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La lista de Schindler
La lista de Schindler

Schindler's List (1993) * USA

Duración: 195 min.

Música: John Williams

Fotografía: Janusz Kaminski

Guion: Steven Zaillian

Dirección: Steven Spielberg

Intérpretes: Liam Neeson (Oskar Schindler), Ben Kingsley (Itzhak Stern), Ralph Fiennes (Amon Goeth), Caroline Goodall (Emilie Schindler), Jonathan Sagalle (Poldek Pfefferberg), Embeth Davidtz (Helen Hirsch), Malgoscha Gebel (Victoria Klonowska), Shmulik Levy, (Wilek Chilowicz), Mark Ivanir (Marcel Goldberg), Beatrice Macola (Ingrid), Andrzej Seweryn (Julian Scherner), Friedrich von Thun (Rolf Czurda), Krzysztof Luft (Herman Toffel), Norbert Weisser (Albert Hujar), Adi Nitzan (Mila Pfefferberg), Michael Schneider (Juda Dresner), Miri Fabian (Chaja Dresner), Anna Mucha (Danka Dresner).

Una familia judía se reúne en torno a una mesa dejando que la vela se apague

Septiembre de 1939. Alemania invade Polonia y a los judíos se les ordena que inscriban a sus familias en un censo y se trasladen a las principales ciudades, llegando más de 10.000 judíos a diario desde el campo a Cracovia, debiendo pasar muchas horas en las largas filas que se forman para su inscripción.

Oskar Schindler se viste elegantemente y se coloca una insignia con la esvástica tras lo que se dirige a un elegante restaurante donde comen muchos oficiales nazis, fijándose en el de mayor rango, Rolf Czurda, enviando una botella a él y a su pareja.

Como ignora la identidad del que le invita, Czurda envía a un subordinado a indagarlo, observando cómo su ayudante empieza a hablar animadamente con Schindler, por lo que siente curiosidad por ese hombre y se acerca personalmente a su mesa, levantándose entonces Schindler para recriminarle que deje sola a su novia, por lo que acude a la mesa de esta y la invita a sentarse también con ellos a su mesa.

Schindler pide más bebida, sumándose cada vez más gente a su mesa, estando poco después su mesa rodeada de mandos de las SS y de mujeres riendo y cantando, haciéndose fotos con todos los mandos presentes en el restaurante, que se sienten fascinados por él, incluido el Oberführer Scherner

Unos días después Schindler acude al Judenrat, el consejo judío encargado de tratar los conflictos de estos, buscando a Itzhak Stern, antiguo contable de una fábrica de cazuelas que espera pueda ayudarle a transformar la fábrica en una de productos esmaltados, como pucheros para el ejército, necesitando financiación que espera poder obtener de empresarios judíos, pidiéndole a Stern que contacte con ellos, aunque no parece demasiado interesado en el asunto.

Dada la prohibición para los judíos de hacer negocios, estos comienzan a verse en iglesias para tratar de seguir con estos, presentándose Schindler en una de ellas y tratando de conseguir de Pfefferberg, uno de los empresarios reunidos, una camisa de calidad como la suya, a lo que el judío accede cuando ya todos los demás judíos se fueron al ver la esvástica de Schindler en la solapa.

El 20 de marzo de 1941 era la fecha límite para que los judíos entren en el gueto, un distrito cerrado al sur del Vístula donde, en una zona de 16 manzanas se hacinaban miles de judíos, contando con policías de su misma raza, como Goldberg.

Schindler trata de sacar provecho de la situación ofreciéndoles a sus inversores una cantidad de material del fabricado, con el que ellos a su vez podrán hacer negocios, negándose a darles un porcentaje de la compañía, no teniendo los judíos otro remedio que aceptar sus condiciones al estar incapacitados para actuar ellos legalmente en cualquier tipo de negocio.

Por su parte Schindler, una vez conseguida la financiación para poner en marcha su fábrica contratará a trabajadores judíos, a los que no debe pagar un sueldo, debiendo pagar un canon a las SS, en todo caso inferior al salario que debería pagar a un trabajador de nacionalidad alemana.

Dejará toda la organización y contratación en manos de Stern, que solo puede reclutar a trabajadores con la tarjeta azul que les acredita como esenciales, para lo cual Stern les explica que deben decir que tienen experiencia en el manejo de metales, lo que salvará a muchos judíos no considerados esenciales, como al maestro Nowak, al que hace pasar por pulidor, escritores o músicos, a los que Stern instruirá para que aprendan su trabajo.

Mientras Stern elige a los obreros Schindler se encarga de contratar a su secretaria, aunque como es incapaz de decidirse por ninguna, pues todas le parecen muy guapas acaba contratando varias decenas.

Con todo listo, Schindler se dedica a enviar grandes cestas con productos conseguidos por Pfefferberg, como caviar, frutas exóticas, chocolate, coñac, champán o medias de nylon a diferentes mandos alemanes a los que presenta su fábrica de utensilios, consiguiendo que aprueben su proyecto.

Schindler se acuesta con una de sus secretarias cuando Emilie, su mujer se presenta en su casa, explicándole de que dispone de 350 obreros que trabajan para él y de que va a hacerse rico gracias a la guerra.

Emilie le pregunta si debe quedarse con él en Cracovia, asegurándole que lo hará si le asegura que nadie dudará de que ella es la señora Schindler.

Poco después Oskar la despide en la estación de vuelta a Checoslovaquia.

Stern le muestra un informe que demuestra que la fábrica es próspera, pidiéndole que permita a uno de los mecánicos que le dé las gracias, observando al recibirlo que al hombre, que es anciano, le falta además un brazo, por lo que tras la marcha del hombre le pregunta a Stern para qué es útil ese hombre siendo manco, respondiéndole este que es esencial.

Un día, cuando los obreros salen del gueto hacia la fábrica son detenidos por las SS y obligados a quitar la nieve de las calles, por lo que no pueden acudir a trabajar, disparando además los soldados al señor Lowenstein, al ver que es manco e inútil.

Schindler se dirige tras ello indignadoa Czurda para protestar por haber perdido un día de producción y a uno de sus obreros, que él asegura era muy hábil en la prensa.

Un día Pfefferberg acude a avisar a Schindler de que subieron a un montón de judíos en un tren figurando Stern en la lista de los hombres embarcados, por lo que Schindler sale hacia la estación dispuesto a rescatar a su gerente.

En la estación piden a los judíos que dejen su equipaje con su nombre antes de subir, tras lo que se dirige al oficial a cargo del transporte pidiéndole que ponga en libertad a su gerente, para, tras comprobar que no consideran tan importante el retrasar la marcha por un judío asegurarle a él y a su ayudante, tras anotar sus nombres, que los enviarán al sur de Rusia antes de finalizar el mes, lo que finalmente asusta a los soldados que le ayudan a encontrar a Stern, debiendo para ello hacer parar el tren.

Stern le explica que todo se debió a un error ya que se había dejado su tarjeta en casa, ante lo que Schindler le reprende diciéndole "si hubiera llegado cinco minutos tarde, qué habría sido de mí".

El tren parte sin el equipaje de los judíos y cientos de operarios recogen las maletas y las registran sacando de ellas lo que consideran de valor, apilando lo demás, dedicándose un joyero judío a pulir centenares de dientes de oro de los judíos.

Invierno de 1942. Cientos de judíos viven hacinados en el gueto, que pese a todos para algunos es aun un reducto de libertad.

Por él transita un coche descapotable, siéndole mostrado al Untersturmführer Amon Goeth la organización del gueto, que le dicen está dividido en dos partes, estando en una los trabajadores en activo y en la otra los jubilados enfermos y niños.

Es llevado posteriormente hasta un lugar donde están construyendo un campo de concentración llamado Plaszow, estando la nueva casa de Goeth sobre un pequeño alto que domina el campo.

Goeth se acerca a un grupo de mujeres judías dispuesto a elegir a una doncella para su casa eligiendo a la única que dice no tener experiencia, Helen Hirsch.

En ese momento se acerca una mujer pidiendo que derriben uno de los barracones a medio construir, ya que se hicieron mal los cimientos, asegurando ser una ingeniera, aunque en vez de hacer lo que esta le ordena hace que la maten allí mismo, o estando dispuesto a seguir las decisiones de una mujer y además judía, aunque tras matarla ordena que derriben el barracón tal como dijo la ingeniera.

El 13 de marzo de 1943 Goeth pronuncia un discurso en el que asegura que están a punto de hacer historia, ya que borrarán de golpe los seis siglos de historia desde que los judíos comenzaron su asentamiento en la ciudad.

Y ese día llega la matanza en el gueto, entrando los soldados en el mismo y sacando de sus viviendas a los moradores, comenzando por el gueto B, el de los improductivos, consiguiendo algunos de ellos escapar por las cloacas o esconderse.

Schindler, que había salido a pasear a caballo con una de sus secretarias observa desde lo alto la matanza llevada a cabo, fijándose especialmente en una niña con un abrigo rojo, quedando sobrecogido.

Pfefferberg es uno de los que se ocultan en las alcantarillas, encontrándose al salir con cientos de cadáveres, estando las maletas, con las que salieron a la calle, dispersas por las calles, por lo que cuando de pronto se ve descubierto por el propio Goeth comienza a apilar maletas a un lado de la calle diciendo que le ordenaron que despejara la calle de maletas, consiguiendo así salvar su vida.

La señora Dressner y su hija Danka tratan también de escapar, aunque no encuentran un refugio donde quepan las dos, hasta que encuentran a un niño, que fue amigo de su hijo y que trabaja para los nazis buscando a la gente oculta, y las ayuda, diciéndoles cuál es la fila de las que sobrevivirán.

Cuando acuden los soldados a exterminar a los enfermos del hospital los encuentran ya muertos, al haberles suministrado su doctor una bebida para evitarles sufrimientos.

Los que tenían compartimentos secretos logran salvar sus vidas, aunque algunos de ellos al salir por la noche, creyéndose ya a salvo son sorprendidos y acaban con ellos.

Acabada la matanza todo parece tranquilo, aunque no pueden relajarse, pues Goeth se dedica a disparar a judíos al azar desde su balcón por pura diversión.

Tras la matanza los judíos pasarán al campo de Plaszow, proponiendo Goeth a Schindler que la fábrica esté dentro del propio campo, teniendo la mano de obra allí mismo, pudiendo trabajar incluso por la noche.

Schindler es invitado por Goeth, al que es presentado por los demás oficiales, expresándole a este que ha perdido mucho dinero al matar a buena parte de sus obreros, debiendo adiestrar a los nuevos, perdiendo tiempo y dinero.

Goeth le dice que los demás compañeros le explicaron que Schindler sabe muy bien cómo mostrarse agradecido, estando dispuesto a crear su propio sub campo para él, al igual que para varios empresarios más.

A cambio, Schindler debe cederle a Goeth a Stern como contable, debiendo explicarle a su antiguo jefe cómo debe organizar el trabajo, o mandar sus "donativos" a principio de mes a sus contactos, el listado de contactos en el mercado negro, etc., decidiendo seguir viéndolo cada miércoles, pidiéndole Stern que no deje que todo se hunda.

Goeth revisa las nuevas instalaciones de la fábrica de metales y el trabajo, pidiéndole a un hombre que le explique cómo hace las bisagras, haciendo una para él, diciéndole tras ello que ha fabricado muy pocas, y aunque él explica que antes estuvo cargando carbón Goeth le dispara, aunque salva su vida gracias a que se le encasquilla el arma.

Poco a poco y a base de regalos, Stern va sobornando al encargado de conseguir gente para que este incluya en sus listados a las personas que a él le interesa salvar.

Tanto que un día recibe la visita de una bella mujer, a la que no recibe en su primera visita, recibiéndola en la siguiente cuando la ve arreglada.

La mujer le explica que vive bajo una identidad falsa desde la matanza del gueto, ya que en realidad es judía y se llama Regina Perlman. Le dice también que se dice que su fábrica es un refugio para los judíos y casi un seguro de salvación, por lo que le pide que lleve allí a sus padres para evitar que los deporten y mueran.

Lejos de sentirse halagado, Schindler la expulsa y se queja ante Stern de que su fábrica sea vista como un refugio, lo cual pone en peligro su negocio, aunque cuando Stern le hace ver que Goeth es un asesino le entrega un reloj para hacer que le lleven a los Perlman, observando feliz Regina cómo sus deseos se cumplieron.

Un día Schindler aprovecha una fiesta en casa de Goeth para bajar a por vino y hablar con Helen su criada, tratando de conocerlo mejor, diciéndole ella que sabe que Goeth acabará en cualquier momento con ella pues no hay con él reglas para saberse a salvo, aunque Schindler la tranquiliza, asegurándole que si Goeth la ha respetado es porque le gusta y no la matará, ya que incluso no la deja llevar la estrella.

Habla tras ello con un Goeth borracho, que le explica que los judíos les temen porque tienen el poder de matar, a lo que Schindler le replica que el verdadero poder es el de saber perdonar, que sabiendo que puede matar a alguien no lo hace, como hacían los emperadores romanos, pues lo que él hace es justicia.

A raíz de esa conversación Goeth perdona a varias personas, aunque su magnanimidad no durará demasiado, y, aunque había perdonado al muchacho encargado de limpiar su bañera pese a que no había conseguido quitar las manchas de la misma, poco después acaba con él de un disparo desde su balcón.

Durante la celebración del cumpleaños de Schindler, Goeth baja a hablar con Helen, a la que halaga diciendo que es una buena cocinera y sirvienta, y reconoce que le gustaría acercarse a ella y tocarla aunque sabe que no es una persona. Acaba tocándola y reconociendo que siente compasión por ella, aunque antes de llegar a besarla la llama zorra y la golpea duramente.

Arriba, entre tanto, Schindler celebra su fiesta besando a un montón de mujeres, acercándose una joven y una niña para llevarle una tarta en nombre de sus obreros y las besa también.

Entretanto en los barracones, entre los trabajadores de la fábrica comienza a oírse rumores sobre las matanzas de los judíos a los que lleven en los trenes para acabar con ellos tras meterlos en duchas de las que sale cal, aunque se niegan a creerlo.

Las nuevas invasiones suponen la llegada de nuevos ocupantes al campo, por lo que deben buscar sitio a los nuevos, suponiendo la llegada de un grupo de húngaros la tarea de separar a sanos de enfermos, ante lo que algunos optan por pellizcarse o por pincharse y ponerse algo de sangre en la cara para simular tener aspecto saludable.

Pero una vez hecha la selección, y cuando los que la pasaron lo celebran felices, de pronto observan que una decena de camiones se está llevando a sus hijos, sin que puedan hacer ya nada por rescatarlos.

Pese a todo algunos niños consiguieron ocultarse, haciéndolo incluso en las letrinas.

Los que no pasaron la selección son cargados en un enorme tren, donde van hacinados y sin casi poder respirar en medio de un tremendo calor, pidiendo Schindler permiso para que le permitan regar los vagones, llevando una manguera incluso desde su casa, pidiendo a los vigilantes que cada vez que pare el tren les den agua, ante la hilaridad de Goeth y sus compañeros que ven su actuación como un acto de crueldad, pues les da esperanzas.

Algún tiempo después Schindler es detenido y encerrado en una celda por violar el acta de redistribución, ya que durante una fiesta besó a una chica judía.

Saldrá Goeth en su defensa diciendo que se trata de un mujeriego inconsciente, consiguiendo que lo liberen, aunque tras su defensa escondía su propio interés.

Abril de 1944. Un día, al salir de su casa Schindler observa cómo del cielo cae algo similar a una copiosa nevada, que se da cuenta de que son cenizas.

Una orden superior obligaba a Goeth a exhumar e incinerar los cadáveres de los más de 10.000 judíos asesinados en su campo y en el gueto, llenándose la ciudad de cenizas provenientes de los restos humanos.

Goeth le explica a Schindler la orden de exhumación y de cierre de Plaszow en el plazo de un mes, debiendo ser enviados a Auschwitz los supervivientes.

Stern debe organizar los envíos de los obreros de su taller y subir al último tren, asegurándole Schindler que no debe tener miedo, pues llevará una recomendación de Goeth para tener un buen trabajo en Auschwitz.

Él, por su parte le anima a seguir con su empresa, aunque le dice que deberá contratar nuevos obreros polacos, que le costarán más, a lo que Schindler le replica que no seguirá, pues tiene más dinero del que podría gastar en su vida.

Le expresa su confianza en que todo eso acabará algún día y que entonces podrán tomarse una copa, a lo que Stern le replica que prefiere tomársela ya.

Schindler tiene ya listas las maletas para su partida, muchas de ellas llenas de dinero.

Poco después habla con Goeth al que le expone que desea trasladar la fábrica a Checoslovaquia, incluidos sus trabajadores, pues ha decidido comenzar a fabricar armamento para el ejército, aceptando Goeth el trato, que le supondrá seguir ingresando grandes cantidades de dinero.

Con Stern realizan una lista en que incluye a todos los conocidos, a los inversores y a los niños, debiendo reconocer que los está comprando y que le paga a Goeth por cada una de esas personas, llegando la lista a incluir a 1.200.

Habla además con el empresario Julius Madritsch, para pedirle que haga lo mismo que él para poder salvar a más personas, aunque aquel se niega a hacerlos.

Finalmente, y con la lista ya elaborada, "el bien absoluto", según Stern, le pide a Goeth que le dé también a Helen, asegurando ante Goeth que, de todos modos, se irá a Auschwitz, a lo que este le replica que a Helen se la llevará a Viena con él, aunque cuando Schindler le hace ver que no puede hacerlo, acepta jugársela a las cartas, consiguiendo así salvarla.

Tras ello los elegidos son enviados a Zwittau-Brinnlitz, ciudad natal de Schindler, en Checoslovaquia, donde este los espera para trasladarlos a su fábrica de materiales de artillería, donde les asegura que les espera una buena comida.

Pero el tren de las mujeres, que salió después no llega, pues fue enviado por error a Auschwitz, donde observan que, al igual que en Cracovia, las cenizas lo inundan todo, tras ello les cortan el pelo y las introducen desnudas en una enorme sala para ducharlas ante el pánico de las mujeres, que temern que van a morir, cuando observan de pronto cómo de las duchas cae agua y no gas como temían.

Cuando Schindler es informado del error parte hacia allí, entrevistándose con Rudolf Hoess, al que le entrega diamantes, asegurándole que pronto necesitarán riquezas fácilmente transportables, asegurándole Hoess que le asignará una remesa de 300 unidades nuevas, insistiendo Schindler en recuperar a las suyas pese a que ello le suponga mucho papeleo, pese a lo cual acaba aceptando, aunque le retiran a las niñas, consiguiendo que se las devuelvan tras explicar que son esenciales para pulir con sus pequeños dedos el interior de las cápsulas.

Tras ello instruye a los soldados a los que prohíbe la entrada en la fábrica para que no interfieran en la producción, asegurándoles que por cada muerte él podrá exigir daños y perjuicios, prohibiendo las ejecuciones sumarias.

Schindler va tras ello a buscar a Emile, su esposa, a la que le asegura que nadie pondrá en duda en adelante que ella es la señora Schindler.

En la fábrica Stern le informa de que debido a que calibraron mal las máquinas y sus proyectiles no sirven, estando él decidido a no fabricar ningún arma disparable, aunque para evitar que les cierren la fábrica compra proyectiles de otros.

Autoriza tras ello al rabino Levartow, uno de los obreros a que celebre el Sabbath.

Durante los 7 meses que estuvo abierta la fábrica, su productividad fue muy baja y Schindler se gastó su fortuna en pagar a los obreros y a funcionarios del Reich, acabando arruinado.

Finalmente se anuncia la rendición de Alemania y el final de la guerra, por lo que Schindler reúne a trabajadores y soldados en el interior de la fábrica. Ante ellos afirma que como miembro del partido nazi y fabricante de municiones pasará a ser perseguido mientras que ellos serán libres.

Se dirige tras ello a los soldados a los que les dice que sabe que han recibido de sus superiores la orden de acabar con los habitantes del campo de concentración, pero apela a sus conciencias pidiéndoles que regresen a sus casas como hombres y no como asesinos, optando los soldados por retirarse, tras lo que pide a los presos que guarden tres minutos de silencio por los muertos durante la guerra.

Los que tenían dientes de oro se los quitan y los funden, fabricando con ello un anillo.

Antes de huir con su esposa, Schindler da las últimas instrucciones a Stern para que reparta entre los trabajadores las cosas de la fábrica, dando a cada obrero dos metro de tela y una botella de vodka y cigarrillos para que los vendan y tengan dinero.

Antes de su marcha el rabino Levartow le entrega una carta firmada por todos los obreros en la que cuentan lo que Schindler hizo por ellos, por si es capturado, entregándole también Stern el anillo fabricado con el oro de los dientes, con una frase en hebreo del Talmud que dice "quien salva una vida salva al mundo entero", tras lo que estrechan sus manos, afirmando Schindler que podría haber salvado a más personas, ante lo que Stern le dice que 1.100 personas le están agradecidas, aunque él lamenta la gran cantidad de dinero despilfarrado, mientras Stern le asegura que generaciones enteras vivirán gracias a él, que sigue lamentando su egoísmo.

Mientras llora es abrazado por Stern y por Helen y por otras personas, tras lo cual huyen disfrazados de presos, con la ropa que estos le entregan.

A la mañana siguiente un oficial ruso les anuncia que han sido liberados por el ejército soviético, aunque alsaber que son judíos no les dan ninguna esperanza, debiendo ellos mismos buscar una salida hacia el pueblo más cercano.

Goeth fue detenido y ahorcado por crímenes contra la humanidad.

Schindler fracasó tanto en su matrimonio como en todos los negocios que puso en marcha.

En 1958 el Consejo del Yad Vashem en Jerusalén le declaró persona justa e invitado a plantar un árbol que aun hoy en día crece en la Avenida de los Justos.

Un grupo de ancianos, que sobrevivieron gracias a Schindler se acerca a su tumba a rendirle homenaje, colocando piedras en su tumba.

Hoy en día hay menos de 4.000 judíos en Polonia, habiendo más de 6.000 descendientes de los judíos de Schindler.

Calificación: 4