Carmina y Amén
España (2014) *
Duración: 90 min.
Música: Fran Martínez Cabeza de Vaca
Fotografía: Juan González Guerrero
Guion y Dirección: Paco León
Intérpretes: Carmina Barrios (Carmina), María León (María), Yolanda Ramos (Yoli), Teresa Casanova (Teresa), Mari Paz Sayago (Mari), Estefanía de los Santos (Fany), Manolo Solo (Doctor), Julio Fraga (Fernando), Paco Casaus (Antonio), Ana María García (Ani), Assane Dath (Assane).
Antonio se queja ante Carmina, su mujer, cuando llega a casa de encontrarse muy mal, pensando que es por culpa de las pastillas del nuevo tratamiento.
Carmina le dice que descanse y se ponga a ver la tele mientras ella le prepara la cena, mostrándose contenta porque a María le van a poner los secadores y las pilas los de L'Oreal, aunque enseguida se enfada de que él no le responda, viendo cuando va al salón que el hombre ha muerto.
Llorando llama a María a la que le cuenta que su padre se ha puesto muy mal, aunque no le cuenta que ha muerto, encontrándose al llegar a su casa con el suceso.
Su madre le cuenta que había comenzado el tratamiento nuevo esa misma tarde, y como no saben qué hacer deciden llamar al 112, aunque mientras María lo hace su madre le pide que cuelgue.
Le explica entonces que es mejor esperar al lunes para avisar, pues es sábado y el lunes le tienen que ingresar la paga extra, por lo que le propone tener allí durante esos dos días pues contaba con esa paga para llegar hasta Navidad.
Deberán hacer vida normal, por lo que le pedirán a Basilio que abra la venta, no debiendo renunciar María a hacer su trabajo, pues tiene que peinar a dos novias.
Carmina reprocha a su marido que hasta para morirse haya sido inoportuno, cogiéndole entonces la cartera que examina, viendo que lleva 70 Euros.
Habla mientras tanto con su pájaro, al que tiene encerrado en una jaula y al que llama por ello Bárcenas.
Ve a Antonio vivo y se asusta, aunque es solo su imaginación, insistiendo María cuando llega por la mañana en que denuncien lo ocurrido, insistiendo su madre en que espere hasta el día siguiente.
Llama entonces a la puerta Mari, la vecina de arriba con la que había quedado para ir al cajero, pidiéndole que pague ella el recibo de la luz que tenía pendiente, para lo que le da el dinero que tenía que pagar.
A solas de nuevo, le entrega a su hija un sobre lleno de dinero. Le dice que lo ha estado ahorrando y que le vendrá muy bien para comenzar las obras de la peluquería cuanto antes, pues cuanto antes la abra antes tendrá beneficios.
Poco después llega otra vecina, que tiene un hijo retrasado y se lo deja mientras ella sale a buscar a su perro, que se le escapó.
Mientras ella sale José, el muchacho se entretiene con las pinturas de la nieta de Carmina, contándole la madre del muchacho a Carmina que, aunque es una luchadora se encuentra ya muy mal, y tiene miedo de dejar al chico el día que ella falte, por lo que, afirma, está dispuesta a hacer una locura.
Mientras Carmina recuerda el momento en que se enamoró de Antonio llega María con su hija, a la que no consiguió dejarla con nadie, poniéndola a comer, mientras ellas, inapetentes por lo ocurrido la miran, contándole que el abuelo está muy enfermo cuando la niña pregunta por el abuelo, echándole Carmina a su hija en cara el cuajo que tiene de llevarla en esas circunstancias.
Llaman de nuevo, viendo al abrir que se trata del cobrador del recibo de la funeraria, pagándole ella el mes que debía y los dos siguientes con el dinero que llevaba su marido en la cartera.
Se va tras ello a dormir la siesta con su nieta a la que le canta una nana.
Salen luego a la peluquería (centro de estética) que está reformando, aunque María no consigue abrir, dándose cuenta de que hay alguien dentro, por lo que deciden llamar a la policía, aunque estos le explican que es mejor que no cuente con ellos, pues si intervienen y los okupas dicen que tienen un contrato en B se alargan mucho los trámites, por lo que es mejor que lo arreglen a su modo, prometiendo ellos hacer la vista gorda.
Carmina llama entonces a unos primos a los que les explica la situación, diciéndoles que deben hacer como que no sabían que hubiera nadie allí, derribando la puerta al no poder abrirla, tras lo que declararán que invitaron "amablemente" a los okupas a marcharse, aunque sabe sobradamente que el bruto de su sobrino Alex no será demasiado amable y amenazará a la pareja de okupas, a los que, al salir Carmina saluda amablemente y les besa, diciéndoles otro sitio al que pueden ir y donde nadie los molestará.
Una vez liberada la peluquería se quedan allí esperando a un cerrajero, decidiendo, como este tarda demasiado, que se quede esperando María, yendo Carmina y la niña con Álex en la moto de este, perdiendo Carmina por el camino, y debido a la velocidad la blusa, quedando en la moto en sujetador, llamándola los de un coche que para al lado Lady Gaga.
Ya en casa reflexiona, sentada junto a su marido, preguntándose cómo pudo estar 40 años con él, recordando que cuando se sacó el carnet de conducir se enamoró del profesor y pensó que si ese hombre la atraía es que no iba todo bien y pensó en separarse, aunque no lo hizo y desde entonces siempre pensó cómo le habría ido si lo hubiera intentado, pues él no tenía ningún detalle ni se acordaba de los cumpleaños ni nada.
Se da cuenta mientras reflexiona, de que el cuerpo de su marido comienza a oler mal, por lo que saca varias bolsas de hielo y se las pone encima sacándolo hasta el lavadero donde abre la ventana.
Escucha entonces que hay alguien tratando de abrir su puerta, por lo que, tras hacerse con un palo, abre de golpe la puerta para ver que está fuera una mujer que se desmaya.
La mujer, Yoli, cuando se despierta, trata de calmarse fumando un porro, ofreciéndole unas caladas a Carmina, y aunque esta se niega a hacerlo, finalmente acepta pese a que, afirma, siempre le dio miedo hacerlo.
Yoli le cuenta que trabajó en el teléfono erótico, contándole el caso de un cliente al que le gustaban los "chochos colgones", al que ella le contaba cosas inventadas y el hombre siempre quería hablar con ella, que dice se hacía llamar Maika.
Le dice también que con el porro ve el interior de la gente, y que también se ha acostado con mujeres, afirmándose como hetero curiosa, pues ve personas, no sexos, hablándole también de lo grandes amantes que son los negros.
A la mañana siguiente, y mientras se toma un café en un bar, Carmina recibe una llamada de María, que le confirma que les han ingresado ya la paga, diciéndole que llamará ya al 112, recordándole que debe decir que se quedó a dormir en su casa y cuando volvió lo encontró muerto.
Va tras ello a la iglesia, enciende una vela y reza por su marido antes de volver a su casa donde le dice a este que no le va a decir misa, porque no les gustan los curas a ninguno de los dos, pues cree en Dios, pero no en los intermediarios, para decirle tras ello que pondrá una lavadora y llamará al 112, teniendo a su marido cubierto de bolsas de congelados, y con el ventilador puesto.
Con gran dramatismo y sentimiento llama al 112 y le dice a Antonio que ya vienen a por él, mientras lo ve de pie junto a ella y le pide que no se le aparezca más.
Recibe entonces una llamada de la venta para decirle que cortaron la luz, pese a que ella asegura que la pagó el día anterior, decidiendo ir a ver a su vecina Mari, a la que le dio el dinero para que se la pagara, afirmando esta que ignora de qué le habla y que la confunde con otra persona, no abriéndole la puerta del todo y logrando cerrarla, aunque Carmina le grita que ya la pillará por la escalera.
María llega cuando están ya los de la ambulancia del 112, llorando desconsolada, ante lo que su madre le dice que no exagere tanto, que parecerá falso.
Tras el examen el médico les informa que Antonio llevaba más de 24 horas muerto por paro cardiaco, contándole María que su madre se pasó el fin de semana en su casa cuidando de su hija.
El médico afirma que Antonio tuvo una intoxicación de medicamentos y que se complicó con la toma de drogas o alcohol por lo que debería hacerle una autopsia, ante lo que Carmina le dice que le gustaría que lo enterraran lo antes posible, convenciendo al médico para que firme el certificado de fallecimiento sin más pruebas.
Cuando se va el médico, y por la forma de actuar de su madre María le pregunta si fue ella la que le dio mal las pastillas a su padre aunque fuera sin querer, pidiéndole que no le mienta, ante lo que Carmina le dice que ella no miente nunca, y que cuando ella dice una mentira esta se convierte en verdad "y amén", tras lo que le jura a su hija que lo que ocurrió fue sin querer.
Aparece poco después en su casa el marido de Mari, su vecina, vestido de guardia jurado y muy enfadado con ella porque le pegó a su mujer, llegando a amenazar a Carmina con su pistola, ante lo que ella le da una bofetada y le tira la pistola, tras lo que lo echa de casa sin que el hombre sepa reaccionar.
Empiezan a acudir las vecinas y amigas de la familia, incluida Mari, que le dice que lo del dinero era una broma y le devuelve el dinero que le entregó.
Las amigas, reunidas en una sala hablan de otros muertos que han tenido ese año, hablando su amiga Ani de lo mal que lo está pasando la reina Sofía con Iñaki, y con la imputación de su hija y con el asunto de Corina, contándoles que habla con ella por skype y que la ha invitado a su casa.
Entretanto y pese a la situación Yoli se fuma un porro.
Llega también Teresa, su nuera, muy preocupada porque Andrés no durmió en casa, ante lo que Carmina, preocupada, al ver a Teresa ya cansada le dice que van a hacer un amarre, para lo que le pide una foto del hijo y le hace escribir que le quiere mucho y que no lo comparte, tras lo que mete el escrito en una taza, echa azúcar encima y le hace poner la mano encima a ella mientras empieza a recitar una especie de salmos pidiendo una respuesta inmediata, comenzando entonces a sonar el móvil de Teresa, que comprueba que es Andrés.
La familia, arropada por un montón de amigos acude al entierro, que es muy triste.
Unos días después Carmina se pinta y se viste con su mejor ropa, acudiendo de ese modo a cenar con un muchacho senegalés que le cuenta que quiere estudiar medicina, y que necesita dinero para pagar la matrícula.
Carmina se quita entonces un puente de oro y platino de la boca y se le entrega al muchacho para que lo venda y se pague con lo que le den la matrícula, diciéndole que ella no la necesita, pues tiene un cáncer de pulmón en grado cuatro y con metástasis hepática y renal, por lo que le queda muy poco tiempo de vida.
Le cuenta también que le dijo al médico que no quería alargar el asunto con quimio, por lo que envió a su Antonio a que le cogiera sitio, y, tras ver que ya está encaminada la vida a su hija con la peluquería, y pagados los muertos, lo que lo único que le queda es acostarse con un negro, aunque tras decirlo se ríe y le dice que lo ve como un hijo y no lo hará, aunque lo invita a ir al bingo con ella y a tomarse unas copas.