El silencio de un hombre
Le samuraï (1967) * Francia / Italia
También conocida como:
- "El samurai" (Hispanoamérica)
Duración: 105 min.
Música: François de Roubaix
Fotografía: Henri Decaë
Guion: Jean-Pierre Melville, Georges Pellegrin (Novela: Joan McLeod)
Dirección: Jean-Pierre Melville
Intérpretes: Alain Delon (Jef Costello), François Périer (Comisario), Nathalie Delon (Jane Lagrange), Caty Rosier (Valérie), Jacques Leroy (Hombre de la pasarela), Michel Boisrond (Wiener), Jean-Pierre Posier (Olivier Rey)
La profunda soledad de un samurái solo es comparable a la de un tigre en la jungla (Bushido)
Jef Costello fuma en la cama de su pequeño y minimalista apartamento mientras un pájaro canta al lado en su jaula
Sábado 4 de abril. 6 de la tarde
Costello se levanta, se pone su gabardina y su sombrero y sale a la calle.
Observa a un hombre aparcando, y cuando se aleja se sube a su coche y busca entre un manojo enorme de llaves, una que le sirva para arrancar el coche.
Llueve fuertemente y él va con el coche hasta un garaje en las afueras donde le espera un hombre que le cambia la matrícula, entregándole luego unos papeles y una pistola.
De regreso a la ciudad sus llamadas despiertan a una mujer, Jane Lagrange, a la que le dice que debe decir que llegó a las 7'15 y estuvo hasta las dos, diciendo ella que Werner llega de un viaje a esa hora, diciéndole él que entonces diga que hasta la 1'45.
Acude tras ello a la habitación de un hotel donde un grupo de hombres juega una partida de cartas clandestina y les pide que le guarden un sitio, pues estará allí a las 2.
Acude tras ello a un cabaret, el Martey's, donde una orquesta comandada por Valérie, una joven pianista, ameniza la velada con canciones de jazz.
Él se dirige a las oficinas y se dirige a la del director del local, que al verle entrar le pregunta quién es, a lo que le responde que carece de importancia y cuando le pregunta qué desea le responde que matarle, tras lo que saca su arma y le dispara antes de que el hombre use su arma que tenía en un cajón.
Cumplido su encargo, se topa, al salir, con Valéry.
Al salir, vuelve a recoger su coche, que había dejado encendido y tira el arma al río.
Regresa tras ello a casa de su amiga, aunque no llega a entrar. Espera en la puerta hasta que escucha que llega Werner, asegurándose de que al cruzarse con él lo ve.
Entretanto, en el restaurante, proceden al levantamiento del cadáver.
Se encargará del asunto el Superintendente, que pide que se realicen las redadas de rutina y busquen a un hombre alto, joven y con gabardina y sombrero, pidiendo que cada comisaría consiga al menos 20 culpables.
Costello, tras abandonar el coche y coger un taxi, juega en el hotel con sus compañeros de timba, cuando llega la policía, que les pide la documentación a todos y les pregunta desde qué hora está allí, llevándoselo a él para una comprobación de rutina.
Con 400 detenidos, que van pasando para su identificación, los trabajadores del cabaret deben hacer un primer cribado, reteniendo a algunos, sobre todo si llevan armas.
Cuando pasa Costello, las camareras discrepan, pues la mayoría no se fijaron especialmente en él, llegando a decir la encargada del guardarropa que el asesino llevaba bigote, habiendo solo un camarero que sí cree que podría tratarse de él.
Le preguntan por su coartada, yendo Jane Lagrange con Werner, aunque solo pasa ella que les dice que Jef estuvo en su casa hasta la 1'45.
Luego preguntan a Werner, que dice que se cruzó con un hombre que pudo haber salido de su casa, aunque no cree que pudiera reconocerlo.
Pese a ello deciden intentarlo. Hacen una especie de rueda de reconocimiento, intercambiando abrigos y sombreros a algunos de los hombres, reconociendo Werner tanto la gabardina como el sombrero, pese a que lo llevaban diferentes personas, y la cara de Costello.
Vuelven a interrogar a los testigos, que esperan que sean categóricos, habiendo dos que dicen que no era él y un tercero que no, y otro que no está seguro, lo que también dice la encargada del guardarropa.
Pasa de nuevo Valéry, que es la única que lo vio directamente y que en la anterior ronda dijo no reconocerlo, diciendo que está segura de que no es él, pese a que fue la que lo vio más de cerca.
Domingo. 5'45
Ante la falta de pruebas deben permitir que se vaya, cogiendo Costello un taxi hasta su casa.
Lo sigue un policía hasta la calle Lord Byron, quedándose en la puerta por si vuelve a salir, recordándole el comisario que ese número tiene otra salida, viendo que se dirige al metro, pidiéndole el comisario que le siga, aunque el metro llega rápido y consigue escabullirse.
Llega, tras un largo paseo hasta una estación de trenes, y en la pasarela lo espera un hombre al que informa que el trabajo está hecho, preguntándole el hombre si lo detuvieron, a lo que Costello le responde que no tiene importancia.
El hombre le dice que le va a dar lo prometido, aunque en vez de dinero saca una pistola y le dispara.
Consigue evitar que lo remate, atacándolo, aunque el hombre sale corriendo y se escabulle, regresando él a su casa con una herida en el brazo.
Como no es profunda se la limpia y se coloca vendas.
El hombre que encargó la muerte del dueño del cabaret se reúne con otros colegas y le dicen que no pueden dejarlo suelto, ya que creen que puede seguir siendo sospechoso, aunque otro de los reunidos cree que manipuló a su coartada hábilmente y cree imposible que su coartada falle, pues es muy fuerte y consiguió cumplir con su misión sin dejar ninguna pista, recordando que es un lobo solitario.
Pero el que ordenó el asesinato indica que es un lobo herido y dejará huellas, por lo que deben hacerle desaparecer cuanto antes, ya que como la policía no encontrará a ningún culpable no abandonará su pista tan fácilmente pues es el sospechoso número uno, por lo que le dice al matón que ya intentó acabar con él que espera que no se les escape de las manos.
Entretanto, el comisario dice que no hay el mínimo indicio de prueba y su coartada es demasiado perfecta, y está convencido de que la chica miente, por lo que tratará de conseguir que se derrumbe, acusándola de perjurio, pidiendo que no pierdan a Costello de vista.
Domingo. 10 de la noche
Este continúa en cama de la que se levanta para curarse de nuevo la herida.
Cuando sale, tira en la calle un papel arrugado, que poco después recoge un policía.
Por la noche va al restaurante en que tuvo lugar el asesinato, donde la pianista continúa tocando, quedándose desconcertada al verlo.
El camarero que dijo en comisaría no reconocerle le dice que de ser el asesino que busca la policía podrían decir que el asesino siempre vuelve al lugar del crimen.
Dos tipos suben hasta su casa, buscando entre un manojo de llaves la que les permite abrirla, cantando nervioso el pájaro.
Finalmente dan con la adecuada y entran al piso, iluminándose con una linterna hasta que corren las cortinas, tras una de las cuales colocan un pequeño transmisor.
Uno de los dos hombres se queda en un apartamento en el edificio de enfrente, y coloca una grabadora junto al receptor de la señal, en el que escucha solo al pájaro.
Cuando finalizan las actuaciones y la pianista va a marcharse, la espera Costello, que sube con ella al coche.
Le pregunta por qué dijo que no le reconocía
Ella le pregunta a su vez por qué mató a Martey, diciéndole que le pagaron por ello. Valérie le pregunta qué le hizo, diciendo él que no le conocía.
El comisario sigue interrogando a otros sospechosos, llevándole uno de los policías el paquete que Costello tiró en la calle, donde ven que hay algodón y una gasa manchados de sangre.
Costello le dice a Valérie que no tiene tiempo para saber quién odiaba tanto a Martey y lo mandó suprimir, contando él que cuando fue a cobrar intentaron matarle y como no desea que lo hagan debe tratar de encontrarlos antes de que lo hagan ellos.
Él dice que a ella le debió divertir seguir la broma o no debía reconocerle, pues detenido se convertía en un peligro para el intermediario y para el que hizo el encargo y le dice que si es así llegará a él a través de ella
Ella le pide que le telefonee en dos horas. A las 8'10.
Lunes. 7 de la mañana
Una llamada a su puerta despierta a Jane Lagrange, que pregunta si es Jef, y cuando le dicen que sí y abre se encuentra con el Superintendente y con dos de sus hombres.
Revuelven en sus cosas y lo tiran todo, mientras el superintendente le dice que si detienen a Costello la acusarán de perjurio, desacato, entorpecimiento de la justicia y complicidad, por lo que le caerían al menos 5 años de prisión, pese a lo cual le dice que no le ha vuelto a ver, contándole que está en casa de la pianista del cabaret para tratar de provocar su confesión.
Le dice que si le dice allí sin testigos que Costello no estuvo con ella la noche del crimen romperá su declaración y no habrá perjurio, aunque ella le responde que lo que le está pidiendo es que declare en falso a lo que se niega.
Costello regresa de madrugada a su casa, preparándose el vigilante para escucharlo.
Este se dispone a llamar a Valéry, pero nota al pájaro muy excitado y observa que hay plumas fuera de la jaula, por lo que cuelga y empieza a buscar por toda la casa, bajo la cama, en la chimenea o en los cajones o el armario, y en la cocina, descubriendo finalmente el micrófono oculto que coge y apaga, saliendo tras ello a un bar cercano, y utilizando el teléfono público, aunque la muchacha no se lo coge.
Observa que el pájaro sigue muy mal y de pronto se ver sorprendido por el hombre rubio que le hirió y que de nuevo le apunta con su pistola.
Le dice que cometieron dos errores. El primero pensando que su detención y puesta en libertad fueran una trampa, y el segundo que estando en libertad fuera un peligro para ellos y por ello trataron de eliminarle para conjurar ambos peligros, y ahora deben empezar desde cero.
Le da por ello un sobre con el resto de los dos millones de francos viejos que le faltaban y le pide que recuerde que se comprometió y dijo que no habría problemas.
Le entrega además otros dos millones, esta vez por adelantado, para otra operación del mismo tipo.
Le sorprende que no hable, diciendo él que nunca habla con alguien que tiene un arma en la mano, decidiendo el hombre esconder su arma, momento en que Costello se abalanza sobre él y lo derriba y golpea, apuntándolo él ahora y preguntándole quién le envía, diciendo él que no puede decírselo y que no lo conoce y es imposible que le haya visto, aunque finalmente consigue obligarle a decir que se trata de Oliver Rey.
Le pregunta tras ello por ese nuevo contrato.
En comisaría, el superintendente es informado de que descubrió el micrófono y desconfiará por ello mucho más de ellos, por lo que pide que no le pierdan de vista cuando salga de su casa, pidiendo que cubran todas las salidas del metro.
Deja a su atacante atado en su casa y él sale.
Va al metro, siguiendo el superintendente todos sus movimientos desde comisaría, al estar todos los hombres conectados, relevándose los agentes en la persecución.
Pero él se percata cuando la puerta está a punto de cerrarse, y sale del vagón sin dar oportunidad a su perseguidora para hacerlo, por lo que pierden el contacto.
Se queda en el andén al que llega otro agente, mientras mandan a varios coches uno a cada salida de las siguientes bocas del metro.
Lo sigue en la siguiente parada otra agente, corriendo luego tras saltar de la cinta mecánica, consiguiendo despistarla.
Pese a que tienen cubiertas casi todas las salidas, consigue salir por una que no tienen controlada, roba un coche y va al taller de la vez anterior, donde le cambiarán la matrícula, y donde consigue otro arma, aunque advirtiéndole que es la última vez.
Vuelve a ver a Jane, que le asegura que no ha tenido problemas por su culpa, preguntándole qué tiene que hacer, diciéndole él que nada, que lo arreglará todo.
Va tras ello hasta la casa de Oliver Rey, la misma en que estuvo con Valérie.
Cuando ve a Oliver, este le pregunta si no le dieron los 4 millones, respondiéndole que sí, tras lo que le pregunta si acepta el segundo contrato, diciéndole que sí, tras lo que le dice el hombre que no debió ir, sacando un arma, aunque Costello se le adelanta y acaba con él.
Regresa tras ello de nuevo a Martey's.
Le entrega el sombrero a la encargada del guardarropa, que declaró no haberle visto anteriormente asegurándose de que lo ve, y se acerca luego a ver al camarero.
Y cuando sale Valérie para actuar, el camarero le ve cómo se pone los guantes y se dirige hacia la organista, apoyándose en el órgano, pidiéndole ella que no se quede allí.
Él saca su arma y ella, sin dejar de tocar, le pregunta por qué, respondiendo él que porque le han pagado.
Se escucha entonces un disparo, seguido de otros más. Aunque esta vez del comisario y sus hombres, que acaban con Costello.
Cuando uno de los hombres le dice a Valérie que sin ellos la muerta sería ella, el superintendente le dice que no, mostrándoles el arma, en que no había balas.