Te cuento la película

Un año, una noche

España / Francia (2022) *

Duración: 120 min.

Música: Raül Refree

Fotografía: Irina Lubtchansky

Guion: Isaki Lacuesta, Isa Campo y Fran Araújo (Libro: Ramón González)

Dirección: Isaki Lacuesta

Intérpretes: Nahuel Pérez Biscayart (Ramón), Noémie Merlant (Céline), Quim Gutiérrez (Carlos), Alba Guilera (Lucie), Natalia de Molina (Julia), C. Tangana (Héctor), Enric Auquer (Camarero), Céline Spang (Sylvia).

Basada en los testimonios, descripciones y recuerdos de personas que estuvieron en la sala de conciertos Bataclan de París, la noche de los atentados del 13 de noviembre de 2015.

Una pareja camina de regreso a su casa, con las mantas térmicas que les proporcionó la policía, viendo cómo pasa a su lado un autobús con gente que también la lleva.

Al día siguiente, cuando despiertan, él ve cómo la chica está en el ordenador y le pregunta qué está haciendo, diciendo ella que hace la compra online, pues dice, si la gente entra en pánico, comenzará a saquear tiendas o por si no les apetece salir.

Ramón mira su móvil e indica que necesitaría tres vidas para contestar todos los mensajes recibidos y comenta que, cada vez que cierra los ojos, vuelve a ver su cara, y pregunta si detuvieron a alguien, diciéndole ella que no.

Recuerdan los momentos en que les evacuaron, saliendo entre muertos y heridos.

Ella realiza las tareas de la casa, como poner la lavadora, pero Ramón sufre un ataque de pánico.

Recuerda la noche anterior. Estaba en el trabajo cuando lo llamó ella desde la puerta de la sala, cogiendo él su moto para poder llegar a tiempo, debiendo salir sin colgar para que nadie le retuviera.

Ella recibe a otra pareja de amigos, Carlos y Lucie, y entran los tres a la sala.

Él entra más tarde y hablando aún de asuntos de trabajo por teléfono.

Ya más calmado, le dice que le escribió hasta gente del instituto, diciéndole ella que no tiene por qué contestar, pues solo quieren cotillear.

Él le pregunta qué le dijeron sus padres, diciendo ella que ni se lo contó para que no se pusieran como los suyos, pues se harían las 6 horas París-Niza en cuatro y no le apetece, indicando que se lo dirá cuando los vea en persona y vean que está bien.

Él dice que les sentaría bien irse de París unos días, aunque ella dice que no puede hacerlo así sin avisar, diciendo él que lo entenderán, aunque ella no quiere fallarles.

Pero él dice que está pensando en decir que no volverá de momento al trabajo, pues lo que hace no cambia la vida de nadie.

Finalmente salen a la calle de nuevo, pero cuando ella se dispone a coger un autobús, él se lo impide por miedo.

En el centro de acogida donde ella trabaja impiden a los menores no acompañados a los que atienden que salgan a la calle para evitar conflictos con la gente que les toma por enemigos, estando la ciudad además en alerta cinco, aunque ellos no lo entienden.

En la sala Bataclan están rodeados de gente, algunos muy borrachos, yéndose ella hacia un lugar de la sala donde está prohibido estar, para no estar tan agobiada mientras los otros tres permanecen en el centro.

Ramón habla por videoconferencia con sus compañeros, aunque al lado, en la pantalla, va mirando noticias sobre muertos y desaparecidos, preguntándoles ellos qué día piensa volver para organizar las reuniones, aunque se dan cuenta de que él no está atento, leyendo sin parar noticias sobre el atentado.

Baja luego a una tienda de alimentación para comprar comida y tabaco, tras lo que vuelve a coger su moto y se va hasta un museo, tomando una merienda en el patio.

Vienen entonces a su cabeza entremezclados recuerdos de su pasado, tocando con su grupo, o momentos de intimidad.

Presa de un ataque de pánico, llama a Céline al centro, mientras se ocupaba de la llegada de una nueva menor, por lo que no va a recogerlo hasta que anochece, viendo que es incapaz de salir de allí solo.

Debe cogerle la mano para tratar de calmarlo por el ataque de ansiedad, abriendo él, agobiado, la puerta del taxi en marcha, debiendo ponerle una bolsa para que respire.

Algún tiempo después van a casa de Carlos y Lucie, sus amigos y se leen los diferentes mensajes recibidos, riendo al ver que la gente no sabe cómo reaccionar ante algo así. Abundan los que animan y les dicen que la vida sigue o que hay que tirar para adelante.

Le piden a Céline que lea alguno de los suyos, aunque les dice que no los tiene porque no se lo contó a nadie, ni siquiera en el trabajo.

Llega luego Julia, la hija de Carlos y Lucie y cuando la acuestan, bailan y beben, lo que trae a su cabeza de nuevo la noche aquella, mientras bailaban felices.

Carlos comenta que vio cómo un afectado, cuya mujer murió en el atentado puso en su Facebook que los terroristas no tendrían su odio, diciendo él que su odio si lo tendrán y acaban discutiendo, reconociendo Carlos que, no puede ir en el metro, pues cada vez que ve a una persona con pinta de árabe se muere de miedo pese a que, asegura, no es racista, pues estaba convencido de que iban a matarlo.

Ramón lo abraza y le dice que siguen vivos y Lucie le recuerda que le salvó a ella la vida, diciendo Carlos que no, que es un cobarde y no lo sabía, y que, de no haber tenido a Julie, se habría hundido, y que incluso verles a ellos le sienta mal.

Céline dice que le da miedo salir de noche y Ramón cree cada día que va a morir, pero no deben darles esa satisfacción.

Ramón recuerda que vio la cara de uno de los terroristas y no para de pensar en él y en comisaría el policía que le interrogó le preguntó si era árabe y él dijo que no sabía, pero cuando firmó la declaración vio que habían puesto que era árabe y lo firmó.

Lucie dice que recuerda a una mujer, pero Céline le dice que no quiere saberlo, pese a que Ramón dice que compartir siente bien, aunque Céline insiste en que no le apetece compartir eso, diciendo que ella salió enseguida y no vio nada.

En el momento en que aquello ocurrió, ella bailaba alejada del grupo, cuando empezaron los disparos y todos se lanzaron al suelo.

Mientras los terroristas recargaban algunos aprovecharon para intentar escapar.

Ella los vio en el suelo, pero salió corriendo con un ataque de pánico, casi en volandas entre otro grupo que, como ella, trataba de escapar, pisando luego a gente que estaba tirada en el suelo, llegando al camerino, donde se refugió con otra gente, algunos de ellos heridos.

Ramón recibe un sobre con dinero recaudado por todos sus compañeros

Le dice luego a Céline que estará libre los próximos ocho meses, que le propusieron un permiso sin sueldo, pero lo rechazó, pues no quería volver a echarse atrás.

Tras cinco ataques de ansiedad en un mes deciden ir a ver a una psicóloga, aunque Céline dice que no la necesita y no entra.

Con la terapeuta, Ramón rompe a llorar.

Fuera, Céline no consigue concentrarse y vienen a su cabeza los momentos en que permaneció escondida, tratando de calmar a otra mujer, y, mientras algunos mandaban

Mensajes o miraban las noticias. ella recibió una llamada de su padre pero le dijo que estaba en el cine.

Ramón cuenta finalmente a la terapeuta que se despierta con la cara del terrorista y se duerme de nuevo con ella y no deja de pensar en lo que pasó, en lo que no pasó y en lo que podría haber hecho y no duerme porque piensa en planes para huir de lugares en los que nunca estuvo y tiene un sueño recurrente de partículas que flotan en el aire de la platea, como las que vio a la salida de Bataclan, y era hermoso, aunque luego supo que eran partículas de pólvora y los vapores de los cuerpos.

Le obsesiona además el poder llegar a olvidar algo, como la gente que estaba a su lado en la pista o al camarero

Ella le pregunta en qué pensó cuando escapó de la pista para esconderse en el camerino, diciendo que pensó en que no había hecho nada en la vida y que no quería morir siendo un fracasado y que quizá hubiera sido mejor quedarse allí.

Le pide que organice sus pensamientos y sentimientos escribiendo sobre lo que ha vivido, pues le dice que lo que ha vivido podría ser contado y le indica que debe gastar todas las energías que pueda haciendo deporte.

Comienza a patinar, aunque de manera muy torpe y a arreglar cosas en la casa o pasa tiempo con su música.

Comienza a escribir y pregunta detalles a Céline, como si se abrieron primero las puertas de emergencia o las de la escalera.

Ella recuerda que el guardia de seguridad que estaba a su lado tuvo que atravesar la sala para llegar a la salida de emergencia, pero ella esperó, preguntando él, si, entonces no fue la primera en salir, diciendo ella que ya salía más gente

Ella recuerda la escalera como recta y él curva.

Recuerda que subió hasta el camerino y la puerta estaba cerrada y no le dejaban entrar, y le pregunta si le vio entrar o lo vio cuando ya estaba dentro.

Se da cuenta de que se le han olvidado muchas cosas. Que creía tenerlo todo grabado, pero al escribir se dio cuenta de que no es así, pues dice, recuerda a Carlos con una camiseta de manga corta, algo raro en noviembre, diciéndole Céline que todos llevaban manga corta porque hacía mucho calor y dejaron los abrigos en el guardarropa, pero luego le dice que no es sano lo que hace, que necesitan vivir, y para eso es importante olvidar algunas cosas.

Él dice que deben entenderlos, aunque ella no lo cree necesario.

Ramón le pregunta si cuando escapó miró hacia donde estaban ellos, diciendo ella que no miró a nadie, que echó a correr y lo pensó luego. Que no pensó en nada hasta que gritó su nombre en el camerino.

Recuerda a algunos que trataban de salir por el techo, mientras otros comienzan a leer las noticias, habiendo algunas en que se comenta que la policía evacuó ya a algunos rehenes, y otros, que los terroristas tienen explosivos, pero no oyen nada.

Entra Ramón, preocupado, pues perdió a su novia, encontrándose allí y llorando abrazados, contando que no paran de disparar a la gente.

Viajan a España por Navidad y se alojan en casa de los padres de Ramón.

Su hermano le pregunta si dejó el trabajo o lo echaron, diciendo que lo dejó porque necesita parar y pensar, aunque le tranquiliza diciendo que tiene ahorros.

Su hermano le dice que si se tira todo el día tirado en el sofá Céline no lo aguantará.

En el bar del pueblo, el camarero le dice a Céline que en un mes se habrá hecho a esa vida, aunque ella le dice que se irá pronto.

Se reúnen luego toda la familia y algunos amigos en la casa, entre ellos el camarero, que le pregunta a Ramón si no se le viene constantemente a la cabeza lo de París y si no le da miedo vivir allí.

Julia la mujer de su hermano Héctor le dice que Ramón ha decidido dejar su trabajo, que no le llenaba, gracias a los terroristas, riendo todos pensando que deben dar las gracias a los terroristas.

Comentan que era viernes 13 y cantaban una canción sobre el diablo, aunque él se burla de esas creencias.

Cuando se van a la cama, escuchan al presidente Hollande hablar del terrorismo con origen en Siria e Irak, diciendo ellos que no tienen en cuenta cómo han actuado ellos en Francia, recordando Ramón que los terroristas no eran como los chicos que van a su centro, pues eran personas integradas y él se apropia del atentado como si fuera un problema solo de Francia, diciendo Céline que fue un atentado contra Francia, recordando Ramón que no pidieron que salieran los que no eran franceses y acaban discutiendo, diciéndole ella que cuando deja de ser el centro de atención un instante se pone malo y que parece alegrarse de lo que le pasó y que fueron allí para dejar atrás todo aquello y él ni siquiera intenta estar bien y hace que todos se ocupen de él y cree que va a ser una víctima de los atentados hasta los 70 y eso no es para ella.

Recuerdan de nuevo el atentado, él ya en estado de ansiedad mientras ven en los móviles la noticia de que están evacuando ya.

Él perdió el sentido, y ella se siente muy angustiada y trata de llevárselo, aunque no puede con él, justo cuando llega la policía y les piden que salgan.

De regreso, en Francia presenta solicitudes para ser profesor.

Después de trabajar, y en el autobús Céline ve a un tipo que le hace bajarse asustada, volviendo andando pese a la fuerte lluvia.

Ramón consigue en efecto trabajo como profesor de música, viéndose sus alumnos muy motivados por su modo de dar la clase, habiendo creado un programa que convierte sus gestos en órdenes, viendo al moverse cómo hay movimiento en la pantalla de atrás.

Vuelve a ver a Carlos, que le cuenta que no quiere que su hija crezca allí, pues se muere de miedo, y que se irán cuando acabe el curso, y que su mujer se la dejará llevar porque tiene miedo por ella, y que cuando se instale irá ella, recordando con amargura que él decía que no volvería a España.

Céline le propone salir los dos solos de excursión, yendo a la playa a pasar el día.

Con sus bromas acaban ambos en el agua vestidos riendo y gritando.

Mientras se secan acaban excitados, aunque ella dice que puede pasar alguien, diciendo él que no es mal sitio para hacer una "miniCéline", aunque ella se incorpora y muy seria le dice que no tiene ganas de hacer otro "Pobre Ramón"

Un día la invitan a bailar con ellas sus compañeras de trabajo, y acaba yendo pese a sus reticencias y su miedo, e incluso baila, primero con ellas y luego con un chico extranjero con el que incluso se besa.

Cuando llega a casa no está Ramón, que llega más tarde borracho, recibiéndolo ella enfadada, viendo además que fumó porros pese a que no puede con el tratamiento.

Él le cuenta que ha vuelto a quedar con su grupo y ensayarán todos los días a las 8, justo la hora a la que ella sale de trabajar, diciendo él que algunos días hace guardias de noche, preguntando ella si su plan de vida va a ser verse una vez cada 15 días.

Él dice que está tratando de volver a ser él mismo, como ella le decía, diciendo ella que se refería a su vida juntos y le recuerda que cuando está en casa se pasa el día en el sofá lloriqueando, aunque no lo hace con los demás, y a ella le toca todo lo malo, pues lo hace ella todo y encima siempre tiene que apoyarle en sus proyectos por locos que sean, como lo de dar clases.

Él dice que se siente bien por vez primera en meses y ella siempre le está cuestionando, cuando la rara es ella, que le hace sentir a él como un bicho raro por verse afectado por las cosas, haciéndole sentir como un chiflado.

Ella insiste en que se ocupa ella de todo y que él no hace nada, llega mal y es ella la que tiene que tranquilizarlo y está cansada, pues siempre hay algo que le tortura y también a ella le duele que se vaya su amigo.

Él le dice que le alegra ver que tiene sentimientos, pues nunca los muestra, diciendo que no puede hacerlo porque no le deja espacio, pues está diciendo siempre él lo que le atormenta y cuando quiere hablar ella no la escucha y está harta de hacerlo todo y agotada, pues aunque le pregunta cómo está, no quiere oírla. Solo quiere hablar de él, asegurando que le da asco y le odia.

Él le dice que ella tuvo la suerte de que no vio nada, pero él tiene grabada la cara del que disparaba y no se le va.

Ella se marcha y cierra la habitación y le dice que está cansada, pidiéndole él que abra para hablar, diciendo ella, al otro lado del cristal que quiere vivir, pero sin él, pues con él ya no es capaz y quiere que él viva también y juntos no son capaces.

Ella recuerda un momento feliz. El día de su último cumpleaños, cuando al llegar a su casa se encuentra todo preparado, con una vela encendida sobre un muffin, con una tortilla de patata, bebida y otra comida, abalanzándose Ramón sobre ella para desearle feliz cumpleaños, diciendo ella que es el mejor regalo que le han hecho, mostrándole él que tiene otro, unas entradas para ver a los Eagles of Death Metal, acompañándola él pese a que no le gustan.

La despierta Sylvia, su compañera, pues había dormido en el sofá del trabajo, proponiéndole su compañera que vaya a su casa, y le dice además que es mejor que no vaya a ver a los chicos, pues están muy nerviosos debido a que hubo un nuevo atentado en Niza con un camión en plenos fuegos artificiales.

Muy nerviosa, Céline llama a sus padres, hasta ver que están bien, diciéndoles que irá a verlos.

En una reunión en el trabajo, uno de los chicos plantea cuántos trabajan tras salir de allí e indica que no necesita carné para conducir un camión, pues solo lo hará una vez y explotará, ante lo que Céline, indignada, se levanta para expulsarlo y lo abofetea.

Sylvia, sorprendida por su reacción, sale tras ella y le pregunta qué está pasando y si tiene problemas con Ramón.

Le cuenta en ese momento que estaba en Bataclan, preguntándole su amiga por qué no se lo dijo.

Le cuenta que tiene la imagen de una chica que estaba bailando a su lado sonriendo y después empezaron los disparos y todo el mundo tratando de escapar y la gente los pisaba y tuvo que pisar cadáveres porque no había otra opción y tuvieron que esperar a que acabara todo y les pedían mientras salían que no miraran hacia abajo, aunque ella lo hizo y el olor a sangre no se va, no habiendo visto tantos cuerpos en su vida, y vio el de Ramón, muerto e intentó cargar con él, pero no pudo llevárselo y su vida se paró allí, pero no dijo nada porque a ella no le pasó nada.

Pero ahora dice, ya no puede más.

Va a descansar a casa de sus padres en Niza.

Les habla de su trabajo, reconociendo que, pese a lo duro que es, lo ha extrañado.

Ellos se sienten extrañados de que estuviera 8 meses sin hablar.

Regresa tras el descanso al trabajo.

Va dispuesto a hablar con Ahmed, el chico al que abofeteó para disculparse, aunque le dicen que se fue dos meses antes.

Busca en sus cajas y tira las cosas de Ramón, encontrando también un chubasquero, yendo hasta un restaurante donde trabajaba un año antes una persona que se lo prestó la noche del Bataclan, dejándolo para que se lo devuelvan.

Se recuerda fuera, con el chubasquero, buscando a su novio, viendo salir a gente herida.

Recuerda que les pedían que caminaran y no miraran hacia abajo.

Dice lo mismo que Ramón del sueño recurrente de partículas flotando.

Un año después acude de nuevo a la sala, y se encuentra con Ramón, que también ha ido y se abrazan y se dicen haberse echado de menos.

Entran al concierto, con las puertas custodiadas por policías, recordando lo ocurrido un año antes y bailan y se abrazan mientras escuchan la canción que aquel día no terminaron.

Céline abraza a Ramón en la cama.

Calificación: 3