12 años de esclavitud
12 Years a Slave (2013) * USA / Gran Bretaña
También conocida como:
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"12 años esclavo" (México)
Duración: 135 min.
Música: Hans Zimmer
Fotografía: Sean Bobbit
Guion: John Ridley (Autobiografía de Solomon Northup)
Dirección: Steve McQueen
Intérpretes: Chiwetel Ejiofor (Solomon Northup), Michael Fassbender (Edwin Epps), Benedict Cumberbatch (William Ford), Lupita Nyong'o (Patsey), Paul Dano (John Tibeats), Paul Giamatti (Theophilus Freeman), Sarah Paulson (Mary Epps), Brad Pitt (Samuel Bass), Alfre Woodard (Harriet Shaw), Garret Dillahunt (Armsby), Scoot McNairy (Merrill Brown), Adepero Oduye (Eliza).
Un grupo de esclavos son instruidos en el modo de recolectar la caña de azúcar.
Poco después los esclavos comen fuera de sus casas, observando uno de ellos, Solomon Northup, el zumo de las moras que le da una idea, utilizándola poco después como tinta para escribir.
Por la noche los esclavos duermen hacinados sobre el suelo y la mujer que está tras Solomon coge la mano de este y luego hace que la masturbe.
Solomon recuerda entonces los momentos en que compartía cama con su mujer.
Es 1841 en Saratoga Springs, Nueva York y Solomon es un reputado músico, que tras tocar en una fiesta de la alta sociedad regresa a su casa, donde, tras acostar a sus dos hijos habla con su esposa del viaje que esta iniciará al día siguiente para trabajar una semana como cocinera.
Tras despedirlos, esa tarde, uno de sus vecinos le presenta a dos personas, Brown y Hamilton que dicen ser empresarios circenses, que le ofrecen el pago de una cuantiosa suma si los acompaña a Washington para unas actuaciones de unos días, aceptando el trato, ya que podrá realizar el trabajado durante la ausencia de su mujer.
Una vez en Washington, Solomon cena con los empresarios y bebe demasiado, dándose cuenta al despertarse, de que está atado con cadenas a la pared de una pequeña celda sin recordar cómo llegó allí.
Aparecen poco después dos hombres ante los que trata de explicar que es un hombre libre, de Saratoga, a lo que los otros hombres le piden que muestre sus papeles, diciéndole, ante la imposibilidad de mostrarles nada que es un fugitivo de Georgia, tras lo cual lo golpean duramente, teniéndolo tras ello varios días solo, tras lo que aparece uno de los hombres que le deja algo de comida y le pide que se cambie la camisa.
Tras ello lo lleva junto con otros esclavos, obligándolos a lavarse, apareciendo poco después una mujer y una niña, hermana de otro niño que tienen allí, llevándolos tras ello a la bodega de un barco que los trasladará hasta el sur.
En el barco Clemens, otro de los retenidos con él le aconseja que no haga que nadie sepa que sabe leer y escribir si desea sobrevivir.
En el barco viaja otro esclavo, Robert, que les anima a rebelarse, ante lo que Clemens les indica que casi todos son esclavos y son incapaces de rebelarse, por lo que carecen de verdaderas opciones y si hacen algo no sobrevivirán ante lo que Solomon indica que no quiere sobrevivir, que quiere vivir.
Esa noche un miembro de la tripulación baja a la bodega para requerir los servicios sexuales de Eliza, la mujer que viaja con sus dos hijos, a la que Robert trata de defender, muriendo por ello, siendo Clemens y Northup los encargados de lanzar su cuerpo por la borda.
Cuando llegan a puerto se encuentran con que les está esperando Master Clemens, que reclama a Clemens, exhibiendo la documentación que lo acredita como propietario de este, por lo que debe serle devuelto, quedándose Solomon sin amigos.
Mientras espera su destino recuerda los viejos días en Saratoga, cuando acudió con su esposa a una elegante tienda a comprarle un bolso para su viaje.
Poco después llega su nuevo dueño, Freeman, que repasa la lista con sus nombres, abofeteando a Solomon por no responder cuando le llaman Platt, nombre de un esclavo fugitivo de Georgia.
Poco después Freeman exhibe a sus ejemplares, muchos de ellos desnudos, a sus clientes, interesándose uno de ellos, William Ford, en "Platt", por el que le pide 1.000 dólares y por Eliza, que cuesta 700, la cual le pide que compre a sus hijos, aunque en ese mismo momento venden el niño a otro terrateniente por 600 dólares, pidiendo Ford que le entregue a la niña, a lo que Freeman le responde que no está en venta, pues tiene la piel clara y podrá venderla por una fuerte suma, por lo que, al no poder pagar el precio exigido, se lleva solo a Solomon y Eliza, por lo que la mujer llora desconsoladamente.
Tras su descanso, al día siguiente son presentados a John Tibeats, jefe de carpinteros, que les instruye en la tala de árboles, vigilados por Chapin, debiendo escuchar mientras trabajan una machacona canción que Tibeats sobre los esclavos, transcurriendo su vida desde ese momento entre la tala y el oficio dominical, presidido por el propio Ford.
Un día Solomon se acerca a Ford para proponerle el traslado de los troncos por el río, lo que ahorraría camino y gastos, sugiriendo desbrozar los pasos más estrechos, explicando que trabajó en la reparación de un canal y trabajó transportando balsas de madera, demostrando que, tenía razón, siendo un éxito su propuesta, regalándole Ford, agradecido, un violín.
De vuelta a sus cabañas encuentra a Eliza llorando sin parar, echándole ella en cara que le duela más que su llanto moleste a Ford que la pérdida sufrida, diciéndole él que trata de sobrevivir sin dejarse ahogar por la desesperación.
Pero ella no deja de llorar, por lo que, cansada de aguantar su llanto, la señora Ford ordena su venta, observando Solomon cómo se la llevan mientras grita su nombre, sabiendo que nada puede hacer por ella, recordando él entonces cómo ella le contó que fue la favorita de su amo, el cual la colmó de todo tipo de lujos, teniendo incluso esclavos, dándole una hija.
Pero la hija del amo, aprovechando la enfermedad de este se los llevó a la ciudad con la excusa de tramitar los documentos que supondrían su libertad y los vendió.
Tibeats empieza a poner pegas a los trabajos de Solomon, que no parece doblegarse ante él, por lo que decide azotarlo, aunque, cuando le pide que se desnude, en vez de hacerlo Solomon se lanza contra él, siendo Tibeats el golpeado, hasta que llega Chapin y lo salva, asegurando Tibeats que desea sangre y que se vengará, pidiéndole Chapin a Solomon que si desea vivir no salga de la plantación.
Tibeats regresa con otras dos hombres, atrapan a Solomon y empiezan a ahorcarlo cuando aparece Chapin que se lo impide, pues le recuerda que no tiene potestad sobre el esclavo y que si lo mata su amo perderá dinero, aunque no se atreve a liberar a Solomon, que con la soga al cuello, pasará horas, sujetándose para no morir ahogado con la punta de los dedos de sus pies a la espera de la llegada de su amo, que al llegar lo libera, pero que, incapaz de asegurar su protección decide traspasar la deuda por su compra a Epps, otro hacendado con fama de quebranta negros que es el único que lo quiso dada su reputación.
En su hacienda se dedicará a la recogida de algodón, aunque no llega a la media de 90 kilos, siendo Patsey la que más recoja, pasando siempre de 200, siendo golpeados los que no llegan a la media o rinden menos que el día anterior.
Una noche Epps llega completamente borracho y despierta a sus esclavos obligando a Solomon a tocar el violín mientras hace que los demás bailen, hasta que la esposa de Epps lanza una botella a Patsey a la cara, exigiéndole a su marido que la venda, ante lo que él le dice que se deshará antes de ella que de Patsey.
La señora Epps le encarga a Solomon que vaya a hacer unas compras a la tienda, sintiendo él la tentación de escapar, cuando se topa con un grupo de cazadores de negros a punto de ahorcar a dos fugitivos, lo que le hace olvidar su proyecto.
Un día Epps envía a Solomon a la hacienda de los Shaw para recoger a Patsey, que está tomando un té con la esposa de este, una antigua esclava con la que el hacendado se casó.
De regreso a la hacienda ven a Epps muy borracho y Solomon le dice a Patsey que se vaya, interpretando Epps su gesto como una insinuación de tipo sexual, por lo que persigue a Solomon con una navaja, debiendo este tratar de esquivarlo, hasta que aparece la señora Epss que reprocha a su marido que ni siquiera en domingo deje de pensar en Patsey.
Y esa noche Epps busca a Patsey en el cuarto de los esclavos y la viola.
En su siguiente salida a la compra Solomon se hace con uno de los papeles para escribir comprados para su ama.
La señora Epps muestra constantemente su odio hacia Patsey, a la que un día deja sin la comida que da a los demás, acusándola ante su marido de mirarla con desprecio, y exigiéndole castigarla, por lo que esa noche, cansada, Patsey le pide a Solomon que la ahogue en el pantano, a lo que Solomon se niega.
De pronto una plaga de gusanos de algodón acaba con la cosecha de Epps que se ve obligado a prescindir durante un tiempo de sus esclavos, que los cede al juez Turner, que cultiva caña de azúcar y que es donde trata de escribir con el zumo de las moras.
El juez, enterado de que Solomon sabe tocar, lo cede a otro vecino para que amenice una fiesta, permitiéndole quedarse con el dinero que le entreguen.
Acabada la plaga de los gusanos, los esclavos regresan a su plantación, asegurándole a Solomon que aunque engatusara al juez, no podrá hacer lo mismo allí.
Con ellos trabaja también un peón blanco, Armsby, antiguo capataz, caído en desgracia, que, pese a recoger menos algodón que los demás no es azotado, mostrándose arrepentido de su trabajo como maltratador de otros negros.
Como parece un hombre comprensivo, Solomon se arriesga y confía en él, entregándole el dinero que ganó tocando el violín a cambio de que envíe una carta por él sin delatarlo.
Escribe su carta y esa noche Epps lo despierta diciéndole que Armsby le contó lo de la carta, ante lo que Solomon afirma que Armsby miente para tratar de ganarse su favor, pues él no sabe escribir, ni tiene papel ni tinta para hacerlo, siendo creído por Epps, viéndose obligado a quemar su carta y con ella sus esperanzas.
Algún tiempo después Epss contrata los servicios de un carpintero, Bass, para construir un granero, escuchando Solomon cómo Bass critica la ley que permite que exista la esclavitud.
Un día Epps monta en cólera al no encontrar a Patsey, que teme haya huido, aunque por la tarde regresa, afirmando que había ido a casa de los Shaw porque era domingo, quejándose de que la señora Epps ni siquiera le da jabón, pese a trabajar más que cualquier hombre.
Enfadado con ella ordena que la aten a un poste para azotarla, animándole su mujer a que acabe con ella, aunque en el momento de realizar el castigo le pide a Platt que sea él quien la azote, ante las quejas de la señora Epps que lamenta que no le da lo suficientemente fuerte, obligándolo a hacerlo con más fuerza, hasta que viendo que para, le arrebata el látigo y continúa él con el castigo hasta dejarla al borde de la muerte.
Horrorizado por los límites a que han llegado las cosas destroza su violín.
Solomon ayuda a Bass en la construcción, y hablan. Bass le cuenta que es de Canadá y él le explica que estuvo en su país en varias ocasiones, contándole su historia y pidiéndole que escriba a sus amigos del norte y les cuente su situación para que acudan con sus documentos, asegurando Bass que lo hará, pese a que le da miedo.
Terminado su trabajo Bass se marcha, continuando Solomon con su vida anterior, hasta que un día, mientras trabaja la tierra aparece un sheriff preguntando por él, y diciéndole si conoce a un caballero que está con él, al que Solomon identifica como el señor Parker, dueño de una tienda de Saratoga y amigo de la familia.
El sheriff le pregunta por su verdadero nombre, por el de sus hijos, por el de su mujer y por el apellido de soltera de esta y su lugar de nacimiento, lo que lleva a la convicción de que es quien dice el señor Parker, por lo que se lo llevarán con ellos pese a las protestas de Epps que no parece dispuesto a permitir que le arrebaten a su esclavo.
Este se marchará con el sheriff y con el señor Parker despidiéndose antes de Patsey a la que abraza antes de su partida.
Podrá volver finalmente con su familia, ahora más grande, ya que su hija ha crecido, se ha casado y tiene un hijo al que puso su nombre, abrazándose toda la familia feliz.
Northup trató de demandar a sus secuestradores sin éxito. Escribió su aventura en un libro y ayudó a muchos fugitivos.