El árbol de la sangre
España / Francia (2018) *
Duración: 135 min.
Música: Lucas Vidal
Fotografía: Kiko de la Rica
Guion y Dirección: Julio Médem
Intérpretes: Úrsula Corberó (Rebeca), Álvaro Cervantes (Marc), Najwa Nimri (Macarena), Patricia López Arnaiz (Amaia), Daniel Grao (Víctor), Joaquín Furriel (Olmo), Maria Molins (Nuria), Emilio Gutiérrez Caba (Pío), Luisa Gavasa (Candela), Josep Maria Pou (Jacinto), Ángela Molina (Julieta).
Rebeca y Marc llegan en su coche hasta un caserío.
Antes de entrar en la casa se acercan a un gran árbol cercano, al que él abraza, haciendo que ella haga lo mismo desde el otro lado, hasta juntar sus manos.
En la casa están los muebles cubiertos con sábanas desde que murieron dos años atrás los padres de Amaia, los propietarios de la casa.
Después de revisar toda la casa abren sus portátiles para ponerse a escribir en el mismo lugar en que lo hacía Amaia años atrás, acordando no hablar de política.
Empieza él recordando el verano de 1991.
Aquel año, Nuria Bellmunt, su madre, estaba veraneando en su casa familiar en Lloret de Mar cuando sus padres murieron atropellados y le dijeron que fue un accidente.
Amigos y familiares trataron de consolarla, pero ella se enamoró de un georgiano, Dimitri, que la extorsionaba. La primera vez pagó lo que le pidió para quitárselo de encima, pero la segunda estaba desorientada y con miedo y pagó el doble.
Una mañana apareció el que había sido chófer y guardaespaldas de su padre, Olmo Mendoza, que le contó que él estaba esperando a sus padres en el coche y presenció su atropello a manos de la mafia georgiana.
Le pidió por ello que hiciera su equipaje y se la llevó, pidiéndole que no volviera a la Costa Brava al menos en 10 años, pues su casa va a ser el cuartel general de un jefe de la mafia georgiana y si avisa a la policía la matarán.
Antes de seguir viaje, Olmo paró para bañarse en una pequeña cala.
Nuria se desnudó, como él y se bañaron juntos, besándose y abrazándose apasionadamente, tras lo que hicieron el amor allí mismo.
Cuando salió no vio ya a Olmo. Se quedó sola con el coche y no sabía conducir.
Rebeca recuerda que su madre era la Maca y estaba viviendo su mayor éxito musical con el grupo punk en que cantaba. Y ella fue concebida mientras hacían su último disco, tras acostarse con un tipo del que ni siquiera se acordaba, pues estaba drogo-inconsciente.
Al nacer, ella estuvo entre la vida y la muerte y le abrieron el pecho dos veces.
Su madre le contó que un día, mientras su madre paseaba con ella en el carrito, la paró un hombre que le dijo que era muy fan de su música. Era Víctor Mendoza, que, Rebeca asegura, fue un regalo para su vida.
Sus abuelos Pío Santolaya y Candela López que tenían un cortijo en Sevilla acogieron a Víctor como un hijo.
Pero Maca no estaba bien y se alocaba cuando ella lloraba, por lo que ella misma pidió a Víctor y a sus padres que la ingresaran y Víctor se quedó solo con ella.
Su abuelo le dio trabajo a Víctor como vendedor de chalets y le regaló uno.
Víctor y Olmo eran hijos de Jacinto Mendoza y de Julieta de Paula dos de los 1.500 niños enviados en 1937 desde Bilbao a Rusia.
Jacinto comenzó a enamorarse Julieta la primera vez que la escuchó tocar el piano una pieza que compuso con solo 12 años.
Desde niños, ambos fueron instruidos por la KGB y sus hijos también pasaron una dura instrucción militar, aunque Víctor contaba que aquellos años fueron muy felices.
Pero tras la caída del muro en Berlín, ya no tenía sentido ser espía en España y Víctor y Olmo se fueron a vivir a Lloret de Mar.
Jacinto y Julieta regresaron dos años más tarde a España y se compraron una villa en primera línea de mar en Denia, el pueblo natal de Julieta.
De aquella época tienen poca información de Olmo. Saben que dejó de ser chófer y guardaespaldas y se puso a trabajar en el mundo de la prostitución.
Marc recuerda que llegó a su madre, como editora, el libro de una joven escritora vasca, Amaia Zugaza, "No estoy muerto", que escribió en la misma mesa en que están ellos y que le publicaron y por el que obtuvo numerosos premios, y Nuria se enamoró de Amaia como una adolescente, aunque solo hicieron el amor una vez, en la playa.
Víctor no consiguió que su madre la viera a ella ni que saliera ningún día del hospital para pasear juntos los tres, pues tenía una mezcla entre pánico y vergüenza.
Pero a los 6 años, Víctor tuvo una gran idea.
Como su madre a lo que más temía era a las voces, le enviarían grabaciones con la voz de ella hasta que se diera cuenta de que solo escuchaba ya la suya.
La llamó por teléfono y le pidió que le cantara para irse a dormir, quedando Maca encantada con su voz. Y así, durante varias noches, Rebeca la llamaba por teléfono y le pedía que le cantara, quedándose dormida con su voz.
Olmo estaba buscando un cambio en su vida y Amaia estaba de paso por Madrid tras haber recibido un premio, cuando se cruzaron y se quedaron mutuamente prendados.
Amaia tuvo 5 orgasmos seguidos. Nadie la había hecho gozar tanto.
Él la llevó de regreso al País Vasco. También estaba yéndose y buscaba un sitio con montaña y se quedó de inmediato fascinado por el paisaje y se abrazó al árbol mientras los padres de Amaia lo observaban desde la ventana y le dijo que él podría vivir allí.
Entretanto, Víctor consiguió que Macarena accediera a ver a la niña en la residencia.
La encontraron en el jardín dentro de un gran macetero e inmóvil, colocando sus brazos como si fueran las ramas de un árbol.
Víctor le dice a su hija que es un árbol mágico que conseguirá salir, ponerse el vestido que él le compró y ponerse frente a ella para verse las caras.
Como Víctor era mejor que un padre de verdad, ella decidió llamarlo papá desde ese día y mientras esperaban a su madre.
Cuando apareció esta, Víctor le dijo que querían que se fuera a vivir con ellos, diciéndole su madre que esperaba que no le molestaran sus voces.
Ya en casa, su madre le contó que escuchaba solo una voz, la de un niño.
Tanto Víctor como Olmo decidieron casarse y formar una familia.
Amaia y Olmo se casaron en ese mismo prado y Víctor y Maca en la finca de Pío, aunque ambas bodas estaban separadas 6 años.
De hecho Rebeca y Marc se conocieron en la boda de Olmo y Amaia, con 14 años.
Jacinta y Julieta que vivía desconectada de la realidad, y sin hablar, acudieron a esa boda, pero no a la de Víctor por el orgullo que manifestaban los padres de Maca de pertenecer al bando vencedor de la guerra civil.
Mientras se besaban sus tíos, ella tuvo por vez primera el deseo de besarlo a él.
Recordó la boda de su madre con Víctor, y que vio al novio salir del baño tras haber esnifado cocaína.
Entonces, el hermano de Pío, que les acababa de casar le preguntó a Víctor en qué iglesia había sido bautizado, diciendo él que no está bautizado, yéndose el sacerdote, como si no lo hubiera escuchado para no invalida la boda.
Rebeca preguntó entonces si estaba bautizada, diciendo su abuelo que sí, preguntando Maca cuándo la bautizaron, pues ella no lo recuerda, contándole que en el hospital, cuando ella estaba con la moral muy baja y antes de su segunda operación porque entonces pensaban que podía morir y lo hicieron para que fuera directa al cielo.
En la boda de Olmo y Amaia ella bailó con su padre, fijándose en que su madre se dirigía a hablar con Julieta. Rebeca decidió también presentarse, ya que nadie lo había hecho, llamando a Jacinto abuelo, aunque él le respondió que no era su abuelo.
Pero Maca le dijo a Julieta que Rebeca era su nieta y ella su nuera y le tiende sus manos, donde Julieta actúa como si fuera un piano.
Jacinto le dijo entonces a Rebeca que cuidarla a ella es lo mejor que hizo su hijo.
Amaia le presentó a Nuria a Olmo, y le dijo que era su editora, y aunque ella lo reconoció no le dijo nada a Amaia, pero él, al escuchar el apellido Bellmunt se dio cuenta de que ya conocía a Nuria desde mucho tiempo atrás.
También se acordaba de que Amaia le había contado que una vez se había bañado con su editora. Nuria Se había bañado con los dos novios.
Fue Olmo quien intervino haciendo que Rebeca y Marc bailaran juntos mientras lo hacía su esposa con Nuria.
Llegó una tormenta, igual que en la boda de Maca y ellos se besaban bajo la lluvia. Y entonces vieron que había desaparecido la vaca más grande.
Rebeca y Marc se acostaban bajo el árbol, cuando de pronto Olmo corrió hacia ellos y los apartó de debajo del árbol justo a tiempo para evitar que la vaca cayera sobre ellos.
Tras aquello Marc le escribió una carta, aunque le da vergüenza que la saque.
Ella se la enseñó a sus padres, a los que les gustó mucho, y les mostró su respuesta, donde no le daba esperanza alguna, por lo que le aconsejaron que no se la enviara.
También Marc le enseñó a su madre su siguiente carta, aconsejándole ella también que no la enviara, pues se le veía muy desesperado y se resignó a vivir así.
Ella vivía volcada en su madre y consiguió convencer a su padre para que le bajara la medicación, pues quería más madre.
Estuvieron así hasta que Amaia terminó de escribir su segunda novela, nueve meses.
Mientras comen, recuerdan que en la cocina había fotos de los hermanos de Amaia. El mayor estaba prófugo en México y la hermana en la cárcel, sumando entre los dos nueve muertos. Los mismos que ella hizo revivir en su primera novela, "No estoy muerto".
Al padre de Amaia le gustó la novela porque la vio valiente, pero su madre no la terminó.
A Olmo no le gustaba tampoco que reviviera a los muertos y no le gustaba la novela.
Ella le pidió que le hablara de su pasado, aunque él le recuerda que antes de casarse acordaron que nunca le preguntaría, diciendo ella que lo decidió él, pero que ella no puede vivir ya sin saber qué hizo en esos 14 años en España antes de conocerse y quién es realmente, y comenzó a desconfiar de él.
Olmo lo notó y empezó a haber una fría distancia entre los dos, aunque el sexo los tenía fundidos el uno al otro hasta la última noche que pasaron juntos.
Fue él a ver el manuscrito de la segunda novela, "Arden los cuerpos" y le dijo que esa le gustaba, pues no tenía muertos y era todo vida, aunque ella sabía que era porque reflejaba su pasión y el sexo, lo único que les une.
Iba a ser su primera separación. Ella tenía que ir por un día a Barcelona para darle a Nuria el manuscrito en mano y firmar el contrato y le preguntó si le encontraría a su regreso, pues desea replantearse su relación.
Nuria y Marc salen afuera para observar la luna llena.
Recuerdan que por la mañana Olmo llevó a Amaia al aeropuerto y ella le pidió un buen beso de despedida y llevarse su sabor, aunque tras dejarla, recogió a otra mujer, una rusa llamada Veronika.
A Nuria no le gustó la novela erótica de Amaia y le dijo que no iba a publicarla, por su bien, pues consideraba que no estaba a la altura de la primera.
Veronika le indica a Olmo, en ruso, que hay un tipo que va por libre al que debe darle una lección, pues les está quitando terreno.
Marc creía que sus abuelos murieron por un accidente, pero un día su madre le contó a Amaia cómo conoció a Olmo en su casa de Lloret de Mar.
Le hizo citarse con Dimitri, el georgiano, su amante, para decirle que tenía algo muy interesante que ofrecerle, y cuando llegó Dimitri él lo sorprendió por detrás y acabó con él como un profesional.
Volvieron los gritos del niño a su madre. Esta quería componer algo, como cada vez que había luna llena, pero las voces no le dejaban, diciéndole a Rebeca que, desde que nació ella no volvió a ser la Maca y no volvió a escribir ninguna canción.
Solo escucha cómo el niño, que la llama madre le dice que le odia y que le mate de nuevo, amenazándola a ella con un cuchillo, diciéndole Rebeca que luche y lo venza.
Julieta, tocando el piano, hace que Maca pare en su amenaza, consiguiendo luego Víctor, al llegar, pararla y sujetarla.
Rebeca recuerda que él esa noche olía a perfume de mujer, aunque su madre nunca le hizo reproche alguno.
Amaia fue a casa de Nuria, donde estaba Marc, desde donde llamó a sus padres, mostrando su preocupación, ya que estos le contaron que Olmo no regresó a casa.
Nuria la abraza para consolarla y hacen tras ello el amor mientras Marc se masturba en su habitación y Olmo hace el amor con Veronika.
Al día siguiente, cuando regresó a casa, Amaia lo llamó y le dijo que no había dormido en casa, diciendo él que si lo deseaba se lo ponía fácil, marchándose, viéndolo los padres de Amaia marcharse, con pena por su hija.
Víctor le propuso a Olmo que se fuera a vivir con ellos y Rebeca le cedió su habitación, aunque compartiendo armario.
Pasados los años, Olmo siempre estaba en casa y Víctor seguía llegando tarde.
Marc vivía con su madre y con Amaia, que les cocinaba.
Cuando su madre le contó lo de Olmo, Amaia decidió escribir una novela sobre la mafia rusa en España. Y después de tres años investigando, les contó sus averiguaciones.
Pensaba que Olmo comenzó a trabajar de chófer y guardaespaldas de los padres de Nuria para obtener información de su familia, pues pertenecía a una banda de la mafia rusa de la que su padre, Jacinto, era el jefe.
Había mandado desde Rusia a sus hijos para que se establecieran en la Costa Brava, aunque también estaban en Lloret de Mar los georgianos, que atropellaron a sus padres para dejar a Olmo fuera y poder extorsionarla a ella, y de hecho la obligaron a venderles la casa por una miseria, convirtiéndola luego en el cuartel general de la mafia georgiana.
Amaia está convencida de que si no hubieran aparecido los georgianos sería Olmo el que hubiera ocupado su casa.
Amaia adivinaba algo turbio en el hombre con el que se casó, pero no lo veía peligroso.
Marc se extraña de que ni Amaia ni Rebeca se percataran de lo raro de sus tatuajes.
Rebeca le cuenta que Víctor llevaba solo uno, con la cara de Maca, pensando Marc que quizá trataba de ocultar otro que tenía debajo
Rebeca y Olmo fueron juntos a la boda de Amaia con Nuria.
Mientras iban en el coche, ella le dijo que quería confesarle algo que le ocurría desde cuatro años antes, desde los 14, recordándole él que tenía 30 años más que ella y es su tío, a lo que ella le respondió que su sangre no corría por sus venas.
En la boda, y cuando las novias se daban el "sí quiero", ella le dijo a Olmo que ella también quería.
Él felicita a su anterior esposa, aunque le extraña que no estén sus padres, diciéndole ella que no lo saben todavía.
Le dice también que no publicó su novela, pero que está escribiendo otra y quería hablar con él sobre su experiencia con la mafia rusa, preguntándole si hizo un pacto de silencio, siendo la respuesta de él un beso en los labios.
Marc se acercó entonces a Rebeca y la besó también.
Le pregunta qué sintió entonces por él, diciendo ella que le gustó que la besara dos veces y su forma de mirarla.
Él le contó que iba a estudiar cine en Alicante para no vivir con dos recién casadas.
Luego bailaron juntos y lo besó cuando vio que les miraba Olmo y para darle celos.
Pero en septiembre los dos se fueron a estudiar cine a Alicante.
Aquello cambió sus vidas, y, aunque hacían el amor cada día, los fines de semana cada uno volvía a su casa, él a Barcelona y ella a Madrid.
Él recuerda que cuando acordaron contarlo todo, dijeron que incluso sus secretos.
Empieza él, contando que fue durante los fines de semana en Barcelona cuando Amaia le fue contando las averiguaciones que iba conociendo de los Mendoza.
Se enteró así de que Víctor, era, de hecho el superior de Olmo.
Al principio se dedicaban a blanquear dinero comprando apartamentos, hoteles o casas de lujo, pero con la llegada de Jacinto empezaron sus actividades criminales.
A Nuria empezó a darle miedo que conocieran sus averiguaciones y le hicieran algo.
Los dos hermanos estuvieron viviendo un año en Denia en el 92, el año en que ellos nacieron, obedeciendo todas las órdenes de su jefe.
Luego se independizaron y abandonaron la casa de su padre, dedicándose uno de ellos a la prostitución, formando el otro una familia, la de ella.
Ella dice que iba cada fin de semana a su casa debido a una fuerte crisis de su madre.
Recuerda que una noche la escuchó cantar mientras se bañaba., viendo, al llegar al baño que se había cortado las venas, llevándola con Olmo al hospital.
Allí tuvieron que cambiarse la ropa, pues estaban manchados de sangre. Ella entró al lavabo de los hombres, donde estaba lavándose Olmo y se quitó la ropa para lavarse también y él pudo tocar su cicatriz del pecho, de cuando la operaron de bebé.
Víctor llegó muy tarde y su abuelo le dijo que no podía excusarse diciéndole a su hija que había estado trabajando en su empresa porque no era verdad, acusándolo de drogadicto, diciéndole Víctor que él no podía darle lecciones de moral, debiendo salir ella a mediar entre ambos.
Rebeca se marchó con Olmo mientras su padre se quedó en el hospital.
Le preguntó si recordaba su verdad más grande, diciéndole que había crecido y que muchas noches soñaba con él y que tenían la noche para ellos solos.
Marc recuerda que a partir de aquel suceso la notó más distante y fría en la cama, aunque ella dice que fue una época muy dura en su familia.
Su padre cambió de empleo y tenía que pasar los fines de semana fuera de casa y sus abuelos se llevaron a su madre a vivir con ellos y le aumentaron la medicación.
Él le propuso entonces pasar la Semana Santa juntos en una casa rural en el Pirineo, diciéndole Rebeca que sí, pero sin entusiasmo.
Llamó a Olmo, que le dijo que se iba durante un tiempo. Pensaba ir al Pirineo a una casa cerca del Monte Perdido con una vieja conocida. Y cuando Marc salió de la ducha, ella le dijo que su madre había tenido otro delirio y tenía que irse.
Al conocer la verdad ahora, Marc se enfada y le dice que le da asco y sale fuera. Le dice que por fin ha conocido su verdad y ha dejado de creerla.
Ella le recuerda que pasó un año con él en el postoperatorio y llevan dos años viviendo juntos y esa verdad está vieja.
Pero él le dice que no quiere saber más de esa historia y se la regala, tras lo que recoge su ropa y le dice que se vaya en tren a Bilbao y desde allí podrá volver a Madrid.
Ella le suplique que se quede hasta que acaben la historia y que luego se marche y se dé un tiempo para pensar en ellos, aunque él no quiere escucharla y se va.
Al llegar a Barcelona, Amaia le pregunta por lo sucedido, saludando él a su pequeña hermana, Xian, una niña adoptada de origen asiático.
Le cuenta que les falta el final de la historia, diciéndole Amaia que entonces no vale nada y recuerda que ella los animó para despejar las sombras de su relación, sabiendo que les iba a doler.
Maca le dice a Rebeca que no haga nada y se deje llevar, proponiéndole Víctor ir juntos a veranear a Denia, y al final del verano estará mejor.
Fueron en efecto a Denia a la casa de los abuelos, aprovechando ella para preguntarle en qué trabajaba su padre, respondiendo Víctor que en negocios, preguntando ella si en negocios de tráfico de droga, de blancas o de armas, extorsión, o estafas.
Van la playa
También lo hace Marc en Barcelona con Amaia y Xian.
Un día, Rebeca vio a su madre frente al piano, escribiendo. Le dijo que estaba componiendo y que después de 25 años tenía algo que decir. Que había vuelto la Maca gracias a Julieta.
Como ella, su abuela había sufrido mucho, y al saberlo todo se encerró en sí misma. Y les ocurrió a ambas a la vez, el año en que ella nació.
Dice que si hubieran hablado entonces Julieta habría salido de su letargo y ella habría expulsado la voz del niño
Rebeca le pregunta qué ocurrió en su operación, diciendo que se lo cantará.
Le escribe a Marc tras ello, pues tiene algo importante que decirle, una revelación que Julieta le hizo a su madre cuando la operaron a ella siendo bebé.
Marc le pregunta a Amaia si sabía que a Rebeca la operaron nada más nacer y que tuvieron que abrirle el pecho dos veces.
Amaia le cuenta que le hicieron un trasplante múltiple de órganos, siendo el donante un niño de una chabola de las afueras de Madrid, aunque antes tuvieron que hacerse con varios para ver su grupo sanguíneo y ver si eran compatibles, aunque se niega a contar quién mató al niño, pues ella ni siquiera tuvo fuerzas para terminar su novela.
Marc le escribe y la anima a ir a por el final, comenzando a escribir donde lo dejaron.
Recuerda Rebeca que tras mentirle, ni siquiera fue a ver a su madre. Fue a casa de su padre para ver a Olmo, pues estaba obsesionada con él, escuchando al llegar una fuerte discusión de los dos hermanos, gritando Víctor que es él quien hace todo con la gente y diciéndole Olmo que tenga cuidado con la coca que lleva dentro.
Ella se escondió en el coche de Olmo mientras Víctor le pedía que no regresara.
Pero Víctor la vio y le preguntó a su hermano qué estaba haciendo con Rebeca, asegurando que sabía que estaba pasando algo aunque no se lo quería ni imaginar.
La sacó del coche, empezando tras ello una pelea entre los dos hermanos, quedándose Víctor en el suelo tras ser golpeado por Olmo, pese a lo cual Rebeca le dijo que lo sentía, pero que tenía que irse con Olmo porque era superior a sus fuerzas.
Y mientras se marchaban, Víctor empezó a sentir un infarto.
Marc recuerda que, como ella le dejó plantado le acompañaron su madre y Amaia al Pirineo, estando muy ilusionadas con la próxima adopción de Xian.
Sigue Rebeca, contando que sus abuelos estaban también de viaje. Habían quedado con su tío abuelo, el cura, en Torreciudad, en Huesca y su madre iba con ellos.
Víctor trataba de hablar con ella para pedirle ayuda por su infarto.
Olmo habla en ruso con Veronika, contándole luego a Rebeca que rompió con ella y se dirigen juntos hacia Monte Perdido.
Iban de viaje cuando la llamó Marc para decirle que iban por una carretera de Lleida, entre Albífar y Cemalles, viendo ella que también ellos van a llegar a Albífar.
En el coche en que va Marc y que conduce Nuria están molestos porque les sigue muy de cerca un coche de gran potencia, y les extraña que no les adelante, notando, cuando lo hace que el coche no responde, por lo que acaban saliendo de la carretera y dando varias vueltas de campana, mientras Rebeca lo escucha todo.
Por esa misma carretera, y antes que ellos, viajan también los abuelos de Rebeca, que, al llegar a la altura del accidente, ven que salen unas vacas del prado, sin tener Pío tiempo para reaccionar, por lo que la cabeza de una de las vacas acaba en el coche.
En ese momento Víctor está en el hospital debido a su problema de corazón, cuidado por Maca.
Minutos después se topan Rebeca y Olmo con el accidente de sus abuelos en la carretera, habiendo alcanzado la vaca con su cuerno a la abuela, aunque Rebeca sale corriendo hacia el coche de Marc, Nuria y Amaia.
Marc todavía no había perdido el conocimiento cuando llegó Rebeca, aunque no recordaba luego que Rebeca estuviera allí.
Los guardias civiles y las ambulancias se llevan a todos los heridos, observando Olmo que Amaia está viva pese a que en principio no respondía.
Rebeca corre a contarle a Nuria, mientras se la llevan en la camilla que Amaia está bien, confesándole Nuria en ese momento que Olmo es el padre de Marc.
En el hospital, Olmo le dice que Amaia está bien y tiene solo un brazo roto, pero que Nuria murió en la ambulancia.
Ella rompe a llorar pensando en Marc y le dice que Nuria le confesó que es hijo suyo.
Llevan también a Pío, su abuelo, que está confuso y le cuenta que atropelló a una vaca.
Sale entonces el doctor diciendo que no se puede hacer nada por Marc, pues tendrían que hacerle un trasplante multiorgánico, algo muy complicado.
Pío dice que también deben hacerlo por su mujer, aunque el médico le dice que por su mujer no pueden hacer nada ya.
Olmo le pregunta por el grupo sanguíneo de Marc, diciéndole ella que es 0 negativo, diciendo que él le llevará un donante, recordándole a Pío que ya lo hizo una vez por Rebeca y que ahora lo hará por él.
Le dice, antes de irse, a Rebeca, que es lo que más quiere en el mundo.
Lo ve un momento después corriendo a toda velocidad por un largo pasillo del hospital hasta chocar su cabeza contra la pared, cayendo muerto.
Solo en ese momento Marc se da cuenta de que lleva dentro los órganos de Olmo.
En Denia, Jacinto recibe la noticia de la muerte de su hijo, por lo que coge su pistola y le dispara a Julieta en la cabeza, para suicidarse luego él.
Después de lo que le ha contado Rebeca, Marc despierta a Amaia para preguntarle si Víctor y Olmo mataron al niño cuyos órganos sirvieron para salvar la vida de Rebeca, respondiéndole ella que sí, tras lo que le pregunta si ese fue su último trabajo para sus padres, respondiendo también que sí.
Llegados a ese punto, Rebeca dice que no tiene más que aportar a esa historia.
Amaia le indica a Marc la dirección de la casa de Denia.
Allí, Rebeca va a la playa con su madre y con Víctor, preguntándole a este qué tenía tatuado antes de la cara de Maca, diciendo él que era fan de ella.
Ella recuerda irónicamente la historia de su encuentro, que ya no cree. No cree que fuera un fan que se la encontró en la calle por casualidad cuando paseaba con ella en el carrito tras la operación.
Le pregunta si de verdad era fan de Maca, diciendo él que no, que lo fue después, cuando empezó a escuchar su música mientras le cambiaba los pañales a ella.
Le pregunta cómo aceptó su abuelo que se fuera a vivir con su madre, diciendo él que nunca supo quién hizo el encargo, pues pagó también para no saberlo.
Su familia no supo nada hasta que Julieta se lo contó todo a Maca, que así pudo descansar y dejar de escuchar la voz del niño muerto en su cabeza.
Rebeca le pregunta cómo fue capaz de irse a vivir con su madre y con ella después de lo que hizo, diciéndole que aquel niño le dio su vida y él quiso cuidarla a través de ella y empezó a quererla como hija y se sintió padre y luego se enamoró de Maca.
Le pregunta cuál de los dos hermanos mató al niño, diciéndole Víctor que lo hizo él, dándole ella las gracias y besándolo, haciéndolo también, y a la vez, Maca, lo que hace llorar a Víctor.
Rebeca va a bañarse, descubriendo poco después en el agua, y junto a ella a Marc, que llegó hasta Denia y reconoció la mansión de su familia, sonriendo Maca y Víctor al verlos abrazarse.