Argentina 1985
Argentina / Gran Bretaña / USA (2022) * USA
Duración: 140 min.
Música: Pedro Osuna
Fotografía: Javier Juliá
Guion: Santiago Mitre, Mariano Llinás, Martin Mauregui
Dirección: Santiago Mitre
Intérpretes: Ricardo Darín (Julio Strassera), Peter Lanzani (Luis Moreno Ocampo), Alejandra Flechner (Silvia), Gina Mastronicola (Verónica), Santiago Armas (Javier), Laura Paredes (Adriana Calvo), Carlos Portaluppi (León Carlos Arslanián), Norman Briski (Alberto Muchnik / "Ruso"), Susana Pampín (Perla), Claudio da Passano (Carlos Somigliana / "Somi"), Héctor Díaz (Basile), Gabriel Fernández (Bruzzo).
Diciembre de 1985. Argentina recupera la democracia tras 7 años de dictadura militar y el presidente Alfonsín ordena llevar a juicio a los excomandantes por crímenes contra la humanidad.
Los comandantes, que se sienten ganadores de una guerra contra la subversión solo aceptan ser juzgados por un tribunal militar.
Pasados siete meses de la llegada del nuevo gobierno, el juicio no avanza, por lo que se rumorea que el asunto podría pasar a la justicia civil, en cuyo caso debería realizarse en la Cámara Federal de Apelaciones, recayendo en ese caso la responsabilidad de acusarlos en un único fiscal, Julio Strassera.
Cuando este va llegando a su casa en el coche puede ver a su hija despidiéndose de un joven en la puerta.
Cuando sube a su casa le pregunta a su hijo pequeño, Javier, por su hermana Vero, contándole este que llegó y se encerró en su cuarto.
Le cuenta que los siguió hasta un bar, el Plus Ultra, donde estuvieron bastante rato, comentando que no le gusta ese tipo.
Les sorprende la mujer, que pregunta qué están tramando, contando Javier que están preocupados por el novio de Vero, pues parece muy raro.
Julio le dice que cree que pueden estar tratando de infiltrarse a través de ella y espiarlo.
Le dice a la mujer que le parece sospechoso que se reúnan en un bar que está al lado de la Secretaría de Inteligencia.
Silvia se enfada con él por hacer que su hijo siga a su hermana, diciéndole que está enfermo, pues saben que el chico es primo de una chica del colegio, diciendo él que es nieta de un tipo de aviación, aunque ella le recuerda que de aviación civil.
Al llegar a su despacho, su secretaria le dice que le llamó el Doctor Bruzzo, diciendo él que no desea hablar con él y debe colgarle si vuelve a llamar.
Poco más tarde Susana le dice que Bruzzo está yendo, por lo que decide marcharse.
4 julio de 1984. "Nunca más": Emisión especial de la CONADEP
El Ministro del Interior, Troccoli justifica en una entrevista, la dictadura, por el terrorismo.
Desde el balcón, Strassera ve, preocupado, a su hija marchar con su novio.
Al día siguiente, cuando llega a su despacho, ve que está dentro, esperándolo Bruzzo, al que el fiscal le dice que no quiere hablar con él, pues no quiere que le pidan que dé la cara en algo en lo que nadie del gobierno cree, estando convencido que nadie de la justicia militar permitirá que Videla acabe en la cárcel.
Bruzzo dice que la justicia civil podría hacerse cargo del juicio, algo que Strassera no cree que vaya a pasar, aunque sabe que si lo hacen tendrá que ocuparse él del asunto, aunque, tal como le dice a su mujer, está seguro de que no dejarán juzgarlos a la justicia civil, aunque ella piensa que sí se hará y le pregunta si tiene miedo de que no salga adelante o en realidad de que sí salga adelante.
Él responde que tiene miedo de todo, pues es una trampa y lo están utilizando para alguna negociación y de que les pase algo a ellos, aunque ella le dice que podrá hacerlo.
25 de septiembre de 1984
En la Cámara Federal de Apelaciones reciben un oficio firmado por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas concluyendo, tras la instrucción llevada a cabo, que todos los Decretos y directivas, así como las actuaciones de los militares fueron inobjetables y que los excesos fueron realizados por sus subordinados, pidiendo que el tribunal estudie las faltas de las "supuestas víctimas", acordando que deben actuar, pues han descargado las culpas en las víctimas, y, aunque alguno de los miembros indica que no pueden actuar ciegamente, el presidente dice que deben hacerlo ya, pues, de lo contrario, no se lo dejarán hacer y que les darán a los militares un juicio justo, y no como el que ellos dieron a las víctimas.
Pero necesitan pruebas, y estas debe conseguirlas la fiscalía, y si no las encuentra tendrán que absolver.
Notifican al fiscal la orden de actuación.
Llega su hijo Javier a visitarlo y le cuenta que se va a realizar el juicio, preguntando el muchacho si meterá preso a Videla, diciendo él que tratará de hacerlo, preguntándole su hijo si no será peligroso, diciendo él que puede serlo, pero que no puede negarse.
Visita a su amigo Muchnik, al que le dice que no podrá hacerlo, pues están negociando con los militares, pero su amigo le dice que se ha abierto una rendija y podrá hacer algunas cosas. Las que no pudieron hacer durante la dictadura.
Él dice que la historia no la hicieron tipos como él, aunque Muchnik le dice que, sin embargo será el fiscal del juicio más importante de la historia de Argentina.
Recibe una llamada en su casa amenazándolo con matar a su hijo y violar a su hija si se mete donde no le conviene, diciendo su mujer que llevan amenazándolos todo el día.
Temiendo que le pase algo a su hijo, al día siguiente decide no coger su coche.
Al llegar a su oficina ve que le pusieron guardaespaldas, Ormigga y Romero, y él afirma que no quiere protección, diciéndole Ormigga que hicieron averiguaciones sobre su familia aunque no encontraron nada importante para su seguridad, solo lo referido al novio de ella, el Ingeniero Padilla, que es casado.
Encuentra de nuevo a Bruzzo en su despacho que va a ofrecerle ayuda, pues tienen poco tiempo, diciendo Julio que él creará su equipo y lo hará a su manera, aunque Bruzzo le dice que no llegará si lo hace con su gente, aunque él insiste.
Pero todos con los que contaba son ya muy mayores o no quieren colaborar, y repasa más nombres con Somi, pero la mayoría son demasiado de derechas o murieron.
25 de octubre. Audiencias Preliminares
Se ve con Basile, el abogado de los militares, que le pregunta si se ha vuelto defensor de los guerrilleros y en contra de los que defendieron la patria de la guerrilla.
Encuentra a un joven que se sienta junto a él que se presenta como Luis Moreno Ocampo, que le dice, fue nombrado fiscal adjunto.
Entran los procesados, hablando primero Videla que dice no reconocer la legitimidad de ese tribunal, lo que van diciendo luego el resto de militares, uno tras otro.
A la salida pregunta a Moreno Ocampo en cuantos juicios estuvo y en cuántos procesos participó, debiendo reconocer que en ninguno.
Les dice que pensaron en él porque es de familia de militares, teniendo un tío coronel y su madre va a misa con Videla y para ella es un buen hombre que hizo lo correcto.
Strassera piensa que nada tiene que le haga buen candidato para ser escuchado, pero el joven le dice que cree que es buena idea buscar abogados jóvenes y no otros comprometidos con los derechos humanos que puedan ser descalificados fácilmente acusándolos de comunistas, y además convencerán a las clases medias.
Él le dice que tienen 5 meses para encontrar pruebas contra 9 comandantes, sin poder contar con la policía ni con el 90% de la judicatura.
Ocampo le dice que en la Procuración hay jóvenes dispuestos a trabajar con ellos. Tienen poca experiencia, sabiendo que los funcionarios de carrera no querrán ir.
Somi es el encargado de entrevistar a los jóvenes, incluido Maco, su hijo, comenzando a trabajar en el equipo Lucas Palacios, Judith Koning, Federico Corrales y Eduardo, a los que se suman más adelante Isabel.
Deben lidiar con la falta de tiempo, pues solo tienen 4 meses y dos semanas para tratar de probar que fue un plan sistemático durante el gobierno de los 9 comandantes, no pudiendo contar con la policía, que formó parte del sistema y sabiendo que los jueces son reacios a dar información.
Se reparten entre ellos los centros clandestinos, a los que deben ir a investigar.
Contarán también con Maria Eugenia, de la CONADEP (la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas), que les hace ver que la información a manejar es ingente.
Acuden también a la Asociación de las Madres de Mayo, que les dicen que colaborarán, aunque están reacios pues el fiscal no hizo nada durante la dictadura.
Su objetivo es demostrar que los responsables jerárquicos, la Junta, tenía conocimiento de los excesos cometidos, y que no fueron excesos de sus subordinados, diciendo Ocampo que deben demostrar que en todo el país se actuó igual, y eso podrá servir para probar la coordinación entre las fuerzas.
Viajan por todo el país para demostrar que se actuó igual en cada región.
Les es muy complicado encontrar a la gente que buscan o encontrar colaboraciones, pues hay muchos fascistas, tratando de interrumpirlos la policía mientras piden la colaboración en una emisora de radio, recibiendo amenazas.
Pero su trabajo va dando frutos y llegan muchos testigos y víctimas de detenciones y de torturas, contando sus experiencias.
Un día, al llegar a casa, Julio ve que le espera su hija para hablar con él, contándole que no va a volver a ver a Abel. Que siempre supo que estaba casado y asegura que nunca le preguntó por él y le pide que no la vigile, y menos por parte de Javier, pues tiene muchas cosas más importantes de las que ocuparse.
15 de febrero de 1985. Presentación de las pruebas
Llevan 16 tomos y tienen 709 casos y más de 800 testigos.
Al cruzarse con Basile, este se burla de los jóvenes, diciendo él que debe preocuparles más la cantidad y calidad de las pruebas, lo que declara ante la prensa.
Posa con su equipo y en la prensa se comienza a hablar de los chicos de Strassera.
Luis acude a una fiesta navideña con su madre, donde abundan los militares, donde se siente muy incómodo, y bebe demasiado.
Finalmente se acerca a su tío, el Coronel Mayor Ocampo, que le pregunta si cree que ganará el juicio, recordando que los militares defendieron al estado de los subversivos, diciendo él que debieron detenerlos y juzgarlos, no secuestrarlo, torturarlos o matarlos.
Perla, su madre, lo interrumpe para decir que de política no se habla.
Cuando baja ve que le siguen varios hombres, corriendo para despistarlos.
22 de abril de 1985. Inicio de la Audiencia pública
Strassera le pide a Luis que no presionen la primera semana.
Pero cree que le siguen y en la sala a un hombre que ya vio la noche anterior, pidiendo al secretario que lo eche de la sala.
Se recibe una llamada anunciando que hay una bomba en la sala, pidiendo los abogados defensores que se suspenda el juicio, a lo que Strassera se opone, pues piensa que nunca se darán las condiciones, pues bastará que llamen una vez cada día, decidiendo el presidente del tribunal continuar con el juicio y asumir el riesgo.
Piden además que las Madres de la Plaza de Mayo se quiten los pañuelos, diciéndoles Strassera que si no lo hacen, el juicio no continuará, optando ellas por quitárselo.
El primer interrogado es el último presidente del ejecutivo, durante la presidencia de Eva Martínez de Perón, Ítalo Argentino Lúder, que pidió la intervención de las fuerzas Armadas, aunque este indica que la solicitud no incluía la violación de la ley.
Intervienen peritos internacionales que demuestran la existencia de las torturas, y, aunque los defensores niegan que hubiera reclamaciones de organismos internacionales, ellos pueden aportarlos.
En un descanso Luis dice que habló con su madre y que para ella los peritos extranjeros son como los subversivos, diciéndole Julio que a gente como su madre no podrán convencerla nunca.
El 29 de abril comienzan a declarar personas secuestradas contando su experiencia.
Declara Adriana Calvo de Laborde, una mujer que fue torturada pese a su embarazo de seis meses y medio a la que tuvieron encerrada meses, siendo las torturas sistemáticas y constantes.
Al día siguiente escuchan a María Kúbik, madre de una desaparecida.
Cuando se llevaron a su hija, la madre quiso averiguar su paradero y la secuestraron también a ella.
Un hombre que declara por la desaparición de su madre.
Adriana habla de cómo, tras hacer un asado y beber, escuchó cómo torturaban a un hombre aunque no querían ninguna información, solo obligarle a decir que se la comía doblada y que su madre era una hija de puta, aunque no lo dijo.
Otro hombre declara que los detuvieron a él y a una chica de la que esperaba ser novio, y ella le dijo que la habían violado por detrás y por delante.
Otra mujer que fue violada y sabía que otras muchas mujeres lo fueron.
Maco va a hablar con otro hombre, Zelaya, que se niega a acudir al tribunal, pues recibió numerosas amenazas y se queja de que el médico que vigilaba que aguantara la picana es ahora jefe de servicio de un hospital y otro de los que le torturaban trabaja en intendencia y tiene que convivir con ellos.
Al ver que no pueden proteger a sus testigos, la fiscalía consigue que dejen de publicar con antelación el listado de las personas que declararán al día siguiente, aunque ellos mismos siguen siendo amenazados cada día.
20 de julio
Explota una bomba en un coche en la Plaza de mayo, por lo que deben extremar las medidas de seguridad hacia el presidente y el fiscal.
Pese a todo lo que ven, siguen llorando con algunos testimonios.
Adriana recuerda que iba esposada cuando se puso de parto en el coche, y los que la acompañaban se reían y parió en el coche así, y cayó del asiento quedando colgada del cordón. La bebé lloraba sin parar y sin que se la dieran.
La llevaron a un local muy grande llena de mesas de mármol y le hicieron limpiar el piso y todas las mesas desnuda frente a todos los guardias, que se reían, y solo entonces la dejaron coger a su hija. Un mes más tarde la liberaron y perdieron su trabajo, su casa y sus amigos y tuvieron que irse al extranjero.
Perla, la madre de Luis lo llama por teléfono. No entiende que ocurriera algo tan espantoso con una embarazada como Adriana. Luis hace que la escuche Julio y le dice que ella respetó siempre al ejército, pero ahora cree que tiene razón y que Videla tiene que estar preso, haciendo llorar a su hijo.
Vuelve a visitar a Muchnik, al que le cuenta que está todo bien, aunque a este le da miedo decirlo, pues teme que todo se pueda torcer.
En casa del fiscal aparece una carta con una bala y con membrete de la Armada Argentina en que dicen a su familia que en 48 horas procederán a su fusilamiento.
Pide a su familia que se marche durante dos semanas, hasta que pase lo de la ESMA.
Frente a la prensa resta importancia a la amenaza y dice que cree que va más encaminado a intimidar a los testigos que a él, pues, aunque le hicieran algo a él, le sustituiría otro.
Tienen entre manos un testimonio complicado de una persona que fue víctima, pero también trabajó para la ESMA y que les facilitó documentación muy importante, denunciando que también fue torturado y le obligaron a denunciar a sus compañeros, y que señala en el juicio que fue obligado a trabajar falsificando documentos.
Luis se queja de que trataran a su testigo como un sospechoso, diciéndole Strassera que los defensores hacen su trabajo y ellos son funcionarios y tienen que ser neutrales y no dejarse presionar ni involucrarse con los testigos, jueces o defensores, aunque Luis dice que hubo funcionarios que cerraron los ojos durante la dictadura, sintiéndose él personalmente aludido, diciéndole Luis que aunque sean funcionarios también deben arriesgarse y no ser condescendientes.
Le dice que él mismo disfrutó de una familia patricia relacionada con los militares, diciendo Luis que él solo puede responder por él, no por su familia, para acabar mandándose mutuamente a la mierda.
Al día siguiente recibe la visita de Bruzzo que lo felicita, pues hicieron algo muy esperanzador para muchos, manifestándole la felicitación del propio presidente.
Pero adivina que el Ministro del Interior está pidiendo algo.
Bruzzo reconoce que hay malestar en las Fuerzas Armadas, pues saben que los juicios seguirán con los siguientes militares del escalafón y la justicia debe ser responsable, pues si los militares se levantan se pregunta quién contará los muertos.
Moreno Ocampo insiste en que le explique lo que le pidió Bruzzo, recordando que le pidió que fueran cuidadosos con la petición de las condenas, diciéndole él que la petición de las condenas se hará el día de la acusación pues la justicia es independiente, aunque Bruzzo le dijo que la Fuerza Aérea debe quedar limpia, para defender la democracia, recordándole a Luis que están solos.
En la siguiente sesión ve cómo los miembros de la Fuerza Aérea no paran de reír, y pierde los nervios y les hace gestos obscenos.
Acude el defensor de Massera a una entrevista televisiva y Moreno Ocampo llama a Strassera para tratar de convencerle de que acuda también él a televisión para explicar su papel, aunque él se niega en redondo.
Cuando le cuelgan, recibe otra llamada y se niega a ponerse, aunque esta vez no es Moreno Ocampo, sino de la presidencia de la República, siendo requerido por Alfonsín, que lo recibe.
Tras una reunión de 15 minutos, le cuenta a Silvia que le dijo que se había emocionado y conoció a algunos testigos, preguntándole él qué esperaba del juicio, diciéndole el presidente que no tenía ninguna indicación que darle y que estaba ansioso por escuchar su acusación.
Ella le dice que tiene que escribir una bonita acusación, pues de ello dependen muchas cosas, para concluir diciéndole que está orgullosa de él.
Le dice que creía que era solo un malhumorado y ahora la gente le dicen que está con un héroe de la patria, aunque él dice que los héroes no existen, aunque ella le dice que a lo mejor sí.
Finalmente es Moreno Ocampo quien es entrevistado en televisión.
Allí casi le acusan de ir contra los militares, recordando él que es parte de la familia militar, pues su tatarabuelo fue el primer Comandante en Argentina y nada tiene contra los militares, pero es abogado y debe defender que quien incumple la ley salga indemne.
Dice que no quiere solo justicia para las víctimas, sino terminar con la muerte como herramienta política.
Empieza a preparar su alegato final con Somigliana. Un alegato formal, pero contundente, aunque Somi cree que la gente se aburrirá, al ser tan técnico.
Se lo presenta a sus colaboradores, pero también a su hijo, que lee que durante la dictadura se sustituyó la denuncia por la delación, el interrogatorio por la tortura y la sentencia razonada por el gesto neroniano, lo que el chico no entiende, por lo que le sugiere que diga "por el gesto neroniano del pulgar hacia abajo.
Mientras lo redactan llega Moreno Ocampo de la televisión, diciéndole Strassera que estuvo brillante.
18 de noviembre de 1985. La acusación
La sala está llena y expectante para escuchar su alegato.
Señala la dificultad de su misión por la ausencia en su Derecho de un tipo penal específico y la imposibilidad de reflejar uno por uno los miles de los casos individuales, habiendo podido tener solo el testimonio de 709 casos, pero que fue el mayor genocidio de la historia del país.
Señala que, aunque es cierto que imperaba la violencia, tres de los procesados decidieron, en nombre de las fuerzas armadas tomar por asalto el poder, y, aunque los guerrilleros secuestraban y mataban, el estado decidió combatirlos secuestrando, torturando y matando en una escala mayor y al margen del orden jurídico, siendo muchas de las víctimas de la represión no eran culpables.
La falta de juicio no era solo una omisión de la formalidad.
Se pregunta si era una acción de guerra el secuestro de madrugada por bandas de ciudadanos inermes a los que se torturaba y mataba, o si lo era el mantener como rehenes a sus familiares tras ocupar su casa y se pregunta si eran objetivos militares los niños recién nacidos.
Indica que nadie puede admitir que el secuestro, la tortura o el asesinato constituyan hechos políticos o contingencias del combate para terminar diciendo que el sadismo no es una ideología política ni una estrategia bélica, sino una perversión moral para terminar con la popular frase: "Nunca más", rompiendo los asistentes a ovacionar el discurso, entre lágrimas de emoción, volviendo a colocarse las madres de la Plaza de Mayo, orgullosas, sus pañuelos.
8 de diciembre de 1985. Un día antes de la sentencia
Javier ve a los miembros del tribunal saliendo de este y yendo a una pizzería y se lo cuenta a los colaboradores de su padre.
Cuenta que el presidente del tribunal escribió algo en una servilleta y firmaron todos.
Reciben entonces una llamada telefónica y debe acudir Julio al hospital para ver a Muchnik, ingresado y con morfina para amortiguar sus dolores.
Le pide que le cuente las condenas, preguntando si ganaron o no, diciendo él que no las sabe, aunque Muchnik le dice que puede morir esa noche y no se lo puede contar a nadie, diciéndole Julio que ganaron y que fueron todos presos y con la perpetua, incluidos los de la Fuerza Aérea.
Ruso le coge la mano y le da las gracias.
Julio baja a comprar el periódico a última hora de la noche, y cuando sube reciben una llamada que coge Silvia, que le comunica que están las condenas.
Lo llama Luis para contárselas, estallando Julio enfadado.
Le cuenta a su hijo que fue mal, pues varios de los militares, como Lami Dozo o Galtieri fueron absueltos, aunque Massera y Videla fueron condenados a perpetua y Viola a 17 años, habiendo otros condenados a penas entre 6 y 8 años, aunque al chico le parece magnífico lo de los dos últimos y le pregunta si no pueden hacer nada respecto de los demás, diciendo él que sí, que pueden apelar, levantándose más animado y yendo a la máquina de escribir.
Su mujer le dice que tiene que ir a dormir, diciendo él que tiene mucho trabajo que hacer, comenzando a redactar el escrito de apelación.
Fue la primera vez en la historia en la que un tribunal civil condenó a una dictadura militar.
A pesar de las leyes de impunidad que marcaron los años siguientes, el reclamo de Memoria, Verdad y Justicia no se detuvo.
Desde la reapertura de los juicios hay más de 1.000 condenados por delitos de lesa humanidad y cientos de causas continúan siendo juzgadas.
Desde 1983 Argentina vive ininterrumpidamente en democracia.