A contratiempo
España (1982)
Duración: 107 min.
Música: Arie Dzierlatka
Fotografía: Ángel Luis Fernández
Guion: Fernando Trueba y Óscar Ladoire
Dirección: Óscar Ladoire
Intérpretes: Óscar Ladoire (Félix Ortiz), Mercedes Resino (Clara), Fernando Vivanco (Fernando Vivanco), Helios Manríquez (Fernando. Marqués de Baixeras), Paco Lobo (Detective), Almudena Grandes (Almudena), Juan Cueto (Javier).
En la pantalla aparece una mujer que recibe a su novio, al que le dice que le quiere, diciéndole él que también la quiere, y, mientras se besan, él le dispara y acaba con ella, que, pese a ello le dice que le quiere.
Aparecen tras ello los títulos de crédito que todos aplauden, y donde se muestra que se trata de una coproducción con Francia dirigida por Félix Ortiz.
Este, juega entretanto en una máquina recreativa de un bar cercano, entrando al cine mientras salen ya los espectadores, algunos de los cuales lo observan y otros le felicitan, aunque otro le dice que el final le pareció es impresentable.
Se acerca tras ello Elena, su mujer, que lo besa y le dice que le gustó mucho, hablando luego con su padre que le dice que le ha gustado mucho y que la comentarán en casa.
Ve también al protagonista, Fernando Vivanco, al que una periodista interroga y le pregunta por el final de la película, aunque le dice que no sabe por qué mata a la chica.
Elena le dice que van a tomar una copa y le pide que vaya, diciendo él que irá más tarde, aunque luego, cuando va a casa lo encuentra allí y le dice que estaba segura de que no iría.
Él le pide que prepare sus maletas, aunque ella le dice que piensa que es mejor que se vaya solo, aunque él le dice que la necesita, pues es un desastre, pese a lo cual emprende efectivamente el viaje solo, sin que su mujer ceda pese a su insistencia.
Empieza así su viaje escuchando "A contratiempo" de Chicho Sánchez Ferlosio y graba una idea para su próxima película en su grabadora mientras conduce.
Al parar en una gasolinera, observa a una chica que hace autostop y la sigue mirando luego mientras come, estando la chica en un columpio, y acaba tirando el plato de la comida sobre su pantalón por fijarse en ella cuando llega al bar.
Ella le da fuego y le pide un cigarrillo y le pregunta a dónde va y le pide que le pague el zumo y el sándwich que se tomó.
Le pide luego que le lleve, diciendo ella cuando le pregunta a dónde, que adonde vaya él, pues quiere ir a cualquier lado, preguntándole él si se ha fugado, a lo que le responde que no, dejando finalmente que suba con él, aunque le advierte que la dejará en algún sitio pues es como si fuera en viaje de trabajo.
Ella le pregunta en qué trabaja, diciendo él que en trata de menores y le dice que cuando vean a otro autoestopista se bajará ella y subirá él, pues tiene pinta de ser una niña fugada, contándole finalmente que se dedica al cine.
Para al lado de la carretera para buscar una dirección y le dice que le invitará a un restaurante de dos estrellas Michelín, pero que luego la entregará a sus padres, tras su pequeña aventurilla, aunque al volver a arrancar su coche acaba encallando.
Le pide ayuda a ella, aunque le dice que es un gruñón y le deja allí subiendo a otro coche tras hacer autostop.
Se queda allí toda la tarde intentando que pare alguien sin conseguirlo, aunque, ya de noche aparece Clara con un hombre en una furgoneta que, cuando no lo oye ella lo llama menorero.
Le ayuda con unas cuerdas a sacar el coche, cayendo Félix de bruces sobre el barro, debiendo oír además, humillado, al hombre, que le grita desde la furgoneta y antes de marcharse: "adiós, menorero, abusón".
Él lamenta haberse quedado sin cena y paran en el primer motel que encuentran, pues está muy cansado, confesándole que está casado.
Pide dos habitaciones, pero ella se hace pasar por su hija y pide una sola, advirtiéndole él de los años que pueden caerle por pasar la noche con una menor allí, pidiéndole que se quede en el sofá de fuera mientras él va a la cama, pues ha estado conduciendo y le duele la espalda, aunque al final decide hacer lo contrario, y, aunque ella se insinúa, él le dice que lo que está haciendo es corrupción de mayores.
Tras ducharse se pone a leer, pero el sofá es tan incómodo, que finalmente decide ir a la habitación, ya que hay dos camas.
Al día siguiente llega al hotel un tipo con un coche amarillo, que, aprovechando que el recepcionista está dormido mira el libro de registro y ve a Félix que pide el desayuno para subírselo a Clara.
Cuando salen, el hombre del coche amarillo les sigue.
Ella le propone ir a Asturias, pero él le dice que deben ir a Finisterre.
Por el camino ella le pide que adelante a un 600 que va demasiado lento y él acaba haciéndole pese a estar prohibido, viendo cómo justo tras hacerlo les para un agente de la guardia civil que les pone una multa de 5.000 pesetas.
Él le echa la culpa, diciéndole ella que se picó como el típico machito español.
Ella se inventa, al llegar a un paraje solitario entre las montañas que son los últimos supervivientes y deben sobrevivir cazando, pescando y construyéndose una cabaña para vivir.
Llegan a Santiago de Compostela y él le propone ir al cine a ver "Cae la noche", su película.
Mientras ella va al baño, Félix ve que entra en la sala también el hombre al que vio esa mañana en el hotel.
Ve que la chica se ríe en algunos pasajes dramáticos, aunque el final le encanta. No como al hombre que les persigue, que acaba dormido.
Le dice a la salida que le ha gustado porque no se parece a las películas de siempre, y, mientras él divaga sobre el significado de la película, no se da cuenta de que ella se ha ausentado y está probando un monopatín, por lo que no escucha su perorata.
Ella, por su parte, le cuenta que tuvo una historia de amor con un profesor de su colegio, pero estaba casado y tenían que cortar, pues él lo estaba pasando mal e hizo que se desenamorara, haciéndole que se cabreara con ella.
Félix le dice que le ha levantado la moral, pues es la única persona a la que le gustó el final.
Se fija entonces en que, mientras hablan en el bar está también el hombre del coche amarillo, que luego aparca frente al parque donde están los dos, diciéndole Félix a Clara que deben huir, señalándole que él pondrá el coche en marcha, saltando entonces ella adentro, consiguiendo así un poco de ventaja.
Conduce por las callejuelas de la ciudad, cruzándose con él, hasta que, después de un buen rato, consigue finalmente despistarlo, diciendo Clara que debe ser un detective enviado por su madre, que ya le puso uno a su padre y a ella en otra ocasión, lo que preocupa más a Félix que dice que se le ha caído el pelo.
Él empieza a grabar mientras conduce e imagina una escena en la que una pareja de desconocidos comparte un taxi y ella le echa mano a la bragueta, haciendo lo mismo Clara con él, que se enfada, y le dice que es idiota y amenaza con darle una bofetada y le pide que se baje del coche, pidiéndole ella que la lleve hasta un pueblo.
Llegan a un bar y él le dice que baje a cenar, aunque ella se niega, enfadada como está, y le dice que no necesita que cuiden de ella.
En el bar se le acerca, de entre un grupo de jóvenes, una muchacha que le reconoce y sabe que es director de cine, por lo que se sienta a beber y a charlar con él.
En el coche, entretanto, Clara recita un trozo de La isla del tesoro en la grabadora de él.
Dentro, la joven desconocida, Almudena, invita a Félix a una bebida que llaman "tumba dioses" y le cuenta que es arqueóloga y que están allí excavando en un castro celta.
Acaban borrachos, de modo que cuando salen él no puede conducir, decidiendo la arqueóloga hacerlo ella para llevarlo al Gran Hotel de la Toja, no pareciendo Clara contenta con el encuentro, por lo que aprovecha que estaba fumando un puro para acercárselo al brazo, quemándola, haciendo que Almudena se enfade con ella.
En el hotel Félix pasará la noche con Almudena, que pide otra habitación para Clara.
Por la mañana, y cuando ya no está Almudena, Félix se despierta sobresaltado por la canción que le ofrece una tuna, contándole un camarero que fue la señorita de la habitación de al lado quien le encargó el desayuno que le lleva y le pidió que le despertaran con esa canción.
Él se levanta y la ve nadando en la piscina, en la que, bajo una sombrilla, la observa también el detective, que ve cómo Félix baja para hablar con Clara a la que le dice que la nota rara, preguntándole si es por lo de la noche anterior y se excusa diciendo que le pusieron dinamita en la bebida, empujándolo ella a la piscina vestido, para luego decirle que no está enfadada y que por lo que oyó desde la habitación de al lado la noche anterior fue un desastre.
Antes de marcharse, Clara pincha la rueda de su perseguidor y le dice a Félix que desea ir lo más al norte que se pueda, diciendo él que ese día manda ella.
Al día siguiente paran en una playa y él le hace fotos con la Polaroid mientras se baña.
Van hasta Finisterre, donde Clara dice que estuvo en otra vida, grabando Félix sus historietas inventadas sobre barcos de piratas.
Mientras lo hacen, aparece un marinero con una botella de vino y les cuenta que los que vivían allí antes vivían del resto de los naufragios que ellos mismos provocaban.
Luego, mientras el hombre narra una de sus historias, aprovechan que está de espaldas para marcharse y lo dejan hablando solo.
Suben luego al faro antes de partir hacia otro pueblo, en que Clara entabla conversación con un hombre, Fernando Provincias, Marqués de Baixeras, que le cuenta que está escribiendo un libro sobre mitologías gallegas y que le lleva a su palacete y le piden a Félix que los fotografíe, aunque solo la saca a ella.
Fernando les habla de la mitología y de las costumbres locales, llevándolos a una romería, yendo ella, de forma provocadora, en el coche. detrás con Fernando, coqueteando.
Ve luego en la fiesta cómo ella baila animadamente y se integra en la conga y baila con Fernando, con el que luego se marcha.
Félix, entretanto, bebe solo. Se va marchando la gente y lo encuentra Clara solo esperándola, contándole que Fernando se marchó porque tenía que estar pronto en la Coruña.
Continúan su viaje, que Clara hace durmiendo, parando él junto al mar de madrugada.
Allí saca una manta del maletero y se la coloca por encima y reclina su asiento, momento en que ella le coge del cuello hasta obligarlo a besarla, aunque luego se gira y se pone a dormir cuando él parecía decidido a continuar.
Él busca en su bolso y anota un nombre que encuentra en un cuaderno, parando más tarde en un pueblo y entrando en un bar para llamar por teléfono.
Lo hace, para pedir el teléfono de Javier Mendoza, al que llama más tarde.
Le dice luego a Clara que se acabó el dinero y el viaje, aunque ella dice que no le importa el dinero, viendo él cómo roba unas rosquillas.
Le confiesa luego que ha llamado a su padre, diciendo ella que sabía que era un traidor, aunque él le dice que lo debía hacer, preguntándole ella porque no lo hizo cuando debió.
Le pregunta luego por qué hizo lo de la noche anterior, respondiendo ella que le apeteció, quejándose él de que luego dejara de apetecerle, llegando ella a la conclusión de que no le gusta que le rechacen, recordando ella que él la ha rechazado muchas veces más, y que por una sola vez él lo echó todo a perder y le dice que es como el final de su película, bonito y triste a la vez, aunque ella le dice que no quedará así, que habrá una segunda parte.
Llegan a una gasolinera donde ella reconoce el coche de su padre.
Este se presenta poco después y le dice que su hija le contó lo bien que se portó con ella y le dice que está agradecido, pues estaba preocupado.
Le cuenta que su exmujer es una histérica francesa que le puso en detective para quitarle la tutela y por eso está agradecido, aunque a él le gusta que su hija ande libre.
Le dice también que ha visto su última película y que discutió el final en su estudio de arquitectura, pues le encantó el final.
Ve cómo el coche de Javier arranca, aunque vuelve a parar y Clara baja para decirle que en 2 años y seis meses será mayor de edad y le encontrará, pues no piensa dejarle escapar.
Vuelve tras ello a la carretera y los adelanta, viendo por el retrovisor cómo se alejan.
Pone lo que ella grabó y retoma la historia que había empezado a grabar.