La espía roja
Red Joan (2018) * Gran Bretaña
Duración: 103 min.
Música: George Fenton
Fotografía: Zac Nicholson
Guion: Lindsay Shapero
Dirección: Trevor Nunn
Intérpretes: Sophie Cookson (Joan Smith), Judi Dench (Joan Elizabeth Stanley), Tom Hughes (Leo Galich), Tereza Srbova (Sonya), Stephen Campbell Moore (Max), Freddie Gaminara (William Mitchell), Ben Miles (Nick Stanley), Laurence Spellman (Patrick Adams), Stephen Boxer (Peter Kierl).
Londres. Mayo de 2000
La anciana Joan Elizabeth Stanley lee en el periódico la noticia de la muerte de Sir William Mitchell, Ministro de Asuntos Exteriores, cuando llaman a su casa varios agentes que la acusan de 27 infracciones de la Ley de Secretos Oficiales y la detienen.
Proceden a interrogarla, acusándola de traición, como resultado de la investigación sobre la muerte de William Mitchell, repitiendo ella que no necesita un abogado, pues no tiene de qué defenderse, ya que no ha hecho nada ilegal.
Universidad de Cambridge. 1938
La Guerra Civil española moviliza a muchos estudiantes para recoger ayuda para la República, señalando que España es el campo de batalla por la paz y la libertad.
Una noche, mientras estaba acostada escuchó, asustada, cómo alguien llamaba a su ventana, entrando una joven estudiante rusa, Sonya, que observa que está borracha y que le cuenta que salió a divertirse y su habitación está en el tercer piso y no puede trepar tan alto, pidiéndole que le preste una bata por si la descubren.
Sonya estudia lenguas modernas, contándole Joan que ella estudia Física.
Sonya repara en el visón que Joan tiene en el armario y que, dice, le regaló su tía.
Cuando al día siguiente baja a llevarle la bata, charlan, contándole Sonya que sus padres, judíos, murieron de gripe en Rusia y ella se fue a Alemania con su primo Leo, al que luego siguió hasta la universidad y es por eso mayor que los demás.
La lleva a una sesión de cine, a la que Sonya lleva el abrigo de visón y donde le presenta a varios de sus amigos, entre ellos a William Mitchell, que es vizconde y está con Kharak, de origen indio y que es marajá, pero sobre todo a su primo Leo, al que ella no deja de observar durante la proyección.
Los policías le dicen que en Cambridge se reunía con comunistas y acudía a sus sesiones de cine, diciendo ella que todos lo hacían antes de que el mundo cambiara.
Le preguntan por su padre, diciendo ella que era director de un colegio y que se preocupaba por la gente, pero que no era socialista.
Escucha a Leo dar un mitin a favor de la República, y contra Hitler y sus matones, diciendo él, aunque algunos lo acusan de belicista, que deben unirse y pasar a la acción.
Empezó a salir con él, y a tener escapadas románticas, recordando con nostalgia aquellos momentos y el amor.
Sonya le pregunta a qué espera para acostarse con Leo, aunque ella dice que para eso hay que estar enamorada, aunque ella le dice que él nunca le dirá que la quiere y le cuenta además, que se irá la semana siguiente, decidiéndose tras ello a ir a verlo a su apartamento, contándole él que va a ir por tres meses a Rusia.
Desde ese momento la llama "mi pequeña camarada", y esa noche hace el amor.
De nuevo en su casa, recibe la visita de su hijo Nick, que es abogado y que está preocupado, pues le dijeron que el MI5 tiene la teoría de que William Mitchell era comunista, y que formaba parte de una red de espías en Cambridge y creen que ella podría estar involucrada, lo que él cree una tontería, indignándose al ver que le pusieron a su madre un dispositivo de seguimiento en el tobillo, aunque ella reconoce que conoció a Mitchell en Cambridge, donde estudiaron en la misma época.
Al interrogatorio del día siguiente acude Nick como defensor.
Le preguntan por la Internacional Comunista, el Komintern, aunque ella dice que nunca fue miembro del grupo porque no estaba de acuerdo con lo que decían.
Recuerda el momento en que Gran Bretaña entró en guerra y su preocupación por Leo, del que hacía varias semanas que no sabía nada, aunque de pronto un día reapareció, siendo detenido como extranjero enemigo, al estar en ese momento Rusia aliada con Alemania, aunque a él no le extrañó y se lo esperaba, y le dice que cuanto todo termine volverán a estar juntos.
En 1940, Sonya se fue a Suiza y Leo estuvo internado en la isla de Mann y Joan perdió el contacto con él, aunque los agentes le dicen que se siguió carteando.
Joan empezó a trabajar en el Proyecto Tube Alloys en 1941. Sus estudios en Ciencias le abren las puertas a un trabajo tan especial.
Recibida por Max, este le explica que van a trabajar para los americanos y le dicen que lo que hacen es muy especial y que solo reclutan por recomendación personal, pues necesitaban a alguien que entendiera de ciencias, obligándole a firmar un acuerdo de que guardará el más estricto secreto y que no le contarán de que se trata el proyecto hasta que supere el periodo de prueba.
Pero Joan es algo más que una secretaria. Para hacer ese papel necesita sus conocimientos científicos, y sabe interpretar las complejas fórmulas que manejan e incluso les sugiere que, ya que lo que parece es que desean es separar una mezcla gaseosa de los dos isótopos, podrían utilizar una fuerza centrífuga, una teoría que les parece muy interesante.
Le explican que en efecto esperan separar dos isótopos hasta conseguir producir una reacción en cadena y conseguir así una superbomba, que esperan conseguir antes que los alemanes.
Max le entrega una documentación para que la estudie, viendo su brillantez. Escribe los documentos, y también dibuja, sintiéndose feliz e integrada en su trabajo.
Un día, a la salida del trabajo, la espera William, que se hace el encontradizo y le pregunta por los demás, diciendo que no sabe nada.
Ella le cuenta que está haciendo investigación, pidiéndole él que le enseñe su laboratorio, aunque ella le dice que no le contó lo que hacían, ni a Leo ni a nadie y que no puede hacerlo.
Vuelve por fin Leo, que trata de sonsacarle algo sobre su trabajo, aunque ella le dice que no puede contarle ni lo básico.
Él le cuenta que ha dejado el Partido, pero que podrá continuar su trabajo para el Komintern, en Canadá, donde irá, diciéndole que necesita su ayuda, pues cuando comenzó la guerra, Churchill prometió que compartirían todos los avances tecnológicos con sus aliados, pero incumplió su promesa y necesitan diseños y estudios para salvar la revolución, por lo que le pide que los comparta, aunque ella dice que no lo hará.
Él le dice que esperaba más de ella, pues podría ayudar a cambiar el mundo, diciendo ella que no lo hará y no debería pedírselo, pidiéndole que se vaya.
Tras el interrogatorio, Nick reprocha a su madre que nunca le contara lo de la bomba, diciendo ella que no podía hacerlo por la cláusula de confidencialidad y la ley de secretos oficiales, señalando que no la conoce. Que está sobrecualificada para ser bibliotecaria.
Le pregunta si su padre lo sabía, diciéndole que por eso se fueron a Australia, aunque a él siempre le habían contado que se conocieron en el barco, diciendo ella que se conocían ya, pero prefirieron fingir que no.
Reciben una visita en el laboratorio de políticos y científicos que les dicen que necesitan un reactor para producir plutonio, y para ello deberían colaborar con los canadienses.
Plantean que la bomba será de momento solo un elemento disuasorio, aunque la necesitan para que no controlen todo los estadounidenses.
Tes años después regresó Sonya, que le cuenta que se casó con un inglés al que conoció en Suiza gracias a William.
Joan le pregunta si sabe qué pasó de su abrigo de visón antes de contarle que va a ir a Canadá, diciéndole ella que Leo está en la universidad, en Montreal.
Realizan en efecto un largo viaje en barco hasta Canadá, y Max no para de hablar de trabajo, hasta que finalmente le dice a Joan que se casó demasiado pronto y no está ya enamorado. Acaban besándose y luego haciendo el amor.
Pero en Canadá les dicen que no colaboran ya con los norteamericanos, pues estos tienen su propio proyecto y no confían en nadie.
Max le confiesa que la quiere, pero sabe que su mujer nunca se divorciará de él, y por eso no quiere tener una aventura con ella, pues se merece algo más.
Un día, los canadienses les dicen que han organizado una visita a la universidad de Montreal, y Joan trata de encontrar excusas para no acudir, aunque finalmente debe hacerlo, viendo cuando va al baño, que Leo la ha seguido hasta allí.
Le pregunta si es un viaje de investigación, diciéndole ella que no puede preguntar.
Le dice luego que no puede dejar de pensar en ella, aunque luego le dice que la bomba debe ser compartida, pues los aliados piensan hacer algo horrible con ella.
Ella le abofetea y le dice que está harta de sus besos envenenados, pues solo aparece cuando quiere algo, diciéndole pese a ello Leo que si cambia de idea llame a Sonya.
Los americanos consiguieron el éxito de las pruebas de la bomba, que piensan usar contra Japón y que no compartirán la bomba con Rusia pese a ser aliados, pues después de la guerra no saben cómo la utilizarán.
Se lanzaron en efecto las dos bombas sobre Japón con al menos 74.000 muertos y la misma cantidad de heridos en Nagasaki.
Ve además un documental sobre Hiroshima y la devastación de la bomba, con 11 kilómetros cuadrados calcinados, 135.000 muertos al instante o por los efectos de la radiación, ignorándose cuántos morirán en el futuro como resultado de esas radiaciones.
Desolada sale para hacer una llamada desde una cabina a Sonya, a la que le dice que tiene algo para ella.
Los agentes le muestran a Joan un informe clasificado que apareció en los archivos rusos, y que llegó a ellos a través de un agente ruso que desertó, sabiendo que Rusia obtuvo ese informe a través del agente Loto.
Recuerda que se reunió en efecto con Sonya, embarazada, en un salón de té y aquella le dijo que al ser mujeres no sospecharán de ellas y le regala una microcámara y le dice que necesitan archivos, informes, dibujos o diagramas de los que le pasará la copia, haciendo doble copia de los documentos nuevos, que Sonya enviará codificados.
Se ven siempre en lugares públicos.
Nick le pregunta si era ella el agente Loto, y cómo pudo y por qué.
Un día Max reúne a todos los compañeros al descubrir el MI5 que Peter Kierl, el profesor con que trabajaron en Canadá dio información a los rusos, por lo que pide vigilancia y precaución, tras lo que habla con ella para decirle que existe una lista de sospechosos, entre los podría estar su contacto con la Unión Soviética, y entre ellos está Leo Galich, al que sabe que conoció, y que comprende, al ver su reacción que es el hombre con el que tuvo una relación y con el que ella creía que se casaría.
Ella le dice que fue mucho tiempo atrás. Él le dice que no lo mencionó en su informe, siendo avisados en ese momento de que está allí la policía para una inspección.
Ella corre a ocultar la cámara y los informes, consiguiendo escabullirla al ocultarla en una caja de compresas, aunque a la salida tira la cámara al río.
Al regresar a su casa encuentra en ella a Leo y ella le cuenta que sospechan de él.
Leo le informa de que le dieron un puesto en el King's College en investigación de política soviética, aunque le dice que en realidad ha regresado a por ella y le entrega una llave con su dirección y su número de teléfono.
Le deja que se quede a dormir allí, en el sofá, aunque cuando aparece en su cama a medianoche lo invita a acostarse con ella y le entrega una medalla que representa a San Alberto, patrón de los científicos, en que hay una aguja con curare, que debe pincharse si lo necesita, pues no deja rastro.
Lo vio a menudo los siguientes meses.
Le dice luego a Nick que siente mucho haberle ocultado todo, pidiéndole luego que hable por ella cuando vayan a juicio, pues se declarará culpable para que no tenga que mentir por ella.
Él le dice que lo mejor es alegar atenuantes, y cuando ella le dice que sabía que lo entendería, él le dice que no lo hace, y, enfadado pregunta por qué hizo algo así, diciendo ella que actuó porque creía que era lo mejor y entonces no sabían que Stalin era un dictador asesino, algo que ignoraban tanto Sonya como Leo y ella.
Nick le dice que no sabe si podrá hablar por ella, por su enfado, momento en que ella cae al suelo desmayada.
Fue al cine con Leo, que le confesó que estaba pensando en volver a Rusia y le pide que vaya con él y que piense en todo lo que pueden ofrecerles allí, aunque ella dice que allí solo ve represión, preguntando él por qué los ayuda entonces, diciendo ella que para hacer un mundo más justo e igualitario.
Acaban discutiendo y separándose, aunque luego vuelve a llamarlo, arrepentida, aunque él no se lo coge.
Decide por ello ir a su piso para hablar con él, y, como le contesta, utiliza su llave, encontrándolo ahorcado, aparentemente tras suicidarse.
Ingresan a la anciana tras el desmayo, aunque los agentes continúan con su interrogatorio, al lado de su cama, diciéndole uno de los agentes de que la policía informó que fue un suicidio, aunque el MI5 cree que estuvo la KGB involucrada.
Ella lamenta haberlo abandonado.
Nick le pregunta cuánto sabía de eso su padre, diciendo ella que lo suficiente.
Recuerda que William Mitchell volvió a verla para decirle que debe seguir, pues su proyecto es más importante que una persona.
Le cuenta que Sonya creía que Leo había cambiado y cuestionaba a Stalin y al sistema, algo que ella niega, pues sabe que quería regresar a Rusia, y llora al recordar que lo último que le dijo es que ya no le amaba.
William le dice que todos creían que ella colaboraba por Leo, pero él sabe que no es así, diciendo ella que no puede volver a informar, pues ya no son aliados, aunque William le dice que no debe temer, pues gracias a su puesto en exteriores la ayudaría.
Le cuenta luego que se va a casar con su secretaria, lo que será una buena tapadera.
Trata de convencerla de que vuelva a llamar a Sonya, aunque no le confirma nada.
Pero decide llamarla, aunque en telefónica le dicen que ese número ya no existe, por lo que decide ir hasta el pueblo donde vive, aunque no le responde, entrando por su puerta trasera, que encuentra abierta, aunque no encuentra a nadie.
Al llegar a su habitación encuentra sus armarios y sus cajones vacíos, pero también su viejo abrigo de piel, que le había desaparecido años atrás.
Encuentra una medalla, la de San Cristóbal, de Leo, con la aguja de curare y una caja con fotografías que examina luego en el tren, en algunas de las cuales sale Leo, pero también William, besándose con el indio Kharak, y varias fotos de un niño que parece Leo de pequeño, pero fechada en agosto de 1944.
Al llegar a su casa la espera Max, y la invita a ir a un bar, donde le dice que ha pedido el divorcio. Que la sigue queriendo y le pregunta si ella siente lo mismo.
La policía vuelve a investigar en el centro, pues el MI5 cree que las filtraciones salieron de allí, pues pese al retraso que tenían los rusos en sus investigaciones, consiguieron hacer con éxito su prueba, lamentando Max que todo por lo que trabajaron se haya ido al garete, viendo ella cómo los policías lo detienen tras haber recibido un informe de Canadá en que informan de su simpatía por los rusos.
Ella ve cómo se lo llevan sin hacer nada, algo que ahora le reprocha su hijo, aunque ella dice que lo permitió porque pensó que estaba a salvo, pues no había nada que pudiera incriminarlo y explica que su colaboración estaba dirigida a evitar que hubiera más guerras y no por el comunismo, aunque su hijo le dice que la utilizaron.
Ella lo niega y le dice que aunque era una sombra en un mundo de hombres era poderosa.
Su hijo le dice que traicionó a su país y que se avergüenza de ella.
Ella asegura que amaba a su país, pero tenía que hacerlo y le pide a su hijo que utilice el corazón en vez de la cabeza, aunque él insiste en que es una traidora, diciendo ella que si lo es fue por evitar millones de muertes, asegurando que luchaba por los vivos, pues si los dos bandos tenían la misma arma que podría destruirles, ninguno la usaría, como de hecho sucedió.
Pero su hijo le dice que no puede seguir representándola.
Ella, al sentirse sola saca de su cajita la aguja con el curare para clavársela y acabar con todo.
Recuerda que acudió a prisión para ver a Max, al que le lleva unos cigarrillos.
Le cuenta que le escribió su mujer, ahora decidida a concederle el divorcio tras su encarcelamiento, aunque Joan le dice que no puede casarse, diciéndole él que saldrá de allí, pues no ha hecho nada.
Le ofrece los cigarrillos al guardia por dos minutos a solas, aunque solo acepta cuando ella le entrega su reloj.
Se abrazan tras conseguirlo y ella le cuenta al oído que fue ella la que reveló los secretos a los soviéticos y le pide perdón.
Él le pregunta cómo pudo y por qué, respondiendo ella que por Hiroshima, y dice que se irá a Australia y una vez allí lo confesará todo para exculparle.
Pero él dice que la ama y que no hace falta que se vaya a Australia.
Que tendrán que liberarla y limpiará su nombre, pero ella le dice que aunque le absuelvan no podrá limpiar su nombre, pues todos recordarán eso.
Joan acude al Ministerio de Asuntos Exteriores, exigiendo ver a William, al que echa en cara que ignore sus llamadas.
Él le dice que todo se está derrumbando y además a Kharak lo enviaron a la embajada de la India en Washington, contándole que siempre dirigió todo Sonya, y no él, como creía Joan, y que fue Sonya quien denunció a Leo.
Le muestra una de las fotos que encontró cuando fue a casa de Sonya. La del niño, que William le dice que es Leo, aunque ella le muestra que sabe que no es él, y le cuentan que en realidad es un hijo que tuvo Leo con Sonya, que le cuenta que regresó a Rusia.
Entiende que fue para ocultarlo por lo que se fue a Suiza, comprobando que lo sabían todos menos ella.
Le pide a William que le haga una operación de deserción, pero no a Rusia, sino a Australia, pidiéndole que le consiga dos pasajes, uno para ella y otro para Max en el barco que saldrá en tres días, debiendo sacar a Max de la cárcel.
William le dice que no puede hacerlo, mostrándole ella la foto en que se besa con Kharak, amenazando con enviar una a su mujer y otra a la prensa si no le consigue los dos billetes y las dos identidades nuevas.
Joan no llega a clavarse la aguja envenenada y su nombre salta a la prensa como espía, arremolinándose los periodistas frente a su casa ante los que comparece para leer un comunicado.
En él asegura que no es una espía y que no ha engañado a su país. Que no es una traidora. Quería que los rusos estuvieran en igualdad de condiciones que los occidentales para evitar el horror de otra guerra mundial y cree que tenía razón.
Llega entonces su hijo, que la defiende y dice que responderá él a sus preguntas como abogado e hijo suyo, y que ella trató de hacer realidad lo que todos desean y nadie sabe cómo hacer.
Recuerda que William le consiguió los pasaportes a cambio de devolver a William su foto, subiendo tras ello con Max al barco que partió hacia Australia.
Melita Norwood fue el nombre de la mujer en quien se inspiró la historia.
Tenía 80 años cuando fue descubierta aunque, debido a su edad el gobierno británico decidió no procesarla, siendo conocida como "la abuelita espía". Murió a los 93 años.