La casa de los espíritus
The House of the Spirits (1993) * Alemania / Portugal / Dinamarca
Duración: 146 min.
Música: Hans Zimmer
Fotografía: Jörgen Persson
Guion: Bille August (Novela: Isabel Allende)
Dirección: Bille August
Intérpretes: Jeremy Irons (Esteban Trueba), Meryl Streep (Clara del Valle), Winona Ryder (Blanca Trueba), Glenn Close (Férula), Antonio Banderas (Pedro), Vanessa Redgrave (Nívea), Armin Mueller-Stahl (Severo del Valle), Maria Conchita Alonso (Tránsito), Jan Niklas (Conde Jean de Satigny), Vincent Gallo (Esteban García).
El anciano Esteban Trueba llega con su hija Blanca a su hacienda, "Las tres Marías", en San Lucas, Chile y es 1973.
La hacienda ha estado abandonada durante años, y el anciano comenta que es bueno estar de vuelta, aunque echa de menos a Clara, diciéndole Blanca que su madre está con ellos.
Blanca recuerda que su madre, desde niña, escribía todo en sus cuadernos.
Clara conoció a Esteban cuando este fue a declararse a Rosa, su hermana mayor, y, aunque le sacaba muchos años, ella ya estaba enamorada de él.
Él aseguró que trabajaría duro para ser lo bastante rico como para llevar a Rosa al altar.
Cuando se sientan a comer, Esteban ve cómo un jarrón se mueve solo, regañando Nívea, la madre de ambas a Clara, a la que le pide que deje de hacer eso.
En efecto Esteba se fue a trabajar y encontró, al cabo de dos años, el oro que le llevaría de regreso a Rosa.
Entretanto, Severo, el padre de las chicas celebraba con una gran fiesta su nominación como candidato del Partido Liberal.
Mientras sus padres recibían a los invitados, algunos de ellos consultaban clandestinamente a Clara, pues, aunque era una niña, todos conocían sus poderes, y, aunque su madre no permitía que la molestaran, acudían clandestinamente.
Pero a veces sufría fuertes ataques, como en aquella ocasión, regañando su madre a quienes la consultaban.
Clara le dice a Rosa que pronto habrá una muerte accidental en la familia.
Frente a sus invitados, Rosa se encarga de trinchar un cerdo y toma una copa de un coñac que le regalaron, pues, su padre le dice debe ser ella la primera en probarlo.
Esa noche Clara acudió a la cama de su hermana, a la que encuentra muerta, descubriéndose que fue porque el brandy estaba envenenado, lamentando el padre que su hija muriera por culpa suya, por haber entrado en política.
Aunque su madre le dice que no es culpa suya, pues no provoca los sucesos, sino que los presiente, Clara creía que era culpa suya y decidió no volver a hablar nunca más para no provocar más accidentes.
Justo entonces llegó Esteban, que llegó a tiempo para verla en el ataúd.
A partir de ese momento, Clara vivió envuelta en sus fantasías, rodeada de espíritus, sin necesidad de pronunciar una sola palabra durante muchos años.
Esteban decidió no volver a la mina, aunque su hermana le dice que las medicinas de su madre son caras y lamenta no haber podido irse ella, que tuvo que pasar muchos años cuidando a su madre.
Esteban le dice que se marcha porque odia esa ciudad y esa casa, señalando su hermana que lamenta no ser hombre para poder marcharse también.
Esteban compró una vieja granja con el dinero de la mina y a ella marchó.
Cuando llegó a "Las tres Marías", era una ruina, y les dijo a los nativos que la ocupaban que a partir de ese momento sería su patrón y que si trabajan duro no les faltará comida.
Trabajan duro en efecto y vuelve a levantar la casa.
Paseando a caballo por el bosque ve a una nativa en la que ya se fijó unos días antes cuando trabajaba en sus tierras y la persigue con su caballo hasta alcanzarla y violarla.
Durante 20 años, logró que su hacienda fuera una de las más productivas con sus trabajadores, descontentos, porque no les pagaba un salario.
Esteban se acuesta habitualmente con Tránsito, una prostituta local que le pide 50 pesos para poder establecerse en la capital, asegurándole que se los devolverá.
Regresa a su pueblo para el funeral al que acuden solo ellos y la familia del Valle, fijándose él en Clara, aunque su hermana le dice que Rosa era normal, pero con Clara, que parece estar siempre en otro mundo, no será feliz, lo que a él no parece importarle, mientras pueda darle hijos, pese a que Férula le dice que necesita alguien que cuide de él y le obedezca y le pide que la lleve con él.
Esteban va a pedir su mano, y los padres de Clara le piden que no tome una decisión precipitada y que tenga en cuenta los deseos de Clara.
Cuando aparece esta, vuelve a poner el disco de la Paloma, que ya puso cuando fue a pedir la mano de su hermana Rosa y le pregunta a Esteban si ha venido a pedirle que se case con él, diciendo él que también le gustan las cosas directas y le dice que sí, admirándose todos en su casa al ver que Clara ha vuelto a hablar, diciéndole Esteban que le ha hecho muy feliz.
Férula cita a Clara en un restaurante a espaldas de su hermano, diciéndole Clara enseguida que irá a vivir con ella y con Esteban y que su amistad durará para el resto de sus vidas, ante lo que Férula llora, pues, dice, nadie mostró nunca ternura alguna con ella, señalando que está muy aliviada.
Celebrada la boda entre Esteban y Clara del Valle, parten hacia las Tres Marías, donde son recibidos por Férula y por decenas de criados, que ven cómo el patrón la introduce en la casa en brazos.
Tras la primera noche de amor salen a caballo para conocer sus tierras.
Férula va a confesarse por sus pensamientos de mujer soltera, contándole al párroco que a veces por la noche no puede dormir y se sofoca, y para calmarse pasea por la casa y pega el oído en la puerta de su cuñada y a veces entra y la contempla mientras duerme, pensando que es una persona de otro mundo que está más cerca de Dios que ellos, pues parece un ángel y desea meterse en su cama y sentir su piel.
Pero cuando su hermano duerme con ella es peor, pues la oración no le sirve. Suda y tiembla y recorre la casa a oscuras y les escucha a través de su puerta y en una ocasión incluso les vio porque la puerta quedó entreabierta y le dice que no es culpa de Clara, sino de su hermano que quiere poseer lo más secreto que ella guarda en su interior.
Clara les dice que está embarazada de una niña a la que llamará Blanca.
Férula le dice a su hermano que el médico insistió en que no hiciera mucho esfuerzo y que no debían volver a acostarse juntos, pues no le conviene tanta excitación.
Sus padres anuncian su visita a la hacienda y de pronto ella empezó a sentirse mal.
Al llegar a San Lucas, deben atravesar la vía. Pero justamente llega el tren en ese momento, viendo Severo que el freno no funciona, por lo que, como consecuencia del terrible accidente, fallecieron ambos, separándose de hecho la cabeza de su madre del cuerpo, sin que la policía consiguiera encontrarla.
Ella les guía hasta el lugar donde estaba pese a la distancia de donde murió, poniéndose justamente en ese momento de parto, por lo que deben regresar a toda prisa a la hacienda, donde, finalmente nació Blanca.
Blanca crece y juega con su madre y con su tía, no entendiendo Esteban la intimidad y los cariños entre su hermana y Clara.
Un día aparece Pancha, la indígena a la que violó años antes con un muchacho algo mayor que su hija para decirle que necesita dinero para mantener a su hijo, al que puso su nombre, Esteban, recordándole que es fue fruto de aquel día en el río, dándoles el hombre unos billetes, aunque les pide que no regresen, diciéndole Pancha que no se librará tan fácilmente de ellos.
De hecho, un día en que no están en casa sus padres, Esteban se cuela en la casa y le dice a Blanca que quiere verlo todo, sin hacer caso a la niña cuando le dice que los extraños no pueden entrar en la casa.
Le pide además que se acerque para olerla, y le cuenta, tras sentarla en sus rodillas, que tienen la misma sangre, mientras toca sus piernas, hasta que los interrumpe la chacha cuando subía su mano hacia sus braguitas.
Clara da clase a los niños de los campesinos, y Blanca juega con ellos, hasta que un día se va a bañar con Pedro al río.
Se asustan todos, pues creen que la niña se perdió, no logrando Clara adivinar dónde está, pues dice, no puede contactar con alguien que no quiera ser encontrado.
Cuando finalmente los encuentran junto al río, Esteban le dice a Segundo, el capataz, que no quiere volver a ver a su hijo con Blanca, y que cerrará la escuela y enviará a su hija a un internado para que se mezcle con niños de su clase.
Pasará en este los años hasta su graduación, volviendo tras esta a su casa para disfrutar de sus vacaciones, viendo al llegar a su casa a Pedro, que ahora cuida de los caballos, y al que cada año ha seguido viendo durante las vacaciones, junto al río, pensando que ahora que ya se graduó, podrá verse con él siempre que lo desee.
Se escapa de casa para ello cada noche y va hasta la orilla del río, donde se ven a escondidas, como entonces, abrazándose felices de volverse a ver.
Pero él le muestra su temor, pues, aunque se quieren, él pertenece al mundo de los campesinos, que están reprimidos por su padre, al que todos odian.
Los conservadores le tratan de conquistar para su causa, aunque se muestra reticente, presentándole entonces al conde francés Jean de Satigny, produciéndose mientras hablan un terremoto, por lo que Esteban sale de inmediato hacia su hacienda esperando ver si le ocurrió algo a Clara, y, aunque en la hacienda está todo bien, no consigue encontrar a Clara, a la que encuentra finalmente durmiendo junto a Férula en la cama.
Al verlas, despierta a su hermana, que le dice que acompañó a Clara porque estaba aterrorizada por el terremoto, pero Esteban le dice que ya estropeó su vida familiar por lo que le pide que salga de esa casa y le prohíbe tener contacto alguno con su mujer y con su hija. Él le enviará dinero a través del padre Antonio, pero le asegura que si la vuelve a ver molestando a su familia, la matará.
Férula le maldice y le dice que siempre estará solo y que morirá solo, asustado y lleno de remordimiento, asegurándole que nunca hubo nada entre ellas.
Clara, enfadada, se encierra en la habitación.
Esteban le dice que no quería que se interpusiera entre ellos, algo que Clara asegura, nunca ocurrió.
Esteban le dice que solo le importa ella y le pide que le demuestre que lo ama, e incluso le exige que le ame y le pregunta qué debe hacer para tener una vida feliz como marido y mujer, pidiéndole ella tiempo.
Esteban vuelve a ver a Tránsito, que se muestra dispuesta a devolverle el dinero que le prestó, aunque él dice que prefiere que le deba el favor y le pide que le muestre ternura y que finja que le importa, pues con ella se siente como si volviera a casa.
Invitan a Satigny a su casa, preguntándole Clara qué hace un europeo de su categoría en su bárbaro país, diciendo él que le interesa su cultura, aunque Clara no consigue tras leer las cartas ver nada suyo, ni de dónde procede.
Paseando por sus frutales con el conde, sorprende a Pedro arengando a los trabajadores a pedir un sueldo trabajo, descanso los domingos y a votar, exigiéndoles Esteban volver al trabajo, aunque no regresan hasta que se lo pide Segundo, al que le dice que debió enseñarle a su hijo a no mirar a su patrón a los ojos, tras lo que lo azota, contando luego en su casa que ha echado a Pedro de la hacienda, asegurando que le habría matado de no ser por su padre, tras haber dado todo a su familia, a lo que Blanca le responde que esa gente necesita justicia, no caridad.
Clara le dice que no puede evitar que el mundo cambie, anunciando él que ha decidido presentarse como candidato del partido conservador.
De pronto ocurren fenómenos extraños. Se apaga una vela y entra Férula como si de un fantasma se tratase, apagándose las velas a su paso. Se acerca a Clara y la besa en la frente, tras lo que se aleja, anunciando Clara, que Férula ha muerto.
Sale Esteban fuera, pero no ve a nadie y las velas ahora están encendidas.
Al día siguiente acuden al pueblo y hablan con el cura, que dice que la vio solo dos días antes y que es imposible que esté muerta, pero ella asegura que es cierto, viendo que es así en efecto y que está muerta en su cama.
Clara se queda a solas con ella y le dice que Blanca y ella la han echado de menos y que Esteban echó al amante de Blanca, pero que se ven en secreto junto al río, pues Blanca es muy valiente y fuerte.
Pero Pedro no se va. Vuelve a arengar a los campesinos y les dice que ellos deben exigir sus derechos, pues son ellos los que trabajan y tienen derecho a tener sindicatos y que si paran de trabajar no habrá más patronos.
Debe huir a caballo cuando aparece Esteban y comienza a dispararle mientras le grita que no desea volver a verle.
Una noche, mientras toma una copa, en el jardín, Satigny ve a Blanca escaparse para ir a ver a Pedro y la sigue, viéndolos hacer el amor junto al río, por lo que regresa a la hacienda y despierta a Esteban al que le cuenta que ha visto a su futura esposa desnuda en los brazos del indio revolucionario, por lo que, indignado, Esteban sale con su escopeta hacia el río.
Se topa con su hija, que ya vuelva y le pregunta dónde está Pedro, azotándola, aunque ella se asegura que no se lo dirá.
Cuando cae sin sentido la lleva a casa y le dice a Clara que es culpa suya, pues no tiene principios y que si lo hubiera hecho con alguien de buena familia podría entenderlo, recordándole Clara que también él se acostó con mujeres que no son de su clase, aunque su hijo lo hizo por amor, ante lo que Esteban la golpea.
Clara le dice entonces, que no volverá a hablarle nunca más, mudándose de hecho a la casa de sus padres en la ciudad con su hija, despidiéndose ambas de Segundo, que es quien las acompaña al apeadero de San Lucas.
Por su parte Segundo va a ver a Esteban y le dice que se marcha, pues no desea estar allí cuando encuentre a su hijo.
De hecho, este ha ofrecido a los policías una recompensa por encontrarlo.
Un día el hijo bastardo de Esteban se acerca a la hacienda y le dice que sabe dónde se esconde Pedro y que se lo dirá si le da la recompensa ofrecida, contándole que todos saben dónde se esconde menos él.
Lo lleva hasta el escondite, un molino abandonado al que entra sigilosamente con su arma y sorprende a Pedro durmiendo, aunque cuando se dispone a acabar con él, el relincho del caballo lo alerta y logra golpear al patrón y huir al galope.
De regreso a la hacienda, Esteban pide su recompensa, diciéndole él que no hay recompensa para los chivatos.
Tras recibir un telegrama, Esteban se dirige a la bolsa, donde está Santigny y le dice que se casará con su hija, pues recibió un telegrama diciéndole que está embarazada, y aunque el conde protesta diciendo que el hijo es del nativo, Esteban le dice que le está ofreciendo lo que perseguía, su dinero, a cambio de su apellido.
Va a ver a su hija y le dice que le ha buscado un marido para su bastardo, pues va a ser senador y no quiere un bastardo en la familia, aunque Blanca le recuerda que ya tienen a varios en la familia, asegurándole que mató a Pedro.
Llega entonces Clara y les pide a Esteban y al conde que se marchen, mientras Blanca llora y dice que odia a su padre.
Pero Clara le dice que no se preocupe, pues Pedro sigue con vida, aunque no lo verá en mucho tiempo pues debe esconderse hasta que el mundo haya cambiado y le dice que está muy orgullosa de ella por negarse a casarse.
Blanca no entiende qué vio en su padre, diciéndole que se casó con él porque estaba fascinada por él, pues era fuerte y valiente, y sabe que lo que hace no es fruto de la maldad, sino de su energía y le dice que aún le quiere y es su vida, igual que ella.
Esteban llega al senado, y aprovechando que está en la ciudad va a visitar a Clara, y aunque esta no le habla, le pide perdón por todo lo que les ha hecho a ella y a Blanca, que la echa de menos y no quiere volver a Las Tres Marías, asegurándole añorar a su familia y que, aunque no le hable le pide que le deje estar con ella.
Dice también que ha pensado que es abuelo y nunca ha visto a su nieta, decidiendo Clara mostrársela.
Celebran el cumpleaños de Alba, su nieta, ahora toda la familia unida, aunque se pasan la comida hablando de política. Esteban dice que la izquierda nunca ganó unas elecciones libres y que la izquierda es la enemiga de la democracia, respondiéndole su hija que es primitivo y que por él nada habría cambiado nunca.
Llaman entonces a la puerta y aparece Esteban el hijo bastardo que pregunta por el senador, del que dice es un pariente a Blanca que es la que le abre.
Esteban le regaña por haber dicho que es pariente suyo, pidiéndole su hijo dinero para poder alistarse, recordándole que aún le debe la recompensa.
Esteban dice que le conseguirá una beca, pues conoce a gente en la academia militar, y le da un cheque.
Se celebran las elecciones, siendo entrevistado Esteban en televisión, donde asegura que, pese a los sondeos, ganarán las elecciones.
Pero cuando se anuncian los resultados, dicen que ganó el Frente Popular, gritando Blanca por la alegría, mientras que los conservadores, reunidos para celebrar el resultado, se sientan abrumados e incapaces de reaccionar.
Blanca recibe entonces una llamada de Pedro, tras la que sale a la calle, donde la gente celebra el triunfo de la izquierda, encontrando entre los líderes de esta, a Pedro, con el que vuelve a reencontrarse después de tanto tiempo, pudiendo abrazarse de nuevo.
Esteban y Clara vuelven a ver sus viejas fotos. Las de la boda, las de su hija, de su nieta y de Férula y añoran aquellos años pasados.
Blanca acude con Alba a ver a Pedro, con el que había quedado, pudiendo conocer este por fin a su hija.
Esteban sale con su hija a hacer las compras de Navidad, diciéndole que hay que hacer algo, pues le quitarán su hacienda, deseando los militares poner orden en el país.
Tratando de poner la estrella en el árbol de Navidad, con su nieta, Clara empieza a sentirse mal, por lo que le dice a la niña que está empezando a dejar el mundo, aunque le dice que morir es solo un cambio y no debe tener miedo a la muerte, pues ella siempre ha estado con los espíritus del más allá y cuando llegue allí seguirán en contacto.
Le pide que le entregue a su madre unos libros y le dice que con ellos recuperará el pasado y podrá ver la relación entre los acontecimientos con más claridad y le pide que le entregue sus joyas, pues cree que algún día podrá necesitarlos y no como adornos.
Le dice que le diga al abuelo que le promete que volverá a buscarlo, y tras ello muere.
La niña sale a recibir a su abuelo y a su madre, y le cuenta lo ocurrido.
Se celebra el entierro de Clara, al que acude incluso Segundo, que la estimaba, aunque Blanca se fija en la presencia de varios generales que le hacen señas al senador, previendo Blanca lo que se avecina.
Los tanques salen a la calle y hay centenares de detenciones de gente de izquierda, corriendo rumores de que el partido conservador está al tanto de lo ocurrido y que tomará el poder, brindando Esteban con champán por ello.
La casa de Pedro es rodeada y él y Blanca consiguen escapar, pero poco después los militares se presentan en casa del senador con una orden para detener a su hija por la realización de actividades subversivas.
Cuando la detienen, Esteban trata de hacer valer su condición de senador, sin poder hacer nada cuando ve cómo abofetean a su hija, que le dicen es novia de Pedro.
Ella le pide que le dejen despedirse de su padre, pues es un hombre muy mayor, aprovechando ese momento para decirle que Pedro está escondido en el sótano y que ella ama a Pedro como él amaba a su madre y le recuerda que es el padre de su nieta, por lo que le pide que le ayude a salir del país y no permita que su nieta quede huérfana.
Mientras se la llevan, su padre le dice que al día siguiente irá a ver al ministro y saldrá.
La golpean, llegando ya herida, y con los ojos vendados, a una sala de interrogatorios, donde va a interrogarla un teniente, que resulta ser su hermanastro Esteban, que le pide que les diga dónde está su amante.
Ella le pide que la deje ir al lavabo, pero en vez de ello la abofetea.
Trueba acude a ver al ministro para interceder por su hija, y, acostumbrado a mandar, ve cómo ahora debe obedecer incluso a simples soldados, mientras ve cómo se tortura a la gente que sale de otros despachos.
Recibido por un alto mando militar, este no solo no quiere escucharle, sino que le pide las llaves de su coche, pues el congreso fue cerrado y suprimieron todos los privilegios.
Él le recuerda que fueron ellos los que hablaron con los generales e intermediaron con los americanos, pero el militar le dice que no hay ministros y si quiere hablar con su hija debe rellenar unos permisos, pues, aunque tengan el poder económico, el país es de los militares, volviendo a pedirle las llaves de su coche.
Blanca vuelve a ser llevada a una sala de interrogatorios, nuevamente con los ojos vendados y nuevamente frente a su hermanastro, que le pide que hable, diciendo ella entonces que conoce su voz, por lo que le pregunta quién es, volviendo a pedir que la dejen ir al lavabo, tirándole él de los pelos y abofeteándola como respuesta, mientras ella vuelve a preguntarle quién es.
Él toca entonces su pierna, la abraza y le dice que huele bien y que tiene la misma sangre, recordando cuando, siendo pequeña le dijo lo mismo, comenzando a gritar mientras él esta vez sin cortapisas toca su sexo.
Esteban Trueba recurre a Tránsito, la prostituta, pues, le dice, no encuentra a nadie que quiera o pueda ayudarle y sabe que por su prostíbulo pasa todo el mundo, por lo que le pide que le ayude a encontrar a su hija, recordando ella que todavía le debe un favor.
Esteban le dice a su nieta que cómo pudo estar tan equivocado.
Gracias a sus contactos del pasado, puede hablar con el embajador canadiense, al que le dice que está avergonzado, porque es culpa suya lo que está ocurriendo, tras lo que solicita su ayuda.
Baja tras ello al sótano para ver a Pedro, al que le dice que va a sacarle de allí porque no está seguro, llevándolo en su coche, escondido bajo su asiento a la embajada de Canadá, logrando así pasar desapercibido pese a que registran el coche antes de entrar.
Blanca, torturada salvajemente pierde el conocimiento, por lo que Esteban hace que se la lleven a su celda nuevamente.
Allí, y sin capacidad de moverse, recibe la visita del espíritu de su madre, que la reconforta y le dice que no debe desear la muerte, pues no es aún el momento y debe luchar por vivir, pues Alba la necesita y la espera.
Esta duerme junto al abuelo, que recibe una llamada de Tránsito a la que da las gracias.
Un coche militar deja a Blanca en los suburbios y le dicen que no se mueva hasta que salga el sol, pues debe recordar el toque de queda.
Cuando amanece regresa a su casa, donde encuentra a su hija y a su padre dormidos en el sofá sin haberse acostado esa noche.
Su padre le dice emocionado que creyó que no volvería a verla y moriría solo como un perro tal como dijo Férula.
Blanca le pregunta por Pedro, diciéndole él que está a salvo esperándola en Canadá y que espera que sea mejor padre que él, aunque Blanca le dice que hizo lo que pudo, y que, aunque llegó a odiarle cambió de opinión, recordando que mientras estuvo en prisión estaba obsesionada con la idea de la venganza, hasta que empezó a entender que debía haber una relación entre los acontecimientos como decía su madre.
Algún tiempo después regresan a Las Tres Marías, ahora abandonada, donde Blanca le ayuda a acostarse, pues está muy débil.
Esteban ve entonces a su lado a Clara que viene a buscarlo.
Blanca recuerda que lo que su madre escribió en sus diarios le ayudó a superar sus terrores y no quiso contribuir a su historia de terrores, odio y venganza, pues para ella su vida son Pedro, su hija, la luz, el día, los recuerdos y el futuro, convirtiéndose la vida misma en lo más importante.