Caro diario (Querido diario)
Caro diario (1993) * Italia / Francia
Género: Comedia
Duración: 96 min.
Música: Nicola Piovani
Fotografía: Giuseppe Lanci
Guion y Dirección: Nanni Moretti
Intérpretes: Nanni Moretti (Nanni Moretti), Renato Carpentieri (Gerardo), Raffaella Lebboroni y Marco Paolini (Primera Pareja de Salina), Claudia Della Seta y Lorenzo Alessandri (Segunda Pareja de Salina), Antonio Neiwiller (Alcalde de Stromboli), Moni Ovadia (Lucio).
Capitulo I. En Vespa
Moretti va escribiendo en su diario, comenzando sus reflexiones con un "Querido diario", y donde indica que lo que más me gusta hacer en pasear en Vespa por las calles vacías.
En verano, en Roma, los cines están cerrados o solo hay películas como "Sexo, amor, pastoreo", "Deseos bestiales" o "Blancanieves y los 7 negritos" o películas de terror, o cualquier película italiana.
Se pone casi violento cuando escucha algunos diálogos de películas italianas, lo que le lleva a reflexionar y pensar que él gritaba cosas justas y ahora es un cuarentón.
Le gusta es ver las casas y los barrios, y, entre estos, el que más le gusta es la Garbatella y da vueltas por las zonas populares y a veces le gusta ver las casas también por dentro, para lo que, en ocasiones llama a un telefonillo y dice que está buscando localizaciones para una película, la historia de un pastelero trotskista en la Italia de los años 50 que será un musical.
También le gusta pararse a mirar los áticos en que le gustaría vivir, aunque sus propietarios no tienen ninguna intención de venderlos.
Un día vio un ático que le parecía más accesible y Silvia y él subieron a verlo, y entonces les dijeron que valía 10 millones cada metro cuadrado por estar en una calle histórica.
Un día, mientras espera en un semáforo se pone a explicarle a un conductor que va en un Mercedes descapotable, que él, incluso en una sociedad más decente, se encontraría siempre entre una minoría de personas. Pues, aunque cree en las personas, no cree en la mayoría de las personas, sino en una minoría, yéndose el hombre sin querer escuchar sus reflexiones.
Asegura que su sueño siempre fue saber bailar bien y Flashdance le cambió la vida y le encantaría saber bailar, pero se limita a mirar
Llega a una plaza donde las parejas bailan al son de una banda que toca música latina, y sube al escenario y entona junto al cantante el estribillo de "Buscando visa para un sueño" y observa luego a los bailarines.
Pasea luego por Spinaceto, un barrio moderno del que siempre se habla mal, aunque le dice a un tipo que encuentra allí que pensaba que era un barrio peo.
Se permite incluso bailar sobre la moto soltando los manillares.
Va luego por Casalpalocco, donde dice que al pasar junto a sus casas siente olor a chándal en lugar de a trajes, olor a videocasete y olor a perros guardianes y a pizzas precocinadas en cajas de cartón.
Le pregunta a un hombre por qué fueron a vivir allí, diciéndole el hombre que es un barrio muy verde y tranquilo, diciendo él que no lo entiende, pues llegaron 30 años antes, y entonces Roma era una ciudad maravillosa.
De pronto para su moto, pues encuentra paseando a Jennifer Beals con Alexandre Rockwell, y le dice que a él siempre le hubiera gustado saber bailar y que, si estuviera en Emilia Romagna, donde hay escuelas de todo tipo de baile para gente mayor, bailaría en vez de ver bailar a los demás.
Oye cómo ella le dice a Rockwell en inglés que cree que es un tipo un poco loco, y al oír la palabra maniaco, le pregunta si le está diciendo que está loco, diciendo ella que solo dijo que parece un poco especial. Alguien que no está totalmente loco, sino desubicado. Casi tonto.
Le dice a su diario que, cuando va a otros sitios, le gusta también mirar las casas y le gustaría ver una película en que solo se vieran casas.
Visita Garbatella, un barrio de 1927, Vila Olímpica, de 1960, Tufello, de 1960, Vigne Nuova, 1987 y Monte Verde, de 1939,
Va al cine a ver Henry, Retrato de un asesino y sale desolado y vaga un par de horas por la ciudad intentando recordar quién le había hablado bien de esa película, de la que había leído algo positivo en un periódico.
Copia el artículo en su diario y se pregunta si el crítico que escribió eso no siente por la noche antes de dormirse un momento de remordimiento.
Le lee al crítico, en venganza, varias de sus críticas, de una película coreana o de "El almuerzo desnudo", haciendo sufrir al hombre al escucharlas rogándole que pare.
Guarda decenas de artículos sobre la muerte de Pasolini, decidiendo visitar por vez primera en Ostia el lugar donde fue asesinado y donde se le erigió un monumento.
Capítulo II. Islas
Viaja en ferry a Lipari donde va a ver a su amigo Gerardo, que se jubiló 11 años antes y que se dedica tan solo a estudiar el Ulises de Joyce.
Como él está comenzando a escribir el guion de su siguiente película, lleva todos los recortes que necesita para trabajar y que ha ido guardando durante el último año.
Una vez en la isla pasea con su amigo, que se la muestra.
Entran a comprar un bocadillo y un zumo, y ve que en televisión está Silvana Mangano bailando el bayón en "Ana", imitando Nanni sus pasos de baile.
Su amigo le dice que él lleva 30 años sin ver televisión.
La isla está repleta, y, de regreso a su casa Gerardo le asegura que es la primera vez en todos esos años que ve tanto jaleo.
En casa se ponen a trabajar, cada uno en lo suyo, aunque el ruido de la calle es muy molesto y no pueden hacerlo con tranquilidad.
Le cuenta a su amigo que recorta noticias curiosas, aunque ha acabado acumulando solo noticias tontas sobre personajes estúpidos.
Para evitar el jaleo de Lipari, decidieron marcharse a Salina, una isla más tranquila, pasándose Gerardo la travesía viendo una serie muy simplona en televisión.
Allí viven unos amigos de Gerardo que tienen un hijo y, de hecho, solo hablan del niño, aunque Gerardo ni los escucha mirando embobado la televisión.
Al día siguiente pasean con otros amigos que también tienen un hijo, un poco mayor. Dicen que sus otros amigos son muy exagerados con su hijo, pero que ellos se lo toman de otra manera, e incluso piensan en tener otro hijo, aunque luego les dicen que tienen miedo de que hijo se lo tome mal y de cuando en cuando, cada dos o tres años se lo preguntan, pero tienen miedo.
Escribe luego que Salina estaba dominada por los hijos únicos que tomaban el mando de la situación. De hecho, era casi imposible comunicarse por teléfono porque en las casas los aparatos eran interceptados por los niños, demasiado consentidos, y no consiguen nunca que les pasen con sus padres.
Ve un balón y comienza a jugar él solo divertido.
Pero esa noche sus amigos los despiertan diciéndoles que su hijo Daniele ya está despierto y los espera porque en un cuarto de hora serán las tres, que es el peor momento del día, pues es la hora del lobo, cuando se está más solo, y por eso, desde los 12 años, a las 3 llevan a Daniele a su cama.
Acaban los 5 en la misma cama y les cuentan que Daniele nunca ha tenido una cuidadora, que siempre ha estado con ellos, que no han salido en todos esos años y han leído todo, Hegel Heródoto, Tácito, San Agustín, Jenofonte, Cicerón, Rousseau…
Vuelven al ferry. Con él pasan frente a la isla de Panarea, y aunque Gerardo le dice que nunca ha estado, le va indicando uno por uno los locales, discotecas y restaurantes.
No paran allí, siguen hacia Stromboli donde esperan conseguir la paz para trabajar.
Pasean por la playa de arenas negras.
Discute luego con Gerardo por no haberle recordado que está allí para trabajar, pese a que le dio una relación de las cosas que debía hacer. Y solo ha perdido el tiempo.
Los recibe el alcalde que dice que serán sus invitados, pues tiene una casa de unos amigos que es ideal.
Les cuenta que quiere devolver a la ciudad la identidad y tradiciones que perdieron, pero que todo sale mal y todos son hostiles.
Les lleva a varias casas, pero al ver al alcalde se niegan a recibirlo y a alojarlos, pese a que ellos ya le habían dicho que irían a un hotel para concentrarse.
Les lleva luego hasta cerca del volcán, debiendo andar un rato hasta un lugar desde el que pueden ver la boca del volcán humeante.
Hay también unos americanos allí y Gerardo pide a su amigo que les pregunte algo respecto a una telenovela, "Belleza y poder", porque en América va más avanzada.
Cuando vuelven a ver al alcalde, este les dice que quiere que Ennio Morricone componga una música para que suene durante el día como banda sonora del pueblo y pedirá a Storaro que se encargue de la iluminación de los atardeceres de Stromboli.
Dejan también la isla, pidiéndole a Gerardo ir a Panarea.
Al llegar, los recibe una muchacha que les dice que está preparando una fiesta de homenaje al mal gusto y que Helmut Berger les dijo que iría en calzoncillos, y que el sábado es la fiesta de la separación, por su divorcio.
Tras escucharla corren de vuelta al barco que cogen justo antes de que se marche.
Cuenta a su diario que solo es feliz en el mar entre los trayectos entre una isla y otra.
Se van a la de Alicudi, la más lejana y salvaje.
Allí les recibe un hombre que les dice que no hay salvación para Italia y que los está esperando un hombre llamado Lucio que ha renunciado a la gloria y que odia el narcisismo, como todos en esa isla y solo acogen a los que piensan lo mismo.
Lucio escribió años atrás un libro de mucho éxito y fue allí para espiarlo.
En la isla no hay calles, solo estrechos caminos por los que deben ascender hasta la casa, lamentando que no haya persianas, pues él solo puede dormir a oscuras y coloca cartones en las ventanas.
Gerardo reconoce que esos días exageró mucho con la televisión, pero ya se le pasó.
Lucio le dice que quiere vivir allí sin ataduras, pues las raíces son demasiado fuertes y en esos años le ha dado vergüenza de Italia y de su gente y las demás islas, tan avariciosas, egoístas, ignorantes y narcisistas.
Allí finalmente consiguen concentrarse, pues hay mucha calma.
Gerardo escribe al Papa por haber excomulgado a las telenovelas diciendo que son un peligro para la unidad de la familia. Le dice que está equivocado, pues las familias viven cada vez más encerradas en su egoísmo, pero gracias a las telenovelas sienten curiosidad e interés por otras familias lejanas con las que comparten dramas y alegrías.
Se sabe todas las telenovelas que ponen y sus horarios, pese a lo cual asegura que no echa de menos la televisión.
Cuando Lucio le dice que en esa isla no tienen electricidad y no tienen televisiones, Gerardo sale corriendo hacia el barco, gritando "televisor", "ascensores" "teléfono", "agua caliente", "espectáculos" y se pregunta mientras huye a toda prisa cómo pueden vivir sin televisión, asegurando que no es cierto que la televisión sea un monstruo que corrompe a los niños.
No deja de gritar mientras sube al barco justo cuando comenzaba a levantar la trampilla.
Capítulo III. Médicos
Dice a su diario que conserva todas las recetas acumuladas a lo largo del último año, y los apuntes que tomaba cuando iba a ver a los médicos.
Acude a su última sesión de quimioterapia y decide filmarla.
Recuerda que un día comenzó a tener prurito, sobre todo por la noche, y, como había oído hablar de un instituto dermatológico muy famoso, acudió a ver a un dermatólogo y le habló de su prurito.
El médico le aconsejó ir a un sitio más cálido, pues en invierno se seca la piel y el frío aumenta los síntomas y le mandó varias medicinas que no aliviaron su picazón.
Volvió por ello al instituto dermatológico, donde lo atendió otro médico que le dijo que era una alergia de tipo alimentario o de estrés.
Le mandó hacerse un análisis de sangre cuyos resultados fueron buenos, pero siguió con el prurito.
Llamó a otro médico muy famoso, aunque no tenía hora hasta tres meses más tarde, por lo que le dieron el teléfono de su sustituto.
Este le dijo también que era de estrés y que no debe beber tanto té, como máximo un té, un café o una Coca- Cola.
Este le manda otros medicamentos. Tantos, que esa fue la única vez que no fue a la farmacia a comprar las medicinas.
Regresó al instituto dermatológico, pero no al departamento de dermatología, sino al de alergología y, durante una semana, le pincharon 30 veces al día en la espalda y le dijeron que era alérgico a lácteos, nueces y semillas, pescado, y carne de cerdo.
Pese a todo el prurito continúa, consiguiendo, gracias a un amigo una cita con el famoso dermatólogo con el que no pudo obtener cita anteriormente que le mandó también un montón de medicamentos y le pidió que llevara siempre calcetines hasta la rodilla, incluso en verano y camisetas de manga larga, incluso en la playa.
Pero nada da resultado. Los picores siguen.
Un día decidió leer los prospectos de las medicinas y se quitó algunos.
Cuando llegaron las vacunas para sus alergias llamó a un amigo inmunólogo que le dijo que ese tipo de vacunas son inútiles y pueden provocarle un shock anafiláctico y que su prurito no tiene nada que ver con las alergias alimentarias.
Vuelve a ver a otro dermatólogo que le receta otros medicamentos y le dice que la causa de su prurito es psicológica.
Trata de recordar qué hacía 8 meses antes, cuando comenzó la picazón.
Su madre le regala un pijama de seda y sábanas de lino para atenuar el prurito, pero este le despierta y no duerme más que hora y media o dos horas al día.
Va a una reflexóloga. Esta le recomienda que no tome alimentos rojos y un tratamiento a base de hojas de col hervidas y le receta crema de caléndula y otras cremas y que se bañe con salvado de trigo tierno.
Acude también a un centro de medicina china. Le toman el pulso dos doctores.
Le someten luego a una sesión de acupuntura.
Pero no nota ningún efecto, ni sobre el prurito ni sobre el insomnio, pero son muy simpáticos y allí prueba otros métodos, como la acupuntura eléctrica, pero como tose le dicen que ese método no le va bien y que lo mejor es hacer una radiografía de tórax.
Ven enseguida alrededor del pulmón una masa y le piden un TAC y ven que tiene un sarcoma en el pulmón y que su situación es incompatible con cualquier tipo de tratamiento.
Por suerte el radiólogo no acertó.
Le operan dos días después del TAC craneal, y su amigo médico, al que pide que asista a la operación le cuenta que el cirujano, durante la intervención, y mirando un trocito de lo extraído, dijo que pensaba que era un linfoma de Hodkin, un tumor en el sistema linfático curable.
Lee en una enciclopedia que uno de los síntomas de ese cáncer es el prurito.
Después de su experiencia llega a varias conclusiones. La primera es que los médicos saben hablar, pero no saben escuchar, y está rodeado de todas las medicinas inútiles que ha estado tomando a lo largo de un año.
Y la segunda es que es bueno beber un vaso de agua antes de desayunar.
Se pide un café y un vaso de agua.