La ley de la hospitalidad
Our Hospitality (1923) * USA
Duración: 74 Min.
Fotografía: Gordon Jennings, Elgin Lessley
Guion: Clyde Bruckman, Jean C. Havez, Joseph A. Mitchell
Dirección: Buster Keaton y John G. Blystone
Intérpretes: Buster Keaton (Willie McKay), Natalie Talmadge (Virginia Canfield), Joe Roberts (Joseph Canfield), Ralph Bushman (Clayton Canfield), Craig Ward (Lee Canfield), Monte Collins (Párroco), Kitty Bradbury (Tía Mary), Jean Dumas (Señora McKay), Edward Coxen (John McKay), Tom London (James Canfield).
El prólogo
Años atrás, en algunas zonas de los Estados Unidos había enemistades que pasaban de generación en generación.
Los hombres de una familia crecían matando a los hombres de otra familia por el único motivo de que sus padres lo habían hecho antes así.
La historia trata de la antigua enemistad entre los Canfield y los McKay que surgió alrededor de 1810.
En el humilde hogar de John McKay, último de su linaje, exceptuando a su hijo, la señora McKay está asustada viendo la terrible tormenta que hay fuera cuando llega su marido que parece preocupado, pero por otra cosa. Acaba de escuchar que Jim Canfield está en la ciudad, lo que supondrá la existencia de problemas.
Cerca de los McKay vive, confortablemente, Joseph Canfield, con su mujer y sus hijos, teniendo un cuadro en su pared con el lema "Amarás a tu vecino como a ti mismo".
Joseph trata de calmar a su fogoso hermano Jim diciéndole que él ha tratado de olvidar esa enemistad y le pide que haga lo mismo, aunque Jim dice que ha venido de muy lejos para matar a McKay esa misma noche.
Cuando Jim sale de su casa, Joseph sale tras él.
Entretanto, John coge su arma y apaga la luz de su casa, saliendo afuera.
Pese a la oscuridad, la luz de un relámpago hace que se vean y se disparen mutuamente, muriendo los dos.
La mujer de John atiende horrorizada a su marido, mientras que Joseph se lleva a su hermano a su casa e indica que ahora la enemistad debe continuar y educará a sus dos hijos para que venguen esa muerte.
La mujer de John, por su parte aprieta a su pequeño contra su pecho tratando de defenderlo y decide llevar al niño a casa de su hermana en Nueva York, donde espera que crezca ignorando esa enemistad.
Parte, en efecto, dejando allí a sus padres.
La historia
Nueva York, 20 años después
El joven McKay fue criado por su tía tras la muerte de su madre y vivían en la calle 42, que en 1830 era terreno agrícola.
Willie McKay es un elegante joven que se mueve en una bicicleta sin pedales.
Lee, al llegar a su casa, una carta en que le comunican que, como legítimo heredero de John McKay, debe ir a Rockville para tomar posesión de su propiedad.
Le muestra la carta a su tía, mientras se imagina como heredero de una gran mansión, viéndose su tía en la necesidad de contarle la historia de enemistad entre su familia y los Canfield.
Pese a ello realiza el viaje, pidiéndole su tía, que va a despedirlo que mantenga su promesa de no acercarse a los Canfield.
Temen a los indios que hay en el oeste cerca de Trenton cuando se suben al prototipo de tren, al que, en el último momento llega una pasajera más, una bella joven que regresa a su casa tras visitar Nueva York, ayudándola Willie, que viajará a su lado.
En los pueblos por los que pasan, los habitantes salen a ver la fabulosa máquina que va sobre raíles, pero cuyos vagones son carruajes adaptados.
Pese a lo rudimentario que es ya tienen que desalojar a un polizón.
Pasan por un lugar donde un hombre comienza a tirar piedras al maquinista, que se defiende lanzándole algunos maderos, que luego el hombre recoge para su chimenea.
En los tramos más duros la muchacha se coge de su brazo.
El viaje es lento y peligroso. Deben parar por motivos tan peregrinos como no atropellar a un borrico, para lo que mueven la vía y dan enormes saltos y, gentilmente, Willie trata de evitar que ella se golpee la cabeza poniendo su mano, llegando a circular por fuera de la vía debido al despiste del maquinista, que estaba comiendo.
Durante esos años Joseph Canfield prosperó y tiene ahora una gran mansión, llegando una comunicación de que ese día llega su hermana en el tren.
En este, Willie y la chica han trabado ya amistad y hablan animadamente, hasta que el carruaje donde van Willie y la chica pierde sus ruedas traseras.
Luego se duerme en el hombro de Willie y este acaba durmiendo sobre ella, y, tras pasar un túnel, todos los viajeros acaban con la cara negra por el hollín.
En un cambio de agujas se separa la máquina del vagón de ellos, y en el siguiente cambio vuelven a ir por la misma vía, pero los vagones traseros delante de la máquina, por lo que, asustada, la chica se coge de él, que la protege hasta que llegan a la estación, donde dan contra el tope y luego la máquina se topa con ellos.
Willie ayuda a bajar a su compañera, que corre feliz a abrazar a su familia.
Willie ve que el perro, que les siguió durante todo el camino está allí.
Pregunta a un desconocido por la hacienda de los McKay, ignorando que es uno de los Canfield, y este, al saber quién es le acompaña, aunque va, a lo largo de todo el camino entrando en cada local por el que pasa tratando de que le dejen un arma, sin éxito.
Durante una de sus ausencias Willie ve cómo un hombre agrede a una mujer, corriendo él a defenderla, viendo cómo la mujer, desagradecida le golpea a él, por lo que cuando sale Canfield, finalmente con una pistola, no lo encuentra ya, por lo que corre a su casa e informa a su padre de la llegada de McKay.
Will pasa frente a la casa de sus enemigos que ignora que lo es, y ve fuera a Virginia, a la que le regala una flor, invitándolo ella a cenar esa noche en su casa.
Dentro, los tres hombres preparan sus armas para llevar a cabo su venganza, aunque tratan de que ella no los vea.
Virgina le cuenta a su padre que había en el tren un hombre que fue tan amable con ella que lo ha invitado a cenar esa noche, asegurando su padre que nunca se olvidará de su hospitalidad.
Entretanto Will llega a su hacienda, viendo que se trata de una casita en estado ruinoso que en nada se parece a la que había imaginado, y, de hecho, al tratar de abrir la puerta, esta se cae y comienzan a caer maderos del techo, por lo que debe marcharse.
Joseph y su otro hijo se topan con Will, ignorando que se trata de este, saliendo entonces el otro hermano y al saber que se trata de McKay, le disparan desde lejos, aunque ninguno acierta, de hecho a uno de ellos le falla su arma cuando iba a dispararle, siendo el propio Will, ignorante de sus intenciones, quien se la desencasquilla.
Hambriento, al ver pescar a unos chiquillos con una caña hecha a mano se la compra.
Cerca de allí, dos hombres, se disponen a volar la presa para poder regar sus terrenos.
Will, ya desesperados al ver que no pesca nada, tira la caña, viendo cómo justo, al hacerlo pica uno, por lo que se lanza al agua para recoger la caña, viendo que el que picó es un pez enano, que él decide utilizar como cebo para capturar otro más grande, viendo cómo de pronto, cae sobre él el agua de la presa que voló por los aires, justo en el momento en que los Canfield pasaban por allí, ocultándolo de su vista el agua.
Al no lograr localizarle, los hermanos deciden regresar a su casa y continuar la búsqueda tras la cena.
Will llega a la casa de los Canfield a cenar, ignorante de lo que estos desean hacerle, indicándole Joseph a sus hijos, al verlo, que su código de honor les impide dispararle mientras esté en su casa.
Entretanto llega también para realizar su visita semanal, el viejo clérigo.
Mientras pasea por la casa esperando a Virginia, Will escucha a sus hermanos comentando que su padre no les permitirá matarlo en casa, pero que lo harán cuando esté fuera.
Pregunta entonces al mayordomo de quién es la casa, comprendiendo entonces que sus dueños, los Canfield, son los enemigos de su familia, por lo que sale corriendo, y los hermanos tras él, disparándole, por lo que vuelve a entrar en la casa, donde sabe que no le harán nada, debiendo disimular ante el padre y el clérigo.
Se sientan luego a cenar, siendo la chica y el clérigo los únicos que ignoran lo que se trama.
Tras la cena, Joseph despide a Will diciéndole que tiene que volver a verlos e incluso le da la mano simulando ser una persona hospitalaria, aunque él trata de alargar la despedida, despidiéndose varias veces o tirando su sombrero bajo el sillón para no tener que marcharse pretextando no encontrarlo, aunque su perro lo saca una y otra vez, comenzando él a juguetear con el perro haciéndole hacer muchas monerías para que todos vean de qué es capaz y no tener que marcharse.
Finalmente se despide también el clérigo, aunque entonces ven que llueve con fuerza y Joseph le dice que no puede salir en una noche así, decidiendo él, sin decir nada subir, como el clérigo al piso de arriba, decidido a convertirse en un invitado permanente.
De vez en cuando sale y todos tras él, aunque él entra de inmediato y puede estar así a solas con Virginia, que toca para él el piano.
Cuando se le vuela una hoja del pentagrama hacia fuera de la casa, ve que uno de los hermanos está fuera esperando, le coge el arma y se la dispara, obligándole a cargarla de nuevo, pudiendo él entretanto recoger la partitura.
De pronto Joseph descubre a su hija besándose con el joven, decidiendo contarle que ese hombre es el hijo de John McKay, comprendiendo ella que su amor es imposible, momento en que él decide marcharse.
Ella le pregunta a su padre si no estará pensando en matarlo.
Finalmente, Will se disfraza con un vestido de Virginia y logra así despistarlos, pero solo momentáneamente, consiguiendo llegar hasta el tren, que iba a partir en ese momento, y al que los Canfield detienen, consiguiendo él hacerse con un caballo para huir al galope perseguido por los tres Canfield.
Will cae del caballo cuando el vestido se le levanta con el aire y le impide ver.
Los Canfield lo sorprenden caminando de espaldas y se disponen a dispararle cuando, de pronto, se gira y ven que se trata del caballo, al que había colocado el vestido y el paraguas por detrás.
Entretanto llega también Virginia, tratando de evitar el asesinato.
Will debe tratar de huir por una escarpada montaña, estando en varias ocasiones a punto de despeñarse.
Atrapado en la montaña, y sin poder salir del lugar donde se quedó grita pidiendo auxilio, siendo descubierto por uno de los Canfield, que pide su cuerda a un hombre que ve por allí, con la intención de poder rescatar a Will, pero para poder tenerlo más a tiro.
Lo consigue, aunque pierde el equilibrio él mismo y cae, arrastrando a Will ya que estaba atado a él, acabando los dos al agua.
Sale cada uno por su lado, Will en la orilla y Canfield a un islote desde donde trata de disparar a Will, que, al tratar de huir, tira a Canfield al agua.
Lo persigue de nuevo, y, cuando por fin logra tenerlo a tiro, pasa el tren entre ambos y arrastra a Will, que sube al tren hasta que su vagón descarrila y cae al río, donde improvisa una balsa que avanza arrastrada por la corriente.
Entretanto Virginia llora desconsolada en la orilla, cuando ve cómo la corriente arrastra a Will, corriendo ella por la orilla mientras él es arrastrado por los rápidos.
Virginia se hace con una barca y comienza a bajar por el río para buscarlo, aunque en medio de la fuerte corriente acaba cayendo también al agua, siendo arrastrada por esta.
Will consigue asirse a un tronco, aunque ignora que poco más abajo hay una catarata, y cuando llega a esta, el tronco se queda atorado, pero él cuelga atado con la cuerda sobre el abismo, consiguiendo con mucho trabajo llegar a la orilla.
Ve entonces a Virginia acercándose peligrosamente a la catarata, y, como no puede soltarse para ayudarla decide aprovechar que está atado para lanzarse y cogerla justo cuando caía como un auténtico acróbata, quedando los dos colgando sobre el abismo, hasta que logra lanzarla a ella a una roca y dejarla a salvo.
Él vuelve a trepar, como lo hizo antes, aunque de pronto, el tronco se suelta y cae, viendo cómo lo va a arrastrar, aunque por suerte la cuerda se corta, consiguiendo de ese modo salvar su vida y consiguiendo llegar hasta la chica, a la que abraza.
Llega entonces el clérigo, que les ayuda a salir de allí y los lleva de regreso en su coche, mientras los hombres de la familia siguen tratando de encontrar a McKay para acabar con él, hasta que se hace de noche.
El padre les pide que tengan los caballos preparados al amanecer para continuar con la búsqueda, pero cuando sube al piso de arriba, una vez en su casa, llama a la puerta de su hija, viendo, al abrirla, a esta besándose con Will.
Entran los tres hombres con sus armas, y al hacerlo, ven que tras la puerta se encuentra el clérigo, que le pregunta a Joseph si no va a besar a la novia.
Le cuesta reaccionar, pero finalmente abraza y besa a su hija, e incluso tiende su mano a Will tras ver colgado en su pared el viejo lema "Amarás a tu vecino como a ti mismo".
Los tres hombres dejan sus armas sobre la mesa, viendo cómo Will saca de entre su ropa todas las armas que había cogido por si acaso del armero de los Canfield, con los que ahora forma una familia.