El tercer asesinato
Sando-me no satsujin (2017) * Japón
Duración: 120 Min.
Música: Ludovico Einaudi
Fotografía: Mikiya Takimoto
Guion y Dirección: Hirokazu Kore-Eda
Intérpretes: Masaharu Fukuyama (Tomoaki Shigemori), Kōji Yakusho (Misumi Takashi), Suzu Hirose (Sakie Yamanaka), Shinnosuke Mitsushima (Akira Kawashima), Kōtarō Yoshida (Daisuke Settsu), Mikako Ichikawa (Shinohara), Yuki Saito (Mitsue Yamanaka), Izumi Matsuoka (Akiko Hattori), Aju Makita (Yuka Shigemori), Isao Hashizume (Akihisa Shigemori).
Un hombre golpea en un descampado a otro hombre en la cabeza.
Rocía luego su cuerpo con gasolina y le prende fuego y se queda observándolo con cara de satisfacción.
Unos días más tarde lo visitan en prisión un equipo de abogados, que comentan antes que, al ser su segundo cargo por asesinato lo más probable es que le condenen a muerte, ya que confesó el crimen en cuanto lo detuvieron.
Su abogado, Settsu acude con Shigemori, un abogado especializado, a quien pidió ayuda, pues él está confuso, dado, que el hombre cambia de versión cada vez que va a verlo, acompañando a ambos abogados su ayudante Kawashima.
Durante la visita, el acusado, Misumi Takashi, le recuerda a Shigemori que su padre, que fue el juez en su primer juicio, se portó muy bien con él años atrás.
Les confirma que, en efecto, mató al hombre, y, cuando le preguntan por qué lo hizo, pues era el dueño de la fábrica donde trabajaba, les responde que necesitaba dinero para apostar, pues debía dinero al prestamista y no podía devolverlo.
Previamente el empresario lo había despedido por robar dinero de la caja fuerte.
Les cuenta que había bebido y por eso lo mató, aunque Settsu le recuerda que en su anterior vivista le dijo que hacía tiempo que le rondaba la idea de matarlo.
Les cuenta que lo hizo golpeándolo con una llave inglesa y se aseguró de que no respiraba, y no lo quemó de inmediato, pues no llevaba la gasolina. Fue al almacén de la fábrica a recogerla y tardó 10 minutos.
Le dice luego a Settsu que envió a la esposa de la víctima una carta, tal como le pidió.
Comentan los abogados luego que, para oponerse a la petición de pena de muerte del fiscal deben intentar cambiar la versión de homicidio con robo premeditado y que sea condenado a cadena perpetua no revisable.
Misumi tiene una hija de 36 años en Rumoi, Hokkaido, pero Settsu no cree que tuviera contacto con su padre en sus 30 años en prisión, y no creen que pueda ayudarlos, además, para verla tendrían que coger un avión y luego el tren y no les pagan los gastos.
Kawashima opina que deberían ir para entender mejor a Misumi, aunque Shigemori dice que no es preciso entenderlo para defenderlo.
Acuden a inspeccionar el lugar del suceso, viendo que en el lugar hay una muchacha que cojea y que se marcha cuando ellos llegan.
Ven también que el fuego se extendió en forma de cruz.
Tras ver un vídeo en que aparece tras el asesinato en un taxi pidiendo que le llevaran a la estación, observan que lleva la cartera del fallecido, recordando el taxista que la cartera olía a gasolina.
Van a ver las pruebas, observando que tenía, en efecto manchas de gasolina, lo que indicaría que le quitó la cartera después de rociarlo, y por tanto no pensó en matarle para robarle, sino que primero lo mató, lamentando que confesara.
Pide a Kawashima que pregunte a sus compañeros si Misumi tenía algo contra el jefe.
Van a visitar a la familia del asesinado para entregarle la carta que escribió Misumi, observando que la hija es la muchacha que estaba en el lugar del crimen, pues cojea.
Da el pésame a su viuda, que pregunta si debía perdonar al asesino porque le escribió, pues quemó a su marido y ni siquiera pudieron verle para despedirse, y rompe la carta.
En sus investigaciones, un compañero que trabajaba con Misumi recuerda que este se quejaba de que les pagaban poco. Le cuenta también que muchos de los que trabajan están fichados o estuvieron en la cárcel y el jefe los contrataba porque son baratos al no poder exigir nada.
Con Settsu preparan el enfoque del caso, para que le acusen solo de homicidio, pero sin intención de robar, alegando la venganza como motivo, por su despido.
Shigemori es despertado por una llamada por un problema de su hija Yuka en una tienda, y el hombre que la retiene le dice que suelen llamar enseguida a la policía, debiendo excusarse diciendo que él pasa mucho tiempo fuera de casa y le pide perdón al verla llorar por no haberse ocupado suficientemente de ella.
Toman algo luego, diciéndole que le llamó a él en vez de a su madre, porque en casos así, es mejor un abogado.
Le pregunta por qué lloró antes, diciendo ella que se le da muy bien llorar.
Van a ver de nuevo a Misumi, pues dio una entrevista para una revista en donde dice que cometió el crimen porque la mujer de su jefe se lo pidió para cobrar el seguro.
Ven, que, en efecto, a principios de octubre recibió una transferencia de 500.000 yenes, diciendo que era un anticipo que le pagó por el trabajo.
Le preguntan por qué no se lo dijo desde el principio, diciendo que ella se lo pidió con un correo electrónico varias semanas antes y luego la llamó desde una cabina y le dijo que si no la metía en eso cuidaría de él, por lo que le preguntan si eran amantes.
Pero para ellos abre una nueva vía, pues si demuestran que pagó el dinero, podrían tratarlo como una conspiración criminal y ella podría convertirse en la principal culpable, pero serían conspiradores si fueron amantes, aunque él no lo reconoció abiertamente.
Se preguntan cuál sería el móvil, la venganza o el seguro de vida, diciendo que la más provechosa para su cliente, pues nunca podrán saber cuál es la verdad.
En la reunión previa, piden que admitan como pruebas los correos electrónicos, aunque desde la fiscalía indican que son irrelevantes, aunque el juez los admite, como admite que Mitsue y Sakie serán testigos y también llamarán a la hija del acusado, Megumi.
Shigemori visita la casa donde vivía Misumi y la casera dice que no vio que le visitara mucha gente, de hecho, Mitsue no fue, pero sí una chica adolescente que llevaba uniforme y estaba coja que se reía mucho y parecía muy alegre.
Les cuenta también que cuando murió su pájaro le pidió permiso para enterrarlo fuera, viendo en el lugar en que lo hizo una cruz hecha con piedrecitas.
Shigemori vuelve a visitar a Misumi y le cuenta que escarbó la tumba del canario y vio que no era uno, sino cinco. Que pudo haberlos dejado en libertad, aunque piensa que no habrían sobrevivido, pues uno de ellos consiguió escapar y hace mucho frío y se pregunta cómo podrá sobrevivir.
Shigemori le dice que sabe que pagó el alquiler del siguiente mes 10 días antes de lo habitual, por lo que cree que ya preveía que lo detuvieran.
Misumi le pide que ponga la mano en el cristal, poniendo ella la suya del otro lado y le pide que le permita adivinar lo que está pensando.
Le pregunta tras ello qué edad tiene su hija, diciéndole Shigemori que 14 años.
Le pregunta luego a Settsu si le habló a Misumi de su hija, asegurando que no le contó que tenía una hija.
Sigue a Sakie a la salida del colegio hasta una biblioteca, donde ve que tiene unos folletos de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Hokkaido.
Se informan y le cuentan que es coja de nacimiento, pero otros dicen que se lo hizo al saltar desde el tejado de la fábrica cuando era niña.
El juez Shigemori visita a su hijo y le lleva el archivo del homicidio y robo en Rumoi de Misumi y cuenta que en aquel caso lo hizo por diversión, aunque él utilizó las atenuantes de infancia desgraciada y pobreza, porque entonces pensaban todavía que la condición social influía sobre los delincuentes, y lamenta que, por una sentencia compasiva de entonces haya muerto otra persona, aunque su hijo recuerda que el hombre le envió una postal de agradecimiento cuando le concedieron la libertad provisional.
Misumi le cuenta que trabaja en una fábrica de comida en Kawasaki, y tras una nevada recordó su pueblo y cómo jugaba con su hija de cuatro años con la nieve, prestándole uno de sus guantes porque ella no tenía y las manos se le enrojecieron. Un recuerdo frío y cálido a la vez.
Finalmente, y pese al consejo de su padre de que no pierda tiempo indagando, viaja hasta Rumoi con su compañero para investigar el caso del 86, cuando condenaron al hombre por vez primera por matar a dos prestamistas e incendiar su casa tras robar el dinero, extrañándose de que no le condenaran a muerte.
Habla con el policía que llevó el caso y le detuvo en el 86, sentado en la playa delante de la estación, que le indica que oficialmente se trataba de una venganza, pero se contradijo varias veces y no se sabe con exactitud si era así.
Por entonces cerraron las minas y muchos se quedaron sin trabajo, por lo que la yakuza les ofreció préstamos con intereses muy altos y su abogado debió pensar que tratarlo como una venganza le evitaría la pena de muerte.
Preguntan en un bar si saben dónde está Megumi, su hija, aunque el hombre con el que hablan dice que, aunque supiera dónde está no se lo diría, pese a que él le dice que trata de evitar la pena de muerte del padre, diciéndole que ella quería verle muerto, que la policía de Tokio fue allí tras el asesinato y por ello debió marcharse de ese pueblo, y se pregunta hasta cuándo deben pagar los hijos por los crímenes de los padres.
A su regreso hablan con Misumi, que dice que su hija no irá. Que solo espera que se muera cuanto antes y que cree que ese hombre merecía morir, pues hay gente que nunca debería haber nacido.
Le dice que no puede matar a alguien para solucionar un problema, diciendo Misumi que ellos lo hacen así al aplicar la pena de muerte.
Vuelve a seguir a Sakie, que le pregunta qué quiere de ella.
Él le dice que sabe que iba a ver a Misumi a su casa y le pregunta si le habló de su familia, diciendo ella que no.
Shigemori le cuenta que tiene una hija a la que no ha visto en 30 años y que tiene, como ella, un problema en la pierna, y por eso él pensó que se habían hecho amigos, aunque ve que ella no lo sabía.
Más tarde, Sakie ve cómo su madre se pregunta indignada cómo alguien pudo inventarse que ese hombre era su amante y se pregunta por qué no les paga el seguro, preguntándole su hija que si tanto le preocupa el dinero en un momento así, que diga la verdad, que el dinero no era para pagarle por matar a su padre, sino por las etiquetas falsas, aunque ella dice que si lo cuenta la fábrica irá a la quiebra, diciendo su hija que más vale que quiebre que ganar dinero de forma tan repugnante.
Mitsue le dice que ese dinero repugnante ha cuidado de ella, por lo que le pide que en el juicio diga lo estrictamente necesario y que no hable de la fábrica ni de su padre, pues su padre no tuvo toda la culpa.
Lo llama Yuka, a la que le dice que siente no haber pasado más tiempo juntos cuando vivían en su casa.
Vuelve a visitar a Misumi, al que le recuerda que debe decir que no tenía intención de robar y que inculpe a la esposa, aunque luego le pregunta si de verdad se cree toda esa historia del seguro de vida, estando convencido de que no se la cree, pero que le da más posibilidades de ganar.
Le pregunta cuál cree que fue el verdadero móvil de por qué lo hizo, preguntándose si le interesa saber la verdad, asegurando él que sí le interesa.
Le pregunta qué significa la cruz, si fue una especie de juicio por su crimen, diciendo Misumi que él no juzga a nadie, que es a él a quien siempre juzgan, y le cuenta ahora que no se escapó un canario, que él dejó que se escapara y se pregunta si alguien en alguna parte juega con sus vidas como él con las de los canarios.
Shigemori dice que él no ha sido tratado injustamente, diciendo él que sus padres y su esposa no habían hecho nada y el infortunio los mató y él sigue vivo, por lo que piensa que la vida de las personas está decidida.
Le pregunta por qué mandó una postal al juez cuando salió, diciendo que por envidia y admiración, pues un juez puede hacer lo que desee con la vida de otros.
Llega el día del inicio del juicio, y Misumi declara, frente a la acusación, lo preparado con el abogado.
Interrogan luego a Mitsue sobre el correo enviado, diciendo que se trataba de un asunto de trabajo, aunque no sabe de qué, pues era su marido quien se ocupaba de la fábrica, aunque le hacen ver que el correo se envió desde su móvil, por lo que le preguntan si no le prometió que si mataba al marido le pagaría 10 millones de yenes de los 80 del seguro, del que los 500.000 no eran un anticipo.
Sakie visita a los abogados y les enseña una foto de su móvil en la orilla del río y les cuenta que el señor Misumi había hecho una fogata y ella pasaba por allí de vuelta de la biblioteca y ella le contó que era su cumpleaños y él le dijo que iban a preparar una tarta de nieve y se lo contó todo. Que su padre abusaba de ella sexualmente desde los 14 años y el señor Misumi lo hizo por ella por lo que no son cómplices.
Le preguntan si está dispuesta a contar eso desde el estrado, lo que ella confirma, dispuesta a salvarle la vida, pues, aunque no llegó a pedirle que matase a su padre, ella lo deseaba desde el fondo de su corazón y Misumi lo entendió.
Le pregunta dónde la violaba y cuántas veces, puesto que la fiscalía le preguntará, advirtiéndole que investigarán a sus amigos y saldrá a la luz cualquier cosa, incluso algún robo en tiendas o incluso la mentira de lo de su pierna, diciendo ella que no es mentira, que se tiró del tejado y asegura que aguantará, pues no poder contárselo a nadie era más duro.
Shigemori le pregunta por qué se lo ha contado, diciendo ella que porque no quiere cerrar los ojos como su madre.
Como ni su padre ni él pueden dormir, reconoce que no sabe qué es cierto y qué no, imaginándose a Misumi cometiendo el crimen, pero también a Sakie.
Va a ver de nuevo a Misumi y le muestra la foto con la tarta de nieve con Sakie y que ella confesó que le contó lo de las violaciones, diciendo Misumi que no lo recuerda.
Shigemori le lleva la postal que envió a su padre, que era de 5 días después del de la foto y le dice que para él Sakie se convirtió en la hija que no había visto en 30 años, aunque Misumi dice que esa chica miente mucho y le pregunta por qué mentiría para salvarle a él.
Le pregunta luego cómo consiguió que su jefe le acompañara hasta el río el día del asesinato, puesto que ya lo había despedido, recordándole que le dijo que era por algo muy importante. Por el asunto de las etiquetas falsas, pues una vez al mes una harina de procedencia desconocida llegaba ilegalmente y la compraba por una miseria y sustituía la buena, y que los 500.000 yenes que le pagaron eran para eso.
Le preguntan si entonces se inventó que la mujer le había contratado para juzgarla por ser una madre que fingía no ver lo que le hacía el padre a su hija, asegurando Misumi que todo es mentira, que nunca estuvo en ese lugar del río y que él no lo mató.
Shigemori le pregunta por qué no lo dijo desde el principio, asegurando que lo hizo. Que se lo dijo tanto a la policía como al fiscal, e incluso al abogado cuando fue a verlo por vez primero, pero este le aconsejó que dejara de mentir, pues si confesaba evitaría la pena de muerte
Shigemori le dice que, aunque no le condenen a muerte irá a la cárcel de por vida, diciendo él que prefiere eso a trabajar para un jefe que engaña a la gente, pues en la cárcel al menos no tiene que mentir.
Le pregunta a Shigemori si le cree, diciendo este que ha contado demasiadas versiones.
Le pregunta si le robó la cartera, diciendo que sí, que se la robó el día del crimen. Que amenazó al jefe con revelar lo de las etiquetas.
Le pregunta qué hizo con el dinero, diciendo que se lo envió a su hija.
Le pregunta también por la quemadura en la mano, diciendo que hizo una fogata la noche anterior, pero que no estuvo a la orilla del río.
El abogado le dice que respeta sus intenciones, pero que negar los hechos a esas alturas es una pésima estrategia legal, diciendo Misumi que no le importa la estrategia legal.
Preguntándole de nuevo si le cree, diciendo él que le entiende y le pregunta si quiere arriesgarse, diciendo que sí.
Al día siguiente Settsu niega que le aconsejase declararse culpable y le dice que solo quiere cambiar una vez más de estrategia, insistiendo en centrarse en el testimonio de Sakie, aunque Shigemori dice que la única prueba del asesinato es su confesión.
Settsu piensa que ha empezado a tener miedo y por eso dice esas cosas, y le dice a Shigemori que la fiscal tiene razón y que es de esos abogados que impiden que los asesinos se enfrenten a sus crímenes y perderán y harán un mal papel ante el juez.
Pese a todo Shigemori dice que él debe defender lo que su cliente dice.
Le cuenta a Sakie que Misumi niega que matara a su padre, por lo que prefieren que no diga en la sala que lo hizo para salvarla, aunque ella dice que debe testificar, pero no para satisfacer su sentido de la justicia, sino para salvarle.
Llamada a testificar, dice que no cree que Misumi matara a su padre para quitarle la cartera, tras lo que le preguntan qué clase de castigo quiere que se imponga a Misumi, diciendo ella ante la fiscal que no desea que se le condene a muerte.
Cuando le pregunta si quiere decirle algo a su padre le dice que le está agradecida por darle la vida y educarla.
Misumi cuenta luego que espero al que fue su jefe a la salida porque quería que le diera la cartera, pues estaba furioso porque le había despedido y dice que le quitó la cartera, pero no fue con él a la orilla del río ni le mató y que confesó porque le dijeron que así evitaría la pena de muerte, insistiendo en que no le mató.
El juez reúne de nuevo a las partes y le pregunta al abogado qué intenta a hacer, pues el acusado cambió repentinamente su declaración, y les pregunta si se oponen a los hechos, diciendo Settsu que no, aunque Shigemori dice que sí, y, como habían aceptado antes el cargo de homicidio, que ahora niegan, la fiscal dice que deben aplazar el juicio y comenzar de nuevo, aunque el juez decide que es mejor seguir adelante con el juicio.
Tumbado en su celda, Misumi, ve de pronto por la ventana cómo se acerca un pájaro, al que trata de atraer con comida.
El juez dicta sentencia resolviendo que le condena a muerte, pues las razones negando su culpabilidad carecen de sentido.
Pese a todo, Misumi da las gracias al abogado y estrecha su mano.
A la salida Shigemori ve a Sakie meditabunda y le dice que lo siente, diciendo ella que ha ocurrido lo que él predijo, pues no hay nadie que diga la verdad y se pregunta quién decide a quién se juzga.
Va a ver de nuevo a Misumi y le habla de cómo están ya los cerezos en flor y le dice que ha estado pensando en qué le empujó a negar que hubiera cometido el crimen, pensando que bastaba esa negativa para que Sakie no tuviera que hablar de cosas muy
dolorosas y cree que lo hizo por eso.
A su vez, Misumi le pregunta si esa es la razón que le llevó a él a aceptar su repentino cambio, reconociendo que sí, y le pregunta si se equivocó, diciéndole Misumi que es una buena historia.
Le dice luego que siempre pensó que no debía haber nacido porque solo con su presencia hace daño a los que le rodean, pero que lo que acaba de decir es verdad, hasta él puede ayudar a alguna persona incluso aunque haya un asesinado.