
Modelo 77
España (2022) *
Duración: 125 Min.
Música: Julio de la Rosa
Fotografía: Álex Catalán
Guion: Rafael Cobos y Alberto Rodríguez
Dirección: Alberto Rodríguez
Intérpretes: Miguel Herrán (Manuel Gómez), Javier Gutiérrez (José Pino), Fernando Tejero (El Marbella), Jesús Carroza (El Negro), Catalina Sopelana (Lucía), Xavi Sáez (Boni), Alfonso Lara (El Demócrata), Polo Camino (Rubí)
Barcelona. Febrero de 1976. Tres meses después de la muerte de Franco.
Un grupo de detenidos es llevado a la cárcel modelo de Barcelona.
Un joven, Manuel, ve llorando a un muchacho en la celda de al lado, le da un cigarrillo y le pregunta su nombre, diciendo que es Juan, pero que le llaman Rubí y tiene 16 años.
Poco después los hacen desnudarse y los inspeccionan, ofreciéndole uno de los funcionarios de prisiones, al que llaman señor Domingo, 50 duros por su traje, diciéndole él que no lo vende, aunque otro funcionario le dice que si no lo vende, se lo quitarán dentro y gratis.
Luego le aíslan por 15 días hasta que comprueben que no tiene nada contagioso, diciendo el señor Domingo que si quiere una colchoneta serán 50 duros, indicando él que no tiene dinero.
Se despierta por la noche cubierto de chinches, y cuando pide una ducha le dicen que no hay ducha durante el aislamiento según el reglamento, pidiendo él que le muestren el reglamento, evitando que lo castiguen la llegada de otro interno, al que llaman el Negro, que le lleva la comida y que dice conocerle de la Ladera de Montjuic, donde las chabolas, lo que él niega, indicándole el interno que puede conseguirle lo que quiera, preguntándole si quiere tabaco, diciendo que no tiene dinero, aunque el Negro le dice que se fía de él y que se lo pague cuando pueda, viendo cuando se marcha, que, bajo el plato le dejó varios cigarrillos, y dentro de ellos una cerilla.
Su abogado de oficio le dice que, como es preventivo no podrá salir hasta el juicio y además robó casi un millón de pesetas, aunque él dice que se llevó solamente 50.000 como adelanto de una nómina, que lo demás no lo cogió él.
Pero la versión de su abogado es que le propuso el robo al contable aprovechando que eran amigos, asegurando Manuel que fue al revés, que fue el contable, que es hijo del dueño quien se lo propuso, indicando el abogado que la mitad de la empresa es testigo y dice lo contrario, por lo que le esperan entre 6 y 8 años.
En su celda comienza a golpear la puerta con el cubo que le dieron para lavarse diciendo que quiere ducharse y que no es ningún delincuente, pidiendo que comparezca el director, Manuel Merino, al que le dice que no piensa volver a comer hasta que pueda ducharse y quiere poner una reclamación a Instituciones Penitenciarias, consiguiendo que finalmente le pongan una colchoneta y que le lleven papel y lápiz para la denuncia y que se duche.
Le lleva el papel el señor Domingo, y tras él dos funcionarios que lo golpean de forma inmisericorde con sus porras.
El Negro le pasa un cigarrillo encendido por debajo de la puerta y un papel en el que le piden que aguante, pues no está solo.
Cuando sale finalmente del aislamiento, lo llevan a la tercera galería, llevándolo el Negro hasta su celda, que comparte con Pino, que le advierte que esa es su celda y se hace lo que él dice y que allí no quiere ningún follón y que no debe entrar en su parte sin su permiso y que si quiere leer alguna de las novelas que tiene, la debe alquilar a 20 pesetas por novela y que no toque sus camisas.
Llegado el día de visitas, aparece Lucía, la hermana de su novia, que le dice que ella no quiere verle así, pidiendo él que le diga que vuelva, pues es lo único que tiene.
Un día, mientras está en el patio es abordado por media docena de presos que le roban el traje sin que los funcionarios se den por enterados, por lo que decide poner una denuncia, diciéndole los funcionarios que debe pagar 300 pesetas por los sellos.
Se acerca otro preso, Andrés, que le ofrece ropa y le dice que no está solo, llevándolo a su celda, donde le presenta a su compañero Boni, explicándole que tienen un fondo para los presos, fijándose Boni en que tiene un flemón, diciéndole que debe abrírselo y drenarlo, pues es médico, teniendo morfina para operarlo.
Mientras lo atiende llegan otros presos, como Agustín, encargado de talleres y un sindicalista de la CNT y Boni le dice que han visto que es el único que piensa que los presos tienen derechos, y allí hay muchos que no tienen educación ni abogados comprometidos, compartiendo celdas los presos comunes con todos los que Franco no quería en la calle y los oculta allí apoyándose en la Ley de vagos y maleantes.
Le muestran un escrito creado por algunos internos de Carabanchel por el que crean la COPEL ("Coordinadora de Presos en Lucha"), una especie de sindicato de presos que piden un indulto general y le piden que lo vaya contando con cuidado, aunque él dice que no quiere crearse más problemas.
El Negro le va instruyendo. Si ve a uno solo es un anarquista. Si ve a varios en grupo y discutiendo, socialistas, otro solo con un libro, comunista.
De pronto ve en el patio a un tipo con su traje y siente el impulso de ir hacia él, deteniéndolo el Negro, que le indica que es el Marbella, que es el que manda en la sexta, la de los asesinos, rodeado de los gays que le hacen favores a cambio de dinero.
Van hasta el taller, donde cosen balones, pues el Negro necesita dinero y quiere trabajar, diciéndole a Manuel que un día de taller supone un día menos de condena y les dan algo de dinero, recomendando también a Manuel.
Le cuenta que está allí por robar y le queda "media ruina" y a Pino la ruina completa, para toda la vida, pues, aunque no se sabe con certeza, dicen que mató a dos en un atraco y a un policía, aunque no se sabe con certeza, pero todos le respetan, incluido Domingo, el superior de los funcionarios y dicen que tiene mucho dinero de un atraco.
Vuelve a visitarle Lucía, que consiguió, para poder hacerlo, un papel de un cura, habiendo dicho que es su novia y le confiesa que su hermana no va a ir.
Le dice que preguntó y le dijeron que podría estar allí hasta 4 años sin juicio y que ella irá a verle y llevarle algunas cosas que no sean muy caras, pues sabe que si no va ella no irá nadie, aunque él le dice que no necesita que lo haga y se marcha dejándola allí.
Un día ve cómo un numeroso grupo de presos grita pidiendo amnistía y luego ve al Negro muy ilusionado, pues le dijeron que es un país nuevo y las viejas leyes que les llevaron allí ya no sirven.
Ríen y comparten una botella de vino, pero cuando Pino observa que Manuel la limpia con el pañuelo antes de beber se enfada y le pregunta si le da asco y le dice que tarde o temprano estará como él.
Boni vuelve a recurrir a él, dicen que necesitan a alguien que sepa escribir para hacer octavillas, pidiéndole que escriba con la mano izquierda para disimular su letra.
Pero poco después ven cómo llega la amnistía, pero solo para los presos políticos.
Pero comienza a rellenar octavillas, mientras perdida su esperanza, el Negro, calcula que cuando salga tendrá ya 57 años. Será un viejo. Pidiéndole a Pino que le lea en alto.
Noviembre 1976
Varios funcionarios van a buscar al Negro, pues encontraron un túnel en la zona de cocinas y creen que tiene algo que ver, junto con Blanes, un minero, y otro, Simón, del que Pino dice que es gafe, diciéndole que el derecho de todo preso es fugarse.
Ese día solo dejan salir a los presos de talleres, viendo que además están los antidisturbios, informando a Pino de que el Negro murió, según ellos, de un infarto en el interrogatorio, y le piden que recoja sus cosas para dárselas a su mujer.
Manuel ve que Pino sigue comiendo y no puede entender que lo haga en esos momentos y le dice que no le importa nadie.
Los de talleres hacen una sentada en protesta, actuando de inmediato los antidisturbios
Él entra en su celda y recupera las octavillas y las lanza, haciendo luego lo mismo por la ventana de la prisión haciendo que vuelen hacia la calle, mientras él es detenido y escucha a los presos gritando amnistía y libertad.
Lo sacan del calabozo unos días después porque tiene la visita de un abogado, que consigue verlo sin funcionarios, cuando aquel le pide el nombre y el número de servicio, diciéndole Manuel que se ha debido confundir de preso, pues él tiene ya abogado, presentándose este como Arnau Solsona y le dice que representa al colectivo de abogados "17 de marzo", diciéndole él que no tiene dinero, indicando el abogado que leyeron sus octavillas y ellos también quieren que el cambio del país llegue también a la cárcel y que el abogado de oficio no le sacará de allí y ellos al menos lo intentarán y de momento le sacarán del aislamiento, pues no es legal que esté más tiempo e intentará que se le adelante el juicio.
Comienzan a celebrar asambleas en los talleres, pues amnistiaron a los presos políticos, pero se olvidaron de los demás y por eso crearon la COPEL con el apoyo del colectivo de abogados y deben hacer que la gente sepa fuera cómo están las cosas allí dentro y para ello necesitan que entren los periodistas.
Se presenta el Marbella a interesarse por COPEL, y pide que le apunten a él y a toda la sexta para que los defiendan a ellos también, y como ve que no le hacen caso le indica que ellos también son presos, marchándose enfadado.
Manuel recibe una carta. Le escribe nuevamente Lucía pidiéndole que conteste s sus cartas y que irá a verlo, pues sabe dónde está. Le envía además anuncios de cosas modernas que van saliendo para que sepa lo que va pasando en el mundo.
Incluso Pino habla con la abogada de que le habló Manuel, asegurando que es la primera vez que un abogado se lee su expediente entero, pese a lo cual le pide que la próxima vez pregunte antes de mandarle a nadie y le advierte que en la reunión que tuvieron había más de un chivato.
Esa noche los funcionarios se llevan a un compañero, viendo al día siguiente que quien falta es Agustín, el encargado del taller, y le dice Pino que ya le dijo que había chivatos.
Todos comienzan a protestar y algunos de los compañeros se hacen un corte en el brazo, haciéndolo también Manuel, mientras gritan el nombre de Agustín y piden libertad para él, aunque les aseguran que no volverá, pues fue trasladado a otra prisión, pidiendo que dejen entrar a la prensa, diciéndoles que tiene que autorizarlo el director y no está, por lo que le piden que lo llamen por teléfono.
Asustado este, pues debido a los cortes se están desangrando los presos, permite que pase la prensa y los médicos civiles que piden los presos, algunos ya muy mal.
Boni le habla con la prensa, ante la que lee el manifiesto COPEL, que oyen en la radio.
Manuel recibe la visita de Lucía y le muestra la cicatriz de su brazo, diciendo ella que no pensaba ir, pero que escuchó la noticia en la radio, pasándole un papel donde informan de sus autolesiones, diciendo que el abogado le entregó sus cartas y que es más simpático en las cartas que en persona, contándole que compatibiliza los estudios con un trabajo como ayudante en una óptica.
Le pasa otra noticia en que informan de tres reclusos que se cortaron las venas ante el tribunal que les juzgaba, contándole que salen en todos los periódicos y todos saben ya cómo están, habiéndose formado un colectivo para apoyarles en que ella se metió y le pasa un panfleto convocando una manifestación en pro de la amnistía y le cuenta que en breve serán las elecciones y los nuevos políticos les sacarán.
Desde sus celdas los presos pueden ver la manifestación pidiendo la amnistía y ríen viendo a los celadores tratando de coger una gallina que tiraron por encima de la tapia con un cartel en que piden la amnistía.
Unos días más tarde Pino le cuenta que la abogada consiguió que le quitaron tres acusaciones tras comprobar que no había sido el autor, lo que le supone dos años menos, y ya solo le quedan 14 o 12, si le quitan de otra acusación y le pide que le apunte a COPEL, pues quiere salir.
Pino va a ver a un preso y le dice que se vaya a otra galería y le dice que tiene suerte de salir de allí con dos orejas, pues es un chivato, pasando entre los demás presos que lo abuchean, enviando luego Pino también fuera a otro chivato, y les gritan que esa es una galería COPEL limpia de chivatos, se violaciones y de robos.
Junio 1977. Primeras elecciones democráticas
Llegan noticias de que en Carabanchel y en Valencia van a amotinarse como protesta, diciendo Boni que para ello tendrían que subir a los tejados para que los vean, aprovechando que hay una obra en la sexta, aunque Manuel es reticente a que entren los de la sexta, diciendo Boni que son presos como ellos y todos tienen el mismo derecho a salir, y lo ve pinchándose drogas, pero él dice que no ha matado a nadie.
Boni le pregunta si sabe por qué encerrado él y le coloca una mano en el muslo.
Van Boni, Pino y él a la sexta galería para ver al Marbella, que tiene su celda cubierta de fotos de mujeres desnudas, entregándole Pino los teléfonos de los abogados COPEL, diciéndole el Marbella que su galería no es COPEL y nadie los ha invitado, diciendo Pino que él lo está haciendo y que quieren iniciar un motín por la amnistía, aunque, a cambio deben terminar los trapicheos con los "boqueras", como llaman a los funcionarios, aunque él teme perder lo que tiene, diciéndole Pino que tiene una familia, diciendo el Marbella que su familia vive de eso.
Pero Pino le pone delante el anillo de Angelito, que fue su preferido, y al que, le cuenta, mataron por 50 duros de grifa, lo que el Marbella no cree, pues le contaron que lo mató un policía, contándole Pino que lo mataron dos presos de dos puñaladas. Les pagaron para que le dieran un susto y se les fue de las manos y lo ordenó Domingo.
Tras ello, varios funcionarios, dirigidos por Domingo realizan un registro llevándose todos los libros y cosas de Pino, incluidas sus camisas, para él muy importantes, viendo luego cómo queman sus libros y sus cosas en el patio, diciendo Pino que se sabe las novelas de memoria, notando el olor del hachís que él escondía en los lomos de los libros, comenzando la gente en sus celdas comienza a dar vivas a Cervantes, Quevedo o Goya, riendo él y Manuel que dicen que esa noche dormirán tranquilos.
Tras ello un interno simula un ataque epiléptico, y cuando se acerca el funcionario lo retienen. Con él van hasta el control y piden que abran las galerías, lanzando luego un cóctel molotov contra el control mientras desde las celdas comienzan a tirar todo lo que tienen dentro hacia abajo, corriendo los presos hacia la sexta tras poner todo tipo de trabas a los funcionarios, subiendo camas, comida y todo tipo de utensilios al tejado.
Llegan los antidisturbios que indican que si no bajan intervendrán, comenzando en efecto a lanzarles pelotas de goma, aunque ellos también les lanzan piedras, haciéndolos retroceder, mientras dos presos suben a lo más alto y cuelgan una pancarta pidiendo amnistía y desde lo alto de la cúpula central gritan amnistía y libertad, viendo cómo fuera se congrega la gente que les apoya y grita con ellos.
Julio 1977
La policía les conmina a que depongan su actitud indicando que si lo hacen ya no serán tenidas en cuenta sus faltas, aviniéndose finalmente a negociar, para lo que buscan interlocutores, ofreciéndose Boni, que pide a Manuel que se sume, pudiendo confiar porque están la prensa y los abogados, por lo que accede.
El director de prisión les asegura que no habrá represalias si desalojan los tejados y van pacíficamente hacia las galerías.
Piden un juez para el desalojo y que se encarguen los funcionarios, no los antidisturbios y les dicen que se va a revisar la petición de amnistía, pues lo presentaron al gobierno.
Vuelven en efecto a las celdas y dejan sus improvisadas armas, aunque mientras lo hacen uno de los internos dice que el hombre que está supervisando todo no es juez, sino un policía secreto de Valencia al que conoce.
Ven cómo de pronto entran los antidisturbios que empiezan a golpear a Boni y que cargan luego contra todos los demás, haciéndoles entrar de uno en uno entre dos filas de antidisturbios que les van golpeando mientras entran.
Unos días más tarde van a buscar a Manuel y le presentan un escrito, que es una petición de traslado a la cárcel de Guadalajara, que, le dicen, es una cárcel tranquila con muy pocos presos en un régimen especial y en un par de años estará en la calle, pues, le dice, él no es como ellos.
Pregunta qué pasa si no firma, indicándole que su nombre se repite demasiado en su informe sobre el motín y eso serán muchos meses y le dice que su amigo el médico ya lo hizo y le muestra la petición de este, diciéndole que tiene esa noche para pensarlo y que al día siguiente en el recuento puede avisar, y un funcionario le acompañará a la puerta y solo él sabrá dónde va.
De regreso a la celda, Pino le cuenta que lleva 4 años en esa cárcel, después de haber pasado por el Puerto, Cuenca, Carabanchel y antes, el reformatorio dos veces, por lo que ha pasado más tiempo dentro que fuera y por ello sabe que la mejor manera de aguantar sin volverse loco es aislándose y piensa, cuando cierran las puertas, que es él quien les deja a ellos encerrados fuera. Que se hizo a la idea de que nunca saldría de allí o de que cuando lo hiciera sería ya muy tarde y de pronto ocurrió algo que le hizo recordar quién era el primer día que entró, con el mismo miedo y la misma rabia y esperanza y ahora sabe que se puede cambiar la cárcel y de que lo harán y que le alegra que haya vuelto, y que todos se alegran.
Cuando le despierta Pino al día siguiente para el recuento ve cómo, en efecto se llevan a Boni, al que todos animan.
Pino le muestra luego los regalos de comida y bebida de otros presos agradecidos, incluido el traje que le robaron y quita la manta que separaba su parte de la celda de la de él, pues no tiene ya nada que ocultar.
Recibe una nueva visita de Lucía que le dice que quiere acostarse con él y le entrega algo que le dice que mire luego, viendo que es una foto suya desnuda.
Pero una noche varios antidisturbios entran en su celda, lo golpean y se lo llevan a él y a Pino, cubriéndoles la cabeza, tras lo que les meten en un furgón, aún medio desnudos, pese al frío, llevándolos hasta El Espinar, advirtiéndole Pino que si se le inyectan algo, que no se resista, pues se le contraerán los músculos y el dolor será más fuerte y que no pise el suelo de la celda o le saldrán úlceras.
Lo llevan a una sala donde hay varios policías elegantemente vestidos que le piden que se quite la ropa y que cierre los ojos mientras le espolvorean, pinchándole en efecto, aunque lo pillan por sorpresa.
Él grita que están en una democracia antes de recibir la primera bofetada, golpeándolo luego con sus porras y a patadas, llevándolo luego, cuando ya no puede moverse, hasta una celda donde le tiran y le dicen que va a permanecer en periodo de aislamiento y que cuando vea una luz se ponga al fondo de la celda con los brazos en cruz y mirando al suelo o se le aplicará el reglamento, echando en el suelo un líquido antes de salir.
Cuando se enciende la luz aún no puede casi moverse y es incapaz de levantarse, entrando los funcionarios y volviendo a golpearle inmisericordemente.
Con los pies, en efecto ulcerosos, aunque ya mejor, come con fruición y consigue ver con la pequeña ráfaga de luz que entra por debajo de la puerta, ver la foto, muy cuarteada, de Lucía desnuda.
Ahora ya puede ponerse en pie y con los brazos en cruz cuando entran.
Un día le sacan y se cruza en los pasillos con Pino, al que llevan muy deteriorado.
En su nueva celda arranca varios muelles del somier y se los traga.
Cuando lo llevan a enfermería ven que se tragó tres muelles, por lo que deben pedir su traslado al hospital, ya que hay que operarle, aunque antes de que se lo lleven pide que vayan a ver a José Pino, amenazando con tragarse todos los muelles si no lo hacen.
El médico hace que, en efecto, se lo lleven, observando su lamentable estado, aunque les dicen que se lo hizo él solo.
Mientras se lo llevan, escucha a Pino recitando uno de sus libros.
Enero 1978
Es trasladado de nuevo a prisión desde el hospital, donde es recibido con un abrazo por Pino, que, a continuación le presenta a otros presos, también trasladados de otras prisiones, de COPEL, diciéndole que, queriendo descabezarlos, los han unido a todos allí y le dice que no tenga miedo de los "boqueras", pues el médico les dijo a los abogados dónde estaban y están asustados y no pueden tocarlos.
Recibe una carta de Lucía en que avisa al funcionario de que solo manda recortes, viendo un anuncio en que sale ella, anuncios y unas gafas de cartón de dos colores con las que puede ver según el ojo que cierre a sus compañeros de azul o de rojo.
Se plantean que necesitan ser escuchados y deben seguir saliendo en televisión, y plantean prender fuego a todas las cárceles, llegándoles noticias de que arden las de Valencia, Soria, Valladolid, Carabanchel y el Puerto, y que nombraron por ello un nuevo director de Instituciones Penitenciarias y quiere hablar con un representante de COPEL.
Se pasan información lanzándola de una ventana a otra con una cuerda, viendo que es el que más votos tiene para ser interlocutor.
Acude en efecto a la reunión, viendo que le enviaron a un interlocutor de 31 años, como él, y le dice que tras leer sus reivindicaciones, está de acuerdo con muchas, y, aunque no puede hacer nada por la amnistía, sí podrá cambiar la Ley Penitenciaria y que en cuanto pueda les enviará a sus cárceles de origen.
Él le pregunta si sabe cómo funciona una cárcel, explicándole que en las cárceles mandan los funcionarios y no le dejarán cambiar nada, aunque le responde que los tiempos están cambiando para todos.
Pino y él regresan finalmente a Barcelona, siendo recibidos con aplausos por sus compañeros que les dicen que las cosas han cambiado, contando el Marbella que de puertas para adentro ahora mandan ellos.
Llegan noticias que indican de que, teniendo en cuenta que los delitos de carácter social nacieron de unas leyes penales de la anterior etapa, los senadores presentaron la proposición de Ley de Amnistía.
Acude a ver al Marbella a la sexta galería, viendo que ahora vende tabaco y cervezas para recaudar dinero para COPEL, diciéndole él que fua a comprar dos paquetes de tabaco rubio, aunque le pregunta a qué fue de verdad, diciéndole que quiere saber qué pasa, aunque en ese momento llaman a la puerta y los interrumpen, pero dice al que llama que no le va a dar nada y no le abre, explicándole a Manuel que hay una nueva droga que está volviéndolos locos a todos.
Vuelven a llamar, ahora otro recluso que dice que es su primo José Enrique, que dice que le lleva un regalito, y le abre, viendo mientras hablan, cómo se cuela en la celda Rubí y el negro al que negó la entrada, apuñalando el primero a Marbella, tras lo que buscan la caja donde escondía el dinero.
Él aprovecha mientras roban para escapar, aunque Rubí sale tras él, temiéndose lo peor, aunque entonces le entrega sus paquetes de tabaco y le dice que están en paz.
Los reclusos ven en televisión la información de que se votó en el Senado la proposición de Ley de Amnistía, informando que, a pesar del apoyo inicial con que se tramitó, finalmente fue denegada.
Los presos empiezan a desencantarse, aunque otros, como Pino deciden seguir luchando e ir a la asambleas, mientras otros reniegan ya de COPEL.
Lucía va a verlo y le lleva varias revistas, pero él le dice que no quiere que vuelva.
Pino le dice luego que van a hacer una huelga de hambre, diciéndole Manuel que no va a durar, pues nadie cree en COPEL, diciéndole Pino que él sí y le dice que él se cree especial, pero que es un preso común más.
Uno de los funcionarios bromea en el patio con los presos diciéndoles que les va a dar el indulto, diciéndole a Manuel que a él le va a dar la amnistía.
Muy enfadado, Manuel arremete contra él y lo golpea duramente hasta que otros funcionarios le golpean a él y lo retienen.
Cuando llega el fin del aislamiento va Pino a buscarlo, encontrándolo totalmente magullado, llevándolo casi a cuestas a la celda.
Al verlo comer le pregunta si acabó la huelga, diciendo él que no, para decirle que necesita recuperar fuerzas, pues va a fugarse, ya que COPEL está muerta.
Mayo 1978
Pino y él, con la excusa de ir a enfermería, llegan hasta una puerta de ascensor que lleva años sin usarse y que está sellada, aunque consiguen abrirla, descendiendo por el hueco del ascensor y avanzando por galerías y dependencias abandonadas hasta un ventanuco que da al patio.
Otro de los presos les explica que deben bajar dos metros y luego avanzar 11 metros más hasta el colector que da a las alcantarillas y de estas irán a la calle, disponiendo de solo 3 semanas antes de que lleguen los antifugas, que lo registran todo.
Cuentan con un preso que da balonazos rítmicamente contra la pared, y a su ritmo, ellos van picando.
Empiezan a avanzar, escuchando cerca el metro, por lo que deben apuntalar.
Pero un día un preso del patio mira por el agujero, no sabiendo quién es.
Poco después llega Rubí junto con el cuñado del Marbella y ahora no pueden echarles, y, aunque le ven hablando con los "boqueras", Pino no teme que se chiven, pues también quieren fugarse.
Su abogado le dice que el gobierno aprobará la Ley de Cuantías y revisarán las penas de muchos delitos a la baja, y cree que él también se verá beneficiado, aunque Manuel vuelve a preguntarle cuándo será su juicio, algo que ignora, diciendo que lleva 3 años aguantando y que nada va a cambiar.
Avanzan en sus trabajos, consiguiendo llegar finalmente al colector.
Junio 1978
Llega el momento y Pino le entrega ropa para cuando salgan.
Manuel le pregunta si conoce la Ladera, el barrio del Negro, diciéndole que era el suyo también y que desde arriba se podía ver toda Barcelona y le gustaba hacerlo de noche.
Pino le entrega un D.N.I. nuevo a nombre de Daniel Morales, diciéndole Manuel que cuando salga se irá fuera, a Portugal, Francia o Sudamérica.
Les sorprende que al salir no ven a ningún funcionario en el control, y cuando finalmente aparece uno se lo llevan con ellos.
Al llegar a las alcantarillas se cambian de ropa, estando poco después saliendo de una alcantarilla al otro lado de los muros, y comienzan a caminar tratando de no llamar la atención bordeando la calle.
Escuchan a la policía deteniendo a los que salieron tras ellos, que comienzan a avanzar más deprisa, hasta subirse a un autobús del que ven bajar a un funcionario de prisiones.
Manuel le dice a Pino que cree que les han dejado salir.
Se despiden al bajar del autobús, yendo a partir de ese momento cada uno por su lado, observando mientras ve alejarse a su amigo, que hay algo oculto en la ropa que le prestó, viendo que se trata de un buen fajo de billetes.
Va tras ello hasta la óptica donde trabaja Lucía, con los zapatos con los que el Negro soñaba con salir, viéndolo ella acercarse al escaparate
"Unos meses después de la fuga se aprobó la Ley General Penitenciaria en cuya redacción no participaron los presos.
Durante 1978, las cárceles españolas registraron 79 fugas, la mayor cifra de su historia. Se escaparon 175 reclusos.
La Coordinadora de Presos en Lucha, COPEL, desapareció poco tiempo después.
Nunca se decretó la amnistía".