El testamento del Doctor Maubuse
Das testament des Dr. Mabuse (1933) Alemania
Duración: 115 min.
Fotografía: Karl Vash, Fritz Arno Wagner
Guion: Thea von Harbou, Fritz Lang (Personaje de Norbert Jacques)
Dirección: Fritz Lang
Intérpretes: Rudolf Klein-Rogge (Dr. Mabuse), Otto Wernicke (Inspector Lohmann), Oscar Beregi Sr. (Profesor Baum), Gustav Diessl (Thomas Kent), Wera Liessem (Lilli), Karl Meixner (Detective Hofmeister), Theodor Loos (Dr. Kramm), Rudolf Schündler (Hardy), Oskar Höcker (Bredow), Theo Lingen (Karetzki), Hadrian Maria Netto (Nicolai Griforiew), Camilla Spira (Juwelen-Anna).
Hofmeister se oculta tras una caja en el almacén de una imprenta, siendo descubierto por dos empleados que entraron a recoger papel, y que simulan no haberlo visto, aunque, cuando este, ya confiado sale de su escondite, ve que lo están esperando fuera, cortándole el paso y lanzándole un bidón que explota, consiguiendo pese a todo escapar.
El comisario Lohman, que se prepara para acudir al teatro, le asegura a su secretario que será la primera vez en su vida que llegue a tiempo al mismo.
Pero suena entonces el teléfono y el secretario lo coge, avisando al comisario de que la llamada proviene de Hofmeister, un antiguo colaborador con el que el comisario no desea hablar, pues tuvo mucha confianza en él y lo traicionó, enredándose en un asunto de divisas, dejándose sobornar, lo que le supuso abandonar el cuerpo.
Hofmeister desea que lo rehabiliten, y para conseguirlo ha estado siguiendo la pista de los billetes falsos y sabe quién está detrás, aunque cuando va a decirle de quién se trata observa cómo se va la luz escuchando Lohman al otro lado del teléfono unos disparos, y luego un prolongado silencio antes de escuchar de nuevo a Hofmeister cantando.
En la universidad, el profesor Baum les habla a sus alumnos de los trastornos mentales, poniéndoles como ejemplo al Doctor Mabuse, un gran médico con una poderosa mente que dominaba la hipnosis, de la que se valía para realizar todo tipo de actos criminales.
Cuando la policía dio con su pista, él se resistió atrincherándose con su gente más fiel en su casa, debiendo finalmente acudir los militares que con sus granadas lograron abrirse paso, aunque entonces vieron que Mabuse no estaba ya allí.
Gracias a uno de sus colaboradores consiguen dar con su escondite, en una fábrica de moneda falsa con la que planeaban un gran golpe contra la moneda alemana.
Finalmente la policía lo detiene, aunque descubren que se ha vuelto loco, apareciéndosele esa noche los fantasmas de todas sus víctimas, debiendo ser internado en un psiquiátrico donde durante un tiempo permaneció inmóvil y en silencio, hasta que sus vigilantes observaron que trataba de escribir en el aire de forma constante, por lo que le dieron papeles que llenaba de garabatos en un principio, para luego escribir algunas palabras sueltas, luego frases confusas que poco a poco fueron siendo más lógicas, reflejándose en ellas pensamientos criminales en las que precisaba sus golpes hasta el último detalle.
Un grupo criminal se reúne, preocupados por el asunto de Hofmeister, que podría haber dado al traste con su organización, aunque señalan que ya se han hecho cargo de él, poniendo uno de los presentes, Thomas Kent reparos a que para resolverlo haya tenido que haber habido un asesinato, pese a que él asesinó a dos personas según confiesa.
Una llamada les tranquiliza asegurándoles que el asunto se resolvió justo a tiempo, antes de que acudiera Lohman a investigarlo.
Este acude al lugar desde el que llamó Hofmeister, del que no queda rastro alguno, si bien investigando observa que antes de desaparecer escribió con su anillo algo ilegible en una ventana, por lo que el comisario pide que le lleven el cristal a comisaría.
Tras sus clases, Baum visita a Mabuse en su celda donde tiene decenas de hojas escritas, y pese a que sigue escribiendo sin descanso, Baum ve su figura fantasmal de pie, por lo que se frota los ojos ante la alucinación.
Thomas Kent sale a tomar un helado con su amiga Lilli, a la que le recuerda que ese día hace un año que la conoció, cuando, tras tres meses acudiendo cada día a la oficina de empleo sin conseguir ninguna oferta se enfadó con los funcionarios y se marchó asegurando que no volvería, y se le acercó ella para prestarle 20 marcos, convencida de que se los devolvería, lo que, en efecto este hizo seis meses más tarde, cuando encontró trabajo.
Thomas le pregunta a Lilli si alguna vez se ha enamorado, y ella, en vez de responder le dice que llega su autobús y que debe marcharse.
El Doctor Kramm acude a casa del Profesor Baum, colega suyo para pedirle un libro, tirando mientras espera a Baum sin quererlo las hojas escritas por Mabuse, descubriendo al tratar de volver a ordenarlas, que en las mismas Mabuse escribió un detallado plan para robar en las joyerías evitando ser molestados mientras lo hacen, indicando que para ello han de bajarse las persianas y colocar un cartel diciendo que están haciendo inventario, recordando que ese método se ha utilizado por unos ladrones, tal como puede contrastar al examinar el periódico, coincidiendo incluso en la forma de hacerlo, lanzando gas en bolas de cristal fino.
Cuando llega Baum le trata de hacer ver las coincidencias aventurando que quizá Mabuse solo finja estar loco, escribiendo las instrucciones delictivas para que las realicen sus secuaces aprovechando sus capacidades hipnóticas.
Decide que su descubrimiento es muy relevante, por lo que decide ir a denunciarlo a la policía, aunque cuando sale de casa de su amigo, alguien llama al grupo criminal que realiza los golpes planeados por Mabuse para advertirles de que deben evitar que el Doctor llegue a comisaría, siendo rodeado su automóvil por otros que comienzan a pitar todos a la vez, aprovechando uno de los delincuentes el ruido formado para acabar con el doctor sin que nadie escuche el disparo.
Algunos de los hombres encargados de ejecutar los golpes planeados según las instrucciones de Mabuse se cuestionan sus actuaciones, pues en sus golpes consiguen mucho dinero y joyas, no explicándose el interés de su jefe por invertir ese dinero en opio, heroína un otras drogas con las que volver loca a la gente si no es para conseguir aun más dinero, diciéndole su compañero al hombre que se cuestiona eso que es mejor que no piense en ello, ya que en definitiva les pagan muy bien y el jefe es muy estricto, contándole que hubo un compañero que quiso conocer al jefe, que siempre les habla oculto tras una cortina, y acabó muerto.
Tampoco pueden aunque quieran abandonar la organización, pues también ello les supondría la muerte.
Kent trata de escribir a Lilli una nota que rompe cuando recibe una nota de Mabuse emplazándolo para una nueva misión, esa noche a la 1.
Entretanto Lohman investiga tanto la muerte de Kramm, que sus colaboradores le informan se realizó desde otro automóvil, como la desaparición de Hofmeister, que no está en ningún hospital, por lo que pide que distribuyan carteles, cuando reciben una llamada en que le informan de que finalmente ha aparecido, y de que está en una comisaría a la que lo llevaron tomándolo por borracho, pues desvariaba en una taberna, tratando insistentemente de llamar a Lohman por teléfono.
El comisario lo visita en la comisaría en que está, aunque Hofmeister no lo reconoce, se le aparece como un fantasma que trata de espantar cantando, siendo inútiles los esfuerzos de Lohman por tratar de hablar con él
Varios de los delincuentes se reúnen esa noche ante el jefe, que tras su cortina les echa en cara sus fallos, sobre todo con el tema de Hofmeister, asegurándoles que en el futuro eliminará a quien suponga un peligro para su organización, sabiendo incluso la existencia de las críticas de Kent al que amenaza si persiste en ellas, recordándole que no hay escapatoria ni marcha atrás y que nadie salió con vida de la organización.
Tras la reunión decide escribir a Lilli para despedirse, asegurándole que su relación es imposible, por lo que le pide que lo olvide aunque sabe que él no podrá olvidarla.
En el sanatorio mental, Mabuse deja de pronto de escribir, quedándose quieto, y muriendo.
Entretanto, en comisaría, un colaborador descubre finalmente lo que Hofmeister quiso escribir en el cristal, observando que se trataba del nombre de Mabuse, aunque como lo escribió de espaldas estaba escrito al revés e invertido, por lo que Lohman llama al sanatorio para interesarse por él, siendo informado de que Mabuse ha muerto.
Escéptico, Lohman Acude al psiquiátrico, donde le muestran el cadáver de Mabuse, pudiendo confirmar así su muerte, aunque cuando afirma que hay un criminal menos, Baum lamenta la desaparición un cerebro como del de Mabuse, capaz de acabar con todo el corrupto género humano.
Habla tras ello del legado de Mabuse, aunque cuando Lohman pregunta por él, el doctor recapacita y le dice que no se trata de un testamento en el estricto sentido de la palabra, sino de un documento muy valioso solo para los científicos.
Y aprovechando su visita, Lohman pregunta por Hofmeister, también ingresado en su sanatorio mental, aunque le responde que sigue igual - de hecho permanece aislado en la habitación que fue de Mabuse - y que es preferible que no reciba visitas.
Pese a la muerte de Mabuse, las diversas secciones criminales reciben un aviso en que son convocados para esa medianoche.
Baum estudia los escritos de Mabuse, en que expone que debe extenderse el imperio del crimen y el terror mediante crímenes aparentemente sin sentido, pues no benefician a nadie, lo que servirá para difundir el miedo y el terror, generando un estado de absoluta inseguridad y anarquía y, en medio del espanto y el horror reinará el imperio del crimen.
Y mientras lee, el fantasma de Mabuse se apodera de él, desdoblándose en ocasiones e indicándole que siga leyendo, instrucciones sobre voladuras de trenes o asaltos a bancos.
Oculto tras la cortina el jefe ordena que vayan pasando ante él cada una de las secciones criminales que forman su grupo.
Ordena al primero de ellos que provoquen un gran incendio en la fábrica química, logrando que el fuego se extienda especialmente por almacenes y depósitos de modo que los bomberos no puedan hacer nada ya cuando lleguen.
Al siguiente grupo les encomienda el asalto al Banco Atlántico. Para ello han conseguido chantajear al director tras interceptar unas cartas comprometedoras, gracias a lo cual poseen un duplicado de todas las llaves del tesoro del banco así como las contraseñas de la cámara acorazada y los planos del sistema de alarmas.
Su misión será sustituir los billetes de la caja fuerte por otros falsos para que sea el propio banco quien los distribuya, cuando piensen que fue solo un intento de robo.
Cuando Kent, informado de su misión, regresa a su casa, encuentra una nota de Lilli diciéndole que lo ama, encontrándola tras ello en su puerta, explicándole ella que lo ha estado esperando todo el día.
Thomas le pregunta si es cierto que lo ama y él le dice que le escribió una carta para decirle que no podían volver a verse, respondiendo ella que la nota es su respuesta, ante lo que Thomas le dice que ni siquiera lo conoce bien, a lo que ella responde que no le importa, mostrándole él entonces un certificado de libertad provisional, explicándole que estuvo 4 años y medio en prisión, respondiendo Lilli que lo ama.
Él le cuenta que estuvo en prisión por matar a dos personas, su novia y al que creía su mejor amigo, pese a lo cual ella insiste en que lo quiere.
Él le cuenta entonces que le mintió pues consiguió un trabajo, pero fue en una fábrica de moneda falsa, no pareciendo desanimarse Lilli por ello, que dice saber leer en su forma de hablar un profundo arrepentimiento y una necesidad de volver a creer en sí mismo y en que todo irá bien, pues ella estará junto a él en lo bueno y en lo malo, debiendo hacer borrón y cuenta nueva, asegurándole que Lohman lo ayudará.
Entretanto, inquietos por su falta, finalmente sus compañeros llaman al jefe para advertir de su ausencia.
Antes este dio órdenes a otra de las secciones para que destruyan las cosechas y contaminen el agua con epidemias de todo tipo para debilitar a la gente.
El secretario de Lohman lo despierta, pues posee información sobre los ladrones de joyas, que sospechan pueden ocultarse en casa de la novia de uno de ellos a la que un agente vio con un collar muy valioso.
Cuando Kent y Lilli salen finalmente de la casa de este con intención de ir a buscar la ayuda de Lohman, son retenidos y llevados ante el jefe, que tras la cortina les dice que la falta de obediencia es considerada alta traición, y que deben pagarlo con la muerte, ante lo que Kent pide que acabe con él, pero que deje libre a Lilli, a lo que el jefe le responde que en tres horas morirán los dos en esa misma sala.
Enfurecido, Kent dispara hacia las cortinas, aunque cuando las abre descubre que quien les hablaba era un magnetófono, y que hay una bomba con temporizador.
Entre tanto, los delincuentes reunidos en casa de Anna, la novia de uno de ellos, a la que vieron con el collar caro, reciben una visita, que dice ser de la compañía del gas, pero que es de los policías, que inician un tiroteo con los delincuentes.
Ante la falta de otras salidas, los criminales piensan huir haciendo un agujero en el techo, lo cual es demasiado complicado, por lo que, cuando el propio Lohman les pide que se rindan y salgan con las manos en alto, lo que hará que sean mas condescendientes con ellos, estos lo harán, excepto Hardy, que se suicida.
Entretanto, Thomas y Lilli tratan de encontrar una salida desesperadamente, aunque sin ningún éxito, ni por paredes ni por suelo
Tiene entonces Thomas la idea de inundar la habitación con la esperanza de que el agua atenúe la fuerza de la explosión.
En la comisaría Lohman interroga a Bredow sobre el arma con la que se suicidó Hardy, tras descubrir que es la misma utilizada en el asesinato de Kramm, asegurando Bredow no saber nada, aunque luego le explica que recibieron una llamada sobre el lugar en que estaba Kramm cuando les ordenaron que le siguieran, descubriendo que estaba al lado del sanatorio mental del Dr. Baum, al que llama para que vaya a comisaría para hablar con un detenido que asegura que fue paciente suyo.
Entretanto, Thomas y Lilly observan que, la bomba finalmente explota, habiendo atenuado el agua, en efecto la explosión, habiendo generado además un agujero por el que podrán huir.
En comisaría Lohman hace pasar a Baum por delante de todos los detenidos, ninguno de los cuales lo conoce de nada.
Y cuando se va a marchar llegan Kent y Lilli, mostrando una profunda extrañeza Baum cuando escucha que Lohman los llama por sus nombres, aunque como Kent tampoco lo conoce de nada deben dejarlo marchar.
Kent le explica al escéptico comisario que su jefe es Mabuse, mostrándole una de sus convocatorias, aunque Lohman, que vio muerto al profesor no cree que esa sea la verdad, aunque, como todas las pruebas conducen al psiquiátrico, acuden al mismo, donde, el mayordomo del doctor trata de prohibirles, sin éxito la entrada
Y cuando es el propio profesor quien dice que no le molesten, Kent reconoce que la voz del otro lado es la misma que la de su jefe, por lo que él y Lohman abren la puerta, descubriendo detrás de esta un magnetófono.
En su despacho descubren también los apuntes de Mabuse en que se prevé el ataque a una fábrica química, y aunque acuden a la misma, nada pueden hacer ni ellos ni los bomberos, tal como había previsto Mabuse.
Descubren una vez allí que el propio Baum ha acudido a observar la explosión y comienzan a perseguirlo, en una veloz carrera en la que tienen que pasar incluso por un paso a nivel justo cuando comienzan a bajar las barreras, perdiendo finalmente su pista cuando sufren un pinchazo y deben bajar a cambiar la rueda.
Entretanto se le aparece nuevamente a Baum, mientras conduce alocadamente, Mabuse que le repite "el imperio del crimen" una y otra vez, antes de llegar al sanatorio, cuyas puertas le abre el propio Mabuse antes de entregarle un documento y de conducirlo a su antigua celda, ahora ocupada por Hofmeister, ante el que Baum se presenta como Mabuse, lo que hace que Hofmeister recupere la lucidez, aunque Baum trata de matarlo, siendo detenido por sus propios enfermeros.
Llegan entonces Lohman y Kent, que ven que Hofmeister está curado y que les presenta a Baum como Mabuse, observando que este, sentado en la cama de aquel, muestra síntomas de locura, dedicándose a romper en pedazos los escritos de Mabuse, ante lo que Lohman señala que nada puede hacer ya policía por ese hombre.