La hija de Ryan
Ryan's Daughter (1970) * Gran Bretaña
Duración: 206 min.
Música: Maurice Jarre
Fotografía: Freddie Young
Guion: Robert Bolt
Dirección: David Lean
Intérpretes: Sarah Miles (Rosy Ryan), Robert Mitchum (Charles Shaughnessy), Trevor Howard (Padre Hugh Collins), John Mills (Michael), Christopher Jones (Mayor Randolph Doryan), Leo McKern (Tom Ryan), Barry Foster (Tim O'Leary), Gerald Sim (Capitán Smith), Evin Crowley (Moureen Cassidy), Marie Kean (Señora McCardle), Arthur O'Sullivan (Joe McCardle), Brian O'Higgins (Policía O'Connor), Barry Jackson (Cabo).
Una sombrilla cae mansamente desde lo alto de los acantilados de Kirray, un pueblecito del condado irlandés de Kerry hasta el mar. Su propietaria, Rosy Ryan ve cómo la recogen una vez en el mar el párroco local, el padre Hugh Collins que pescaba en el mar con el disminuido Michael, que se la devuelven, aunque el párroco le pregunta qué hace vagando sola todo el día y además elegantemente vestida, negándose ella a contar la verdad.
Dos soldados del destacamento militar de la zona se acercan a la población en su ronda, viendo cómo la gente les pide que vuelvan a Londres, pues no son bien recibidos, recriminándoles a los policías que colaboren con el ejército inglés.
Aparece entonces Michael mostrando la enorme langosta que capturó, siendo rodeado por todos los mozos del pueblo, que se la quitan y empiezan a lanzarla por los aires mientras las muchachas ríen alborotadamente y Michael trata de recuperarla, viendo cómo la patean, hasta que llega el padre Hugh y les recrimina su actitud.
En la taberna, Tom Ryan, el padre de Rosy se queja del comportamiento de los jóvenes, que, señala es debido al desempleo y la ociosidad, y que esa es la política del gobierno británico con los irlandeses.
El cura le cuenta que ha vuelto a ver a su hija por la playa y le dice que ya es hora de que tenga un hombre y una casa de la que ocuparse, señalando Tom que entre los jóvenes locales no hay ningún hombre adecuado para ella.
Ajena a esto, Rosy sigue paseando por la orilla del mar con su sombrilla hasta toparse con el señor Shaughnessy, que regresa de Dublín, diciéndole ella que ha ido a esperarle, llevándole él los programas de los conciertos a los que él acudió, lamentando que no hubiera ninguno de Beethoven.
Él le cuenta que se lo pasó bien, y aunque la reunión de maestros rurales no fue demasiado interesante tuvo algunas discusiones estimulantes, hablándole en especial de otra profesora, que le revela era ya muy mayor, haciendo que ella se despreocupe, y al verla tan interesada e inteligente le dice que habrá algún joven que sea afortunado casándose con ella, ante lo que ella llora.
Tras despedirse, y antes de ir a su casa él pasa por el cementerio para rezar ante la tumba de su esposa, yendo luego a la taberna donde le preguntan si vio revueltas en Dublín, aunque él indica, para decepción de los parroquianos, que no vio nada, aunque sabe que fusilarán a los miembros del IRA a los que cogió el ejército inglés, lamentando Ryan que los alemanes no les den armas para ayudarles contra los ingleses.
Entran entonces los dos soldados ingleses, que, aunque tratan de confraternizar no consiguen que nadie acepte su invitación, indicando uno de ellos que les ponen un uniforme, les dan un arma y les dicen a dónde tienen que disparar, indicando que ellos harían lo mismo en su caso.
Rosy va hasta el colegio y entra en la clase de las chicas, esperando allí al maestro.
Cuando este se va de la taberna comentan que la muerte de su mujer le arrancó el alma y por eso no ha visto nada tras 15 días en Dublín.
Rosy le oye llegar y poner un disco de Beethoven.
Cuando ve cree que ha ido a echarle una mano, aunque ella le aclara que ha ido para decirle que ya no es una niña y que quiere decirle que le quiere.
Él le dice que es el caso normal de jovencita que cree estar enamorada del profesor.
Ella le dice que debería estar orgulloso de su amor, diciendo él que lo está, pero que ella cree amarle porque él le ha hablado de grandes hombres y él no lo es y piensa que un hombre maduro no puede robar la juventud de una muchacha, y que ella está hecha para el ancho mundo y él para ese pequeño lugar y sabe que no saldría bien.
Ella le pregunta si es que él no le quiere, besándola él y demostrándole que sí.
En su ronda, uno de los policías se cruza por un camino con dos jóvenes que van en un carro, y al ver que los mira fijamente uno de ellos dice que lo han reconocido y que deben actuar rápido, sacando uno de ellos un fusil y acabando con el policía al que luego lanzan a un pozo junto con el arma con que lo mataron, señalando el otro que son unos raros contrabandistas de armas que se han tenido que deshacer de estas.
Continúan tras ello su camino caminando, señalando lo harán hasta Limerick, donde les esperan con un camión, pues sabe que no pueden andar durante 300 kilómetros.
El sacerdote le explica a Rosy en la playa que el matrimonio es definitivo hasta que muera uno de ellos para que se conforten, procreen y cuiden a sus hijos, preguntándole si le da miedo la satisfacción de la carne, a lo que ella responde que un poco y le pregunta si la satisfacción de la carne la hará diferente, pues quiere serlo, preguntándole el cura qué espera, pensando que tal vez en que le vayan a salir alas.
Ven entonces cómo llega el camión con los forasteros que se hacen pasar por hojalateros, aunque el cura está seguro de que no lo son.
Ryan tiene su carro elegantemente ataviado para la boda de su hija, viendo cómo entran en el bar los forasteros que se quedan mirando una foto del tabernero saludando a un hombre en el que reconocen a Tim el Rojo un dirigente del IRA, del que Tom afirma se pasea en ese momento por las calles de Dublín mientras todos lo buscan, presumiendo Ryan de recibir órdenes suyas de vez en cuando.
Cuando se marchan los dos hombres señalan que Ryan habla demasiado y deben traer gente de Dublín.
Rosy y Charles se casan, acudiendo luego al baile todos los invitados, hasta que sugieren que es hora de que los novios suban a la habitación, aplaudiendo todos a la pareja, empezando todos los chicos a besar lascivamente a la novia mientras se van, apareciendo Michael que quiere su beso, echándolo Tom mientras todos se burlan de él, debiendo Charles cogerla en brazos para librarla de los muchachos.
Aunque Charles parece remiso a ir a la cama, lo hace finalmente, besando y acariciando a su esposa mientras le dice que es una mujer maravillosa, escuchando a todos gritar abajo cuando se apaga la luz, lanzando grano contra la ventana mientras ellos se besan y hacen el amor, sintiendo ella algo de dolor, viendo cómo acaba pronto el acto, tras el que Charles le pregunta si se encuentra bien, deseándole buenas noches, aunque ninguno de los dos puede en realidad dormir.
Tras esa primera noche la pareja llega a su hogar, en la escuela, entregándole él una maceta que plantó para ella, fijándose ella ahora en las carencias de su nuevo hogar.
Poco a poco lo arregla, pasando las tardes escuchando música clásica mientras ella cose y él realiza su colección de plantas, en la que ella no parece muy interesada.
Un día lo ve trabajando en el campo sin camisa y acaban discutiendo pues él desea ponerse la camisa para tomar el té, por si lo ve alguien y ella le dice que está mejor así.
Rosy no parece muy feliz, y un día la sorprende el padre Hugh mientras pasea por la playa llorando, preguntándole el sacerdote qué problema hay entre ella y Charles, pues ve que no es feliz y preguntándole por qué no lo es, respondiendo ella que no lo es porque es una estúpida engreída y desagradecida asegurando que no sabe qué desea, pues no sabe qué más puede haber, pues tiene al mejor marido y suficiente dinero y buena salud, indicándole el sacerdote que no hay nada más aunque ella asegura que está segura que debe haber algo más, abofeteándola el cura mientras le pide que no alimente sus deseos, pues si los alimenta acabará encontrando lo que desea.
En octubre el coche de viajeros deja cerca de la población a un militar al que Michael, que estaba cogiendo flores ve, observando que cojea como él, siendo recogido por un coche militar, permitiendo el oficial que suba Michael en el coche.
Llega así al pueblo, siempre expectante ante las novedades, el Mayor Doryan, riendo todos al ver detrás a Michael, al que dejan frente a la escuela con su ramo de flores.
El capitán Smith sale a recibirlo, observándolo todos con respeto, pues es un héroe mutilado tras la batalla del Marne.
Smith le explica que allí no hay nada que hacer excepto pasear, señalando él que le irá bien, pues debe andar 10 kilómetros diarios.
Le explican que el tabernero es su fuente de información a cambio de dinero.
El capitán le dice que va a partir a la guerra, pero tiene medio, pues es un cobarde desde niño y habría dado un brazo por poder haber hecho lo que hizo él, pero tiene un enorme miedo a la metralla y preferiría morir a quedar mutilado, pensando que él mismo labrará su deshonor, aunque el Mayor le asegura que nadie sabe cómo reaccionará, aunque Smith dice que leyó lo que hizo y está seguro de que volvería a hacerlo, aunque el Mayor le dice que se equivocaría.
De hecho, al escuchar el ruido del generador, le parece un bombardeo y se asusta.
Le pregunta si irá su esposa, diciéndole el Mayor que no lo cree, diciéndole el capitán que en ese pueblo no hay sustitutivos y además el cura tiene ojos en el cogote.
Al día siguiente el Mayor se acerca andando al pueblo donde es visto por Maureen que le canta una canción de pata de palo, aunque se calla cuando él se le queda mirando.
Acude a la taberna de Ryan, donde está Rosy, que le atiende al no estar su padre, estando allí también Michael, que golpea con el pie rítmicamente la madera haciendo que el Mayor se ponga nervioso y empiece a sentirse mal, observando Michael su aspecto, por lo que deja de dar golpes y se marcha asustado mientras el militar comienza a temblar sintiéndose como en medio de la batalla, lo que le lleva a ocultarse bajo una mesa mientras se tapa la cabeza.
Al verlo Rosy cierra la puerta y le da la mano para ayudarle e impulsivamente acerca sus labios a los de él.
Enseguida vuelven a la realidad al escuchar voces fuera, aunque vuelven a besarse apasionadamente, aunque ella señala que debe abrir la puerta mientras él insiste y ella deja que la bese de nuevo.
El Mayor le pregunta tras ello si vive allí, contándole ella que vive en la escuela y que está casada con el maestro.
Llegan entonces Tom y sus amigos que regresan de la feria, donde le ha comprado una yegua a su hija, quedándose todos parados al ver al británico, al que Tom le dice que no está contento de tenerlo allí como inglés, aunque a título personal le considera un héroe, aunque cuando se marcha todos dicen que es un engreído.
Llega entonces Charles.
Esa noche, Rosy y el Mayor, cada uno en su cama, piensan en el otro.
Al día siguiente Rosy sale y mira desde lejos al destacamento británico, viendo a lo lejos al Mayor, por lo que se dirige hacia su plantación de lirios, bajando él hasta ella para preguntarle si pueden verse al día siguiente, diciéndole ella que vaya al viejo torreón.
A la vuelta le dice a Charles que al día siguiente sacará a Princesa.
Al día siguiente se dirige en efecto hasta el viejo torreón, cabalgando luego ella y el Mayor hasta el bosque, en el que se internan hasta llegar a la orilla de un arroyuelo donde desmontan, y donde vuelven a besarse, quitándole finalmente él su sombrero, tras lo que desata su pelo, y empieza a desabrocharle la ropa, besándose apasionadamente, tras lo que se tumban y desnudos hacen el amor varias veces, descansando luego abrazados.
En ese momento él vuelve a escuchar las armas, aunque ella lo abraza.
Le cuenta que estará allí hasta que soliciten su vuelta a su unidad.
Michael que estaba pescando en el río escucha encima del puente los caballos y oye a la pareja despidiéndose y quedando para el día siguiente.
Charles, que estaba preocupado por la tardanza la ve llegar manchada, diciendo ella que se cayó su yegua, pero que está bien y que le ayudó el Mayor Doryan a levantarla y que se ofreció a ayudarla a domarla del todo.
Charles le pregunta entonces si le sería infiel, abrazándolo ella mientras él se disculpa por haber preguntado eso.
Al día siguiente Charles sale con los niños a la playa para buscar conchas, viendo sobre la arena unas huellas de dos personas, unos pies descalzos de mujer y las de un hombre que arrastra un pie, viendo que se alejan hacia las rocas.
Se imagina entonces al Mayor y a su mujer paseando juntos por la arena y a él recogiendo una caracola en un hueco que encuentra, y que le entrega a ella para que escuche el mar, tras lo que se besan.
Decide seguir las huellas y sale corriendo al lugar hacia el que se alejan, observando que van hacia una pequeña cueva. Una alumna, Cathy, al observar al profesor decide seguirlo junto con las otras niñas.
Desde lo alto del acantilado Michael observa a los niños mientras la marea comienza a subir, empezando a tapar la cueva hacia la que se dirigían las pisadas. Michael las sigue hasta la cueva donde encuentra un botón del uniforme del Mayor.
Este y Rosy están ahora arriba en el acantilado con sus caballos.
Con el botón Michael se hace una medalla como si fuera un militar, y así, elegantemente vestido se acerca al pueblo, comprendiendo todos que imita al Mayor, yendo así hasta la taberna rodeado de toda la juventud que se burla de él, pidiéndole el padre Hugh que se quite la condecoración, aunque él no deja que lo haga y trata de defenderse con una barra, preguntándose el sacerdote por qué se ha puesto así y pregunta qué se propone.
Aparece entonces Rosy montada en su yegua y Michael sale a su encuentro y se cuadra ante ella y agarra las bridas, debiendo Rosy convencerlo para que las suelte, riendo todos cuando lo hace y ella se marcha.
La llegada de una tormenta hace que la reunión se disuelva, corriendo pese a esta el cura hacia la escuela, donde le pregunta a Rosy por el significado de la pantomima, respondiéndole ella que estuvo montando a caballo con el Mayor, pero que su marido lo sabe, pese a lo cual el sacerdote le pide que le diga que no hay nada entre el Mayor y ella, asegurando que su cara y su silencio le asusta, recordándole que si no lo dice allí tendrá que hacerlo en el confesionario.
Llega Charles, al que sorprendió la lluvia y le pide al padre que dirija el rezo de los niños, contándole ella que si hubiera ido a Brandon con los niños los habrían visto, pues estuvo allí con el Mayor y cogió brezo, mostrándole una ramita, diciéndole que no estuvo en la playa, pareciendo él satisfecho con la explicación hasta que ve el gorro de montar de ella y al moverlo ve que en el mismo hay restos de arena de la playa, empezando a buscar entonces en los cajones de ella hasta encontrar una pequeña caracola.
Cuando vuelve ella le pregunta si ocurre algo, diciendo ella que no.
Al día siguiente ella acude a la tienda local, pero la dueña de la misma, la señora McCardle le va diciendo que no tiene nada a cada petición que le hace, diciendo en voz alta para que la oiga mientras se macha que hay mujeres ligeras y hay prostitutas, y hay además amigas de los soldados ingleses.
En medio de un fortísimo temporal un barco suelta su cargamento.
El día está muy desapacible y los parroquianos, ya borrachos cantan en la taberna, hasta que Ryan los echa al ser ya muy tarde.
Pero cuando va a salir se encuentra en la puerta con el forastero que estuvo unos días antes allí y que le dice que se conocieron en Phoenix Park en 1913, donde se hizo la foto que exhibe en su local, reconociendo solo entonces a Tim O'Leary, ante el que se cuadra, y el cual entra con 7 hombres más que suben a las habitaciones, preguntándose el tabernero qué sucede.
Le explican que un barco alemán soltó la noche anterior varios fardos con fusiles, dinamita y granadas. Tal como está el temporal cree que algunos fardos llegarán a la playa, pero que de noche y en medio de la tormenta no verán nada, por lo que deben esperar al amanecer, necesitando una docena de hombres fuertes y de confianza que esperan que les consiga él, aunque quiere que los despierte lo más tarde posible para evitar problemas, durmiendo un rato mientras tanto.
Tom y uno de los hombres de O'Leary van hasta el puesto de policía y esposan al jefe del puesto, aunque Tom le dice que él actúa bajo coacción, pidiéndole el terrorista a Ryan que corte la línea telefónica, aunque antes de hacerlo avisa a los militares.
Tras ello va a buscar a varios hombres para ayudarles, bajando tras ello hasta la playa, aunque en medio del oleaje no pueden ver ni uno solo de los fardos, viendo mientras esperan cómo llega a la playa la práctica totalidad de la población para ayudarles, rodeando todos al comandante al que admiran y al que todos saludan, incluido el párroco, que ve un fardo entre las rocas en el acantilado.
Corren todos hacia el lugar para tratar de recuperar las armas.
Los vecinos colaboran de forma entusiasta, consiguiendo rescatar un importante número de armas.
Cathy, enamorada del profesor va hasta la escuela para avisar al profesor, que es el único que falta de que todos están en la playa.
En esta, Tom Ryan se arriesga más que los demás, adentrándose en el mar atado por una cuerda para evitar que se lo lleve el agua mientras recoge armas.
Suben al camión las armas recuperadas y muchas de las balas caídas, llegando el maestro y su esposa cuando ya está la mayor parte del trabajo realizado, viendo a la gente cargando el camión, acercándose la muchacha más descarada, Maureen para preguntarle a Rosy qué hace allí.
Una vez cargado el camión, O'Leary se dirige a Ryan para darle las gracias, tras lo que se disponen a marcharse viendo cómo con tal carga el camión no puede salir de la arena, debiendo ser empujado por todos los vecinos que consiguen que salga, yendo sus ocupantes emocionados por la gesta del verdadero pueblo.
Pero cuando suben la cuesta y llegan arriba ven que está el ejército, a cuyo frente está el Mayor, esperándolos.
Cuando la gente del pueblo llega corriendo contentos arriba ven también al ejército.
Tim dice que debe intentar escapar, y por ello cuando el Mayor le pide que baje, tras entregar su arma, él simula tratar de calmar al pueblo, aunque lo que hace es meterse entre la gente que le ayudan a escapar entre ellos.
El Mayor se sube a la cabina del camión, pasándole uno de sus soldados un fusil mientras la gente grita pidiendo que no lo haga, aunque él le apunta y consigue alcanzar al prófugo que cae herido, aunque no logra rematarlo, pues se recuerda a sí mismo, también herido tratando de huir entre el ruido de las bombas, por lo que empieza a temblar y cae.
Al verlo en ese estado Rosy trata de acercarse a él, impidiéndole un soldado acercarse, aunque su gesto es observado por todos sus vecinos que se burlan de ella.
Charles le toma entonces el brazo y se alejan entre insultos.
O'Leary, detenido por varios soldados es llevado en una camilla, pidiéndole al Mayor cuando le pregunta si desea algo, un cigarrillo.
Detenidos los miembros del IRA, son subidos a un camión militar, asegurando el padre Hugh que los ahorcarán a todos, no pudiendo la gente evitar la detención pese a que increpan y gritan a los captores mientras avanzan hacia el destacamento.
Al llegar a casa, Rosy le dice a Charles que ha sido muy bueno con ella, recordando él que siempre se portó bien con ella, preguntándole ella si lo sabe, diciendo él que lo sabe desde el principio, aunque le pide que no baje la cabeza.
Rosy le pregunta por qué no habló, respondiéndole Charles que no quería saberlo y que esperaba que se consumiera el fuego y que tras ello volviera a él.
Esa noche Rosy no logra dormir y se levanta y se asoma por la ventana, viendo en la lejanía al Mayor, por lo que se apresta a salir para encontrarse con él mientras desde la ventana Charles los ve abrazarse y besarse.
Cuando Rosy regresa ve que Charles no está en casa.
No sabe que este se encuentra paseando por la playa en pijama.
Ese día debe sustituirle Rosy en la clase, aunque una decena de alumnos se marcha asegurando que sus padres les dijeron que no hablaran con ella.
Rosy espera a Charles todo el día sin que este aparezca. Sí lo hace el padre Hugh, al que le cuenta que Charles se fue la noche anterior mientras ella no estaba en casa, entregándole ella la ropa de su marido, comprendiendo el sacerdote que ella abandonó su cama y él se marchó con la ropa de dormir mientras ella estaba con el militar.
El sacerdote lo busca por la playa donde los miembros del ejército continúan patrullando tratando de encontrar restos de armas, no haciendo caso de Michael que se acerca con su barca cargada de cajas de armas y dinamita.
Los soldados le piden al sacerdote que les muestre lo que lleva, viendo que es la ropa de un hombre, dándole a entender al Mayor que es el hombre al que él ha ofendido.
Finalmente el padre Hugh lo encuentra sentado en las rocas, entregándole la ropa, reconociendo Charles que se estaba preguntando cómo regresar, contándole que ha estado allí reflexionando sobre sí mismo.
Cuando llega a clase el maestro ve que ese día los niños no han ido a clase y decide hablar con Rosy, a la que le dice que creyó que podría haber soportarlo la situación mientras esperaba que su fuego se consumiera, pero reconoce que no puede más y va a dejarla, aunque le pregunta qué hay entre ellos, respondiendo ella que nada, y que ya ha terminado, todo, aunque no es porque él se fuera y que, aunque no se lo ha dicho al Mayor está segura de que él lo sabe.
Charles le pregunta si cree que llegará a olvidarle, aunque él sabe que no lo hará.
Le dice tras ello que ninguno de los dos puede seguir en ese pueblo tras lo ocurrido, por lo que le dice que harán dos partes con el dinero que tienen y se lo repartirán.
Comandados por McCardle, llegan todos los habitantes del pueblo hasta la escuela acusando a Rosy de haber sido quien delató a los detenidos, asegurando que fue ella quien se acercó al campamento para avisar a los ingleses, ya que ella vive cerca y además no estaba en la playa aquella noche, no pudiendo ser avisados por teléfono ya que Ryan cortó la línea.
Charles, convencido de su inocencia trata de defenderla, pero ella no dice nada, viendo cómo lo sujetan a él varios hombres cuando trata de defenderla de las mujeres, que la sujetan a ella dispuestas a cortarle el pelo, sin que, desde el suelo Charles pueda hacer nada, no haciéndolo tampoco su padre, que se aleja para no ver la humillación de su hija por no atreverse a confesar la verdad.
Cuando llega el padre Hugh observa cómo las ropas de Rosy están esparcidas por todas partes, jugando alguno de los jóvenes y bromeando con la ropa interior, encontrando además mechones del cabello de la muchacha, disolviéndose la gente avergonzada de haberse sobrepasado, señalando McCardle que se excusa señalando que el desgarro de la ropa fue un accidente, golpeándole el sacerdote por lo que hicieron.
Dentro, Rosy, cubierta con el abrigo de su marido se calienta en la chimenea con el cabello cortado toscamente, tomando un caldo caliente mientras se queja de que todos estuvieran tan seguros de que fue ella quien los traicionó, diciéndole Charles que en realidad la envidian a ella y a él lo desprecian, asegurando él que no les darán la satisfacción de que se enteren de que han roto.
Michael se encuentra en la playa con el Mayor, que le ofrece un cigarrillo, tras lo cual le regala la pitillera de plata, tras lo que el idiota le sigue andando como él, pidiéndole tras ello que lo acompañe hasta el sitio donde esconde su barca, donde le muestra que posee un completo arsenal. Ve que atesora fusiles, bombas e mano, dinamita y explosivos que detonan al golpearse, asustando a Michael al mostrarle cómo funcionan, por lo que se marcha dejando solo al Mayor que observa la puesta de sol meditando.
Poco después Rosy y Charles escuchan desde su casa una fuerte explosión, pensando que quizá son los soldados destruyendo el material explosivo de la playa, aunque Rosy parece intuir que se trata de otra cosa, por lo que sale afuera donde ve a Michael.
Cuando se enteran de la muerte del Mayor, Charles le cuenta al padre Hugh que Rosy está convencida de que se suicidó porque era un hombre que sufría mucho.
El sacerdote les ayuda a cargar con las maletas.
Entretanto Charles le dice a Rosy que no toda la culpa fue suya, pues él no debió acceder a casarse con ella, diciéndole que si lo desea al cura sí puede decirle que se separan, aunque ella le dice que no.
Tras cerrar la escuela le entregan las llaves al párroco, debiendo atravesar el pueblo para marcharse, viendo cómo a su paso todos se ocultan en sus casa cerrando puertas y ventanas, siendo Cathy la única que se atreve a salir pese a las broncas de su madre, dejando un ramo de flores en la calle que el profesor recoge agradecido, mientras tras las ventanas la gente los observa disimuladamente, pidiéndole Charles a Rosy que se coja de su brazo para disimular.
Llegan así hasta la taberna, donde Rosy entra para despedirse de su padre, al que le cuenta que está bien y que está deseando ir a Dublín, y que se escribirán a menudo.
Le dice que cuando se casó con Charles pensó que se merecía mejor suerte, pero que ahora sabe que es difícil que alguien pudiera tener mejor marido.
Cuando salen ya del pueblo la gente empieza a salir y a insultarla llamándola delatora y pidiéndole que se vaya y no vuelva, silbándole todos.
Cuando llegan a la parada del autobús el sombrero de ella sale volando mostrando su cabellera cortada para asombro de Michael.
El padre les da la dirección de una mujer en Dublín y les dice que les cobrará solo 6 chelines por una cama.
Cuando llega el autobús Rosy le da un beso de despedida a Michael, que llora.
El padre Hugh le da a Charles lo que dice es un resto del báculo de San Patricio para que les ayude y le dice tras ello que ha pensado que quizá se le haya pasado por la cabeza separarse de Rosy, pero que espera que se quite esa idea.
Mientras el autobús se aleja el padre dice "no sé, no sé", mientras mueve la cabeza, antes de regresar hacia el pueblo con Michael.