Entre las piernas
España / Francia (1998) *
Duración: 120 Min.
Música: Bernardo Bonezzi
Fotografía: Juan Amorós
Guion: Joaquín Oristrell, Juan Luis Iborra, Yolanda García Serrano, Manuel Gómez Pereira (N.: Joaquín Oristrell)
Dirección: Manuel Gómez Pereira
Intérpretes: Victoria Abril (Miranda), Javier Bardem (Javier), Carmelo Gómez (Félix), Juan Diego (Jareño), Sergi López (Claudio), Javier Albalá (Juancar), Víctor Rueda (Azucena / Jacinto), María Adánez (Juani), Carmen Balagué (Begoña), Manuel Manquiña (Manuel), Salvador Madrid (Inspector jefe), Roberto Álvarez (Anastasio), Alberto San Juan (Rojas).
Miranda y Javier son dos de los asistentes a la terapia de sexo adictos de Horacio, que antes padeció el problema, lo que acabó con su matrimonio y con su trabajo.
Javier, guionista cinematográfico recuerda que todo empezó un día en que llegó tarde al aeropuerto debido a que la ciudad quedó colapsada por la realización de 10 minutos de silencio contra uno de los asesinatos de ETA, coincidiendo en el mostrador del aeropuerto con Azucena, que también perdió el vuelo, y con la que, a la espera del siguiente entabla conversación en el bar, contándole ella su extraña historia desde que nació, ya que sus padres tuvieron trillizas, siendo siempre ella diferente a sus hermanas.
Abandonadas por su madre, que se fue con otra mujer, su padre entregó a cada una de ellas a una familia, yendo ella a una familia de Andorra dedicada a evadir dinero a Suiza.
Un detective que trabajaba para su nueva familia descubrió que el mismo día que ella, y en el mismo hospital nacieron también dos mellizas y que ella fue cambiada por error con una de estas. Una foto en una lápida muestra a una niña igual que sus hermanas.
Azucena adorna su historia con sus fantasías sexuales y le pide a Javier que le cuente alguna de las suyas a través del móvil, pareciéndole tan excitante, que acabó enganchado.
Tras la sesión Miranda y Javier acaban cenando juntos, tras lo que la acompaña hasta la radio, donde ella trabaja atendiendo el teléfono para un programa nocturno.
Mientras la espera uno de sus compañeros le dice a Javier que reconoce su voz como narrador de unas cintas de sexo a través del móvil. Y como no entiende nada le pide que le muestre una de las cintas, descubriendo que en la mismas aparece su voz contando alguna de las historias que se inventó y que compartió con Azucena por el móvil, comprendiendo esta le engañó.
Por su parte Miranda, de la que abusó un carnicero, sale a menudo con su perro, acabando con hombres diferentes cada día en el parque.
Pese a que tratan de que sus relaciones no lleguen más allá de la amistad, Miranda y Javier acaban haciendo violentamente el amor en un coche abandonado en un parking público.
Félix, el marido de Miranda es policía y vive feliz, desviviéndose por ella, hasta que un día, al ir a recogerla a la emisora tras acabar su turno, descubre que le miente y que se va con Javier, siguiéndoles hasta una discoteca, donde los ve haciendo el amor en el baño.
Entretanto, uno de sus compañeros, Jareño, cose a balazos a su mujer cuando esta lo rechaza burlándose de él cuando él acude al hospital donde convalece en Melilla tras el accidente de coche que tuvo con su amante, dispuesto a hacer las paces.
Cuando aparece el cadáver de un hombre con la cabeza aplastada en el maletero del coche sobre el que Miranda y Javier hicieron el amor, Miranda oye por primera vez a su marido hablar del trabajo en casa, contándole que investigan a una persona relacionada con el cine.
Y cuando tras el examen de las llamadas efectuados desde la casa del muerto, comprueba que buena parte de estas fueron efectuadas a Oriunda, la productora de Javier y de su socio Claudio, Félix se da cuenta de que el caso está íntimamente relacionado con su mujer.
Esta le oye hablar por teléfono de Oriunda, y pedir una prueba pericial sobre un vello púbico -el de la propia Miranda - para ver si coincide con el encontrado en el coche, y, aterrorizada, decide marcharse de su casa tras ponerle varios valiums en la sopa a su marido.
La llegada de Jareño dispuesto a entregarse a su amigo, al que encuentra inconsciente, le ayuda a recuperarse, aunque finalmente Jareño cambia de opinión y en vez de entregarse se suicida con el arma de Félix.
Javier ha descubierto entre tanto que Claudio, su socio y amigo posee otra empresa con la que comercializa las cintas, además de videos grabados con cámaras ocultas a los famosos que pasan por sus estudios y que Jacinto Vega, el muerto, fue quien le llevó las cintas, amenazándole con denunciarlo por sus videos ilegales si no distribuía sus cintas.
Félix acude a Oriunda pese a tener prohibida su salida de la comisaría debido a las investigaciones sobre la muerte de Jareño, para interrogar a Javier, no sabiendo que Miranda se encuentra allí escondida.
Javier admite haber conocido a Jacinto, un joven que lo admiraba tanto que le llevaba constantemente guiones que él rechazaba.
Félix, convencido de que él es el culpable así se lo manifiesta cuando está con Claudio, el cual al creer que se lo dice a él, sale corriendo, siendo atropellado.
Tras su muerte el comisario decide dar el caso por cerrado, pese a que Félix sigue convencido de la culpabilidad de Javier. Pero el chantaje al que Jacinto sometía a Claudio por las cintas y películas ilegales son razones para el asesinato.
No le permiten investigar a Azucena. Pero Javier sí se acuerda de ella. Recuerda que, indignado por la trampa fue a ver a Azucena a su casa. Y una vez allí esta le cuenta que aquellas historias que tanto le excitaban fueron escritas por Jacinto Vega, lo que, según ella demuestra que es mejor guionista de lo que él le consideraba.
Tras la discusión él acaba excitado. Entonces Azucena le hará una felación, descubriendo al coger su cabeza que tiene una peluca y que bajo el maquillaje se esconde el propio Jacinto, al que golpea con una lámpara hasta acabar con su vida.
Libre ya de las sospechas policiales, Javier se dispone a viajar con Miranda a Londres.
Félix descubre entretanto que los dos boletos de lotería que compró con Jareño están premiados, y, olvidándose ya de su mujer acude feliz a recibir a su hija, que llega de esquiar.