuelto loco.

En la habitación común, los presos charlan y expresan sus inquietudes y sueños y recuerdan sus hogares y la tierra.

En prisión circulaba el rumor de que durante la hora del ejercicio del día siguiente, primero de mayo, los trabajadores de las fábricas y de la ciudad irían a liberar a los prisioneros.

En efecto, en la fábrica, los obreros planean todo mientras tratan de que el delator no los escuche.

También en la ciudad se planifica la marcha del día siguiente.

Pavel lee que debe observar dónde colocan la escalera, en la pared del patio, pues abajo habrá caballos esperando.

Todos los presos se preparan para la hora del ejercicio haciéndose con piedras o partes de las camas.

La gente, fuera, comienza a concentrarse también para la marcha.

Al pasar junto a una mujer que amamanta a su hijo, Pelagia la mira con ternura antes de unirse, feliz al grupo de manifestantes que celebran el primero de mayo.

Cuando tocan la campana porque es el tiempo del patio, fuera, espera una mujer con un coche de caballos.

Pavel debe encaramarse a la ventana para poder ver dónde colocan la escalera que les indica el lugar por el que debe huir, y al verlo subido a los barrotes el guardia se enfada con él, y al ver que no le hace caso y no se baja, le dice que le dejará sin paseo.

Los presos salen a pasear como cada día, en formación, dando vueltas en círculo mientras la gente avanza, cada vez en mayor número hacia la cárcel.

Pero el alcaide recibe entonces una orden enviada por el jefe de policía en la que le ordenan que detenga la caminata matinal de inmediato.

Las autoridades comienzan a efectuar y recibir llamadas alertados por la enorme movilización, por lo que convocan a los soldados, para que salgan de inmediato.

Junto a la madre, encabeza la marcha, un joven que alza una bandera roja.

Cuando el guardia ordena a los presos que regresen a sus celdas, estos se indignan, pues es demasiado pronto y se abalanzan sobre los guardianes aprovechando el material del que hicieron acopio, aunque otros guardias les disparan.

Mientras tanto, los que no salieron empiezan también a arrancar cosas y a amotinarse.

Por su parte, Pavel se desespera en su celda por no estar fuera y patea la puerta, lo que hace que el guardia se enfade y decide entrar para castigarlo, aunque se abalanza sobre él y pelean.

Varios de los presos consiguen abrir su celda y avanzan abriendo las de otros prisioneros.

Pavel, que consigue salir, se ve atacado por un guardia, y otro de los presos le ayuda a dejarlo fuera de combate y ambos corren hacia fuera.

Toda la cárcel es un caos y los guardianes de la prisión comienzan a disparar a los presos desde fuera cuando trataban de saltar la puerta y escapar, por lo que muchos de ellos mueren.

Otros corren por la cornisa y bajan por la escalera, aunque la policía también los persigue y les dispara.

Uno de los que logró bajar por la escalera ve el carruaje preparado para este y pide a la chica que lo conduce que continúe, pues Pavel no irá.

Este consiguió huir a través de los témpanos de hielo, yendo de uno a otro, mientras los soldados le disparan desde lejos.

El hielo se va rompiendo y él empieza a congelarse.

La gente avanza hacia la prisión en masa y caminan hacia el puente, aunque al otro lado los espera el ejército a caballo, y comienzan a cruzarlo.

Pavel consigue salir del río y ve a la multitud avanzando y corre a encontrarse con su madre, y se abrazan emocionados cuando se reencuentran.

Pero los soldados inician su carga contra la gente, que se ve obligada a dispersarse.

Pavel y su madre, emocionados, no se mueven y los disparos alcanzan a Pavel y al joven que llevaba la bandera roja.

La madre, se queda muy triste al ver a su hijo muerto, y mientras la gente huye aterrorizada, ella enarbola la bandera y se yergue firme, a pesar de las lágrimas, mientras la caballería carga, y muere bajo los cascos de los caballos sin soltar la bandera.

Años más tarde, una bandera roja como aquella ondea en lo alto del Kremlin.

Calificación: 4