El hijo de Saúl
Saúl fia (2015) * Hungría
Duración: 107 min.
Música: László Melis
Fotografía: Mátyás Erdély
Guion: László Nemes, Clara Royer
Dirección: László Nemes
Intérpretes: Géza Röhrig (Saúl Ausländer), Levente Molnár (Abraham), Urs Rechn (Oberkapo Biedermann), Sándor Zsótér (Doctor Miklós Nyiszli), Todd Charmont (Falso rabino Braun), Uwe Lauer (Oberscharführer Voss), Cristiano Harting (Busch Oberscharführer), Kamil Dobrowolski (Oberkapo Mietek), Jerzy Walczak (Rabino Frankel), Marcin Czarnik (Feigenbaum), Attila Fritz (Yankl), Amitai Cedar (Hirsch).
Sonderkommando es como se conocía en la jerga de los campos de concentración al grupo de prisioneros que trabajaban para los alemanes durante unos meses antes de ser también ellos ejecutados.
1944. Auschwitz. Un grupo de estos hombres, entre los cuales está el judío húngaro Saúl Ausländer conduce a una nueva remesa de detenidos judíos hasta una gran sala donde un oficial alemán les da la bienvenida y les asegura que hay trabajo bien pagado para todos en el campo, pues necesitan trabajadores de todo tipo, por lo que tras la ducha deberán ir a apuntarse para trabajar.
Les ordenan desnudarse tras ello y dejar su ropa y sus maletas, debiendo ayudar los Sonderkommando a desvestirse a los más ancianos, mientras les conminan a que se den prisa para que no se les enfríe la sopa.
Una vez se cierran las puertas de la "ducha", los Sonderkommando comienzan a recoger toda la ropa de esa gente, debiendo rebuscar entre la misma cualquier papel u objeto de valor, no inmutándose mientras escuchan llorar y gritar mientras golpean las puertas con desesperación a la gente que entró.
Poco después apilan los cadáveres mientras desinfectan y limpian de sangre el recinto tapándose la boca con pañuelos.
Un día, mientras realizan estas tareas, observan que hay un niño que ha sobrevivido al efecto del gas, por lo que se lo llevan al doctor, no perdiendo Saúl detalle del examen al que le someten, comentando el doctor que es el segundo caso que ha visto, por lo que piden lo lleven a la enfermería, ofreciéndose voluntario Saúl para llevarlo, pidiéndole una vez allí al médico, el Doctor Miklós Nyiszli, húngaro como él, que no lo abra, diciéndole el doctor que si es uno de los suyo le dejará 5 minutos con él esa noche, pero que tendrá que quemarlo como a los demás, pues él es solo otro prisionero como él y le han ordenado hacerle la autopsia y documentar el caso y no puede desobedecer.
Cuando sale de allí le pregunta a otro compañero de dónde era el último transporte, aunque no saben responderle, preguntado luego mientras friega el suelo si eran húngaros, aunque solo saben responderle que venían de otro campo.
Y mientras sus compañeros rebuscan entre la ropa de los muertos cosas que brillen, él revisa documentaciones.
Uno de los encargados del comando les piden que le den a él todo lo que puedan esconder que brille mientras transportan a los muertos hasta un enorme montacargas desde el que los envían al horno crematorio.
Ve cómo uno de los guardias sorprende a uno de sus compañeros robando y es golpeado inmisericordemente para lección de los demás.
Saúl habla con el rabino Frankel, de su grupo al que le dice que quiere enterrar un cuerpo, aunque el rabino le dice que lo único que puede hacer es rezar por él, pues no puede hacer otra cosa.
Pero Saúl insiste en que quiere enterrar al niño de forma correcta como corresponde a un judío, por lo que se dedica a buscar a otro rabino, hablándole uno de sus compañeros de uno que llaman el Renegado, que está en otro comando y al que reconocerá por las cicatrices de su cara.
Vuelven a su trabajo cargando con otra remesa de cadáveres, aunque él se despista y se acerca a Abraham y a Biedermann, dos compañeros que discuten, señalando el primero que deben conseguir el paquete que tiene una mujer del Comando Canadá, señalando el segundo que es muy importante sacar fotos.
Abraham no opina lo mismo, pues cree que sería más práctica una acción directa, colocando unas bombas, ante lo que Biedermann insiste en que mostrar los horrores del campo mediante fotografías les ayudará más.
Saúl insiste en salir para buscar un rabino y le dicen que necesita un cerrajero, afirmando Saúl que él fue relojero y es mañoso, por lo que puede arreglar lo que quieran.
Logra así salir al exterior para reparar la cerradura de un almacén con Katz, otro prisionero que le pide que arregle él la cerradura mientras Katz entra dentro donde tienen escondida una máquina fotográfica con la que empieza a sacar fotos de la cremación de cadáveres, algo complicado debido a la intensa humareda.
De pronto Saúl entra dentro, le quita la máquina a su compañero y la oculta en un desagüe, pese al enfado de su compañero que ve entonces que se acercan varios soldados alemanes que les preguntan por lo que están haciendo allí, tirando lo que llevan en la caja de herramientas y buscando sin encontrar nada.
Acabada la cremación, Saúl se cuela en uno de los camiones que van a salir como si fuera uno más de los trabajadores de ese comando, preguntando por el rabino griego.
Cuando los camiones llegan a su destino, junto al río, deben trabajar duro con sus palas para lanzar cientos de kilos de cenizas al agua, fijándose entonces en un tipo con la cara marcada al que le pregunta si es el "Renegado", aunque este no le responde.
Le pregunta tras ello si es rabino y tampoco le contesta, y comprendiendo que nadie lo sabe el empieza a recitar el Kidush, viendo cómo el hombre le tapa la boca para evitar que lo descubran, pese a lo cual se niega a ayudarle, decidiendo Saúl tirarle la pala al agua, debiendo el rabino lanzarse a buscarla, aunque entonces Saúl observa que se va dejando ahogar y se lanza él al agua para salvarlo, ayudándole a salir, estando a punto de ser tiroteados ambos, aunque finalmente les dejan salir, pidiendo un oficial que le expliquen lo ocurrido.
Saúl explica que a su compañero se le cayó la pala al agua e intentó recuperarla, y que perdió la gorra al hacerlo, dejando el oficial que Saúl se vaya, tras decirle que Hungría es un país muy bonito, escuchando mientras va a reincorporarse al trabajo el disparo que acaba con la vida del rabino.
Al ver lo sucedido, Mietek, el encargado de la unidad se da cuenta de que Saúl pertenece a otro comando y lo aborda preguntándole quién es, debiendo Saúl entregarle una pulsera que llevaba escondida en su bota, asegurándole que pronto hará una visita a su comando.
De regreso, el encargado de su comando lo rescata y se lo lleva, preguntándole cómo le fue, aunque él no responde.
Se dirige tras ello a la enfermería, aunque el niño no está allí ya, siendo además sorprendido por un grupo de médicos nazis, debiendo excusarse diciendo que está allí para limpiar, viendo cómo los alemanes se burlan de él antes de echarlo.
Le pregunta a otros Sonderkommando dónde están las "piezas" de la sala de autopsias, aunque lo único que le dicen es que no es su turno y le piden que se marche, aunque en vez de ello busca entre los cadáveres que van a llevar al horno sin éxito.
Mientras sus compañeros recogen las piezas de oro que pudieron esconder él debe decir que no consiguió nada, pese a lo cual Abraham lo defiende, señalando que con lo recogido llega para lo que deben pagar a los guardias.
Saúl, obsesionado con el cadáver del muchacho no escucha los problemas de sus compañeros, y cuando finalmente encuentra a Miklós le pregunta dónde está el chico, diciéndole este que lo escondió del resto de médicos, preguntándole Saúl si no puede reemplazarlo por otro, señalando el médico que no, pues debe hacerle la autopsia y documentar el caso, llevándolo con él y diciéndole que está en la sala de autopsias, donde en efecto encuentra el cadáver del muchacho, decidiendo llevárselo oculto, no haciendo caso a un compañero que le pide que lo devuelva, pues les puede costar la vida, aunque él lo amenaza con contar dónde entierra lo que escribe sobre el campo si dice algo.
Les avisan de que esa noche llegan armas, por lo que le piden que esté listo para la mañana siguiente.
Él insiste en pedirles un rabino, aunque Abraham le dice que lo necesita, tratando de hacer que se centre, siendo requerido por un grupo de los que piensan sublevarse, escuchando al llegar contar cómo escondió la cámara, por lo que lo acogen entre ellos, preguntándole si sabe manejar un rifle, diciendo él que no muy bien, diciendo Abraham que no es soldado, señalando que lo enseñarán.
Les avisan entonces de la llegada de varios camiones que no se esperaban, por lo que despiertan a todos, incluidos los del turno de día para trabajar.
Pero Saúl es enviado por un oficial para limpiar el comedor de los oficiales donde escucha que esa noche deben "tratar" a 1.000 personas, esperando 3 transportes más esa noche, señalando que el trabajo debe estar hecho al amanecer, debiendo haber en cada remesa dos hombres, una mujer y un niño debiendo quitar cenizas cada 2 veces y ventilar cada 12 minutos, debiendo desinfectar al final.
Escucha también cómo le piden a Biedermann una lista con 70 nombres de miembros de su comando que no necesite.
Saúl es enviado a la carbonera para avisar a otro encargado, impidiéndole una vez allí que se marche otro encargado que lo pone a trabajar cargando los hornos con carbón, pues deben estar esa noche en pleno funcionamiento.
Le rescata Biedermann, que le cuenta a Abraham que le pidieron 70 nombres.
Le piden que vaya con otro preso a la zona de mujeres pese a su oposición, aprovechando que son los encargados de llevar la ropa y pertenencias de los ejecutados hasta un almacén donde las presas las clasifican y ordenan.
Una vez allí pregunta por Ella, una de las mujeres que le conoce y que le entrega un paquete, aprovechando la mujer para darle la mano aunque él la rechaza.
A la vuelta ve largas filas de presos, escuchando que los hornos no dan abasto, colándose entre los presos para tratar de encontrar entre ellos algún rabino desoyendo a sus compañeros que tratan de sacarlo de allí.
Ve a un hombre con aspecto de rabino y trata de apartarlo, aunque al ser sorprendido por un alemán se lleva al hombre con los otros mientras sus compañeros le dicen que está loco y que lo van a matar.
Se acerca entonces a él un francés, Braun, que le dice que es rabino, por lo que le presta su chaqueta, razón por la que es confundido con los presos recién llegados.
Sus compañeros, que saben que tiene el paquete de pólvora van a buscarlo señalando a los alemanes que es un Sonderkommando, lo que le vale a uno de ellos que acaben con él, aunque finalmente consigue rescatarlo Mietek que le dice que más le vale tener dos pulseras esta vez, empezando a buscar en sus botas, aunque es reclamado y no puede quitarle lo que guardaba
Ya salvados le dice al rabino que debe ayudarle a enterrar a su hijo.
Acabado el trabajo de la noche pasan lista, viendo que les falta gente, pues hubo bajas, preguntándole a Saúl por el nuevo, diciendo que es de otro crematorio.
El propio rabino Frankel al verlo le pregunta para qué le ha llevado, diciendo él que es rabino y lo necesitan para los muertos, señalando Frankel que para eso está él, diciéndole Saúl que acudió a él y no le escuchó.
Lleva a Braun ante el niño que escondió y le pregunta qué debe hacer.
Aparece entonces Abraham que desea que le entregue el paquete, dándose cuenta en ese momento de que durante los sucesos del bosque lo perdió, señalándole Abraham que lo necesitan.
Llegan otros compañeros a preguntar por el paquete y al decir que lo perdió lo golpean.
Abraham, que ve que tiene a Braun y el cuerpo del niño le pregunta quién es el chico, señalando él que es su hijo, diciéndole Abraham que no tiene hijos, insistiendo él que es su hijo y debe enterrarlo y que el rabino sabrá lo que hay que hacer, pidiéndole Abraham que se deshaga del cuerpo.
Saúl le corta la barba al rabino y por la mañana comienzan a cavar ambos para enterrar al chico, pidiéndoles uno de los encargados que no caben en su zona, aunque él no le escucha y continúa hasta que el sonido de las sirenas les obliga a marcharse.
Él a pesar de todo se lleva el cuerpo del muchacho, diciéndole los demás que van a morir por su culpa, señalando él que ya están muertos.
A Abraham le explica que debe preocuparse por su hijo, que le dice no es de su mujer, sino que es un hijo ilegítimo, asegurándole Abraham que no es su hijo, preguntándole cuándo lo vio por última vez.
Llegan varios soldados y se llevan al encargado del comando, Biedermann.
Luego les pasan revista y durante la misma Miklós le dice que le busque un chico de la misma edad y el mismo pelo.
Abraham le hace ver que ha traicionado a los vivos por un muerto.
Les envían tras ello a trabajar como cualquier otro día, pero al entrar a la sala para recoger la ropa de las personas que enviaron a la ducha, dándose cuenta de que entre esta se encuentra la de otros Sonderkommando, estando la de Biedermann, por lo que todos temerosos de ser los siguientes se suman a la protesta, comenzando de ese modo la sublevación que habían previsto, utilizando las armas que consiguieron, logrando algunos de ellos escapar del campo, y entre ellos Saúl y Braun, cargando con el cuerpo del muchacho hasta el bosque, comenzando una vez en este a cavar su tumba, pidiéndole Saúl al rabino que diga la oración, dándose cuenta de que no conoce el Kadish y que le ha mentido y no es rabino.
Como se acercan los alemanes deben marcharse, viendo cómo Braun sale corriendo de inmediato junto a otro grupo de presos
También él debe huir, aunque más lento debido al peso del cuerpo del muchacho, con el que se introduce en el río para atravesarlo, siéndole difícil no ahogarse con el peso del cadáver, por lo que acaba perdiendo el cuerpo, salvándolo Frankel, el verdadero rabino, que lo lleva hasta la orilla, obligándole a correr una vez en esta pese a su apatía al haber perdido el cadáver del que consideraba su hijo.
Llegan así hasta un cobertizo esperando contactar con la resistencia polaca
Mientras descansan allí son vistos por un muchacho, al que Saúl mira sonriendo.
Pero de pronto el muchacho se marcha corriendo topándose con una patrulla de soldados que le tapan la boca para que no diga nada, escuchando el muchacho mientras corre por el bosque los disparos de los alemanes, que cesan pronto.