Veredicto final
The Verdict (1982) * USA
También conocida como:
-
"Será justicia" (Hispanoamérica)
Duración: 129 min.
Música: Johnny Mandel
Fotografía: Andrzej Bartkowiak
Guion: David Mamet (N.: Barry Reed)
Dirección: Sidney Lumet
Intérpretes: Paul Newman (Frank Galvin), Charlotte Rampling (Laura Fischer), Jack Warden (Mickey Morrissey), James Mason (Ed Concannon), Milo O'Shea (Judge Hoyle), Lindsay Crouse (Kaitlin Costello Price), Edward Binns (Obispo Brophy), Julie Bovasso (Maureen Rooney), Roxanne Hart (Sally Doneghy), Wesley Addy (Dr. Towler), James Handy (Kevin Doneghy).
Un hombre, Frank Galvin, juega en una máquina de pinball mientras bebe, en un bar.
Acude luego al tanatorio, donde se presenta como amigo del fallecido a la viuda, tratando de conseguir que le contraten como abogado, por lo que le deja su tarjeta.
Busca luego en las necrológicas algún caso conflictivo en que le puedan contratar, aunque debido a la bebida le tiemblan tanto las manos que ni siquiera puede coger el vaso sin derramar su contenido.
En el siguiente funeral al que acude le echan con cajas destempladas, pues enseguida se dan cuenta de que no era amigo del fallecido.
Va tras ello a su bar habitual, donde invita a todos los que escuchan sus chistes, antes de regresar, totalmente borracho a su casa, donde, debido a su estado tira un archivador y luego rompe el título de abogado enmarcado.
Lo encuentra dormido sentado en el suelo su amigo Mickey Morrissey, que le echa en cara que no haya ido a ver a su única cliente, Sally Doneghy, cuyo juicio es en 10 días, y que le consiguió ese caso y tiene todo echo un desastre e irán a verlo a las 12, asegurándole que no lo va a aguantar más, pues le consiguió un buen caso, con el que ganaría dinero seguro, y ni lo ha mirado.
Para simular una organización empresarial de la que carece deja pegada una nota, como si lo hubiera hecho se secretaria, que dice salió a comer, y en ella le indica que tuvo la llamada de un juez.
Tras pasar por el bar acude al hospital Northern Care para ver a una mujer que permanece es estado comatoso.
Cuando llega, ve a su clienta, Sally Doneghy esperándolo, habiendo podido leer la nota.
Va a defender el caso de su hermana Deborah Ann Kaye, que gozaba de un estado de salud perfecto y fue al hospital St. Catherine Labouré para tener a su tercer hijo y allí se equivocan con la anestesia y quedó en estado vegetal, por lo que su marido la abandono y se llevó a sus otros dos hijos.
Ahora está en un hospital donde los dejan morir y querría llevarla al hospital Patriot para enfermos crónicos, para que la atienda, aunque piden 50.000 dólares y no los tienen, aunque no querían pleitear, pues su marido, Kevin, quiere irse a trabajar a Tucson.
Galvin les indica que conseguirá un testimonio de corroboración del doctor Gruber que les ayudará en su pleito, pensando él que el caso no llegará a juicio, algo que tampoco ellos desean, diciéndoles que sus honorarios son un tercio de la cantidad que reciban, lo que les parece bien.
En la Archidiócesis, propietaria del hospital estudian el currículum del abogado de los demandantes indicando que, al casarse, consiguió entrar en el bufete de la familia de su mujer, pero tuvo que abandonarlo tras un caso en que se le acusó de sobornar al jurado, aunque no lo llegaron a procesar.
Tras su divorcio trabajó con otro abogado, Michael Morrissey hasta la jubilación de este, habiendo tenido tan solo 4 casos en los últimos 3 años, y habiéndolos perdido todos, pues bebe demasiado.
El caso, piensan, le viene grande. Busca dinero y cree que no irán a juicio, pidiendo 600.000 dólares, pero como tiene pánico a ir a juicio creen que querrá llegar a un acuerdo, algo que ellos también desean para no exponer a la archidiócesis.
El propio obispo dice que hará él una oferta, sugiriéndole su abogado que mantenga las cifras bajas, actuando ante él como si prefirieran ir a juicio, estando convencido de que si fueran ganarían.
Él va a ver, en efecto a Gruber por el caso de Deborah Ann Kaye, confirmándole que tuvo una llamada de la archidiócesis, explicándole Galvin que bastará con apretar un poco más, pues desea aceptar un acuerdo extrajudicial, ya que St. Catherine tiene un gran renombre, diciéndole Gruber que sus médicos mataron a la paciente al equivocarse con la anestesia, provocando que la mujer se ahogara en su propio vómito.
Galvin le indica que los responsables son médicos muy respetados, diciéndole Gruber que no quiere a esa gente trabajando en su misma profesión, por lo que lo emplaza para verse en unos días y preparar su declaración, asegurando el doctor que lo hace porque es lo justo.
Galvin se siente feliz al poder contar con ese importante testimonio.
Vuelve tras hablar con él a su bar habitual, donde se fija en una bella mujer que está buscando en los anuncios de los periódicos un apartamento y se acerca a invitarla, aunque ella lo rechaza, aunque luego, cuando se marcha le dice que se alegra de su buen día.
Habla con la hermana Deborah Ann y le dice que irá al día siguiente a la archidiócesis, teniendo muy claro que ellos no quieren ir a juicio.
Antes de la reunión va de nuevo al hospital y hace algunas fotos de la mujer que está en coma.
Acude luego a la archidiócesis, donde es recibido por el obispo Brophy, que le indica que deben conjugar los derechos de su cliente con el prestigio del hospital y el beneficio que este debe seguir aportando a la comunidad, y que intentarán compensar el daño de la paciente con una generosa oferta económica, diciendo que, aunque no pueden hacer ya nada por curar a la mujer, desean compensarlo con 210.000 dólares.
Él pregunta cómo fijaron esa cifra, ya que el mismo manejaba algo así para saber cuánto se llevaría, y dividida en tres, a él le quedarán 70.000 dólares, diciéndole el obispo que fue una recomendación de su compañía de seguros, aunque Galvin le recuerda que la chica se ha quedado sola conectada a una máquina y a sus doctores y a ellos, que deberían velar por ella, los han comprado para que hagan la vista gorda, confesándole que acudió a la reunión con la idea de aceptar su dinero, y que, para conseguirlo pensaba mostrarle las fotos que hizo en el hospital, pero que no puede aceptarlo, pues si lo hace estará perdido y no será más que un rico aspirante a la muerte.
El obispo le preguntan cómo le va en el bufete, diciendo él que no muy bien, pues solo tiene ese cliente.
Acude luego a un local donde su amigo Mick está jugando a las cartas y le dice que necesita su ayuda, diciéndole el amigo que está loco por haber rechazado ese dinero, aunque él dice que quiere ayudar a la mujer, pidiéndole Mick que deje que lo compren, aunque Frank le dice que si no es ahora no será nunca y sabe que podrá ganar el caso, diciéndole su amigo que ya lo hizo, pues le dan el dinero, y recuerda que el abogado de ellos es Ed Concannon y no puede jugar con ese caso.
Pero como piensa continuar adelante le pide que le ayude.
Entretanto, en el bufete de Concannon se reúne un grupo de15 abogados a los que indica que no podrán descansar hasta que solucionen ese caso, suspendiendo las vacaciones de uno de ellos.
Les indica que tienen fijado el 19 de febrero para el juicio, contándoles la oferta que le hicieron y que Calvin rechazó cinco días antes del juicio.
Entretanto conseguirán que se publique un artículo en The Globe sobre la impresionante labor del hospital, y unos días más tarde en el Herald sobre los magníficos médicos y además deben utilizar la televisión.
Desea ganar haciendo constar tanto en el juicio como en la prensa que el ataque al hospital y los doctores es una vileza.
Frank trabaja con Mick. Comentan que la hermana de Deborah Ann afirma que su hermana había comido una hora antes de la operación pese a que en la hoja de ingreso figuraba que lo hizo 9 horas antes, aunque su testimonio como parte interesada no sirve, y además Towler, uno de los médicos acusados tiene un gran prestigio, pues escribió "Metodología y práctica de la anestesiología".
De quienes estaban en el quirófano, solo hay una persona, la enfermera obstétrica Maureen Rooney, que no declaró, ni a favor ni en contra de los doctores, por lo que Frank pide a Mick que vaya a hablar con ella y a preguntarle por qué no quiso hablar.
Van luego al bar, aunque al ver que está allí la mujer que vio el día anterior despide a su amigo para hablar con ella, a la que pregunta si encontró apartamento.
La mujer le dice que se llama Laura, asegurando él que está seguro de que fue esa noche allí para verlo a él, y la invita a cenar.
Le cuenta que al día siguiente elegirá jurado y puede que consigan hacer justicia.
Tras la cena la lleva a su apartamento y la invita a otra copa y se besan, y se acuestan.
Al día siguiente comienza jugando nuevamente al pinball, antes de ir a ver al juez junto con Ed Concannon.
El juez los anima a pactar para ahorrar tiempo y molestias, diciendo él que es un tema muy complejo, diciendo el juez que razón de más para pactar, pues si es difícil para ellos lo será aún más para un jurado, tras lo que le pregunta qué cifra le parecería correcta para olvidarse de la demanda.
Concannon indica que el obispo Brophy y la archidiócesis le ofrecieron 210.000 dólares pese a que los doctores preferían que el asunto se aclarara en un juicio, por su honor, pese a lo cual mantienen la oferta, aunque, indica, si no llegan a un acuerdo, lo retirarán e irán a juicio, diciendo Frank que irán a juicio.
El juez trata de hacer que cambie de idea recordándole su situación actual y que le expulsaron, a lo que él aclara que no fue así, pues retiraron los cargos.
El juez le dice que si lo que quiere es volver, sería un buen principio hacerlo con ese acuerdo, aunque como sigue negándose les cita para el jueves siguiente en el tribunal.
Comienza con el interrogatorio del jurado, mostrándole a la salida Mick el periódico donde anuncian que Towler participa como experto en un programa televisivo.
Kevin y Sally van a verlo enfadados, pues no les consultó y se enteraron por la otra parte de que le ofrecieron 210.000 dólares, diciendo que pueden hacer que lo inhabiliten, pues ha destrozado su vida y la de su esposa y él hará lo mismo con la de él, pues llevan cuatro años esperando, diciendo él que va a ganar el caso, y recibirán cinco o seis veces más de esa cantidad, debiendo reconocer luego que retiraron la oferta.
Va a ver a David Gruber, el día que acordaron, pero ve que ese día no fue al hospital, por lo que decide ir a su casa, aunque tampoco lo encuentra allí, le dicen que está en una isla del Caribe y no tiene teléfono, no regresando hasta la semana siguiente.
Decide ir a ver al juez de nuevo y le dice que necesita un aplazamiento, diciéndole el juez que debió aceptar la oferta, y más no estando preparado, y le dice que no le dará la semana más, que debió aceptar el acuerdo.
Al haber quedado con Gruber envía a Mick a ver a Laura, ya que no puede ir él.
Mick le cuenta que Frank entró en el bufete de Stearns y Harrington, se casó con la hija de uno de los socios y todo le iba de maravilla hasta que Stearns intentó amañar un caso sobornando a un jurado.
Recuerda que cuando Frank se enteró, fue a verlo llorando sin entenderlo y volvió al despacho y les dijo que iba a ir a denunciarlos, aunque antes de hacerlo lo detuvieron a él y le acusaron del soborno.
Llama a Harrington y le dice que cometió un error, consiguiendo así que retiraran los cargos y salió de la cárcel, pero le despidieron, su mujer se divorció y empezó a beber.
Frank decide llamar para aceptar la oferta por deseo de su cliente, aunque entonces le indican que le dijeron que retirarían la oferta y así lo hicieron.
Al haber neutralizado Concannon a Gruber, tratan de localizar a otro médico.
En el gabinete de Concannon preparan la declaración de los doctores, comenzando por Towler, al que derivaron a la paciente, aunque le piden que diga que era su médico y le piden que diga que era su anestesista, no parte de un equipo.
Cuenta que cuando se le paró el corazón activaron el código azul
Galvin va a la estación a esperar al Dr. Thompson, que sustituirá a Gruber, aunque no ve a nadie que le parezca el doctor, hasta que un hombre negro mayor se dirige a él.
Lo lleva a su apartamento pese a que el doctor había hecho una reserva en un hotel, diciéndole Galvin que no sabe con quiénes están tratando.
Decide ir luego él personalmente a ver a la enfermera, aunque se niega a hablar, mintiendo al decirle que su testigo principal es Gruber, ayudante jefe de anestesiología del hospital estatal y solo les falta saber lo que ocurrió en la sala de operaciones, pues creen que le dieron un anestésico equivocado, aunque ella dice que no pasó nada, preguntándose él por qué no testifica entonces a favor de los doctores, advirtiéndole que puede obligarla a subir al estrado, pero no habla pese a ello.
En el gabinete de Concannon estudian el curriculum de Lionel Thompson, 16 licenciado de una clase de 22 y con un nombramiento honorífico en el servicio de anestesiología del hospital ginecológico de Easthampton, pero no tiene ni diplomas ni títulos importantes y testificó en 28 juicios, y, añade el que lo expone, es negro, pidiéndole Concannon que no toque ese tema y que le trate como a cualquier otro, decidiendo poner ellos un abogado negro en su mesa.
Thompson les indica que si ella se quejaba de náuseas, un buen doctor hubiera dudado del informe de admisión, pero Mick observa que ni siquiera está familiarizado con el código azul, pese a ser un término corriente en los laboratorios.
Frank le dice luego a Laura, derrotado, que van a perder, diciéndole ella que debe haber algo que pueda hacer, reconociendo él que no debió llevar el caso a juicio, pues no tienen posibilidad alguna de ganar.
Ella le dice que no va a compadecerse de él, preguntando él por qué es tan dura, a lo que le responde que es como un niño que espera que ella le diga que tiene fiebre y que no puede ir al colegio y le dice que el juicio no ha empezado y él lo da ya por acabado y le dice que si quiere ser un fracasado que vaya a serlo a otro lugar.
Él le pide que no le presione y se queda esa noche sentado en un sillón frente a la cama donde Laura duerme y se marcha pronto.
Al día siguiente acuden al tribunal.
Concannon interroga a Thompson incidiendo en que no está colegiado como anestesiólogo, sino solo como médico de medicina general y tiene 74 años y se dedica a testificar en juicios.
Galvin le pregunta qué le ocurrió a Deborah Ann Kaye, diciendo que tuvo un paro cardiaco y por ello no llegó sangre al cerebro y piensa que debió ser durante 8 0 10 minutos, dado el deterioro cerebral de la paciente, no los 3 o 4 indicados por Towler.
El propio juez decide interrogar al testigo pese a la protesta de Galvin de que no le permita llevar el interrogatorio a su manera, haciendo el juez que el testigo diga que un paro de 8 o 9 minutos no es por sí una negligencia.
Galvin le dice al juez que si desea llevar el caso por él, le gustaría que no lo perdiera.
Este lo cita en el despacho y le dice que conseguirá que le retiren la licencia.
Él contraataca diciéndole que ya le advirtieron que se posiciona siempre con los abogados defensores y que cuando era abogado era un picapleitos para chicos barriobajeros y dice que pedirá que declaren nulo el juicio y que le retiren como juez de ese caso enviando una transcripción del juicio al consejo de conducta.
Pero el juez le advierte que no conseguirá un juicio nulo y le pide que siga esa tarde.
La hermana de Deborah empieza a dudar más de su estrategia.
Continúa el juicio con el testimonio de Towler que indica que el deterioro cerebral pudo ocurrir en menos tiempo, incluso en dos minutos, pues estaba anémica, y al tener menos sangre el cerebro recibía menos oxígeno.
El Dr. Thompson se disculpa por no haberle servido, diciéndole Galvin que puede regresar ya a su casa, pues no le necesitarán más.
A Laura le dice que no tiene ni la menor idea.
Mick le indica que, como no tienen ningún testigo deben utilizar los de ellos y que ya no hay nada que hacer, pues rompió la primera regla que le enseñó, no hacer una pregunta si no sabe la respuesta.
Pero Frank dice que ya no habrá otros casos, que ese es el caso.
Concannon habla con una mujer y le dice que sabe cómo se siente mientras le da un cheque y recuerda que cuando él empezaba, un abogado experimentado le dijo que no le pagaban para que hiciera lo que podía, sino para ganar, y para eso le pagan a ella, para que pueda estudiar y comprarse ropa, y le alcanza un vaso de whisky a Laura, que está llorando.
Le recuerda que se divorció y quiso volver a ejercer la abogacía, y le da la bienvenida.
Galvin s Se pregunta a quién protege Rooney, la enfermera que se negó a declarar, pues todos los demás que estaban en el quirófano declaran, preguntándose si no sería a la enfermera de admisión, que fue quien redactó el formulario de entrada.
Regresa al hospital y ve en la capilla a la enfermera Rooney y le dice que comprende lo que hace y que proteja a Kaitlin Costello y le dice que habló con ella, lo que esta dice no puede ser, pues habló con ella esa misma mañana, diciendo él que se lo dijo todo, preguntado ella si la vio en Nueva York o es que regresó, teniendo así él la pista de la que tirar.
Buscan a través de la asociación de enfermeras de Nueva York, pero no les consta.
Saben que se fue dos semanas después del incidente del hospital y llaman a todas las enfermeras que puede localizar en Nueva York con ese apellido, sin resultado.
Agotados, Mick se duerme, llegándoles un sobre por el buzón con la factura del teléfono, lo que da una idea a Frank, que acude a casa de Rooney, abre por la fuerza su buzón y coge la factura de telefónica, consiguiendo así un número de Nueva York con el que la enfermera habla a menudo.
La llama haciéndose pasar por empleado de "The Professional Nurse Quarterly", para tratar de que reanude su suscripción, diciendo ella que puede ver la revista en su trabajo en la guardería de Chelsea.
Galvin coge el puente aéreo hacia Nueva York, llamando desde el aeropuerto, y antes de salir, a Laura, a la que le cuenta que se va a Nueva York, diciéndole ella que, como también tiene que viajar a Nueva York para firmar unos papeles referidos a su divorcio, se verán allí.
Mientras habla con Frank, y buscando un cigarrillo en el bolso de ella, Mick encuentra el sobre con el logo de Concannon, Barker & White, y dentro un cheque de la compañía.
Frank acude a la guardería, y le dice a Kaitlin Costello que va allí su sobrino para entablar conversación con ella, a la que le dice que le dijeron que fue enfermera y le pregunta por qué lo dejó, observando ella que sobresale de su bolsillo el billete del puente aéreo entre Boston y Nueva York.
Él le pregunta si le ayudará.
De regreso a su hotel encuentra allí, sorprendido a Mick, que le cuenta lo que descubrió acerca de Laura, y tras escucharlo va hasta el bar del hotel, donde ella le espera, comprendiendo al verle que ya sabe la verdad.
Frank se dirige a ella y la abofetea, tirándola al suelo, y aunque salen varios hombres a retenerlo, ella pide que lo dejen marchar.
Regresa con su amigo a Boston. Mick le dice que Laura trabajaba para uno de los socios de Concannon en Nueva York y quería trasladarse a Boston, y con esa revelación conseguirán la anulación, aunque Frank le dice que no quiere un juicio nulo.
Se reanuda la vista con el interrogatorio a Towler.
Frank lee el libro del propio Towler un párrafo donde señala que no debe administrarse la anestesia general si el paciente ingirió alimento una hora antes de esta, pues puede aspirar partículas de comida y podría ahogarse, lo que le sucedió a Deborah Ann Kaye, aunque Towler asegura que no comió una hora antes, y que, de haberlo hecho habría sido una grave negligencia.
Y cuando el juez le pregunta si tiene algún testigo para refutar a Towler, llama a Kaitlin Costello, descomponiéndose la cara de Towler al escuchar el nombre.
Cuenta que era enfermera de recepción la noche del ingreso de Deborah Ann Kaye y que la paciente reconoció haber comido una hora antes de haber ingresado y es lo que ella anotó en la hoja de admisión.
Concannon, pillado por sorpresa pregunta a la enfermera si sabe cuál es la pena por cometer perjurio y le hace ver que entonces firmó el formulario y, aunque ahora jurara que comió una hora antes, cuatro años antes firmó el formulario en que señalaba que había comido 9 horas antes, diciendo ella que los doctores mienten, pues, en efecto, firmó el formulario, pero no escribió en él un 9, sino un 1, y dice que lo recuerda porque guardó una copia, y, aunque Concannon indica que no se puede admitir como prueba una copia frente al original, el juez le permite continuar.
Ella dice que la guardó porque pensó que la podría necesitar, porque tras el suceso, la llamó Towler para decirle que había tenido cinco partos difíciles seguidos y estaba cansado y que no miró la hoja de admisión y le pidió que cambiara el formulario porque si no la despedirían y que jamás volvería a trabajar y le gustaba su trabajo de enfermera.
Consiguen demostrar la existencia de un precedente de que no se debe admitir la copia si existe un original, determinando el juez que se rechace el documento pese a la protesta de Galvin, señalando el juez al jurado que no deben tomar en consideración el testimonio de la señorita Costello sobre la copia
Además Concannon indica que, dado que Costello era un testigo de refutación, y solo puede servir para refutar un testimonio directo, y, por tanto, y como lo que se trataba de refutar era el formulario, y este se rechazó, pide que se elimine todo su testimonio, advirtiendo el juez al jurado que no tome en consideración el testimonio de Kaitlin Costello, que será eliminado del sumario, y que lo borren de sus mentes, algo imposible.
El obispo habla con su asesor y pregunta por el testimonio de Costello, indicando él que se eliminó del sumario, preguntándole el obispo si, a pesar de ello la creyó.
Galvin expone sus conclusiones ante el jurado pidiendo ayuda a Dios para conocer la verdad, e indica que los ricos ganan y los pobres están indefensos y llegan a dudar de sus convicciones y de la ley y les dice que ahora ellos son la ley y les pide que actúen con justicia.
Tras la deliberación del juzgado se disponen a escuchar sus conclusiones, indicando que decidieron apoyar a la demandante contra el St. Catherine Labouré y los doctores Towler y Marx, aunque preguntan si es limitada la cuantía de la indemnización y preguntan si se les permite elevar la cuantía por encima de la solicitada por la demandante, diciéndoles que sí, retirándose para determinar la cuantía.
A la salida, mientras algunas personas le felicitan, ve al fondo a Laura.
Esta llama luego a Frank por teléfono, aunque él no lo coge.