Cerrar los ojos
España / Argentina (2023) *
Género: Drama
Duración: 169 Min.
Música: Federico Jusid
Fotografía: Valentín Álvarez
Guion: Víctor Erice, Michel Gaztambide
Dirección: Víctor Erice
Intérpretes: Manolo Solo (Miguel Garay), José Coronado (Julio Arenas / "Gardel"), Ana Torrent (Ana Arenas), Mario Pardo (Max Roca), María León (Belén Granados), Petra Martínez (Hermana Consuelo), Soledad Villamil (Lola San Román), Antonio Dechent (Tico Mayoral), Helena Miquel as (Marta Soriano), José María Pou (Ferrán Soler / "Mr. Levy"), Juan Margallo (Doctor Benavides), Venecia Franco (Qiao Shu), Dani Téllez (Toni), Alejandro Caballero Ramis (Patón), Rocío Molina (Teresa).
Triste le Roy. Alrededores de París 1947
Un sirviente chino, Lin Yu, avisa al anciano judío Levy de la llegada del señor Franch.
Le pregunta a Levy de dónde viene el nombre Triste le Roy, y este le explica que de un cuento que leyó, porque además fue un empedernido jugador de ajedrez y en el tablero el rey le pareció siempre una pieza triste.
Dice que le llamó para encargarle la búsqueda de una persona, y que lo eligió a él porque sabe lo que es luchar por un ideal y por eso se puede fiar de él y porque sabe que salvó a muchos judíos como él de manos de la Gestapo ayudándoles a pasar los Pirineos y sabe que añora una vida normal, trabajo, familia y amigos porque piensa que está cansado después de perder su guerra, y si cumple la misión recuperará su vida y hará una buena obra.
Levy le cuenta que es judío sefardí y nació en Tánger, y su familia conservó siempre la llave de la casa familiar en Toledo y que ha cambiado hasta cuatro veces de nombre y ahora le quedan solo unos meses de vida.
Por ello quiere que vaya a Shanghái para buscar a una persona y que se la lleve, y para ello le entrega una foto, lo único que guarda de ella y le cuenta que es su hija, que debe haber cumplido los 14 años y se llamaba Judith y su madre Cheng Jing, que trabajaba en el teatro de las Gatas.
Le cuenta que ella le cantaba las canciones que aprendió de niño, pero su madre le cambió el nombre por Quiao Shu y se la llevó y no volvió a verlas.
Le pregunta por qué tiene la necesidad de verla después de tanto tiempo y le dice que porque es la única persona en el mundo que le puede mirar de una forma distinta y solo quiere su mirada antes de morir.
Miguel Garay, comenta que aquel fue uno de los últimos planos que rodó como actor Julio Arenas, que interpretaba a Franch y desapareció en 1990 cuando rodaba "La mirada del adiós", una película que nunca se terminó y que él dirigía, y, aunque se le dio por muerto, su cuerpo nunca apareció.
Madrid. Otoño de 2012
Miguel Garay acude a una entrevista con Marta Soriano, que dirige el programa "Casos sin resolver".
Le explica que le pagarán una cantidad por sus declaraciones y otra por los derechos sobre la película, de la que dice, solo se conservan dos secuencias completas.
Firma el contrato y Marta le dice que le pasarán las preguntas de la entrevista y dice que si tiene algún material del rodaje les vendrá bien también.
Muchos de los que lo conocieron murieron ya, pero sí encontraron a Tico Mayoral, que publicó entonces en Interviú la historia, que en aquel momento fue todo un bombazo por la desaparición y en más de 20 años no hubo ningún indicio nuevo, asegurando que es para ella el capítulo más interesante de la serie.
Muestran algunas imágenes del making of de la película, en que todo parecía normal y donde sale el propio director.
Este acude a un trastero donde guarda todas sus cosas del que rescata una caja con lo que guarda del rodaje y se lleva algunas cosas.
Unos días más tarde se graba la entrevista.
En ella cuenta que se conoció con Julio Arenas cuando hacían el servicio militar y se reencontraron en Madrid años después.
Estuvieron presos en Carabanchel por desórdenes públicos, propaganda ilegal y asociación ilícita, y, aunque Julio no tuvo nada que ver, como vivían juntos se lo llevaron a él también y aunque se declaró apolítico les plantó cara y lo molieron a palos.
En Carabanchel se hizo el amo del taller de mecánica y les arreglaba los coches a todos los funcionarios y así consiguió que le redujeran la pena y salió al año.
Les contaron que la última semana de rodaje parecía nervioso y le costaba concentrarse, aunque él dice que fue algo normal en cualquier rodaje y que no siguió con este porque creó el personaje pensando en Julio y era muy difícil de sustituir y tendrían que volver a rodar todo lo ya rodado.
Después de aquello no tuvo la oportunidad de volver a dirigir ni lo buscó mucho.
Ya había escrito antes y obtenido el premio Café Gijón y escribió luego dos novelas más y otro libro de cuentos y trabajó en guiones.
Le recuerdan que en la prensa de la época se decía que Julio Arenas tenía muchos problemas íntimos, diciendo Miguel que era una persona difícil, pero también muy generoso y vivía a tumba abierta.
Le pregunta si cree que fue un accidente o un suicidio, pero él dice que cualquier hipótesis es posible. Que hubo un tiempo en que Julio no soportaba la vida e intentaba seguir adelante gracias al cine.
Terminada la entrevista, Marta le pide que hable con la hija de Julio, Ana, para que dé su testimonio, aunque siempre se ha negado. Y, aunque él dice que hace tiempo que no la ve y ni siquiera tiene su teléfono, Marta le dice que ella se lo dará.
Va a ver a su amigo Max, antiguo montador, y que tiene una importante colección de películas de celuloide y señala que ya está prácticamente inservible, pues a quienes les gusta ese material no pueden proyectarlo, encontrando entre tantas latas dos con las secuencias rodadas de aquella película, una de las cuales está sonorizada.
Beben luego recordando los viejos tiempos, y Max le dice que allí le guarda un sitio si lo necesita.
Hablan luego de Arenas y Max le dice que era un gran actor, pero que lo malo es que aceptaba todos los papeles que le llegaban y llevaba muy mal envejecer y que las jovencitas ya no se volvieran a mirarlo.
Llama desde el hotel a Ana y queda con ella en el Museo del Prado, donde trabaja.
Ella le dice que no va a participar en el programa y se pregunta si la gente se acuerda de su padre y recuerda que nunca han hablado ellos de lo que ocurrió.
Ana le dice que leyó que el último viaje que hizo en coche le vieron acompañado por una mujer, y Miguel le dice que eso publicó Interviú, pero el periodista era poco fiable.
Ella se pregunta si fue verdad quién sería, diciendo Miguel que podrían ser varias.
Ella le dice que ha soñado varias veces que estaba vivo, aunque piensa que si está vivo y no aparece es porque no quiere y reconoce que a su hijo apenas le habló de su abuelo y ya ni siquiera ve sus películas cuando las ponen en televisión.
Dice que lo que más recuerda es su voz, más que su imagen, siempre disfrazado.
La llevaba de cuando en cuando a comer, pero siempre volvía a marcharse y nunca fue a buscarla al colegio ni hizo ningún viaje con él y no tiene nada suyo.
Miguel le cuenta que él vive en un pueblo en la costa y hace traducciones y libros de cine para una pequeña editorial, sale a pescar y cultiva un huerto.
Ana le entrega una foto que encontró de él con su padre vestidos de marineros.
Era de 1967. Ella ya había nacido, pero duró con su madre solo un par de años.
Se pasa por la cuesta de Moyano y compra un libro, y encuentra además el primero escrito por él, "Las ruinas", que es de segunda mano y que está dedicado a Lola "por los soles compartidos" y lo compra también.
En su vieja agenda busca el teléfono de Lola y llama, pero el número no existe.
Miguel ve la entrevista de Tico Mayoral, que fue quien publicó todo entonces en Interviú, e insiste en que Julio estaba con una mujer más joven que él y dice que debió meterse en algún lío con una mujer casada con alguien de muy arriba y le costó caro y lo "desaparecieron", aunque dejaron los zapatos para que los encontrara la policía.
Luego Max le dice que esas dos secuencias merecían haber sido proyectadas en una pantalla de cine y sin trocear.
Miguel le cuenta que se marchará en dos días y le pregunta por Lola San Román que fue novia suya y de Julio, diciendo que se cuenta que un día se fue a California con un cantante americano, aunque él dice que le contaron que está por España de nuevo.
Miguel ve una caricatura de Max, que le dice que su hijo tenía una mano estupenda y le cuenta que la última vez que fue se dejó olvidados los guantes de la moto y lo llamó al día siguiente para decirle que pasaría a recogerlos aunque nunca llegó por culpa del coche que se lo llevó por delante y que aún guarda sus guantes y sus cómics.
Miguel habla con Jaime, hermano de Lola, a la que dice quiere localizar antes de su regreso a Buenos Aires, contándole el hermano que está en un pueblo de Segovia.
Llega por la noche en medio de la tormenta con Lola a su casa segoviana.
Ella le cuenta que pasó muchos veranos en esa casa cuando tuvieron que salir de Buenos Aires y le dice que siempre que regresa le gusta pasar por allí.
Le dice luego, ya al calor de la chimenea, que el divorcio de sus padres fue un desastre. Eran dos personas a las que no vio discutir nunca y su madre se dejó morir.
Le pregunta a Miguel por Odette, contándole que hace muchos años que no la ve. Desde el entierro de Mikel, pero cree que está en Bretaña y que se volvió a casar.
Lola le cuenta que vive con Diego, su segundo marido y llevan juntos ya 18 años y que sigue en el mundo de la música, en la Warner, como cazatalentos y en pocos días debe estar de vuelta.
Recuerda que Julio lo llamó durante el rodaje a California, justo una semana antes de desaparecer, para felicitarla por su cumpleaños y le contó que le gustaba mucho el papel que le dio en su película y le contó que lo había pasado muy mal, pero que ya estaba recuperado.
Miguel le dice que no le duró mucho, pues volvió a beber. Que pasó todo de la noche a la mañana la última semana, y aunque él trató que el resto del equipo no se enterara, lo notaron porque comenzó a no recordar los diálogos y dos días antes de desaparecer tuvo que enviarlo al hotel porque no se tenía en pie. Se había enamorado de nuevo, aunque él no llegó a saber de quién era.
Había pasado tres meses en el gimnasio y sin beber, acudiendo cada día a los ensayos. Pero al final se quedó sin amigo y sin película.
Ella dice que acabó por pensar que había sido un accidente, aunque Miguel le dice que alguna vez le escuchó decir que le gustaría desaparecer y rehacer su vida en otro sitio y ha imaginado muchas veces cómo pudo suceder su desaparición en el acantilado.
Cree que pensó en desaparecer y que los demás pensaran que había muerto
Ella le cuenta que cuando dejó California y regresó a Buenos Aires recuperó el barrio de su infancia.
Miguel le entrega tras ello el libro que encontró en la Cuesta de Moyano y que le había dedicado a ella, diciéndole Lola que ella no lo vendió. Que se fue a San Francisco sin nada y lo dejó todo con su madre y cuando ella murió vendieron el piso con todo lo que había dentro.
Él le dice que es para ella de nuevo, pero que no debe volver a leerlo, que él lo intentó y no pudo.
Él le pregunta si recuerda la canción que tanto le gustaba, sentándose ella al piano y cantando para él.
Al día siguiente prepara su maleta para marcharse, aunque luego la tira a un contenedor.
Va de nuevo al almacén donde guarda sus cosas y lee una postal que le envió a su hijo durante uno de sus viajes y mira unas fotos de fotomatón con él, antes de salir de regreso en un autobús nocturno hasta su casa en la costa.
Al llegar a su choco lo recibe Kali, su perro, y Toni, con el que comparte espacio y que lo cuidó en ausencia de Miguel.
Ya instalado, comienza a trabajar en la traducción de un libro y por las noches se reúne con Toni y con Teresa en avanzado estado de gestación, escuchando a Toni cantar mientras toca la guitarra, acompañándolos también Patón, un pescador y discuten sobre el nombre de la niña que va a nacer, que Toni quiere que se llame Estrella o Esmeralda, aunque ella quiere que se llame Juana, que a Toni le parece un nombre muy antiguo.
Patón dice que a él le llamaron Rufino, pero afortunadamente le llaman todos Patón y Miguel dice que allí le llaman Mike un americano que vivía al lado
Pregunta a Toni por cómo va lo de allí y le dice que los dueños quieren vender el solar y que por eso ellos se marcharán en cuanto nazca la niña.
Al día siguiente sale, a las 5 de la mañana, a pescar con Patón en su barco el "Cabogatero" y luego sigue trabajando en la traducción y recoge luego unos tomates de su pequeño huerto.
Le despierta un mensaje de Marta Soriano en que le indica que ponen el programa esa noche a las 10.
Se acerca por ello hasta un bar para verlo, aunque solo aguanta unos minutos. Luego apaga la televisión y se marcha.
Mientras fuma en la playa recibe la llamada de Max. Le cuenta que no pudo verlo entero, contándole su amigo que lo grabó, aunque él le dice que por él puede borrarlo.
Mientras está con Patón, al día siguiente, recibe otra llamada de Marta, y, como tiene poca cobertura hablan más tarde, contándole Marta que ha visto una foto de una persona que se parece mucho a Julio y le da el nombre de la persona que se la envió, Belén Granados, una trabajadora social que asegura que es él.
Rescata de la papelera el dossier del programa que había tirado y se marcha de nuevo, dejando a cargo de Kali a Teresa hasta un pueblo cercano a la residencia de tercera edad "El Pocico" donde habla con Belén Granados, que le explica que cuando vio el programa se dio cuenta de que el actor era alguien a quien ella ve cada día y por eso llamó a Marta Soriano y le escribió y le mandó la foto.
Le cuenta que él ha perdido la memoria completamente y no tiene ni idea de quien es, aunque ella está convencida de que se trata de Julio Arenas, y tiene además otra prueba, la fotografía de la niña china que salió en el programa y que tiene él.
Le ven desde lejos con una carretilla y le cuenta que es el encargado de realizar todos los trabajos de mantenimiento, pues es un "manitas". A cambio lo alojan y le dan un pequeño sueldo que le da para tabaco y poco más.
Le cuenta que le llaman Gardel porque a menudo silba o canta un tango.
Miguel pide que le permitan verlo de cerca, diciéndole Rocío que podrá hacerlo en el comedor como si fuera personal de la residencia.
Le muestra luego la casita donde vive y donde montó su taller, tras rechazar vivir en una habitación como los demás y aprovechando su ausencia le muestra, guardado en su cuaderno de caligrafía, la foto de la niña china, que él observa que es la misma que le dieron en la película y que él fotografía.
Más tarde, en el comedor, y sentado frente a él, observa cómo come sin apenas levantar la cabeza del plato, aunque, cuando lo hace, y lo mira, él sonríe, pero no ve ninguna reacción en Julio.
Le dice luego a Belén que es Julio, aunque lo que más le impresionó fue su mirada, pues lo miró como si fuera nadie.
Ella dice que llamará al neurólogo para que hable con él.
Habla luego con las monjas que llevan la residencia que le explican que les dijeron que era un sinpapeles, aunque siempre le vieron acento de allí pese a que habla poco.
Dice que tres años antes lo encontraron en Motril tirado en un parque y con una insolación y no llevaba documentación. Solo una bolsa con ropa y poco más.
Lo habían visto por el puerto, quizá esperando el ferry de Ceuta.
La monja dice que él fue marinero. Que una tarde él estuvo mirando el horizonte y le dijo que había estado en todos los países del mundo con mar.
El neurólogo les dijo que tenía un problema cerebral.
Le preguntan si sabe si tiene familia, diciendo él que tiene una hija que vive en Madrid.
Miguel les pide que le permitan quedarse cerca de él para ver qué hace o dice o qué recuerda. Pasar unos días allí hasta que llegue su hija.
Le dejan una habitación que tienen vacía en ese momento.
Por la noche sale hacia la casita donde vive Julio, al que ve fumando y dibujando con un palo en la arena. Le pide fuero y le pregunta si es Gardel, diciendo que le llaman así, pero que no sabe su nombre.
Él le pregunta si sabe quién es Gardel, pero no le contesta.
Le pregunta qué canta, comenzando a cantar "Caminito", viendo, cuando se atasca, que Miguel sabe seguir la canción, lo que le asombra, y le hace sonreír diciendo que es el hombre que lo cantó antes que él, diciéndole él que no.
Miguel llama a Ana para decirle que es su padre quien está allí.
Va a hablar con el doctor Benavides. Este le cuenta que estuvo varios días en la UCI y que sufría un trastorno neurológico, provocado entre otras cosas con el alcohol, una amnesia retroactiva que puede borrar de golpe toda una vida y que probablemente sucedió en el momento en que desapareció y ya no supo regresar.
Le dice que una persona no es solo memoria. También sentimiento y sensibilidad y ahí es donde ellos pueden hacer algo.
Le escucha luego trabajando en su taller y silbando y le pregunta si puede ayudar, pues Sor Consuelo le dijo que le iría bien hacer algo, aunque él dice que solo tiene trabajo para uno y él no se piensa morir. Que eso los viejitos.
Le mira las manos y le dice que están trabajadas, casi como las suyas.
Miguel le pregunta si no le conoce, no mostrando signo alguno de conocerlo.
Lo ayuda a encalar una pared.
Sor Consuelo y Belén sonríen luego en el comedor al verlos comer, casi con la misma ansiedad.
En otro momento, en su puerta, Miguel hace un nudo marinero, y ve que Julio luego lo sabe repetir, igual que otros que hace después y le pregunta dónde aprendió a hacerlos, diciendo él que le salen solos.
Miguel le dice que aprendieron a hacerlos en el mismo sitio, y le muestra la fotografía que le llevó Ana de ellos dos vestidos de marineros cuando estaban en el Rayo y se señala y le dice que ese es Miguel Garay, que es él y luego, señalándole a él en la foto le dice que es Julio Arenas, que es él, aunque Julio asegura que ese no es él, ni el otro tampoco es Miguel.
Llega Ana a visitarlo. Le cuenta que ha reservado tres noches en un hotel, y Miguel le muestra las fotos que le hizo.
Le pregunta si a él le reconoce, y le dice que a veces le parece que sí, pero dura un instante pues lo mira como si mirara una pared.
Ana dice que no sabe por qué ha ido y que le da miedo no reconocerle ella a él y teme que no sirva para nada, diciendo Miguel que puede ser, pero que deben intentarlo.
Van al asilo, ya de noche y se acerca Ana, que dice que prefiere ir sola.
Entra y lo encuentra en la cama de cara a la pared.
Se sienta en la cama al escucharla y la mira. Ella le dice que es Ana, viendo cómo él la observa. Repite luego el nombre con los ojos cerrados.
Lo espera al día siguiente frente a su puerta con un gato. Él le cuenta que le da de comer y le cuenta que cree que ha vivido en muchos sitios, hasta en China, y que le gusta ese sitio donde está, por el mar.
Le pregunta si tiene hijos, diciendo él que no, aunque luego dice que no lo sabe. Ignora también su edad y dice que ese sitio está lleno de viejos
Sor Consuelo visita a Miguel en su habitación.
Dice que le contaron que Ana está pensando ya en regresar a Madrid y le pide que no se preocupe, pues Julio estará muy bien allí con ellas.
Le entrega además una caja con las cosas que llevaba Gardel cuando le llevaron del hospital, observando que lleva una tabla conversora de euros, unos dados y el rey del ajedrez.
Por la noche llama a Max al que pide que le lleve las dos secuencias de su película para hacer una proyección para Julio, que le explica, sigue vivo.
Le entrega a Ana sus cosas, aunque ella dice que su padre se fue y no volverá, aunque Miguel le dice que ha tenido una idea.
Cree que en la cabeza de su padre hay algo relacionado con la foto que ha estado guardando tantos años y con ese rey que tiene que ver con la película que estaban rodando cuando desapareció y se propone hacer que vea imágenes de la última película pues en esa escena está él con la niña china y entenderá de dónde viene la foto y cree que lo mejor sería hacerlo en un cine y en el pueblo hay uno cerrado unos meses antes, por ello le pide que no se vaya aún.
Llama también a Marta antes de la llegada de Max con las películas, aunque es escéptico de que sirva para algo, aunque ve que los proyectores de la sala del pueblo están en buen estado, pese a lo cual le dice que los milagros no existen. Que Arenas está ido, pero sabe lo que quiere por lo que vio cuando cenaron el día anterior con él en el asilo y solo confía en la monja.
Limpian el cine y por la noche se disponen a hacer la proyección acudiendo las monjas, Rocío, Ana y Marta Soriano.
Los sienta adelante a Julio con Ana.
Proyectan las secuencias grabadas de la película, empezando por la última, cuando Franch lleva de regreso a la niña china a Levy, y ella abre su abanico como su madre y dice que su nombre es Qiao Shu cuando él pronuncia el hombre la llama Judith.
Él toca entonces en su piano una melodía que trae a su cabeza evocaciones del pasado.
Luego con un trapo húmedo le quita la pintura a la muchacha antes de caer al suelo sin poder respirar bien y comienza una canción sefardí que la niña sigue cantando luego para él, muriendo el viejo Levy escuchando su voz.
Ana observa a su padre, que mira la secuencia con atención, pero de forma inexpresiva.
En la pantalla, Franch consuela a la muchacha y observan cierta emoción en su expresión viendo a Franch y a Judith juntos y Julio cierra los ojos.