La edad de la inocencia
The Age of Innocence (1993) * USA
Duración: 133 min.
Música: Elmer Bernstein
Fotografía: Michael Ballhaus
Guion: Jay Cocks, Martin Scorsese (N.: Edith Wharton)
Dirección: Martin Scorsese
Intérpretes: Daniel Day-Lewis (Newland Archer), Michelle Pfeiffer (Condesa Ellen Olenska), Winona Ryder (May Welland), Geraldine Chaplin (Señora Welland), Stuart Wilson (Julius Beaufort), Miriam Margolyes (Mrs. Mingott), Michael Gough (Henry van der Luyden), Richard E. Grant (Larry Lefferts), Mary Beth Hurt (Regina Beaufort), Robert Sean Leonard (Ted Archer), Norman Lloyd (Sr. Letterblair), Siân Phillips (Señora Archer), Jonathan Pryce (Rivière), Alexis Smith (Louisa van der Luyden), Alec McCowen (Sillerton Jackson), Carolyn Farina (Jenny Archer).
New York City, 1870. En una ciudad donde todos los habitantes de buena posición se conocen, es un escándalo la llegada de la Condesa Olenska tras abandonar a su marido en Europa, algo mal visto en una sociedad tan puritana.
Pese a ello, su familia, los Mingott la reciben cariñosamente y tratan de que haga una vida lo más normal posible, llevándola con ellos a su palco del teatro, pese a generar numerosos comentarios.
Newland Archer, joven abogado y novio de May Welland, prima de la condesa, también las apoya visitándolas en su palco, donde Olenska recuerda que lo conoció cuando era un niño y que él la besó, aunque ella de quien estaba enamorada era de otro primo de él.
Y para tratar de acallar los rumores, Newland decide anunciar esa misma noche su compromiso con May en el baile anual de la ópera que los Beaufort organizan cada año en su suntuoso salón de baile que utilizan tan solo una vez al año y al que todos acuden al ser Julius un importante hombre de negocios, pese a su disipada vida.
Pero es difícil acallar dichos rumores ante una persona como Sillerton Jackson, toda una institución en el mundo de los cotilleos y escándalos sociales.
Al día siguiente May y Newland acuden a ver a Manson Mingott, la abuela de May, y una de las personas más populares de la ciudad, al estar relacionadas todas las familias de la clase alta con ella de uno u otro modo y que es la única que parece aceptar sin críticas a su nieta Ellen Olenska, que aparece poco después con Beaufort.
Jackson, buen amigo de los Archer, mantiene informadas a la madre y a la hermana de Newland de todos los chismes pese a que ellas apenas salen, estando por ello al tanto de los rumores que relacionaban a Olenska con el secretario de su marido, que, dicen, es quien la ayudó a huir de aquel, que la tenía casi prisionera, pese a ser él un vividor que la engañaba constantemente. Rumoreándose que continuó viviendo con el secretario durante un tiempo en Suiza.
Cuando toda la "buena sociedad" rechaza las invitaciones de Manson Mingott para presentar a su nieta en sociedad, Newland decide acudir a los Van del Luyden, una respetada familia que deciden que, si los Mingott han acogido a Ellen, ellos deben apoyarlos, por lo que deciden invitarla a una cena que darán para la recepción de un primo de estos, duque.
Durante la cena ella hablará sobre todo con Newland, al que unos días después recibe en su casa y ante el que llora al sentirse incomprendida, enviándole Newland al día siguiente un ramo de rosas amarillas, igual que enviaba a May cada día lirios silvestres.
Olenska decide solicitar el divorcio, pidiéndole en el bufete a Newland que sea él quien se encargue de llevar el asunto.
Y este le informa a Olenska que, aunque la legislación americana aprueba el divorcio, las costumbres sociales no, por lo que trata de quitarle la idea de la cabeza, diciéndole que no necesita el divorcio, pues ya es libre puesto que su marido está en Europa, consiguiendo convencerla de ese modo.
Volverá a ver a Olenska en el teatro mientras May y su madre están en Florida, donde pasan el invierno debido a la bronquitis de esta y trata de volver a verla, enviándole una nota que ella no atiende hasta tres días después diciéndole que se encuentra en la casa de campo de los Van der Luyden y que huyó al día siguiente de verlo en el teatro.
Newland decide aceptar entonces la invitación de unos amigos para pasar unos días en su casa de campo, cercana a la de los Van der Luyden, donde volverá a verla, ya totalmente enamorado de ella, si bien la llegada de Julius Beaufort le irritará, decidiendo tratar de olvidarla yéndose hasta Florida, donde le pide a May el adelanto de su boda, aunque encuentra a May poco receptiva, y recomendándole que se lo piense bien, y que si tiene otro compromiso no debe dejarlo por ella.
Trata de conseguir que la abuela de May influya en ese adelanto, contándole esta que el conde le pidió a su nieta Ellen que regrese poniendo las condiciones que desee.
Pero allí la abuela de May le habla de Ellen, la que considera más similar a ella y le dice a Newland que le extrañó que no se fijara en ella.
Llega entonces Ellen, a la que le cuenta que May quiere un noviazgo largo para que a él le dé tiempo a reflexionar y a decidir, reconociendo que, tal como aquella cree está enamorado, y es de ella, aunque Ellen le reprocha que le aconsejara que no pidiera el divorcio, y que ella le hizo caso para evitarle el escándalo a la familia y a él.
Él le dice que él es libre y ella puede serlo y se besan, aunque ella le dice que deben dejarlo, pues se enteró de todo lo que había hecho por ella y sabe que tendría que renunciar a su bondadosa forma de ser, que es lo que más le gusta de él.
Mientras están juntos Ellen recibe un telegrama de May anunciándole que finalmente su madre aceptó el adelanto de la boda para un mes más tarde.
La boda se celebra en efecto, sin la presencia de la condesa por estar de viaje, yendo de viaje de luna de miel a la casa de campo de Van der Luyden en la que estuvo Ellen hospedada, realizando tras ello un largo viaje por Europa, conociendo Londres y París.
A su regreso acuden a visitar a su abuela, que les informa de la presencia de Ellen, enviando a Newland a buscarla a la playa, donde la ve mirando hacia el horizonte, tomando una decisión: si ella se vuelve y lo mira antes de que un barco pase frente al faro irá a buscarla, pero si no lo hace continuará su vida con May, y, dado que ella no se vuelve, él regresa a la casa diciendo que no la encontró.
Algún tiempo después se entera de que Ellen está en Boston y acude a verla, contándole ella que acaba de recibir una suculenta oferta para regresar junto a su marido y aparecer con él en sociedad.
Pasará el día con él, recibiendo tras ello la visita del secretario del conde Olenska, que le dice que aquel le encargó convencerla para que volviera, aunque le pide a Newland que la convenza él para que no lo haga, pues sería una mujer infeliz de hacerlo.
Pero poco después llegan noticias del hundimiento de los negocios de Julius Beaufort, lo cual afectará a buena parte de la clase alta que invirtió en lo que él les aconsejó, contándole Jackson a Newland que Olenska pasará apuros económicos, pues su familia redujo su asignación y el dinero que tenía lo invirtió Beaufort, por lo que tendrá que regresar con su marido.
Newland decide ir a Washington para verla, aunque una repentina enfermedad de su abuela hace que sea Ellen quien vaya a visitarla, ofreciéndose él a ir a recogerla a la estación sabiendo que el viaje desde la misma hasta la casa de la abuela es de dos horas, durante las que estarán solos, besándose apasionadamente por fin, aunque luego comienzan a discutir, ya que ella no desea continuar así.
Ellen podrá quedarse ya que su abuela decide pagar su asignación a cambio de que se quede con ella, tras su enfermedad.
Y Newland, ya impaciente concierta una cita con Ellen en el Museo de Arte, único lugar donde nadie podrá sospechar de ellos, para hablar, mostrándose ella dispuesta a entregarse a él.
Una noche trata de sincerarse ante May, aunque cuando empieza a hablar ella le cuenta que vio a Ellen y que esta le dijo que iba a regresar a Europa, habiéndolo arreglado todo su abuela para que no tenga que depender, una vez allí de su marido, mostrándole una nota que Ellen le envió ese mismo día en la que le cuenta que regresa a Washington para hacer las maletas y zarpar la semana siguiente.
Días después se celebra la cena de despedida de Ellen, en la que nadie da el más mínimo signo de que creer que hubiera habido algo incorrecto entre Ellen y Newland, lo que lleva a este a la convicción de que todos creían, incluida su mujer, que él era el amante de la condesa, con la que no conseguirá hablar a solas en ningún momento, no pudiendo ni siquiera despedirse de ella como le habría gustado, ya que al final de la fiesta se la llevan los Van der Luyden en su coche.
Esa noche Newland le comunica a May que desea hacer un viaje muy largo y dejar durante un tiempo la abogacía, respondiéndole esta que no será posible, ya que está embarazada, confirmándole que se lo contó a su prima Ellen una semana antes, pese a que entonces no lo sabía con seguridad.
Poco después nace su primer hijo, Theodor al que siguen Bill, Mary y Ted, viviendo durante largos años según las convenciones de la buena sociedad, hasta que May murió de una pulmonía infecciosa.
Newlan tiene 57 años y su hijo Ted, que es diseñador le propone un viaje a Europa para ver unos jardines, ya que es diseñador.
Una vez en París su hijo le dice que ha concertado una cita con la condesa Olenska, cumpliendo el encargo de su prometida, prometida de Beaufort, que la conoció cuando estuvo en la Sorbona.
Ted le confiesa entonces que conocía su historia con Olenska y que fue lo que más quiso, porque su madre se lo contó y le dijo que renunció a ella por responsabilidad.
Se encuentra en efecto ante la posibilidad de volver a ver a la mujer que fue el amor de su vida, aunque él se marcha prefiriendo guardar el recuerdo de cuando 26 años antes fue a buscarla hasta la playa, recordando cómo se volteaba y le sonreía, pese a que realmente aquello no llegara a ocurrir.