Relatos salvajes
Argentina / España (2014) *
Duración: 122 min.
Música: Gustavo Santaolalla
Fotografía: Javier Juliá
Guion y Dirección: Damián Szifrón
PASTERNAK
Intérpretes: Darío Grandinetti (Salgado), María Marull (Isabel), Mónica Villa (Profesora Leguizamón), Carlos Alberto Vavassori (Víctor Jensen).
Una mujer embarca en un avión tras intentar que pongan a su nombre las millas que acumule pese a ser un billete de empresa, negándosele la posibilidad.
Una vez en el avión el pasajero de al lado, Salgado, le ayuda a subir la maleta, preguntándole posteriormente, y una vez en el aire, si viaja por trabajo o por placer a lo que ella le responde que por trabajo, contándole que es modelo de desfile.
Ella, Isabel, se ve obligada a corresponder preguntándole por su trabajo, contándole que es crítico de música clásica, ante lo que ella se cuenta que su primer novio estudiaba música clásica, y que aunque presentó varios trabajos, no llegó a grabar, comentándole que su novio se llamaba Pasternak, recordando Salgado al escuchar su nombre que lo conoció, pues cuando presentó su tesis en el concurso del conservatorio fue él quien presidía el jurado, recordando que lo defenestró.
Ella recuerda que salía entonces con él, y que se sintió tan mal que se pasó una semana en cama tras leer la reseña, asegurando Salgado que lo hizo para proteger los oídos de la población, pues asegura que era un engendro impresentable.
Al escucharlos, la pasajera que va delante de Salgado asegura que fue profesora de Gabriel Pasternak en la escuela y que fue ella la que le comunicó que debía repetir, recordando que entonces el muchacho comenzó a llorar desesperadamente.
Y al escuchar a la profesora, otro pasajero, Ignacio Fontana, recuerda que también él fue alumno suyo, recordando cómo él y sus amigos lo maltrataban, afirmando la profesora que debe haber una conexión cósmica para que se den tantas casualidades, levantándose entonces otro pasajero que asegura que él también conoció a Gabriel, pues trabajó en una empresa de la que él era gerente, y que, como siempre tenía problemas con los clientes lo tuvieron que despedir.
Al escucharlo, Salgado pregunta si alguien más conoce a Gabriel Pasternak, levantando todos la mano, preguntando él si sacaron ellos los pasajes, viendo que nadie lo hizo y que a todos se los sacó una empresa o les tocaron en un sorteo.
Cuenta entonces la azafata que Pasternak es el comisario de a bordo de ese vuelo, contando que hicieron el entrenamiento juntos, pero que ella lo rechazó cuando él le pidió salir con ella y que está encerrado en la cabina y que los pilotos no contestan.
Isabel reconoce que lo engañó con su único amigo, que también está en el avión, comenzando este a moverse bruscamente., momento en que otro de los pasajeros corre hasta la puerta de la cabina y la golpea, pidiéndole a Pasternak que le abra, tras decirle que es Víctor Jensen, contándole a un pasajero que fue su psiquiatra hasta que subió los precios y él se ofendió y no regresó, gritándole a Pasternak que él no tiene culpa de nada y que es una víctima de sus padres, que desde pequeño le exigieron demasiado volcando en él su frustración.
En ese momento una pareja de ancianos, los padres de Pasternak, descansan y leen plácidamente en su jardín cuando escuchan al avión acercándose, observando que se dirige en picado hacia ellos, que no pueden reaccionar.
LAS RATAS
Intérpretes: Rita Cortese (Cocinera), Julieta Zylberberg (Moza), César Bordón (Cuenca).
Un día lluvioso llega hasta un restaurante de carretera un cliente que desde el principio se muestra poco amable y al que la camarera atiende visiblemente turbada, explicándole poco después a la cocinera que ese hombre es de su pueblo y que es un usurero que se quedó con su casa, haciendo que su padre se suicidara, tratando de conquistar además a su madre, que se sintió tan presionada que decidió dejar el pueblo, asegurando que siempre deseó tenerlo cerca para decirle algo, ante lo que la cocinera se sorprende, no entendiendo que su reacción sea solo insultar al culpable de la muerte de su padre, proponiéndole ponerle veneno de ratas en la comida.
El tipo, Cuenca, se queja de que no lo atiendan, tratándola con prepotencia, por lo que a su vuelta a la cocina su compañera le muestra el bote con el veneno, negándose ella a tomarlo en consideración porque piensa que las descubrirán, asegurándole la cocinera que no examinará su cuerpo el FBI, pero ella no acepta.
El hombre le pregunta entonces cuál de entre dos anuncios que está manejando para la intendencia le parece mejor, lo cual le indigna más.
La cocinera le asegura que en la cárcel tampoco se está tan mal pues te dan de comer y no pagas alquiler y vives sin preocupaciones, e incluso te lo puedes pasar bien, reconociendo que ella pasó por allí y que se sintió más libre que en esa cocina.
La cocinera le pregunta que si le hacen un favor a la comunidad, mostrándole de nuevo el veneno, aunque ella vuelve a rechazarlo.
Tras servirle las patatas le pregunta a la cocinera si le echó el veneno, respondiendo esta que no se haga la mosquita muerta cuando se hace la indignada, haciéndole ver que si lo viera tan mal le habría retirado el plato en vez de estar hablando, asegurándole que no les pasará nada, pues dirán que usan el veneno para matar los bichos de la cocina y que accidentalmente cayó un poco en la freidora.
En ese momento se pregunta la cocinera si no habrá caducado el veneno, preguntándose si cuando se pasa de fecha es más o menos dañino.
Llega en ese momento un autobús del que se baja un muchacho, el hijo de Cuenca, tratando la chica de retirar entonces el plato con la excusa de calentar las patatas, no dejándole aquel que se las lleve, por lo que la moza se muestra asustada, tratando de calmarla la cocinera diciéndole que el muchacho crecerá y será como su padre, por lo que es mejor acabar con la estirpe.
Pero ella trata de retirar nuevamente el plato, del que el chico comienza a picar, impidiéndoselo de nuevo Cuenca, ante lo que la muchacha coge un puñado de patatas y se las tira a la cara, cogiéndola el hombre de la cabeza y obligándola a recogerlas, momento en que la cocinera sale con un cuchillo y se lo clava de forma reiterada hasta acabar con él mientras su hijo vomita.
A la mañana siguiente una ambulancia se lleva el cadáver mientras atienden a la chica y al hijo del hombre fallecido, llevándose la policía a la homicida.
EL MÁS FUERTE
Intérpretes: Leonardo Sbaraglia (Diego Iturralde), Walter Donado (Mario).
Diego Iturralde avanza velozmente en su lujoso Audi hasta toparse con un coche destartalado que va por el carril izquierdo obligándole a frenar y sin apartarse a pesar de que le da las luces, cruzándose de un lado a otro cada vez que trata de adelantarlo, debiendo hacerlo por la derecha, bajando entonces el cristal para insultarlo.
Continúa tras ello su camino hasta que de pronto se le pincha una rueda, debiendo salir de la carretera junto a un puente, desde donde llama al seguro, explicándoles que está en la carretera de Salta a Cafayate y no sabe muy bien cómo cambiar la rueda, aunque finalmente decide hacerlo él al ver que tardarán demasiado en ir.
Mientras lo hace ve que se acerca el coche del hombre al que insultó antes, y con miedo a que le diga algo se mete en el coche y le pide que siga su camino.
Ve que en efecto el hombre lo adelante, aunque tras ello el coche echa marcha atrás hasta chocarlo contra el suyo.
Diego le pide disculpas por si se sintió ofendido, pero en vez de irse el hombre le arranca el limpiaparabrisas, por lo que, asustado, al ver que se acerca una furgoneta le pita, tomando sus pitidos el conductor por un saludo, al que responde pitando.
Tras ello el hombre le coge la llave de tuercas y golpea su parabrisas, que se cuartea, ante lo que Diego decide llamar a la policía mientras le asegura al hombre que no podrá romper el cristal, pues es blindado, subiéndose entonces el hombre al capó donde defeca para luego orinar sobre el cristal y sobre el techo solar.
Cuando finalmente el otro hombre, Mario, decide marcharse, Diego arranca su coche, y, aprovechando que el otro está pegado al suyo lo empuja hasta ver cómo cae al río.
Se dispone a terminar de apretar los tornillos de la rueda tras ello, cuando escucha cómo Mario rompe el cristal para salir, por lo que arranca, viendo cómo aquel lo persigue, decidiendo entonces dar la vuelta y regresar velozmente hacia el puente, donde está todavía Mario, obligándolo a saltar, dando tras ello nuevamente la vuelta para lanzarse contra él, momento en que la rueda, mal apretada se sale, precipitándose el coche hacia el mismo terraplén por el que lanzó al otro coche.
Tras unos segundos de inconsciencia, trata de salir, viendo que no puede abrir la puerta, mientras nota cómo Mario entra por el maletero, golpeándole la cabeza con el extintor, mientras el otro le da con la palanca, enzarzándose en una pelea en que Diego muerde a Mario para luego soltarle el contenido del extintor, mientras Mario lo golpea con sus puños.
Consigue abrir finalmente la puerta, aunque entonces Mario le pasa el cinturón de seguridad por el cuello, quedando colgado en el vacío mientras Mario abre el depósito de gasolina y le prende fuego, logrando Diego sujetarle la pierna impidiéndole huir, explotando el coche justo en el momento en que llegaba la grúa al lugar.
Poco después llegan policías y bomberos, que ven los cuerpos calcinados y abrazados, diciendo un policía que manejan la teoría de que sea un crimen pasional.
BOMBITA
Intérpretes: Ricardo Darín (Simón), Nancy Dupláa (Victoria), Luis Mazzeo (Pécora).
Simón, ingeniero de minas coloca los últimos cartuchos para explosionar una gigantesca nave.
Le llama tras ello su mujer asegurándole que recogerá el la tarta para el cumpleaños de su hija y que estará para las 5 en su casa.
Mientras recoge la tarta llega una grúa, y como se entretiene pidiendo la factura, se encuentra al salir con que se llevaron su coche, encontrando junto a la cera el aviso, cogiendo un taxi hasta el depósito, donde Simón trata de hacerle ver al empleado de la ventanilla que la raya de prohibición de aparcar estaba despintada, diciéndole el empleado que si desea llevarse el coche debe abonar los 400 pesos de la grúa, informándole de dónde puede hacer el escrito de descargos, ante lo que él dice que lo que quiere es que vaya a hablar con algún superior, pues quiere llevarse su coche sin pagar nada, debiendo abonarle además los gastos del taxi y pedirle disculpas, ante lo que el empleado se ríe, haciendo que se enfade más mientras el resto de gente le recrimina el tiempo que tarda en resolver su asunto, insistiéndole el empleado en que si no paga no podrá llevarse el vehículo, ante lo que Simón le acusa de ser un delincuente, ya que trabaja para delincuentes, debiendo optar por pagar.
De regreso a su casa se ve envuelto en un inmenso atasco, enviando un mensaje a su mujer diciéndole que está llegando, a lo que esta le responde que ni se moleste en ir, pues no queda ya casi nadie.
Llega a su casa ya de noche, viendo que ya están cantando a su hija el cumpleaños feliz, encontrando a su mujer, que le dice ni le hable, y a su hija, enfadadas, viendo que los últimos invitados se marchan ya.
Ya solos, la pareja discute, diciéndole su mujer que podría haber cogido un taxi, yendo después a por el coche, diciéndole su mujer que está harta de que culpe a la sociedad por todo lo que le ocurre, pues si hubiera salido con tiempo podría haber llegado pronto y haberla ayudado a organizar el cumpleaños, pero para él todo es prioritario menos su familia, estando ya cansada.
Cuando acude a la oficina para pagar la multa, habla en la cola con otro hombre que le dice que tiene dos opciones, o pagar y relajarse o hacer que le explote el corazón.
Cuando finalmente le toca su turno para pagar, Simón se dirige al funcionario contándole las circunstancias en que se le puso la multa, aunque el funcionario se limita a recordarle que debe pagar 560 pesos de multa.
Simón le dice que deben enviar a alguien para que compruebe que no había pintura en donde aparcó, tras lo que deben pedirle disculpas, devolverle el dinero por el pago de la grúa e indemnizarlo por el tiempo perdido, ante lo que le explican que en el acta de infracción ponía que el auto estaba mal aparcado y eso es prueba suficiente, insistiéndole en que tiene que abonar la multa si no quiere que comiencen a correr los intereses y que el hecho de desconocer las normas no le exime de cumplirlas.
Simón se enfada y se pone cada vez más violento ante lo que el funcionario le pide que se calme y que tenga en cuenta que él está trabajando, pidiéndole Simón que le pase con uno de sus superiores, afirmando el funcionario que no hay nadie que pueda recibirlo, y como Simón no desea retirarse llama a seguridad, ante lo que se indigna, pues solo había hecho una reclamación y acaba cogiendo un extintor y golpeando el cristal tras el que está el funcionario, hasta que es detenido por dos policías.
Sale al día siguiente de la celda, esperándolo fuera el abogado de su empresa al que llamó su hija para que se hiciera cargo del asunto, mostrándole el hombre un periódico en el que sale la foto del suceso, y donde figura su nombre y el de su empresa, lo cual disgustó a los dueños de esta, pues el gobierno de la ciudad es uno de sus principales clientes, habiendo decidido despedirlo.
Unos días después, Simón comparece con un abogado ante la jueza encargada del acto de conciliación previo al juicio por divorcio, teniendo enfrente a su mujer y a la abogada de esta, la cual incide en que Simón está sin trabajo, lo que hace muy difícil que pueda mantener a su familia, mientras que su mujer sí tiene trabajo, por lo que no cree que proceda la custodia compartida.
Frente a esto Simón alega que siempre se hizo cargo de todos los gastos familiares, no entendiendo que por un mes en que él no tiene trabajo y su mujer sí le nieguen el derecho a tener a su hija, lo que defiende con vehemencia, señalando la abogada de su mujer que no debe ser violento, negando él que describir unos hechos sea violencia, presentándole la abogada a la juez el artículo en que aparecía y señalando que a los hijos no les conviene estar cerca de esos actos que pueden redundar en perjuicio de su salud psicofísica, finalizando el acto de conciliación sin avenencia.
Acude a una empresa de ingeniería minera a buscar trabajo, aunque la recepcionista le dice que no están ni el ingeniero ni su secretaria, que está comiendo, entendiendo Simón que es una excusa, pues son más de las 4 de la tarde.
Y cuando sale del estudio y se dispone a coger su coche ve la pegatina de la grúa, viéndose obligado a pagar de nuevo para retirar su vehículo, esta vez ya sin protestar.
De regreso a su casa carga varias cajas en el maletero y al día siguiente sale con el coche, lo aparca de nuevo en prohibido y entra a una cafetería para tomar un café mientras observa cómo la grúa se lo lleva sin hacer nada para impedirlo.
Mientras la grúa deposita el coche, en las oficinas una mujer se queja de que no quieran escucharla, afirmando que hasta que no ocurra una tragedia no pararán, escuchando entonces una fuerte explosión proveniente del coche de Simón, que provoca el destrozo de varios coches y de una valla.
Al día siguiente los periódicos hablan de un ataque terrorista, mientras que el abogado de Simón afirma que su cliente trabajaba con explosivos y que el movimiento de la grúa fue lo que provocó la explosión, señalando el fiscal que el hecho de que no hubiera muertos prueba que calculó perfectamente el radio de acción de la explosión.
En Internet proliferan los mensajes de otros indignados por la actuación de la grúa donde conocen a Simón con el apelativo de "Bombita", solicitando su libertad.
En la prensa informan de la negativa de la aseguradora a pagar acusando a la compañía de grúas de no prever ese tipo de accidentes, empezando incluso a cuestionarse la legalidad del contrato con la compañía de grúas.
Este recibe en la cárcel la visita de su mujer y de su hija, que llegan con una tarta sobre la que hay una réplica de una grúa, cantándole tanto presos como funcionarios, entre los que es muy popular, el "Cumpleaños feliz", soplando las velas con ellas.
LA PROPUESTA
Intérpretes: Óscar Martínez (Mauricio), María Onetto (Helena), Osmar Núñez (Abogado), Germán de Silva (José), Diego Velázquez (Fiscal), Alan Daicz (Santiago).
Un elegante BMW llega de madrugada a su garaje con la matrícula descolocada y con manchas de sangre.
Su conductor, el joven Santiago despierta a sus padres muy nervioso.
Poco después llega a la misma casa un lujoso todoterreno, abriéndole la puerta a su ocupante, un abogado, la madre de Santiago que le pide que no deje que su hijo vaya a la cárcel, entrando al salón donde Mauricio, el padre ve en la televisión la noticia del atropello de una mujer embarazada por un coche que se dio a la fuga, preguntándole al muchacho, que llora hecho un ovillo en el suelo, si tomó marihuana y diciéndole que les ha arruinado la vida.
El abogado le pregunta a Mauricio a nombre de quién está el coche, para preguntarle luego al muchacho si iba acompañado y si se le contó algo a alguien, tras lo que bajan a ver el coche, que observa tiene cristales polarizados.
El chico confiesa que no paró tras el atropello, aunque asegura que nadie lo vio llegar ni marcharse en el coche.
En televisión informan que tanto la mujer como el feto fallecieron durante su traslado al hospital, y mientras Helena llora al escuchar la noticia, su marido se fija en el jardinero, que corta el césped fuera y se le ocurre una idea.
Hace que entre en casa y le dice que, aunque le avergüenza lo que le va a proponer tiene confianza porque les ha servido durante muchos años, pidiéndole que se auto inculpe diciendo que se llevó el coche mientras dormían los dueños. A cambio, él pondrá a su disposición a su abogado, que le asegura que en un año y medio estará libre, y le entregará 500.000 dólares, cifra que le asegura no ganaría en toda su vida, pues cree que su hijo Santiago no resistiría ir a la cárcel.
José acepta y bajan al coche haciendo el abogado que lo toque todo con sus manos, haciendo que beba un whisky, debiendo decir que tenía ganas de probar el coche del patrón, y que sintió un golpe, pero que no se acuerda de nada.
José dice entonces que le gustaría hablarlo con su mujer, indicándole el abogado que no puede saber nada, pues si habla iría preso igualmente, pero por falso testimonio.
Les pide tras ello a Santiago y a Helena que salgan al campo sin que nadie les vea, aunque cuando se van a marchar escuchan las sirenas policiales.
Será el abogado quien salga a recibir al fiscal, asegurándole que iban a llamar a comisaría, pues su cliente escuchó ruidos en la planta baja y pensó que le iban a robar, descubriendo a su jardinero en el coche, borracho y en estado de shock, asociando todo al escuchar las noticias.
Informan justamente en ese momento en la televisión que el marido y padre de los fallecidos asegura ante las cámaras que encontrará y acabará con el asesino.
José cuenta que algo se le cruzó y pensó que era un perro y, temiendo haberle abollado el auto al señor Mauricio se dio prisa en volver para tratar de arreglarlo antes de que este se despertara.
Bajan luego a examinar el coche, dándose cuenta el fiscal de que los espejos están colocados de tal forma que el coche ha sido conducido por una persona más alta, decidiendo el abogado pedirle permiso a Mauricio para iniciar una negociación.
Tras dicha negociación su abogado le dice que el fiscal le pide un millón, que deberá sumar al medio millón de José y a sus honorarios, que serán otro tanto, accediendo.
Aparece entonces José, quejándose de que le vaya pagar a él lo mismo que a su abogado, cuando él va a ir dos años a la cárcel, pidiéndole además un apartamento.
Finalmente se reúnen todos mientras en la calle la gente, enterada de lo ocurrido comienza a gritar pidiendo justicia.
El fiscal se muestra dispuesto a aceptar su historia como buena, cuando aparece Santiago gritando que es él el que debe pagar, debiendo quitarle la idea de la cabeza.
El fiscal le pide 30.000 dólares antes del lunes para los primeros gastos, que abarcan diversos sobornos e imprevistos.
Mauricio les señala que les hará llegar ese dinero, pero que lo restará de los honorarios ya pactados, pues para eso va a cobrar ya un millón de dólares, mostrándose sorprendido el fiscal al escuchar dicha cantidad, dándose cuenta de que el abogado le ha mentido, decidiendo Mauricio dar por zanjada la negociación, llamando a su hijo y diciéndole que haga lo que dijo y que confiese, encerrándose en su despacho y poniendo la televisión a todo volumen para no escucharlos.
Finalmente abre al abogado que le dice que han decidido absorber los 30.000 dólares entre todos, negándose él pese a todo a seguir negociando, apareciendo entonces su mujer que le recuerda que si declaran a Santiago culpable se gastarán mucho más, y si es José, al ser insolvente no tendrá que indemnizar a la familia, diciendo Mauricio que es justo que los indemnicen y que el dinero vaya a ellos, insistiendo su mujer y pidiéndole permiso para tratar de mejorar las condiciones,
Vuelven poco después su mujer y el abogado diciéndole que José se conforma con el medio millón inicial y él y el fiscal se conforman con un millón, señalando Mauricio que está dispuesto a poner solo un millón y que se lo repartan como deseen y que si no aceptan su propuesta los acusará por extorsión al abogado y al fiscal.
Finalmente el fiscal sale llevándose con él a José con la cabeza cubierta, mientras la gente grita pidiendo justicia, apareciendo entre la multitud el esposo de la fallecida que se lanza sobre José golpeando con un martillo su cabeza
HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE
Intérpretes: Érica Rivas (Romina), Diego Gentile (Ariel), Abián Vainstein (Isidoro), Liliana Weimer (Cuca), Margarita Molfino (Lourdes), Marcelo Pozzi (Cocinero).
Los invitados a una boda observan las diapositivas de los novios proyectadas en una gran pantalla, desde que eran niños, apareciendo finalmente la pareja, recibidos entre aplausos y abrazos, bailando todos al ritmo de la música de un disc-jockey primero y de una orquesta después.
Luego los novios pasan por las mesas de los invitados, siendo retenida Romina, la novia por una pareja francesa a los que les va explicando dónde están sus compañeros de colegio, de la carrera o del trabajo, para fijarse en otra mesa donde están los compañeros de trabajo de Ariel, el novio, fijándose que este se encuentra precisamente en la mesa en que están estos, hablando con una compañera morena y muy guapa con la que bromea y sonríe.
Se acerca entonces a la mesa presidencial donde recoge un teléfono desde el que llama, observando que quien lo coge es la compañera de Ariel.
Vuelve a llamar y ella lo coge otra vez, y dándose cuenta de que quien tiene el teléfono es Romina ríe azorada entre sus compañeros.
Y justo en ese momento en que ella se siente fatal, comienza el vals, por lo que Ariel se dirige a ella para iniciar el baile, durante el que ella parece ausente, preguntándole finalmente por el nombre de su compañera, respondiéndole él que se llama Lourdes, preguntándole entonces de qué conoce Lourdes a su profesor de guitarra, pues asegura que ella ha llamado a un teléfono que tenía guardado desde que una vez lo llamaron y cogió ella el teléfono y entonces colgaron, diciéndole Ariel entonces que aquel teléfono era de su profesor de guitarra.
Le exige una respuesta, amenazando con preguntárselo a la propia Lourdes, y justo en ese momento son interrumpidos por la madre del novio, deseoso de bailar con él, haciéndolo ella entretanto con su padre, mientras llora.
Ariel vuelve a bailar con ella para pedirle que se calme, debiendo reconocer ante la insistencia de ella que se acostó con su compañera, aunque, le dice que no significó nada, tras lo que le pide que no monte un espectáculo ante de los invitados, saliendo ella por la puerta de la cocina llorando, mientras él trata de seguirla.
Romina llega a la azotea y se acerca hasta la barandilla sopesando qué hacer, cuando una voz la saca de su ensimismamiento, viendo que proviene de un cocinero que estaba fumando, el cual le pregunta si le ocurre algo, contándole ella que se acaba de enterar de que su marido la engañó con una de las invitadas, no sabiendo qué hacer.
El hombre le dice que esas cosas se superan con el tiempo, ofreciéndole un pañuelo, y diciéndole que si lo quiere a la larga lo podrá perdonar y que si él estuviera en su lugar iría abajo, aceleraría la fiesta para acabar pronto y por la noche se separaría, pues debe seguir adelante, abrazándose ella al cocinero como si fuera su tabla de salvación, tras lo cual lo besa en los labios.
Ariel sube con un amigo también a la azotea, donde ve un zapato de Romina y se asusta, acercándose hasta la barandilla, fijándose entonces en que está a un lado haciendo el amor con el cocinero.
Ella le dice entonces que no sabe lo que ha hecho, asegurándole que va a aprovechar que están ya legalmente casados para quedarse con todas las propiedades que el padre de él puso a su nombre para tributar menos y que mientras sigan casados se acostará con cualquier persona que le haga el más mínimo caso, y que cuando trate de separarse ella le dirá al juez que está luchando por seguir adelante para prolongarlo indefinidamente y divulgará por Facebook todos sus secretos, haciéndole la vida tan imposible que su única salida será suicidarse, y entonces ella se quedará con todo.
Ariel comienza a vomitar mientras ella, sin apiadarse de él vuelve a bajar al salón y pide al disc-jockey que ponga música, mientras ella inicia con sus amigas una conga.
Ariel llega entonces y es cogido por sus amigos que lo elevan por el aire sin hacer caso de sus quejas, lanzándolos a ambos novios por el aire, Ariel ya sin pantalones.
Luego Romina se dirige a la mesa de los compañeros de Ariel, dispuestos ya a marcharse y les pide que se queden un rato, cogiendo a Lourdes por las manos y obligándola a bailar con ella, dando vueltas sobre sí mismas a gran velocidad, hasta lanzarla contra un enorme espejo que se rompe en pedazos.
Fuera los médicos atienden a la muchacha, informándole que la mayoría de las heridas son superficiales, aunque la internarán para examinarla y asegurarse de que no afectó a ningún tendón, mientras la madre del novio habla con su abogado y le cuenta las amenazas que profirió contra su hijo.
Ella aprovecha el momento en que la familia del novio está fuera para reunir a sus amigas solteras en torno a la tarta de la que salen varias cintas, al final de una de las cuales hay un anillo, y que, según la tradición será la próxima en casarse.
El encargado de la ceremonia le pregunta a Romina si siguen con la boda o la suspenden, llegando entonces Ariel que dice que la deben suspender, pidiéndole a su mujer que deje su actitud, pues su abogado le ha recomendado que la denuncie por amenazas, no pareciendo ella dispuesta a ello.
Finalmente Ariel rompe a llorar, diciéndole que lo que le hizo él no es nada comparado con lo que ella le está haciendo.
Y mientras él llora hecho un ovillo en el suelo consolado por su madre Romina le pide al cámara encargado de filmar la boda que filme la escena y al fotógrafo que saque fotos, asegurando que si vuelve a casar pondrá esa escena en la pantalla grande repetidamente, ante lo que la madre del novio se lanza contra ella cogiéndola del cuello y arañándola, debiendo ser separadas por los padres de ambos cónyuges, acabando la tarta en el suelo.
Llegan varios médicos para atender unos a Ariel, tirado en el suelo, y otros a Romina que tampoco parece ya muy consciente de lo sucedido, rompiendo a llorar de pronto.
Ariel parece reaccionar entonces y quitándose los médicos de encima se dirige a la mesa de novios, escuchando todos algo parecido a un disparo, descubriendo que se trata de una botella de champán que Ariel ha abierto y de la que bebe, para dirigirse tras ello a la mesa donde estuvo la tarta, de la que coge el cuchillo, asustándolos a todos, que creen que va a acabar con Romina, aunque no se atreven a acercarse a él, observando que lo que hace es recoger la tarta del suelo, y tras colocarla de nuevo en la mesa, cortarse un pedazo y comerla.
Se dirige tras ello a Romina, ahora en el suelo y rodeada por sus amigas, ante la expectación de los amigos de él, que se mantienen a una distancia prudencial para intervenir de ser preciso. Le tiende entonces su mano y la levanta para luego colocar sus manos para que baile con él, lo que ella acaba haciendo, ante toda la impresionada familia, observando atónita la madre de Ariel, mientras los médicos la atienden y le toman la tensión, la escena.
Los novios bailan y se besan, llegando de ese modo, y de forma apasionada hasta la mesa de la tarta donde se tumban mientras los invitados comienzan a marcharse para no ver el espectáculo.