Te cuento la película

Después de la tormenta
Después de la tormenta

Umi yori mo mada fukaku (2016) * Japón

          También conocida como:
                    - "Tras la tormenta" (México)

Género: Drama familiar

Duración: 117 Min.

Música: Hanaregumi

Fotografía: Yutaka Yamasaki

Guion y Dirección: Hirokazu Kore-Eda

Intérpretes: Hiroshi Abe (Ryota Shinoda), Y?ko Maki (Kyoko Shiraishi), Kiki Shirin (Yoshiko Shinoda), Yoshizawa Taiy? (Shingo Shiraishi), Satomi Kobayashi (Chinatsu Nakashima), Ikematsu Sôsuke (Machida Kento), Lily Franky (Yamanabe), Isao Hashizume (Mitsuru Niida).

La radio anuncia un nuevo tifón, el número 23 del año-

Yoshiko prepara con su hija Chinatsu cartas, entre ellas una para el jefe de su marido, al que este siempre le pedía adelantos y luego tenía que pedirle a su hermano dinero, asegurando sentirse aliviada tras su muerte, diciéndole Chinatsu que debe buscar más amigas.

Ryota llega en el tren a la estación Kiyose, y come rápidamente antes de coger un autobús hacia la casa de su madre.

Al llegar a su barrio, una vecina le pregunta a qué se debe que esté allí, diciendo que va a recoger algunas cosas tras la muerte de su padre.

La vecina le dice que ella regresó al barrio pensando en sus padres debido a que un hombre murió solo en su casa y no quería que a ellos les pasara lo mismo.

La mujer recuerda que sus padres estaban orgullosos de él cuando premiaron su novela, aunque él cree que su padre nunca leyó ninguna novela.

Mientras no le ve su madre rebusca en los cajones, encontrando billetes de lotería y papeletas de la casa de empeño y una colección de sellos.

Le dice a su madre que quería llevarse algo de recuerdo de su padre y le pregunta por el pergamino Sesshu, que decía su padre que valdría 3 millones de yenes, preguntándole su madre si tiene problemas económicos, y aunque él dice que le dieron una bonificación ella le dice que miente muy mal y le dice que en realidad el pergamino no tenía nada de valor y ella tiró todas sus cosas el día después del funeral.

Él no entiende que tirara todo después de 50 años juntos, diciendo su madre que precisamente por eso lo tiró.

Le pregunta luego si su hermana va mucho por allí, diciendo que va cuando quiere que cocine para ella y le dice que allí no queda nada que puedan llevarse.

Ve, desde el balcón, lo silencioso que es el barrio, pues no hay ya niños, dice su madre.

Ayudándole a mover un mandarino que plantó de pequeño, rompe uno de los cristales de la puerta de la terraza.

Su madre le dice que no debe ser fácil escuchar a escondidas y colarse en casa de la gente y le pide que tenga cuidado, diciendo él que no le pasará nada, que solo se está documentando para la novela, diciendo la madre que le da rabia no poderle contar a su hermana a qué se dedica de verdad.

Le da un billete a su madre, que, aunque en principio lo rechaza porque dice que tiene bastante con su pensión, finalmente lo acepta, y le pide que le compre un piso como hizo el hijo de los Shibata con sus padres, aunque le dice que ya sabe que no puede.

Cuando la ayuda a bajar el papel a la basura, topándose con un hombre, el señor Niida, que dice la madre, le da clases de música, diciéndole el hombre que leyó su novela "La mesa está vacía".

Su madre le cuenta que se reúnen en su casa y estudian y es también viudo.

Mientras esperan al autobús, su madre le pregunta por Shingo, que le cuenta que juega al béisbol, y le pregunta luego por Kyoko, y le dice que está como siempre, ocupada con el trabajo.

Va a una casa de empeño y consigue que le den 3.000 yenes por una máquina de fotos que cogió de su casa, reconociéndolo el dueño como hijo de Shinoda, cliente habitual y le cuenta que una vez le dijo que necesitaba dinero para operar a su hijo de un tumor cerebral y le llevó un pergamino, reconociendo Ryota que no era cierto.

Le dice que el pergamino era un Sesshu, pero era solo una reproducción, aunque la caja era auténtica.

Con su compañero de la agencia de detectives, se reúnen en una cafetería con una mujer a la que estuvieron siguiendo y le muestran las fotos que tomaron de ella con su amante con el que se dirige a un hotel de citas, y que le servirán a su marido para su divorcio sin tenerle que pasar una pensión.

Le dicen que han decidido enseñárselas antes a ella que a su marido porque podrían hacer desaparecer las pruebas por si les paga.

A cambio, mostrarán a su marido otras fotos de ella en una reunión, aceptando ella, diciendo que desea encargarles un trabajo adicional.

Pero en vez de ingresar el dinero, Ryota lo apuesta en una carrera ciclista y lo pierde.

Acaba pidiéndole dinero prestado a su compañero Machida.

En la oficina reconoce que se siente vivo cuando escucha la campana con las apuestas.

Informan a su jefe que no parece que el cliente que les contrató tenga razón, pues su mujer no tiene un amante.

Lo despierta Machida y con él van hasta el campo de béisbol, donde está jugando su hijo Shingo, aunque lo observa con unos prismáticos, viendo también a su ex mujer, feliz con su nueva pareja.

Observa que el novio ya le compró un guante a su hijo para jugar, mientras que él se gastó el dinero que le dejó su compañero para comprárselo.

Ve que su novio además le enseña técnicas a Shingo, pues fue jugador y van luego a un restaurante.

Mientras el niño va al baño, Kyoko le cuenta a su novio que de cuando en cuando su hijo va a ver a su abuela porque la quiere mucho.

Aprovechando ese momento, Ryota secuela en el baño para poder hablar con su hijo y le pide que le pregunte a su madre si se va a casar con su novio.

Arriba, Kyoko le cuenta a su novio que Ryota era novelista, pero pasa por un mal momento, y cuando el novio le dice que no cree que su hijo deba pasar tanto tiempo con alguien que es tan poco de fiar.

Ryota los sigue hasta su casa y los ve despedirse, observando cómo toca la cabeza de su hijo para que despedirse y va que este se ríe y se enfada, preguntándole Machida si no estaría mejor ignorando que existe ese tipo.

Le proponen escribir algo para un manga, pues el dibujante quería conocer a un jugador experto, dejando si lo desea, que utilice un seudónimo para no dañar su carrera, aunque dice que en principio que no.

Va a ver a su hermana que trabaja en un supermercado, pidiéndole esta que no vuelva a meterlos en ninguna novela y que se rinda, pues ganó el premio hace ya 15 años.

Le pregunta también por qué le dio dinero a su madre si no lo tiene, y ahora va a pedirle un préstamo a ella, como hizo su padre, que también fue a pedirle dinero un mes antes de morir.

Él dice que odia que lo comparen con su padre, pero es igual que él.

Recuerda que su madre escondía la cartilla de ahorros en una media que metía entre el arroz, aunque su padre la encontró, contándole su hermana que luego comenzó a esconderlo en la parte de arriba del armario.

Su madre acude a las clases de música, donde estudian a Beethoven.

En su siguiente trabajo, Ryota chantajea a un estudiante que tiene una aventura con su tutora, consiguiendo que le dé dinero para no hacerlo público

Machida le anima a olvidarse de Kyoko, pues es probable que vuelva a casarse, y si lo hace dejará de pasarle una pensión, aunque él teme que no podrá volver a ver a su hijo tanto, diciéndole su compañero que su hijo le verá si quiere hacerlo.

Recuerda que de estudiante soñaba con ser funcionario para no acabar como su padre.

Investigan el caso que les encargó la mujer a la que chantajearon, ayudándole su compañera Manami, con la que acude, vestida esta como una prostituta hasta el hotel, al que va el marido de la mujer con su amante y se alojan en la habitación de al lado.

La mujer podrá ahora, gracias a esas fotos, llevar la iniciativa que le reportará grandes beneficios cuando estaba a punto de perderlo todo.

En la oficina, su jefe le dice que ahora puede trabajar allí a tiempo completo, aunque él le dice que está allí solo para documentarse para su novela.

El jefe le pregunta si su novela se refiere a un mal detective que chantajea a un adolescente por dinero, para decirle a continuación que el adolescente al que chantajeó es el hijo de su anterior jefe de cuando era policía, por lo que le pide que le devuelva el sobre, reconociendo que le sacó 30.000 yenes, aunque ve que hay más dinero debido a que pasó por el velódromo y ganó algo de dinero.

Su compañero le deja dinero para que compre unas deportivas a su hijo, pues él todavía guarda el guante de béisbol que le regaló su padre con 9 años.

Queda con su mujer, pues le toca estar con su hijo, aunque ella le existe antes que le entregue el dinero que le debe, diciendo que se lo llevará por la tarde.

Va con su hijo a una tienda y le compra, en efecto unas deportivas, aunque antes las roza para conseguir una rebaja.

Van a tomar algo, contándole el niño que le preguntó a su madre, como le dijo él, si le gustaba ese hombre, diciendo ella que sí, y cuando le preguntó si le gustaba más que papá, dijo que a su padre ya lo había olvidado.

Compra un billete de lotería con el hijo.

Llama luego a su madre para ir a verla con Shingo, aunque su hermana, que está allí con sus hijas le pide que tenga cuidado con él, pues trama algo.

Al pasar junto al parque de enfrente de su madre, donde clausuraron un tobogán en forma de pulpo, recuerda que una vez se quedó allí con el abuelo durante un tifón.

Le pregunta a su hermana qué hace allí, preguntando ella si arruinó sus planes, diciéndole luego que fueron para que su marido arreglara el cristal que él rompió.

Su hermana le pide que no se aproveche de su madre antes de marcharse para evitar allí el tifón, diciendo Ryota que él también se irá e irá Kyoko a buscar a Shingo, diciendo el cuñado que pueden esperarse para verla, pues ahora ya no es su cuñada.

Llega esta cuando sus ex cuñados están ya en el coche y se disponen a marcharse.

La abuela le saca una toalla, pues está empapada, reprochando ella a Ryota que haya hecho eso, pidiéndole la mujer que pase, preparándoles la cena.

Luego la abuela les pide que se queden esa noche para que no estar sola con la tormenta, diciendo Kyoko que no llevó ropa para cambiarse, y además el taxi tardará al menos media hora, por lo que finalmente aceptan quedarse.

El niño le dice a la abuela que no quiere ser como su padre, pues su madre se separó de él porque dejó de gustarle cómo era, aunque él mismo sueña con que les toque la lotería para poder volver a vivir todos juntos comprando una casa grande.

Le propone a su madre jugar al juego de la vida.

Mientras el niño va a bañarse, él le pregunta a Kyoko si juegan, diciendo ella que jugar con él sería como un mal sueño y le pide que no le inculque a Shingo su pasatiempo, pues quiere enseñarle que debe trabajar y no apostar para ganar dinero.

Pero él dice que es comprar un sueño, aunque ella dice que es apostar.

La madre les prepara un futón para que puedan dormir los tres juntos pese a que le recuerdan que ya no son pareja.

Él está contento de cómo redacta Shingo y dice que le mandará una selección de libros.

Ella le pregunta si escribe, contándole que ha pensado en aceptar hacer el texto de una serie manga, algo que recuerda ella que siempre le sugirió, diciendo él que si lo hace podrá pagar la pensión regularmente, que es lo que ella le pide para poder ver al niño.

Él dice que quiere responsabilizarse como padre, preguntando ella si llama responsabilizarse a verle una vez al mes y le pregunta por qué no lo intentó unos años antes, reconociendo él que tiene razón.

Él le pregunta si ha conocido a otro, diciendo ella que sí y le pregunta si se han acostado, diciendo ella que sí, que ya no son adolescentes, pero que no sabe si van a casarse, indignándose él de que se acostara con él sin saber si iban a casarse y luego le reprocha que fuera con "ese" hombre, dándose cuenta ella de que lo conoce y lo ha visto con ella, y le dice que ha caído muy bajo.

Le pregunta si quieren hijos, diciendo ella que cabe la posibilidad, diciendo Ryota que por eso le corre tanta prisa casarse y le dice que es calculadora, diciendo ella que simplemente planifica su vida y que los adultos no viven solo de amor.

Él la acaricia y ella se enfada, diciendo él que son adultos, diciendo ella que está su madre, preguntando él si le importaría si no estuviera su madre, pues a ella le gustaría juntarlos de nuevo, preguntando ella, tras golpearlo si planearon los dos esa encerrona, asegurando él que no.

Ella vuelve a preguntar por sus 100.000 yenes, diciendo él que pagará, diciendo ella que ve a su hijo, pero no paga, por lo que le dice que será la última vez.

Cuando se duerme su madre, Ryota busca en el escondite donde le dijo su hermana que guardaba su madre el dinero, en el armario, aunque cuando lo encuentra ve que solo hay cartones y una nota de su hermana que sabía que lo buscaría allí.

Sigue buscando por la casa, pero sin éxito.

Su madre se despierta y le dice que le gustan los tifones porque refrescan el ambiente.

Le dice que cuando se mudaron a ese piso sintió alivio porque no tendría que preocuparse más por que los tifones, pues en su casa anterior le daba miedo que se volara el tejado, pero que no pensaba que iba a estar 40 años en ese piso y en ese barrio, diciéndole Ryota que siente que su hijo sea un inútil.

La mujer le dice que va a morirse, y probablemente será allí, pues nota que tiene menos fuerza y que le necesita a su lado cuidándola y que su padre la visita en sueños.

Él dice que se pregunta qué quería su padre en realidad de la vida, diciendo su madre que nunca consiguió entenderlo. Que achacaba todos sus fracasos a la época en que viven y se pregunta por qué los hombres son incapaces de vivir en el presente y se pierden en sueños inalcanzables o se dedican a perseguir algo que creen haber perdido y no pueden disfrutar de la vida así, asegurando que no se puede alcanzar la felicidad hasta que eres capaz de desprenderte de ciertas cosas.

Le dice que a pesar de su edad nunca ha tenido un amor tan profundo como el océano, como dice una canción que están escuchando, y que siguen vivos gracias a eso, porque siguen persiguiendo la felicidad a diario.

Al ver lo profundo de su frase le pide a su hijo que la apunte para su próxima novela.

Cuando se levanta Shingo para ir al servicio, le propone ir juntos al tobogán llevando galletas de arroz, pastelitos y golosinas.

La madre se preocupa por si fueron a la torre, pero Kyoko, que también los escuchó la tranquiliza diciendo que fueron al tobogán.

Aprovechando que está despierta y su buena letra, le pide a Kyoko que escriba las tarjetas que estaba haciendo con su hija.

Yoshiko le pregunta a Kyoko si lo suyo está realmente acabado, diciéndole que sí, aunque le agradece que la trate como a una hija no como a una ex nuera.

Le dice que Ryota no está hecho para tener una familia y pensó que si tenían un hijo cambiaría, pero no fue así, diciendo su madre que en eso es como su padre, y le asegura que no volverá a sacar el tema y no volverán a comer sushi, aunque Kyoko le dice que lo harán y que pagará ella.

Yoshiko le entrega luego una caja con el cordón umbilical de Shingo para que lo guarde.

Llora luego preguntándose por qué tuvo que acabar todo así.

Desde dentro del tobogán, Ryota y Shingo observan el tifón y las cosas que pasan volando mientras comen galletas caducadas.

Ryota le pregunta si se acuerda del abuelo, diciendo que sí, que era simpático, aunque sabe que a él no le caía bien, diciendo Ryota que no es así, que simplemente discutieron porque escribió el libro.

Le pregunta a su hijo qué quiere ser de mayor, diciendo este que funcionario, porque nunca podrá ser lo suficientemente bueno para ser jugador de béisbol.

Ryota le dice que él no es lo que quería ser, pero lo importante es seguir intentando ser lo que quieres ser.

Baja también Kyoko al tobogán. Dice que la abuela está preocupada y es mejor volver a casa.

Durante un momento que la pareja se queda a solas, Ryota le dice que no debería acabar así, aunque Kyoko le dice que ya lo ha decidido y que hay que pasar página, diciendo él que lo entiende y que siempre lo ha sabido.

Vuelve el niño y dice que no encuentra la lotería, y entra a buscarla, encontrando entre los tres varios de los billetes en medio de la tormenta, pero no todos.

Al día siguiente hablan en las noticias de los desastres causados por el tifón mientras desayunan, y, cuando salen los tres juntos la abuela los despide desde el balcón.

Ryota vuelve a ir a la casa de empeños con una piedra de entintar, por la que le dan 300.000 yenes, pues es muy buena, mostrándole el dueño de la casa de empeños un ejemplar de su libro que le entregó su padre porque era una primera edición y le dijo que algún día valdría mucho.

Le dice que estaba muy orgulloso y dio ejemplares a todas las tiendas del barrio, pidiendo el hombre que ese se lo dedique, diciéndole que fue un buen hijo para su padre.

Se va luego con su mujer y su hijo hasta el tren.

Le dice a Shingo antes de despedirse que los boletos son suyos.

Se despiden, diciendo él que se verán allí en un mes, recordando ella que entonces le deberá tres meses, 150.000 yenes, diciendo él que no se preocupe, mientras los ve alejarse y ve que Shingo pide a su madre que le entregue las botas nuevas.

Calificación: 3