La habitación del hijo
La stanza del figlio (2001) * Italiz / Francia
Duración: 100 min.
Música: Nicola Pioviani
Fotografía: Giuseppe Lanci
Guion: Nanni Moretti, Linda Ferri, Heidrun Schleef
Dirección: Nanni Moretti
Intérpretes: Nanni Moretti (Giovanni Sermonti), Laura Morante (Paola), Jasmine Trinca (Irene), Giuseppe Sanfelice (Andrea), Stefano Accorsi (Tommaso), Silvio Orlando (Oscar), Sofia Vigliar (Arianna).
Giovanni corre junto al puerto y para en un bar para tomar algo, entreteniéndolo un grupo que canta Hare Krishna.
Recibe luego una llamada del colegio, donde le recibe el director, junto a su hijo, Andrea, al que acusan de haber robado, con su amigo Luciano una amonita, un raro fósil del instituto, y, aunque ellos lo niegan, el director dice que hubo otro compañero que les escuchó decirlo, por lo que son expulsados durante una semana.
Giovanni es psicoanalista en Ancona, atendiendo a un variado grupo de pacientes.
En casa, Irene, hermana de Andrea, defiende a su hermano y dice que deben creerle, algo que Paola, su mujer también piensa y le recrimina que fuera a hablar con el director, pues era como reconocer el hurto y cree que a Andrea no se le ocurriría.
Acude con Andrea a una reunión con Luciano y su padre y con el chico que les acusó, Filippo, y el suyo, asegurando este compañero que vio cómo Luciano llevaba la amonita en una bolsa de gimnasia, aunque Luciano dice que eran unas zapatillas, debiendo reconocer Filippo que no llegó a ver el fósil.
Concluyen, cuando salen, que Filippo se lo inventó porque les caía mal.
Irene sale con un compañero, Matteo, y los escuchan hablar con naturalidad mientras estudian latín sobre los canutos que se fuma él.
Durante el trayecto hasta la pista de tenis a la que Andrea va a competir la familia canta una canción todos juntos y felices.
Pero al ver jugar a Andrea Giovanni piensa que no se esfuerza ni quiere ganar.
Va al día siguiente ver a Paola al trabajo, una pequeña editorial que lleva con una socia porque, le dice, ve a Andrea raro, ya que cree que pierde a propósito al tenis y cree que no es normal que a su edad no tenga ganas de ganar.
Sale luego con Andrea y pasean y hablan.
Luego, en casa, Andrea le confiesa a su madre que Luciano y él robaron el fósil. Que era solo una broma, pues el profesor parecía obsesionado con los fósiles y pensaban devolverlo, pero se les cayó y se rompió y al intentar pegarlo quedó hecho un asco.
La madre le recrimina la mentira, pues le creyeron, reconociendo él que el día anterior quiso contárselo a su padre, pero le vio tan contento que no se atrevió a decírselo.
Cuando llega el domingo, Giovanni le propone a su hijo salir a correr juntos, aunque él le dice que quedó con sus amigos, aunque él le insiste.
Pero recibe entonces la llamada de Oscar, uno de sus pacientes que va a su consulta porque a menudo le asaltan ideas suicidas porque está pasando por una grave crisis, decidiendo ir a verlo pese a que vive fuera de la ciudad.
Entretanto Paola sale a comprar y Andrea sale con sus amigos a bucear.
Oscar le cuenta que se hizo análisis y una radiografía y tiene una mancha en el pulmón, estando convencido de que se trata de un tumor pese a que nunca fumó, hace deporte y vive en el campo.
Tras la terapia llama a su casa, pero no hay nadie para contestarle.
Cuando llega de regreso ve a Luciano y a su padre en su puerta, y se preocupa, y más al ver sus caras y observar a Luciano llorando, contándole el hombre que Andrea tuvo un accidente mientras hacía submarinismo, preguntando angustiado qué ocurrió.
Va luego él al campo en que su hija juega a baloncesto, asustándose esta al ver su cara.
Lloran luego los tres juntos cuando se reúnen con Paola.
En el hospital familia y amigos dan su adiós a Andrea.
Luego, en casa, Paola llora desconsolada en la cama y grita.
Giovanni, por su parte sale a pasear por entre las atracciones feriales sin rumbo, subiendo a una atracción donde puede olvidarlo todo y soltar la adrenalina.
A Paola le cuesta salir de la cama, mientras que a Giovanni le cuesta estar en ella y va muy pronto a su despacho, estando Irene entre ambos llevándoles el desayuno.
Giovanni se incorpora de inmediato a su trabajo y comienza a recibir a sus pacientes.
Escriben luego cartas de agradecimiento para quienes les dieron las condolencias e Irene les dice que habló con sus amigos del instituto y con los de Andrea y quiere encargar una misa porque cree que es lo menos triste.
Paola pasa tiempo en la habitación de Andrea y Giovanni sigue saliendo a correr y escucha la música de su hijo, que repite obsesivamente mientras recuerda cuando salían a correr juntos.
Acude a una tienda donde venden artículos para el submarinismo y se informa de cómo funciona el oxígeno, viendo cómo funciona el manómetro y el regulador que permite ver cuando ya no hay oxígeno porque se pone rojo.
También vuelve Oscar como paciente y le dice que le confirmaron el tumor y comenzó ya con la quimioterapia. Y antes solo pensaba en morir y ahora en si sobrevivirá, pues no tiene valor para decírselo a su madre, pues perder un hijo, sería muy fuerte para ella.
Giovanni no pude evitar, mientras lo escucha, recordar el momento en que le llamó y en qué habría sucedido si le hubiera dicho que no podía visitarlo ese día.
El matrimonio trata de distraerse saliendo a comer, aunque el tema del hijo sale inevitablemente una y otra vez, contándole él a Paola que fue a la tienda y vio cómo funcionaban los equipos y se pregunta si el de Andrea estaría defectuoso, recordándole Paola que los expertos dictaminaron que el equipo funcionaba, no entendiendo él por qué no encontraron entonces la bombona, volviendo ella a recordarle que Andrea entró en una gruta persiguiendo a un pez y se perdió y se le acabó el aire y se quitó la bombona para subir más deprisa.
Acaban llorando en el restaurante.
Tampoco Irene está bien. Y un día, mientras juega a baloncesto acaba peleándose a golpes con una rival, y, tras encararse con el árbitro y con el público, acaba expulsada.
En el autobús de regreso Giovanni trata de hablar con ella, pero ella no quiere hacerlo.
Se celebra la misa por Andrea, pero nada sirve para consolar a la familia.
En su siguiente sesión con Oscar, este le dice que tiene una buena actitud, aunque Giovanni le dice que no importa la actitud, pues puedes estar desanimado y curarte o, por mucho empeño que pongas no conseguirlo.
Giovanni decide hablar tras ello con un colega y amigo, Enrico, pues no puede evitar recordar una y otra vez el día de la muerte de su hijo y no sabe si podrá seguir viendo a Oscar, pues siempre lo asociará con la muerte de su hijo, recomendándole Enrico que hable con él, aunque teme lo que pueda pasar con su terapia.
Otro día que va a buscar a su hija a la pista donde entrena, ella le dice que no deben preocuparse por ella, pues nota que cuando aparece cambian de cara y de tema y le cuenta que rompió con Matteo, pero que no le echa de menos.
Un día, al salir, Paola encuentra una carta en el buzón.
En ella, una muchacha, Arianna, le dice a Andrea que no cree que su carta de amor sea tan bonita como la de él.
Que leyó muchas cartas de amor de escritores famosos para copiar una, porque ninguna quería como ella le quiere a él, por lo que decidió escribirle con sus propias palabras, recordando con cariño el día en que se conocieron durante el verano.
Revisando luego su armario llora al ver la sudadera roja de su hijo.
Ellos recuerdan el día que le recogieron tras la acampada. No notaron nada anormal, entonces, aunque Irene dice que quizá para él no fuera tan importante si no dijo nada, recordando su padre que él nunca contaba nada.
Irene lee un pasaje de la carta en el que Arianna recuerda que se vieron solo un día pero que fue suficiente, haciendo Irene hincapié en que se vieron un solo día, aunque sus padres lo hacen en que las cosas que dice sobre él son reales, y se plantean conseguir su número, aunque Giovanni dice que es mejor escribirle.
Giovanni comienza una y otra vez la carta, pero es incapaz de terminarla, pues no deja de pensar en qué habría ocurrido aquel día si hubieran salido juntos a correr, y si él le hubiera convencido para que se quedara con él en vez de ir a hacer submarinismo.
Salen de cenan con sus amigos para tratar de animarse, pero Paola no puede evitar volver a hablar de su hijo y de Arianna, y señala que quiere conocerla.
Recrimina luego a Giovanni que cuando empezó a hablar de Andrea tratara de acallarla.
Un día, Giovanni rompe a llorar durante una sesión de terapia cuando una mujer le cuenta que nunca tuvo hijos.
Debe contarle a Paola que no escribió a Arianna y se pregunta, ahora en voz alta ante ella qué hubiera pasado si Andrea se hubiera quedado aquel día con ellos, diciendo ella que Andrea se hubiera ido de todos modos después con sus amigos y que es inútil que piense eso, pues no se puede volver atrás y que ve que no le importan tanto los sentimientos de los demás como sus obsesiones.
Un día, mientras desayunan, Irene y él ven que Paola va al teléfono y pregunta por Arianna a la que le cuenta que Andrea tuvo un accidente y murió de una embolia y le dice que le gustaría mucho conocerla, aunque la muchacha prefiere que no sea así.
En su siguiente sesión con Oscar le dice que le habla de fútbol, de libros, y de películas, pero no de su verdadero problema, diciendo este que ahora solo quiere hablar con él porque le ha cogido cariño, pero que es la última vez que irá, pues con su enfermedad cambiaron muchas cosas y quiere centrarse en curarse y quiso despedirse en persona y darle las gracias por todo.
Luego le dice a Paola que a algunos pacientes apenas los escucha, pero con otros se implica demasiado y cree que ya no es capaz de ayudar a ninguno, pues no tiene distancia, y a pesar de que Enrico le dijo que esperara un poco, ha decidido dejarlo y se pregunta qué hacer respecto a ellos mismos, diciendo ella que no tampoco lo sabe, pues no hablan de ello.
Comunica a sus pacientes su retirada, diciéndole una de estos que le esperará, que no quiere ir a otro terapeuta, pero otro reacciona tirando y rompiendo todo lo del despacho.
Un día se presenta en su casa Arianna. Dice que les llamó, pero no se lo cogieron.
Mientras esperan a Paola, le pide a Giovanni que le enseñe la habitación de Andrea, aunque, dice, ya sabe cómo es, porque le mandó fotos, que le muestra a su padre, mostrándole, en efecto fotos divertidas en la habitación.
Cuando llega Paola y Giovanni le cuenta que está Arianna, Paola está a punto de marcharse, aunque finalmente entra para saludarla, viendo cómo la muchacha se excusa por su primera reacción.
La invitan a salir a cenar y le piden que se quede, aunque ella les dice que la espera un amigo con el que está haciendo autostop y viajando hacia Francia.
La llevan hasta la gasolinera donde la espera su amigo, Stefano y se despiden, tomando ellos algo en el bar mientras los miran, aunque como no los recoge nadie, deciden llevarlos a otra gasolinera más grande, hasta la salida de Génova.
Como durante el camino se duermen tanto Irene como Arianna y Stefano, Giovanni decide seguir camino, diciéndole a Paola que no quiere despertarlos, llegando, ya de madrugada, a Mentone, donde está la frontera con Francia.
Cuando despierta, Irene se pregunta a dónde están, pues esa tarde tiene entrenamiento y el domingo partido, riendo por vez primera en mucho tiempo sus padres.
Mientras desayunan, Giovanni le pregunta a Paola si cree que la chica sale con Stefano, aunque antes de que conteste le pide que no diga nada.
Acompañan luego a la pareja hasta el autobús, diciéndoles Arianna que les escribirá cuando lleguen.
Cuando parte el autobús, Giovanni, Paola e Irene caminan por la playa.